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LA INVENSIÓN DE LO PSICOLÓGICO.

CUATRO SIGLOS DE
SUBJETIVACIÓN. 1500 – 1900.

La historia de los estudios psicológicos está entrelazada a la historia de la


modernidad y sus vicisitudes. Son múltiples las relaciones de las "psicologías" con los
movimientos de expansión y retraimiento del espacio de las virtudes morales: de este
movimiento nace "lo psicológico". Se abordarán algunos de los procesos históricos que
prepararon el terreno para la emergencia de los proyectos de psicología como área
específica y autónoma de conocimiento. El sociólogo alemán Reinchard Koselleck (1972)
encontró algunas buenas pistas para la comprensión de las relaciones entre Iluminismo y
Romanticismo y dos procesos de constitución de la subjetividad moderna en el S. XVIII.

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO, RAÍCES DE UNA ESCICIÓN: Los movimientos de la


Reforma y Contrarreforma y la efervescencia política y cultural del Renacimiento, generan
un estado de inestabilidad social caracterizada por la eclosión de una serie de "guerras de
conciencia".
El Estado Absolutista crea dispositivos que responden a la demanda de orden y cohesión
social emergentes del caos y las luchas políticas y religiosas, pasando del monopolio de la
fuerza a la obediencia consentida. Este consentimiento supone resolver la contradicción
entre la conciencia individual que comienza a madurar y la ciega obediencia a la
autoridad. El súbdito queda sometido así a dos regímenes inconciliables de culpabilidad:
a. frente al rey (cuando adhería a razones interiores); b. frente a sí mismo (cuando se
alejaba de las razones del Estado). La resolución de esta contradicción supuso una creciente
escisión entre:
-LA ESFERA PRIVADA: de los negocios particulares, de las actividades domésticas y
familiares, de las convicciones éticas y religiosas que ofrecían garantía de libertad, frente a
un régimen de tolerancia moderado y vigilado.
-LA ESFERA PÚBLICA: de las acciones políticas, donde impera el orden absolutista y la
obediencia al soberano.
Lo privado se convierte a la vez en un campo de libertad y de privación (los juicios
privados no tienen efectos políticos); quedando así disociados el "pensar" y el "hacer".

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CONSOLIDACION DE LA PRIVACIDAD:

INGLATERRA:

La Filosofía Política de J. Locke (1632-1704) plantea que el estado civil no se contrapone


al estado natural de guerras y violencias desordenadas, dirigidas por el egoísmo irracional y
salvaje. Para Locke la naturaleza es "naturalmente" racional y el egoísmo es un principio de
racionalidad y promotor de la vida social. El Estado tendrá como función ser el garante de
las leyes, los deberes, y principalmente los derechos naturales de cada individuo; como el
derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad. Su principal tarea de orden público y jurídico
será entonces garantizar los espacios de privacidad (negocios, familia). Se gesta así la
fórmula básica del Liberalismo clásico: limitación de los poderes del Estado.
G. Berkeley (1685-1753) y D. Hume (1711-1776), plantearon que las representaciones que
obtenemos del mundo, con su aparente estabilidad y formando una trama "convincente
objetiva", son apenas los productos de experiencias subjetivas y hábitos bien establecidos.
Queda develada así una "fábrica psicológica" del mundo (en tanto construcción subjetiva),
producto de asociaciones arbitrarias, que generan un mundo supuestamente objetivo y
autónomo. Lo psicológico invade los territorios de la epistemología y de la ontología:
"SER, ES SER PERCIBIDO".
Frente al intelectualismo racionalista, aparece un planteo de retornar al mundo privado,
mundo de las evidencias interiores que sirven de base al conocimiento ético y estético. Las
medidas de lo justo y de lo bello no se aprenden por la imitación de un modelo o por el
hábito; se "intuye". La ética y la estética concebidas en base a experiencias internas,
contribuirán a delimitar la "dimensión psicológica".
 Paralelamente a los frutos de la privacidad nacidos del pensamiento filosófico,
Inglaterra ofrece a la civilización occidental una serie de invenciones, de
dispositivos sociales; que se constituirán en espacios, tiempos, modos y personajes
institucionalizados, los que posibilitan el cultivo de la experiencia privada; a
continuación algunos de ellos: -El Jardín inglés, que resume un modo de vida y una
forma de subjetivación. Se lo concibe como una reserva de la naturaleza, hecha para
ser frecuentada, no para ser vista; lugar acogedor y privado de las casas, propicio

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para los paseos, la meditación, encuentros y conversaciones íntimas.
 Surgen espacios públicos de variados orígenes y categorías, lugares de encuentro
independientes de las posiciones e identidades: son los Pubs, los Cafés. Reina así
entre desconocidos un régimen de libertad de opinión. Otra invención es el "club
masculino" que reúne personas seleccionadas en un clima de mayor intimidad y de
mayor expansión personal, que mediante el compromiso del "sigilo" garantiza para
todos la libertad de conciencia. En ambos casos planteados, las experiencias y
opiniones pueden ser expresadas con relativa autonomía en relación a reglas y
convenciones de la sociabilidad pública; siendo el anonimato en el primer caso, y la
intimidad en el segundo lo que garantiza la privacidad.
 Valoración de la vida rural y sus actividades económicas, como las deportivas
(cacerías). Al campo, la naturaleza y los deportes se les reservaban un importante
papel como prácticas sanitarias, morales y psicológicas. Considerados remedios
para la melancolía, el tedio. Relacionado con esto se inventa un género de turismo
que tenía como objetivo el superar las dolencias antes mencionadas; planteando un
género de vida que libera de las convenciones cotidianas, abriendo un espacio a la
experiencia individual, subjetiva, privada.
La revolución burguesa y liberal en Inglaterra aseguró las condiciones propicias para una
cultura de lo privado, creando verdaderos dispositivos como formas de expresión, que
pueden ser expuestos de manera no contestataria; gestándose una peculiar alianza entre ley
y decoro, libertad y privacidad.

FRANCIA:

La contribución francesa consistió en realizar una mayor inversión en la vida doméstica y


familiar; comienza a producirse una sobrevaloración de los personajes más representativos
de la vida familiar, la mujer y el niño, hecho que se da conjuntamente con las
transformaciones en la arquitectura de las casas de familia (con espacios privados), así
como la creación de modos y ropas de estar en casa (deshebillé).
El Estado Absolutista francés era el más fuerte de Europa. En este contexto todos los
movimientos literarios, filosóficos, científicos y religiosos, y todas las nuevas costumbres y

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dispositivos sociales en general, en las que se traducían los movimientos iluministas y
románticos, adquirían muy rápidamente una connotación política contestataria
El S. XVIII asistió al gran florecimiento de las "sociedades secretas" En estas sociedades,
más que en la propia familia la privacidad estaba garantida y era defendida contra
eventuales enemigos. Una de las más conocidas es la franco-masonería. Estas sociedades
condensan motivos iluministas y románticos. El "sigilo" era garantía de libertad de
conciencia, lugar donde las diferencias jerárquicas e individuales pierden validez, en que
las identidades públicas se disuelven, dejando lugar para una igualdad básica y para una
reconstrucción jerárquica nacida de las virtudes de cada uno .Se disuelven las identidades
públicas y emerge el horizonte del internacionalismo y del universalismo de la razón. Lugar
propicio para que madure y gane cuerpo la experiencia personal con todo su potencial de
crítica cultural y política El sigilo hace que estas sociedades adquieran un carácter esotérico
e iniciático, pasándose a valorizar lo "oculto" y al mismo tiempo, el "iniciado" adquiere un
status de iniciado, en tanto son los portadores de una ciencia exclusiva. Esto contribuyó a
reforzar los vínculos personales de solidaridad comunitaria y al mismo tiempo se elaboran
discursos racionalistas con las tendencias individualistas de la ilustración.

ALEMANIA:

Del Iluminismo al Romanticismo, el florecimiento de la privacidad. I. Kant (1724-1804),


postula el conocimiento apriorístico como condición de posibilidad de la experiencia: las
formas a-priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías del entendimiento
condicionan y limitan las formas y el alcance de nuestras experiencias y de nuestros
conocimientos empíricos. Kant revela los límites del mundo de las representaciones y
muestra lo que hay por detrás: una subjetividad creativa. En la política y en la ética Kant da
lugar para la acción directa de la subjetividad trascendental, incondicionada y
absolutamente condicionante. Esta subjetividad es libre, en la medida que no pertenece al
campo de los fenómenos naturales; pero no es arbitraria, en la medida que su plena libertad
se conforma a los imperativos de la razón (deber), escapando a los condicionamientos
naturales (causas históricas y psicológicas), viviendo de acuerdo a una ley reconocida como
universalmente válida.

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Kant, como representante del iluminismo es capaz de incorporar motivos (como la
espontaneidad del espíritu, la libertad, la autonomía), siendo fiel al punto de vista liberal.
Florece en Alemania una literatura para -científica volcada a "lo psicológico". El origen de
este género nace de investigaciones escrupulosas de movimientos afectivos, intelectuales,
volitivos, en el espacio interior.

Moritz (1757-1793) funda en 1783 una Revista de Psicología experimental "Conócete a ti


mismo", destinada a mejorar los conocimientos sobre las experiencias personales e íntimas.

La síntesis mesmeriana: Franz Anton Mesmer (1734-1815), médico suizo formado en


Viena. Su pensamiento manifiesta un neto compromiso con el iluminismo. Desde su tesis
de doctorado donde plantea la influencia de los planetas en la salud del hombre, Mesmer se
muestra participante de un movimiento científico capaz de hacer luz a lo oculto. El
magnetismo animal que postula sería el equivalente a otras fuerzas ocultas estudiadas
científicamente por físicos y astrónomos. Planteaba que las enfermedades son producidas
por un desequilibrio en la corriente magnética y que la salud puede ser restablecida
mediante la presión de la mano de un médico magnetizador o por medio del contacto con
alguna sustancia previamente magnetizada. Otros elementos importantes son los
lineamientos románticos de su doctrina, principalmente las relaciones que establecía entre
sus adeptos y clientes. Toda cura debía comenzar con una crisis, en ese momento el
paciente debía entregarse en cuerpo y alma al poder de Mesmer. La relación terapéutica
asume una función de transgresión de las reglas de sociabilidad pública, abriendo un
espacio nuevo para contactos íntimos y personalizados. Experiencia inaudita de incremento
y legitimación de lo privado en el ejercicio profesional (esfera pública). Mesmer forma
parte de la psiquiatría y de la psicología profunda. Los fenómenos con los que él lidiaba
pertenecen al campo de lo psicológico.

Durante el SXVIII “lo psicológico” no era objeto de investigación; para que se


convirtiera en objeto fue necesario que se fortaleciera lo privado y que éste entrara en
crisis para convertirse en objeto de cuidados especiales.

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LA GESTACIÓN DEL ESPACIO PSICOLÓGICO. S XIX Liberalismo, Romanticismo,
Régimen disciplinar.
1) El S. XIX puede ser caracterizado con el apogeo del liberalismo como principio
organizador de la vida política y económica.
2) En el campo de las artes y la filosofía el S. XIX asistió al pleno desarrollo de los
movimientos románticos.
3) Y con Foucault (1971) este nuevo siglo puede ser identificado como el inicio de una
Sociedad caracterizada por el régimen disciplinar.
Se verá a continuación cómo estas tres formas de entender el S. XIX son legítimas
simultáneamente, aunque claro está en forma contradictoria. El espacio psicológico tal
como hoy lo conocemos nace y vive de la articulación conflictiva de estas tres formas de
pensar y practicar la vida en sociedad.

LIBERALISMO E INDIVIDUALISMO:

El liberalismo en su versión original lo encontramos en J. Locke (1632-1704) cuyas


líneas básicas eran: los derechos naturales del individuo eran defendidos y consagrados por
un Estado nacido de un contrato libremente firmado entre individuos autónomos para
garantizar sus intereses. El Estado no interviene, ni administra la vida particular de nadie.
Regula las relaciones para que nadie tenga sus derechos violados. Para ello era fundamental
mantener los espacios de privacidad contra los abusos eventuales de los propios poderes
públicos, limitando el alcance y la fuerza de estos poderes. El poder estatal de hacer justicia
y castigar debería estar completamente subordinado a la función de salvaguarda de los
derechos individuales entre los cuales se destacan los derechos a la libertad y a la
propiedad. Para lograrlo era necesaria la división de poderes, distribuirlos regionalmente, y
valorizar en la medida de lo posible las tradiciones locales con énfasis en casos concretos,
en detrimento de leyes generales racionalmente constituías. Estas ideas políticas favorecen
el desenvolvimiento de una sociedad individualista y atomizada.

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J. Bentham (1784-1832) Plantea una visión de las ideas liberales que marca un nuevo
rumbo. Creador del utilitarismo, piensa en términos de eficacia, interés, utilidad. Sustituye
la creencia en la defensa de los derechos individuales, por el cálculo racional de felicidad.
El estado ya no tendrá los límites de sus antiguas funciones, sino que gradualmente irá
asumiendo funciones para intervenir en la sociedad. Se justifica la intervención del poder
público, para aumentar la felicidad global de la comunidad. El énfasis que con Locke se
ponía en la garantía de los derechos individuales, ahora se pone en las consecuencias. Las
pérdidas y ganancias en felicidad de cada individuo son las unidades básicas de cálculo (lo
que traduce una posición predominantemente individualista), lo que importa al final es
reunir la felicidad de cada uno en un balance colectivo que dará la suma total de la
felicidad. La suya es una versión racionalista, constructiva del liberalismo. Los individuos
como unidades básicas de acción son dejados libres para escoger entre castigos y
recompensas. El Estado no tiene una función coercitiva, su función es la de intervenir y
administrar a través del control de las privaciones y recompensas, libradas a los
comportamientos individuales, instaurando así una nueva modalidad de poder.
Una forma acabada y sofisticada de benthamismo será desarrollada en el S. XX por
B. F. Skinner con su “ingeniería comportamental”. Cabe recordar que Bentham fue capaz
de elaborar propuestas bastantes complejas de programación de las “contingencias
ambientales”, y fue el creador del “panópticon”, consagrado por Foucault (1977) como
emblema del régimen disciplinar. -El ojo del poder-
En este Estado las agencias educativas, sanitarias y militares asumen nuevas funciones,
además la familia deja de ser un espacio de libertad privada, para convertirse también en
una agencia disciplinadora destinada simultáneamente a individualizar y normatizar a los
niños, jóvenes y adultos. Por todo esto Bentham en la tradición liberal es una especie de
oveja negra.

S. Mill (1806-1873), en su obra se encuentran claros elementos de la tradición iluminista:


desarrolló los principios del asociacionismo provenientes de la concepción científica
elementarista y mecanicista de la mente. Hijo precoz del régimen disciplinar, se observa en
él la reunión de elementos liberales y románticos. En “Sobre la Libertad” (1859) formula
metas y formas de vida social y política en las que las conquistas liberales son puestas al

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servicio de valores románticos.
Época en que las libertades individuales están siendo amenazadas por el fortalecimiento de
la sociedad, debido a la expansión del régimen disciplinar. La naturaleza humana no es una
máquina que pueda ser construida en conformidad con un modelo; es un árbol que precisa
crecer y desarrollarse de acuerdo con las tendencias de fuerzas interiores. Deseos e
impulsos forman parte del ser humano perfecto. Los impulsos fuertes lo someten a peligros
cuando no están convenientemente equilibrados; cuando un grupo de impulsos adquiere
intensidad, al mismo tiempo otros deben coexistir permaneciendo débiles e inactivos.
Impulsos fuertes es otra forma de nombrar la energía.
Encontramos en Mill una concepción de la naturaleza humana como deseante e impulsiva;
siendo inevitable que esta “energía” y concepción no-disciplinar del control de impulsos
nos lleve a pensar en S. Freud, así como Bentham nos evoca a Skinner.
El mayor mérito de “Sobre la Libertad” consiste en el valor testimonial, personal de un
filósofo que sufrió en carne propia el impacto de la disciplina utilitarista; que vio crecer las
fuerzas colectivas y los controles sociales, el peso de la administración burocrática, y que
intenta defender los espacios amenazados de la privacidad y de la libertad. Reconoce y
valora las diferencias individuales, reivindica la diversidad de los modos de vida, la libertad
de opinión y la tolerancia frente a las minorías.
Tocqueville (1805-1859) es nombrado como pionero en el estudio del individualismo
moderno. Plantea que el individualismo valora al individuo, le da status, le ofrece
responsabilidad y simultáneamente le trae más amenazas y desamparo. Observó tanto un
crecimiento de los espacios de individuación; así como también de las fuerzas y formas de
despotismo que van invadiendo progresivamente la privacidad. Está convencido de que el
desenvolvimiento de la economía y de la sociedad burguesa e industrial exigen mayores
intervenciones del Estado, más regulaciones, más administración. Lo más original y
revelador de su análisis es su tesis de una regulación completa de las existencias
individuales, que no es impuesta por el Estado (en atención a las demandas económicas y
políticas); sino más bien es solicitada por los individuos autónomos y libres. Individualismo
y centralización administrativa no son meros opuestos; liberalismo y régimen disciplinar
mantienen entre sí relaciones mucho más perversas de lo que podría parecer a simple vista.
Encima del hombre se eleva un poder inmenso tutelar que se encarga de garantir su placer

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y velar por su suerte; que trabaja con agrado para la felicidad del hombre, le provee
seguridad, conduce sus negocios, dirige su industria, regula sus sucesiones, divide las
herencias.
Las manifestaciones de este despotismo moderno fueron mayores en Europa Continental
debido a la no existencia de una tradición sobre las libertades individuales.

ROMANTICISMO: Tanto el iluminismo como el romanticismo del S. XVIII


corresponden a movimientos de exteriorización de las experiencias privadas. En Francia y
Alemania constituyó una plataforma crítica contra las convenciones, reglas y
procedimientos de los controles absolutistas impuestos por la esfera pública. Con S. Mill se
logra una comprensión articulada del iluminismo y el romanticismo que evidenciará que el
pensamiento liberal del S. XIX necesita recorrer el ideario romántico para fortalecer su
lucha contra los avances del régimen disciplinar. Es importante también reconocer el
conflicto entre romanticismo e iluminismo; en él se reúnen y se separan como ingredientes
de una misma configuración ideológica. El movimiento romántico en su dimensión política
se presenta como conservador y tradicionalista. Los románticos crearon una noción de
personalidad definida por la capacidad de auto - desarrollar su propia creación,
trascendiéndose e integrándose a lo colectivo y a la tradición. Estas a su vez eran
concebidas como una forma de “personalidad”: espíritu del pueblo, espíritu de la lengua,
espíritu de la religión, etc. Para el romanticismo la libertad es entendida como autonomía,
autogeneración: procesos que implican tanto la transformación de los sujetos en aquello que
de hecho son –la constitución de una personalidad singular- , y perder su identidad
convencional. La defensa romántica de las pasiones, de los impulsos, de los estados
alterados de conciencia, de la absoluta libertad de creación, la valoración de la alienación,
la locura, los desbordes de personalidad, y la disolución de los límites; el desdén por las
representaciones racionales; el culto por los procesos vitales de la naturaleza y de la historia
y el querer participar de vivencias místicas y arquetípicas conforman las grandes promesas
restauradoras del romanticismo. Así como Bentham nos recordaba a Skinner, y el
liberalismo de S. Mill nos evocara a Freud, es inevitable aquí el pensar en Jung.
Se trata de una restauración paradójica que puede pasar por una fragmentación de la
identidad, o por la extravagancia. La fragmentación de la identidad en cierta forma es

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consecuencia de un proceso de crecimiento y florecimiento de la personalidad con todo su
potencial de variación y que rehúsa subordinarse a los moldes de las representaciones
convencionales. Es típica en el romanticismo la temática de la doble o triple identidad. La
fuerza del romanticismo se nutría de su condición de marginalidad que le era destinada en
una sociedad que se pensaba predominantemente a partir de concepciones liberales, y que
comenzaba a organizarse bajo la égida del régimen disciplinar. Se sabe por ejemplo, que las
intervenciones estatales que buscan limitar la libertad de acción de los agentes económicos,
restringir el poder de autorregulación espontánea de los mercados y del trabajo, fueron
promovidos por políticos conservadores adheridos a las críticas románticas al liberalismo y
al individualismo clásico. Los avances en el orden administrativo responden a demandas de
ajuste del sistema económico y social por ellos propuestas. Las ideas e iniciativas colectivas
que emergían en el inicio y se expandían en la segunda mitad del S. XIX, tanto en las
fuerzas de la izquierda como de la derecha, se deben más al ideario romántico que a una
ideología tecnocrática. De esta manera romanticismo y disciplina se unen contra el
liberalismo, pero esta unión pasa casi siempre desapercibida. Esta unión puede reconocerse
en la personalidad carismática, capaz de ejercer control sobre los hombres, de movilizar sus
pasiones, de conquistar sus mentes, modelar sus creencias, de conducir sus acciones en la
política y en las artes, lo que caracteriza al “genio romántico”. Un ejemplo de ello es la
creación artística de Wagner, donde se concilian el orden y la pasión, que conquistan todos
los sentidos del público y conducen a emociones.

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