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Fundamentación Antropológica y Filosófica de la Ética

y la Moral.
Jumbo González William Ítalo1
Resumen:
El primer capítulo presenta la noción general de la ética desde la fundamentación
antropológica de la conciencia, el acto, el valor y la valoración moral como
aspectos del ser humano que debe tener en cuenta en su formación como
persona moral en relación con los demás.
Luego, se plantea la fundamentación filosófica de la Ética, desde la virtud como
tema que ha sido desarrollado en la Filosofía Occidental, en relación a la moral
teórica y fáctica que permiten el desarrollo de principios morales como la libertad,
responsabilidad, tolerancia e igualdad.
Principios morales que se constituyen en principios sociales necesarios en la
formación moral de la persona que busca ser feliz en la relación con los demás.

Palabras Clave: Ética, moral, antropología, filosofía, axiología, principios


éticos.

1. INTRODUCCIÓN

La persona, la familia y sociedad en general, en pleno siglo XXI, están en crisis


de valores, porque niños y jóvenes fueron y son educados por parientes
cercanos a los padres como: tíos, abuelos, primos, etc; que por situaciones de
separación y migración de los progenitores a países desarrollados en busca de
mejores ofertas de trabajo, tuvieron que dejar a sus hijos, generando una
educación permisiva en valores. Por otro lado, los embarazos adolescentes
actuales, han ocasionado la paternidad y maternidad precoz que conlleva a dejar
en algunos casos los estudios de colegio o universidad para dedicarse a la
crianza de los hijos desde la remuneración de un empleo. Esto ha generado
nuevos modelos de familia, monoparentales, extensas, reconstituidas,
nucleares, extensas, de abuelos, y a la vez, la distribución de los hijos sea con
el padre o madre según la sentencia de la ley. Realidad familiar que se ha
caracterizado por no controlar las acciones de los hijos ni la educación y práctica
de valores de parte de los padres.
Igualmente, las instituciones educativas, han relegado y relativizado la formación
ética en las mallas curriculares, lo que establece la escaza formación axiológica
y moral de los educandos. Situación que requiere docentes formados a nivel

1
Estudiante del doctorado en Filosofía de la Tecnociencia: Pontificia Universidad Bolivariana de
Medellín- Colombia (2015-2019).
ID Código ORCIDE: https://orcid.org/0000-0002-2176-7441

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integral para formar desde la cátedra interdisciplinar la práctica y vivencia de
valores en los mismos.
Ante esta situación un poco crítica, es necesario afirmar que la formación
académica desde la ética y moral, se constituyen en un puente que permiten el
análisis, reflexión y toma de decisiones ante un escenario de ausencia o
permisividad por lo que es urgente retomar el estudio de la ética y la moral en la
formación integral de la persona a nivel de las instituciones educativas que son
las que deben fortalecer la enseñanza de valores.
Sin embargo, son los progenitores y el círculo familiar los primeros responsables
de enseñar principios y valores, otorgando una ética de mínimos que pondrán en
práctica en relación a otros parientes, amigos y conocidos, llamada ética de
máximos. Valores que se asimilan en la práctica cotidiana de la vida y se
constituyen en el motor que generan: alegría, paz, felicidad, bienestar personal,
familiar y social.
Por ello, el siguiente capítulo presenta una fundamentación de la ética y la moral
a nivel antropológico y filosófico, argumentando la terminología respectiva desde
varios autores, y la diferencia entre los mismos. Profundizando en los respectivos
principios que fortalecen la identidad de la persona, con el fin de asumir en la
práctica social los valores indispensables para alcanzar la felicidad personal y
social que involucren el bienestar y la calidad de vida, dignos del ser humano
que construye una sociedad justa y en paz.

2. DESARROLLO: FUNDAMENTACIÓN DE LA ÉTICA Y LA MORAL.

2.1.- Fundamentación Antropológica

El ser humano desde su origen evolutivo fue nómada, a la vez se constituyó en


un ser capaz de relacionarse con los demás, formando grupos sociales o ayllus,
los mismos que se caracterizaban por crear costumbres, que iban desarrollando
y aprendiendo en la actividad diaria de caza, agricultura, pesca, y de guerra para
protegerse de otros grupos sociales o clanes. Arrebataban a las mujeres, niños,
y jóvenes varones con el fin de esclavizarlos en civilizaciones superiores con
mayor conocimiento y técnica; lo que permitió el desarrollo social y crecimiento
de tradiciones, fusionar leyendas, mitos y aprender otros lenguajes que se iban
mezclando y perfeccionando con el pasar del tiempo y el nacimiento de nuevas
familias y sociedades.
La historia demuestra que el ser humano, tuvo que aprender a sobrevivir y a
enfrentarse con otros grupos bélicos, vencerlos y someterlos, lo que condujo a
la creación de clases sociales, siervos y señores. Comienzan los privilegios para
los afortunados en recursos económicos, dominando a poblaciones que
recibieron malos tratos, explotación, marginación y esclavitud por revelarse.

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Este desarrollo social del ser humano, demuestra la dualidad experimentada
entre el amor y el odio, la vida y la muerte, la libertad y la esclavitud, la riqueza y
la pobreza, la marginación y la explotación, la abundancia y el hambre, la salud
y la enfermedad, la sabiduría y la ignorancia, el poder y la impotencia; es decir,
descubrió y desarrolló en su práctica el bien y el mal.
Esta dualidad genera la necesidad de mayor organización social, la urgencia de
elegir un líder, un rey que los dirija, los guíe e instruya, así, se seleccionaron los
mejores hombres y mujeres más dotados en fuerza física, mental y espiritual
para que representen al pueblo y logren el florecimiento del mismo. A partir del
poder se van gestando normas y reglas que eviten el caos personal y social. Se
organizaron en comunidades políticas, económicas, religiosas, y educativas.
Surge una estructura social menguada de diferentes actores que se instruyeron
en el lenguaje, la escritura, la religión, las artes y la política. Aparece la clase
noble, pudiente y privilegiada que al dominar todos estos saberes, crearon
normas que el pueblo las cumplan. En la mayoría de los casos, los poderosos
imponen sus reglas sociales, económicas, religiosas y políticas, las cuales
obligan al pueblo a pagar impuestos, tributos que deben solventar al rey y su
imperio, caso contrario serian sometidos a trabajos forzosos.
Ponemos como ejemplo, el código de Hammurabi, siglo XVIII a.C., “es el primer
código escrito o libro de leyes que nos ha llegado completo. Fue realizado en
piedra durante el reinado de Hammurabi, rey de Babilonia, y reproducido en
muchas copias para que pudiera exhibirse en los templos y los súbditos pudieran
conocerlo” (Rossi, 2004, pág. 24).
El código contiene 282 leyes, en el numeral 195 argumenta: Si un hijo ha
golpeado a su padre, se le amputará la mano. “En base a las Leyes de Talión,
ese conjunto de leyes establecía que todo criminal debería ser castigado de
forma proporcional al crimen que cometió. Sin embargo, las sanciones ocurrían
de acuerdo con la posición que el criminal ocupaba en la jerarquía social,
resultando así en plumas bastante variadas” (Hammurabi, 2018).
Igualmente, la historia Hebrea narra a Moisés (3050 a.C), quién recibió una
formación virtuosa y amor por los demás; por mandato de Dios: “yo soy el que
soy”, provocó al poder represivo del Faraón y liberó al pueblo de Israel que
estaba esclavizado por Egipto. Les proporcionó el código de la alianza, los diez
mandamientos, con la finalidad de cumpliros y vivir como pueblo libre, justo y en
paz.
Aparece, la conciencia moral de un pueblo que consideró su situación de
esclavitud y buscó la forma de ser libre y vivir en armonía, evitando la barbarie y
el conflicto. Seres humanos que afianzando la fe en el Dios de la Alianza
fortalecieron el pensamiento moral para no ser indiferentes o relegados ante la
realidad injusta de otros grupos humanos explotados, perseguidos y
empobrecidos por el sistema.
Desde esta perspectiva moral, la Grecia antigua fue la primera sociedad
occidental que buscó constituirse en sociedad virtuosa. Son los griegos del siglo
VI a.C, que reflexionaron sobre lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo noble, que
existe en las personas, animales y en la naturaleza donde encuentran como
fundamento la armonía. A lo bello, fuerte, valeroso y bueno, lo llaman areté. Así

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aparece el areté del caballo, del guerrero, de la naturaleza, en su expresión de
belleza, majestuosidad y nobleza.
Los filósofos griegos fueron amantes de la verdad, reflexionaron, educaron y
lograron desde la Mayéutica socrática grandes debates públicos sobre lo que es
verdaderamente virtuoso. Así Sócrates decía, cuando ya cansado de tantas
preguntas y respuestas de sus seguidores, “solo sé que no se nada” (Brugger,
2005, pág. 519). Argumento que se constituía en la nueva palestra del saber, y
convocaba al ser humano a seguir debatiendo, argumentado y rescribiendo
aquellas frases y anécdotas que sus maestros sabios argumentaban.
Aparece Sophía o sabiduría, desarrollada por maestros y filósofos amantes de
la Verdad; que fueron seguidos, admirados y elogiados por sus discípulos, así
como perseguidos y desterrados cuando su pensamiento cuestionaba la forma
de poder autoritario e injusto de parte de reyes y emperadores. Por lo que: “se
consideraba sabio a un hombre que ha aprendido a estar sobre las cosas, y ha
encontrado valores por los que vale la pena vivir y llegado al caso, morir, y
construye consecuentemente el camino de su vida sobre la base de aquello que
ha comprendido” (Schondorf, 2014, pág. 451).
Los filósofos formaron al ciudadano noble, fuerte, valeroso y bello a partir de la
educación en las artes, la gimnasia y la ética, desde la cual educaron al niño,
para fortalecer y desarrollar su conciencia moral y logre distinguir lo permitido y
prohibido realizar. Entonces, valoró su acción como buena o mala, permitiéndose
corregir o enmendar su mal proceder a partir de la formación de la conciencia.

2.2.1.- La Conciencia
La ética, define a la conciencia como la capacidad moral que posee el ser
humano para decidirse actuar bien o mal, correcta o incorrectamente. Es la
consejera para actuar de forma responsable y no pasionalmente, por tanto, se
reconoce si un acto es bueno o malo, si es voluntario o no, siempre que haya
sido realizado con plena autonomía, conciencia moral y libertad.
Al respecto Blanco, plantea que “nuestro entendimiento se ve guiado e iluminado
por la conciencia. Esta es la brújula que se encarga de señalar el rumbo y
distinguir el bien del mal; es la misma inteligencia en cuanto es capaz de discernir
el bien moral. No se trata de una voz misteriosa ni de un oráculo profético; es,
simplemente, la razón que juzga la bondad o maldad de nuestras acciones. La
conciencia se presenta como exigencia a nosotros mismos. No es una
imposición externa sino la clarividencia que resuenan en el ser. Confucio la
define como: “luz de la inteligencia para distinguir el bien y el mal”, y se encuentra
en todos los individuos y en todas las sociedades. Para los cristianos es el
santuario del alma en donde se escucha la voz de Dios”. (Blanco, 2013, pág.
214)
Destacamos que la conciencia moral es muy necesaria al momento de actuar,
de lo contrario la persona tendría una deficiencia intelectual que conllevaría a la
ausencia de valores morales y por ende a la acción inmoral, que corrompe y

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despersonaliza. Por eso, es necesario ser consciente de nuestros actos, ante los
cuales, debemos asumir responsablemente las consecuencias de los mismos.
Solamente la claridad del sentido y significado de la conciencia moral, permitirá
analizar si el acto o acción ejecutada es moral o inmoral, es decir si es lícito o
ilícito, siendo necesario profundizarlo en el siguiente apartado.

2.2.2.- Acto Moral


El acto moral es la acción ejecutada de manera libre y voluntaria, llevado a cabo
en la reflexión consciente y la inclinación personal, sea dada por interés, deseo,
pasión; interviniendo en el acto realizado, la conciencia, la libertad y la voluntad.
Así, todo acto moral tiene una intencionalidad, esto es, plena conciencia del acto
que debe ser voluntario y de la finalidad que se persigue; ya Aristóteles en la
Ética a Nicómaco señala que para alcanzar un fin se requieren medios, es decir
una serie de “acciones rectas” (Aristóteles, 2014, pág. 55) que llevan a ese fin
que está en relación a un bien: “Toda arte y toda investigación, igualmente toda
acción y libre elección parecen tender a algún bien; por esto se ha manifestado,
con razón que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden”.
(Aristóteles, 2014, pág. 23). Se escogen los medios para lograrlo, se tienen
estímulos y motivos que llevan a emprender esa acción, la misma que tiene un
resultado, que puede o no coincidir con el fin propuesto.
Sin embargo, la ética se interesa por la eficacia de los medios morales, siempre
que el fin sea bueno, caso contrario se exige la búsqueda de los medios más
adecuados, para alcanzarlo. Así, “querer el fin es estar dispuesto a poner los
medios. Por ejemplo, no diríamos de nadie que intenta ayudar a alguien si no
pone los medios para prestar tal ayuda. Esto sucede porque, en primer lugar, es
imposible querer ayudar a alguien sin estar dispuesto a buscar los medios
necesarios para hacerlo. En segundo lugar, porque resulta increíble que alguien
esté dispuesto a poner tales medios sin ponerlos, a no ser que tenga una
explicación satisfactoria”. (López, 1991, pág. 353).
Poner los medios adecuados es de gran ayuda, por lo que se convierte en un
acto moral bueno, donde se implica el valor de la solidaridad y la libertad como
la capacidad que tiene la persona de actuar de forma responsable, respetuosa y
voluntaria. Así, la conciencia moral, discierne el sentido de la acción moral,
evaluando la misma como acto moral correcto o incorrecto, lícito o ilícito, y de
esta manera se fortalece y concreta el valor moral, a ser desarrollado a
continuación.

2.2.3.- El Valor moral.


Todo ser humano que ha desarrollado la conciencia moral, posee la capacidad
de determinar su escala de valores, ya sean estos religiosos, sociales, de la
profesión, entre otros; que le permiten responsabilizarse de las consecuencias
de sus acciones en relación con otro ser humano, que exige ser tratado como un
fin y no como medio para alcanzar ese fin. Así lo argumenta, la teoría de los

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Derechos Humanos declarados por la UNESCO, donde la persona, sin
excepción alguna, posee una inviolabilidad que brota de la justicia, por tanto, se
constituye en un valor y no en un objeto o cosa. De esta manera, la persona se
va desarrollando como virtuosa, que a largo plazo se constituirá en felicidad
personal y social porque beneficiará la cultura e identidad propia y social.

2.2.4.- La Valoración Moral.


Según la ética, toda acción concreta es valorada por la persona y los demás a
partir de un valor, es decir, del comportamiento moral que se determina
contrastándolo con las normas y principios que rigen un grupo social. Se emite
un juicio de valor “es infiel”, el mismo que tiene la base en una norma, como: “la
infidelidad es mala”, y en un valor: “la fidelidad es buena”, o en un principio: “no
desear la mujer, ni nada de tu prójimo”. Así las normas, valores y principios se
han establecido a nivel social a partir de comportamientos concretos.
Según Rodríguez, “para ser una persona asocial que busca y lucha, la moralidad
no puede ser más que un constreñimiento necesario pero que no es bien
recibido. Pero para los que valoran la participación, la moralidad del acuerdo, a
pesar de ser una fuente de constreñimiento, hace que su actividad compartida
sea mutuamente bienvenida y, por tanto, estable, asegurando de este modo la
ausencia de engaño” (Rodriguez Lopez, 2006, pág. 147).
Como vemos, es el sujeto el que juzga a partir de un juicio de valor, demostrando
que tiene la capacidad y la voluntad de decidir y aceptar o no lo que ha valorado.
Al respecto, el siguiente ejemplo demuestra que: “la valoración de la participación
no tiene en ningún sentido un carácter moral, ahora bien, la cuestión fundamental
es si esta valoración de la participación, que sin duda se da, es una solución a
las situaciones del dilema. Para saber esto antes es preciso saber si la
participación tiene valor como medio o como fin.” (Rodriguez, 2006, pág. 148)
Todas las personas participamos dentro de una cultura y sociedad, la misma que
posee unas costumbres y de ellas se derivan unas “preferencias personales que
son sus preferencias reales, típicamente basadas en sus propios intereses
personales y en los intereses de aquellos que le son más cercanos; así, son sus
preferencias en el sentido de la palabra, las que cada individuo tiene realmente
y que determinan su función de utilidad.” (Rodriguez Lopez, 2006, pág. 170).
Afirmamos entonces, que las culturas y sociedades poseen diversas escalas de
valores que le dan identidad y para las mismas se constituye en un valor moral.
Argumentada la fundamentación antropológica de la Ética a partir de la
conciencia y valoración moral desde una perspectiva personal y social, se
presenta la situación ética a nivel de una fundamentación filosófica.

2.3.- Fundamentación Filosófica.


La historia de Occidental muestra la tradición filosófica de la moral, que se
evidencia en los filósofos de la antigua Grecia del siglo VI al siglo II a.C, que
reflexionaron sobre el ser humano y su sentido último en la vida. Son, Socrátes

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y Aristóteles, los grandes filósofos griegos que sistematizan en la felicidad como
el fin último del hombre a partir de la práctica de virtudes, necesarias para lograr
la Eudaimonia o felicidad, tan indispensable para obtener la realización de la
persona.
“Para Sócrates y Aristóteles, la praxis humana es virtuosa sólo si es capaz de
valorar éticamente el poder de la política a través de la frónesis. Es la “conciencia” de la
virtud de un buen obrar, acerca de la verdad y sus contradicciones o negaciones, lo que
se sobrepone a la “fuerza” de la pura racionalidad del poder. La ética, entonces, nace,
como la praxis, de una condición de vida a partir de un sujeto o colectivo social, que
dota de sentido universal y trascendente a tipos o clases de valores que están asociados
con la prudencia, la justicia, el bien, la igualdad, la libertad. Se resiste y se subleva frente
a cualquier tipo de “valores” con tendencias a la coacción o represión de la voluntad,
obediencia o consentimiento. En ese aspecto la ética, que versa sobre valores humanos,
de alguna forma busca su reconocimiento en las prácticas individuales y/o colectivas
entre las personas que comparten y conviven esos valores, asumidos mediante normas
de vida donde los principios que legislan los valores éticos declaran el respeto a la
identidad y diversidad propias de la pluralidad de las conductas humanas” (Márquez-
Fernández, 2011, pág. 2).

A continuación, argumentaremos sobre la virtud como aspecto que compete a la


ética como estudio sistemático de la moral teórica y práctica.

2.3.1.- La Virtud.
Proviene del griego areté, y designa que un objeto es bueno, excelente,
adecuado, apto, y por lo que se refiere a su función específica, a su tarea,
prestación o capacidad elevada. E igualmente, del latín virtus que representa lo
viril, la fuerza de carácter, el dinamismo, la valentía, entre otras relacionada a la
esencia y cualidad, conducta, y comportamiento de la persona que al obrar logra
efectos benéficos en la sociedad por la práctica de virtudes.
La ética como filosofía práctica de la vida, denomina a las virtudes como "criterios
normativos para ejercer nuestras actividades y para el uso de nuestros bienes, y
aunque no son sólo eso, ya que, en cuanto hábitos, poseen además una
dimensión afectiva y otra disposicional”. (Rodríguez, 2010, pág. 100)
Según Rodriguez, el hombre virtuoso es bueno porque la facultad de su razón
(logos) se halla en una buena disposición y por eso utiliza bien su capacidad
especifica moral en los diversos ámbitos de la vida. Por tanto, la virtud peculiar
del hombre es la buena disposición de la facultad de la razón. Ya Platón resaltó
la función de las cuatro virtudes como la prudencia, la fortaleza, la templanza, y
la justicia. Mientras que la tradición cristiana hizo propia dicha doctrina (desde
Ambrosio se dio el nombre de virtudes cardinales), y añadió las tres virtudes
teologales: fe, esperanza y caridad. Además, Tomás de Aquino concede mayor
peso a la justicia por el hecho de desligarla de la pregunta primaria por la vida
feliz, planteada bajo la perspectiva de ética de la virtud.
Así mismo, Aristóteles sobre la virtud expresa: “no basta con conocerla sino que
hemos de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos de alguna
otra manera”. (Aristóteles, 2014, pág. 294), e igualmente, “el hombre bueno y
que vive orientado hacia lo noble obedecerá a la razón, mientras que el hombre
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vil, que desea los placeres debe ser castigado con el dolor, como un animal de
yugo”. (Aristóteles, 2014, pág. 296). Sin embargo, Kant argumenta que
“Contemplar la virtud en su verdadera figura no significa otra cosa que
representar la moralidad despojada de todo lo sensible y de todo adorno,
recompensa o egoísmo”. (Kant, 2007, pág. 40).
Como resultado de la formación ética y moral, la familia y sociedad adquiere
seres humanos virtuosos, por ende, felices, al construir la familia y sociedad
desde la vivencia y práctica de valores, evitan a toda costa hacer y permanecer
en el mal que degrada el aspecto antropológico del ser humano en su
pensamiento y acciones. Así, “el hombre que ha de ser bueno debe ser bien
educado y adquirir los hábitos apropiados, de tal manera que pueda vivir en
buenas ocupaciones, y no hacer voluntaria ni involuntariamente lo que es malo,
esto será alcanzado por aquellos que viven de acuerdo con cierta inteligencia y
orden recto y que tengan fuerza.” (Aristóteles, 2014, pág. 297).
Inteligencia y buen obrar, que según Aristóteles es necesaria para diferenciar y
clarificarse frente a la moral teórica y fáctica argumentada desde el estudio de la
ética.

2.3.2.- La ética en relación a la Moral Teórica y Moral Práctica.


La ética argumenta que la moral teórica visualiza los preceptos y valores que se
afirman en el discurso moral, los mismos que deben estar en sintonía y
coherencia con el comportamiento apacible del grupo social. De lo contrario, si
no coincide el discurso con la praxis moral aparece la doble moral2, que permea
en la construcción del ser humano corrupto.
Así, es necesario que el acto moral para ser bueno o malo, necesita del motivo,
del fin determinado, del medio utilizado; y, además que el acto sea consumado,
entonces, se debe determinar si las consecuencias de tal acto, son a favor o en
contra de la persona que ejecuta la acción, y evaluar las consecuencias de la
misma en la otra persona que la recibe.
Por tal razón, el ser humano debe comprender por qué los demás actúan como
lo hacen, y reflexionar sobre aquellos actos que no permiten la realización de la
persona y su felicidad como, por ejemplo, el maltrato a los demás, la destrucción
del medio ambiente, etc. Intensiones, necesidades o intereses a partir del cual,
se genera la acción y sus respectivas consecuencias, así:
“Los motivos, aquello que nos impulsa a actuar o a perseguir un determinado fin,
como las intenciones, la conciencia del fin de la acción y la decisión de
alcanzarlo, son elementos constitutivos del acto moral, al igual que lo es la
deliberación y posterior elección que tal decisión suele suponer. Solo cuando se
han tenido en cuenta estos factores es cuando alcanzan calidad moral los
factores objetivos, esto es, el empleo de los medios y los resultados o las
consecuencias” (García, 2014, pág. 14)

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La doble moral es la incapacidad del ser humano de no aplicar en la práctica familiar o social la filosofía
moral que expone a un grupo de personas dentro de una institución o empresa.

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El estudio de la ética concuerda que la moral practicada de manera coherente
es la moral en acción, o hecho moral, es decir, cuando se actúa desde los valores
y normas de comportamiento que conllevan al acto moral libre, voluntario y
responsable teniendo como referencia la formación ética en “los principios
morales”, que son quienes guían, el comportamiento de las personas para
fortalecer la formación integral del ser humano, y que se fundamenta en el
siguiente apartado.

2.3.3.- Los principios morales.


La ética en relación a los principios morales los conceptualiza como: “normas de
conducta propias que la misma persona ha asumido y por las cuales rige sus
actos”. (María Josefina Vidal Ledo, 2016, pág. 1). Principios y normas de
comportamiento que tienen su base formativa en la familia, para luego ponerlos
en práctica en la sociedad, con el fin de beneficiar a la alteridad y a quien ejecuta
la acción porque fortalece las relaciones interpersonales y evita malograr la
imagen y dignidad de los demás.
Por consiguiente, mantener las buenas relaciones desde la práctica de valores
fortalece la libertad, la voluntad, y la autonomía de la persona en la toma de
decisiones. Ante lo cual, Kant resalta que: “la autonomía del ser que por estar
dotado de razón y libertad le es decente inclinar su voluntad sólo a principios
originados en su racionalidad y libertad, y hacerlo desinteresadamente, sin
desear ningún premio o temer algún castigo” (Sierra, 2006, pág. 59).
La autonomía del sujeto, según Sierra, guiado por la razón práctica logra la
competencia y apego a la ley moral universal que se fundamenta en el ámbito
de las reglas y normas sociales que la cultura ha reglamentado por medio de las
leyes jurídicas del Estado.
Leyes y derechos que un Estado promulga con el fin de regular, desde la
autoridad vigente, su cumplimiento por la vía correctiva de la sanción a quienes
lo incumplan; logrando que la convivencia social sea justa, democrática y el paz,
donde “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión.
Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e
ideas de toda índole” (Liponezky, 2014, pág. 9)
Las leyes jurídicas construyen un Estado de Derecho donde: “toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende
la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o
artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección". (Liponezky, 2014,
pág. 9).
La ética, por tanto, promueve la elección y decisión responsable del ciudadano
que debe afianzarse en algunos principios éticos sociales como son: el principio
de libertad, responsabilidad, bien común, de respeto, tolerancia, justicia e
igualdad, que serán profundizados en el siguiente apartado.

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2.3.3.1.- Principio de Libertad.

La ética sostiene que el principio de libertad, se constituye en la capacidad del


ser humano de decidirse a favor o en contra de una determinada acción o
conducta por medio de la voluntad. Entonces, la libertad se construye de manera
efectiva a partir del desarrollo cerebral y psíquico de la persona, quien logra
desde sus primeros años experimentar que, a mayor libertad, mayor
responsabilidad y la capacidad de amar y ser amado.
Libertad fundamentada en la responsabilidad, es decir, la capacidad de atribuirse
acciones correctas. Así, el hecho y la esencia de la libertad se capta en la
creación del bien, la justicia, y la paz porque mientras más libre es la persona,
mejor ciudadano se experimenta.
Desde la libertad se puede argumentar, entonces: “Sin querer no hay nada
querido, y sin algo querido no hay querer. Conocer y querer son las dos formas
de realización de la persona. En su raíz ambas se compenetran recíprocamente.
Solo una cosa conocida como buena puede ser querida; y son formas previas
del querer humano los impulsos, las añoranzas, y las aspiraciones. A partir de
ahí se forman deseos concretos. Sin esta base de libertad no se produce ningún
querer. Pero el mero deseo no es todavía un querer; media entre ambos la
decisión libre, la libertad, por la que escojo alguno de los deseos que quiero
realizar o no. Acción que puede tener dos formas, la de proporcionar realidad a
nuestros deseos o bien por la propia acción, o bien mediante la incitación a otras
personas para que las realicen. Por consiguiente, los hombres libres llegan a ser
liberales, y éstos son quizá los más amados, porque son útiles y lo son en el dar”.
(Aristóteles, 2014, pág. 103)
Además, “la libertad humana a partir de, la libertad como estructura, tiene su
adonde, tiene su quehacer, tiene un norte al que orientar su navegación; es decir,
tiene una ética como contenido a cumplir”. (Garate, 1995, pág. 16)
Libertad que va acompañada de la responsabilidad, muy necesaria e
indispensable para un correcto uso de esta.

2.3.3.2.- El principio de Responsabilidad.


La responsabilidad es la capacidad que tiene la persona de ser consciente de
las consecuencias de sus actos, reconociendo al otro como igual en dignidad y
merecedora de respeto. Desde esta perspectiva, nuestros actos y decisiones
tendrán como finalidad el cumplimiento de los compromisos asumidos y de los
acuerdos establecidos, buscando siempre el bienestar de los demás.
La responsabilidad además incluye ser “corresponsable con”, el cuidado de la
vida del otro, de los demás, de la naturaleza como bien común de todos, espacio
donde nacemos, vivimos, crecemos, nos alimentamos, reproducimos y morimos;
de quien nos beneficiamos con sus productos y materia prima.

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Corresponsabilidad que conlleva a todos sentirnos responsables de nuestras
acciones y decisiones, ante las cuales, se debe asumir las consecuencias de
nuestros actos. Así como, la persona tiene una responsabilidad moral
compartida, y reciproca en relación con los demás y con el medio ambiente. Por
tanto, ser irresponsable significa no cumplir con las normas y principios que
deben guiar la acción, la misma que es asumida con ligereza y permisividad que
llevan a consecuencias nefastas para la comunidad, familia o sociedad.
Así, la responsabilidad asumida debe estar justificada en el ámbito moral, ante
lo cual, se demuestra o no ser responsable. Por ejemplo, la responsabilidad
social, está en relación a la participación ciudadana desde donde “participo con
responsabilidad política en la elección del representante de gobierno” (Asamblea
Nacional, 2008). (Artículo 83)
Por otro lado, en la aplicación de los valores, tenemos la responsabilidad
ecológica de cuidar y proteger a nuestro planeta Tierra, antes de que sea
demasiado tarde y la humanidad perezca y toda la vida que nos rodea; por eso
Hans Jonas presentó el principio responsabilidad donde expresa:

“La frontera entre «Estado» (polis) y «Naturaleza» ha quedado abolida. La


ciudad del hombre, que antaño constituía un enclave dentro del mundo no
humano, se extiende ahora sobre toda la naturaleza terrenal y usurpa su lugar.
La diferencia entre lo artificial y lo natural ha desaparecido, lo natural ha sido
devorado por la esfera de lo artificial, y, al mismo tiempo, el artefacto total —las
obras del hombre convertidas en mundo, que actúan sobre él y a través de él—
está engendrando una nueva clase de «naturaleza», esto es, una necesidad
dinámica propia, con la que la libertad humana se confronta en un sentido
totalmente nuevo. En otros tiempos podía decirse fiat iustitia, pereat mundus,
«hágase la justicia y perezca el mundo», donde «mundo» significaba,
naturalmente, el enclave renovable situado en un Todo que nunca sucumbiría.
Habiéndose convertido ahora en una posibilidad real la destrucción del Todo por
actos del hombre —sean esos actos justos o injustos—, tales palabras no
pueden ya ser pronunciadas ni siquiera en sentido retórico. Cuestiones que
nunca fueron materia de legislación penetran en el campo de las leyes de que
ha de dotarse la «ciudad» a fin de que haya un mundo para las generaciones
humanas venideras” (Hans, 2014, pág. 54).

Principio de responsabilidad que transciende el ser humano hacia la


conservación de la vida existente en nuestro contexto cultural- social, atribuidos
como bien común de todos.

2.3.3.3- Principio del Bien Común.


El principio de Bien común es la intensión clara y justa de utilizar, cuidar, proteger
y compartir voluntariamente los recursos humanos y ecológicos que son
patrimonio cultural, social y ecológico de las futuras generaciones y que no
pueden ser usurpados como bien personal o particular.
De esta manera, desde la Ética Social, la finalidad del Bien Común permite “vivir
bien” porque se respeta y promueve el valor de la persona, procurando su
bienestar y felicidad como si fuera el bien propio y el bien social constituido en:
11
“mi bien es que usted realice y promueva su propio bien y felicidad”, o “mi
felicidad está en que usted construya su propia felicidad y la de los demás”. Así,
“no se honra, en efecto, al que no proporciona ningún bien a la comunidad, pues
el bien común se otorga al que favorece a la comunidad, y el honor es un bien
común.” (Aristóteles, 2014, pág. 244)
Bien común que al trascender a la conservación del ecosistema se convierte en
un bien supremo que beneficia y protege la vida de las futuras generaciones.

2.3.3.4.- Principio de Respeto a la Libertad del otro.


Respetar la libertad de la persona, es comprender que la libertad personal
termina cuando comienza la libertad del otro; es decir, que no se puede imponer,
manipular o chantajear a otro a realizar o ejecutar alguna acción que no sea
permitida o consensuada por la persona.
Consenso que conlleva la realización de la vida virtuosa que exige ser atendida
como buena y elegida como tal y no impuesta, porque lo forzado no realizará al
sujeto que la realiza. “Nadie es feliz involuntariamente”. (Aristóteles, Ética a
Nicomáquea III,5). Así en relación con los actos, cada uno deber ser autónomo
y responsable de los mismos.
Por eso, valorar al otro significa respetar su libertad, y contribuir a su desarrollo
integral, aplicando la tolerancia como forma de aceptar la diferencia del otro.

2.3.3.5.- Principio de Tolerancia.


El principio de tolerancia se constituye en la apertura y aceptación de la alteridad
que se caracteriza por ser diferente, y por contribuir al bienestar y madurez de la
persona. Así, la Tolerancia se establece en el respeto a la libertad y diferencia
de los demás, para no interferir en su desarrollo emocional y social, siempre y
cuando las acciones del otro se presenten como justas y equilibradas y
contribuyen al realce y valor de la dignidad del otro.
El principio de tolerancia, además, al no aplicarse genera graves conflictos al
interior de las sociedades, haciendo difícil la realización del buen vivir. Por tanto,
es necesario reconocer que: “el principio de la tolerancia se enmarca dentro de
la libertad de conciencia y los limites basados en el interés común en el orden y
la seguridad que ella tiene, esto, porque el Estado no se puede preocupar de
doctrinas filosóficas y religiosas, sino que regula la búsqueda que hacen los
individuos de sus intereses conforme a principios elegidos en una situación inicial
de igualdad y esta limitación es escogida en la posición original”. (Álvarez, 2016,
pág. 35).
Tolerancia humana que no implica indiferencia ante los problemas y crisis
sociales que se presentan en la sociedad y en los diversos imaginarios sociales,
donde se presenta el desafío de tratar a los demás con igualdad y justicia.

12
2.3.3.6.- Principios de Justicia e Igualdad.
La justicia es la capacidad de tratar al otro por igual, y es la práctica virtuosa de
tratar al otro como nos gustaría que nos traten a nosotros mismos. Además, el
principio de igualdad es comprometerse en respetar al otro en sus diferencias
existenciales para no discriminar por condición social, religiosa, sexual, o de
alguna índole o tendencia política.
Principios que en la Constitución Política del Ecuador, del 2008 en la Sección
primera sobre los Principios de la participación, en el Art. 95 expresa que:
“Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de
manera protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de los
asuntos públicos, y en el control popular de las instituciones del Estado y la
sociedad, y de sus representantes, en un proceso permanente de construcción
del poder ciudadano. La participación se orientará por los principios de igualdad,
autonomía, deliberación pública, respeto a la diferencia, control popular,
solidaridad e interculturalidad” (Asamblea Nacional, 2008). La participación de la
ciudadanía en todos los asuntos de interés público es un derecho, que se
ejercerá a través de los mecanismos de la democracia representativa, directa y
comunitaria.
Como reza la Constitución 2008, la igualdad entre personas nos lleva a lo justo
donde “lo equitativo, si bien es mejor que una cierta clase de justicia, es justo, y
no es mejor que lo justo, como si se tratara de otro género.., así lo justo, y lo
equitativo son lo mismo, y aunque ambos son buenos, es mejor lo equitativo”.
(Aristóteles, 2014, pág. 157)
Principios personales que constituyen la ética de mínimos y son una referencia
de los principios éticos sociales o ética de máximos que permiten una excelencia
social, profesional y por consiguiente la felicidad y el buen vivir de la sociedad.
Una vez tratada la fundamentación antropológica y filosófica de la ética, se
argumentará la conceptualización de la misma desde el lenguaje moral, y el
hecho moral, teniendo en cuenta que la ética es la ciencia filosófica que estudia
la moral.

3.- La Ética y Conceptualización.


3.1.- Lenguaje Moral

En el lenguaje común, hablamos de personas éticas y morales, de bueno y malo,


de lícito e Ilícito, de justo e injusto, de personas virtuosas y de personas viciosas.
Igualmente existen personas eruditas que tienen un alto conocimiento teórico y
conceptual sobre cuestiones éticas, y pueden dar excelentes discursos morales,
pero en la práctica no coinciden con la coherencia de sus actos y costumbres,
así aparece la doble moral, es decir, que existe la disonancia entre los discursos
éticos y la práctica axiológica.

13
Por tanto, es necesario conceptualizar desde el nivel filosófico la confusión que
generan etimológicamente la moral con la ética, para tener una claridad
conceptual, ante lo cual se plantea la diferencia entre las mismas.

3.2.- Ética y Moral.

El término ética proviene del griego ethos, que significa costumbre. La definen
como “La doctrina sobre las costumbres”, por tanto, es el estudio sistemático de
esas costumbres en relación a la moral. Ética, que como filosofía de la moral,
indaga, cuestiona, reflexiona y conceptualiza sobre la misma; así, la definen
como la “Teoría de la moral”, o como la ciencia filosófica que se ocupa de los
valores morales en sus distintas formas.
La moral, en cambio, proviene del latín mos, moris, que significa costumbre
personal en relación con las normas de comportamiento que establecen la
distinción entre lo bueno y lo malo como criterio de perfección humana. Por tanto,
la moral hace referencia a las costumbres y normas de comportamiento que
posee una persona en familia y sociedad.
Costumbres y valores morales que son aprendidos en las instituciones que
permiten la interiorización de principios y normas como son la familia, la escuela,
la iglesia, el estado, los medios de comunicación; que a nivel general se
caracterizan por ser centros educativos de una sociedad que en el contexto
cultural sustentan, critican, y promueven la educación moral y ética.
Avalados en García, se argumenta la diferencia entre ética y moral: “la Ética se
referiría así al suelo firme, al fundamento de la praxis, a la raíz de donde brotan
todos los actos humanos. Es el desde donde de la acción. Ethos como
contraposición a pathos, es decir, hábito y costumbre frente a lo inmodificable
por la voluntad del ser humano… El término moral, por su parte, es el conjunto
de reglas o normas adquiridas por hábito y dirigidas a la formación de aquello
que es más propio de una persona, de su modo de actuar”.” (García, 2014, pág.
9).
Una vez, clarificados en la conceptualización y diferencia entre moral y ética, se
presenta el hecho moral a través del cual, se reconoce o no a una persona moral
o ética.

3.3.- El Hecho Moral


El ser humano en la vivencia y práctica de sus acciones se muestra como una
persona moral o inmoral, lo que exige ser consciente del valor y la norma que
aplica en relación consigo mismo y a los demás. Así en efecto, si la “Moral se
refiere al conjunto de normas de acuerdo con las cuales los hombres orientan
sus vidas; los hechos morales son tanto los de la conducta y vida interior de cada
ser humano individual, como los que se vinculan a fines, normas y conductas de
grupos e instituciones”. (Colegio24hs, 2004, pág. 5)

14
Normas de conducta que dictan el proceder de las personas a nivel de mínimos
y máximos. Situación, ante la cual, Adela Cortina manifiesta que en la sociedad
se aplica una Ética de máximos, es decir, un niño que todo lo que ve, aprende
un valor aplicado en la familia como el respeto, el saludo a los mayores, que es
interiorizado, practicado y valorado en la relación con los parientes. Así, todo
niño aprende a respetar a los padres y personas mayores, observando en los
adultos este valor; y éstos a la vez por fuerza moral, exhortan practicar este valor
del respeto a la sociedad.
Situación moral coherente que produce la práctica axiológica de valores que se
desarrolla en el proceso de crecimiento psicológico y físico de la persona. Por
eso, existe el refrán, “educa a un niño en valores para que, en un futuro próximo,
la justicia legal no tenga que penalizar y encerrar a un adulto vicioso, pervertido
y corrupto”. Los valores, entonces, en la práctica del ambiente familiar se
denomina ética de mínimos, y éstos al ser expresados en sociedad constituye la
ética de máximos donde se hace posible la experiencia axiológica de Occidente3.
Práctica moral que se constituye en “el conjunto de actos concretos efectuados
por el hombre de acuerdo con la moral dominante en una sociedad determinada”.
(Fregoso, 2008, pág. 47). Que a partir de esto se constituye en una cultura de
paz, de justicia y solidaridad o, lo contrario, en una cultura con violencia social.
Clarificados en la conceptualización de la ética, la moral y el hecho moral, se
continuará con la fundamentación de la ética a nivel de los principios sociales
desde donde se argumenta filosóficamente sobre el diagrama ético social y el
desarrollo la ciudadanía y la práxis ética.

4.- Ética y principios sociales.


4.1.- Los principios morales en la sociedad.
La aplicación de principios morales no es un proceso deductivo, sino una
actividad del juicio práctico reflexivo. Los principios morales representan un
conjunto de valores que orientan y norman la conducta de una sociedad
concreta. Los valores que orientan la sociedad son la honradez, la bondad, la
solidaridad, la lealtad, la templanza, la fortaleza, la puntualidad, la justicia y la
Igualdad.
La sociedad aplica las normas de comportamiento porque la conducta de las
personas está relacionada a la acción que realizan y desarrollan. Es en sociedad
donde la persona actúa como ciudadano. Y ser buen ciudadano implica formar
la razón teórica y práctica de la persona desde la niñez, etapa de la vida donde
se interiorizan muchas normas y conductas morales como, por ejemplo, el saludo
a los mayores; y el que ingresa por la puerta, entra saludando.
Es al niño al que debemos formar la conciencia moral de respeto al otro, ser
tolerante ante la diferencia; actuar con respeto en las relaciones personales, a
ser agradecido, a pedir un favor; y, por último, formar la razón moral implica,

3
Occidente es la situación geográfica mundial que relaciona a toda persona que vive en Europa, y
América.

15
educar en pensamientos positivos como: ¡sí puedo, soy capaz, lo lograré, soy
feliz¡, con la finalidad de gestar una persona segura de sí misma, de su
autoestima elevada, y de sus capacidades cognitivas.
El adulto y el joven tienen el deber y la responsabilidad de formar, educar y cuidar
a la niñez, en coherencia entre lo que se dice y se hace, no enseñar a mentir, y
corregir para que sus intereses no sean contrarios al bien de la familia y de ésta
en relación socio-cultural, política y económica donde pueda ejercer los valores
aprendidos y que se desarrollan en el diagrama ético-social.
El diagrama Ético- Social, desarrollará de forma sistemática y sintética, los
diversos niveles de la axiología que permiten fundamentar una jerarquía de
valores aplicables a la realidad del ciudadano actual, el mismo que abarca de
forma interactiva las diferentes aplicaciones de la ética con la finalidad de ver
congruencia en los valores.

Diagrama Ético, axiológico Social.

Diagrama 1: Ética y Axiología Aplicada. Autor: Jumbo Ítalo

El diagrama ético – social que su primer nivel, el ético religioso, tiene como
finalidad la de instituir el principio de caridad para establecer vínculos sociales
con las demás personas en relación de tolerancia y respeto a la dignidad del ser
humano, lo que conllevará la plenificación y realización del proyecto de vida
según la fundamentación cristiana del amor al prójimo.
El nivel segundo, relacionado al ético social debemos asumir el valor de la
puntualidad para evitar contratiempos, esto en relación con los principios de
tolerancia, y justicia social que contribuyen a relaciones fuertes de amistad a
nivel del trabajo y la sociedad. De esta manera, construir la justicia social es la

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capacidad de “un hombre que actúa justamente por elección, y obra justamente
si solo obra voluntariamente.” (Aristóteles, 2014, pág. 152). En relación a lo
tecnológico, lo ideal es elegir la tranquilidad asumida por el valor del ahorro, que
conlleva evitar gastos indebidos y superfluos del dinero, y por bienestar personal
no caer en el círculo vicioso de consumo y endeudamiento por estar a la moda
con las innovaciones tecnocientíficas.
En el tercer nivel, ético político se establecen los valores de libertad y paz, a
partir del fortalecimiento de los principios de la participación, caridad, respeto, la
verdad y la justicia aptos para cada sociedad. Esta cultura de paz, que se
fortalece a nivel político, conllevará la vivencia de los deberes y derechos
teóricamente existentes entre las personas y lo normalmente reglamentado en
la sociedad, y en cuya inoperancia y violación se debe recurrir a un uso
responsable de las leyes jurídicas para penalizar, sancionar y obligar a la
persona infractora al cumplimiento de las mismas.
Por último, en el nivel ético ecológico, se debe fortalecer el principio de
responsabilidad en relación con el cuidado y defensa del medio ambiente, como
casa y bien común de todos, que tenemos que proteger y conservar los recursos
naturales no renovables para el uso de las futuras generaciones. En lo posible
dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos.
Solo entonces, el diagrama ético –social, en su cumplimiento moral permitirá a
los ciudadanos asumir deberes y derechos que deben cumplir por medio de los
códigos de ética, que en la actualidad han tomado importancia y relevancia
institucional; por lo cual, serán desarrollados en los próximos capítulos como
éticas aplicadas que estarán en relación con las instituciones que las representan
en la pluralidad de profesiones, por ejemplo: la ética del comunicador, la ética
del ingeniero, la ética del educador; la ética religiosa, etc; es decir, la ética obliga
a la actualización de normas y deberes en torno a la reflexión y análisis del hecho
moral de las personas en sociedad.
Solamente en la sociedad, el ciudadano se constituye en un ser político, que
tiene el deber de integrar diversas formas de participación ciudadana que le
desafía a crecer como persona y, por tanto, desarrollar códigos de ética que le
permitirán desde “el deber ser” evaluar el ejercicio de la ciudadanía en su práxis
ética.

4.2.- Ciudadanía y praxis ética.


La ciudadanía se forma en la célula social, la familia, donde se aprende los
principios y valores que darán origen a una nueva persona, y ciudadano que
respeta la alteridad y cuida su identidad social, cultural, económica y política.
Desde esta situación, y necesidad formativa axiológica, es importante la
formación académica universitaria que tiene el deber de formar al ciudadano,
futuro profesional, en el aprendizaje que plantea la UNESCO en relación a
aprender a conocer, a convivir, aprender a ser y, aprender a actuar, en relación
al fortalecimiento de las habilidades y destrezas; pero además debe aprender a
aprender en relación a mejorar sus actitudes, lo que significa, orientar el proceso

17
y forma de pensar de manera correcta y positiva. Por consiguiente, presentamos
el diagrama “Desarrollo integral ético de la persona”, que presenta el proceso
ético que debe asumir la persona para constituirse en un buen ciudadano.
El Filósofo Jorge Duque Linares, en su libro actitud positiva (Duque Linares,
2011, págs. 30-35), plantea que todos los seres humanos generamos
pensamientos e ideas, sean éstos positivos o negativos; lo cual conlleva a un
sentimiento a partir del pensamiento generado. Igualmente, este sentimiento sea
positivo o negativo, conlleva una decisión correcta o incorrecta, la misma que se
expresa en la realización o no de la acción lícita o ilícita. La acción permite
construir habilidad, que con el paso del tiempo genera un hábito o costumbre,
que desemboca en una actitud positiva o negativa dependiente del proceso que
se desarrolló en la formación de este. Por consiguiente, todo este desarrollo
cognitivo y psicológico de la persona, ha construido cultura, y es en la misma
donde el ciudadano ejerce ser bueno o malo, dependiendo de su
comportamiento y conducta en relación con los demás y, en la posibilidad activa
o pasiva de participación política y ciudadana.
Gráficamente, presentamos lo expuesto, sobre el pensamiento, sentimientos,
decisiones, acciones, hábitos, costumbres, actitudes, cultura, Estado y política,
que se han desarrollado y se asumen o no, lo que conllevará a deberes y
derechos a partir de compromisos éticos de la ciudadanía.

1.- Pensamiento- inquietud


2.-Sentimientos: emociones
3.-Decisión:racional o pasional
4.-Acción: razonada o emocional
5.-Hábito: positivo o negativo
6.-Costumbre: personal y social
7.-Actitud: positiva o negativa
8.-Cultura: de paz o de guerra
9.-Estado: avalado por el ciudadano
10.-Politica: y leyes según el pueblo

Diagrama 2: Desarrollo Integral ético de la persona. Autor: Ítalo Jumbo

La formación académica tiene el deber de forjar personas morales y éticas; por


tanto, toda institución académica debe plasmar en su misión y visión, el deber
ser del futuro egresado y graduado, que se constituye en honesto y buen
ciudadano. Así se argumenta que: “Las instituciones de educación superior
deben contribuir a que los futuros profesionales desarrollen una visión y sentido
moral, que pueda guiar su práctica y refleje en sus acciones un conjunto de

18
valores (responsabilidad, solidaridad, sentido de la justicia, servicio a otros). Ello
obliga a preparar a los profesionales, y especialmente a los educadores, a
comprender las complejidades éticas y morales de su papel, para tomar
decisiones informadas en su práctica profesional”. (Bolívar, 2006, pág. 120)
La formación académica en relación con la aplicación del Código de ética
contribuirá a corto, mediano y largo plazo, superar las actitudes de injusticia,
pobreza y corrupción con el fin de permear una sociedad más inclusiva, libre
fraterna y en paz. Siendo necesario que cada institución revise o reestructure su
sentido de ser. Así entonces:
“La reestructuración de las carreras universitarias y de la misión de la universidad
del siglo XXI ofrece una oportunidad institucional para rediseñar los planes de
estudio, configurando esta institución como una experiencia de vida que
contribuye, decididamente, al desarrollo moral de los estudiantes. Si las
competencias son recursos personales, en el núcleo de esos recursos están los
valores, aun cuando sea una competencia que se sitúa en un orden diferente.”
(Bolívar, 2006, pág. 119)
Finalizamos nuestra argumentación antropológica y filosófica de la ética y la
moral, planteando la urgente necesidad de fortalecer la formación académica
desde la axiología, capaz de constituir personas éticas que promuevan desde la
operatividad profesional un bagaje de valores que se proyecten en la
operatividad social desde donde se promueven la justicia social, el bien común
y la solidaridad fraterna.

5.- Conclusión:
La Formación axiológica, ética y la moral son la brújula que guían el timonel del
barco, constituida en luz que encausa y orienta a la persona, que se diferencia
del animal por estar siempre en constante desarrollo cognitivo, y moral, para
configurarse como buena o mala persona dentro de la familia, la sociedad y la
empresa. Así, por experiencia, decimos, que solo la práctica de las virtudes,
desde la vivencia de valores, nos darán el pasaporte hacia el éxito y la realización
personal, profesional y ciudadana que contempla una vida feliz y en paz; porque
hemos nacimos para amar y ser felices, por consiguiente, tenemos la obligación
y el deber moral y ético de amarnos y, dar felicidad de forma recíproca a quienes
están en relación con nosotros, de quien la sociedad espera nos constituyamos
en seres humanos virtuosos y excelentes profesionales con el agregado de
buenos y honrados ciudadanos.

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