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Alicia

Me alejo del jardín para poder correr por el bosque sin pisar las flores y corriendo entre
los árboles cierro los ojos hasta olvidar dónde estoy.
Vuelvo a abrir los ojos y ya no estoy más en un bosque, estoy de nuevo en el jardín, pero
ahora soy diminuto y puedo correr sin pisar las flores.
Una dulce voz capta la atención a mis espaldas.
- ¿Quieres un galletica? -
No necesito voltearme para saber quién me habla. Respondo sin mover mis labios.
- Te conozco de antes, Alicia, amada, pequeña golondrina de luz. ¿Hace cuánto me sigues?
-
- Desde que decidiste venir al País de las Maravillas, papá - Su voz reverbera en el vacío de
mi mente.
Sonrío con jocosa complicidad. Ella no se ofende al ver que aún no me atrevo a mirarla, de
hecho se acerca aún más y me abraza con amor, pegando su carita diminuta a mi cintura
desnuda y llenándome con su calor, su luz, su felicidad y su sabiduría de niña atemporal.
¡Qué afortunada decisión tomé al "alejarme" del jardín!, y las flores ni se enteraron.
Luego me verán volver de mi viaje a la pequeñez y no sabrán que siempre estuve ahí,
entre ellas, de un tamaño imperceptible para quien está siempre apuntándole a las
estrellas, pendiente de otras cosas más importantes.
Si eres demasiado grande para tu jardín y las flores te piden que te vayas a bailar a otro
lugar para no pisarlas, no les hagas caso, hay soluciones más creativas. Mejor hazte
pequeño como las hormigas y baila como te de la gana, tal vez te encuentres maravillas
insospechadas entre los tallos o bajo los pétalos caídos.
Alicia me devuelve la sonrisa. Tiene los mismos ojos que el Cielo, tan puros como los de su
Madre.
💙

Flores Cósmicas de la Magdalena, cautivadas por Gabriela Saenz Mora (foto)

Jueves, 24 de agosto de 2017. 2:40am

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