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Seguridad social y la reforma laboral.

Por Cádiz Mantilla

El Estado de Derecho se define como “aquel Estado cuyo poder y actividad están regulados y controlados por el
Derecho”1. Se trata de un Estado que se rige por la idea de la norma jurídica. Así, la seguridad jurídica, las relaciones
interpersonales o el resguardo de la propiedad privada deben ser garantizadas por el Estado por todos los medios, incluso,
si fuera necesario, con la aplicación de la fuerza. La doctrina liberal dio énfasis al proceso en el cual los derechos
negativos son incluidos dentro del cuerpo de las constituciones de los diversos países que empiezan a abrazar la doctrina
democrático-capitalista a lo largo del siglo XIX —de protección de las garantías individuales y de propiedad— y no los
derechos positivos —de participación ciudadana e igualación de las desigualdades económicas—, situación que se
recupera ya dentro del siglo XX en los debates sobre la ciudadanía, sostenidos entre liberales y republicanos. El Estado de
Derecho recupera la idea de una serie de derechos inalienables a los que el individuo no puede renunciar en su
constitución como ciudadano, derechos que son incluso anteriores a la construcción del Estado. Es así como el derecho del
trabajo surge en los inicios de la industrialización como respuesta a la cuestión social. Una descripción somera y
simplificada de ese proceso puede resumirse de la siguiente manera. En Europa, en el siglo XIX, el creciente desarrollo
industrial se produjo en condiciones de explotación de la clase trabajadora, ya que el liberalismo imperante permitió a los
empleadores fijar unilateralmente las remuneraciones y las condiciones de trabajo.

El trabajo constituye la actividad que opera como mediación entre la naturaleza y el hombre; expresa el esfuerzo
humano por regular sus relaciones con la naturaleza del tal modo que, transformándola, se constituye a sí mismo.
Asimismo, no se trata simplemente de generar gasto productivo para transformar el entorno y adaptarse a determinadas
condiciones con la finalidad de reproducirse. De hecho, el trabajo implica la capacidad humana para transformar los
recursos en medios para sí, adquiriendo suficiente distancia espacial, temporal e instrumental de su entorno que le permite
desarrollar un conocimiento sobre sus propias potencialidades y necesidades; un saber de sí mismo en cuanto sujeto
productivo capaz de aprovechar el medio y transformarlo en vistas a su propia reproducción como especie humana. Así,
conoce sus determinaciones y necesidades y, al mismo tiempo, esa conciencia desencadena el proceso productivo como
tal y se propone como finalidad la reproducción del sujeto humano. En términos de Habermas, aquí estaría operando un
“ideal expresivista de formación” que transfiere el modelo estético creativo a la producción del trabajo social, con lo cual
el trabajo adquiere un carácter alienante y, al mismo tiempo, emancipador. En ese sentido, la recuperación habermasiana
de Marx se focaliza sobre todo en el caso del fetichismo de la mercancía.

Para hacer vigente el estado de derecho y la división de poderes, al señalar que debían ser jueces y no juntas de
conciliación y arbitraje, dependientes del Poder Ejecutivo, quienes deben impartir justicia, repentinamente apareció un
proyecto de reforma a la Ley Federal del Trabajo, que promueve la Secretaría del Trabajo y Previsión Social con el apoyo
del sector empresarial. La reforma laboral mexicana ante el contexto globalizador, modificó temas y concepciones
tradicionales del Derecho del Trabajo mexicano. Demasiados, desde el punto de vista de los trabajadores y muy pocos
según los empleadores. Ya que, si bien es cierto que las relaciones individuales se han flexibilizado, existen elementos
para que el juzgador pueda, a partir de la misma legislación, aprobada por el Poder Legislativo, otorgarles seguridad
jurídica a los trabajadores. Son abundantes los tópicos que podrían ser objeto de interpretación en materia de relaciones
individuales de trabajo de la LFT reformada. Ejemplo de la discordancia de LFT es que va totalmente en contra de la
nueva reforma constitucional, en especial de la negociación colectiva, el derecho de huelga y la libertad de asociación.
Como en el caso de protección a las empresas con outsourcing o subcontratación total. Siguiendo la política
gubernamental de hacerse de la vista gorda con respecto de las miles de empresas que subcontratan a la totalidad de sus
trabajadores con las llamadas empresas de servicios, en el artículo 387 del texto propuesto se señala que deberán
considerarse improcedentes las solicitudes de celebración de contrato y el emplazamiento a huelga en el caso de las
personas morales que no tengan trabajadores a su servicio. Resulta absurdo que la propia ley admita la existencia de
empresas sin trabajadores, ya que se presume una simulación que sin embargo se ha convertido en una práctica común,
como demuestran los casos de Bancomer y Banco Azteca.

1
DÍAZ, E. Diccionario Jurídico Mexicano. Tomo D-H, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Ed. Porrúa/Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 2000, pp. 1328- 1331.

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