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Desde Sócrates, la filosofía ha tratado de responder una gran cuestión que juega un
papel esencial en los hombres de todos los tiempos: ¿cómo hemos de vivir? ¿cuál es el
camino hacia una vida buena, esto es, hacia una vida feliz? Cada pensador ha respondido a
su manera, sin embargo, algunos se contraponen en lo respectivo al papel del placer ¿Cómo
Por un lado, San Agustín propone que la felicidad ya la hemos conocido todos los
hombres a través del alma, por lo cual aquí juega un papel fundamental la memoria. Es útil
recordar la fuerte influencia de la filosofía platónica que encontramos en San Agustín. Con
lo que respecta al papel de la memoria, vale decir que maneja postulados muy similares a
conocimiento que ya habíamos adquirido. Y así, en San Agustín, sucede con la felicidad. El
filósofo plantea que todos los hombres desean la felicidad y la única manera para desear
algo con tanto fervor es que ya se haya conocido. Es decir, plantea que la felicidad es una
suerte de recuerdo, es algo que ya el alma había vislumbrado. (San Agustín, 1990)
Pero, ¿cómo concibe San Agustín la felicidad? Se vale de igualar el deseo del gozo
con el deseo de la felicidad en tanto se desea de manera común en los hombres ambas, sin
toda verdad. Pero es una verdad en sí misma, una verdad que se ama por sí misma, no por
sus consecuencias que no siempre son premios de parte de dios, sino que tienen un carácter
Dios es aquello que habita en la memoria puesto que cada hombre, según Agustín,
a verdad se encontró en ella misma, que habita en nosotros. El autor afirma que seremos
felices cuando “todo nuestro ser se abrace con dios” lo cual nos permite intuir que este
esperado momento por el anhelo de los hombres se llevará a cabo en la otra vida, cuando el
San Agustín considera que vivir en sí mismo es una prueba como consecuencia de las
múltiples dificultades que se presentan en la vida y que han de ser toleradas. Sin embargo,
dios manda una suerte de herramientas para poder superar la prueba de vivir. Una de dichas
“Toda mi esperanza no está más que en tu gran misericordia. Dame lo que mandas y
manda lo que quieras. Nos mandas que seamos continentes. Pero comprendiendo
que no podría poseer la continencia –dice el sabio—si Dios no me la daba, entendí
que también esto mismo era fruto de la sabiduría, saber de quién es este don. Por la
continencia, en efecto, volvemos a juntarnos y congregarnos en la unidad de la que
nos habíamos derramado hacia muchas cosas.” (San Agustín, 1990, p. 270-271)
Considera que, a través de la continencia de los placeres, de la concupiscencia del alma,
podemos aproximarnos más a dios, a la verdad, que es lo mismo que aproximarnos más a la
Por otro lado, el epicureísmo considera que el placer es la felicidad, entendido como
una impasibilidad del alma. El camino que se debe recorrer a través de la meditación tiene
como objetivo despojar del miedo y reemplazar este sentimiento por otro más deseable: la
aquello que nos propenderá más placer. Es decir, juega un papel fundamental saber
distinguir entre los placeres que a largo plazo nos conducirán a dolores mayores y los
eligen todos los placeres y no necesariamente se rechazan todos los dolores. Se optará por
a Meneceo)
Agustín: consiste tanto de medios para alcanzar la felicidad como del significado de este
fin. Para San Agustín, tal como se enuncio en líneas anteriores, el fin es alcanzar la
felicidad, esto es alcanzar a dios que es la verdad que hace verdad todas las verdades. Por
otro lado, para Epicuro, el fin es el placer que concibe como la ataraxia. El medio para
alcanzar el fin en San Agustín consiste en la abstinencia de los placeres, el no permitir que
la parte concupiscible del alma domine todo nuestro actuar y nos aleje de esa manera de
para los epicúreos es la felicidad (el placer), constituye un obstáculo para la consecución de
su concepción de felicidad. Un punto de contacto entre las dos posturas constituye el papel
las Confesiones de San Agustín se puede inferir que la reflexión es necesaria para reconocer
placer. Para los epicúreos, la reflexión es necesaria para librarnos del miedo de lo incierto y
poder de esa forma alcanzar la tan anhelada tranquilidad que constituye lo que esta escuela
REFERENCIAS