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MITOS DE ANTIOQUIA

El Mohán

La Patasola
Diferenciando mitos de leyendas
La Madre de Agua http://mitosyleyendas.idoneos.com/index.php/Diferenc
ia_entre_mito_y_leyenda
El Hojarasquín del Monte
Las palabras mito y leyenda suelen evocarse en forma
La Llorona conjunta, porque la asociación de significados entre
ambas es prácticamente espontánea.
La Candileja
Sin embargo, es posible establecer una diferenciación
La Muelona entre ambas. La leyenda suele ser un relato maravilloso
que algunas veces tiene origen en algún evento
El Sombrerón histórico, pero que suele estar enriquecido por
numerosos elementos fantásticos. Es una producción
El cura sin cabeza literaria de creación colectiva sobre la existen diferentes
versiones. Muchas de ellas han llegado a nuestros días
El Espanto de la Calle del Miadero incluso como auténticas piezas literarias.
Ejemplos:
El gritón La leyenda de Tristán e Iseo
La leyenda del rey Arturo
La rodillona
A diferencia de la leyenda, el mito describe más
La cabellona claramente una historia que guarda una estrecha
relación con lo religioso. En efecto, posee componentes
La madre del río alegóricos evidentes que refieren a una fuerza de tipo
creadora o mágica que forma parte vital de la tradición
LEYENDAS POPULARES DE ANTIOQUIA que los genera. Los mitos, tienen así, una influencia
El tesoro del pipintá. importante dentro de las costumbres de una sociedad.
El Cacique Nutibara y su hermano Quinunchú. Por otra parte, como explica Mircea Eliade, el relato
El sacrificio del indio Cuy Cuy. mítico posee una estructura circular que transcurre
La leyenda del río de la Vieja. durante un tiempo extra-temporal y a-histórico en el
El holocusto de los indios palenques. cual los sucesos se repiten periódicamente
La Cacica Luchimamaría Centeno la madre de la minería simbolizando con frecuencia acontecimientos cíclicos
antioqueña. observables en la naturaleza. Otras veces, el mito
La familia Castañeda. representa una explicación sobre el origen del mundo y
La Leyenda del ingrumá. es un sustento de la cosmovisión de una cultura.
Un pacto con el diablo. Ejemplos:
El padre López un cura legendario. El mito de Isis, Osiris y Horus, que tiene por temática
Pedro Rimales, el aventurero, pícaro, malo, astuto, principal la muerte y resurrección, es una clara alegoría
travieso y embrollador. de los los ciclos de la cosecha y su renacimiento a partir
Cosiaca y los Chistes paisas. de las semillas.
La leyenda del Cristo de Zaragoza. El universo cíclico de la concepción hindú, se expresa
claramente en sus relatos míticos de la creación
Mitos y Leyendas de Colombia

http://www.colombiaya.com/seccion-colombia/mitos-y-leyendas/antioquia.html
ANTIOQUIA Y EJE CAFETERO

El Mohán

Antes de trasladarse a vivir a su palacio subterráneo, el Mohán fue un hechicero que convocó tormentas y
eclipses. Conocía los secretos de las almas, curaba enfermedades y todos temían sus ojos de azabache
cuando atraía la lluvia y las cosechas o se transformaba en jaguar que recorría las landas de los ríos para
ahuyentar los malos espíritus.

Él supo en una noche premonitoria de la llegada de los españoles. Vio también la humillación y los
despojos de la Conquista. Por eso, tal vez queriendo perpetuar la memoria de los antepasados, se marchó
con todos los tesoros a la entraña de los ríos. Allí permanece, taciturno y remoto entre las piedras, lejos del
tiempo, mientras le crecen los cabellos y las uñas y sus ojos desploman la noche.

El Mohán ama la música, toca la guitarra en las noches de luna llena y algunos campesinos lo han visto
aterrorizados descender en balsa mientras ensaya una canción desconocida.

Embaucador, pajarero pintado de negro y con dientes de oro, el Mohán es un laberinto que puede cambiar
de apariencia, aprovechar las brisas de los ríos para la serenata, y el vagabundeo por los mercados de los
pueblos en donde compra tabaco y aguardiente y conquista a las muchachas.

Brujo del agua, el Mohán sin embargo ejerce una feroz tutela de los ríos. Regula las crecientes y complica
las atarrayas de los pescadores y en algunas ocasiones su celo llega a ser perverso: voltea las canoas y
sumerge a las víctimas en el fondo de las aguas. Los viejos pescadores y barequeros saben todo aquello, por
eso le temen. Llevan en las mochilas tabaco y están pendientes de cualquier señal de indignación de las
olas. Saben que el regreso, que su destino, depende del Mohán.

La Madremonte

Toda vestida de hojas y de líquenes, vive en la profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y
lunas, le oculta el rostro. Ese es su enigma: podemos escuchar el grito de fiera entre los árboles, ver la
silueta que se pierde en la espesura, pero nadie ha visto nunca su rostro cubierto de musgo y sombra.

La Madremonte ama las grandes piedras de los ríos, construye sus aposentos en los nacimientos de las
quebradas, se distrae con el silbido de las mirlas y los azulejos. Algunos han creído escucharla cuando imita
el canto de los grillos en las tardes de verano y cuando persigue las luciérnagas en las noches sin luna.

Como vigilante de las selvas, la Madremonte cuida que no desaparezca la lluvia y el viento, orienta los
periodos de celo de los animales del monte, grita de dolor cuando cae alguna criatura de su dominio. Por
eso, odia a los leñadores y persigue a los cazadores: a todos aquellos que violan los recintos secretos de las
montañas.

Cuando la Madremonte está poseída de furia, se transforma: los ojos despiden candela y con las manos de
puro hueso, se agita de rabia entre los matorrales. Se desencadenan entonces, los vientos y las tormentas.
Los ríos y las quebradas traen inundaciones, arrasan las cosechas y el ganado. Todo parece como si se
anunciara el estremecimiento de la tierra y los astros.

La Patasola

Enemiga de los hombres, acosada por una culpa antigua, poseída del horror de su propia apariencia, jamás
se detiene en su vértigo de odio y espanto. Allí va con los ojos tortuosos y lejanos y el cabello enredado de
lianas. Dando saltos con la pata de oso desaparece de la espesura.

Compañera de los tigres y las arañas, trasnochada por la pena de un amor desorbitado, la Patasola odia el
agua, los cielos azules y la salida del sol. Su reino pertenece a los crepúsculos y a las noches tenebrosas de
los montes. Aunque algunas veces, cuando olvida el dolor, canta o espera la aparición de la luna sobre el
copo de los árboles.

Tiene el poder de la metamorfosis: cambia de mujer horrible, de dientes felinos y ojos abultados a
muchacha bella, insinuante como un espejismo entre los árboles. Así atrae a los hombres y a los caminantes
desprevenidos. Así los devora totalmente en la selva.

La Madre de Agua

Es un ser anfibio que prefiere vivir la mayor parte del tiempo bajo el agua. Allí como una ninfa acuática,
apoyada en un bastón de coral, desteje la red de su amargura. Con la mirada perdida busca a su joven
amante indio, al hijo que fuera arrojado a la corriente por el abuelo español que nunca aprobó su amor por
el aborigen.

Madre del río, pequeña sonámbula de los silenciosos arrecifes, además de su inclinación por la
transparencia, las nubes y los pájaros, la Madre de Agua desea a los niños. Con sonidos de caracol, con
mensajes de mariposa de cristal, con ramos de flores blancas que alumbran en recámaras de sílice, los atrae
hasta el borde del río. Aquellos que han visto los visajes del rostro en los espejos del agua, enferman y sin
poder olvidar corren al abismo en busca de los cabellos de oro y del espejismo de la cantora de ojos azules.

El Hojarasquín del Monte

Se alimenta de flores y de bayas doradas de los bosques. Tiene tronco de guayacán con cabeza de hombre
cubierta de chamizos y salvajina, se ocupa de cuidar el bosque y los animales selváticos. Atento al chillido
de las golondrinas en los farallones del río, sabe cuando se acerca el depredador de la flora y cuando debe
auxiliar al sabanero, anhelante víctima de los perros del cazador. Amante de los vuelos, el Hojarasquín
algunas veces se cansa de ser árbol y entonces disputa con los loros, intenta saltar con los venados en las
tardes de sol.

Los campesinos saben de estos movimientos por la algarabía de los arrendajos y pájaros tijeras, por la
inmensa batahola de los samanes con el viento. Amo de las hojas y el rumor de las aves en las montañas, el
Hojarasquín muere cuando hay talas o destrucción de los montes. En forma de tronco seco, permanece
oculto hasta cuando resurge la floresta.

La Llorona
Entre los cafetales y los yarumos, en las noches de luna llena, se escucha el grito de la Llorona. De rostro
cadavérico, cubierta de harapos pringados por la lluvia y el sol, la Llorona alguna vez fue una mujer
hermosa de ojos audaces que enloquecía a los hombres de los pueblos. Ahora, desprovista de esplendor,
deambula sin sosiego por las veredas, atormentada por la culpa del crimen y los delirios de una madre que
cree llevar entre los brazos a un niño imposible.

Jamás cesa en su canto fúnebre; aunque, intente olvidarlo, atraída por el silencio de las cañadas, por el
tejido invisible de las mariposas en el aire de los ríos. Algunas noches, incluso lo intenta, rodando las
ventanas de las aldeas. Allí se detiene, perdida en el dolor y la sombra, mientras escucha las guitarras, las
voces que con aroma de aguardiente y tabaco ahuyentan el alba.

Tiene cualidad de espejismo. Algunos, la han contemplado con el lamento infanticida, bella como antes del
maleficio. Otros, con el rostro de calavera, los ojos ardientes, el pelo alborotado y el quejido que sacude la
montaña. Cualquiera que sea la aparición, nadie desea ver a la Llorona. Basta con reconocer el olor, el grito
desesperado, para saber que algo terrible se esconde en la maleza.

La Candileja

Mártir de la violencia, la Candileja es el espectro de una mujer asesinada en el Valle de las Tristezas. Dicen
que fue quemada viva con los hijos dentro de su casa. Desde entonces, convertida en fuego frecuenta los
lugares en ruinas, las crecientes de los ríos y los caminos solitarios. Aparece en el alba cuando aún el gallo
no ha cantado y como un meteoro se estrella con los cercos, se agita en el copo de los árboles o se echa a
rodar por los pastos.
La Candileja, sin embargo, espanta a los caballos y los jinetes que se aventuran en la noche. Inicia las
quemas de los bosques: Grandes incendios, grandes sequías, precipita su presencia de llama en los tiempos
en que se aviva su dolor. Por eso los hombres le temen. Saben que ni los rezos ni las bendiciones ahuyentan
su furia.

La Muelona

Antes de convertirse en endriago, la Muelona fue una mujer esbelta que animaba pendencias y garitos.
Sabía leer la suerte, gozaba con las peleas de los gallos y sobre todo enloquecía a los hombres con su voz
nocturna y risa salvaje.

Ahora, celestina de los bosques, vaga por entre los ríos, acecha sigilosa por entre los pantanos, las
encrucijadas y los árboles de tronco podrido. Bella como antes del hechizo, con la risa fastuosa y la voz de
contralto, atrae de nuevo a los hombres. En noches sin estrellas, en crepúsculos estremecidos por la lluvia,
los llama con insinuaciones de abismo. Entre los susurros y las adormideras, allí los devora con los dientes
de bestia y la mandíbula feroz.

El Sombrerón

Su leyenda es tan antigua, que algunos lo consideran el espanto más viejo del departamento de Antioquia,
en el noroeste de Colombia.

Es un hombre corpulento, que se hace acompañar de dos perros negros, agarrados por gruesas cadenas, y
que monta una mula, también negra. Unos dicen que el sombrero lo cubre entero; otros, que no tanto: que
bajos sus alas se puede ver que tiene una calavera por cabeza.

Poco habla la leyenda de su origen o sus motivos. Lo que se "sabe" es que sus intenciones son menos
macabras que la fama que lo precede. Lo suyo es poner a correr a sus "víctimas". El Sombrerón es un
asustador profesional.

Fue famoso en Medellín en 1837 cuando recorría todas sus calles vestido de ruana negra, sombrero grande
y montado en una mula negra. Perseguía a los borrachos y trasnochadores diciéndoles: "si te alcanzo te
pongo este sombrero". Aparecía los viernes de cuaresma y cabalgaba con un par de perros encadenados. El
Sombrerón fue el espanto propio de Medellín.

El cura sin cabeza

Dicen que se trata del alma en pena de un sacerdote que mataron porque no se dejó robar la custodia llena
de hostias consagradas y que luego apareció con una sotana tan blanca que resplandecía. Muy mentado
desde la época colonial, la mayoría de cronistas se referían a un cura o fraile que se aparecía a la
medianoche y en el amanecer. En Medellín afirman que es el Padre Serna, fundador del convento de los
Franciscanos.

El Espanto de la Calle del Miadero

Se trata de una sombra larga que hacía señas con manos y cabeza en ademán de llamar y llevaba la cara
cubierta con una máscara blanca en la cual se distinguían, pintados de negro, ojo, nariz y dientes en forma
de calavera, que asustaba a las personas que pasaban por esta calle. Este espanto desapareció una vez que lo
descubrieron… Era una mujer celosa que seguía a su marido para saber sus andanzas.

Mitos y Leyendas - ANTIOQUIA


http://www.sinic.gov.co/SINIC/ColombiaCultural/ColCulturalBusca.aspx?AREID=3&SECID=8&IdDep=05&COLTEM=212
Antioquia se destaca por tener una amplia tradición mítica, existen mitos dejados por los españoles, otros introducidos
por los esclavos africanos y mitos típicamente regionales.

Así, la madremonte es un mito nacional, pero en Antioquia tiene la particularidad de robarle a las vacas sus críos recién
nacidos.
Mitos americanos: La patasola, la madremonte, el mohán, el gritón, el bracamonte, el hojarrasquín del monte, la madre
del agua, la vaca de la laguna, la llorona, el ánima sola.
Algunos mitos regionales:

El sombrerón
Es un espanto de figura humana usa ruana negra, un sombrero grandísimo y anda montado en una mula rodeado de dos
enormes perros negros cogidos por gruesas cadenas. Dicen que se le ha visto en Medellín, Andes y por la orilla del río
San Juan.

El gritón
Es un espanto de arriería. Sus sitios favoritos son los caminos de herradura y las colinas en las noches tranquilas; su
grito es peculiar como quien arrea mulas.

La rodillona
Espanto burlón y caminero que se ubica en lo alto de los barrancos en forma de vieja sentada, con la cara entre las
piernas, cabellos canosos, ojos rojos, nariz afilada y ganchuda, boca grande con un solo diente. Ríe a carcajadas y es
perversa con algunos.

La cabellona
Es un espanto rural vespertino y de tiempos lluviosos. Geográficamente aparece desde Liborina a Pavarandocito.

Cura sin cabeza


Es un espanto que viene desde la colonia. Las ciudades coloniales lo conservan en sus leyendas, especialmente en el
noroeste Antioqueño.

La muelona
Es de la llanura. Tiene su actividad en los caminos y con un horario de 6pm a 9pm. Se describe como una mujer bonita,
de cabellos largos, ojos electrizantes y dientes de fiera, lanza carcajadas estridentes.

El mandiga
Es de tan mala fama que se le considera como otro Satanás. Algunos afirman haberlo visto a caballo y fumando, por las
noches. Suele aparecer en las casas de juego y de vicio. Los codiciosos lo invocan como su protector.

La madre del río


Los indios chaimas querían agua y para ello se propusieron llevar las aguas de un manantial hasta su caserío después
de consultar con el pinché. Este les dijo: “para mí es muy fácil hacer lo que pedís, yo con solo mandarlo ya queda hecho;
pero debo advertirlos que esa agua tiene su madre, esta madre es un serpiente y muy feroz”. Entonces los indios
desistieron de su intento.

Los indígenas tenían creencias sobre los antiguos pobladores de Antioquia, representados por los indios aburraes, del
valle de Aburrá, los omagas de Amagá, los sinafanaes de Fredonia, los nutivaras y catíos de Frontino, los nutabes de
Porce, los armas entre Sonsón y Abejorral, los pozos de Salamina, los pácoras, los chocoes, los chahamíes y los
urabaes, en su mayoría pertenecientes a las castas del Caribe que se extendían hasta los quimbayas y los zenúes.
Veneraban las lagunas de las alturas, tenían ritos para el nacimiento, para la adolescencia, el matrimonio y los entierros
de sus deudos, rendían culto de acuerdo a las tradiciones recibidas de sus antepasados al sol, la luna, el rayo, el fuego,
la lluvia y la tormenta, entre otros.

Los negros de África trajeron el miedo al “coco”, que aun hoy sigue siendo motivo de espanto para los niños.

El Mohán
1) La Patasola
2) La Madre de Agua
3) El Hojarasquín del Monte
4) La Llorona
5) La Candileja
6) La Muelona
7) El Sombrerón
8) El cura sin cabeza
9) El Espanto de la Calle del Miadero
10) El gritón
11) La rodillona
12) La cabellona
13) El ánima sola
14) El patetarro
15) María la larga
16) La madre monte

Reflexiones sobre el mito y su función (por Mónica


Gómez Salazar- México, UNAM)
http://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/MonicaG1.html

INTRODUCCIÓN.
En las siguientes páginas veremos cómo es que el mito a lo largo del tiempo ha sido mal entendido
desde la perspectiva de "historia ficticia", "ilusión" y hasta "mentira". El hecho de que nosotros y la
sociedad en la que vivimos no sea mítica no implica que el mito se entienda en un sentido
peyorativo, como si lo que es mito careciera de validez. Por otro lado, la palabra "mito" también ha
sido entendida como aquello misterioso y tal vez sobrenatural que no fue real y en esto tampoco
convenimos.

Si por algo se caracterizaron los mitos fue precisamente por formar parte de la vida real de los
hombres arcaicos, de tal suerte que sus rituales no eran concebidos desde fuera, en forma abstracta;
por el contrario, aquellos hombres los vivían penetrándose en una atmósfera sobrehumana que
hacía girar su existencia conforme a los preceptos míticos. Conocer el mito, significaba conocer la
creación y el origen de las cosas, entender este origen permitía el control sobre lo que se conocía y
significaba el acceso a vivir dominado por la potencia sagrada, por lo tanto a mantenerla y
respetarla como modelo. Dentro de este patrón a seguir el hombre vivía el mito, de ahí la aparición
de tribus en las que se practican actos orgíasticos y otro tipo de conductas extrañas, sin embargo, el
estudio de tales conductas no debe de calificarse de salvajismo o intrusión patológica, debe
entenderse dentro de un contexto cultural y humano, en el sentido en que el hombre mítico vive con
el mito y de acuerdo a él, el mito y su reactualización forman parte de su realidad, aún más,
sobrepasan su entorno para convertirse en el modelo a seguir. De igual manera como los Seres
Sobrenaturales actuaron, así el hombre deberá ser y vivir, al vivir de esta manera pasará de una
realidad cotidiana, a aquella en la que el tiempo cambia convirtiéndose en presente, este tiempo
sagrado es parte de lo que está en el origen, en la causa que dió cabida al hombre en el mundo, y no
sólo a él, sino también al mundo en sí mismo. Este realidad sobrenatural le da sentido a la vida del
hombre y de ahí el rechazo a entender el mito como ilusión o mentira.

El mito y sus elementos.

Es una tarea difícil definir al mito, pues implica encerrar dentro de ciertos límites lo que constituyó
una realidad y forma de vida de seres humanos de épocas antiquísimas. Se convierte en una labor
complicada considerando primero que, nuestra concepción del mundo y manera de conducirnos
cotidianamente descansa en la percepción visual y no oral; segundo, el mito actualmente lo
entendemos más como una historia ficticia ajena a nosotros que como un fundamento de nuestro
existir. Éstos son dos de los obstáculos que hacen que lo que determinemos como mito
necesariamente deba reconocerse bajo sólo una visión reservada de todo lo que implica una
"definición" de mito.

El mito puede ser entendido como "la narración de un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo
primordial, el tiempo fabuloso de loscomienzos… el mito cuenta cómo gracias a las hazañas de los Seres
Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un
fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el
relato de una creación: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser."
Dentro de la mentalidad y concepción mítica, la participación de lo Sobrenatural en el Mundo es
fundamental para el hombre de esta época, el hombre vive y es hombre -con todo lo que implica ser
humano- gracias a las acciones de seres sobrenaturales, prueba de ello es que el hombre existe; las
acciones de lo sagrado sobre la muerte son también "reales" ¿o acaso no es real el que todos
morimos?, las comunidades arcaicas dirigían su existencia en base a los modelos establecidos por
el mito no sólo dentro de un nivel espiritual sino también en un escalón aterrizado a la realidad de
las actividades humanas más elementales como el caso de la alimentación. Para este tipo de
sociedades el mito era intrínseco a su vida y a su mentalidad, ésta no poseía naturaleza externa e
independiente respecto a su proceder, por el contrario, así como el individuo era consecuencia o
resultado de causas sagradas, así debía seguir dentro del patrón conductual revelado por el mito.

Actualmente las decisiones tomadas por cada uno de nosotros, diríamos que llevan la influencia de
causas determinadas y una serie de circunstancias, sin embargo, lo decidido es propio de nuestra
elección, hasta cierto punto somos independientes de patrones establecidos, es decir, nuestra
resolución tiene la posibilidad de emanciparse de ellos. El caso de las sociedades míticas es
radicalmente distinto, nos atreveríamos a decir que el individuo al decidir conforme lo establece el
relato mítico, pierde su libertad e independencia, pierde apertura a una extensión de posibles
explicaciones o visiones del mundo, sólo concibe una como válida, la mítica, la sagrada, la
sobrenatural, aquella que lo creó, el hombre es parte de ella y se debe por entero a ella. El mito se
convierte en el lazo que une a los creadores -los seres sobrenaturales- con sus creaciones -o
consecuencias directas de sus actos, a saber, el Mundo, el Cosmos, el hombre, la propia muerte
etc.-

Historias Verdaderas e Historias Falsas.

Podríamos determinar como historias verdaderas a los mitos y como historias falsas a los cuentos o
fábulas. Como principio podemos diferenciar que en las primeras los protagonistas son seres
sobrenaturales y sagrados, en las segundas se relatan sucesos triviales de algún héroe, o animal, en
otras palabras, entre unas y otras se encuentran antagónicamente lo sagrado y lo profano. Sin
embargo, la distinción no se reduce sólo a la naturaleza de cada narración, hay mucho más de
fondo.

El mito, como se ha visto, incluye al ser humano en su relato, lo hace partícipe de él, tanto, que su
vida la explica a partir de lo sagrado. El caso de los cuentos es la exposición de algo
completamente externo al hombre, algo que no lo afecta en lo más mínimo, puede contarse en
cualquier tiempo a diferencia del mito que requiere de un momento específico e igualmente
sagrado, rige la vida humana por el nivel tan profundo de compromiso que naturalmente otorga a
cada hombre.

De cualquier forma, se trate de historias verdaderas o falsas, ambas poseen un rasgo en común: no
son sucesos cotidianos. Ciertamente la creación del mundo, del hombre, de los animales y del resto
de los seres vivos no acaece todos los días, lo sobrenatural es penetrado en el hombre por el sólo
hecho de existir. En otras palabras, el ser humano no nace todos los días y tampoco muere todos los
días, no todos los días es creado el Sol ni todos los días es creada la Luna, cada irrupción divina es
especial, singular, de igual modo extraordinario afecta la vida del hombre. Por su parte, los cuentos
sobre héroes son equivalentes respecto a su singularidad, no todos los días el héroe libra una batalla
gloriosamente, lo que encierra lo magnífico de ese momento va de la mano con su ausencia de
cotidianidad. A pesar de la similitud mencionada entre uno y otro tipo de narración, la característica
que los distingue está en que el mito enseña al hombre la historia que lo constituye y además
muestra el modo de vivir en el lugar donde fue puesto. El mito no sólo mantiene una naturaleza
informativa sobre parte esencial del hombre, de dónde viene y por qué surgió, también indica a éste
las prácticas que debe seguir para sobrevivir en el mundo donde fue situado, vb.gr: "determinada
tribu vive de la pesca, y esto porque en los tiempos míticos un Ser Sobrenatural enseñó a sus
antepasados cómo capturar y cocer los pescados".

Así como el hombre moderno se explica a sí mismo a partir de la Historia, el hombre arcaico se
explicaba también a partir de los acontecimientos míticos. Es decir, ambos individuos no son seres
acabados, dados, hechos de principio a fin, no son seres condenados a lo estático, todo lo contrario,
entre su nacimiento y expiración se van haciendo a ellos mismos y eso que van construyendo -o les
fue construído- lo van dejando detrás, a saber la historia, el hombre moderno se entiende y conoce
desde lo que ha sido, ha hecho y ha vivido en el pasado: su historia; el hombre moderno también se
explica tomando como base que es consecuencia de sucesos externos que afectaron directamente su
existencia y condiciones de ésta, tal es el caso del descubrimiento de América y la conquista de los
españoles a los indígenas, el mexicano es consecuencia de esta invasión y de ninguna manera puede
ignorar que él es producto de esa mezcla de culturas. De forma similar, el hombre mítico se
consideraba resultado y consecuencia de los actos sagrados, a diferencia de nosotros, este hombre
vivificaba esa historia que lo definía, la conocía y la hacía presente; el hombre moderno lejos de
vivificar la historia que lleva detrás, ni siquiera requiere de conocerla en su totalidad, este individuo
deja atrás la historia, la mantiene irreversible, casi diríamos, muerta. El mito al ser reactualizado
muestra al hombre arcaico no sólo la explicación de cómo las cosas llegaron a su existencia sino
también cómo encontrarlas y hacerlas presentes: un mundo que se mantiene vivo y en el que al
pasado no se le aleja ni se le desecha haciéndolo ajeno al presente, en el mito, el pasado forma parte
y se hace presente mediante el rito.

Relación entre el mito y el rito.

El rito es la manera como se evoca al mito, como se le hace a éste presente, pero el rito no se agota
en ser el método por el que se conoce cómo fue creado el Mundo, por ejemplo. A través del rito, el
mito enseña cómo reiterar los caracteres creadores de los Seres Sobrenaturales, es decir, el conocer
un mito significa adentrarse a la realidad mágico-religiosa que provee el conocimiento del origen
de las cosas y de ahí la capacidad de crearlas y controlarlas.

Si se conoce cómo se origina un objeto, un animal, una planta, equivale a conseguir un poder sobre
ellos: el poder de crearlos, de dominarlos. Por ejemplo, si es conocido el origen de un animal
salvaje, entonces se tiene la capacidad, si se quiere divina, de domesticarlo. Si se conoce el origen
del fuego puede entonces entendérsele y tocarlo sin que lastime, ¿por qué?, porque saber de dónde
viene y cómo se crea implica controlarlo y también crearlo. De ahí que la reactualización de los
mitos fuera en ceremonias de iniciación, pues se trataba de instruir y llevar al individuo a las
profundidades de lo Sagrado, de lo Sobrenatural, de tal suerte que lo divino deja de ser ajeno para
convertirse en el círculo y la realidad que desde ése momento rodeará al individuo para hacerse y
existir dentro de una esfera del tiempo sagrado y por lo tanto infinitamente recuperable. En otras
palabras, el hombre deberá conocer el origen de las cosas, pero además tendrá que reactualizar esa
creación, ese mito, al reactualizarlo se sumerge en un tiempo y espacio que abandonan lo humano
para convertirse en divino, creando el fuego una, dos, tres hasta un número infinito de veces;
creando el arroz, una, dos, hasta un número infinito de veces tal y como se creó en un principio.

El rito le permite al hombre arcaico acceder a la atmósfera de lo Sobrenatural y vivir probando


parte de lo sagrado haciéndose contemporáneo de la Creación cuando fue creada, para dejar de
percibirla como pasada, teniéndola presente. El tiempo se detuvo, su andar cronológico cesó y en el
aliento de la religiosidad respira eternamente.

El Modelo ejemplar del mito y su sentido.

Al considerar el rito como la puerta por la cual el hombre tiene acceso al tiempo y naturaleza
Sagradas, también denota el acceso a los preceptos por cumplir. En otras palabras, el mito expresa,
según asienta Malinowski, una realidad más original y de mayor sentido que la de la vida cotidiana,
pareciera que ésta última se volviera frívola junto a la inmensidad de la Sobrenatural, el sentido real
de la vida de los hombres arcaicos se basaba en los mitos, eran éstos los que llenaban de dirección y
de luz a los hombres, era esta realidad sagrada la que les indicaba cómo dirigirse y como cumplir
en su vida diaria, se trataba del modelo a seguir para vivir como era establecido, de ahí el sentido
de los mitos, son el fundamento de la actividad del hombre, son parte de su propia realidad porque
él mismo es producto de la decisión y acción Sobrenatural, como tal, sigue la guía del ejemplo
sagrado para existir en una realidad mundana que lo separa de su causa divina y con la que sólo
puede tener contacto mediante el mito y su reactualización. De tal suerte, que el mito, el
conocimiento del origen, no se reducen a conceptos, sino a realidades vividas y puestas dentro del
círculo y tiempo sagrados.

Es un ir y venir entre la base y la punta; sin la primera no hay sostén de la segunda, más aún, no
hay razón de sostén, no hay sentido, no hay a dónde ir, todavía peor, no hay a dónde volver.

CONCLUSIÓN.

Como se ha visto, el mito no se reduce a un cuento o fábula ficticia, se trata de la historia, forma de
vida y pensamiento de toda una época, la arcaica, minimizarlo a definiciones fútiles implica ignorar
aquello que precedió a la cultura visual en la que estamos sumergidos.

Hacer a un lado la cultura mítica es conservar la ceguera de una vida cotidiana en la que no
encontramos diferencia alguna. En otras palabras, mantener una perspectiva de nuestra cultura
visual y casi robotizada con respecto a una cultura mítica, ritualizada y del mundo de la palabra
oral, permite conocer la nuestra propia, es decir, la diferencia entre ambas permite su identificación.

Entender cómo es que un mito era vivido por antepasados, nos hace conscientes de nuestra historia
que, como sociedad y como humanos se conserva dormida, si no es que muerta por la ignorancia
respecto a ella. Preguntarse y buscar el origen de las cosas, querer entender ese principio del QUÉ y
del CÓMO, permitiría desarrollar en el hombre actual una base de preceptos a seguir, situación que
sería muy saludable para éste, pues se mantiene con paso firme caminando sin rumbo, sin ejemplo
ni modelo qué seguir, no porque no exista, sino porque ya olvidó cómo reactualizarlo, cómo
vivificarlo, olvidó el sentido de su existencia, ni siquiera sabe dónde está su origen, perdió toda
perspectiva, permanece en la punta donde fue puesto pero se quedó sin base, no tiene a dónde
regresar, no tiene modelo que lo guíe, perdió su acceso al tiempo y círculo del sentido, de lo
sagrado, de su ser como producto del Ser Sobrenatural.

BIBLIOGRAFÍA.

Eliade, M.

Mito y Realidad.

Labor, Colombia,1994.

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