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El robo en la biblioteca

C02-13-015

Un lunes de otoño por la mañana, cuando Lisa Pérez, maestra titular de ética ciudadana a
nivel preparatoria, entró en su cubículo, su compañera le informó:-“El miércoles que te
sustituí, llevé a tus alumnos a la biblioteca a realizar una actividad. Cuando salimos, uno de
ellos, sacó un libro clandestinamente. Fue reprendido, y sostuvo que no había sido él,
aunque la evidencia mostraba lo contrario. Alegó que alguien más le había colocado el
libro en su mochila”. Cuando Lisa preguntó a su clase si alguien más lo había hecho, los
alumnos callaron. Después de impartir su clase, Lisa se preguntaba: ¿Qué debería hacer
para lograr que sus alumnos pusieran en ejercicio las virtudes de justicia y honestidad, al
confesar lo que en verdad había sucedido?

La situación.
Lisa iba a acompañar a su grupo de historia a un viaje de estudios por Oaxaca. Por esta
razón tuvo que faltar a su clase de ética, pues las fechas se empalmaban. Le pidió a su
compañera de cubículo, Sylvia Ramírez, quien también impartía la materia de Ética
Ciudadana si la podría sustituir en esa clase a la que no podría asistir. Ambas se
coordinaron para que los alumnos de Lisa no se quedaran sin clase.

El viaje de estudios se realizó, y cuando Lisa regresó de este, su compañera Sylvia le


informó que sus alumnos se habían portado muy inquietos, que los llevó a trabajar a la
biblioteca de la preparatoria para que se tranquilizaran, y fue al salir de este recinto cuando
sucedió el problema. Uno de los alumnos sacó un libro clandestinamente, la alarma se
activó, y se reprendió al alumno diciéndole que por esta razón su historial de
comportamiento en la institución se vería afectado negativamente. El alumno reprendido,
según le dijo Sylvia, alegó siempre su inocencia ante este intento de hurto, diciendo que
alguien más le había introducido el texto y que desconocía quien podría haber sido el
verdadero responsable.

Este caso fue escrito por la profesora María Georgina Elizondo Buenfil con el propósito de servir como
material de discusión en clases, no pretende ilustrar buenas o malas prácticas administrativas.

Algunos datos de este documento han sido modificados a petición de las personas e instituciones
involucradas

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Corona No. 2514 Col. Nvo. México, Zapopan, Jalisco 45140, México. El ITESM prohíbe cualquier forma de
reproducción, almacenaje o transmisión de la totalidad o parte de esta obra, sin autorización por escrito.

Centro Internacional de Casos Fecha de revisión: 24 de abril de 2009


Tecnológico de Monterrey Última revisión: 26 de agosgto de 2009
C02-13-015 El robo en la biblioteca

Cuando salió Lisa de su cubículo rumbo a su clase de Ética, intentó concentrarse en lo que
podría hacer para que el responsable confesara. Pensó: “Debo idear una estrategia para
llegar a la verdad. Podría asustarlos con amenazas, pero prefiero ofrecerme a apoyar al
responsable si confiesa, e invitarlos a ser honestos; pero ¿qué podría hacer si el responsable
no fuera honesto?”

Lisa decidió regresar a su cubículo para preguntar: “Antes de adelantarme, mejor platico
con Sylvia para que me describa con más detalle cómo sucedieron los hechos, y el inquieto
comportamiento que mostró mi grupo…” Entró en su cubículo donde encontró a su
compañera y le preguntó:
-Sylvia, en qué situación tan embarazosa me encuentro. Me podrías ayudar
describiéndome, ahora que tenemos algo de tiempo, ¿Cuál fue el comportamiento
del grupo desde que entraste al salón?

-Claro Lisa. Desde el momento en el que entré en el salón de clases, percibí que el
grupo no estaba de acuerdo con que yo fuera su maestra, y me lo manifestaron con
un comportamiento demasiado inquieto y ruidoso. La mayoría hablaba mientras yo
intentaba comunicarme con ellos, y no pude hacer que guardaran orden ni silencio.
Había cinco alumnos especialmente inquietos. Me pareció que se burlaban con lo
que yo les decía, pero no sé cuáles son sus nombres. Quizá entre alguno de ellos,
estaba el culpable, en el caso de que al que se le encontró el libro, en realidad no
haya sido el verdadero responsable (como él así lo afirma).

-Mmm Sylvia, me has dejado pensativa. Me has dicho que fue Javier Alvarado a
quien le encontraron el libro, pero me extraña, porque es un alumno tranquilo
aunque a decir verdad, es la segunda vez que está cursando esta materia. Tú sabes
que mi grupo este semestre es irregular, la mayoría de alumnos cursan la materia por
segunda vez por no haberla aprobado y otros que por alguna otra circunstancia, no
la habían podido cursar y entonces llevan una materia o el semestre completo
desfasado.

-Si Lisa, lo sé. Es más difícil hacer que ponga atención un grupo con estas
características. Los alumnos son inquietos y flaquea su nivel de comportamiento con
una inasistencia de su maestra. Esa pudo haber sido la causa del desorden y el
penoso percance del intento de robo en la biblioteca. Te quiero ayudar a que se
aclaren las cosas, y si de algo te sirve, te informo que entre los muchachos que
estaban haciendo desorden en el grupo, no estaba Javier Alvarado, a quien le
encontraron el libro al parecer hurtado. Por otro lado, Claudia la encargada de
biblioteca, está muy molesta con la situación y fue a quejarse con la Directora de la
preparatoria, quien le prometió que iba a tomar cartas en el asunto para resolver este
caso.

-Muchas gracias por la información Sylvia, y disculpa el mal comportamiento del


grupo que dejé a tu cargo.

-Todo bien Lisa. Ya sabes, si en algo te puedo ayudar para esclarecer esta situación,
no dudes en hacérmelo saber.

La estrategia de Lisa
Lisa salió de su cubículo, meditando acerca de lo que tendría que hacer para identificar al
responsable y que el alumno a quien encontraron el libro, no cargara con toda la
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responsabilidad. Además, era importante para ella que sus alumnos en clase de Ética,
además de la teoría que les enseñaba, pudieran poner en práctica las virtudes.

Lisa se preguntaba: “¿Qué debo o puedo hacer para lograr que mis alumnos pongan en
ejercicio las virtudes de justicia y honestidad, y me confiesen lo que en verdad ha sucedido?
¿Si alguno de los demás alumnos se hubiera dado cuenta de quien había sido el verdadero
responsable, hablaría con la verdad para esclarecer los hechos? ¿Los debo amenazar con las
consecuencias de sus acciones o les debo ofrecer mi comprensión y apoyo para salir lo
menos perjudicados ante el problema, ya que ellos se descontrolaron por mi inasistencia?
¿Qué pasaría si el alumno responsable haya en verdad querido hurtar el libro, arriesgando la
reputación de alguno de sus compañeros? ¿Quizá sea alguien que siente poco el ejercicio de
los valores que les he tratado de enseñar como la justicia, responsabilidad y honestidad?

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