Sei sulla pagina 1di 9

ARQUEOLOGIA DE COLOMBIA

Gerardo Reichel-Dolmatoff

Capítulo I
INTRODUCCIÓN

La evolución cultural de las sociedades indígenas área de los Andes Centrales, formada por Perú, Boli-
del Continente Americano, desde las simples bandas via noroccidental y partes de Ecuador, Argentina y
de cazadores hasta las grandes civilizaciones que se Chile. Fue en estas dos áreas donde, durante un pe-
derrumbaron ante la expansión europea del siglo XVI, ríodo de 3.000 años, evolucionaron las grandes civili-
se había efectuado de modo desigual, en tiempo y es- zaciones indígenas, aproximadamente a partir de
pacio. Durante muchos miles de años, aquellos grupos 1.500 a. d. C. hasta que, en los años de 1.500 de n.
asiáticos que, en la época de la última glaciación, ha- e., la conquista española puso fin a este desarrollo.
bían penetrado a América por la región del Estrecho El avance que habían logrado dichas sociedades
de Bering, continuaron su vida errante de cazadores y forma parte de un legado valioso de la humanidad. En
recolectores, persiguiendo las manadas cuyas migra- condiciones climáticas y ambientales a veces muy ad-
ciones les habían mostrado el camino de Asia al He- versas, los pueblos aborígenes de México y Perú ha-
misferio Occidental, y recorriendo la inmensidad del bían creado grandes estados y sistemas económicos
Continente desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. muy eficaces. Su arquitectura, organización social, re-
Sólo en una época relativamente reciente, tal vez hace laciones comerciales, religión y cosmología, artesa-
más de unos 8.000 años, algunos de estos grupos nías y artículos de lujo, atestiguaban un nivel tecno-
adoptaron un modo de vida más sedentario, posibilita- lógico, intelectual y artístico muy apreciable. En efecto,
do por una creciente dependencia de alimentos vege- si se evoca mentalmente una imagen de prehistoria a-
tales cuya lenta domesticación y cultivo inducían a la mericana, de algún aspecto arqueológico que se des-
gente a establecerse en campamentos o pequeñas al- taque en nuestra conciencia, sea por su arte, su mo-
deas. Fue el desarrollo de la horticultura, luego de la numentalidad o por su poder expresivo, se piensa in-
agricultura, y en especial de cultivos tales como la yu- mediatamente en algún templo de México, Guatemala
ca, el maíz y la papa, que formaron la base de aquel o Perú, o en alguna estatua colosal de una divinidad
avance cultural que, en su forma culminante, se ha de- allí venerada. La idea de prehistoria americana se ha
signado como civilización. venido asociando pues ante todo con Mesoamérica y
No es fácil encontrar una definición clara de lo que los Andes Centrales. Obviamente, las culturas prehis-
se ha querido decir con este término. Es obvio —la tóricas de la mayoría de los otros países latinéame-
misma palabra lo indica así— que se trata de una eta- ricanos nunca han ejercido la misma fascinación, ni
pa en la cual el aumento de población lleva a una vida tampoco han despertado la misma admiración que
urbana, en la cual las actividades y controles sociales siente el visitante en los grandiosos museos de Méxi-
se desarrollan dentro del marco de una sociedad es- co, o al contemplar los templos de Tikal, en Guatema-
tratificada. Otras características serían entonces la co- la, olas ruinas de Machu Picchu, en Perú.
hesión política territorial, un código de leyes, un siste- En medio de estas dos grandes áreas de civilización
ma formalizado de simbolismo religioso, una arquitec- aborigen, se extiende la llamada Área lntermedia, for-
tura urbanística así como obras públicas tales como mada por América Central, Colombia y partes de Ve-
caminos, canales o terrazas de cultivo. También se nezuela y Ecuador. Allí nunca surgieron grandes impe-
debe mencionar aquí la invención de la escritura o de rios, ni hubo extensas ciudades, ni palacios, ni fortale-
algún otro sistema de notación abstracta. La base fun- zas, ni templos monumentales, como en Mesoamérica
damental de esta evolución social, intelectual y artís- y Andes Centrales. En el Área Intermedia había sólo
tica, es indudablemente la agricultura y el advenimien- cacicazgos, a lo mejor estados incipientes, esparcidos
to de la etapa designada como civilización, dependía sobre las vertientes de las cordilleras o en las ardien-
entonces en alto grado de la eficaz utilización de las tes llanuras de las costas. De estos asentamientos y
tierras, y de la calidad y cantidad de las cosechas ob- de la actividad humana desarrollada allí, raras veces
tenidas. perduraron ruinas o grandes monumentos; general-
Los rasgos culturales enumerados arriba y que defi- mente sólo quedaron los dispersos vestigios de un
nen el concepto de civilización, se desarrollaron, en el modo de vida simple —la vida de selvícolas o serra-
Hemisferio Occidental, sólo en una región muy limita- nos, la vida de pescadores y aldeanos—. Fue así que
da, que los arqueólogos denominan América Nuclear. en las décadas pasadas, las grandes expediciones de
Este concepto, como veremos, abarca tres áreas con- los museos o universidades de Europa o Norteamérica
tiguas. En el norte se trata del área de Mesoamérica, no tomaron mayor interés en aquellos países cuyo pa-
constituida por el sudeste de México, Guatemala y sado prehistórico parecía ser tan poco espectacular;
Honduras Occidental, mientras que hacia el sur es el con pocas excepciones, se dirigían hacia los grandes

1
centros de civilización indígena. También es cierto que amplias entre las culturas indígenas americanas. Hoy
los gobiernos mismos de los países del Área Interme- en día, éstos y otros aspectos teóricos del papel de-
dia no se preocupaban mucho por su pasado abori- sempeñado por el territorio colombiano en la prehis-
gen, por artefactos y piedras que dejaron aquellos po- toria americana se reconocen claramente por parte de
bladores. los arqueólogos americanistas, pero falta aún en estos
La arqueología y las actividades del arqueólogo ex- países una participación académica y oficial más acti-
plorador siempre han estado rodeadas de cierto nimbo va en el desarrollo de tales investigaciones.
romántico que comúnmente se asocia con ciudades Una pregunta, engañosa tal vez pero justificada a
misteriosas, templos y tesoros escondidos u obras de primera vista, se plantea tan pronto como se echa un
arte de esplendor exótico. Esta imagen popular de la vistazo al mapa geográfico y al esquema cronológico
arqueología ha sido reforzada, si no directamente de América Nuclear: ¿A qué se debe este vacío, entre
creada, por la tendencia de los museos y coleccionis- los dos centros culturales principales? ¿Por qué los
tas de mostrar sólo lo espectacular o precioso y de pueblos prehistóricos de Colombia no lograron un de-
complacer al público que gusta ver lo insólito o lo que, sarrollo similar al de sus vecinos, de México y de Pe-
en un momento dado, se considera como una obra de rú? La gama de condiciones climáticas no es tan dife-
valor estético y por ende de valor monetario. Sólo en rente; las costas y cordilleras tienen muchos rasgos en
las últimas décadas la arqueología ha logrado desha- común; flora y fauna comparten muchas especies si-
cerse, en parte, de esta falsa imagen y ha podido de- milares y aun idénticas. La calidad de las tierras, la
dicarse, con la ayuda de otras disciplinas científicas, a precipitación, las variaciones altitudinales o las rutas
su auténtica tarea de reconstruir las culturas del pasa- naturales de migración, todos estos rasgos físicos ge-
do, sin otras consideraciones que las que se refieren a nerales que el arqueólogo observa y evalúa, son bas-
las causas, modos y metas de la conducta humana, tante similares y ofrecen una amplia y variada base
sean cuales fuesen sus logros. para servir de escenario de desarrollos culturales.
Al operarse este cambio y al introducirse a la ar- ¿Por qué entonces esta interrupción? ¿Qué ventaja
queología una visión esencialmente antropológica (y tenían los valles y montañas de Oaxaca, sobre el Valle
no estética selectiva, y mucho menos aún chauvinis- del Cauca o la Cordillera Central de Colombia? ¿No
ta), los vestigios prehistóricos de culturas sencillas y son acaso muy similares los antiguos lagos pleistocé-
muy poco desarrolladas, en un sentido estético y tec- nicos del Valle de México y los de la Sabana de Bogo-
nológico, comenzaron a adquirir más y más importan- tá? ¿Por qué permanecieron las culturas prehistóricas
cia. En lugar de buscar templos y tumbas, los arqueó- de Colombia sobre un nivel esencialmente rural, sin lo-
logos comenzaron a interesarse en procesos tales co- grar la cohesión y complejidad de los estados que flo-
mo los orígenes de la agricultura, la evolución de las recían en Mesoamérica y los Andes Centrales, en la
pautas de asentamiento, la adaptación ecológica, la llamada etapa ''clásica''?
transición del cacicazgo al estado y muchos más que, Y si, como es aparente, todo aquello no ocurrió en
anteriormente, se habían ignorado casi por completo. territorio colombiano, puede entonces formularse una
Si se considera ahora el Área Intermedia desde este segunda pregunta: ¿Cuál era la función cultural del
punto de vista, la importancia de sus vestigios arqueo- Área Intermedia? ¿Qué papel desempeñaba el territo-
lógicos queda fuera de toda duda. En primer lugar, la rio colombiano en aquel tiempo cuando, en Mesoamé-
misma posición geográfica del territorio colombiano rica y en los Andes Centrales, florecían las grandes ci-
hace de él un puente, una zona de contacto. No obs- vilizaciones indígenas? ¿Era un simple puente terres-
tante que al norte y al sur se hayan desarrollado dos tre, un eslabón físico, pero sin mayor importancia cul-
centros de civilización avanzada, entre México y Perú tural? ¿O era un filtro, una encrucijada, una articula-
existía una antigua base común. Además, una vez que ción, un punto de convergencia o de dispersión? ¿Era
las dos civilizaciones habían adquirido cada una su una unidad distintiva, dentro de la historia cultural del
identidad distintiva, continuaban entre ellas múltiples continente? ¿En el Área Intermedia, qué factor, o com-
contactos, sea por migraciones y relaciones comercia- binación de factores, obstruyeron los desarrollos más
les, o sea por la difusión de ideas y de procedimientos. avanzados, en cierta época, a cierto nivel de evolución
En realidad, si el estudio de la arqueología americana o en cierta zona crucial que podría haber sido el foco
pretendía ser una ciencia comparativa, tenía que tener de lo que llamamos "progreso"?
en cuenta a los antiguos pobladores de estas regiones Hasta hace relativamente poco, estas preguntas aún
intermedias. no se habían formulado con toda claridad. Mesoamé-
Aunque no alcanzaron el mismo nivel de desarrollo rica y los Andes Centrales parecían ser dos fenóme-
de las civilizaciones de Mesoamérica y de los Andes nos aislados. Pero con el avance de las investigacio-
Centrales, los avances logrados en el Área Intermedia nes esta interpretación ha cambiado. Partiendo de
no podían subestimarse, ni tampoco ignorarse su pa- comparaciones estilísticas tentativas, la arqueología
pel como creadores y transmisores de estímulos cultu- americana avanzó hacia las bases más firmes de se-
rales, que procedían de diversas direcciones y opera- cuencias y complejos comparables, fijados en el tiem-
ban en diferentes épocas. En muchos aspectos Co- po por escalas cronológicas, y en el espacio, por la
lombia ocupaba una posición clave, a mitad de camino observación de la difusión. Así se demostró que las
entre dos grandes focos culturales del norte y del sur, culturas prehistóricas del Área Intermedia habían sido
adquiriendo así importancia crucial, para las investiga- parte esencial de estas fases de desarrollo de Mesoa-
ciones que trataron de trazar las interrelaciones más mérica y los Andes Centrales; que Colombia también

2
había sido poblada desde el Pleistoceno, por bandas atestiguan el pasado indígena. Hay descripciones de
de cazadores nómadas, algunos de los cuales evolu- las ciudades y construcciones líticas de los Taironas,
cionaron a horticultores. Había pues una antigua base de los túmulos y templos del Sinú, de los cercados y
en común; y eso no sólo en la secuencia de grandes santuarios de los Muiscas, así como de algunas obras
etapas generales, de complejidad similar, sino, tam- de irrigación, en diferentes regiones del país, pero por
bién en muchos detalles de rasgos tecnológicos y es- lo demás, estos vestigios del pasado tuvieron escaso
tilísticos. interés para los españoles. La destrucción de los ído-
Pero luego en Colombia se produjo una solución de los y templos fue cosa fácil, pues la mayoría estaba
continuidad. Tal vez no de súbito; no en un momento hecha de material perecedero, y como los conquista-
crítico; sino más bien como una lenta tendencia, una dores no encontraron grandes construcciones o monu-
dispersión, un debilitarse de una consistencia interna. mentos comparables a los que sus contemporáneos
En alguna época, tal vez hace unos 2.000 años, las estaban descubriendo en México y Perú, los cronistas
culturas prehistóricas de Colombia dejaron de tomar simplemente no describieron lo que, a ellos, entonces
parte en la dinámica de los principales centros de de- parecía ser de poco interés.
sarrollo de América Nuclear, y comenzaron a rezagar- En algunas crónicas se encuentran descripciones
se en su avance, después de haber sido un gran foco más o menos detalladas de algunas "tribus" indígenas
cultural temprano que irradiaba a otras áreas y que que poseían objetos de oro y que por eso merecían la
luego se estancó. Es ésta pues la trama que quiero di- atención de los cronistas; acerca de ellos dan informa-
lucidar en este libro. ciones valiosas sobre algunos aspectos culturales
Pero antes de ocuparme de la tarea difícil de ofrecer que, desde luego, pueden ayudar al arqueólogo a in-
al lector, en las páginas que siguen, un cuadro cohe- terpretar algunos de los antiguos artefactos que hoy
rente de los desarrollos culturales prehistóricos en Co- en día se están descubriendo. En estas crónicas se
lombia, es necesario presentar primero un breve esbo- encuentran datos sobre las pautas de asentamiento,
zo de la historia de los descubrimientos e investigacio- técnicas agrícolas, religión y magia, ritos funerarios,
nes en este país. actividades de guerra, armas, utensilios y muchos ele-
Colombia es el país de El Dorado, de esmeraldas y mentos más. Hay relaciones bastante extensas, sobre
tesoros enterrados, de oro escondido en montañas y todo acerca de los antiguos Muiscas, Taironas y
lagunas, y de alhajas enterradas en tumbas y caver- Quimbayas, así como sobre algunos otros cacicazgos
nas. Oro y perlas fueron el primer botín que los con- tales como los del Cauca o sobre pequeños grupos tri-
quistadores españoles tomaron entre los indios de la bales. De esta manera, las crónicas de los siglos XVI y
costa del Mar Caribe, y de ahí en adelante el oro se XVII son fuentes importantes de información y el ar-
volvió su obsesión. Lo raparon de los vivos y de los queólogo puede obtener de ellas datos de gran valor1.
muertos; extorsionaron las poblaciones, torturaron a Sin embargo, los recuentos de los historiadores y
los caciques, saquearon las tumbas y los santuarios. viajeros del siglo XVIII contienen pocos datos. En
La búsqueda del oro pronto se convirtió en el factor 1.757, Fray Juan de Santa Gertrudis 2 visitó las cabe-
decisivo en determinar las rutas de penetración de las ceras del río Magdalena y escribió un relato ingenuo
huestes conquistadoras, así como en su escogencia pero interesante sobre las estatuas monolíticas de la
de los lugares para establecer las primeras fundacio- región de San Agustín. Cuarenta años después, en
nes permanentes. No es de sorprenderse pues si los 1.797, el naturalista Francisco José de Caldas visitó la
frailes y capitanes que se volvieron los primeros cro-
1
nistas de estas hazañas, al escribir de las riquezas, se Los principales cronistas españoles que tratan de la conquista y
maravillen de los tesoros indígenas encontrados por colonización del territorio colombiano, son: Juan de Castellanos,
los soldados. Las crónicas hablan de "águilas" de oro, Elegías de Varones Ilustres, Madrid, 1847, e Historia del Nuevo Rei-
no de Granada, Madrid, 1886; Fray Pedro de Aguado, Recopilación
de coronas, patenas y diademas, de narigueras y de Historial, 4 vol., Bogotá, 1956-1957; Gonzalo Fernandez Oviedo y
brazaletes. Todo eso hallado, robado, recibido de re- Valdés, Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme
galo o en cambio por cuentas de vidrio, arrebatado co- del mar océano, Madrid, 1851-1855; Pedro Cieza de León, La cró-
mo tributo o desenterrado en las tumbas de los jefes. nica del Perú, Madrid, 1862; Fray Pedro Simón, Noticias historiales
de las conquistas de Tierra Fieme en las Indias Occidentales, 5 vol,
Y luego, todo aquello debía ser fundido en lingotes, Bogotá, 1882-1892; Lucas Fernández de Piedrahíta, Historia gene-
para enviarse a España. Ya en 1.530, el Gobernador ral de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, 1881;
de Santa Marta, García de Lerma, decretó que los en- Antonio Herrera y Tordesillas. Historia general de los hechos de los
tierros de los indios Taironas podían abrirse sólo con castellanos en las islas i tierra firme del mar océano, 9 vol., Madrid,
1726-1727. Importantes colecciones de documentos son, entre o-
su permiso personal, para poder así establecer los de- tros: Antonio B. Cuervo (editor), Colección de documentos inéditos
rechos de la Corona sobre el oro encontrado en ellos. sobre la geografla y la historia de Colombia, 4 vol., Bogotá, 189 1-
En 1.572, una Cédula Real ordenó que la mitad del 1894; Juan Friede (Editor), documentos inéditos para la historia de
oro que se hallase en los ricos túmulos del río Sinú de- Colombia, 10 vol., Bogotá, 1955- 1960. La mayoría de los cronistas
españoles existe también en ediciones recientes publicadas en Bo-
bía ser entregado a la Corona; disposiciones similares gotá. Una excelente obra de resumen es de Carl Ortwin Sauer, The
fueron dictadas por la mayoría de las autoridades lo- Early Spanish Main, University of California Press, Berkeley y Los
cales, para controlar el saqueo de las tumbas y garan- Ángeles, 1966. Otras obras de interés son: Juan Friede, Descubri-
tizar que las arcas del Rey recibieran su parte del bo- miento y Conquista del Nuevo Reino de Granada: Régimen de Go-
bernadores 1499-1550, Historia Extensa de Colombia, Vol. II, Bogo-
tín. tá, 1.965.
Pero poco más se dice en las crónicas de la Con- 2
Santa Gertrudis, Fray Juan de, Maravillas de la Naturaleza, 2 vol.,
quista, sobre los monumentos o construcciones que Bogotá, 1964.

3
misma zona y mencionó este sitio arqueológico en una Agustín, y el viajero inglés William Bollaert escribió so-
publicación aparecida en 1.8083. Alexander von Hum- bre Antiquarian, Ethnological, and Other Researches
boldt4 fue el primer viajero que escribió sobre las anti- in New Granada, Equador, Peru and Chile (London,
guas pictografías y petroglifos del Orinoco y, en su re- 1.860), dedicando un capítulo a la arqueología colom-
lato sobre sus exploraciones en el interior de Colom- biana. Adolf Bastian7, uno de los fundadores de la an-
bia; en 1.801, describe la laguna de Guatavita, cerca tropología moderna, fue el primer viajero en publicar
de Bogotá, donde un cacique Muisca anualmente ha- una extensa lista de sitios arqueológicos colombianos.
cía su tradicional ofrenda de oro. Humboldt también Muchos objetos arqueológicos del país encontraron en
escribió en algún detalle sobre las teorías del padre aquellos años su camino a los museos europeos; fue-
José Domingo Duquesne, párroco de un poblado del ron adquiridos por viajeros, misioneros y diplomáticos,
altiplano de Bogotá, quien, equivocadamente, interpre- o por técnicos europeos, quienes estaban al servicio
tó una pequeña piedra tallada, y destinada a trabajos del gobierno de Colombia. Otras colecciones fueron
de orfebrería, como un calendario aborigen. De ahí en vendidas o donadas por coleccionistas colombianos.
adelante y ciertamente bajo el estímulo de los libros Aunque había un creciente interés en Colombia por
tan influyentes de Humboldt, las culturas prehistóricas, estas antigüedades, fue una atracción de objetos exó-
sobre todo la Muisca, se mencionan con más frecuen- ticos, sin conectarla con las sociedades sobrevivientes
cia en las obras de los viajeros. Como curioso ejemplo de quienes habían creado estos artefactos, y menos
de las tendencias fantásticas que, en aquel entonces, aún con el pasado histórico de dichas sociedades.
tomaban algunas especulaciones sobre el origen de Muchos de aquellos hombres de letras colombianos
los indios americanos, mencionamos aquí la obra de tenían una marcada inclinación hacia la etnología y la
M. de Paravey, aparecida en París en 1.835, bajo el ti- lingüística. Su interés en las culturas tribales estaba
tulo de Mémoire sur l'origine japonaise, arabe et bas- basado en el conocimiento del historiador, de las fuen-
que de la civilisation des peuples du plateau de Bogo- tes españolas antiguas, las cuales contenían datos
tá. dispersos sobre ritos funerarios, prácticas chamanís-
Hasta aquí no se puede hablar aún de investigacio- ticas, o sobre canibalismo y guerra. Estas fuentes an-
nes propiamente dichas. Se trata de relatos de viaje, tiguas hablaban de los "Caribes" y de otros grupos be-
de observaciones esporádicas de tal cual aspecto de licosos, describiendo sus migraciones y conquistas.
las culturas indígenas, pero aún falta un interés más Algunos eruditos prominentes comenzaron desde en-
metódico en las "antigüedades" precolombinas. Sólo a tonces a hacer especulaciones sobre estos Caribes y
partir de la mitad del siglo XIX se observa una crecien- otras migraciones, iniciando una orientación que ha te-
te curiosidad en las culturas indígenas, ahora por par- nido una influencia notable sobre el pensamiento an-
te de un distinguido grupo de estudiosos colombianos: tropológico en Colombia. En estas teorías se combina-
Para trazar la historia de la arqueología, el punto de ban la lingüística comparativa, la toponimia y la difu-
partida es entonces la época alrededor de 1.8505. sión de ciertos elementos culturales, tales como la me-
Los hombres que dedicaron su atención a estos ves- talurgia, las costumbres funerarias, las deformaciones
tigios eran esencialmente historiadores, académicos corporales, etc., para trazar movimientos migratorios,
formados en la tradición humanística y cuyos intereses y de esta manera se introdujo la noción de una suce-
como coleccionistas eruditos estaban estrechamente sión cultural, en el tiempo. Sin embargo, no se hacía
relacionados con los de sus contemporáneos euro- ningún esfuerzo para encontrar las pruebas arqueoló-
peos. En 1.848, Joaquín Acosta publicó en París su gicas de esas migraciones. Un factor que contribuyó
Compendio histórico del descubrimiento y colonización muy notablemente al conocimiento de los problemas
de la Nueva Granada e incluyó en él algunas ilustra- antropológicos fue la publicación, entre 1.850 y 1.900,
ciones de objetos arqueológicos Muiscas y Taironas. de una serie de cronistas españoles que, hasta enton-
Ezequiel Uricoechea escribió su Memoria sobre las ces, habían sido en Colombia casi inaccesibles en sus
antigüedades neogranadinas (Berlín, 1.854) y luego se ediciones originales. Estas crónicas, publicadas en
dedicó a varios estudios lingüísticos. Los viajeros eu- Madrid y en Bogotá, en nuevas ediciones, atrajeron la
ropeos que visitaron a Colombia en aquella época te- atención de los eruditos sobre las diversas caracterís-
nían la misma afición a las antigüedades. La expedi- ticas culturales y lingüísticas de los indígenas y esti-
ción de Eduardo Mariano de Rivero y Johann Jakob mularon el trazado de mapas que mostraban la distri-
von Tschudi (1.851), y, más tarde, la del geógrafo Ita- bución de los grupos tribales, más importantes, que
liano Agustín Codazzi6 produjeron las primeras des- habían poblado el territorio colombiano en la época de
cripciones e ilustraciones de las estatuas de San la Conquista.

3
Caldas, Francisco José de, Estado de la Geografía del Virreinato 6
Codazzi, Agustín, "Ruinas de San Agustín", en: Felipe Pérez, Geo-
de Santa Fe de Bogotá, con relación a la economía y el comercio grafía física y política de los Estados de Colombia, 2 vol., Bogotá,
(en: Seminario del Nuevo Reino de Granada), varias ediciones. 1863 (Cf. II, pp. 76-107); Rivero, Eduardo Mariano y Johann Jakob
4
Humboldt, Alexander de, Vues des Cordilléres et monuments des von Tschudi, Antigüedades Peruanas (texto y atlas), Viena, 1851.
peuples indigènes de l'Amérique, 2 vol., París, 1.816. 7
Bastian. Adolf, Die Culturländer des Alten America, 3 vol. Berlín,
5
Sobre la historia de la arqueología, véanse Luis Duque Gómez, 1.878/1.889 (Cf. 1, pp. 225, 237-238,242-243, 269, 299). Otra obra
Colombia: Monumentos Históricos y Arqueológicos, 2 vol., Instituto que contiene muchos datos e ilustraciones de cerámicas colombia-
Panamericano de Geografía e Historia, México. 1955; id., Prehisto- nas, en museos alemanes, es: Seler, Eduard, Peruanische Altert-
ria: Etnohistoria y Arqueología, Historia Extensa de Colombia, Vol. 1, hümer, Berlín, 1893. En ella figuran varios nombres de coleccionis-
Bogotá, 1.965. tas colombianos, de fines del siglo pasado.

4
La compilación de dichos mapas de distribución lle- San Agustín, y en 1.929 se publicó en Góttingen su
vó inevitablemente a la tendencia de identificar ciertas obra Monumentale vorgeschichtliche Kunst, libro que
tribus históricas con los vestigios arqueológicos halla- contiene la primera descripción científica de una cultu-
dos en sus territorios respectivos. De esta manera, ra prehistórica colombiana. La próxima expedición,
cualquier objeto descubierto en el altiplano de Bogotá también organizada por un gran museo, estuvo a car-
se atribuyó a los Muiscas; objetos procedentes de la go de L. Alden Mason, del (Field Museum), Chicago,
Cordillera Central o de la zona adyacente del valle del quien trabajó entre 1.922 y 1.923 en la zona tairona de
río Cauca se tomaron como obra de los antiguos la Sierra Nevada de Santa Marta, y publicó luego tres
Quimbayas, y los artefactos, de la Costa Atlántica, se volúmenes sobre sus resultados. La calidad de las
atribuyeron a los Caribes. Muchos de estos objetos ar- descripciones de artefactos, contenidas en las obras
queológicos eran subproductos de la búsqueda de te- de Preuss y Mason, sentaba un estándar muy alto, las
soros, ocupación bastante lucrativa, ya que con algu- ilustraciones eran de excelente calidad y formaban un
na frecuencia se encontraban en los entierros indíge- inventario muy completo. Sin embargo, aún no se ha-
nas valiosos objetos de oro. Otros hallazgos se hacían bía producido la "revolución estratigráfica" y los dos
en las propiedades de hacendados prominentes y mu- arqueólogos no se ocupaban de problemas cronológi-
chos objetos fueron llevados a Europa, a museos o a cos en el terreno. Aunque Preuss y Mason estaban
colecciones particulares. En resumen, aunque se des- perfectamente conscientes de que los vestigios que
cubrieron muchísimos objetos arqueológicos, los en- habían descubierto eran el resultado de un largo desa-
sayos de clasificación y de estudio se limitaban a es- rrollo previo, no efectuaron excavaciones controladas,
peculaciones sobre sus relaciones con grupos indíge- y cuando publicaron sus obras, el gremio de arqueólo-
nas de la época de la Conquista. gos se encontró de nuevo ante culturas indígenas que
En el curso de estos descubrimientos prevaleció una aparentemente carecían de toda profundidad tempo-
circunstancia que contribuyó a producir cierta falta de ral. En los años siguientes hubo varios arqueólogos
interés en la dimensión temporal. En muchos países extranjeros de renombre, trabajando en Colombia. Las
de América, el descubrimiento de restos óseos huma- investigaciones de Sigvald Linné (1.929) en la zona
nos, aparentemente muy antiguos, excitó la imagina- del Darién, contribuyeron al conocimiento de la región
ción tanto de los eruditos como del gran público, y ístmica, y Henry S. Wassen (1.937) excavó en la Cor-
estimuló la formulación de teorías sobre la edad de es- dillera Occidental. Otros se dedicaron a excavaciones
tos vestigios del Hombre Americano. Pero ningún des- en pequeña escala en diversas partes del país, sobre
cubrimiento de este orden se hizo en Colombia, ni todo en las zonas Muisca, Tairona y de San Agustín
tampoco se encontraron aquí complejos líticos que hu- (Bolinder, 1.937; Lunardi, 1.934, 1.935; Mason, 1.940;
bieran podido compararse con el Paleolítico del Viejo Walde-Waldegg, 1.937; Wavrin, 1.936). Sin embargo,
Mundo. Parece que faltaba todo estímulo para estu- aunque todas estas investigaciones produjeron resul-
diar la prehistoria en términos de períodos cronológi- tados importantes, es aparente que, durante estos a-
cos. ños, los estudiosos colombianos no fueron influencia-
Al terminar el siglo, el historiador colombiano Liborio dos por las publicaciones de misiones extranjeras8.
Zerda había escrito su libro El Dorado: Estudio histó- Ya desde la segunda década de este siglo, algunos
rico, etnográfico y arqueológico de los Chibchas (Bo- investigadores colombianos y extranjeros habían trata-
gotá, 1.883), Manuel Uribe Ángel había publicado su do de establecer una serie de "áreas arqueológicas",
Geografía general y compendio histórico del Estado como consecuencia de los mapas tribales antes men-
de Antioquia, con 34 láminas que ilustraban objetos cionados, y este enfoque se elaboró en los años si-
arqueológicos del occidente de Colombia (París, guientes, por parte de otros arqueólogos. Los nombres
1.885); y Carlos Cuervo Márquez quien, en su libro dados a estas áreas arqueológicas, a saber, "Chib-
Prehistoria y Viajes, describió los sitios arqueológicos cha", "Sinú", "Quimbaya", etc., indican claramente la
de San Agustín, Tierradentro y Santa Marta (Bogotá, vieja y tan errónea tendencia de querer identificar los
1.893). En 1.895, Vicente Restrepo publicó su Atlas vestigios prehistóricos con tribus históricas, pero aho-
Arqueológico, con 46 grandes láminas, obra que su- ra, junto con esta zonificación, se hicieron además los
plementó su libro aún clásico Los Chibchas antes de primeros ensayos de una ordenación cronológica
la conquista española (Bogotá, 1.895). Sería imposible
enumerar aquí todos los autores, tanto colombianos 8
Bolinder, Gustaf, "Archaeological Research on the Tableland about
como extranjeros, quienes mostraron interés en los Bogotá", Ethnos, Vol. 2, N°4, pp. 130-132, Stockholm, 1.937; Linné,
vestigios prehistóricos del país, antes de 1.900. Ellos Sigvald, Darien in the Past: The Archaeology of Eastern Panamá
and North-Western Colombia, Göteborg, 1.929; Lunardi, Federico,
eran historiadores, coleccionistas o viajeros ocasiona- El Macizo Colombiano en la Prehistoria de Sur América, Impresa
les, que simplemente describían lo que veían u oían y Nacional, Rio de Janeiro, 1.934; id.La vida en las tumbas: Arqueolo-
que, muchas veces, incorporaron en sus escritos las gía del Macizo Colombiano, Rio de Janeiro, 1.934; Mason, Gregory,
ideas y especulaciones que sus predecesores habían South of Yesterday, New York, 1940; Walde-Waldegg, Hermano von,
"Preliminary Repon on the Expedition to San Agustín (Colom-bia)",
hecho, sobre el origen y el significado de estos vesti- Anthropological Series of The Boston College, Vol. II, N° 7, pp. 5-54
gios antiguos. Boston, 1.937; Wassén, Henry S., "Archaeological Study in the
Fue solamente en 1.913 cuando, por fin, se efectua- Western Colombian Cordillera", Etnologiska Studier, N° 2, pp. 30-67,
ron las primeras excavaciones sistemáticas en suelo Göteborg, 1.936; Wavrin, Robert de, "Apport aux connaissances de
la civilisation dite de San Agustin et à la archéologie du Sud de la
colombiano. De 1.913 a 1.914, Konrad Theodor Pre- Colombie", Bulletin de la Société des Américanistes de Belgique, N"
uss, del Museum für Volkerkunde, de Berlín, trabajó en XXI, pp. 107-134, Bruselas, 1.936.

5
(Hernán de Alba, 1.938). Sin embargo, aún en una fe- piezas de orfebrería se salvaron de ser fundidas o dis-
cha relativamente reciente (Bennett, 1.944) este esbo- persadas, y llegaron a formar con los años un tesoro
zo todavía no había avanzado más allá de un simple sin par, de orfebrería precolombina. El Banco de la
esquema tripartita en términos de "temprano/medio/ República, que considera su Museo del Oro no como
tardío", división basada en el estudio comparativo esti- forma de capitalización sino como un aporte cultural,
lístico de algunas colecciones cerámicas. Según esta cuenta con unos treinta mil objetos, los cuales cons-
periodificación, se atribuyó a San Agustín una posición tituyen una colección verdaderamente única en el
cronológica "temprana"; Muisca y Tairona y algunos mundo.
materiales del alto Cauca se clasificaron como "tar- En la década de los treinta comenzaron a llegar a
díos", mientras que Quimbaya, Tierradentro y Sinú se Colombia grupos de intelectuales europeos quienes
agruparon en un período "medio"9. tuvieron alguna influencia sobre diversas disciplinas
En 1.931 se publicó la traducción al español del libro académicas y, al estallar la Segunda Guerra Mundial,
de Konrad Theodor Preuss sobre San Agustín, y este el gobierno del Presidente Eduardo Santos brindó su
advenimiento contribuyó muy notablemente a desper- hospitalidad a Paul Rivet, fundador y director del afa-
tar el interés en algunos círculos gubernamentales. En mado Musée de l'Homme, en París. La presencia de
1.936 – 1.937, el Ministerio de Educación Nacional pa- Rivet, seguida poco después por la de su cercano co-
trocinó la primera expedición arqueológica a San A- laborador y colega, Henri Lehmann, marcó el comien-
gustín, de José Pérez de Barradas, prehistoriador es- zo de una etapa nueva, ya que por primera vez se or-
pañol, acompañado por el joven arqueólogo colombia- ganizó la enseñanza sistemática de las diversas disci-
no Gregorio Hernández de Alba (Pérez de Barradas, plinas de la Antropología incluyendo cursos sobre ar-
1.937 – 1.943)10. Luego en 1.938, gracias a los esfuer- queología. Rivet fue un maestro muy estimulante y fo-
zos de Hernández de Alba, el Ministerio de Educación mentaba enfáticamente las investigaciones de campo.
Nacional estableció el Servicio Arqueológico, el cual En el fondo él estaba poco preocupado por la metodo-
comenzó a organizar investigaciones así como a en- logía arqueológica, y los sitios que realmente le intere-
cargarse de la protección de los monumentos prehis- saban eran los abrigos bajo rocas, donde presentía
tóricos del país. estaban los vestigios de los primeros pobladores.
Con ocasión del cuarto centenario de la fundación Combinando una multitud de datos obtenidos en muy
de Santa Fe de Bogotá, en 1.938, Hernández de Alba diversas ramas de las ciencias, e incidentalmente, re-
inauguró una exposición arqueológica importante en el viviendo el interés siempre latente en las teorías de
edificio de la Biblioteca Nacional. migraciones, Rivet esbozaba magistralmente el gran
El año siguiente el Banco de la República tomó una esquema del poblamiento prehistórico de América, pe-
decisión que tuvo grandes consecuencias. A través de ro la prehistoria misma parecía ante todo relevante en
los siglos, en realidad ya desde la época de la Con- cuanto pudiera ofrecerle datos que sustentaran sus
quista, los buscadores de tesoros habían comerciado vastas teorías. De ningún modo Rivet menospreciaba
con objetos de oro que encontraban en sus excavacio- la importancia de las investigaciones arqueológicas
nes. En 1.939 la junta directiva del Banco, por iniciati- pero tenía la convicción de que, en un país cuyas cul-
va de su gerente don Julio Caro, decidió comprar a- turas aborígenes estaban desapareciendo tan rápida-
quellos objetos, tanto de coleccionistas particulares mente, la investigación etnológica tenía una prioridad
como de sus descubridores ocasionales, los últimos inmediata, mientras que podía esperar la minuciosa
generalmente campesinos o guaqueros. Así muchas búsqueda de secuencias estratigráficas. La fundación
del Instituto Etnológico Nacional (el mismo nombre ex-
9
Los principales autores que han postulado una división en "áreas presa claramente los intereses de Rivet) fue instru-
arqueológicas" son, en orden cronológico: Joyce, Thomas A., South mental en la organización y ejecución de las activida-
American Archeology, London, 1.912; Thompson, J. Erie, Archaeo-
logy of South America, Field Museum of Natural Histoty, Anthropolo- des investigativas, y sus resultados comenzaron a pu-
gical Leaflet N° 33, Chicago, 1.936; Hernández de Alba, Gregorio, blicarse en varias revistas especializadas. El grupo
Colombia: Compendio arqueológico, Bogotá, 1.938, Bennett, Wen- formado por Paul Rivet y dirigido por Luis Duque Gó-
del C., "Archaeological Regions of Colombia: A Ceramic Survey", mez, como Director del Instituto Etnológico Nacional
Yale University Publications in Anthropology. N° 30, New Haven,
1.944; id., "The Archaelogy of Colombia", Handbook of South Ameri- (hoy Instituto Colombiano de Antropología), tuvo una
can lndians (Julián Steward,editor),Vol. 2, pp. 823-850, Washington, influencia orientadora para la antropología colombia-
1.946; Nachtigall, Horst, lndlanerkunst der Nord-Anden, Berlin 1.961; na, durante casi un cuarto de siglo. En las décadas de
id. Alt-Kolumbien: Vorges chichtliche Indianerlculturen, Berlin, 1.961; los cuarenta y cincuenta se logró un extraordinario a-
Angulo Valdés, Carlos, "Cultural Development in Colombia", in: Abo-
riginal Cultural Development in Latin America (Betty J. Meggers & vance en las investigaciones de campo, concentrándo-
Clifford Evans, Editores), pp. 55-66, Smithsonian Miscellaneous Co- se éstas en las zonas arqueológicas de San Agustín,
llections, Vol. 146, N° 1, Washington, 1.963; Perdomo, Lucía Rojas Tierradentro y el Valle del Cauca adyacente, el Altipla-
de, Manual de Arqueología Colombiana, Carlos Valencia Editores, no Muisca y la Costa Caribe.
Bogotá, 1979. En cambio, una perspectiva cronológica-evolutiva se
presenta en: Reichel-Dolmatoff, G., "Colombia Indígena Periodo Aquí cabe una pregunta: ¿Cuál fue la influencia teó-
Prehispánico", en: Manual de Historia de Colombia (Juan Gustavo rica y metodológica norteamericana sobre el rumbo de
Cobo y Santiago Mutis, editores), 1, pp. 31-114, Instituto Colombia- las investigaciones en Colombia, en aquella década
no de Cultura, Editorial Andes, Bogotá, 1.978. de los cuarenta, cuando se estaba formulando en los
10
Pérez de Barradas, José, Arqueología y antropología precolombi- Estados Unidos el concepto de la Etapa Formativa de
nas de Colombia, Ministerio de Educación Nacional, Bogotá, 1.937;
id. ArqueologíaAgustiniana, Ministerio de Educación Nacional, Bo- la América Nuclear, colocándose así el territorio co-
gotá, 1.942. lombiano en una posición importantísima, como esla-

6
bón entre las etapas fundamentales de Mesoamérica y 196015), y aquellos que se interesaban en secuencias
los Andes Centrales? Parece que en Colombia había y escalas cronológicas eran pocos y producían resul-
poca conciencia de las investigaciones adelantadas en tados limitados (Bennett, 1.94416; Ford, 1.94417; Haury
el Perú por parte del Lnstitute of Andean Research, o y Cubillos, 1.95318). En resumen, durante aquellos a-
de los trabajos de lrving Rouse en el Caribe, o de ños cuando en Mesoamérica, los Andes Centrales, las
otros en México y Guatemala. La Yale Archaeological Antillas y Venezuela los arqueólogos construían las
Expedition, a cargo de James Ford y Wendell Bennett, primeras escalas temporales detalladas, basadas ante
visitó a Colombia en 1.941-1.942, pero estos dos ar- todo en la excavación estratigráfica de basureros, las
queólogos trabajaron en relativo aislamiento de la ca- investigaciones arqueológicas en los valles interandi-
pital; su base de acción fue Popayán, donde Gregorio nos o en los altiplanos de Colombia producían resulta-
Hernández de Alba dirigía un grupo de alumnos de Ri- dos que, no obstante su importancia para la escena lo-
vet. Por entonces el Instituto Etnológico Nacional no cal, no arrojaban mucha luz sobre los problemas de
tenía un plan coordinado de investigaciones para co- sucesión cronológica, de procesos culturales, o de in-
rrelacionar los desarrollos prehistóricos colombianos terrelaciones regionales.
con los de países vecinos, y las iniciativas al respecto Durante la década de los sesenta se hizo notar una
se dejaban más bien al criterio individual del investiga- nueva tendencia paralela a la orientación que prevale-
dor. La influencia de orientaciones teóricas o de proce- cía entre los arqueólogos del país. Algunos colegas
dimientos metodológicos modernos, elaborados en el extranjeros habían llegado a Colombia y comenzaron
extranjero, fue pues algo dispareja. Mientras que algu- a dedicarse a labores estratigráficas en diferentes re-
nos investigadores tenían en cuenta la escena amplia, giones. Sylvia Broadbent (1.962, 1.964, 1.965, 1.966,
internacional, y trataban de aplicar criterios estratigráfi- 1.968, 1.969, 1.970, 1.971)19 y Karen Olsen Bruhns
cos a sus excavaciones, otros, no menos activos, se (1.969)20 iniciaron reconocimientos sistemáticos en el
concentraron en los problemas locales de cementerios Altiplano Muisca y la Cordillera Central respectivamen-
y sitios ceremoniales; hubo gran actividad en Bogotá y te; Warwick Bray y Michael Moseley (Bray, 1.963; Bray
en varias capitales departamentales para organizar y Moseley, 1.971; Bray y otros, 1.968), trabajaron en el
museos, labor que, aunque importante para la divulga- Valle del Cauca, y Bray y Donald Sutherland (1.971)
ción, no contribuyó a la estructuración de una escala 14
temporal evolutiva. Lehmann, Henri, "Arqueología de Moscopán", Revista del Instituto
Etnológico Nacional, Vol. 1, N° 2, pp. 657-670, Bogotá, 1.944; id.,
La formulación de un esquema cronológico regional "Archéologie du sudouest colombien", Journal de la Société des
fue lograda por el grupo de arqueólogos que se había Américanistes, N. S., Tome XLIII, pp. 199-270, París, 1.953.
dedicado a la llanura del Caribe. En su mayor parte, 15
Nachtigall, Horst, "Tierradentro: Archáologie und Etbnographie ei-
estas investigaciones fueron planeadas y ejecutadas ner kolumbianischen Landschaft", Mainzer Studien zur Kultur-und
por el autor y su esposa. La orientación de las investi- Volkerkunde, Vol. II, Zurich, 1.955; id., "Tierradentro", Studia, Vol. 1,
N0 10, pp. 2 1-55, Universidad del Atlántico, Barranquilla, 1.956; id.,
gaciones en otras zonas del país estaba determinada
Die amerikanischen Megalithkulturen, Berlín, 1.958; íd., "Dic Relief-
por las diversas metas que se habían puesto los res- kunst der San Agustín-Kultur (Kolumbien)", Baessler-Archiv. Neue
pectivos arqueólogos. Folge, Vol. VIII, N° 2, pp. 3 19-333, Berlin, 1.960.
16
En la mayoría de los casos el foco de intereses fue Bennett, Wendell C., "Archaeological Regions of Colombia: A ce-
la exploración de aspectos rituales como entierros in- ramic Survey", Yale University Publications in Anthropology, N° 30,
dividuales, cementerios, o vestigios arquitectónicos New Haven, 1.944.
17
Cubillos, 1.95911; Duque, 1.948, 1.96312; Silva, 1.943, Ford, James A., "Excavations in the Vicinity of Cali, Colombia",
Yale University Publications in Anthropology, N° 31, New Haven,
1.94413. Sólo raras veces se hicieron excavaciones de 1.944.
sondeo en acumulaciones de basura y se establecie- 18
Haury, Emil W. & Julio César Cubillos, "Investigaciones arqueoló-
ron sólo algunas secuencias cerámicas. Nuevamente gicas en la Sabana de Bogotá, Colombia (Cultura Chibcha), Univer-
las investigaciones se concentraron en la zona de San sity of Arizona Bulletin, Vol. 24, N° 2. Social Science Bulletin, N° 22,
Agustín/Tierradentro, donde se ocuparon ante todo de Tucson, 1.953.
19
los vestigios escultóricos y los entierros, y la misma Broadbent, Sylvia M. "Excavaciones en Tunjuelito: Informe preli-
orientación prevaleció en el Valle del Cauca y en el Al- minar", Revista Colombiana de Antropología, Vol. X, pp. 343-346,
Bogotá, 1.962; id., "Agricultural Terraces in Chibcha Territo-
tiplano Muisca. Los arqueólogos extranjeros que tra- ry",American Antiquity, Vol. 29, N04, pp. 501-504, 1.964; id., "Stone
bajaron en Colombia en los años cuarenta y cincuenta roofed chambers in Chibcha Territory", Ñawpa Pacha, N° 3, pp. 93-
también estaban ocupados con proyectos similares 106, Institute of Andean Studies, University of California, Berkeley,
(Lehmann, 1944, 195214 Nachtigall, 1955, 1956, 1958, 1.965; id., "The Site of Chibcha Bogotá", Ñawpa Pacha, N° 4, pp. 1-
13, Institute of Andean Studies, University of California, Berkeley,
1.966; id., "A Prehistoric Field System in Chibcha Territoy, Colom-
bia", Ñawpa Pacha, N° 6, pp. 135-147, Institute of Andean Studies,
11 University of California, Berkeley, 1.968; id., "Prehistoric Chronology
Cubillos, Julio César, "El Morro de Tulcán (pirámide prehispáni- in the Sabana de Bogotá", Kroeber Anthropological Society Papers,
ca)", Revista Colombiana de Antropología, Vol. VIII, pp. 217-357, N0 40, pp. 38-51, University of California, Berkeley, 1.969; "La ar-
Bogotá, 1.959. queología del territorio chibcha II: Hallazgos aislados y monumentos
12
Duque Gómez, Luis, "Los últimos hallazgos arqueológicos de San de piedra", Antropología N°4, Ediciones de la Universidad de los An-
Agustín", Revista del Instituto Etnológico Nacional, Vol. II, N° 2, pp. des, Bogotá, 1.970; Id., "Reconocimientos arqueológicos de la La-
5-42, Bogotá, 1.948; id., San Agustín: Reseña Arqueológica, Minis- guna de "La Herrera"', Revista Colombiana de Antropología, Vol. XV,
terio de Educación Nacional, Bogotá, 1.963. pp. 171-213, Bogotá, 1.971.
13 20
Silva Celis, Eliécer, "La arqueología de Tierradentro", Revista del Bruhns, Karen Olsen, Ancient Pottery of the Middle Cauca Valley,
Instituto Etnológico Nacional, Vol. 1, pp. 117-130; pp. 521-589, Bo- Disertación doctoral, University of California, Berkeley, 1.967 (Uni-
gotá, 1.943 – 1.944. versity Microfilms, Ann Arbor).

7
iniciaron un programa de investigaciones en la Cordi- rra Nevada de Santa Marta, Colombia)", Verhandlungen des
XXXVIII Internationalen Amerikanistenkongresses, Stuttgart-Mün-
llera Oriental. Wesley Hurt (Hurt, Van der Hammen y chen, 1.968, Vol. 1, pp. 259-269, Munich 1.969.
Correal, 1.972)21 excavaron en abrigos bajo roca cerca Aunque, como lo he expuesto, se efectuaron mu-
de Bogotá; Henning Bischof (1.966, 1.969) 21 trabajó en chas excavaciones en los últimos cincuenta años,
la Costa Caribe; Stanley Long y Juan Yángüez (Long y también se observa que, en su mayoría, los estudios
Yángüez, 1.971)23 excavaron en Tierradentro; Charles se concentraron sobre ciertas regiones más bien limi-
Bolian (1.972)24 comenzó algunas excavaciones en la tadas: San Agustín, Tierradentro, la Sierra Nevada de
región amazónica, cerca de Leticia. Todos estos ar- Santa Marta, el territorio Muisca alrededor de Bogotá,
queólogos, en su mayoría extranjeros, estaban apli- y las dos costas Marítimas. Esto significa que aún
cando métodos estratigráficos a acumulaciones de ba- existen inmensas regiones donde apenas se han ini-
sura y lograron establecer cortas secuencias de cerá- ciado las exploraciones arqueológicas: la Cordillera
mica u objetos líticos. Central y la Occidental, los valles de los ríos Magdale-
En la década de los setenta los eventos más impor- na y Cauca, el sur Andino, las tierras altas al norte de
tantes fueron la creación de la Fundación de Investiga- Bogotá y, lo que es más, las amplias llanuras al este
ciones Arqueológicas Nacionales, bajo el patrocinio de las cordilleras, hacia las hoyas de los ríos Orinoco
del Banco de la República, la cual comenzó a financiar y Amazonas.
una serie de investigaciones y publicaciones en distin- Otro factor que, hasta hace poco, limitó seriamente
tas partes del país, así como el establecimiento del una apreciación más amplia de los desarrollos prehis-
Proyecto Pro-Calima, organización colombo-inglesa- tóricos del país, fue la falta de un esquema de cronolo-
suiza, para la exploración de la hoya del río Calima y gía absoluta. Hasta hace relativamente poco, la caren-
zonas aledañas, del río Cauca. A partir de 1.976 se cia de fechas exactas y de secuencias estratigráficas
inició un proyecto nacional para la exploración y re- claramente definidas hizo imposible o, por lo menos,
construcción de un sitio arqueológico (Buritaca 200) altamente especulativo, tratar de postular correlacio-
en la Sierra Nevada de Santa Marta. nes espaciales o períodos temporales. Sin embargo,
No obstante estos comienzos de investigaciones re- durante los últimos años se han obtenido muchas fe-
gionales, en su mayoría las publicaciones de excava- chas de carbono radiactivo que, en combinación con
ciones recientes no parecen seguir un plan de priori- algunas secuencias locales, comienzan a sugerir un
dades, ni tienden a formar parte de una visión conti- esquema evolutivo y de interrelaciones para las socie-
nental; lo monumental y espectacular (la arquitectura dades prehistóricas colombianas. Estoy muy conscien-
tairona, el arte agustiniano, la orfebrería, etc.) siguen te de las grandes dificultades que se presentan aún al
prevaleciendo sobre problemas tales como la Etapa tratar de delinear estos desarrollos, contando con una
Paleoindia, la identificación de la Etapa Arcaica, los base tan fragmentaria.
orígenes de la vida sedentaria, la transición del Caci- Para los fines de la presente obra me he esforzado
cazgo al Estado Incipiente. en combinar—siempre y cuando fue posible— un en-
Recientemente se ha planteado lo deseable de o- foque regional con una apreciación cronológica. Den-
rientar las investigaciones hacia el estudio de sistemas tro de este marco de referencia he tratado de trazar
y de excavar sitios que permitan apreciar todo el con- las grandes etapas de desarrollo, desde los primeros
texto coherente de la sociedad prehistórica en cues- pobladores del país, hasta sus contactos con los des-
tión. Estoy muy de acuerdo con este planteamiento y cubridores españoles. Mi objetivo es entonces el de
tan impaciente como mis colegas para dar este paso discutir los sitios más importantes de cada una de las
metodológico, pero también sé que cualquier teoría grandes etapas y ponerlos no sólo en un orden crono-
sobre sistemas y contextos tendrá poca validez si no lógico, sino también dentro de un contexto interpreta-
cuenta con una base firme de datos muy detallados tivo. Cualquier tentativa de construir con estos datos
procedentes de la estratigrafía y la tipología. Antes de tan dispersos una teoría general tendrá necesariamen-
poder trabajar sobre el nivel microrregional, faltan aún te un carácter provisional e incompleto y, desde luego,
muchas secuencias cronológicas, series tipológicas y las investigaciones posteriores llegarán a corregir mu-
amplias comparaciones estilísticas, para formar un chos aspectos del esquema aquí propuesto.
marco de referencia más sólido.

21
Bray, Warwick Michael, "Investigaciones arqueológicas en el Valle Gerardo Reichel-Dolmatoff
del Calima: Informe preliminar Revista Colombiana de Antropología,
Vol. XI, pp. 3 19-328, Bogotá 1.967; Bray, Warwick y M. Edward Mo- ARQUEOLOGIA DE COLOMBIA
seley, "An Archaeological Sequence from the Vicinity of Buga. Co-
lombia", Ñawpa Pacha, Nos. 7-8, pp. 85-103, institute of Andean Un texto Introductorio
Studies, University of California, Berkeley, 1.971; Bray, Warwick, y Presidencia de la república.
otros, "The Cauca Valley Expedition, 1.964", Explorer's Journal, Vol. Fundación Segunda Expedición Botánica.
XLVI, N° 1, pp. 43-50, New York, 1.968. Hurt, Wesley R., Thomas
Editorial Arco
van der Hammen & Gonzalo Correal Urrego, "Preceramic Sequen-
ces in the El Abra Rock-Shelters, Colombia", Science, Vol. 175, pp. Bogotá 1.986
1106-1108, Washington, 1.972.
22
Bischof, Henning, "Canapote: An Early Ceramic Site in Northern
Colombia Preliminary Report", Actas del XXXVI Congreso Interna-
cional de Americanistas, España, 1.964, Vol. 1; pp. 483-491, Sevilla,
1.966; id., "Contribuciones ala cronología de la Cultura Tairona (Sie-

8
9

Potrebbero piacerti anche