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Francesco Tonucci, pedagogo y dibujante

"Muchas veces la escuela no se relaciona con la vida"

Hace más de 35 años, buscando un modo de comunicar sus ideas de manera más directa a un
público más amplio, el pedago go italiano Francesco Tonucci delineó sus primeras viñetas
disfrazado tras el seudónimo de Frato. De la mano de la ironía, Tonucci / Frato pudo ingresar a
la escuela, provocándola para que se ría un poco de sí misma.

En su última visita a la Argentina, Francesco Tonucci habló de sus principales preocupaciones


en torno a la niñez, que tienen que ver con la soledad y la falta de autonomía de movimiento
de los niños, problemas que desde hace más de diez años propone solucionar multiplicando
por el mundo su proyecto "Ciudad de los Niños".

Su vocación por la infancia, que se despliega en una vasta serie de publicaciones, lo hizo
merecedor del nombre de "niñólogo". Y aunque afirme que con sus viñetas busca generar una
"complicidad entre adultos", no puede dejar de sentirse satisfecho al constatar que los niños y
las niñas saben que él y sus dibujos están de su lado.

- ¿Cómo empezó a dibujar viñetas?

- Las viñetas son la herencia de una pasión que tengo desde siempre, no tanto de dibujante
sino de pintor. Mis primeros recuerdos de escuela son dibujos en una pizarra grande. Soy de
un pueblo sobre el Adriático, Fano, y hacía muchos dibujos sobre la playa. Los pintores de mi
pueblo me regalaban tubos de óleo y yo los aprovechaba para hacer pequeños grabados.

Después, mi camino no fue el arte sino los estudios universitarios. Y a fines de los 60, mientras
en el movimiento estudiantil buscábamos maneras más directas para comunicarnos con la
gente - y pensábamos en formas de autocrítica hacia el mundo de la investigación, que estaba
muy encerrado en una actitud autorreferencial-, las viñetas me parecieron un modo de abrir la
comunicación a un público más amplio. Así, aproveché unos dibujos que estaba haciendo para
unos tests infantiles de psicología. Cuando empecé, pensaba que esto no era algo tan digno de
realizar ni por un artista ni por un investigador, por lo cual me disfracé detrás de un
seudónimo: Frato.

Quería señalar dos cosas. Por un lado, que las viñetas pudieron entrar en la escuela, que no es
un mundo abierto a la ironía y la sátira humorística. Este es un éxito raro, porque las viñetas se
reconocen y la escuela acepta reírse de sí misma. Por otro lado, las viñetas llegaron a ser un
instrumento de formación profesional para maestros y maestras. En España se adoptan casi
como libros de texto de magisterio; muchos profesores han usado y siguen usando mis viñetas
para empezar cursos, para estimular a los estudiantes, hasta en los exámenes.

- Usted dijo que la escuela no está acostumbrada a la ironía. ¿Cuál cree que es actualmente el
lugar del humor en la educación?

- Creo que cuando esto se consigue, estamos en un buen sitio. Hay una viñeta que dibujé hace
much o s años que describe esto: un maestro le dice a una colega: "Mira la última viñeta de
Frato", y la maestra la observa y dice: "Sí, ja, ja", empieza a reírse y dice: "A mí también... a mí
también....¿a mí también? ¡Cómo se permite este señor decir estas tonterías!". Lo que intenté
fue develar un poco qué significa la ironía; nos suscita una sonrisa, pero puede producir
distintas reacciones, desde el enfado o el decir: "Es verdad, a mí también, lo reconozco,
tenemos que cambiar algo". Estas son distintas reacciones posibles, creo que todas son
buenas, porque provocar una reacción agresiva puede ser interesante.

-¿En qué se inspira al hacer las viñetas?

-Varias veces me preguntaron esto. Cuando contesto esta pregunta, normalmente invento
algo, por honestidad. Cuando una idea se ha hecho clara, puede producir una viñeta. Una
viñeta es un resumen o una concentración, en pocos trazos, de un concepto que a veces es
muy complejo y que puede provenir de la investigación, de la observación, de los comentarios
de los maestros. Un ejemplo de esto es una de las viñetas más intensas que dibujé, que
comprime un concepto muy complejo, que es el tema de la evaluación: Hay ocho caras de
niños y niñas, y una cara de adulto; la maestra evalúa diciendo: "Ana es desordenada", "Pedro
es tímido", etcétera. La penúltima viñeta dice: "Solo Luis es normal. Firmado: la maestra", y
Luis es la imagen especular de la maestra, son idénticos. Esta es una síntesis gráfica que me
parece bien solucionada y es el resultado de nuestras investigaciones. Para nosotros, el normal
es el que se nos parece más; el distinto es malo, preocupante y tenemos que recuperarlo,
¿recuperarlo a qué? A la normalidad, es decir, hacerlo como nosotros. Yo siempre lo digo: la
viñeta es como una píldora, un concentrado. Produce una intuición, no ayuda a hacer un
recorrido, pero lo puede suscitar, movilizar, motivar. Muchas viñetas salen de anécdotas que
me cuentan. La del sol, por ejemplo, es otra viñeta que ha tenido bastante éxito porque
resume una problemática muy compleja a nivel educativo escolar. La madre le pregunta al
niño: "¿Cuál es tu opinión: el Sol gira alrededor de la Tierra o la Tierra gira alrededor del Sol?".
El niño responde: "El Sol gira, la Tierra está quieta". La madre se enfada y le dice: "¿Pero qué te
explicaron en la escuela?". "En la escuela me explicaron que el Sol está quieto y la Tierra es la
que gira, pero ¿tú qué querías saber, lo que me han explicado en la escuela o lo que pienso
yo?". Esto me lo contó un amigo francés, y yo aproveché para hacer una viñeta que toca el
tema del doble camino entre la escuela y la vida. Muchas veces, la escuela no se relaciona con
la vida y se queda en un camino paralelo. De este modo, recibimos una cantidad de
conocimientos que repetimos correctamente dentro de la escuela, pero fuera de la escuela
seguimos pensando otra cosa. Esto es muy grave, porque significa que la escuela no entra en la
personalidad del alumno sino que se superpone.

- ¿ Cuáles cree que son los problemas centrales vinculados con la infancia, en la actualidad?

-Son muchos. Una de las diferencias más fuertes entre ser niño hace 40 o 50 años y hoy, es que
antes los niños no sabían casi nada y hoy saben todo. Y frente a este enorme crecimiento de la
capacidad de información, ha descendido totalmente la autonomía de movimiento. Esto
significa que los niños no saben hacer casi nada, no tienen la experiencia de moverse, de
practicar el espacio y el tiempo, de vivir la experiencia y la emoción de la aventura, del
descubrimiento, del riesgo y del placer. Todo el proyecto de la Ciudad de los Niños nace con la
preocupación de restituir la ciudad a las niñas y a los niños.
Por otro lado, un problema muy importante para los niños respecto de la formación escolar es
que la escuela sigue siendo una escuela para pocos. Si el tema de la autonomía de movimiento
es un tema básico para los niños más desarrollados, este es el tema básico para los niños más
pobres y que tienen más problemas socioculturales y socioeconómicos. Yo creo que en toda
reflexión escolar debe estar la idea de que la escuela sea para todos. Esto significa muchísimas
cosas distintas: por ejemplo, los niños deberían ir a la escuela con placer, cada uno debería
reconocer la escuela como "su" propia escuela. Al contrario, creo que la mayoría de los niños
siguen pensando que la escuela adonde concurren es la escuela a la que tienen que ir. Tercero,
esta escuela sigue siendo una escuela para pocos, para los hijos "inteligentes" y que tienen
buena familia. Los que no tienen una motivación, los que no tienen una familia atrás, siguen
fracasando. Es común escuchar frases como "Lo siento, señora, pero su hijo no me sigue", "No
está interesado, no tiene bases, tendría que recuperar". Son todas frases impresionantes, que
deberían constituir un delito porque, ¿qué significa "No me sigue"?, ¿quién tiene que seguir a
quién? Yo creo que la escuela debería seguir a los niños y no los niños seguir a la escuela. En
pocas palabras, una escuela para todos debería reconocer a todos los niños el derecho a llevar
consigo todo lo que saben. La escuela debería empezar siempre con la escucha y no con la
propuesta. Doy la palabra porque estoy interesado en saber lo que piensan mis alumnos, y
todo lo que piensan lo ponemos en la mesa y empezamos a trabajar. Trabajamos sobre lo
suyo, no sobre lo mío.

-¿Qué piensa como "niñólogo" acerca de las hipótesis del "fin de la infancia"? ¿Estos niños que
saben demasiado, que descolocan a los adultos, están diciendo que se acabó la infancia?

-En efecto, hoy los niños tienen dificultades para vivir la infancia porque, por un lado, acceden
a conocimientos adultos de una forma muy precoz; y por otro lado, se quedan inmaduros
porque no desarrollan capacidades autónomas de moverse, arreglarse; por lo cual llegan a la
adolescencia con una cabeza enorme y con brazos y piernas pequeñitas. Esto significa que la
infancia ha cambiado; yo creo que hoy la infancia está presa, no desaparecida. Si la dejamos,
vuelve. Esta es la experiencia que siempre encontramos en el proyecto de la Ciudad de los
Niños. Nosotros proponemos que los niños vayan a la escuela sin ser acompañados por
adultos. El éxito es impresionante, porque esto produce bienestar social y seguridad en la
ciudad. Los padres suelen tener miedo de que los niños salgan a la calle porque hay
inseguridad. Al contrario, si van afuera producen seguridad. Por otro lado, los niños que se
mueven solos recuperan también una manera de vivir la infancia. Dos aspectos siempre me
llamaron la atención. Los niños que van solos al colegio son más puntuales que los demás, se
hacen cargo. El otro aspecto divertido es que esta pequeña autonomía se transforma en un
espacio social que los niños disfrutan. Los niños de Roma se organizan para llegar un cuarto de
hora antes a la escuela, para jugar juntos enfrente. Cuando se les pregunta por qué les gusta
tanto ir a la escuela solos, muchos contestan: "Porque así podemos hablar entre nosotros". Por
lo cual, yo creo que no es verdad que la infancia está perdida, sino que está presa y tenemos
que liberarla. La infancia vuelve si las condiciones lo permiten.

-Una última pregunta, ¿cuando dibuja se siente un poco niño?

-Cuando dibujo como pintor, con frecuencia me siento niño; pero cuando dibujo viñetas, al
contrario, me siento muy adulto. Me siento un adulto que se comunica con sus colegas
adultos, buscando una manera más directa para transmitir algo. Las viñetas son un hecho de
complicidad entre adultos; yo confío a otros adultos algo que he pensado, que he vivido. En
varias oportunidades, la gente me ha dicho que estas viñetas, que son tan simples, dibujadas
apenas, sin color, les gustan mucho a los niños. Yo creo que aquí también ellos se dan cuenta
de una complicidad: se dan cuenta de que estos dibujos están de su parte, y esto, como
siempre, les gusta a los niños y a las niñas.

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"La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet." La


definición, llamada a suscitar una fuerte polémica, es del reconocido pedagogo italiano
Francesco Tonucci. Pero si la escuela ya no tiene que enseñar, ¿cuál es su misión? "Debe ser el
lugar donde los chicos aprendan a manejar y usar bien las nuevas tecnologías, donde se
transmita un método de trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y
se aprenda a cooperar y trabajar en equipo", responde.

Para Tonucci, de 68 años, nacido en Fano y radicado en Roma, el colegio no debe asumir un
papel absorbente en la vida de los chicos. Por eso discrepa de los que defienden el doble turno
escolar.

"Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios", explica Tonucci, licenciado en
Pedagogía en Milán, investigador, dibujante y autor de Con ojos de niño, La ciudad

de los niños y Cuando los niños dicen ¡Basta!, entre otros libros que han dejado huella en
docentes y padres. Tonucci llegó a la Argentina por 15a. vez, invitado por el gobernador de
Santa Fe, Hermes Binner, a quien definió como "un lujo de gobernante".

Dialogó con LA NACION sobre lo que realmente importa a la hora de formar a los más chicos y
dejó varias lecciones, que muchos maestros podrían anotar para poner en marcha a partir del
próximo ciclo escolar.

Propuso, en primer lugar, que los maestros aprendan a escuchar lo que dicen los niños; que se
basen en el conocimiento que ellos traen de sus experiencias infantiles para empezar a dar
clase. "No hay que considerar a los adultos como propietarios de la verdad que anuncian
desde una tarima", explicó.

Recomendó que "las escuelas sean bellas, con jardines, huertas donde los chicos puedan jugar
y pasear tranquilos; y no con patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más
que descarga explosiva para niños sobreexigidos".

Y que los maestros no llenen de contenidos a sus estudiantes, sino que escuchen lo que ellos
ya saben, y que propongan métodos interesantes para discutir el conocimiento que ellos traen
de sus casas, de Internet, de los documentales televisivos. "¡Que se acaben los deberes! Que la
escuela sepa que no tiene el derecho de ocupar toda la vida de los niños. Que se les dé el
tiempo para jugar. Y mucho", es parte de su decálogo.
De hablar pausado y de pensamiento agudo, Tonucci transmite la imagen de un padre, un
abuelo, un educador que aprendió a ver la vida desde la perspectiva de los niños. Y recorre el
mundo pidiendo a gritos a políticos y dirigentes que respeten la voz de los más pequeños.

-¿Cómo concibe usted una buena escuela?

-La escuela debe hacerse cargo de las bases culturales de los chicos. Antes de ponerse a
enseñar contenidos, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta
rica: un espacio placentero donde se escuche música en los recreos, que esté inundado de
arte; donde se les lean a los chicos durante quince minutos libros cultos para que tomen
contacto con la emoción de la lectura. Los niños no son sacos vacíos que hay que "llenar"
porque no saben nada. Los maestros deben valorar el conocimiento, la historia familiar que
cada pequeño de seis años trae consigo.

-¿Cómo se deberían transmitir los conocimientos?

-En realidad, los conocimientos ya están en medio de nosotros: en los documentales, en


Internet, en los libros. El colegio debe enseñar utilizando un método científico. No creo en la
postura dogmática de la maestra que tiene el saber y que lo transmite desde una tarima o un
pizarrón mientras los alumnos (los que no saben nada), anotan y escuchan mudos y aburridos.
El niño aprende a callarse y se calla toda la vida. Pierde curiosidad y actitud crítica.

-¿Qué recomienda?

-Me imagino aulas sin pupitres, con mesas alrededor de las cuales se sientan todos: alumnos y
docentes. Y donde todos juntos apoyan, en el centro, sus conocimientos, que son
contradictorios, se hacen preguntas y avanzan en la búsqueda de la verdad. Que no es única ni
inamovible.

-¿Cuál es rol del maestro?

-El de un facilitador, un adulto que escuche y proponga métodos y experiencias interesantes


de aprendizaje. Generalmente los pequeños no están acostumbrados a compartir sus
opiniones, a decir lo que no les gusta. Los docentes deberían tener una actitud de curiosidad
frente a lo que los alumnos saben y quieren. Les pediría a los maestros que invitaran a los
niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus
animalitos, todo lo que hace a su vida infantil. Y que juntos salieran a explorar el afuera.

-Varias veces usted ha dicho que la escuela no se relaciona con la vida. ¿Por qué?

-Porque propone conocimientos inútiles que nada tienen que ver con el mundo que rodea al
niño. Y con razón éstos se aburren. Hoy no es necesario estudiar historia de los antepasados,
sino la actual. Hay que pedirles a los alumnos que se conecten con su microhistoria familiar, la
historia de su barrio. Que traigan el periódico al aula y se estudie sobre la base de cuestiones
que tienen que ver con el aquí y ahora. Esto los ayudará a interesarse luego por culturas más
lejanas y entrar en contacto con ellas.

-¿Cómo se puede motivar a los alumnos frente a los atractivos avances de la tecnología: el
chat, el teléfono celular, los juegos de la computadora, el iPod, la play station?
-El colegio no debe competir con instrumentos mucho más ricos y capaces. No debe pensar
que su papel es enseñar cosas. Esto lo hace mejor la TV o Internet. La escuela debe ser el lugar
donde se aprenda a manejar y utilizar bien esta tecnología, donde se trasmita un método de
trabajo e investigación científica, se fomente el conocimiento crítico y se aprenda a cooperar y
trabajar en equipo.

-¿Es positiva la doble escolaridad?

- En Italia llamamos a este fenómeno "escuelas de tiempo pleno". La pregunta que me surge
es: ¿pleno de qué? Esta es la cuestión. La escuela está asumiendo un papel demasiado
absorbente en la vida de los niños. No debe invadir todo su tiempo. La tarea escolar, por
ejemplo, no tiene ningún valor pedagógico. No sirve ni para profundizar ni para recuperar
conocimientos. Hay que darles tiempo a los niños. La Convención de los Derechos del Niño les
reconoce a ellos dos derechos: a instruirse y a jugar. Deberíamos defender el derecho al juego
hasta considerarlo un deber.

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Categórico, crítico y claro en cada concepto, el reconocido psicopedagogo, Francesco Tonucci


habló con El Diario de la República para explicar cuándo, cómo y por qué el sistema educativo
es cada vez más aburrido. Además, reveló qué giro debería hacer la escuela y cuál es la
principal pregunta y respuesta que el profesor le tiene que plantear a los alumnos.

—Desde el escritorio de los maestros ¿qué cambios se dieron?

—En los años ’60, ’70 y ’80, en Italia, España y también en Argentina, era frecuente que los
maestros se preocupen por el ambiente en concreto. Y había prácticas como el texto libre,
donde el niño tenía que contar su experiencia privada. Así se tenían instrumentos de
comunicación donde los niños llevaban a sus casas los resultados del trabajo escolar. Es decir,
había un rol más de investigación. Pero eso se perdió. Incluso ahora hay un fuerte conflicto
entre la institución y la familia.

—Antes el “responsable” de la mala nota era el alumno, y no el profesor…

—Porque si me ocurría algo malo en la escuela, era porque algo había hecho, y ahí había un
castigo, incluso físico. Hoy se vive la experiencia contraria: la familia se pone como un defensor
del niño en todos los casos, sin importar qué pasó realmente. Y cada vez es más frecuente ver
que el joven cae con una mala nota y el padre le dice: “Mañana voy y lo arreglo”. Como si
fuera una amenaza.

El tema es que todo esto la educación lo vive muy mal. Pero la culpa es compartida. Por un
lado, la familia asume actitudes agresivas, y por el otro, la escuela sigue sin encontrar la
manera de abrir una nueva relación.

—¿Cuándo empezó a quebrajarse el sistema?

—Hay que entender que la escuela era para pocos. Al finalizar la primaria, a los 11 años, los
padres tenían que decidir si sus hijos seguían la secundaria, para luego ir a la universidad, o si
directamente empezaban a trabajar. Claro que las familias de mayor poder adquisitivo y
formación cultural seguían, mientras que el resto ya pensaban en que trabajen como obreros o
artesanos.

Bajo este contexto, el sistema estaba preparado para chicos con un nivel sociocultural alto,
donde ya en sus casas recibían una buena formación de base, con padres que les leían, que los
ponían a ejercitarse, que los acompañaban a dormir con una lectura o los llevaban a
conciertos, al teatro. Y de repente se da una reforma democrática muy importante, por los
años ’60, donde se amplió la obligatoriedad escolar hasta los 14, y el sistema nunca se
interrogó cómo hacer para que sea accesible y adecuada para todos.

—¿Ya desde esa época se mantuvieron los programas, la metodología y las currículas?

—Claro. En lugar de reflexionar sobre su papel, ofreció lo mismo para todos. Y esto produjo un
desastre, porque los niños de nivel más bajo no estaban preparados para eso. Por ejemplo:
hasta el día de hoy, hay chicos que tienen las bases y saben qué significa leer y escribir,
entienden el valor de estos lenguajes. Mientras que el resto, que es la gran mayoría, no lo
comprenden. Por ello es que los pobres son los que expulsan generalmente, los que fracasan,
los que abandonan.

—¿Y cuál es el papel que tiene que cumplir la escuela?

Debe ser un instrumento básico para equilibrar las diferencias que se dan desde el nacimiento
de los ciudadanos.

—¿Pero el atraso o el aburrimiento en el aula también tiene que ver con la metodología de
enseñanza?

—Como dice García Márquez, uno puede nacer escritor, bailarín, periodista, investigador o
artesano, y no saberlo de entrada. El papel de la educación es ayudarnos a descubrir qué
queremos ser, para así dedicarnos con toda nuestra alma y esfuerzo, para ser los mejores en
eso. Creo que esto es la garantía para que mañana sea un adulto feliz, porque la felicidad es
poder realizar eso para lo cual nacimos. Pero para eso se debe reconocer que cada uno de
nuestros hijos o alumnos tienen un ámbito de excelencia.

—¿Hasta qué punto la escuela incentiva la creatividad?

—Hay un concepto muy descriptivo que dice que los niños tienen 100 lenguas, 100 manos, 100
maneras de pensar, jugar, inventar y soñar. Pero les roban 99. ¿Y quién se las saca?, bueno, la
escuela, claro, ofreciendo poco.

Prácticamente, por lo menos en las sociedad occidentales, se les pide a los alumnos que sepan
escribir, contar y aprender algo de ciencias, y nada más. Por lo cual, no sabemos si nacieron
para bailar, cantar, dibujar o investigar. Todos estos dominios quedaron afuera, no entran en
la competencia e interés del sistema, cuando en realidad debería ofrecer un abanico amplio de
lenguajes y maneras de encontrar diversos caminos.

—¿Por qué es tan difícil cambiar estos modelos tan cuestionados?, ¿es posible todo esto o
hablamos de una utopia?
—Y… Habría que cambiar las leyes, pero no reformando la escuela. Porque muchos
modificaron los horarios, la arquitectura, los libros, los programas, pero dejan prácticamente
igual la propia escuela. ¡Y es la misma que hice yo hace décadas!

—Pero tiene que existir un punto de partida o una solución clara.

—El único camino que me parece posible, útil y eficaz es el de poner todo el trabajo en formar
buenos maestros. No necesitamos tantos programas, libros, sino contar con profesionales bien
preparados y seleccionados, porque no todos pueden ser buenos docentes.

Finlandia tiene muy buenos resultados en los rankings internacionales porque su selección de
maestros es muy rigurosa. Para llegar a estar al frente de la clase hay que tener las mejores
notas en todas las disciplinas, y a cambio, claro, garantizarle uno de los sueldos más altos de la
función pública.

Esto también tiene que alcanzar el nivel de especialización. Porque la formación de los
maestros en la universidad no puede seguir manteniendo ese esquema donde los alumnos
toman los apuntes que dice el profesor para el día del examen repetir lo que explicó,
posiblemente con sus mismas palabras. Esto produce un efecto desastroso porque en realidad
no aprenden lo necesario para ser buenos y luego despertar la creatividad en las escuelas. Y
por eso, el estudiante no ve la hora de terminar el ciclo para no recibir más eso en la vida.

—Pero el replanteo y rearmado del sistema tiene que hacerse desde las bases, desde el nivel
inicial...

—Mirá. Cuando un niño aprende hablar, lo hace con sus padres, especialmente con su mamá.
Y lo hace porque sabe que realmente vale la pena; al igual que su madre, quien rodea al
pequeño de palabras. Entonces, el niño si bien no la entiende, sabe que su mamá se está
comunicando con él, y lo motiva a aprender, para intercambiar un diálogo, aunque en sus
inicios le cueste un montón hacerlo.

Bueno, si tenemos esta gran experiencia, por qué hacemos todo lo contrario con el aprendizaje
de la escritura; por qué si escriben mal una palabra, va una mala nota o repiten. Es decir, si
esto lo hicieran con los bebés y niños chicos, directamente tendríamos una sociedad muda.

VIÑETA

En esta imagen se puede ver una fábrica de producción en serie de alumnos y alumnas
sonrientes y cada cual diferente. A través de las ventanas se puede ver como pasan
inconscientes por una cinta transportadora hasta llegar a una habitación donde a los alumnos
y alumnas les inyecta el material didáctico en la cabeza expresando que todos los niños y niñas
recibirán los mismos conocimientos y valores sin tener en cuenta las capacidades intelectuales
individuales de los alumnos y alumnas.

En la parte de arriba se ve como un encargado analiza los resultados de sus alumnos


queriendo expresar esta parte del dibujo es que el encargado (profesor) solo ve las
calificaciones sin tener en cuenta otras características como la forma de pensar, la habilidad
física o los sentimientos. Los aprenden lo que la escuela decide son expulsados de la escuela
como desechos. En ellos se incluyen niños con necesidades educativas especiales, niños
retrasados y niños que están en las drogas y el alcohol. Por la otra parte salen los que si han
aprendido lo que la escuela les ha enseñado. Todos son iguales, tienen la misma cara, son los
que posiblemente hagan una carrera y puedan vivir bien como buenos ciudadanos.

Por último he de destacar el cartel que pone "Prohibida la entrada al personal ajeno: padres,
periódicos, trabajo, política, sexo, cultura popular”. Este cartel expresa que este sistema
educativo está fomentando que no sea criticado por nadie y que nadie puede participar en la
educación de los niños y niñas.

Muchas de estas cosas de este sistema se sigue viendo en la actualidad. Por ejemplo, hoy día
se sigue clasificando a los alumnos y alumnas por la nota que sacan en sus exámenes. Es la
herramienta más importante tanto para profesores como para los padres para saber si su
hijo/a va bien en el colegio. Pero no todo en nuestro sistema educativo actual es malo ya que
en la actualidad se tiene en cuenta la diversidad, la integración, el desarrollo integral de la
persona.

Como docentes tenemos una misión importante que es enseñar a todos los alumnos y
alumnas atendiendo a sus necesidades educativas y sobre todo educándolos en valores,
hábitos, normas respetando sus ideas y sentimientos.

Esta viñeta se titula“La Máquina de la escuela” de Francesco Tonucci publicada en 1970. El


autor realiza aquí una crítica sobre el sistema educativo, de esa época, aunque algunas de las
cosas que aparecen reflejadas en este dibujo pueden ser odservadas en la actualidad
desgraciadamente .Opino que es una imagen muy expresiva ya que cada detalle tiene una
interpretacion.

Lo primero que me gustaría destacar de la viñeta son los niños que se ven que entrar en la
escuela, por la parte izquierda, donde hay una flecha que pone escuela obligatoria. todos estos
, como se puede obsevar son distintos y estan sonrientes..

A través de las ventanas podemos ver, niños colocados en una cinta transportadora, en la cual,
primero parecen inconscientes; para pasar posteriormente a una zona donde leen libros y otra
donde se les inyecta algo en la cabeza. Esas imágenes lo que quieren transmitir es, que todos
los niños, en la escuela pasarán por una serie de procesos iguales. Todos recibirán la misma
formación, contenidos, valores, y no se tendrá en cuenta las diferencias, ni las capacidades
individuales de cada uno.

En la cinta transportadora de la zona derecha, los niños que salen son todos iguales, dando la
sensación de que son robots. Niños que han sido preparados para vivir y actuar en la sociedad
de una manera determinada. Como pone en la flecha de abajo “para ser buenos ciudadanos”.

En la primera planta también podemos ver a un hombre, que parece que analiza unos
números. Este hombre representa a los profesores los cuales analizan los resultados de los
alumnos que van pasando por sus manos. Sólo ven sus calificaciones y por ellas juzgan a los
alumnos, sin tener en cuenta sus diferencias ni el proceso de aprendizaje que realizan.
En la parte superior del dibujo observamos un hombre que esta acercando hacia la escuela un
material didáctico con una grúa. Material que esta desorganizado y seleccionado por personas
ajenas al centro; por lo que no atenderá a las necesidades ni a la diversidad de los alumnos.

También hay que destacar el cartel que pone “Prohibida la entrada al personal ajeno: padres,
periódicos, trabajo, política, sexo, cultura popular”. Esto es una crítica a la falta de
conocimiento que se tiene de lo que se realiza en la escuela. Y que esto es fomentado por el
propio sistema, para que no pueda ser criticado ni cambiado.

Por último me gustaría comentar la tubería en la que pone deshechos, por la que salen niños,
junto al cartel de “clases diferenciales y especiales, retrasos, trabajo de menores, drogas, bar,
ignorancia”. Esto representan todos los niños que se salen de la norma, y que no cumplen los
requisitos de la escuela; a los cuales estarán marcados por la sociedad, al no ser igual a los
demás

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Hace aproximadamente treinta años, un profesional de la educación llamado Francesco


Tonucci, por medio de una viñeta titulada "La máquina de la escuela" hizo una fuerte crítica a
la escuela de esa época (1970). Me remito a ella por el siguiente motivo. En la última sesión
hemos tratado la temática del cambio de una óptica similiar, desde las propias organizaciones
entendidas como pequeñas culturas que no están aislada del entorno que les rodea. El
cometido del asesoramiento en las organizacións que quieren cambiar, se parte de las propias
inquietudes, necesidades e intereses de las personas implicadas, y aunque semejan ser
pequeños cambios -de una manera u otro- irán afectando de forma positiva a la organización,
al centro escolar.

Remitirme a esta viñeta tiene una razón importante. Como asesoras y asesores debemos
reflexionar sobre la práctica asesora, sobre las prácticas que se llevan a cabo en los centros
escolares, informarnos de las necesidades y expectativas que la sociedad deposita a las
escuelas, y al llegar a los centros escolares, transmitirle la importancia del trabajo colaborativo
y comunicativo, practicando esa ética del hablemos pero también del escuchemos para
coformar un planteamiento de mejora y cambio en el que se vean reflejadas aportaciones de
cada una de las personas implicadas.

En primer lugar, se debe tener clara que la crítica que pretende expresar Tonucci se ambienta
en una etapa distinta pero que, si nos detenemos a reflexionar, podemos encontrar ciertas
similutes con lo que aconte en la actualidad.

Podemos ver en un primer lugar, al alumnado diverso (diferentes intereses, motivaciones,


personalidades, conocimientos, niveles de aprendizaje, etc) que entra en el centro escolar
(haciendo un símil con una máquina, recordemos los planteamientos iniciales por los cuales se
crearon las escuelas). Ese alumnado se sitúa de forma pasiva, recibiendo unos conocimientos
que les son inyectados; hablamos por tanto no de una producción de conocimientos sino una
mera reproducción que alguien ha seleccionado como necesarios y suficientes para todo el
alumnado (homogeneidad), situándose como meros espectadores. Sin embargo, la escuela
fracasa en sus esfuerzos, por lo que tiene una vía de escape (tubo de desechos) para el
alumnado que no es capaz de adaptarse, de seguir ese ritmo, que tiene diferentes
capacidades, etc. Por esa vía de escape saldrían las clases especiales, los retrasos, la
ignorancia, etc.

Por otro, el alumnado que consigue asimilar lo enseñado sale del centro escolar (máquina)
como si hablásemos de meros robots, con unos conocimientos iguales. Sería la clase de
alumnado que estaría en condiciones para adaptarse de forma óptima a la sociedad (carretas,
cultura, dignidad, poder, bienestar,etc.). En sus inicios la escuela tenía una meta muy diferente
a las pretensiones actuales de la educación.

También se puede sustraer la nula comunicación que existe entre el personal que trabaja en la
escuela/máquina de la escuela. Al mismo tiempo que existe una jerarquía entre ellos, donde
los trabajadores/as o profesionales que se sitúen en escalones más bajos actúan conforme a
esa cadena de montaje.

Cumple también señalar el desecho del material didáctico de tipo, no siendo necesario para la
educación o, más bien, domesticación y sumisión.

Igualmente, también reivindica la prohibición de acceso la comunidad, calificándolos como


"personal ajeno", donde se incluye a: padres, periódicos, política, cultura popular. Se habla
entonces de un aislamiento de la escuela de su entorno próximo, como si no fuese ni necesario
ni adecuado la comunicación con la comunidad escolar y otros sectores implicados en la
educación.

En la actualidad, la situación ha cambiado -por suerte-, sin embargo, nos situamos ante la
misma estructura organizativa (tiempos marcados, espacios organizaciones de la misma
manera, alumnando organizado por edades, el timbre, etc.); algunos de los muchos de los
elementos desde los que debemos reflexionar tanto docentes como asesoras y asesores.

Debemos caminar a conseguir aprendizajes significativos (y alejarnos de la reproducción


sistemática). Debemos caminar acorde a los valores que proponemos (igualdad de
oportunidades, equidad), donde el sistema de evaluación final, sumativa no es ni útil para
formar y mejorar ni para atender a esa diversidad y riqueza de alumnado -hablamos de una
educación de calidad con todos y todas y para todos y todas-. Debemos contemplar
perspectivas distintas, en que los profesionales debemos tener nuestras responsabilidades y
funciones individuales, que los demás deben respetar y nosotros igualmente a las labores de
los demás. Otra esencial es el trabajo colaborativo de todos los agentes implicados en la
educación, formando verdaderas comunicades de aprendizaje, donde poder coimplicarse y dar
una coherencia interna y complementen las actividades profesionales indiduales que debemos
tener -marcadas por nuestro perfil profesional-. Igualmente debemos contemplar otras
miradas y disponernos para la escucha, entendiendo que la escuela es parte de la sociedad y,
de cualquier manera, debemos rendirle cuentas al igual que debemos satisfacer sus
necesidades y expectativas realistas y coherentes. En suma, debemos crear redes de trabajo
colaborativo para caminar todos en la misma dirección. Dirección que, tras reflexionar sobre
ella y debatirla, llegamos a consenso de que era la que todos queríamos.
Esta viñeta representa la escuela como la ve Tonucci: una fábrica o máquina. Compara la
escuela con una fábrica en al que entran todos distintos y salen todos iguales. Nada más entrar
se les quitan sus pertenencias, aquellas cosas que les hacen diferentes a los demás, aquello
que ellos tienen y otro no…Además, vemos como se les introduce el conocimiento a través de
una máquina a todo por igual, y por si fuera poco no utilizan ningún material didáctico, sino
que lo saca de esta “fábrica-escuela”.

Tonucci cree que en la escuela además se hace una clasificación. Podemos ver como hay unos
alumnos que no “valen” y se echan por el tubo de deshechos y se piensan que son casos
perdidos, apunta en el cartel: clases especiales, retrasos, ignorancia, drogas, etc.; mientras
tanto, los considerados buenos alumnos salen por la misma puerta de la carrera, de la cultura,
bienestar…pero todos iguales, como si fueran robots.

Otro aspecto que encontramos en la viñeta, es la inexistencia de comunicación entre las


distintas personas que trabajan en esta escuela, es decir, no hay comunicación en la
organización. Hay una persona que dirige todo desde arriba y otro trabajador que está situado
en un escalón más bajo (un puesto inferior), con el que no tiene comunicación.

Por último, Tonucci remarca que no hay una relación entre las familias y el resto de la sociedad
con la escuela: prohibida la entrada al personal ajeno: padres, periódicos, política, cultura
popular…Nadie externo a ella puede entrar, se encuentra aislada de todo lo que le rodea.

Valoración personal

Hay que tener en cuenta que está viñeta la hizo Tonucci en el año 1970 y desde entonces las
cosas han cambiado mucho. Creo que actualmente se trabaja por que la escuela sea
precisamente todo lo contrario a la representada aquí. Es verdad que durante muchos años la
escuela ha sido una fábrica en la que no se ha atendido a la diversidad, se ha intentado crear
un individuo estandarizado, no ha existido una comunicación entre las familias y la escuela, la
escuela no ha estado en relación con la sociedad, no se han tenido los recursos necesarios o se
han empleado…; pero creo que hoy en día la mayoría de estas cosas han cambiado, y otras se
está luchando por que cambien aunque a veces su puesta en práctica no se lleve a cabo.

Todos los aspectos que trata Tonucci en su viñeta son vitales para la escuela. Es necesario que
haya una buena organización, para ello debe haber una interrelación entre los distintos
profesionales que trabajan en ella, no deben trabajar aislados, sino apoyándose unos en otros.
Asimismo, la colaboración de las familias con la escuela es un pilar fundamental en el
aprendizaje de los alumnos. La escuela no debe ser una institución aislada del entorno en el
que está, sino al contrario entrar en contacto con la sociedad y atender a esa sociedad. La
escuela debe atender a las necesidades de los individuos que forman la sociedad en la que se
encuentra, debe atender a la diversidad. No debe pretender que todos los alumnos sean
iguales, e intentar que todos salgan de la misma forma y dirigidos en el mismo camino. Debe
tener en cuenta las peculiaridades de cada uno, las aptitudes y sacar de cada individuo lo
máximo. Para ello, el material didáctico es muy importante. Ahora tenemos muchos recursos y
medios para poder trabajar en las escuelas y conseguir que los alumnos logren el aprendizaje
aunque sea por distintos métodos. Debemos empelar todo aquello que esté en nuestras
manos para que la escuela no sea una fuente de exclusión, y conseguir que la escuela se
adapte a todos y no sea la escuela de unos pocos.

Los futuros maestros debemos concienciarnos y hacer todo lo posible por que la escuela no se
parezca a la representada en esta viñeta, sino que sea una escuela donde todos aprendamos y
tengamos un lugar en ella.

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