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Matthew Ippel
Corrientes Éticas
6 julio 2017

El sujeto con el derecho a la justificación como crítica al capital humano: una


aproximación intersubjetiva de Rainer Forst

Introducción

A la raíz de mi trabajo anterior, ‘Just Do It’: el ethos neoliberal, donde abarco del lema
‘Just Do It’ de Nike para subrayar que pretende ir más allá de un ideal individualista,
muestro que este lema parte de un ethos neoliberal que ha entrado nuestro modo de vivir
y estar en el mundo. Así como Nike promueve un modo distinto de vida, el proyecto
neoliberal hace lo mismo, produciendo “toda una manera de ser y pensar” con un “estilo
general de pensamiento, análisis e imaginación” (Foucault, 2007, p. 253-4). Por
consiguiente, produce un determinado tipo de individuo.

En este trabajo pretendo profundizar el tema del neoliberalismo y su producción de una


nueva subjetividad caracterizada por ser un emprendedor de sí mismo y por ser
concebido como el capital humano. Y sugiero que el filósofo Rainer Forst nos ayuda en
hacer una crítica fundamentada del sujeto neoliberal y, al mismo tiempo, ofrece una
pretensión de intersubjetividad, racionalidad y reconocimiento que rescata lo ‘esencial’
del sujeto de la historia de hoy.

El neoliberalismo: Michel Foucault y su Nacimiento de la Biopolítica

Michel Foucault (2007) toma neoliberalismo como el tema de sus clases de 1978 y 1979
en Collège de France, tituladas Nacimiento de la Biopolítica. Plantea el neoliberalismo
como una transformación del liberalismo, que se ha extendido a la existencia humana en
todas sus esferas. Para muchos, especialmente desde la postura sociológica, se define el
neoliberalismo por su concepción económica de la sociedad y la política. Suele ser visto
como un mal. Más reciente en la misma línea, T. Biebricher (2015) sostiene que el
neoliberalismo no es una “corriente intelectual homogénea” que sólo tiene que ver con la
economía política (p. 255). Biebricher (2015) define la teoría neoliberal como un “cuerpo
reactivo de pensamiento que responde a una crisis percibida a través de una combinación
de renovación y revisión de ciertos elementos de la agenda liberal clásica” (p. 257). Por
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consiguiente, la postura filosófica pretende entender y explicar la ambigüedad que hay en


el proyecto neoliberal, por lo cual el trabajo de Foucault es clave.

En Nacimiento de la Biopolítica, Foucault (2007) hace una genealogía del neoliberalismo


que permite ver no sólo la ambigüedad que hay en la gobernabilidad neoliberal, sino que
también la ambigüedad que forma parte de la subjetividad neoliberal, formulada por la
racionalidad neoliberal. Martin Hartmann and Axel Honneth (2006) señalan que el
neoliberalismo presenta unas contradicciones paradójicas. Aunque la formulación y
ejecución del modelo neoliberal no necesariamente eliminan los logros progresivos, como
mayor expansión de derechos de participación social y política, de igualdad y de libertad,
la reformulación de la sociedad bajo el modelo neoliberal “los transforma durablemente
en su función o significado” (Hartmann y Honneth, 2006, p. 48). Una de estas
reformulaciones es el sujeto neoliberal.

Foucault (2007) describe como este nuevo arte de gobernabilidad prioriza la economía
como el principio fundamental. El neoliberalismo se caracteriza por el hecho de que el
Estado no debe intervenir en la economía, a partir del Estado socio-democrático. En este
sentido, un Estado que gobierna menos es un mejor gobierno y permite el buen
funcionamiento del mismo por medio del mercado. En los dos modelos neoliberales
principales – el ordoliberalismo y el neoliberalismo norteamericano – el mercado toma
lugar primordial en el funcionamiento del Estado en donde todo lo demás se gira
alrededor. El neoliberalismo es "un modo distintivo de racionalidad, de producción de
sujetos, una 'conducta de conducta,' y una estrategia de valuación" (Brown, 2015, p. 21).
Y es aquí donde Foucault, a quien le interesa lo minúsculo, lo que parece irrelevante para
algunos, desempeña un rol importante y necesario para “rescatar y destacar” aquello que
va más allá de lo que pretende ser.

Asimismo, el proyecto neoliberal consiste en una racionalidad neoliberal, en la cual se


aplica “la economía de mercado y sus análisis característicos para el desciframiento de
relaciones no mercantiles” (Foucault, 2007, p. 275-6). El mercado y sus principios forman
el nexo de este nuevo arte de gobernar. El nuevo arte de gobernabilidad genera poco a
poco una sociedad no de cooperación sino de competencia. Los vínculos de cooperación
y solidaridad que caracterizan a la democracia han sido atacados. La sociedad no se
entiende como una sociedad de ciudadanos que cooperan unos con otros para diseñar un
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proyecto compartido, sino que más bien están sujetos a un proyecto diseñado por técnicos.
El neoliberalismo aplica “el análisis economicista a una serie de objetos, de ámbitos de
comportamientos o de conductas, que no eran comportamientos o conductas de mercado”
(Foucault, 2007, p. 305-6). Es decir, individuos, empresas, instituciones y gobiernos son
todos entendidos, y aún más, gobernados por esta lógica neoliberal. Por consiguiente, el
proyecto neoliberal consiste en una reformulación de la subjetividad en tanto que los
individuos, las instituciones y los estados mismos son considerados como empresas.

La construcción de una nueva subjetividad: el sujeto como capital humano

Foucault destaca que el proyecto neoliberal constituye una nueva forma de subjetividad,
la del homo oeconomicus quien es y funciona como una empresa que busca ampliarse,
extenderse y apreciarse. El ser humano se convierte en una empresa, en un “emprendedor
de sí mismo” (Foucault, 2007, p. 264). Este homo oeconomicus ya no se caracteriza por
el intercambio, sino por la competencia. Como “emprendedor de sí mismo” el sujeto
neoliberal opera bajo la lógica de una empresa, es decir, de competencia. Esta lógica de
competencia es la misma lógica del juego, de la guerra y del mercado. Las relaciones
entre individuos bajo esta lógica son entendidas por ganar o perder. Por lo tanto,
relaciones constituidas por ganar o perder generan individualismo y competencia.

La propuesta neoliberal concibe el mercado como el regulador general de la sociedad,


proponiendo no tocarlo para que este funcione bien. Sin embargo, el neoliberalismo
requiere intervenciones, pero no en el mercado, sino modificaciones en el marco social,
como las relaciones de las personas, para aumentar la productividad del mercado
(Foucault, 2007, p. 172). Un ejemplo de estas modificaciones neoliberales es la
modificación de la teoría económica ilustrada en el modelo norteamericano. Mientras que
los ordoliberales piensan la teoría económica de manera tradicional, es decir, consumidor-
vendedor, los neoliberales norteamericanos modifican la teoría económica. El modelo
norteamericano produce un elemento adicional – la idea del capital humano. Según esta
teoría del capital humano, el proyecto neoliberal concibe y produce cada individuo como
una empresa donde no hay la relación económica tradicional entre empresario y obrero,
sino que todos son emprendedores de sí mismos. Cada individuo es dueño de sí mismo,
capacitándose y buscando mayor productividad y mayor capacidad de gozo.
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La teoría del capital humano ocupa suma importancia en este modelo neoliberal
señalando un nuevo sujeto humano que se caracteriza por ser capital en vez de su
humanidad, su labor o su ciudadanía. Esta sociedad neoliberal se constituye a través
empresas que necesitan “comportarse de tal manera para maximizar su valor capital en el
presente y realzar su valor futuro” (Brown, 2015, p. 22). Todos los actores son su propia
empresa, administradores de sí mismos. En otras palabras, son emprendedores,
concebidos como capitales. Su objetivo es “invertir” en su “capital humano” de modo tal
que el individuo pretende “produc[ir] simplemente su propia satisfacción” (Foucault,
2007, p. 265). El sujeto neoliberal emplea un cálculo utilitario y una racionalidad
instrumental para aumentar y utilizar su capital humano. Más de buscar sus propios
beneficios y usar sus capacidades, talentos, educación, etc., para aumentar sus propios
beneficios, el sujeto como capital humano busca invertir en sí mismo, haciéndose cargo
de su propio destino y asegurando que sus conductas lo llevan a apreciarse. Sin embargo,
esta racionalidad no es una invención del propio sujeto, sino que es parte del modelo
neoliberal que impone esta lógica por encima de cada estado, institución e individuo.

Por ello, es un sujeto como maximizador de capital humano, concebido en marcos


económicos y formulado y promovido por el proyecto neoliberal. Este sujeto, es decir, el
capital humano, busca sacar máximo provecho, capacitarse, aumentarse, promoverse y
ser innovador. Se aprecia su valor en todos los ámbitos. Por eso, cada ámbito se convierte
en un espacio y oportunidad para aumentar el capital humano. El sujeto neoliberal no es
libre para hacer lo que quiere ni “escoger sus valores a voluntad” (Brown, 2015, p. 177).
Al contrario, este sujeto tiene como criterio la mayor productividad y, por lo tanto,
invierte en sí mismo tal que sus “inversiones” resultan en la apreciación de su capital
humano, que sea su educación, salud, recreo, etc. Todo es buscado en tanto que
contribuye al crecimiento de su capital humano y al ser más productivo. El conocimiento,
por ejemplo, es deseado y buscado no por el saber en sí o por “desarrollar capacidades de
ciudadanos… [o] conocer el mundo,” sino por exclusivamente el crecimiento de este
capital (Brown, 2015, p. 177).

Una consecuencia de concebir el ser humano como capital humano es que a él se encarga
la responsabilidad de sí mismo. El sujeto neoliberal es responsable por sí mismo. No es
la responsabilidad del Estado de garantizar sus derechos a la educación, salud, empleo,
etc. Más bien, lo que antes era la responsabilidad del Estado pasa a las manos de las
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empresas privadas que pueden satisfacer mejor esas necesidades de uno. Biebricher
(2015) menciona la “soberanía del consumidor” como una sustitución neoliberal de la
democracia que hace que los individuos asuman la responsabilidad de sus vidas (p. 261).
El individuo se encarga básicamente de tener seguro médico, del hecho de que está
empleado o desempleado, de tener recursos suficientes ahora y en adelante, etc. En una
sociedad gobernada por la “soberanía del consumidor”, lo que importa es el individuo en
relación al mercado y, por eso, el individuo buscará invertir en aquello que aumentará y
apreciará su capital humano.

Asimismo, la responsabilidad por sí mismo que tiene el sujeto neoliberal consiste en tener
la responsabilidad por su éxito y fracaso, felicidad, placer, gozo, etc. Éstos forman parte
de la lógica del capital humano. El ser humano se convierte en capital humano donde
cada uno es dueño de su propio esfuerzo y trabajo. Aunque esta persona trabaja en tal
lugar se trata de alguien que es emprendedor que tiene como su capital su propio esfuerzo,
energía y propia capacitación. Este emprendedor no es aquel que junta su dinero para
hacer una fábrica. Más bien, es aquel que va capitalizándose y va siendo dueño de su
propia fuerza de trabajo. El emprendedor se crea a sí mismo. Y, por lo tanto, es dueño de
su propio placer y goce.

En resumen, lo que hace el neoliberalismo es aplicar la economía de mercado a cada


ámbito de la existencia humana, produciendo y formulando un modo particular de vivir
y estar en el mundo. El homo oeconomicus en el modelo neoliberal es un emprendedor
de sí mismo, llevando a cabo sus propios proyectos para maximizar su valor capital ahora
y en adelante. A pesar de la inspiración hacia lo improbable o el emprendimiento
individual que pretende a inculcar y transmitir Nike y el neoliberalismo, no se puede
ocultar de los efectos graves que traen, resultando en la desvinculación de los lazos de
solidaridad entre personas y el debilitamiento del ethos democrático de la sociedad. Si
bien es cierto que el proyecto neoliberal llegó para quedarse, explicitado en la frase "no
hay alternativa" utilizada por Margaret Thatcher (primera ministra del Reino Unido y
quien introdujo el neoliberalismo en el Reino Unido) refiriéndose al neoliberalismo, Por
consiguiente, ¿estamos condenados a ser concebidos como capitales humanos, buscando
a apreciarse, desvinculados de otros seres humanos y de la comunidad política?

Crítica del sujeto neoliberal y la pretensión de reconocimiento


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En Undoing the Demos: Neoliberalism’s Stealth Revolution, Wendy Brown (2015)


analiza el neoliberalismo que caracteriza nuestra sociedad contemporánea, criticándolo
por su destrucción de la democracia mediante la reconfiguración de la sociedad tanto el
individuo. Uno de los rasgos claves del proyecto neoliberal consiste en la reconfiguración
del sujeto. El ciudadano caracterizado por su participación política no es el sujeto
neoliberal. Más bien, este sujeto configurado por la racionalidad neoliberal se define
desde el modelo de la empresa y la teoría del capital humano donde este sujeto neoliberal
realiza una inversión en sí para “contribuir a su apreciación o por lo menos prevenir su
depreciación” (Brown, 2015, p. 177). No le interesa “adquirir el conocimiento y la
experiencia necesaria para la ciudadanía democrática inteligente” (Brown, 2015, p. 177).
Por ello, un estado neoliberal con ciudadanos neoliberales es testigo de una reducción de
participación política e interés del bien común. Brown (2015) menciona a Tocqueville,
quien sostiene que un “despotismo blando” se hace cargo de la democracia cuando no les
interesa a los ciudadanos la vida política. Los ciudadanos quedan motivados por sus
“intereses (manipulados) y pasiones” (p. 179).

La crítica que hace Brown es muy similar a lo que manifiesta Charles Taylor (1992) en
La ética de la autenticidad donde discute tres malestares paradójicos en la modernidad
que tiene que ver con el neoliberalismo (aunque no usa explícitamente la palabra
“neoliberalismo”): el individualismo, la razón instrumental y el desinterés político.
Mientras que Brown critica el neoliberalismo por sus efectos destructivos en la sociedad,
el estado y el individuo, Taylor pretende ir más allá de la crítica, proponiendo un rescate
de la ‘esencia’ del ideal de la autenticidad que es desfigurada y mal concebida en los tres
malestares en la modernidad. Estos tres malestares contienen elementos creativos e
iluminantes, y al mismo tiempo elementos destructivos y superficiales; de la misma forma
que Foucault ilustra el neoliberalismo. Taylor propone hacer un juicio acerca de la
modernidad, viendo sus ‘luces’ y sus ‘sombras’, de lo que es noble y lo que es
autodestructivo y carente de profundidad, intentando rescatar esta ‘esencia’ de la
autenticidad. Una lectura superficial del neoliberalismo determinaría todo como negativo.
No obstante, Foucault presenta el neoliberalismo como realmente es: ambiguo y
paradójico. En este sentido, Taylor nos ayuda a rescatar lo esencial de la autenticidad del
individuo.
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Sugiero que Rainer Forst, filósofo de la Escuela de Frankfurt, puede profundizar el trabajo
de Taylor, presentando una crítica del sujeto como maximizador del capital humano,
formulado por el proyecto neoliberal, y ofreciendo una pretensión de reconocimiento
implícita en su crítica. Mientras que Forst no critica explícitamente el sujeto neoliberal,
su propuesta del sujeto con el derecho a la justificación ofrece otro modo de concebir y
tratar el ser humano, que contradice claramente el sujeto concebido capital humano.

En The Right to Justification, Forst (2012) define los seres humanos como “justifying
beings,” aquellos que dan razones a otros para justificar sus creencias, argumentos y
acciones (p. 1). Todos, sin excluir a nadie, participan intersubjetivamente en dar y recibir
razones que pueden ser justificados frente al otro. Hablamos del ser humano como alguien
que es caracterizado por su dignidad y que merece ser tratado de manera digna. Forst diría
que al fondo de la dignidad del ser humano es que el ser humano es un sujeto con el
derecho a la justificación. Además, Forst argumenta que el derecho a la justificación que
pertenece a cada ser humano es el fundamento para la justicia moral tanto política.

Razones caracterizan el ser humano, en particular su capacidad de intercambiar razones


con otros para justificar sus acciones y argumentos. Razones crean un “supporting
ground” para fundamentar las acciones, argumentos y creencias (Forst, 2012, p. 13). La
justificación de razones no consiste en mostrar que las razones de alguien son
relativamente justificadas; sino que es “una forma de razonamiento que presenta ambos
fines de acción y los medios a la justificación ante otros como aquellos que son afectados
moralmente” (Forst, 2012, p. 15). Es decir, este razonamiento justifica la acción por
medio de razones, pero también dirige la acción por medio de las mismas razones (Forst,
2012, p. 18). Este proceso de justificación requiere la presencia del individuo autónomo
que exprese sus razones y también la de los otros. Además, requiere que se incluye los
individuos significativos, a los afectados o posiblemente afectados.

¿De qué compone el derecho a la justificación? Consiste en razones justificables que


proveen fundación a acciones y normas. Es un proceso de justificación discursiva donde
las razones son presentados intersubjetivamente y por ello no son razones que sólo valen
por uno mismo, es decir, no son relativos, centrados en el sujeto. Son razones que no
pueden ser razonablemente rechazadas. Dos criterios determinan la validez de este
procedimiento discursivo: reciprocidad y generalidad. La reciprocidad requiere que las
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razones justificables sean presentadas en el procedimiento discursivo, sin permitir el


domino arbitrario de algunas personas sobre otras ni que “los intereses de uno o del otro
sean proyectados sobre otros” (Forst, 2012, p. 20). El criterio de la generalidad asegura
que todos que son afectados o posiblemente afectados participan en el intercambio de
razones justificables, sin alguna excepción (Forst, 2012, p. 20).

Forst enfatiza que las razones “establecen el fundamento sobre lo que personas morales
pueden… tomar responsabilidad mutua por su conducta” y que deben ser razones
“compartidas” como indicaba C. Korsgaard (Forst, 2012, p. 21). Estas razones
“compartidas” emergen en esta práctica o procedimiento discursivo de justificación que
es general y recíproca. Estas razones son “action-justifying or normative” (Forst, 2012,
p. 23). Tienen una característica intersubjetiva, la cual significa que no son razones
propiamente de una persona en particular. Son razones que compartimos con otros,
validas en el ámbito intersubjetivo, no en el individual. En esta dinámica, cada persona
se le debe permitir la justificación de sus acciones con razones que los demás no pueden
rechazar razonablemente. Los que participan en este procedimiento son personas morales,
“razonables [y] autónomas” que forman parte de una “comunidad de personas morales
que hace del respeto al derecho fundamental a la justificación la base de su acción” (Forst,
2012, p. 22). Si uno no presupone que el otro no tiene la capacidad de dar y recibir razones
para dar legitimidad a acciones, lo considera “una forma de mal respeto” (Forst, 2012, p.
27). Este mal respeto sería tratar al otro con menos dignidad humana, quitándole su
derecho a la justificación. En suma, sería una injusticia.

Forst (2012) señala que la “fundación de moralidad” tiene su fundamento en el deber de


justificación (p. 34). Esta “fundación” tiene un carácter normativo que no puede ser
condicionada en la fundación de un instrumento o en una fundación ética de la concepción
del bien (Forst, 2012, p. 34). Lo que debemos unos a otros, general y recíprocamente, son
razones justificables (Forst, 2012, p. 35). Tratar y respetar el otro como sujeto autónomo
de razones fundamenta lo que debemos unos a otros, y no una concepción ética del bien
o una fundación instrumental. Cada ser humano es respetado como una persona moral
autónoma, como un “fin en sí” (Forst, 2012, p. 37). Para Forst, el derecho a la justificación
es poseído por cada ser humano de manera igual, extendiéndose a todos sin excepción.
Al considerar alguien sin capacidad de justificarse con razones apropiadas es tratarla
injustamente.
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El sujeto como maximizador del capital humano no se desenvuelve en base a razones y


justificaciones, como es el caso del sujeto con el derecho a la justificación, sino que es
formulado por la dominación sutil de la racionalidad económica. Foucault muestra que el
sujeto neoliberal es sometido a esta dominación omnipresente que aparece no sólo en el
ámbito de la economía, sino que también en lo social, la política, las relaciones
interpersonales, etc., es decir, el entorno social. Por lo tanto, el sujeto como maximizador
del capital humano busca ampliar sus herramientas para tener más productividad que va
dirigida al mercado y su beneficio. La dominación, según Forst (2014), “significa el
control arbitrario de unos sobre otros – es decir, un dominio sin razones y justificaciones
apropiadas y (posiblemente) sin estructuras apropiadas de la justificación existiendo en
el primer lugar” (p. 21). El dominio arbitrario es una forma de injusticia que infringe “la
pretensión de uno del derecho básico a la justificación” (Forst, 2014, p. 21).

La dominación es intersubjetiva. Por ejemplo, el padre ejerce dominación cuando quita


libertad del hijo. O el Estado ejerce dominación cuando va elaborando o construyendo el
sujeto a través de una técnica construyéndolo como sujeto que elabora el capital humano.
Forst critica esa dominación que malinterpreta el horizonte intersubjetivo al cual el mismo
Forst aspira, donde uno mismo se justifique ante el otro, como otro ser humano capaz de
dar y recibir razones, permitiendo un espacio discursivo y enriquecedor para justificar
acciones y principios. Forst condenaría un horizonte intersubjetivo donde el proceso de
la justificación ocurre donde hay una instancia externa de dominación, sujeto a un modelo
dominante y violento que elimina cualquier justificación intersubjetiva entre seres
humanos capaces de compartir razones para determinar ciertas normas o acciones. Por
consiguiente, cada persona debe ser respetada y tratada como “un sujeto de justificación”
libre de cualquier forma de dominación arbitraria (Forst, 2014, p. 22).

En otro libro, Justification and Critique, Forst (2014) plantea una teoría de justicia que
considera la justicia como un asunto “relacional” y basada en las razones que nos ayudan
a determinar lo que nos debemos unos a otros (p. 24). La justicia se fundamenta en la
concepción del ser humano quien no es dominado por alguna estructura o dominio
arbitrario, sino que, considerado como un sujeto con el derecho a la justificación,
determina los principios y acciones junto con otros que se pueden justificar entre ellos.
Esta justicia es “fundamental” porque “asegura todos los ciudadanos un estatus efectivo
‘como iguales’, como ciudadanos con oportunidades de participar y ejercer influencia”
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(Forst, 2014, p. 36). Por consiguiente, Forst destaca que el ser humano se caracteriza por
la intersubjetividad y por la racionalidad. Primero, la intersubjetividad quiere decir que
la justificación ocurre en diálogo con otros, donde aplican los principios de la
deliberación, el mutuo respeto, la no-dominación y la participación discursiva. En el caso
del capital humano, el sujeto se desarrolla por sí mismo. Se hace cargo de su propia vida,
sin presuponer el diálogo con otros. Por eso, el neoliberalismo aplasta esa realidad
deliberativa y democrática cuando el ser humano es concebido como capital humano que
busca apreciarse, realizándose, su vida y su historia. El sujeto como capital humano se
caracteriza por una dominación sutil, determinado por su productividad y la valoración y
apreciación de sí mismo. Segundo, está la racionalidad (defendida por Forst) que consiste
en las razones que no pueden ser rechazadas razonablemente. Esta racionalidad considera
a cada ser humano como un centro de razones que puede compartir sus razones. Sin
embargo, el neoliberalismo impone un cálculo o una racionalidad del mercado. En base
a esta racionalidad económica, el sujeto neoliberal delibera los costos y beneficios de sus
acciones potenciales, toma sus decisiones y es básicamente responsable por sus propias
decisiones (Brown, 2003, p. 43).

Asimismo, al respeto a quién mantiene la autoridad para determinar cuáles razones pesan
más que otras o si algunas razones ya no cuentan, Forst sostiene que no hay ninguna
autoridad que pesa más a priori que la razón en sí. Es la razón misma que va revisando,
criticando, desarrollando la moralidad por medio de esta justificación intersubjetiva. Por
lo tanto, estas razones justificables no son fijas y pueden ser revisadas y criticadas por las
personas morales. En este punto, Forst muestra un carácter enriquecedor del horizonte
intersubjetivo donde el uso de razones de los individuos les permite reconocer el otro
como otro sujeto de razones y por medio del proceso de justificación pueden ir
examinando y buscando consenso a través de las razones no rechazadas razonablemente.

La concepción del ser humano como sujeto con el derecho a la justificación no encaja en
el proyecto neoliberal. En el ejercicio de justificación, todos los argumentos a favor y en
contra de tal acción o principio deben ser presentados, cuestionados y reflexionados en
base a las razones de cada individuo sin dar prioridad a una persona o un grupo por encima
de los demás. La obstaculización de algunos argumentos o puntos de vista sería una grave
violación. Por eso, es precisamente ahí donde se encuentra una oposición entre el sujeto
con el derecho a la justificación y el sujeto como capital humano porque el modelo
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neoliberal favorece a los expertos económicos, es decir, técnicos, para implementar una
racionalidad económica que determina cómo gobernar y de qué manera, con qué políticas
y prácticas. Estos técnicos no son elegidos ni por un voto popular ni por ningún proceso
democrático, sino que por el hecho de “la autoridad de la ciencia” (Biebricher, 2015, p.
258). Biebricher (2015) concluye que ésta es una restricción a la democracia que es, sin
duda, autoritaria y anti-democrática (p. 258). Por consiguiente, los individuos bajo el
modelo neoliberal no son considerados como ejes de razones que pueden dar y recibir
razones intersubjetivamente para tal acción o tal norma. Además, son carentes de razones
válidas o sólo poseen razones “inferiores” o “menores” en comparación a los altos
funcionarios, los gobernadores y técnicos. Funcionan bajo la lógica del mercado,
concibiéndolos en términos de competencia, es decir, de relaciones de ganar o perder, las
cuales son apuestas a las relaciones de dar y recibir que caracterizan la lógica del derecho
a la justificación.

En conclusión, en esta sociedad neoliberal sería una gran equivocación suponer que el
sujeto es producido de tal manera que sólo puede expresarse o concebirse a través de ser
capital humano y un emprendedor de sí mismo. El derecho a la justificación que plantea
Forst puede aún profundizar la tarea de crítica y recuperación que hace Taylor en tanto
que los seres humanos como "justifying beings" se caracterizan por la intersubjetividad,
es decir, que la justificación ocurre en diálogo con otros (por lo tanto, no por uno mismo
o por dominación arbitraria que se encuentran en el neoliberalismo) y por la racionalidad,
es decir, por las razones que no pueden ser rechazadas razonablemente (por consiguiente,
no es la racionalidad instrumental ni económica que caracteriza el sujeto neoliberal).
Mientras que en el proyecto neoliberal los ciudadanos son desinteresados políticamente,
el sujeto que propone Forst es aquel que es un partícipe activo en el discurso deliberativo,
político. Por lo tanto, esto tiene implicaciones sociales y políticas, donde el sujeto no es
distante ni desinteresado. Implícita en su crítica, Forst plantea una pretensión al
reconocimiento que se encuentra en el sujeto con el derecho a la justificación quien
funciona como un eje de razones, interactuando y dialogando intersubjetivamente con
otros seres humanos por medio del intercambio de razones que no pueden ser rechazadas.
Esta justificación por medio de razones les permite determinar ciertas acciones y normas
políticas y morales y, en fin, utilizarlas para la construcción de la estructura básica de la
sociedad.
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Bibliografía

Biebricher, T. (2015). Neoliberalism and democracy. Constellations, 22(2), 255-266.


Brown, W. (2015). Undoing the Demos: Neoliberalism's Stealth Revolution (1a ed.). New
York: Zone Books.
Brown, W. (2003). Neoliberalism and the End of Liberal Democracy. Edgework critical
essays on knowledge and politics (pp. 37-59). Princeton: Princeton University Press.
Forst, R. (2014). Justification and Critique: Towards a Critical Theory of Politics. (C.
Cronin, Trad.). Cambridge: Polity Press.
Forst, R. (2012). The right to justification: Elements of a constructivist theory of justice.
(J. Flynn, Trad.). New York: Columbia University Press.
Foucault, M. (2007). En Senellart M. (Ed.), Nacimiento de la Biopolítica: Cursos en el
Collège de Francia, 1978-1979. (H. Pons, Trad.). Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.
Hartmann, M., & Honneth, A. (2006). Paradoxes of capitalism. Constellations, 13(1), 41-
58.
Taylor, C. (1992). The ethics of authenticity. Cambridge: Harvard University Press.

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