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Cual fue el último fusilamiento

Ejecución de los reos Pedro Castillo y Roberto Girón por medio de fusilamiento,
en la granja penal Canadá, en Escuintla el 13 de septiembre de 1996.
La sociedad guatemalteca ha visto desde el siglo XIX cómo los gobiernos
aplican la ejecución de la pena de muerte.
El primer fusilamiento registrado en el país data de 1840, cuando el presidente
de la República, general Rafael Carrera, envió al paredón a Roberto Molina,
alcalde de Quetzaltenango, quien fue ejecutado junto con sus concejales.
Fueron las primeras de numerosas personas pasadas por las armas.
Durante el gobierno de Jorge Ubico (1931-1944), el control sobre la población
se mantuvo por políticas represivas y hábiles. La aplicación de la ley fuga, el
control de las cárceles —las cuales estaban atestadas tanto de criminales
comunes como de presos políticos— y el fusilamiento fueron parte de ese
régimen.

Las ejecuciones continuaron, sobre todo en los regímenes militares, en contra


de asesinos y violadores.
Estas eran paralelas a la política contrainsurgente aplicada a líderes
estudiantiles, sindicales y opositores, quienes eran ejecutados
extrajudicialmente.
Durante el régimen de facto de Efraín Ríos Montt, el fusilamiento fue aplicado
por los polémicos Tribunales de Fuero Especial, que ejecutaron, según
registros, a 15 personas.

La última ejecución por fusilamiento tuvo lugar el 13 de septiembre de 1996,


con gran atención mediática, al punto de haber sido televisada en directo.

Esto hizo que se pasara de las armas a la inyección letal.


Esta situación obligó a las autoridades a solicitar la reforma del decreto 234 del
Congreso, emitido en 1946, que indicaba el procedimiento de las ejecuciones
y sustituir el fusilamiento por la aplicación de la inyección letal para darle un
trato más humano al condenado.

El 29 de julio de 1997 fue inaugurado el Módulo Letal, en el que se aplicaría el


nuevo tipo de ejecución.

El 10 de febrero de 1998 se ejecutó a Manuel Martínez Coronado, primero por


inyección letal, por la masacre de una familia.

Cuando fue la última inyección letal


Las últimas ejecuciones datan del 29 de junio del 2000, de dos secuestradores,
también mediante inyección letal.

En un ambiente de lamentos y llanto por parte de sus familiares, la presencia


de la prensa nacional e internacional, y la reacción de los que participaron en
la ejecución, los dos sentenciados a la pena de muerte pagaron su crimen en
el módulo instalado en la granja penal de Pavón.

La luz verde para que a los prisioneros se les aplicara la inyección letal se
encendió a eso de la 1:40 horas, cuando oficiales de la Corte de
Constitucionalidad, CC, confirmaron que se declaró improcedente un recurso
de amparo interpuesto a favor de Cetino Pérez, de 38 años.

El argumento legal determinó que ya se habían agotado todas las instancias


judiciales, y que, por ende, el presidente de la República les negó el recurso de
gracia. A las 5:15 de la mañana y transcurridas seis horas de tensión para, por
lo menos, 60 periodistas de distintos medios de prensa local e internacional,
autoridades de ese centro carcelario empezaron a llamar a 15 reporteros de
medios nacionales y cinco internacionales acreditados para ingresar al módulo
de la muerte.

Después de esa primera diligencia, a las 5:30 horas se permitió el ingreso de


los reporteros de medios escritos, radio y televisión, mientras los paramédicos,
médicos forenses y el juez Segundo de Ejecución Penal, Gustavo Adolfo Dubón
Gálvez, ultimaban los preparativos para, luego, proceder a la lectura de la
sentencia al reo Cetino Pérez, en presencia de su familia.
Exactamente a las 6:05 horas se abrió una cortina negra que permitió observar,
a través de un vidrio opaco, la camilla en la que colocaron a Cetino Pérez, quien
vestía camisa blanca, pantalón de lona color negro y zapatos del mismo color.

Desde ese momento se procedió a inyectarle las tres sustancias letales por la
vía intravenosa. Al principio, el reo estuvo orando y cantando coros
evangélicos, y poco a poco dejó de mover los labios.

Su respiración era lenta y profunda, mientras que la mano derecha la empuñó


lentamente por varios minutos, hasta que, a las 6:13 horas, su pulso y signos
vitales cesaron.

La cortina fue cerrada nuevamente, y por un pequeño espacio sólo se pudo


observar al director del Servicio Médico Forense, Mario Guerra, y otros
paramédicos que llegaron a comprobar la muerte de Cetino y a retirar el
cadáver.

Porque se suspendió la pena de muerte


Luego de las últimas ejecuciones, el presidente Alfonso Portillo eliminó en el
2001 la facultad del Ejecutivo de aplicar el indulto. El tema se retomó en
el 2008, durante el gobierno de Álvaro Colom, cuando el Congreso intentó por
medio de un decreto la reactivación de la pena de muerte y el indulto
presidencial. Sin embargo, Colom vetó la ley por considerarla inconstitucional.
Con la sentencia emitida por la Corte de Constitucionalidad (CC) el pasado 24
de octubre, dicho órgano dejó sin efecto la aplicación de la pena de muerte para
quienes sean hallados culpables de parricidio, ejecución extrajudicial, plagio o
secuestro, desaparición forzada y por la muerte del presidente o vicepresidente
de la República, y de los demás organismos del Estado. La Corte, además,
expulsó del ordenamiento jurídico la pena capital para los culpables de la
muerte de una o más personas como consecuencia de los delitos contemplados
en la Ley Contra la Narcoactividad.

De acuerdo con la resolución dentro del expediente 5986-2016, los magistrados


de la CC declararon inconstitucionales los párrafos de los artículos 131, 132
Bis, 201, 201 Ter, y 383 del Código Penal y de la Ley Contra la Narcoactividad
en los que se normaba la pena de muerte como sanción máxima; porque estos
riñen con los artículos 17, 46 y 149 de la Constitución Política de Guatemala,
los cuales se refieren a que en materia de Derechos Humanos, los tratados y
convenciones ratificados por el Estado tienen “preeminencia sobre el derecho
interno”.

En la sentencia del máximo órgano constitucional, también consta que los


artículos que se refieren a la pena de muerte además contravienen la
Convención Americana de Derechos Humanos –Pacto de San José– ratificada
por el Estado de Guatemala, porque se valora la “peligrosidad” del imputado en
los casos sobre delitos de parricidio, ejecución extrajudicial y caso de muerte
de alguno de los presidentes de uno de los tres poderes del Estado.

La CC expuso en la resolución que peligrosidad “es un concepto que resulta


absolutamente inaceptable desde la perspectiva de los derechos humanos, al
ser incompatible con el principio de legalidad y, por ende, contrario a lo
establecido en el artículo 17 de la Constitución, 9 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos”.

La Corte, además, citó la resolución de febrero de 2016 con la que se anuló la


pena de muerte por asesinato; la cual se fundamentó con el mismo argumento
que utilizaron en esta ocasión.

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