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Clase Nº 8: La Edad Media y el Feudalismo

II Ciclo Cs. Sociales / Profesor Daniel Castillo

La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental


comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa convencionalmente en el año 476 con la
caída del Imperio Romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América, o en
1453 con la caída del Imperio Bizantino, fecha que tiene la ventaja de coincidir con la invención de la
imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la Guerra de los Cien Años. Esta habitualmente se
divide entre:

1) La Alta Edad Media

Tras la caída de Roma, Europa occidental entró un periodo conocido como la Alta Edad Media. Una
de las razones por las que se le aplicó este nombre es que gran parte de la civilización romana fue
aniquilada y reemplazada por una cultura más bárbara. Otro de los motivos es la escasez de
documentos escritos que arrojen luz sobre esta etapa de la historia.

2) La Baja Edad Media

Esta época fue testigo de un extenso movimiento de ruptura por toda Europa y de la sustitución de la
cultura romana, predominante hasta el momento, por la de las tribus germánicas. Durante 500 años,
Europa había sufrido continuas guerras e invasiones. Sin embargo, la vida del campesinado no
cambió básicamente y se acabó recuperando la estabilidad social y cultural, aunque con carácter
diferente. Alrededor del año 1000, los europeos estaban creando una nueva civilización medieval
que sobrepasaba a la antigua en casi todos los aspectos.

El Feudalismo

Después de la Caída del Imperio Romano de Occidente se produce un momento de inestabilidad


que sólo se recupera con la llegada al poder con la Dinastía de Carlo Magno(742 al 814 d. C). A su
muerte siguieron otras conmociones, producidas en gran parte por las nuevas migraciones e
invasiones (de vikingos, eslavos, húngaros, etc.), lo que trajo consigo el debilitamiento del imperio
Carolingio, ya que sus sucesores no fueron capaces de administrarlo.

La casi desaparición del imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía, en la
que se dieron transformaciones generales de tipo económicas, sociales y políticas: decayeron las
ciudades, disminuyó el comercio internacional, se redujo el uso de la moneda y la tierra quedó como
la principal riqueza. También, se produjo la pérdida de autoridad de los poderes centrales y el
desaparecimiento de la organización burocrática.

Frente a este escenario, los reyes dejaron en manos de los condes y marqueses la defensa de sus
territorios. Y la población asustada vio que estos nobles eran su única protección. Así, lentamente,
se formó un nuevo orden que recibió el nombre de FEUDALISMO.

Nació, con ello, la relación de vasallaje, en donde un vasallo se encomendaba a un señor (dominus
o senior) a cambio de la concesión de un beneficio o también, para emplear el término germánico,
feudo, que acabó de designar casi de manera exclusiva el beneficio en tierras. Por tanto, el régimen
feudal nació de la combinación de vasallaje y feudo.

La concesión del feudo se consumaba con un solemne rito conocido como investidura. Este
contrato feudal era de por vida y mediante él el vasallo prometía fidelidad a su señor y el
cumplimiento de una serie de funciones en su nombre. Sus deberes más importantes eran: el
servicio militar, reclutar soldados para el ejército de su señor y proveerlo de ingresos. Por su parte, el
señor debía garantizar protección a su vasallo y entregarle medios de subsistencia. Con este fin, el
vasallo recibía el control de un feudo, que consistía en una gran extensión de tierra, aunque también
podía dedicarse a funciones administrativas y de responsabilidad, como recaudador de impuestos o
agente de aduanas. De esta manera, un señor con muchos vasallos disponía de fuentes seguras de
ingresos, además de un ejército.
Al principio, los feudos no eran hereditarios, lo que constituía una gran ventaja para el señor. Pero en
el transcurso de la Edad Media, los vasallos encontraron oportunidades para convertir sus feudos en
hereditarios, dejando a sus señores con un número menor para disponer como recompensa.

En cualquier caso, los poderes de los grandes feudatarios llegaron a ser tantos, que los feudos
acabaron por constituir auténticos estados en el seno de las monarquías europeas.

La Sociedad Medieval:

La sociedad medieval era muy estratificada, encontrándose distintas subdivisiones dentro de una
misma clase social.

Su estructura podría compararse a la de una pirámide, aunque realmente estaba dividida en tres
estamentos o grupos sociales.

El primer grupo está constituido por la nobleza guerrera. A ella pertenecen el rey y los grandes
señores feudales (nobles), propietarios de extensos feudos. También podemos incluir dentro de ella
a los caballeros, aunque no poseen ningún feudo y son vasallos de otro señor, ya que no tienen que
trabajar y son capaces de mantener un caballo y poseen armas propias. Dentro de este grupo hay a
la vez muchos niveles de poder en función del vasallaje establecido entre ellos, siendo siempre los
de más bajo nivel los caballeros.

El segundo grupo estaría formado por los eclesiásticos. Este grupo a su vez puede dividirse en
otros dos: Los altos prelados (cardenales, arzobispos, obispos y abades). Solían ser los segundos o
terceros hijos de los nobles. También fueron en muchas ocasiones titulares de señoríos.

Los monjes y clérigos. Solían ser los hijos de campesinos libres, que buscaban en la mayoría de
los casos un medio para salir de la miseria. Los monjes vivían en monasterios, que eran feudos y
tenían los mismos privilegios que éstos, gobernados por un abad, apartados de la vida cotidiana y
dedicados al rezo y al trabajo. En esta época, algunos eran los únicos que tenían cultura, y gracias a
ellos conocemos hoy muchos libros que se encargaron de copiar e ilustrar, llamados códices. Los
sacerdotes sin embargo no trabajaban, y vivían en el castillo o en la villa cercana al mismo.

El tercer grupo está formado por los que trabajan, siendo en su mayoría campesinos aunque
podían practicar otras profesiones. Vivían en el castillo o en las aldeas que éste tenía alrededor, bajo
la protección del señor feudal. Los campesinos formaban dos grupos bien diferenciados:

Los villanos, que habitaban las aldeas y villas. Eran hombres libres, aunque sometidos al vasallaje
del señor. Cultivaban sus propias tierras o las del señor.

Los siervos de la gleba (tierra), que trabajaban las tierras que el señor o el monasterio. No eran
libres, ya que no podían abandonarla nunca. Si se vendía o regalaba la tierra a otro señor o a la
iglesia estos siervos eran vendidos o regalados con ella. Trabajaban solo por la comida y la casa y
todo lo que producían era de su amo. Eran como esclavos.

La situación de los campesinos era dramática en años de malas cosechas, ya que el señor o el
monasterio exigían siempre, por las buenas o por las malas, el pago de las rentas. Además el señor
feudal (noble o clérigo) era el que impartía justicia en su feudo, con lo que nunca perdonaba y
siempre que tomaba una decisión era en su beneficio. Por ello durante la Edad Media hubo
frecuentes revueltas campesinas.

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