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Nociones básicas de lógica elemental

1. Los razonamientos como tema de la lógica. Componentes de los razonamientos:


premisas y conclusión

La lógica estudia los razonamientos, pero no los razonamientos como procesos


mentales -que son tema de la psicología- sino los productos de tales procesos. Entendido
de esta manera, un razonamiento es un conjunto de enunciados (o de oraciones, o de
proposiciones: de los "portadores de verdad" que fueren) formulado por alguien que
pretende que uno de esos enunciados -la "conclusión" del razonamiento- se sigue (se
desprende, se deriva) de los demás -las "premisas" del razonamiento-. Esa pretensión -la
pretensión de que las premisas dan apoyo o fundamento a la conclusión- es lo que
distingue a los razonamientos de otros conjuntos de enunciados como las descripciones
y los relatos.
Es bastante común el uso de la palabra "argumento" como sinónima de
"razonamiento", uso que seguramente constituye un anglicismo ("argument" significa,
en una de sus acepciones, lo mismo que "razonamiento") pero tiene la ventaja de que
permite decir cosas como "función argumentativa del lenguaje", que suena mejor que
"función razonativa…". También "inferencia" significa lo mismo que "razonamiento",
aunque algunos autores prefieren reservar "inferencia" para el proceso y "razonamiento"
para el producto. La relación entre "inferir" y "razonar" es análoga a la que existe entre
"saber" y "conocer"; son verbos que significan lo mismo pero cuyo comportamiento
gramatical es distinto: está bien decir "Infirió que…" y en cambio es incorrecto decir
"Razonó que…" (aunque Borges a veces lo dice).
Hemos dicho que la lógica no se ocupa de los razonamientos como procesos
mentales sino de los razonamientos como conjuntos de enunciados. Sin embargo, a
continuación hemos definido "razonamiento" haciendo intervenir en la definición un
ingrediente psicológico, a saber, la intención del hablante; hemos dicho, en efecto, que
un conjunto de enunciados es un razonamiento, en vez de ser una descripción o un
relato, si el que formula esos enunciados pretende que uno de ellos se sigue de los
demás. Pudimos haber procedido de otro modo; pudimos haber dicho que un
razonamiento es un conjunto de enunciados tal que uno de esos enunciados se sigue de
los demás. Si hubiéramos hecho esto último, habríamos preferido emplear
"razonamiento" como palabra "de logro", en vez de usarla como palabra "de intento",
que es lo que de hecho hemos preferido.
Tal vez se pueda aclarar un poco más en qué consisten estas dos maneras de
emplear una palabra mostrando que la misma situación se presenta respecto de otras
palabras, por ejemplo respecto de la palabra "suma". Si alguien dice que dos más dos
son cinco, ¿está sumando mal o no está sumando? En el lenguaje común la palabra
"suma" se usa como palabra de intento, de modo que el que dice que dos más dos son
cinco está sumando, aunque mal. En algunos sistemas de aritmética, en cambio, la suma
se define de modo tal que no puede haber sumas mal hechas; "suma" se emplea en este
caso como palabra de logro y en consecuencia el que dice que dos más dos son cinco no
está sumando.
¿Y por qué preferimos usar "razonamiento" como palabra de intento? Porque
queremos que se aplique también a los razonamientos muy malos, cuya conclusión no
se sigue en modo alguno de sus premisas. Si empleáramos "razonamiento" como
palabra de logro, no podríamos clasificar como razonamientos a esos razonamientos
muy malos, y nos parece que esto podría limitar de manera indeseable las aplicaciones
de la lógica. Además, algunos conjuntos de enunciados pueden corresponder a varios
razonamientos distintos, en cuyo caso se necesita tener en cuenta la intención del
hablante para identificar un razonamiento. Es lo que ocurre con el siguiente conjunto de
enunciados:

Sobre un terreno llano hay un mástil de 3 metros de altura.


El sol brilla en el cielo con una elevación de 53.13º.
El mástil proyecta una sombra de 2,25 metros de longitud.

Cualquiera de esos tres enunciados se sigue de los otros dos (en el sentido más fuerte
posible: se deduce válidamente -concepto que enseguida explicaremos- de los otros
dos). Por otra parte, premisas y conclusión pueden aparecer -y de hecho aparecen- en
cualquier orden en los razonamientos formulados en lenguaje común; no es en modo
alguno obligatorio que la conclusión vaya al final. De modo que, como ya se dijo, no
podemos identificar un razonamiento sin saber, o al menos conjeturar, qué quiso decir el
hablante. Si queremos aplicar la lógica a los lenguajes comunes -y hay razones para
querer hacerlo-, tenemos que ser capaces de identificar argumentos formulados en uno
de esos lenguajes, y en muchos casos no podremos hacerlo sin tener en cuenta la
intención del hablante.
2. Reconocimiento de razonamientos

¿Cómo podemos saber que un conjunto de enunciados es un razonamiento, y no


una descripción o un relato? Dicho de otro modo, ¿cómo se reconocen los
razonamientos? En los casos más favorables se los reconoce gracias a ciertas
expresiones que acompañan a los enunciados y que indican que estamos en presencia de
un razonamiento. Estos "indicadores de razonamiento" son de dos clases: indicadores de
premisa, como "puesto que", e indicadores de conclusión, como "por lo tanto". En los
casos menos favorables, es decir, cuando los enunciados no están acompañados por
indicadores de razonamiento, tenemos que conjeturar la intención del hablante, en lo
cual podemos, por supuesto, equivocarnos -pero lo más frecuente es que acertemos-.
La caracterización que hemos hecho de los razonamientos implica que un
razonamiento consta de al menos dos enunciados: la conclusión y por lo menos una
premisa. (Se dice a veces que ciertos enunciados se derivan de ninguna premisa, o del
conjunto vacío de premisas; se trata de un tecnicismo cuyo tratamiento parece razonable
omitir en el presente contexto.)
Los silogismos son razonamientos de un tipo especial y tienen por definición dos
premisas; pero esto no vale para los razonamientos no silogísticos, que pueden tener un
número cualquiera de premisas. Desde su creación por Aristóteles, la lógica fue durante
más de veinte siglos casi exclusivamente una teoría del silogismo, y esto ha seguido
influyendo hasta no hace mucho en la enseñanza de la lógica en el colegio secundario,
generando en los estudiantes la tendencia a pensar que todos los razonamientos tienen
dos premisas, por lo cual tiene cierta importancia la aclaración de que los razonamientos
en general -aunque no los silogismos en particular- pueden tener un número cualquiera
de premisas.

3. El concepto de razonamiento válido

Si el razonador pretende que el apoyo que las premisas dan a la conclusión es un


apoyo concluyente -esto es, un apoyo tal que es imposible que la conclusión sea falsa si
las premisas son todas verdaderas-, el razonamiento es deductivo; si pretende, en
cambio, que las premisas dan algún apoyo a la conclusión, pero no un apoyo
concluyente, el razonamiento es inductivo. Si las premisas realmente dan a la
conclusión un apoyo concluyente, el razonamiento es un razonamiento deductivo
válido; en caso contrario, es decir, si es concluyente el apoyo pretendido pero no el real,
se trata de un razonamiento deductivo inválido. Dicho de otro modo, un razonamiento
es deductivo si el hablante pretende que es válido; si no existe tal pretensión -es decir, si
el que formula el razonamiento lo considera, por decirlo así, plausible, pero no válido-,
el razonamiento es inductivo.
Hemos hecho con "deducción" lo mismo que antes hicimos con "razonamiento",
esto es, la hemos empleado como palabra de intento. Si la hubiéramos usado como
palabra de logro, no podríamos hablar, como lo hemos hecho, de razonamientos
deductivos inválidos, ya que éstos se diferencian de los razonamientos inductivos sólo
por la intención del hablante.

4. Deducción e inducción

Tradicionalmente se decía que los razonamientos deductivos van de lo general a


lo particular y que los inductivos recorren el camino inverso, esto es, van de lo
particular a lo general. Lo que se quería decir con esto es que en los razonamientos
deductivos al menos una de las premisas es más general que la conclusión y que en los
inductivos, por el contrario, la conclusión es más general que cualquiera de las
premisas. Se estaba pensando en razonamientos deductivos como el más citado de los
silogismos: "Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Por lo tanto, Sócrates
es mortal", y en razonamientos inductivos como: "Este cuervo es negro, aquél también,
etc.; por lo tanto, todos lo cuervos son negros". El criterio que se aplicaba para clasificar
los razonamientos en deductivos e inductivos era entonces el grado de generalidad de
premisas y conclusión. Según esto, los razonamientos se dividían primero en deductivos
y no-deductivos, y estos últimos se subdividían en razonamientos inductivos y
razonamientos por analogía (en estos últimos premisas y conclusión tienen el mismo
grado de generalidad); o bien se distinguía de entrada entre razonamientos deductivos,
inductivos y por analogía. Tal criterio obliga a clasificar como inductivos a
razonamientos que conservan necesariamente la verdad, como por ejemplo el siguiente:
"Esto es un plato volador; por lo tanto, hay platos voladores", cuya única premisa es
menos general que la conclusión. En nuestros días se ha considerado conveniente
mantener los términos "deducción" e "inducción" pero evitando semejante consecuencia
mediante un cambio en el criterio de clasificación; ahora se clasifican como deductivos
todos los razonamientos formulados con la pretensión de que la verdad de sus premisas
es incompatible con la falsedad de su conclusión, y a todos los demás se los clasifica
como inductivos.

5. El problema de la inducción

De acuerdo con todo lo dicho, los razonamientos inductivos nunca son válidos,
es decir, nunca conservan la verdad; siempre pueden llevarnos, aunque estén bien
hechos, de premisas verdaderas a conclusiones falsas. Por otra parte, no podemos
prescindir de ellos; estamos obligados a razonar también inductivamente, y no sólo
deductivamente. La conjunción de estas dos cosas -los razonamientos inductivos son
inválidos y estamos obligados a razonar inductivamente- da lugar a lo que se ha llamado
"el problema de la inducción".

6. La validez como conservación de la verdad

De todas las nociones mencionadas hasta ahora, la única que puede definirse en
términos exclusivamente lógicos -o sea, sin hacer intervenir ese factor psicológico que
es la intención del hablante- es, por suerte, la que más nos interesa: la noción de
razonamiento válido. La definición de razonamiento válido que Copi da en el capítulo 1
de su Introducción a la lógica dice más o menos lo siguiente: un razonamiento es válido
si, en caso de que sus premisas sean todas verdaderas, es necesario que la conclusión
también sea verdadera. Otra definición equivalente a ésa dice que un razonamiento es
válido si no puede tener premisas verdaderas (todas, se sobreentiende) y conclusión
falsa.
Estas definiciones mencionan la característica que más nos interesa de los
razonamientos válidos, a saber, que en ningún caso nos llevan de premisas verdaderas a
conclusiones falsas. A veces esto se expresa diciendo que los razonamientos válidos
conservan (necesariamente) la verdad.
Las definiciones que hemos dado de "razonamiento", "razonamiento deductivo"
y "razonamiento válido" tropiezan con un inconveniente bastante grave, a saber,
permiten la existencia de razonamientos que conserven la verdad, o sea, razonamientos
cuyas premisas dan a su conclusión un apoyo concluyente, y que no son deductivos
debido a que, por error, el razonador los considera plausibles pero no válidos. ¿Cómo se
puede arreglar esto? Tal vez se pueda decir que un razonamiento es inductivo si el
hablante pretende tal y cual cosa, salvo que se trate de un razonamiento válido, en cuyo
caso es deductivo.
Estamos interesados en los razonamientos que conservan la verdad porque
estamos interesados en el razonamiento como fuente indirecta de conocimiento, y en
principio no hay conocimiento falso.
Para que un razonamiento sirva en efecto como fuente de conocimiento, debe
tener dos virtudes: ser válido y tener premisas verdaderas. Cuando un razonamiento las
tiene, se dice que es un razonamiento "sólido". Esas dos virtudes son independientes
una de otra: un razonamiento válido puede constar exclusivamente de enunciados falsos,
como ocurre con el siguiente: "Todos los catamarqueños son franceses; por lo tanto,
algunos franceses son catamarqueños"; y uno inválido puede constar exclusivamente de
enunciados verdaderos, como ocurre con éste: "Si yo fuera Presidente, sería famoso. Yo
no soy Presidente. Por lo tanto, yo no soy famoso".
¿Por qué digo que es inválido este último razonamiento, si no me ha llevado de
premisas verdaderas a conclusión falsa? Porque podría haberlo hecho: es obvio que
cualquiera -hasta yo- podría ser famoso por otro motivo. Si hablamos de situaciones
posibles (los filósofos hacen algo peor: hablan de mundos posibles), podemos decirlo en
indicativo: hay situaciones (mundos) posibles respecto de las cuales ese razonamiento
tiene premisas verdaderas y conclusión falsa. ¿Y cómo se averigua si las hay? Tratando
de imaginarlas; si logro imaginar una situación respecto de la cual un razonamiento
dado tiene premisas verdaderas y conclusión falsa, el razonamiento es inválido. Una
variante de este "método" consiste en encontrar otro razonamiento lógicamente análogo
al razonamiento dado y que tenga premisas verdaderas y conclusión falsa. Sin haber
estudiado lógica, se advierte intuitivamente que un razonamiento como "Si Maradona
fuera Presidente, sería famoso. Maradona no es Presidente. Por lo tanto, Maradona no es
famoso", además de tener premisas verdaderas y conclusión falsa, es lo suficientemente
parecido al que aparece al final del párrafo anterior como para probar la invalidez de
este último.
Algo que a veces llama la atención es que la deducción (válida) conserva la
verdad pero no la falsedad. Mediante la deducción es posible pasar de premisas falsas a
conclusiones verdaderas. ¿Cómo se explica esto? Las premisas de un razonamiento,
consideradas en su conjunto, se clasifican como falsas si al menos una de ellas es falsa,
y se clasifican como verdaderas sólo si todas ellas lo son. Puede ocurrir, como
consecuencia de esto, que un razonamiento válido tenga como conclusión un enunciado
que se deduzca de la parte verdadera de sus premisas (que consideradas en su conjunto
son falsas). Incluso un solo enunciado falso puede ser verdadero en parte, puede tener
cierto contenido de verdad; es lo que ocurre, por ejemplo, con el enunciado falso
"Todos los domingos llueve en Mar del Plata", del cual se deduce válidamente el
enunciado verdadero "El domingo 30 de enero de 2000 llovió en Mar del Plata". Esta
propiedad de la deducción -la de conservar la verdad pero no la falsedad- tiene
consecuencias importantes para el llamado método hipotético-deductivo.

7. Los métodos de la lógica

Nuestra capacidad de imaginar situaciones posibles no es ilimitada; puede


ocurrir que haya situaciones posibles respecto de las cuales un razonamiento tenga
premisas verdaderas y conclusión falsa sin que seamos capaces de imaginarlas. En
consecuencia, este "método" para determinar la validez no es muy bueno. Pero,
lamentablemente, el concepto de validez que hemos considerado hasta ahora -aunque en
cierto sentido es, como dijimos, el más importante, porque lo que nos interesa de los
razonamientos es que conserven la verdad- no sirve como base para aplicar los métodos
que ha desarrollado la lógica para determinar si un razonamiento deductivo es válido o
inválido -métodos como el método de las tablas de verdad y el método de la deducción-.
Por eso los lógicos dan otra definición de validez en la que las nociones modales -así se
las llama- de posibilidad y necesidad son reemplazadas por la noción de forma lógica.

8. Validez formal

Para presentar esta segunda definición de validez, hay que introducir en primer
lugar la noción de término lógico. Lamentablemente, no hay ninguna definición de
término lógico aceptada en forma unánime por los especialistas. En lo que sí están de
acuerdo es en cuáles son los términos lógicos. Para un lenguaje "natural" como nuestro
idioma, los términos lógicos son: a) los conectivos, esto es, expresiones como "y", "o",
"no", "si-entonces"; b) los cuantificadores, palabras como "todos" y "algunos", y c) el
verbo "ser" en cualquiera de sus formas personales.
Todos los demás términos se llaman términos no lógicos o también términos
descriptivos. Desde cierto punto de vista, los términos descriptivos se clasifican en
términos de individuo, como "Sócrates" o "El maestro de Platón", y términos de clase,
como "hombre" o "mortal" (carece de importancia para la lógica la distinción gramatical
entre sustantivos y adjetivos). Se dice que los términos de individuo y los términos de
clase son términos de distinta categoría.
Ahora estamos en condiciones de dar una definición -aunque no una definición
explícita, esto es, no una como las que aparecen en los diccionarios comunes- de "forma
lógica": La forma lógica de un enunciado está determinada por (depende
exclusivamente de) los términos lógicos que ese enunciado contiene y la categoría de
sus términos descriptivos. De acuerdo con esto, y estipulando que las letras mayúsculas
indican el lugar donde pueden ir términos de clase, la forma lógica del enunciado
"Todos los hombres son mortales" (y de un número potencialmente infinito de
enunciados; de todos los que se llaman enunciados universales) es "Todos los A son B".
"Todos los A son B" no es un enunciado; no tiene la característica definitoria de los
enunciados, que es la de ser verdaderos o falsos, y no la tiene debido a que "A" y "B"
son letras carentes de significado. Como tampoco puede decirse que sea una fórmula
porque tiene mucho lenguaje natural, diremos que es una "forma de enunciado". Y de
los enunciados de esa forma diremos que son sus "ejemplos de sustitución".
Si lo que hicimos con "Todos los hombres son mortales" lo hacemos también
con los otros dos componentes del silogismo -usando por ejemplo letras minúsculas
para términos de individuo, y respetando la exigencia de que la sustitución sea
uniforme, esto es, reemplazando cada término que aparezca más de una vez por la
misma letra en todas sus apariciones-, lo que nos queda es un conjunto de tres formas de
enunciado. A ese conjunto lo llamaremos una "forma de razonamiento", y sus ejemplos
de sustitución serán por supuesto razonamientos. Esa forma de razonamiento que hemos
obtenido tiene una particularidad: ninguno de sus infinitos ejemplos de sustitución tiene
premisas verdaderas y conclusión falsa. Esto se puede probar aplicando métodos como
los que antes mencionamos. De una forma de razonamiento que tiene esa característica
se dice que es una forma de razonamiento válida, y de sus ejemplos, que son
razonamientos válidos.
Podemos reformular esto como la segunda definición de validez: Un
razonamiento es válido si es un ejemplo de sustitución de una forma de razonamiento
válida; y una forma de razonamiento es válida si no tiene ningún ejemplo de sustitución
con premisas verdaderas y conclusión falsa. Esta definición sí permite aplicar los
métodos de la lógica para la determinación de la validez.
Primero definimos validez como conservación de la verdad; ahora la hemos
definido como la posesión de una forma lógica tal que ningún razonamiento de esa
forma tiene premisas verdaderas y conclusión falsa. Es obvio que las dos definiciones
no dicen lo mismo. Más aún: ni siquiera tienen la misma extensión. Hay razonamientos
que conservan la verdad, no en virtud de su forma, sino en virtud del significado de
ciertos términos descriptivos, como por ejemplo el siguiente: "Juan es soltero; por lo
tanto, Juan no es casado".

9. ¿Qué lógica es ésta?

La lógica "estándar" se ocupa exclusivamente de la validez formal, y por eso se


la ha llamado a veces lógica formal (también se la ha llamado lógica simbólica y lógica
matemática, debido al uso abundante de símbolos especiales y fórmulas).
A lo largo de la historia la palabra "lógica" (y su traducción a otros idiomas) ha
sido empleada en distintos sentidos. Así, por ejemplo, lo que Hegel entiende por
"lógica" tiene poco que ver con el análisis lógico de los razonamientos tal como se lo ha
venido practicando desde Aristóteles hasta ahora. Por otra parte, en nuestros días se
habla de muchas lógicas distintas: lógica modal, lógica deóntica, lógica cuántica, lógica
paraconsistente, lógica borrosa, etc., y desde hace unos cuantos años se le hace bastante
propaganda a la lógica informal.
La lógica deductiva estándar técnicamente se denomina lógica de predicados de
primer orden o lógica elemental.

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