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SEMIÓTICA

En este módulo veremos inicialmente una interesante introducción a la semiótica de


manera que podamos tener los conceptos básicos para entender el tema y en la
segunda parte veremos una manera de hacer un análisis semiótico de la Biblia y
para ello seguiremos el libro SEMIÓTICA” Una práctica de lectura y de análisis de
los textos bíblicos de Jean-Claude Giroud, Louis Panier y CADIR – LVON.

La Comunicación
Concepto de Comunicación

Una de las características fundamentales que definen a la especie humana es el


hecho de que sus miembros nacen y se desenvuelven dentro de la sociedad: el
hombre es un ser social. Como tal, necesita comunicarse con sus semejantes.

No es fácil imaginar la convivencia de un grupo de humanos entre los que no se


transmita ningún tipo de información o mensaje. Todo individuo necesita recibir
información del medio en el que se desarrolla y transmitirla, a su vez, para
mantenerse vivo. La vida social se basa de manera esencial en la comunicación.
Los ejemplos siguientes son diversos signos que emplean los seres humanos para
transmitir información: el sonido de la sirena de las ambulancias nos comunica la
petición de paso libre en el tráfico; el gesto de alzar la mano en una reunión comu-
nica que se pide la palabra; una determinada posición de un mando en una lavadora
informa al mecanismo acerca del programa que debe seguir; el piloto verde
encendido comunica que un artículo electrónico está encendido; un apretón de
manos expresa saludo o despedida; un determinado olor nos avisa de que la comida
está lista. Todos esos signos se perciben mediante sentidos distintos: el oído, la
vista, el tacto, el olfato. Pues bien, según el sentido por el que percibimos los signos,
decimos que son auditivos, visuales, táctiles, olfativos o gustativos.

La comunicación es el proceso mediante el cual se transmite información de una


entidad a otra. Los procesos de comunicación son interacciones mediadas por
signos entre al menos dos agentes que comparten un mismo repertorio de signos y
tienen unas reglas semióticas comunes. Tradicionalmente, la comunicación se ha
definido como "el intercambio de sentimientos, opiniones, o cualquier otro tipo de
información mediante habla, escritura u otro tipo de señales".

Todas las formas de comunicación requieren un emisor, un mensaje y un receptor.


En el proceso comunicativo, la información es incluida por el emisor en un paquete
y canalizada hacia el receptor a través del medio. Una vez recibido, el receptor
decodifica el mensaje y proporciona una respuesta.

Desde un punto de vista técnico se entiende por comunicación el hecho de que un


determinado mensaje originado en el punto A, llegue a otro punto determinado B,
distante del anterior en el espacio y/o en el tiempo. La comunicación implica la
transmisión de una determinada información. La comunicación supone, como ya se
ha mencionado antes, un proceso en el que están implicados ciertos elementos.
La explicación del funcionamiento de ese proceso es lo que se conoce como un
modelo. El modelo de comunicación más aceptado hoy en día es el que diseñó
Roman Jakobson. Sus elementos son los siguientes (ver diagrama):

Elementos que intervienen en el acto de comunicación

En el esquema de la figura siguiente aparecen representados los elementos que


intervienen en el acto de comunicación (siguiendo el modelo de Jakobson
comentado anteriormente):

1 El emisor es quien emite la información, a la que, desde ahora,


denominaremos 'mensaje'. Puede ser una persona, un grupo,
un mecanismo de una máquina o un animal (evidentemente,
los humanos no son los únicos seres animados que se
comunican; también lo hacen los animales, aunque de modo
menos elaborado: los sonidos inarticulados con los que
expresan satisfacción, miedo, amenaza o cortejo nupcial son
asimismo formas de comunicación).
2 El receptor es quien recibe el mensaje (ya sea persona, grupo,
animal o máquina).
3 El código es el conjunto de signos y reglas para combinarlos a
partir del cual se componen los mensajes. En el lenguaje
verbal, el código está constituido por la propia lengua (en sus
dos aspectos: oral y escrito) por medio de la cual se comunican
los miembros de una comunidad. No hay comunicación posible
si el emisor y el receptor no conocen el mismo código. En todo
acto de comunicación se efectúa obligatoriamente la codifi-
cación, consistente en que el emisor selecciona elementos del
código y los combina para formar un mensaje capaz de
expresar lo que necesita comunicar, y la decodificación del
mensaje por parte del receptor, que consiste en el
reconocimiento e interpretación de la combinatoria de los
elementos del código que lo componen. Todo código está
organizado como un sistema.
4 El mensaje es la información que el emisor transmite al
receptor. Para formar un mensaje, el emisor selecciona y
combina unidades del código de manera que expresen lo que
desea comunicar. A veces el mensaje emitido llega al receptor
en ausencia del emisor, como es el caso de los libros y, muy
en particular, de los medios de comunicación de masas:
prensa, televisión, etc., por lo que al receptor no le es fácil
adoptar, a su vez, el papel de emisor a fin de intercambiar
información. Se produce en esa situación lo que se denomina
mensajes unilaterales, o comunicación unilateral, frente a los
mensajes bilaterales o comunicación bilateral propios del
diálogo.
5 El canal es la vía por la que circula el mensaje: el aire en una
conversación, el cable en una comunicación telefónica, las
ondas de la radiofonía nos permiten hablar de “canal auditivo”,
y los libros, la prensa o el correo, de un “canal visual”.

En resumen, los elementos imprescindibles para que se produzca todo acto de


comunicación son: un emisor y un receptor, un código conocido por ambos, un
mensaje emitido y recibido y un canal a través del que éste circula. Pero además
existen otros dos factores que intervienen en la comunicación aunque tienen
carácter extralingüístico: el referente y la situación.

6 El referente es el objeto, físico o mental, al que representa o al


que remite un signo o bien un mensaje. Tal objeto, que
denominamos “referente”, no es un elemento del código de la
lengua, es exterior a ella. Por ejemplo, distinguimos entre un
referente físico como "el objeto de materia caliza, color blanco,
con forma de cilindro alargado, que nos permite escribir en la
pizarra" y el signo con el que representamos dicho objeto,
"tiza", que es una palabra perteneciente al código de la lengua
española.
7 La situación o contexto situacional es el conjunto de
circunstancias espaciales, temporales, sociales e incluso
personales que enmarcan el acto de comunicación. Engloba al
emisor y al receptor durante el proceso de la comunicación y
es exterior al código de la lengua.

Para que se cumpla la característica comunicativa se debe posibilitar que el receptor


pueda reenviar otro mensaje al emisor, lo que se conoce. Si no sucede esto
estaríamos ante un acto de mera transmisión de información y no ante un acto
comunicativo, el cual debe permitir la doble dirección de la información, es decir, un
mensaje de retorno o “feedback o retroalimentación.”

El lenguaje y sus funciones

El lenguaje es la capacidad del ser humano para comunicarse. Por extensión,


también se le da la denominación de lenguaje:
a) Al conjunto de las lenguas naturales, humanas, consideradas desde el punto
de vista de sus caracteres comunes.
b) A los sistemas de comunicación llamados artificiales, en oposición a las len-
guas naturales. Ejemplos: el lenguaje matemático, el musical, el
cinematográfico, el informático, el químico, etc.

La acepción más amplia de la definición de lenguaje recubre, en consecuencia,


actos de comunicación que emplean códigos muy diversos. Ejemplos:

a) El sistema del código del semáforo está formado por tres colores (signos), y
sus reglas consisten en excluirse entre sí (no pueden funcionar al mismo
tiempo el rojo y el verde).
b) El código del lenguaje mímico occidental, constituido por un inventario
limitado de gestos que se repiten para expresar lo mismo: besar, aplaudir,
dar la mano, encogerse de hombros, fruncir el entrecejo, etc.
c) El código de los colores convenidos para atribuir un significado al vestido: el
blanco del atuendo nupcial femenino, el negro del luto, el kaki o el azul de los
uniformes militares, el rosa o el azul de la canastilla de los recién nacidos,
etc.
d) No son objeto de nuestro estudio los lenguajes de naturaleza no lingüística;
nosotros usamos el término lenguaje en su primera acepción, es decir, como
instrumento mediante el que nos comunicamos con otros seres humanos.
El. SIGNO LINGÜÍSTICO

Como todo signo, el signo lingüístico resulta de la asociación de un significante y un


significado. Significante y significado forman una combinación indisociable.

1 El significante del signo lingüístico es una imagen acústica, es decir, la


cadena de sonidos a la que todo hablante de la lengua a la que pertenece
un signo lingüístico dado asocia un mismo concepto. El significante
constituye el plano de la expresión. Una cadena de sonidos que no se
asocie a un significado no es un signo lingüístico.
2 El significado es el concepto y constituye el plano del contenido. Es
imposible transmitir un concepto si no es por medio de un significante.
3 Tanto el significante, pese a su carácter material, como el significado del
signo lingüístico son de índole psíquica, así como la relación de significación
que los une.

La arbitrariedad del signo lingüístico

1 El signo lingüístico es arbitrario.


La decisión de unir en un signo lingüístico una imagen acústica y un concepto es
arbitraria o inmotivada. Es decir, no existía una razón que motivase escoger una
determinada serie de sonidos frente a otra en el momento en que una comunidad
creó un signo lingüístico.

Tomemos un signo lingüístico, por ejemplo, la palabra mujer; se observa que la


elección de la cadena de sonidos que forma su significante no está motivada por el
concepto que evoca. Se podría haber elegido cualquier otra secuencia sonora,
como lo evidencia el que en los códigos de otras lenguas ese significado vaya
asociado a otros significantes:

Español: mujer catalán: dona


Francés: femme inglés: woman

La arbitrariedad del signo lingüístico no significa que el hablante puede alterar la


asociación de significante y significado a su capricho: una vez adoptado un signo
lingüístico por una comunidad, ningún miembro de ella es libre de modificarlo. Los
cambios que se producen en los signos, bien sea en el aspecto fónico bien en el
significativo, obedecen a la evolución histórica y tienen un alcance colectivo.
Algunos lingüistas consideran que las onomatopeyas (palabras cuyo sonido imita el
del referente: miau, tic-tac, etc.) son signos lingüísticos motivados. Asimismo creen
advertir alguna motivación en las palabras formadas por derivación, por lo que
panadero o empanada serían signos más motivados que pan.

Se asume que el signo lingüístico es lineal. En la lengua oral, el significante se


desarrolla en el tiempo, por lo que sólo se lo puede percibir en dirección lineal: un
sonido sucede a otro y no se superponen físicamente. La más mínima alteración en
esa sucesión lineal supone un cambio que hace irreconocible el significante. En la
lengua escrita, sistema que representa la lengua oral, cuando transcribimos en la
escritura los sonidos del significante, guardamos un orden lineal: si no es así, resulta
ilegible, es imposible asociar el significante a un significado.

La linealidad de los signos se aprecia, además, en el hecho de que, al relacionarse


para formar mensajes, aparecen formando una cadena, la cadena hablada. Esto
implica la sucesión física de los significantes de los signos uno tras otro en el tiempo
y en el espacio.

Del Signo a la Semiótica

La Semiótica se define como la ciencia general de los signos. Pero cuando se habla
de signos, se habla preferentemente de signos lingüísticos. Y cuando se habla de
signos no lingüísticos, como las señales de tráfico, se sabe que el aprendizaje de
esa clase de signos no es posible sin la participación de los signos lingüísticos. Por
lo tanto, la Semiótica no es una ciencia distinta de la Lingüística.

Todo el mundo admite que la palabra es un signo compuesto de dos partes. Los
gramáticos medievales llamaron forma y concepto a esas dos partes. Saussure, por
su parte, las llamó de varios modos: imagen acústica y concepto, significante y
significado, y signo e idea. Esta proliferación tan variada de términos para catalogar
a las dos partes del signo pone de manifiesto que la Semiótica carece de una
representación rigurosa y fiable de su objeto. Pero esta anarquía categorial no sólo
alcanza a la representación de las dos partes del signo, sino también a la
representación de sus relaciones mutuas. Se habla de asociación entre imagen
acústica y concepto, del significante como expresión del significado, del
pensamiento que se fija a una idea, del nombre que simboliza el sentido, del símbolo
que se refiere al referente por medio del concepto. Es evidente que una ciencia no
puede fundamentarse sobre representaciones tan confusas y conceptos carentes
de definición rigurosa.

La semiótica o semiología es la ciencia que trata de los sistemas de comunicación


simbólica dentro de las sociedades humanas. Saussure fue el primero que hablo de
la semiología y la define como: "Una ciencia que estudia la vida de los signos en el
seno de la vida social"; añade inmediatamente: "Ella nos enseñará en que con los
signos y cuáles son las leyes que lo gobiernan...". El americano Peirce (considerado
el creador de la semiótica) concibe igualmente una teoría general de los signos que
llama semiótica. Ambos nombres basados en el griego "Semenion" (significa signo)
se emplean hoy como prácticamente sinónimos.

El concepto de signo y sus implicaciones filosóficas, la naturaleza y clases de


signos, el análisis de códigos completos, son objetos de estudio de la semiótica o
semiología. Hoy la investigación llamada la semiología, por quienes prefieren lo
europeo o semiótica, por quienes prefieren lo americano, se centra en el estudio de
la naturaleza de los sistemas autónomos de comunicación, y en el lugar de la misma
semiología ocupa en el saber humano.

Saussure insiste en que la lingüística es una parte de la semiología, ya que esta


abarca también el estudio de los sistemas de signos no lingüísticos. Se cae a
menudo en el error de considerar equivalentes lenguaje y semiología, y nada más
alejado de la realidad; El lenguaje es semiología, pero no toda la semiología es
lenguaje.

Pensadores prominentes

Ferdinand de Saussure

Una de las primeras cuestiones que Saussure analiza es de orden "epistemológico",


o sea, en relación con el modo de concebir el fundamento del estudio lingüístico.
Para él, una lengua es un sistema, cada elemento está distribuido y organizado para
accionar en forma unificada. Saussure postula pensar el sistema de la lengua como
parte de la ciencia general que estudia los signos, y que él llamó "semiología".
Afirmó al respecto: "La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por
tanto comparable a la escritura, al alfabeto de los sordos mudos, los ritos simbólicos,
a la forma de urbanidad, a las señas militares, etc. Solo que es el más importante
de esos sistemas. Puede por tanto concebirse una ciencia que estudie la vida de
los signos en el seno de la sociedad; formaría una parte de la psicología social, y,
por consiguiente, de la psicología general; la denominaremos semiología (del griego
semeion, signos) ...".

La obra de Saussure estudia principalmente el signo lingüístico y establece una


clasificación que permite distinguir entre diversos aspectos del lenguaje. Saussure
está considerado el fundador de la lingüística estructural y del estructuralismo. Sus
análisis semióticos tienden a desarrollarse en términos de pares opuestos: en primer
lugar, los estudios lingüísticos pueden ser diacrónicos (históricos) o sincrónicos
(sobre un momento concreto. En segundo lugar, el lenguaje puede considerarse
como lengua o como habla, es decir, como el conjunto global de reglas sintácticas
y semánticas de una lengua determinada o atendiendo a sus manifestaciones
individuales. En tercer lugar, el signo consta de un significante y un significado; la
relación que existe entre ambos es arbitraria y los dos dependen de una amplia red
de diferencias. Estas teorías del significado influyeron no sólo en la lingüística, sino
también en la teoría literaria, en la antropología y en el psicoanálisis.
La Sincronomía y la Diacronía:

Tiene que ver con la que se establece en relación con el tiempo. El análisis
diacrónico describe la evolución histórica de un idioma a lo largo del tiempo,
mientras que el estudio sincrónico se detiene en analizar el estudio particular de ese
idioma en una determinada época o período temporal. Tomar en cuenta y distinguir
estos dos ejes lingüísticos resulta esencial para estudiar la lengua ya que el valor
de los signos hay que considerarlo en función del tiempo, es decir, se deben
apreciar simultáneamente su organización y uso en el sistema actual, o sea lo que
constituyen los hablantes en un momento dado, y también la evolución de su
estructura a lo largo de los años y de las épocas históricas.

El carácter histórico y social de la lengua, su inmutabilidad y su mutabilidad, se


comprenden aún mejor desde el punto de vista de la ley de la sincronía y diacronía.
Preferimos hablar de lingüística sincrónica y de lingüística diacrónica. Es sincrónico
todo lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que
tiene que ver con las evoluciones.

Para Saussure la sincronía y la diacronía son categorías que permiten abarcar el


estudio de la lengua, primero en su aspecto más concreto como hecho social
dinámico en el que los sujetos hablantes son los protagonistas (sincronía), y luego
en las perspectivas diacrónicas, es decir como un sistema en el cual se hayan los
esquemas estructurados formales, teóricos y estables que dicha lengua fue
sumiendo a lo largo del tiempo.

El lenguaje, la lengua y el habla

Cada uno de los miembros de una comunidad humana (la china, la portuguesa, la
griega) tiene en común con los demás su capacidad para comunicarse mediante un
código de signos. Es decir, todos emplean el lenguaje verbal, que es el lenguaje
específico de los seres humanos. Sin embargo, un chino no entiende los mensajes
de un portugués ni un español los de los griegos, a no ser que previamente hayan
aprendido los respectivos idiomas, esto es, a no ser que conozcan el código. Ello se
debe a que, aun teniendo la misma capacidad para comunicarse mediante el
lenguaje verbal, no emplean el mismo sistema de signos. Cada uno usa una lengua
distinta: la de su comunidad. No hay que confundir el lenguaje con las lenguas. El
lenguaje, en tanto que facultad de expresarse, incluye todas las lenguas de todas
las comunidades humanas.

La lengua es el sistema de signos que emplea una comunidad lingüística


como instrumento de comunicación: es un modelo general, abstracto, presente de
manera colectiva en los cerebros de las personas que se comunican con el mismo
código. A eso aludimos cuando decimos: lengua española, lengua inglesa, lengua
rusa o lengua portuguesa, y es una incorrección lingüística decir “lenguaje español”,
“lenguaje inglés”, etc.
El uso individual del modelo general de la lengua que hace un hablante cada
vez que codifica un mensaje es lo que denominamos habla. El hecho de habla es
siempre concreto y se realiza en un momento y lugar precisos, opuestamente a la
lengua, que, como hemos dicho, es un modelo abstracto. El hablante, o emisor, que
produce un hecho de habla es también concreto. Hablante, oyente o receptor y
referentes varían cada vez que se produce un hecho de habla. El hecho de habla
es siempre un mensaje único, diferente, en oposición a la lengua, que es un modelo
constante, existente en los cerebros de los posibles hablantes y oyentes.

El modelo general de la lengua es el fundamento de los infinitos hechos de habla


que puedan producirse:

1 La lengua es de carácter colectivo, abstracto y permanente en el tiempo.


2 El habla es de carácter individual, concreto y momentáneo en el tiempo.

La lengua y el habla se implican mutuamente y son las dos caras en que se


manifiesta la facultad de expresión humana que es el lenguaje verbal. Para que
exista comunicación verbal, el hablante (= emisor) tiene que producir hechos de
habla (= codificar mensajes), a partir de la lengua (= código), destinados a un oyente
(= receptor). Pero no existirá comunicación verbal si hablante y oyente no han
aprendido la lengua (conjunto de signos y reglas que rigen sus combinaciones).

La lengua como sistema

La lengua, el código de la lengua, se define como conjunto de signos y de reglas


que al combinarlos se pueden formar mensajes. Dichos signos y reglas no coexisten
de modo caótico. Todas las unidades pertenecientes a la lengua se relacionan
guardando un orden sistemático; si se altera una de ellas, repercute en el resto.

El código de la lengua es un sistema. Cada miembro del sistema de la lengua


pertenece a una categoría determinada, definida tanto por las posibilidades de
combinarse con ciertos miembros del sistema como por la imposibilidad de hacerlo
con otros.

Un sistema es un conjunto cuyos elementos están regidos por criterios de orden


que regulan la manera en la que tienen que relacionarse entre sí (un ejemplo de ello
es el sistema verbal). Según la cantidad de elementos y de reglas de que conste,
un sistema será más o menos complejo.

Las unidades que constituyen el código de la lengua se definen tanto por lo que son
como por lo que no son (es decir, por lo que las diferencia) en una relación de
oposición con cada una de las demás unidades. Cuantos más mensajes permite
transmitir un sistema lingüístico con los mismos elementos, sin que sea preciso
crear unidades nuevas, tanto más económico es el sistema.
La norma

Anteriormente han quedado descritas la lengua (en la que está prevista la estructura
de todos los enunciados posibles) y el habla (realización de enunciados concretos
por los hablantes). Se ha explicado que cada hecho de habla tenía carácter de
combinación inédita, pero al mismo tiempo, los hechos de habla son actos de "re-
creación", no son invenciones arbitrarias del hablante, reproducen modelos
preexistentes. El hablante se sirve de patrones, de estructuras en uso en la lengua
de su comunidad para construir un mensaje capaz de expresar lo que precisa
comunicar, es decir: adapta sus necesidades comunicativas a modelos conocidos
de cómo usar la lengua. Dichos modelos son algo así como la experiencia del "habla
anterior".

Tales patrones de uso lingüístico son lo que acepta como correcto la comunidad de
hablantes de una lengua y constituyen lo que denominamos norma lingüística.
Dichos patrones nunca se separan de la organización del sistema de la lengua,
puesto que son simples combinaciones de unidades pertenecientes a aquél.

El sistema de relaciones que configura el código de la lengua puede percibirse como


un conjunto de imposiciones que señala caminos abiertos y caminos cerrados. Pero
también es un marco de libertades, ya que admite infinitas combinaciones mientras
no se alteren sus reglas básicas: el sistema tiene más carácter consultivo que
imperativo, hay que tener en cuenta que:

1 La norma es impositiva, puesto que dentro de las amplias posibilidades de


combinatoria que ofrece el sistema, obliga a usar unas realizaciones
lingüísticas concretas, consideradas como la única opción correcta en un
ámbito geográfico-lingüístico determinado, o bien sociocultural.
2 La norma varía de una zona a otra en el mapa de una lengua: dentro de
un mismo país y dentro del mismo sistema lingüístico, el del español, por
ejemplo puede comprobarse que existen varias normas.

En relación con el lugar de donde procede o en donde vive habitualmente un


hablante, podemos distinguir en sus hechos de habla, además de los rasgos de la
norma general, los rasgos de la norma dialectal e incluso de una norma local.
Aunque la manifestación más evidente de la normo geográfico-lingüística es la de
la pronunciación, también se evidencia en diversas realizaciones morfosintácticas y
léxicas.

Entre los hablantes de una comunidad hay una conciencia de lo que es "hablar bien"
o "hablar mal". La norma establece un ideal de corrección estética y/o cultural que
sirve de pauta, entre los hechos de habla posibles, para seleccionar el que mejor
representa el modelo sociolingüístico.
Los hechos de habla presuponen por parte de los hablantes la aceptación de
respetar ciertas normas, convenidas como correctas en la elaboración de
determinados mensajes, para que éstos resulten socialmente adecuados. Si no se
observan dichas normas, tanto en la lengua oral como en la escrita, los mensajes
pierden eficacia comunicativa.

El signo es un compuesto de Significante y Significado

¿Qué es un Signo?, El signo es una "díada", es decir, un compuesto de dos


elementos íntimamente conexos entre sí: la representación sensorial de algo (el
significante) y su concepto (el significado), ambas cosas asociadas en nuestra
mente: "un signo lingüístico... une un concepto con la imagen acústica (...), es por
tanto una entidad psíquica de dos caras"

En síntesis, el signo lingüístico toma como consistencia al vincular entre sí dos


aspectos de un mismo fenómeno, el elemento fónico-acústico y el concepto
asociado con él.

La figura de Saussure resalta, en primer lugar, porque se las suele reconocer como
"el padre" de lo que hoy llamamos "semiología", aquella disciplina que él describió
como "la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la sociedad". De él
arrancan, pues, los estudios e investigaciones del siglo XX sobre los signos y la
semiótica en general.

Charles Sanders Peirce

La semiótica de Peirce hay que ubicarla en el conjunto de su teoría de la realidad,


digamos de su sistema metafísico y de los principales puntos referenciales que
sostienen todos sus pensamientos, tanto filosóficos, como cosmológicos. Peirce
buscaba aquella universalidad de pensamiento que le permitiera comprender la
totalidad del mundo, y para ello vio la necesidad de elaborar un sistema con
categorías, lo más ampliamente abarcativas de las realidades conocidas y
cognoscibles. Su perspectiva semiótica tiende, pues, a ser una filosofía del
conocimiento. "La teoría peirciana se presenta como una semiótica cognoscitiva,
como una disciplina filosófica que pretende la explicación e interpretación del
conocimiento humano."

La realidad como tríada

Según Peirce, toda la realidad puede ser comprendida a partir de tres categorías
que permiten unificar aquello que es complejo y múltiple, a saber:
1El primer correlato (o primeridad = "Fiertness"), es todo cuanto tiene posibilidad
de ser, real o imaginario. Esta pura posibilidad, aunque indeterminada
todavía, es la que permite después la concreción de todos los seres. La
primeridad es lo abstracto, como sucede con las cualidades, por ejemplo,
con la cualidad de un color (lo rojo o lo violeta antes de estar presente en
un objeto concreto).
2 El segundo correlato (o secundidad = "Secondness"), son los fenómenos
existentes, es lo posible realizado, y por tanto es aquello que ocurre y se ha
concretizado en relación con la primeridad: "modo de ser a lo que es en
relación a un segundo...". La actividad semiótica es algo real y en
consecuencia es un fenómeno de secundidad. Lo segundo, pues es
siempre el fin, el elemento ocurrido, lo causado.
3 El tercer correlato (o terciedad = "Thirdness"), está formado por las leyes que
rigen el funcionamiento de los fenómenos, es una categoría general que da
validez lógica y ordena lo real. Dice Peirce que la terceridad es el "modo de
ser de lo que es tal como es el poner en relación recíproca un segundo y un
tercero". Se trata, entonces, de la "inter-relación" establecida con el tercer
término, o sea, la interconexión de dos fenómenos en dirección a una
síntesis, a alguna ley que la rige, o a la que puede ocurrir si se establecen
ciertas condiciones. La tercialidad realiza por tanto, el enlace lógico entre
primeridad y secundidad, o sea, establece las condiciones hipotéticas para
que algo ocurra

El signo según Peirce

Uno de los puntos más destacados de la semiótica de Peirce es su peculiar


concepción del signo. Las reflexiones que hace al respecto son bastantes
complejas. Peirce aplica el signo a la tríada lógica que ya había utilizado para
indagar el resto de la realidad.

La función del signo consiste en ser "algo que está en lugar de otra cosa bajo algún
aspecto o capacidad". El signo es una representación por la cual alguien puede
mentalmente remitirse a un objeto. En este proceso se hacen presentes tres
elementos formales de la tríada a modo de soportes y relacionados entre sí.

1El representamen. Es la representación de algo, o sea, es el signo como


elemento inicial de toda semiosis. El representamen es simplemente el
signo en sí mismo, tomado formalmente en un proceso concreto de
semiosis, pero no debemos considerarlo un objeto, sino una realidad teórica
y mental.
2 El interpretante. Es lo que produce el representamen en la mente de la
persona. En el fondo es la idea del representamen, o sea, del signo mismo.
Peirce dice que "un signo es un representamen que tiene un interpretante
mental". La noción de interpretante, según Peirce, encuadra perfectamente
con la actividad mental del ser humano, donde todo pensamiento no es sino
la representación de otro: "el significado de una representación no puede
ser sino otra representación".
3 El objeto. Es aquello a lo que alude el representamen y, dice Peirce, "Este
signo está en lugar de algo: su objeto". Debemos entonces, entender por
objeto la denotación formal del signo en relación con los otros componentes
del mismo.

Pongamos un ejemplo y pongamos el signo de un caballo: el representamen


corresponde a ese primer signo percibido por alguien; el objeto es el animal aludido;
el interpretante es la relación mental que establece el sujeto entre el representamen
y su objeto, o sea, otra idea del signo. "Un representamen es el sujeto de una
relación triádica con un segundo llamado su objeto, para un tercero llamado su
interpretante. Esta relación triádica es tal que el representamen determina a su
interpretante a establecer la misma relación triádica con el mismo objeto para algún
interpretante".

Podemos darnos cuenta, entonces, que el signo, según Peirce, es ante todo una
categoría mental, es decir, es una idea mediante la cual evocamos un objeto con la
finalidad de aprender el mundo o para comunicarnos. En este juego se produce la
"semiosis" que es un proceso de inferencia propia de cualquier persona. La
semiótica es la teoría de la práctica semiótica, de allí que el "signo" constituya el
núcleo de ese estudio teórico.

La semiótica

"La lógica, en su sentido general es solo otro nombre de la semiótica (semiotiké), la


doctrina cuasi-necesaria o formal de los signos". La palabra signo será usada para
detonar un objeto perceptible, o solamente imaginable, o aún inimaginable en un
cierto sentido. Un signo puede tener más de un objeto. El signo puede solamente
representar al objeto y aludir a él. No puede dar conocimiento o reconocimiento del
objeto. Esto es lo que se intenta definir en este trabajo por objeto de un signo, vale
decir: Objeto es aquello acerca de lo cual el signo presupone un conocimiento para
que sea posible proveer alguna información adicional sobre el mismo.

En la tríada del signo es posible ver también el reflejo de la división triádica


fundamental: el representamen, siendo el punto de arranque de la semiosis remite
a la primeridad: el objeto a la secundidad y el interpretante la terceridad. Desde aquí
y enlazando esta categoría con cada elemento del signo es posible obtener su
división según la siguiente expresión triádica:

Primeridad Secundidad Terceridad


Representamen Cualisigno Sinsigno Legisigno
Objeto Ícono Índice Símbolo
Interpretante Rema Dicisigno Argumento

Se trata de una división del signo que toma en cuenta su triple relación: consigo
mismo, con el objeto al cual alude y con el interpretante.

9 SIGNOS (o clases
de signos)
En alguna relación
REPRESENTAMEN
Comparación CUALISIGNO ÏCONO RHEMA
Posibilidad
Forma
Por algo
FUNDAMENTO
Actuación SINSIGNO ÍNDICE DICISIGNO
Hecho
Existencia
Para alguien
INTERPRETANTE
Pensamiento LEGISIGNO SÍMBOLO ARGUMENTO
Necesidad
Ley

Cualisigno = Es el signo en su aspecto de cualidad (por ejemplo el color de caballo,


el tono de voz de un discurso o poesía). Es lo general del signo, pero que le permite
subsistir en cuanto a tal, sin ser todavía la totalidad del signo.

Sinsigno = Es la presencia concreta del signo (por ejemplo la presencia del color del
caballo en este signo lo concreto). Es lo particular del signo.

Legisigno = Es la norma o modelo sobre el cual se construye un sinsigno (por


ejemplo lo que establece el diccionario par la definición semántica de la palabra
caballo).
Peirce estableció diversas calificaciones de signo, entre las cuales está la basada
en el tipo de vínculo que une al signo con su referente. Y así distingue:

1 Índices (indicios). Son signos que tienen conexión física real con el
referente, es decir, con el objeto al que remiten; la conexión puede
consistir en la proximidad, la relación causa efecto o en cualquier tipo o
conexión. Son índices los signos que señalan un objeto presente o la
dirección en que se encuentran (una flecha indicativa, un dedo señalando
algo...); Los signos que rotulan a los objetos designado en otro código (el
título escrito debajo de un cuadro, un pie de foto...); Los signos naturales
producidos por objetos o seres vivos también son índices (la huella de
unas pisadas, el humo como indicativo de fuego, la fiebre es indicio de una
posible enfermedad; un resplandor en el cielo es indicio de una tormenta
cercana, el enrojecimiento de la cara puede ser indicio de timidez, etc. En
este tipo de signos no hay ninguna intención comunicativa, puesto que no
dependen de la voluntad del emisor, entre otras razones porque no existe
un emisor propiamente dicho. En el lenguaje verbal, podemos considerar
como indicios los gritos o exclamaciones involuntarias que expresan dolor,
susto, sorpresa, etc. Pero, aunque tengan cierta relación con la lengua, no
los consideramos parte de ningún sistema lingüístico.
2 Iconos. Son signos que tienen semejanza de algún tipo con el referente.
La semejanza puede consistir en un parecido en la forma o afectar a
cualquier cualidad o propiedad del objeto. Son signos icónicos: Los
cuadros, las esculturas figurativas, las fotografías, los dibujos animados,
las caricaturas, las onomatopeyas o imitaciones del sonido, mapas,
planos, gráficos que visualizan proporciones. Evidentemente la iconicidad
es cuestión de grado: una fotografía en color de un gato es más icónica
que una silueta esquemática del mismo.
3 Símbolos. Son signos arbitrarios, cuya relación con el objeto se basa
exclusivamente en una convención. El símbolo no tiene por no parecerse
ni guardar relación con lo que designa. Los alfabetos, la anotación clínica,
los signos matemáticos, las banderas nacionales. A esta categoría
pertenece el signo lingüístico.

A partir de la segunda mitad del siglo XX las ideas de Peirce y de Saussure dieron
origen a dos corrientes: la primera ha sido la corriente de la Semiología surgida de
las ideas lingüísticas de Saussure, y cuyos seguidores fueron especialmente latinos
(franceses, italianos, etc.). La base teórica de esta corriente es la díada del signo.
La otra corriente es la semiótica que se inspiró en las ideas de Peirce, y afectó
especialmente a los pensadores anglosajones. El punto de partida de esta corriente,
como ya conocemos, es el esquema triádico y fundamenta sus conceptos teóricos
en la filosofía Peirciana, desarrollándolos.
Roland Barthes

Afirma Barthes que la relación entre significado y significante, se apoya en objetos


equivalentes pero no iguales; es decir, el significante no expresa al significado.
Debemos reconocer que el significante, significado y signo son en cualquier sistema
semiológico: diferentes.

De 1957 a 1963 nuestro autor trabajó al mismo tiempo en el análisis de la moda y


en el intento de concebir "cierta enseñanza de la semiología", dentro de un proyecto
fundacional de la nueva disciplina científica que dio por resultado los "elementos de
la semiología".

Barthes lo llamó "el momento de la sistematización", aunque diez años después


desmitificara esa actividad de constitución de la semiología como ciencia,
mantendrá intacta su aspiración de encontrar el sistema que se esconde detrás de
los conjuntos significantes, de las formas o los conjuntos de formas.

"Semiología: Propondremos la palabra con confianza pero también con ciertas


reservas. En el sentido actual y al menos para nosotros, data Saussure, `puede
concebirse una ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social,
la llamaremos semiología. Tienen como objeto todo sistema de signos cualquiera
que fuere su sustancia: las imágenes, los gestos, los sonidos melódicos, los objetos
y los complejos de sustancias que se encuentran en los ritos, los protocolos o los
espectáculos que constituyen sino verdaderos ´lenguajes´ por lo menos sistemas
de significación" Barthes, en el mismo texto, denuncia inmediatamente una "cierta
incomodidad" causada por la idea saussureana de que la lingüística formaría parte
de una ciencia más general: la semiología como ciencia de los signos en el seno de
la vida social.

No está dispuesto Barthes a postergar la ciencia lingüística a un lugar menor;


fundamentalmente porque el lenguaje verbal (el que estudian los lingüistas) es, de
los lenguajes humanos, el más amplio y completo, y porque atraviesa todos los
sistemas de significación dotados de profundidad sociológica; y con ello "todo otro
sistema semiológico (imágenes, gestos, objetos) se mezclan con el lenguaje verbal;
de donde la semiología es una transición lingüística que atraviesa hasta el lenguaje
interior"

Se hará necesario invertir el presupuesto saussureano y Roland Barthes lo hace de


modo contundente: "La lingüística no es una parte, ni siquiera privilegiada de la
ciencia general de los signos, la semiología es una parte de la lingüística:
precisamente esa parte que se haría cargo de las grandes unidades significantes
del discurso". La semiología no se ocupará solo de textos, sino de todo otro objeto,
relato, imagen, etc. que se proponga como discurso. ¿Pero de qué manera se hará
cargo? Barthes lo ejemplifica con un objeto de estudio: la moda. Dirá con insistencia
"me di cuenta inmediatamente que el sistema de la ropa era muy pobre". La ropa es
un sistema de signos, pero rudimentarios, porque en sí mismo aporta pocos
significados; sin embargo, cuando el lenguaje verbal toma la moda a su cargo hace
con ella lenguajes poéticos, imaginarios, ideológicos. Se refiere Barthes a que el
sistema deja de ser pobre cuando se analiza el discurso sobre la moda. La moda
verbalizada (escrita) en las revistas de moda constituidas de esas sustancias
mezcladas de lenguaje (sistemas semiológicos pocos puros), sustancias trans-
lingüísticas se constituyen en el objeto de estudio de la semiología.

La moda, explica Barthes, "solo existe a través del discurso que se pronuncia sobre
la moda, sin lo cual se puede reducir a una sintaxis muy rudimentaria que no tiene
más riquezas que el del código vial: minifaldas se veían muy pocas; en el plano de
la realidad no era más que un entusiasmo particular; casi excéntrico, pero ese rasgo
se ha convertido rápido en objeto de un discurso general, público, y solo entonces
adquirió una verdadera consistencia social y semiológica: lo que se dice revierte
sobre lo que se lleva y lo que se ve. Creo que esta restricción metodológica de mi
propio proyecto corresponde en grueso a la revolución de la semiología: los
conjuntos un poco complejos de objetos no significan fuera del lenguaje".

La semiología deberá examinar las representaciones colectivas no la realidad a la


que esta se refiere; de la realidad se encarga ya la sociología. La semiología
indagará la faceta significante de las cosas. ¿Cómo lo hará? Primero deberá
reconocer que la moda no equivale a ningún objeto real que pueda describirse y del
que se pueda hablar en forma independiente. Segundo la moda está en los objetos
o en la forma de describirlos. Se dirá sobre las cosas que unos zapatos son "ideales
para andar", otros "para una ocasión especial". Así constará que el significado de
esta escritura es la prenda y que la relación entre significante y significado
constituye el signo de vestido.

El significante moda incluye: objetos (por ejemplo, camisa); soportes (por ejemplo,
cuello de la camisa); variación (por ejemplo, cuello abierto). El significado moda es
el contexto externo (por ejemplo, camisa de lana (= invierno). El signo de la moda
no es la relación entre los dos anteriores sino la escritura sobre la moda que es
donde se encuentra la connotación.

En el modelo lingüístico saussureano el usuario toma del "tesoro de la lengua" una


palabra, y a su vez tal palabra solo forma parte del sistema en tanto se ha poblado
en el habla. En cambio, en sistemas como el mobiliario, el vestido, el automóvil, el
origen del sistema está en la misma masa de usuarios (de hablantes de Saussure)
que instituyen el sistema. No solo habrá diferencias en el origen del sistema, sino
también en el volumen de la relación lengua / habla.

Sobre el Signo

La naturaleza del signo semiológico frente al lingüístico, Barthes considera que el


signo semiológico tiene también dos caras (el significante y el significado) como el
saussureano, pero se distingue de él en el plano de la sustancia de la expresión.
Barthes observa la existencia de sistemas semiológicos que tienen una sustancia
de la expresión, que, por su naturaleza, no está destinada a significar. Se trata de
objetos de uso que la sociedad desvía hacia fines comunicativos. Los denominara
funciones. Es la función de esos objetos la que se carga de sentido. En nuestra
sociedad tales objetos se encuentran estandarizados, y deben considerarse hablas
de una lengua.

Hay además signos cuyos soportes es una única materia de la expresión, y en este
caso, nuestro autor propone la denominación de signo típico. El signo verbal es un
signo típico, y el signo icónico (las imágenes) también lo es, independientemente de
los modos de producción, manual como en el dibujo, o mecánico como el de la
fotografía. También el signo gestual es un signo típico al apoyarse en un único
soporte o materia de la expresión.

Es un error, explica Barthes, considerar a los signos como puramente arbitrarios, ya


que estos están cargados de connotaciones. Pero esos mismos signos pueden ser
utilizados de manera diferente. Es aún posible preguntarse si existen signos
desprovistos de ambigüedad: en el sistema gestual un puño cerrado es un signo
inequívoco de enojo, pero el mismo signo fue utilizado como saludo que significaba
compañerismo y solidaridad por los activistas de izquierda en la década de 1930.

Algirdas Julien Greimas

La semiótica es la disciplina que intenta explicar cómo se produce y como se capta


el sentido. Todos sabemos que se produce y se recepciona sentido a partir del
contacto con múltiples materias significantes. Llamamos materia significante a
cualquier cosa que en contacto con ella significa algo para nosotros, es decir, tiene
significado. Decimos que es materia porque la producción y recepción del sentido
necesita de un soporte material que pueda ser percibido por los sentidos. Decimos
que es significante porque esa materia, para significar debe tener una forma y un
contenido que represente algo para alguien. Desde una prenda de vestir hasta un
film, desde un plato de comida hasta una novela, en la medida que signiican algo,
son materias significantes.

La corriente semiótica desarrollada por Greimas se ocupó de un determinado tipo


de materia significante: los discursos narrativos. Un discurso es una forma textual
en la que se relacionan distintos componentes que se articulan con una determinada
coherencia. En articulación todos y cada uno de los componentes del discurso van
desplegando valores que, en virtud de operaciones específicas, están en continua
transformación. De esta forma se llama semiótica narrativa a la semiótica que
investiga la lógica del sentido de ese tipo particular de discursos que adquieren la
forma del relato.

A esta semiótica lo que le interesa es dar cuenta de la narratividad. La semiótica


narrativa busca poder explicar las leyes y recursos que permiten que el contar algo
se constituya en una de las formas más importantes de constituir sentido. Lo que
sucede, afirma Greimas es que el sentido esta antes de cualquier producción
discursiva. Es como si dijéramos que vivimos naturalmente inmersos en un universo
de sentidos. Y esto presenta un problema: el sentido esta antes que nosotros nos
ocupemos de él y en consecuencia se constituye en el fundamento de cualquier
actividad humana; entonces es anterior a la producción semiótica. Por lo tanto, la
semiótica, lo que hace es tomar ese sentido ya dado, estudiar su lógica y producir
un nuevo discurso sobre el sentido. En pocas palabras, explica Greimas. La
semiótica no produce sentido sino que reformula el sentido ya dado, procurando
dotarlo de significación, o sea, la semiótica trata de hacer comprensible, la
estructura misma del sentido de cualquier objeto cultural.

Antes de explicar el pensamiento de Greimas al respecto, recordamos que un objeto


semiótico es cualquier cosa, cualquier producción cultural en su condición
significante. En el nivel profundo del análisis se procura proveer al analista de las
unidades mínimas que hacen posible el sentido (semántica fundamental) y la forma
como se articulan esas unidades para producir sentido (sintaxis fundamental).

Umberto Eco

Podemos decir segú Eco que la semiótica consta de dos teorías, una de los códigos
y otra de la producción de signos, de lo que se puede inferir que parte del proyecto
de la semiótica consiste en la elaboración de una teoría general unificada.

La semiótica general es una disciplina filosófica porque no se distrae con un sistema


particular de signos sino que postula categorías generales que hacen posible la
comparación entre sistemas. "Para una semiótica general, el discurso filosófico no
es ni aconsejable ni urgente sino, sencillamente, constitutivo".

La semiótica "no ha de considerarse solamente como teoría de los signos sino


también como una metodología de la práctica de los signos". Siendo la semiótica
una disciplina en crecimiento con muchas aplicaciones a espacios actuales donde
se produce y percibe sentido, es un instrumento o técnica elegido para el análisis
de infinidad de textos (perceptivos y representados).

La semiótica es una disciplina totalizadora, abarcadora, "es una disciplina de


ambiciones imperialistas insoportables, que tiende a ocuparse de todo aquello de lo
que, en épocas diferentes y con métodos distintos, se han ocupado las ciencias
naturales o las llamadas ciencias humanas". Entran dentro de su objeto de estudio
las entidades, objetos y los fenómenos culturales, comportamientos sociales entre
otros.
Signo

La comunicación resulta desde el punto de vista filosófico relación significativa y


simbólica. En el mundo del arte puede decirse que toda gran expresión no solo es
significativa y por tanto comprensible mediante un código, sino también simbólica
de un mensaje altamente abierto y alusivo, que es sin duda uno de los mayores
encantos de ese arte. Una comunicación profundamente abierta y evocativa para
cualquier ser medianamente sensible.

El significado puede ser considerado como un proceso que relaciona los objetos,
los hechos y los seres con los signos capaces de evocar dichos objetos, hechos o
seres. El proceso cognoscitivo no es más que la posibilidad de conferir significado
a las cosas que nos rodean, y esta posibilidad existe a través de los signos que
constituyen la ligadura entre conciencia subjetiva y el mundo fenomenológico. Los
signos, por tanto, constituyen los instrumentos primarios e inmediatos de toda
comunicación. La comunicación es vinculación al orden real no ideal, se establece
más concretamente entre los hombres o entre ellos y las cosas.

Analizar los problemas estéticos desde la perspectiva de la comunicación es


importante porque se estima que el arte y la belleza se pueden transmitir mediante
ciertos mecanismos a un lenguaje, o al menos a signos basados en una estructura
o código. El arte es un lenguaje, uno de tantos que existen al lado del tecnológico,
científico, cinético, verbal o escrito. En pocas palabras es muy amplia la variedad
de lenguajes que el hombre ha creado a fin de establecer una comunicación con
sus semejantes. Toda forma de comunicación es reductible a un sigo o señal, que
es analizado por una ciencia nueva: la semiología también llamada semiótica. Esta
ciencia estudia los signos en que se expresan todos los lenguajes y formas de
comunicación humana.

Todo signo se compone de un significado, representación mental de algo, y un


significante, forma mediante la cual se transmite el significado a otro sujeto. Los
mensajes son contenidos muy diversos a través de diferentes instrumentos que
vinculan o relacionan a los sujetos de la comunicación. En el arte los mensajes son
las obras de arte, expresadas o significadas con otros tantos instrumentos: palabras,
sonidos, colores, etc.

La comunicación tiene por finalidad en cualquier actividad y por tanto en la creación


del arte, establecer una relación entre dos o más individuos por lo que ciertas
vivencias, sentimientos, emociones, ideas, pueden ser compartidas no solo por la
común naturaleza fijada dentro de límites ontológicos (condición humana), sino
precisamente por la vinculación comunicativa que asume múltiples modalidades o
lenguajes.

El lenguaje en sus diversas modalidades es un conjunto de signos que utilizamos


para expresar nuestras ideas, emociones y sentimientos. El uso que hacemos de
estos signos constituye las lenguas y códigos unos y otros a su vez diferentes. Entre
estos códigos para comunicarse existen los del arte. La misma pintura, obra
musical, literaria, como signo es comprensible a muchos pero la gama de
respuestas ante su significado es muy amplia o abierta.

Toda expresión artística se inscribe dentro de ciertos presupuestos de congruencia


comunicativa y naturalmente mediante unas conductas específicas: creación y
recepción de la obra de arte que busca transmitir algo al observador. Así para
transmitir ciertas emociones son más apropiados al artista ciertos medios y
facultades que otras, y todo esto resulta compatible con otras maneras de
comunicación humana: táctiles, visuales, olfativas, iconográficas, etc.

La teoría semiológica sostiene que las relaciones significante / significado dependen


al mismo tiempo de una arbitrariedad conceptual y de una no-arbitrariedad
operativa. Y esto significa naturalmente, que es exactamente en la medida en que
los signos son capaces de ser interpretados, que también los son de sufrir una
interpretación.

LA SEMIÓTICA APLICADA A LOS TEXTOS BÍBLICOS

LEER
La semiótica no es bíblica; es una ciencia dedicada al estudio de los sistemas de
significación. Por este título, se interesa por las literaturas, y consiguientemente por
los textos escritos, independientemente de su vinculación a tal o cual cultura, a tal
o cual período de la historia, a tal o cual área geográfica.

Para el análisis semiótico, el terreno bíblico es un campo posible de estudio, una


especie de subconjunto del conjunto “literatura”. Presenta, al parecer, un gran
interés: por la variedad de formas discursivas que reviste, enriquece la descripción;
por las cuestiones particulares que plantea, permite a veces afinar la teoría. Para
nosotros, lectores de la biblia, la semiótica es un instrumento de trabajo valioso.
Aunque sigamos con rigor (y hay que hacerlo así) el proceso teorizado por la
semiótica, nuestro proyecto no es en primer lugar intentar una descripción científica
y exhaustiva del “corpus” bíblico, sino más bien realizar sobre los textos bíblicos un
trabajo de lectura inteligente. Y puesto que es ciencia de la significación, la
semiótica sirve a este trabajo y hace posible una lectura atenta y controlada:

- trabajo de lectura: pues se trata de interpretar y de organizar las informaciones


que ofrece el texto y no de acumular los conocimientos a propósito del texto o de lo
que él evoca en el lector;
- lectura atenta: se trata de leer todo el texto hasta en sus menores detalles, ya que
es la significación del texto lo que se trata de observar y de leer;
- lectura controlada: cualquier hipótesis de lectura tiene que formularse con rigor y
la teoría semiótica interviene como una “regla de juego” que favorece la búsqueda
y el intercambio.
Por otra parte, toda proposición de lectura tiene que verificarse en el propio texto.
La lectura que construye el lector se ve así “controlada” por la regla de la teoría y
por el texto; el lector puede de alguna manera observarse en plan de leer.

LAS CONDICIONES
Realizar una lectura coherente: tal es nuestro objetivo. Pero ¿en qué condiciones,
o también, con qué presupuestos vamos a abordar y observar los textos bíblicos?
Sin entrar en una reflexión teórica sobre el conocimiento para evaluar las bases y el
alcance de nuestra aproximación, recordemos algunos postulados o principios que
sirven de fundamento a la semiótica.

La autonomía del lenguaje Se trata de lo que se llama el principio de inmanencia.


El objeto del estudio semiótico es la forma del contenido (o del código que preside
a la emergencia de la significación); por eso hay que excluir todo recurso a los
hechos extralinguísticos. Por tanto, conviene observar el texto (todo el texto, pero
nada más que el texto) para dar cuenta de las condiciones internas de la
significación.

Semejante principio implica algunas actitudes:

- La resistencia a lo “Verosímil” Considerar el texto en sí mismo nos invita a resistir


a ciertos hábitos de reconstrucción y de representación. En función de nuestros
conocimientos (que son siempre muy importantes), a partir de lo que presentimos y
esperamos, con los datos de la historia o de la psicología, intentamos reconstruir
“verosímilmente” la escena o dirigirnos hacia la “referencia”, es decir, hacia el
mundo al que nos remite el texto y que es posible confirmar con los datos de la
geografía y de la historia. El texto tiene, desde luego, una función representativa,
pero lo que buscamos es su originalidad, su singularidad y no su conformidad con
lo que ya sabemos. Leer es también dejarnos desinstalar por el texto.

- Un texto: micro-universo de sentido Examinar un texto según los procedimientos


de la semiótica nos lleva a considerarlo como un universo particular de significación.
Habla, evidentemente, del mundo (por su función referencial), pero ofrece también
un mundo particular que visitar y recorrer, un mundo organizado por descubrir y
contemplar. Leer es también entrar en un “mundo posible”.

El principio estructural
La semiótica se ha definido a partir del marco de la Iinguística estructural que se
basa en el principio de estructura, según el cual no hay sentido más que en la
diferencia y por medio de la diferencia. Esto significa que concederemos la prioridad
a las relaciones y no a los elementos; intentaremos construir la red de relaciones (la
forma del contenido) a partir de la cual se construye el sentido del texto que leemos.

Para valorar esta red organizada (este sistema), nos dedicaremos a medir, con los
instrumentos del análisis semiótico, los desniveles y las diferencias. Todos los
procedimientos semióticos se derivan de este postulado: se trata siempre de
observar y de medir las diferencias que resultan pertinentes para la significación.
Leer es entrar en el juego de las diferencias significantes de un texto.

EL FUNCIONAMIENTO
De estos principios se deriva una manera de abordar los textos y de emprender la
lectura. En efecto, vamos a utilizar algunos modelos concebidos por la teoría
semiótica y propuestos por ella en función de las producciones que intenta explicar.
Pero la utilización de estos modelos no se ofrece con unas “normas de empleo”
infalibles e inmutables. Nuestra lectura tiene que ser reflexión y construcción. Por
consiguiente, no se trata de hacer una operación de “etiquetaje”, para decir en
términos eruditos lo que el texto dice con claridad. Tampoco se trata de encontrar,
sin fallo alguno, el modelo conocido y previsto por la teoría. Se trata más bien de
ver cómo produce sentido un texto particular, con los datos del modelo teórico. Los
datos de los modelos utilizados son por tanto unos «instrumentos)), unos aparatos
de medida que poseemos para dirigirnos hacia el texto. No están ocultos en el texto
para que nosotros los descubramos allí.

De este modo es como invitamos a los lectores a un comportamiento de tipo


científico, a una manera de obrar que parte de la observación, propone unas
hipótesis y realiza algunas verificaciones. La observación, llevada a cabo con los
instrumentos del análisis semiótico, sobre el texto, pone de relieve lo que lo
constituye, una manera de relacionar las significaciones, las relaciones posibles que
se dan bajo la cobertura de las palabras.

• Unas hipótesis, a partir de los datos proporcionados por la teoría, propuestas


entonces para describir con rigor y coherencia la organización de la significación.
• Unas verificaciones hechas a continuación, sobre el propio texto, para consolidar
las hipótesis, reajustarlas y afinar la observación.

En este continuo ir y venir, entre el texto leído y la organización que intentamos


darle, es donde se lleva a cabo el “trabajo” de la lectura. Leer es entrar en este
trabajo que actualiza la relación entre el texto y su lector.

ENTENDER
Para la semiótica, todo texto es ante todo un objeto de estudio, un objeto que hay
que construir pacientemente con los procedimientos del método. Para nosotros,
lectores de textos bíblicos, se trata de utilizar de la mejor manera posible los
procedimientos del método con la finalidad de entrar en el dispositivo de la
significación del texto. Mas sabemos que, al entrar así, quizá llegue a alcanzarnos
una palabra.

Pero hay que aceptar no saber de antemano lo que el texto dice, aceptar que resista
a nuestro deseo de saber y de encontrarnos en él, para descubrir finalmente esa
palabra que se nos ha dirigido, en el propio texto, pero más acá o más allá de lo que
nosotros pensábamos saber a propósito de él. Hacer semiótica es aceptar esta
aventura, este juego con el texto que muchas veces «desconcierta», saca fuera de
los caminos trillados y de las interpretaciones recibidas y hace descubrir, por el
sendero de la lectura, no pocas huellas de la “palabra”.

EJERCICIO PRÁCTICO

LA PARÁBOLA DE LOS VIÑADORES


MC 12, 1-11

A título de ejercicio práctico, presentamos aquí las principales etapas de un


recorrido práctico: del análisis discursivo al análisis narrativo.

Aproximación a la dimensión discursiva

SIGUIENDO LAS «SITUACIONES DISCURSIVAS» DEL TEXTO (ACTORES-


TIEMPOS-ESPACIOS)

situación discursiva: v.1 a-b


Un actor (“un hombre”) definido por su actividad: ha plantado una viña (registro
agrícola), delimita la viña como espacio (dentro/fuera), “cava un lagar”,
determinando las condiciones de explotación del fruto de la viña, marcando el
espacio (abajo); “construye una torre”, la torre puede aparecer como una señal (¿de
reconocimiento?), la torre es “construida” (se pasa del registro agrícola al registro
arquitectónico). Ella marca el espacio (alto).

El conjunto de datos parece organizarse en torno a la designación de un recorrido


de fructificación y de explotación de la viña. ¿Cuál será el término: los racimos, el
vino, el dinero...?

Situación discursiva: v. 1c
El primer actor es puesto en relación con un segundo (“los viñadores”). Entre ellos
se da una relación económica (y contractual) de propietario a arrendatarios que
implica ciertos intercambios. Se observa una modificación del espacio: la viña pasa
a ser el espacio de actividad de los viñadores, el hombre parte para el extranjero:
entre “la viña” y “el extranjero” pueden organizarse desplazamientos e intercambios.

Situación discursiva: v. 2·3


Un nuevo actor: “un criado”. Su envío vuelve a definir al “hombre” como “amo”
(nueva determinación que registrar) y realiza la relación entre el hombre (y su
espacio) y los viñadores (y su espacio). Esta secuencia inscribe igualmente una
figura de objeto que ha de manifestar la relación entre el hombre y los viñadores: es
el “tanto de la cosecha”. Esta figura de la “cosecha” (el “tanto”) es un eco del
programa de fructificación planteado en la primera secuencia: el tanto de la cosecha
manifiesta el objetivo de este programa.

El criado es el objeto de una performancia de los viñadores: lo “agarraron” y lo


“apalearon”, el registro del cuerpo aparece aquí tras los registros agrícola y
económico. La performancia de los viñadores invierte ciertas condiciones puestas
anteriormente en las relaciones del hombre con los viñadores: lo que le devuelven
al “hombre” es un criado con el cuerpo magullado.

Situación discursiva: v.4


Un nuevo actor: “otro criado”. Esta situación discursiva precisa las condiciones
planteadas por la anterior. Este criado es “descalabrado” e “insultado”. El registro
del cuerpo se particulariza ahora en el de la “cabeza”. La figura del “insulto” que se
le añade pone el acento en el respeto, en el-honor, que pertenecen al registro del
reconocimiento, mientras que no se habla ya del “tanto de la cosecha”, a no ser que
éste entre en el registro del reconocimiento, y no ya en el registro agrícola y
económico. El discurso interpreta sus propias figuras.

Situación discursiva: v.sa


Junto con «otro criado», una nueva actividad de los viñadores. El asesinato llega al
final de este recorrido que organiza los registros del cuerpo y del reconocimiento.
Aparece aquí la muerte en lugar de los signos de la fructificación.

Situación discursiva: v.sb


Esta secuencia recoge los datos de las situaciones discursivas 3 a 5. La actividad
de los viñadores, repetitiva, se convierte en lo que los califica ahora en el texto:
nunca se les ve ocupándose de la viña. Esta calificación de los “viñadores” se hace
igualmente calificación de su espacio: “la viña” preparada para la fructificación y la
explotación (1.· situación) se convierte en espacio de muerte; podrá preguntarse
cómo el texto interpreta ahorala articulación dentro I fuera que estructuraba el
espacio.

Situación discursiva: v.6


Un nuevo actor: el “hijo”, esta figura vuelve a definir al “hombre” como “padre”, nueva
calificación de este actor, “todavía le quedaba uno, su hijo”, el “hijo” cuenta en la
serie de los enviados (detrás de los criados), como que le queda al padre. Esta
distribución de los enviados puede hacer eco al reparto del fruto de la viña, de la
que el hombre espera “su parte”. Está “la parte” y “el resto”. Pero el hijo se distingue
de los criados: es el hijo “querido”; se inscribe en un registro afectivo, nuevo en
nuestro texto, el envío del hijo se pone en relación con “el respeto”. Con el envío de
su hijo, el padre espera, no ya un valor económico, sino un valor de reconocimiento.
Esta modificación estaba anunciada ya a propósito de los criados en la situación
discursiva. Esta declaración de valor (“el respeto2) forma el objeto de unas palabras
del hombre-padre.

Situación discursiva: v.7


Se puede destacar esta situación discursiva a partir de la conversación que tienen
los viñadores: la escena se desarrolla desde su punto de vista. Es la primera vez
que toman la palabra (”se dijeron entre sí”). El discurso de los viñadores ofrece la
interpretación que hacen del actor “hijo”.
El hijo es interpretado como “heredero”. Bajo este valor es considerado por los
viñadores e integrado en un programa de apropiación de la viña: matar al heredero
para obtener la herencia. En la 2 situación discursiva habíamos observado la figura
del cuerpo agarrado y maltratado, mientras que en la 4 situación se hablaba por
primera vez del asesinato. Aquí se presenta de nuevo la violencia corporal. para
llevar a cabo la ruptura de la relación contractual entre los viñadores y el dueño de
la viña; ellos suprimen lo que le quedaba al padre (el hijo) para manifestar esta
relación, a fin de apropiarse de todo (la viña). El registro afectivo queda en
suspenso.

9.- situación discursiva: v.S


Realización de la performancia prevista en el discurso de los viñadores: define a los
viñadores en su función de asesinos. Observamos aquí la organización del espacio:
el hijo es agarrado, matado y arrojado fuera de la viña. Cabe preguntarse cómo este
desplazamiento del hijo hace eco a las organizaciones indicadas del espacio: la viña
fue delimitada como dentro respecto al fuera (situación discursiva 1), definida como
espacio de muerte (situaciones discursivas 5 y6). ¿Cuál es entonces el significado
de ese “fuera” adonde es arrojado el hijo? ¿Qué es loque finalmente pasó de dentro
a fuera de la viña? ¿Qué diferencia con lo que el dueño esperaba recibir de la viña?
Estas preguntas nos comprometen a seguir, desde una situación discursiva a la
otra, el “recorrido de la significación” y la manera como son reinterpretadas algunas
figuras.

Situación discursiva: v.9 Esta secuencia está en futuro. Señala una ruptura
temporal respecto al “tiempo del relato” y el “tiempo de la narración”, y establece
una relación narrador-oyentes, confirmada por la forma interrogativa del enunciado:
el relato exige un receptor de ese relato. Encontramos en esta secuencia la relación
del “hombre” y de los “viñadores”, pero una relación directa, sin la mediación de
objetos o de actores enviados.

Hay un desplazamiento del «hombre» (que hace eco a su partida) hacia los
viñadores, que hace prever dos acciones: la ejecución de los viñadores y la entrega
de la viña a otros. Es el final de un episodio relativo a la relación entre el amo y los
viñadores; pueden intervenir otros episodios en la viña. El hombre es calificado aquí
como “dueño de la viña” y definido por su poder sobre los viñadores (la muerte) y
sobre la viña (la entrega).

Situación discursiva: v.10-11


Desaparecen los actores anteriores (el hombre, los viñadores, los criados, el hijo...).
Aparecen dos nuevos actores en el marco de la comunicación del relato: los
receptores del relato (“nosotros”) calificados igualmente de “lectores de la Escritura”,
y “la Escritura” misma que continúa el relato. Aparecen nuevos actores en el
discurso citado: la “piedra”, los “constructores”, el “Señor”, cuyas relaciones hacen
eco al relato de los viñadores:
- la piedra es “rechazada” por los constructores, lo mismo que el hijo matado por los
viñadores.
- la piedra es recogida para otra actividad como “piedra angular”, colocada en una
posición destacada (¿respetable?). Esta actividad es atribuida, por el narrador, al
“Señor” y propuesta al reconocimiento por otro actor: “nosotros” “qué maravilla para
nuestros ojos!”. Cabe suponer que, por el discurso citado de la Escritura, el texto
traza una prolongación del recorrido narrativo emprendido bajo la figura del “hijo”, y
que esta prolongación, que ha de ser leída en la Escritura por “vosotros”
(¿”nosotros”?), exige una actividad y una competencia de lectura. Tendríamos
entonces el caso bastante original de un relato que integra su propia lectura y las
referencias de esta lectura.

DE UNA SITUACION DISCURSIVA A OTRA: EL RECORRIDO DE LA


SIGNIFICACION (figurativo / temático)

a) Si miramos cómo evoluciona la denominación de los actores, ¿qué podemos


observar a lo largo del texto? Los viñadores no cambian de denominación, pero
hemos comprobado cómo se manifiesta en sus actividades su relación con la viña:
es al final de su recorrido violento y asesino cuando se interesan por la viña, para
obtenerla como herencia (¿ocupando el lugar del heredero?) El hombre, que está
en el origen de la viña, manifiesta varios papeles según se relaciona con la viña que
planta, con los viñadores a los que la arrienda, con el espacio cuando parte al
extranjero, con los criados cuando los envía, con el hijo designado como “querido”,
con ese mismo hijo cuando lo envía (pero entonces es llamado “padre”). Sólo al final
aparece una nueva denominación (“dueño de la viña”), cuando se trata de castigar
a los viñadores y de dar la viña a otros.

b) Si seguimos las diferencias de una situación discursiva a otra, ¿qué recorrido de


la significación podemos observar? La primera situación discursiva establece las
condiciones de fructificación y de explotación de la viña. La segunda secuencia sitúa
a los “viñadores” como actores de esta explotación. La conclusión prevista de este
recorrido sería la entrega de un “tanto de la cosecha” al que plantó la viña (“su
parte”). Pero este recorrido no se lleva a cabo con estos viñadores. En vez de acoger
a los criados como enviados del amo, con todo respeto, y de despedirlos con las
manos llenas, los despiden con las manos vacías, descalabrados, insultados y
asesinados.

El texto selecciona así un recorrido de no-realización de la fructificación (tal como


estaba prevista), que se concreta más aún por el insulto, los golpes, el asesinato.
Con el envío del «hijo querido)), el relato vuelve a tomar los valores del
reconocimiento: el dueño espera «respeto para su hijo)). Pero este recorrido,
emprendido de nuevo por el padre, no concluye como debía: matan al hijo
considerado como «heredero». En vez del respeto debido, los viñadores sólo se
interesan por la posesión de la viña (herencia del heredero).

El final del texto vuelve a distribuir estos elementos: la viña queda disponible para
otros, tras la eliminación de los viñadores; lo que había sido rechazado vuelve a
ocupar una posición distinguida. Observamos así las operaciones que realiza el
relato con unos cuantos valores de significación que podemos designar
provisionalmente como: valores económicos (un tanto de la cosecha -fruto del
arrendamiento- esperado por el propietario, totalidad de la viña-heredad deseada
por los viñadores), valores de reconocimiento (insulto a los criados, respeto
esperado para el hijo). Estos últimos valores se ven finalmente exaltados en el texto
de la Escritura que se cita (piedra rechazada/piedra angular), donde se pone
especialmente el acento en la organización del espacio. Con el destino final de la
viña, del hijo y de la piedra, el mismo texto re-interpreta el conjunto del recorrido de
fructificación, en el sentido de una prolongación positiva que obliga a la
interpretación conjunta del lector.

Aproximación a la dimensión narrativa

LAS ACCIONES DEL RELATO Y LAS ALIANZAS DE LOS ACTORES

El hombre, en su proyecto de obtener su “tanto de la cosecha”, se alía con los


“criados” Con el envío del “hijo querido”, posterior al fracaso del primer proyecto (se
agota la serie de criados), se trata para el hombre de obtener “el respeto para su
hijo”. Este último proyecto es el que constituye el objeto de un discurso. Los
viñadores todos se alían entre sí (actor colectivo). Están aliados en primer lugar en
la negación a darle al hombre “el tanto de la cosecha”, y luego en su empeño por
alcanzar la posesión de la viña, matando al hijo heredero.

Esta alianza forma el objeto de un discurso. El proyecto fracasa con la venida del
“dueño”, que hace matar a los viñadores. En la cita, los «constructores» rechazan
la piedra. El Señor la convierte en “piedra angular”.

OPOSICIONES DE LOS ACTORES EN LAS ACCIONES

Se señalan las oposiciones:


- entre los viñadores y los criados,
- entre los viñadores y el hijo,
- entre el «Señor» y los «constructores».

OBJETIVOS DE LAS ACCIONES DEL RELATO

Por parte de los viñadores, se observa por un lado la negativa a dar una parte de la
cosecha (la observación final de la fructificación pretendida por el hombre) y por otro
lado el empeño en adquirir la viña entera (en lugar del hijo). Estos dos objetivos se
articulan como un programa de los viñadores. Este programa fracasa tras la venida
del dueño: la historia de los viñadores acaba en donde prosigue la historia de la
viña: no se cierra el proceso de fructificación.

Si se organiza el conjunto de las actividades del hombre como un programa


(dispuesto por el texto en oposición al programa de los viñadores), es posible
organizar todas estas actividades en torno a la fructificación y observar cómo ésta
se toma desde el ángulo de los signos de respeto (más bien que desde el solo
ángulo económico); notemos simplemente que la disposición de la viña al principio
termina con la construcción de una “torre” (posición de construcción elevada que no
deja de recordar la posición de la “piedra” al final del texto; ella podría ser el signo
de reconocimiento para todo el proceso realizado en la viña); que el hombre espera
de los viñadores “una parte” del fruto (signo de la fructificación realizada más bien
que una cantidad acumulable) y que, finalmente, no espera más que “respeto” para
con su hijo querido. En su oposición, los viñadores marcarán a la vez el no-respeto
(insultos) y la prioridad dada a los bienes (el hijo tomado como heredero y matado
para obtener la herencia). Se trata, pues, para el hombre de un programa de
fructificación centrado en los signos y en el respeto, programa que viene a
prolongar, por otra parte, la cita de la Escritura, con las otras figuras de actores.

La oposición entre los programas del hombre y los viñadores no basta para dar
cuenta del relato: Efectivamente, al final, la entrega de la viña a otros viñadores
orienta el relato hacia un programa de la viña que sigue adelante; la cita de la
Escritura, bajo la figura de la piedra rechazada y escogida, toma el relevo del
programa del hijo muerto y rechazado; así, pues, habrá que centrar el núcleo
narrativo del texto a través de las oposiciones marcadas alrededor de las figuras de
la “viña”, del “hija” y de la “piedra”.

VALORES DE LAS ACCIONES


Pueden observarse las diferencias en el punto de vista de los actores sobre las
acciones realizadas, en particular a propósito del «envío del hijo». El valor de este
actor está sometido a una doble interpretación: desde el punto de vista del padre (y
del relato), se trata del hijo “querido”, al que los viñadores deberían respetar. Se
combinan aquí los valores afectivos y los valores de reconocimiento. Esta
interpretación constituye el objeto del discurso del padre. Desde el punto de vista
de los viñadores, el “hijo” es el “heredero” que representa a la viña como bien
apropiable. Esta interpretación de los viñadores, que forma el objeto de su discurso,
exige un programa de acción: asesinar al hijo para apropiarse de la viña. La
oposición entre el padre y los viñadores es entonces una oposición de interpretación
relativa al hijo. Podrá observarse cómo este conflicto de interpretación se recoge en
la cita de la Escritura, señalando los valores en oposición en el texto.

¿Quién reconoce el valor de la acción principal? Esta cuestión debe permitir


determinar el papel del destinatario que evalúa la acción principal, que la “sánciona”.

a) Aquí, el relato termina con la ejecución de los viñadores; el señor de la viña


parece sancionar negativamente a los asesinos del hijo y relanzar con otros el
programa de fructificación emprendido inicialmente.

b) Sin embargo, hay que tener en cuenta la mención final de la Escritura que pone
en escena un conflicto de interpretación entre los “constructores” y el “Señor”. Se
puede entonces reconocer en este actor a un destinatario de la sanción sobre el
valor del actor representado aquí por la “piedra”, en oposición a la evaluación
realizada por los constructores.
c) El último enunciado de nuestro texto puede interpretarse igualmente dentro del
marco de este reconocimiento del valor: “una maravilla a nuestros ojos”. Con la
mención de “nuestros ojos”, son convocados finalmente los actores de la
enunciación (“nosotros”, narrador y receptores del relato) como obligados a
reconocer el valor de la acción principal, tal como se manifestó en la oposición entre
los constructores y el Señor.

PROGRAMA·ANTlPROGRAMA JUEGO DE RELATO

La dificultad del análisis de este texto proviene del desnivel que se da entre una
gran variación figurativa (viña plantada y alquilada, criados enviados y asesinados,
hijo-querido-heredero matado, piedra rechazada piedra angular...) y una relativa
permanencia de la lógica del relato. La articulación programa-antiprograma debe
describirse más acá de esas variaciones de figuras.

La oposición “hombre”-“viñadores” subraya el juego que se da entre los valores de


tipo pragmático y los valores de reconocimiento. Estos viñadores inician un
programa de apropiación de la totalidad de la viña y lo reinterpretan todo en términos
de bienes pragmáticos (la parte de la cosecha, el hijo querido); ellos son los
destinatarios y los sujetos que realizan este programa.

El “hombre”, por su parte, está inscrito en un programa en el que se pasa de los


valores pragmáticos (plantación, alquiler, arrendamiento) a los valores de
reconocimiento; no le queda finalmente como «bien» más que el hijo “querido” y
como objetivo el respeto al mismo. Pero al final, la realización de este programa
supera el recorrido del hombre-padre, cuando toma su relevo la Escritura
estableciendo el juego principal en torno a los valores de reconocimiento por parte
de “nosotros”.

Este “juego” entre el plano figurativo y el plano narrativo puede ser el resorte de un
tipo de texto que se designa habitualmente como “parábola”.

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