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Clase 1.

Parte 3:

§3

Heidegger va a exponer ahora en los parágrafos 3 y 4 las dos nociones


fundamentales de la preeminencia de la pregunta por el ser. La preeminencia no es
solamente la importancia sino el carácter trascendental de la pregunta por el ser:
De por qué la pregunta por el ser es presupuesta por cualquier otra pregunta. Esa
preeminencia o primordialidad se puede sintetizar en dos aspectos: 1) la
preeminencia ontológica y 2) la preeminencia óntica. El parágrafo 3 desarrolla la
preeminencia ontológica, pero antes nos habla sobre los conceptos fundamentales.

Los conceptos fundamentales son aquellas determinaciones en las


cuales se alcanza del dominio de cosas que sirve de base a todos los
objetos temáticos de una ciencia una comprensión previa y directiva
de toda investigación positiva. Su genuina definición y
“fundamentación” sólo la logran, por ende, estos conceptos en un
escudriñar, congruentemente previo, el dominio mismo. Pero en tanto
que cada uno de estos dominios es una promoción del sector mismo
de los entes, no significa semejante indagación previa y creadora de
conceptos fundamentales otra cosa que una interpretación de la
constitución fundamental del ser de estos entes. Esta indagación tiene
que ser anterior a las ciencias positivas; y puede serlo. La labor de
Platón y de Aristóteles es prueba de ello. Tal fundamentación de las
ciencias se diferencia radicalmente de la “lógica”, esencialmente
zaguera en cuanto que investiga el “método” de un estado accidental
de una ciencia. Tal fundamentación es lógica creadora en el sentido de
que se adelanta, cabe decir, hacia un determinado dominio del ser, abre
por primera vez la constitución de su ser, y pone a disposición de las
ciencias positivas las estructuras ganadas, como otras tantas
indicaciones directivas ―y “ver a través” de las cuales es posible―
de sus preguntas. Así, no es, por ejemplo, lo primario filosóficamente
una teoría de la formación de los conceptos de la historiografía, ni la
teoría del conocimiento historiográfico, pero tampoco la teoría de la
historia como objeto de la historiografía, sino la exégesis del ente
peculiarmente histórico, en punto justamente a su historicidad. Así,
estriba también el aporte positivo de la Crítica de la razón pura en
haber acometido el poner de manifiesto lo que es inherente a una
naturaleza en general, y no en una “teoría” del conocimiento. Su lógica
trascendental es lógica material apriorística del dominio del ser
llamado naturaleza. (p. 20)

Heidegger aquí se está refiriendo a aquellos conceptos fundamentales que


determinan el dominio de una ciencia determinada. Vamos a dar un ejemplo: el
concepto de vida, tal como sea definido, va a determinar los alcances de la
Biología. En este momento la Biología se enfrenta a un cambio conceptual
fundamental que modifica totalmente el dominio de aquello a lo que ella se refiere,
su habitad problemática. Ustedes saben que vida, en el sentido biológico del
término, es vida básicamente orgánica, vida orgánica es vida compuesta sobre la
base de carbono. Pero en este último tiempo se está empezando a considerar la
posibilidad de la existencia a base a sílice. El sílice tiene una estructura atómica
muy similar a la del carbono. Si nosotros definimos la vida como lo ha hecho
tradicionalmente la Biología (el estado de actividad de los seres orgánicos, es decir,
de los seres compuestos por el carbono), el campo o dominio al que ésta se referirá
será muy diferente al que se referiría si se llegara a definir la vida como lo propio
de los seres compuestos a base de sílice. Otro ejemplo, proveniente esta vez de la
astronomía, es el siguiente: ustedes tal vez hayan crecido considerando que el
último planeta de nuestro sistema solar era Plutón; actualmente, a causa de un
cambio en la definición de “planeta”, se lo ha degradado de esta categoría y Plutón
pasó a ser una suerte de cometa o de gigantesco asteroide. Se podría dar también
un tercer ejemplo. Las dos anteriores estaban referidos a las ciencias naturales, éste
en cambio está referido a las ciencias humanas: el campo de estudio de la Teología
será notoriamente diferente si nosotros comprendemos “lo divino” de acuerdo a
las religiones monoteístas, que parten del principio de separación entre Dios y el
mundo, o comprendemos “lo divino” según las religiones paganas, según la cual
no hay separación entre Dios y el mundo sino que lo divino es un potencial
inherente al mundo mismo. Las Teologías, entonces, son totalmente diferentes si
para las teologías paganas la naturaleza es ámbito sagrado, mientras que para la
teología judía el endiosamiento de la naturaleza es siempre sinónimo de lo bajo,
de lo oscuro, que por eminencia no es sagrado. Es diferente el modo de ser, el
modo del ente, no sólo el dominio del ente de que se ocupa sino los conceptos que
vertebran la Biología, la Astrología o la Teología, de acuerdo a cómo ellos
entiendan el ser de la vida, de lo divino o de un planeta. Más adelante Heidegger
dice: “pero en tanto que cada uno de estos dominios es una promoción del sector
mismo de los entes”, es decir, una determinación por anticipado de cuáles son los
entes, las cosas que competen a esa ciencia, “no significa semejante indagación
previa y creadora de conceptos fundamentales otra cosa que una interpretación de
la constitución fundamental del ser de estos entes”, en otras palabras, de acuerdo
a como nosotros interpretemos el ser de estos ente, a saber, de los entes propios de
una disciplina científica específica (ya sea de las ciencias humanas o naturales) así
se va a desarrollar esa disciplina. Ahora bien, la interpretación de los conceptos
fundamentales de una disciplina no es tarea de la disciplina misma. La Física
estudia las relaciones entre los entes físicos, no estudia en qué consiste ser un ente
físico. La Teología no estudia qué es lo divino mismo, lo divino se le ha
manifestado, se le ha mostrado en los textos sagrados. La Historia estudia los
hechos históricos, éste es el objeto de la historiografía, lo que ella no estudia es el
concepto mismo de historia. Lo dicho anteriormente tiene el siguiente sentido:
sabemos que la historia es historia del hombre, porque es el hombre es el que deja
los testimonios que posteriormente pasarán a ser el objeto de la historiografía, pero
¿en qué medida el hombre puede ser histórico? ¿Por qué el hombre es histórico?
¿En qué radica la historicidad del hombre? Ello no es objeto de la Historia, sin
embargo debe comprenderlo de algún modo, porque estos conceptos
fundamentales que la constituyen (como los demás conceptos constituyen a las
otras ciencias) son los que determinan su dominio, su alcance y su propia visión
del mundo. En síntesis, los conceptos fundamentales que estructuran una disciplina
científica son conceptos que tienen que ver ya no con los hechos o problemas de
esa disciplina científica sino con el modo en que entienden el ser. Así, la Biología
se estructura y de desarrolla a partir del modo en que entiende qué es la “vida”.
Pero ese entendimiento fundamental de lo que sea la “vida” ya no es parte del
problema de la Biología misma, sino del modo en que se constituye la Ontología,
es decir, la determinación del ser de lo “vivo”, éste es un presupuesto para las
disciplinas científicas. Sin embargo, no hay que confundir a estos conceptos
fundamentales con el paradigma de una ciencia (Kuhn); los paradigmas
presuponen ya una intelección de dichos conceptos. Puede haber distintos
paradigmas de comprensión de un problema científico, sin embargo, los distintos
paradigmas no ponen en cuestionamiento el orden mismo de aquello a lo que se
refieren. Es decir, puede haber distintos paradigmas en la Biología pero todos esos
paradigmas presuponen que la “vida” es el estado de actividad de los seres
orgánicos. Cuando se produce un

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