NOM:
HIERONINTRODUCCION
El Hierén da en sus comienzos la impresién de que
va a plantear una cuestién meramente individual, como
es la del mayor o menor placer que pueden disfrutar
el tirano o el ciudadano de a pie. Mas, a medida que
se avanza en su lectura, nos vemos obligados a rec
car, al constatar que los diversos aspectos de la vida
piiblica se apoderan del didlogo y que, en realidad, si
al tirano no le va bien, es porque est enfrentado con
toda la ciudad, como dice en 6, 14.
Légicamente, en la segunda parte, Siménides no ve
otro medio para cambiar la triste situacién del déspota,
que fomentar el bien puiblico antes que su bien particu-
lar; 0, mejor dicho, que el medio de que el gobernante
consiga la felicidad es lograr, a la vez, la felicidad de
toda la comunidad, como viene a decirse en 11, 1.
En una palabra, estamos ante una obra mas que nos
confirma la estrecha vinculacién, en la época clasica,
del individuo y la polis, de lo privado y lo publico, y
que destaca que no hay otra via para conseguir el co-
min bienestar, asi como que cualquier obstaculo que
se interponga entre ellos, como el del tirano, impediré
su consecucién.12 HIERON
Fecha de composicion
Hay autores que piensan' que el Hierdn fue escri-
to después del afio 358 a. C., basandose en la afirma-
cién de 3, 8 sobre las conspiraciones de los familiares
del tirano, Efectivamente, ven en este pasaje una alu-
sin a los sucesos de los tiranos de Tesalia (Helénicas
VI 4, 33-37), cuando Polifrén asesiné a su hermano Poli-
doro —ambos, hermanos de Jasén y sucesores suyos—
y Polifrén, a su vez, fue asesinado por Alejandro, que,
mis tarde, también se convirtié en victima de su esposa
y de los hermanos de su mujer.
Asimismo, Higgins? dice que Jenofonte se decidié a
escribir esta obra movido, quizds, por el fulgurante en-
grandecimiento y caida de Jason en la década de los
aiios 70 y por las actividades del amigo de Platon, Dio-
nisio el Joven, en los afios 360, en Siracusa.
Marchant-Bowersock * enumeran diversos aconteci-
mientos relacionados con los tiranos de la época: Dioni-
sio el Viejo, Dionisio el Joven y los ya aludidos Jason
de Feras y sus sucesores, acontecimientos en los que
han intentado justificar las diferentes fechas: ca. 383,
367 y 359 a. C. Por otro lado, advierten que no es neces-
dario suponer que Jenofonte tuviese en cuenta algin
acontecimiento particular o persona determinada cuan-
do escribié el Hierén. Simplemente seria, segun ellos,
un didlogo socratico sobre un tema que le atraia espe-
cialmente. Se inclinan estos autores por una fecha tar-
dia, los tltimos afios del escritor, a juzgar por la lengua
y las influencias retoricas de la obra.
1 CE. W. E. Hiccms, Xenophon the Athenian. The problem of the
Individual and the Society of the Polis, Albany, 1977, pags. 61 y 131
2 Xenophon the Athenian... pig, 60.
+ B.C. Mancuanr, G. W. Bowsrsock, Xen. Vil. Scripta minora
(Loeb), Londres-Cambridge-Massachusetts, 1968, pags. XIV y XV,
INTRODUCCION 13
Contenido
El contenido de este diélogo entre el tirano Hier6n
y el poeta Siménides se centra en la pregunta inicial
que plantea el poeta: la distinta situacién del tirano y
del particular en lo que atafie a alegrias y tristezas.
La postura, invariable, de Hierén es que el tirano
goza menos y sufre mas que el ciudadano corriente; jus-
tamente la contraria del poeta, para quien el tirano dis-
fruta mil veces mas y sufre muchisimo menos.
Alo largo de los once capitulos, se pasa revista por-
menorizada a los diversos aspectos de la vida privada
y piiblica, y se intenta averiguar quién sale mas favore-
cido en esas situaciones desde la perspectiva del placer.
Punto de partida son los sentidos del hombre (vista,
oido, olfato, gusto y tacto), que son la primera fuente
de placer o dolor para el individuo. La investigacién se
centra, en primer lugar, en las distracciones que nos
legan por la vista, esto es, los espectaculos. Hieron afir-
ma que no puede asistir a los espectaculos ptiblicos por
la falta de seguridad en que se encuentra; y que los pri-
vados resultan muy caros para el tirano. Siménides le
replica que no podré decir lo mismo del segundo senti-
do, ya que sus ofdos son constantemente halagados. A
ello responde Hieron que los elogios realmente agrada-
bles son los que se hacen en libertad y no por adulacién.
Respecto al gusto, Siménides cree, como todo el mun-
do, que el tirano come y bebe mejor, porque sus platos
se salen de lo corriente. Mas, segun Hierén, las fiestas
agradan por lo que encierran de novedad o sorpresa y
los manjares gustan solamente si hay apetito; condicio-
nes éstas que no suelen darse en la mesa del poderoso.
En consecuencia, dice él, los particulares disfrutan mas
de las fiestas y banquetes. Y asimismo, de los perfumes