El siguiente paso hacia la libertad se relaciona con las costumbres
pecaminosas. Las personas atrapadas en el ciclo vicioso de pecar- confesar-pecar-confesar quizás tengan que seguir las instrucciones de Santiago 5:16: «Confesaos unos a otros vuestros pecados, y orad unos por otros de manera que seáis sanados. La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho». Búsquese a una persona justa que le apoye en oración y a quien le pueda rendir cuentas. Otros quizás sólo necesiten la seguridad expresada en 1 Juan 1:9: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad». La confesión no es decir «lo siento», sino más bien, «lo hice». Ya sea que necesite la ayuda de otros o sólo tenga que rendirle cuentas a Dios, ore de la siguiente manera: Amado Padre celestial: Tú nos has dicho que nos vistamos del Señor Jesucristo y que no hagamos provisión para satisfacer los malos deseos de la carne (Romanos 13:14). Reconozco que me he entregado a las pasiones carnales que combaten contra el alma (1 Pedro 2:11). Te doy gracias que en Cristo mis pecados me son perdonados, pero he pecado contra tu santa ley y le he dado al enemigo la oportunidad de luchar en mis miembros (Romanos 6:12–13; Santiago 4:1; 1 Pedro 5:8). Vengo ante tu presencia para reconocer estos pecados y en busca de tu limpieza (1 Juan 1:9) para ser libre de la esclavitud del pecado. Ahora te pido que reveles a mi mente las maneras en que he transgredido tu ley moral y he contristado al Espíritu Santo. Te lo pido en el nombre precioso de Jesús. Amén. Las obras de la carne son numerosas. Quizás quiera abrir su Biblia en Gálatas 5:19–21 y orar a través de estos versículos, pidiéndole al Señor que le revele sus pecados específicos de la carne. Es nuestra responsabilidad impedir que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales al no utilizarlos como instrumentos de iniquidad (Romanos 6:12, 13). Si lucha contra los pecados sexuales habituales (pornografía, masturbación, promiscuidad sexual) o si experimenta dificultades sexuales e íntimas en su matrimonio, ore de la siguiente manera: Señor, te pido que traigas a mi memoria cada uso sexual de mi cuerpo como instrumento de iniquidad. Te lo pido en el nombre precioso de Jesús. Amén. Conforme el Señor le traiga a su memoria cada uso sexual de su cuerpo, sea que fuera víctima (de violación, incesto o cualquier otro abuso sexual) o que haya participado voluntariamente, renuncie a cada ocasión: Señor, renuncio a (mencione el uso específico de su cuerpo) con (nombre a la persona) y te pido que rompas esa atadura. Ahora dedique su cuerpo ál Señor con la siguiente oración: Señor, renuncio a todos estos usos de mi cuerpo como instrumento de iniquidad y al hacerlo, te pido que rompas toda atadura que Satanás ha traído a mi vida a través de esa relación. Confieso mi participación y ahora te presento mi cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a ti, y reservo el uso sexual de mi cuerpo sólo para el matrimonio. Renuncio a la mentira de Satanás de que mi cuerpo no es limpio, que es sucio o de alguna manera es inaceptable como resultado de mis experiencias sexuales anteriores. Señor, te doy gracias porque me has lavado totalmente y me has perdonado, y que me amas y me aceptas incondicionalmente. Por lo tanto, puedo aceptarme a mí mismo. Y decido hacerlo: a aceptarme a mí mismo y mi cuerpo como limpios. En el nombre de Jesús. Amén.