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A 43 años del golpe genocida, memoria y resistencia en el Alto Valle¿?

En la madrugada del 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas destituyeron


al Gobierno constitucional de Isabel Perón y tomaron el poder. Instauraron el
llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, que llevarían adelante desde
1976 hasta el 10 de diciembre de 1983, día de asunción del Gobierno de Raúl
Alfonsín. Pero la reacción comenzó mucho antes.
El golpe militar de 1976, fue gestado por las fuerzas armadas, los grupos
empresarios, la iglesia y la colaboración de integrantes de partidos políticos
burgueses. Distintos sectores de la clase dirigente argentina diseñaron el
golpe militar para derrotar a una clase trabajadora que se organizaba través
de las coordinadoras interfabriles, poniendo en jaque a las burocracias
sindicales y al gobierno de Isabel de Perón que aplicaba un fuerte ajuste. No
es casual que el Gobierno Nacional se reuniera con las Fuerzas Armadas, un
año antes del golpe y que luego de esa reunión se hallan habilitado dos
decretos nefastos como: el 2.270 que conformó un Consejo de Seguridad
hegemonizado por las Fuerzas Armadas y el 2.272 que ordenaba el
“aniquilamiento de la subversión”.

Tanto así que previo al golpe, la democracia burguesa, fue el régimen de la


violencia contrarrevolucionaria que organizó bandas paraestatales como la
Triple A, financiada, armada y organizada durante el gobierno del general
Perón y su ministro de seguridad social López Rega con el objetivo de
quebrar la alianza de clase entre el movimiento obrero y la juventud,
aniquilando así la vanguardia y sembrando el terror.

Pero no sólo actuaron los grupos parapoliciales, las Fuerzas Armadas


irrumpieron en el país con la misión de arrasar con todas las actividades de
miles de hombres y mujeres que se organizaban social y políticamente o a
través de tareas comunitarias.
En la región, las acciones militares se desplegaron de manera encubierta y
sistemática, en el marco de contención de la Subzona 5.2, que tenía su centro
de operaciones en la Sexta Brigada de Montaña de Neuquén. Las torturas,
golpes picanas y todo tipo de vejaciones se daban en ese sitio, durante los
traslados y en el centro clandestino de detención conocido como la escuelita,
dicen que su nombre se debe a que, en ese lugar, “enseñaban a hablar” a los
detenidos donde los mantenían secuestrados, atados de pies y manos a
camas cuchetas en un pequeño galpón de chapa, a unos 15 metros de ésta,
donde se llevaban a cabo las sesiones de torturas. Según la Fiscalía Federal de
Neuquén, el primer registro del uso de La Escuelita como lugar de torturas
data de la noche del miércoles 8 de junio de 976, desde entonces, y hasta
que fuera desmantelada entre julio y septiembre de 1978, pasaron al menos
90 víctimas, de las cuales 32 permanecen desaparecidas.

Cabe destacar que en la región existían 14 centros clandestinos, en Cipolletti


la comisaria 24 ubicada en calle Roca, actualmente denominada comisaría
4ta y la comisaria del mismo número en Cutral Co, la delegación neuquina de
la Policía Federal. En la zona Andina existía un “circuito” que involucraba la
comisaría segunda del Centro Cívico, el escuadrón 34 de gendarmería
(Bariloche) y en El Bolson la comisaria 12 y el escuadrón 35 de gendarmería.
En Viedma: La Casona, hoy actual Secretaría de Derechos Humanos, como asi
también la comisaria primera y la escuela de cadetes, ubicadas también en la
capital rionegrina. Otros sitios que funcionaban en Cinco Saltos, Sierra
Grande y General Roca, se transformarían ésa misma noche del golpe en
centros clandestinos de detención y tortura (CCDT).

Para no olvidar

Cuando la UNCO aún era provincial a mediados de los 70, el movimiento


estudiantil comienza a organizarse con el objetivo de nacionalizarla, lo cual es
concretado en el 72. En 1974 se promulga la Ley Universitaria, que en sus
artículos mantiene la prohibición a las actividades políticas. Sobre esa base,
luego de la muerte de Perón, asume Oscar Ivanissevich, quien da comienzo a
la “Misión Ivanissevich” del gobierno peronista, como parte de un “plan para
‘eliminar el desorden’ en la Universidad y producir su depuración ideológica,
las ideas marxistas y de izquierda. Sin dudas que la decisión de poner al
frente de la Universidad Nacional del Comahue y la Universidad Nacional del
Sur (Bahía blanca) como interventor simultaneo a Dioniosio RemusTeto, un
rumano fascista integrante de la guardia de hierro, quien, durante su
mandato de 9 meses en la UNCO, no solo cesanteó a más 140 trabajadores,
sino que además de la mano de Raul Guglielminetti, coordinaba el accionar
de triple A en el Alto Valle y realizaba el servicio de inteligencia en la región.
Durante su paso como interventor, abrió el período represivo que continuó la
dictadura militar a partir de 1976. Aquellos jóvenes estudiantes, docentes y
no docentes con ideales y fuerza serian, entrada la dictadura, el blanco de la
represión, persecución, secuestro y desaparición. El plan sistemático y
siniestro de las fuerzas de seguridad de aniquilamiento de la vanguardia
estudiantil.

Los trabajadores del Hospital Cipolletti, docentes y municipales también


fueron blanco del terrorismo de estado más grande que perpetuo el gobierno
genocida para apagar la unión obrera estudiantil que comenzó a gestarse por
los 60 donde se llevó a cabo la noche de los bastones largos, durante el
gobierno de Ongania, la rebelión del Mayo Francés del 68 o en los 70, con el
rosariazo o el Cordobazo. Esta política no se revirtió con los gobiernos
peronistas que le siguieron si no que se profundizo como mencionamos más
arriba con la “misión ivanissevich”. El golpe genocida del 76 fue parte de un
plan del gobierno de Estados Unidos en toda Latinoamérica, para aniquilar a
la vanguardia de la clase trabajadora que comenzaba a desbordar al
peronismo y a organizarse con el movimiento estudiantil.

El pasado y la actualidad tienen sus hilos de continuidad, por eso a 43 años


del golpe genocida: el plan siniestro para disciplinar a los trabajadores, las
mujeres y la juventud, marchamos nuevamente junto con las madres y
abuelas de plaza de mayo del alto valle, que siempre se mantuvieron
independientes de todos los gobiernos. Denunciando el punto final, la
obediencia de vida y los indultos; repudiando el discurso de reconciliación
gritando bien fuerte “Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación” con las fuerzas
armadas y denunciando a Milani, genocida puesto a cargo de las fuerzas.
No solo marchamos por la impunidad de ayer, sino también por la de hoy.
Contra el ajuste y la represión que quiere imponer FMI, el Gobierno de Macri
y los gobernadores, con el solo objetivo de empobrecer a las mayorías
trabajadoras y engrosar las ganancias del capital financiero y el
empresariado. Marchamos contra la represión de un Estado que mantiene
intacto el aparato represivo de la dictadura y que mantiene ocultos sus
archivos.
Juicio y castigo a los responsables de la desaparición forzada seguida de
muerte de Santiago Maldonado. Justicia por Rafael Nahuel y castigo a los
responsables de su asesinato.
Seguimos movilizados en el marco del EMVyJ, porque debemos sostener la
independencia política de todos los gobiernos y los partidos patronales.
Estos 24 marchamos y levantamos bien alto las banderas de los 30.000
desaparecidos porque seguimos resistiendo y porque vamos a seguir
organizándonos y luchando desde nuestros lugares de estudio y en las calles
junto a los trabajadores para cambiar este sistema de raíz".

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