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Hacer una crítica constructiva para ayudar a los demás es una actitud madura, responsable y llena
de respeto por nuestros semejantes.
De forma natural el hombre busca comunicar sus pensamientos e influir en los demás con su
opinión para lograr cambios en la familia, la sociedad, el trabajo o la escuela, sin embargo,
corremos el riesgo de sujetarnos únicamente a nuestro particular punto de vista e intereses, sin
atender a las necesidades o propósitos que tienen los demás
Cada vez que una persona desea expresar su opinión o inconformidad con rectitud de intención,
tiene que aclarar que es “una crítica constructiva”, para evitar malos entendidos y lograr una
mejor disposición de su interlocutor. A veces somos tan susceptibles, que sin la aclaración
pertinente nos sentimos agredidos. Si fuésemos más sencillos y maduros, encontraríamos en cada
crítica –positiva o negativa- una oportunidad para cambiar y mejorar nuestra forma de vida. En
realidad, aún de las críticas más acres deberíamos tener la serenidad, paciencia y madurez para
obtener lo mejor de ella, aún si hiere nuestro amor propio.
Ahora bien, es muy común que nuestra tendencia a criticar se propague sin ton ni son y
convertimos a la crítica en una forma de oposición y rechazo a todo aquello que no nos gusta;
observamos y manifestamos inconformidad casi de todo: el modo de vestir, las opiniones, la forma
de gobierno, las normas de vialidad, la conducta del vecino... y muy pocas veces, hacemos un
juicio objetivo y valiente sobre nuestro comportamiento y modo de pensar.
Lo primero será reconocer que frecuentemente hablamos sin fundamento, nos quedamos con
unas cuantas palabras del noticiero o del diario, cotejando nuestra pobre información con los
comentarios que escuchamos en la oficina o con los amigos, hacemos conjeturas y emprendemos
el vuelo aprobando o desaprobando todo tema de actualidad: iniciativas de ley, la política
económica, los eventos sociales, sucesos de carácter internacional y hasta las nuevas disposiciones
en materia de educación o de salud... ¡Con qué facilidad no erigimos en autoridades competentes!
Es claro que las decisiones de índole social o política a veces muy distantes del común de las
personas, pero esto no justifica la critica mal intencionada. En todo lugar existen medios,
asociaciones y grupos de personas con el afán de crear una sociedad más justa y llena de
oportunidades para todos. ¿Por qué no participar o tomar la iniciativa en nuestras manos? Tal vez
no todos tenemos el valor de asumir una responsabilidad más grande, de mayor trascendencia...
Definición de las características de la ética personal
La ética profesional hace referencia al conjunto de normas y valores que hacen y mejoran al
desarrollo de las actividades profesionales. Es la encargada de determinar las pautas éticas del
desarrollo laboral mediante valores universales que poseen los seres humanos. Aunque ésta se
centre en estos valores, se especifica más en el uso de ellos dentro de un entorno plenamente
laboral.
La ética laboral es fundamental en cualquier persona que desee trabajar, ya que ésta implica la
práctica de valores como la responsabilidad, puntualidad, estudio, constancia, carácter,
concentración, formación, discreción, entre otras.
Suelen aparecer conflictos cuando existen discrepancias entre la ética profesional y la ética
personal. En esos casos, las personas deben tomar medidas, como la objeción de conciencia, si se
cree que no se está actuando correctamente
Desde hace mucho tiempo se ha visto la necesidad de manejar ciertos principios éticos en el
ejercicio de las diferentes profesiones. La Administración no es la excepción ni tampoco ha sido la
primera en notar esta necesidad, lo vemos en el campo de la medicina, el derecho e incluso en el
campo religioso, donde es evidente la necesidad de guardar el secreto profesional.
Díaz y otros (2007) en un material que trata sobre la Introducción a la Medicina Legal, exponen
que el Secreto Profesional “…se trata de un secreto confiado, mediante el cual el profesional se
obliga a mantener ocultas todas aquellas confidencias que reciba en el ejercicio de su
profesión…”1 Este concepto deja espacio para pensar en una realidad que muchas veces pasamos
desapercibida, y es que el Secreto Profesional debe estar impregnado en las características de un
profesional, cualquiera que sea su especialidad.
La violación del Secreto Profesional puede traer consecuencias negativas, porque afecta a por lo
menos, tres involucrados.
1. A la empresa (Propietaria del Secreto)
Resulta elemental suponer que en la selección de personal se vigile que los aspirantes manejen
este tipo de principios para ser considerados como potenciales. Pero pocas veces en el área de
Reclutamiento se evidencian los esfuerzos por puntualizar el nivel de confidencialidad laboral que
manejan los aspirantes, y a veces es muy tarde para detectarlo.
Como un administrador que considera la axiología como elemental para la gestión administrativa
concluyo con el siguiente consejo: Si somos receptores de información confidencial en nuestros
puestos de trabajo, debemos cuidarnos de no permitir que se filtre información que podría
resultar contraproducente para la empresa. No tanto por las implicaciones legales que esto puede
tener, sino por mantener los principios éticos de la profesión bien en alto.