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EL PROBLEMA
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asegurándoles un desarrollo suficientemente sano (Barudy, 2010), y puede definirse
como el conjunto de capacidades que permiten a los padres afrontar de modo flexible y
adaptativo la tarea vital de ser padres (Rodrigo et al 2008).
Una de las escalas que es calificada como excelente para medir el
funcionamiento familiar es la Escala de Evaluación Familiar de Caolina del Norte o
NCFAS. Fue desarrollada a mediados de 1990 por un grupo de trabajo ligado al Sistema
de Bienestar Infantil de Carolina del Norte, liderado por los investigadores Raymond
Kirk y Kellie Reed-Ashcraft y apoyados por la organización National Family
Preservation Network (NFPN) para ser usada en programas de preservación familiar
orientados a la prevención secundaria del maltrato infantil, negligencia y otros factores
de riesgo que puedan colocar a un niño en situación de grave vulneración. Este
cuestionario fue validado en Chile por Valencia y Gómez en el 2010 (Gómez y
Valencia, 2010).
El Parenting Sense of Competence, construido en Gran Bretaña en 1978 mide la
competencia parental en tres dimensiones; satisfacción con el rol parental y eficacia
parental y el interés en la parentalidad. Aunque data de algunos años atrás su uso es
todavía extendido en Gran Bretaña y Europa (Gibaud-Wallston, Wandersman, 1978).
Framework for the Assessment of Children in Need and their Families (FACNF)
fue elaborada en Gran Bretaña y mide las necesidades de desarrollo del niño y las
capacidades parentales junto con los factores ambientales familiares con el objeto de
buscar el bienestar del niño, y en todos los casos del niño, cualquiera pueda ser su origen
(Deparment of Health, 2000).
El Standardizad Assessment of Parenting desarrollado por el New Zealand
Children, Young Persons, and Their Families Services evalúa la capacidad parental para
proporcionar cuidados básicos que satisfagan las necesidades infantiles, evalúa el
funcionamiento del sistema familiar, las prácticas positivas y negativas de los padres y
las técnicas de resolución de conflictos con los hijos e hijas (Barber y Delfabbro, 2000).
Comprehensive Family Assessment Guidelines for Child Welfare fue
desarrollado por el National Child Welfare Resource Center for Family-Centered
Practice en Estados Unidos y consiste en la evaluación que incorpora información de
otras evaluaciones dirigida a las necesidades más amplias del niño y su familia que
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afectan su seguridad, permanencia y bienestar y no solo el análisis de una serie de
síntomas (Schene, 2005).
La escala PICCOLO o Parenting Interactions with Children: Checklist of
Observations Linked to Outcomes fue publicada en los Estados Unidos y desarrollada
por Anderson, Cook, Innocenti y colaboradores. Mide la calidad de las interacciones
padres-hijos en niños muy pequeños (Roggman et al, 2013).
La Escala de la Competencia Parental Percibida (ECPP-p) mide áreas como la
implicación de las madres y padres en las tareas escolares, la dediación parental, el ocio
compartido, ella orientación y el rol ejercido. Fue construida en España con el propósito
de ayudar a profesionales en asistencia de familias (Bayot, Hernández, 2005).
La Guía de Evaluación de las Competencias Parentales y la Resiliencia Parental
está dirigida a padres biológicos, acogedores y profesionales de la infancia, y evalúa sus
competencias, es decir; el contexto en que desenvuelven los padres, las interacciones de
los actores involucrados, sus historias de vida, las consecuencias que experimentan
actualmente debido a la violencia vivida, los recursos sociales e institucionales de los
que disponen, etc. Al mismo tiempo, valora los riesgos que puedan estar viviendo los
niños/as a raíz de las incompetencias parentales de algunos adultos de la familia y que
resultan significativos o influyentes en su cuidado y crianza (Barudy y Dantagnan 2010).
La Escala de Evaluación Parental (EEP) es una medición autoadministrada para
evaluar la satisfacción y sentimientos de autoeficacia respecto a la maternidad en
mujeres con niños entre 0 y 2 años de edad en Chile. Autoeficacia es un término que se
refiere a las creencias de las personas acerca de sus propias capacidades para lograr
determinados resultados, en este caso; ejercer la parentalidad (Farkas-Klein, 2008).
A nivel nacional no se cuenta con un instrumento adaptado a la población
paraguaya que mida este constructo.
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parentesco, que inscribe a un niño en una línea genealógica. La parentalidad puede
cambiar, puede ser ejercida sucesivamente o simultáneamente por varias personas
(Dekeuwer, 2001).
Algunos exponentes en el área aseguran que la calidad de relaciones establecidas
entre padres y madres e hijos o hijas, sería relevante para varias áreas del desarrollo
infantil. Los estudios más recientes en este tópico señalan que los cuidados, la
estimulación y los buenos tratos parentales desempeñan un papel esencial en la
organización, el desarrollo y el funcionamiento cerebral temprano (Barudy, Dantagnan,
2005 y 2010; Baumrind, 1978).
Tanto las funciones cognitivas y motoras, como las socioemocionales, emergen
de la interacción mantenida con los cuidadores y cuidadoras durante los primeros años
de vida, que estimulan las sinapsis entre neuronas en las diversas regiones cerebrales
(Barudy & Dantagnan, 2010).
Por otra parte, las actitudes y conductas parentales equilibradas y receptivas, y la
existencia de adecuadas competencias parentales, han sido asociadas en forma positiva
con el éxito y con la competencia académica de los niños y niñas en edad escolar. Así,
las puntuaciones más elevadas han sido obtenidas por los niños y niñas que perciben a su
padre y a su madre como autorizados (Ballantine, 2001; Burchinal et al, 2002).
Un estudio reciente ha destacado la importancia del contexto familiar, en especial
para las niñas en comparación con los varones, en el aprendizaje de la escritura (De la
Cruz, Huarte, y Scheuer, 2004). Igualmente, Jackson y Schemes (2005) hallaron que los
niños preescolares que recibieron afecto y protección y estimulación cognitiva por parte
de sus madres, mostraron mayor rendimiento escolar en el área de lenguaje. Asimismo,
otros autores encontraron que el clima familiar en el que prima la comunicación, las
relaciones positivas, la coherencia y consistencia disciplinaria y la estimulación, es
predictor de la actividad lúdica en la niñez intermedia (Caycedo et al., 2005).
En suma, las competencias parentales les permiten a los progenitores y
cuidadores, satisfacer las necesidades cognitivas de los niños y niñas de manera flexible,
oportuna y ajustada a cada fase evolutiva (Barudy y Dantagnan, 2005, 2010; Barudy y
Marquebreucq, 2005).
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1.3. Formulación del Problema
¿El instrumento “Escala de Parentalidad Positiva e2p” es válido para la población
paraguaya?
1.4. Objetivos:
General:
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Específicos:
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conductas oposicionistas, agresivas o impulsivas, como la desobediencia, peleas,
agresividad y contestar (Furlong et al, 2012), otros como depresión, ansiedad (Kendall et
al, 2008). La investigación sugiere que los problemas disminuyen, tanto a nivel clínico
como subclínico, cuando las intervenciones basadas en parentalidad positiva se
implementan adecuadamente (Dretzke et al, 2009).
También es útil este enfoque como tratamiento complementario para niños con
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastornos del estado de
ánimo o trastornos del desarrollo neurológico y del aprendizaje (Petrenko, 2013;
Skotarczak y Lee, 2015).
A más largo plazo podrían prevenirse la delincuencia adolescente, el absentismo
escolar, el comportamiento antisocial en la adolescencia, la actividad sexual temprana,
las conductas sexuales de riesgo, el abuso de sustancias y la delincuencia en adultos
(Haggerty et al, 2013).
Sobre todo, este modelo tiene en cuenta las necesidades que presentan las figuras
parentales para poder realizar adecuadamente su tarea educadora: información,
orientación y reflexión sobre el modelo educativo familiar; tiempo para sí mismos y para
compartir en familia; confianza en las propias capacidades como figuras parentales y
satisfacción con la tarea, y apoyo informal y formal para superar las dificultades y
reducir el estrés parental y familiar. Es decir, no solo en el modelo el objetivo es el
bienestar del niño, sino el de sus padres a su vez, y reconoce la influencia del entorno
social sobre este papel (FEMP, 2015)
En la presentación del Programa de Desarrollo Infantil Temprano (PDIT) de la
Dirección de Salud Integral de Niñez y la Adolescencia (DIRSINA) del Ministerio de
Salud y Bienestar Social de nuestro país se hizo énfasis en los aspectos de Parentalidad
Postiva y su impacto en la primera infancia como potenciador del bienestar del niño y su
consiguiente contribución al progreso del país (MSPYBS, 2017).
Evaluar la parentalidad, puede generar acciones preventivas y de promoción de
competencias, al mismo tiempo que se amplía y enriquece la red de apoyos de la familia
(FEMP).
Es por estos motivos que la adaptación y validación en nuestro país de una
Escala de Parentalidad Positiva es de sumo interés, ya que no se cuenta con ella, con la
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finalidad de que sea útil a los profesionales de salud o educación que están en contacto
con familias y/o niños, a los docentes de educación universitaria y a todas aquellas
personas que tienen interés en el desarrollo apropiado y bienestar de los niños y niñas.
1.5. Viabilidad