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UNA REORIENTACION DE LA EVALUACION EN EL AULA “LA EVALUACION

FORMATIVA”

Esp. EFRED JAIDIN SANCHEZ PRIAS

La evaluación es un concepto que por si solo se ha entendido de manera errónea


o en el peor de los casos es desconocido en cuanto a su función principal en la
actividad pedagógica en las aulas, como si esto fuera poco nos enfrentamos a una
tipificación de la evaluación que encrudece aún más el quehacer pedagógico;
sumativa, formativa, nomotética, inicial, procesual, autoevaluación,
heteroevaluación entre otros. Y surgen preguntas como ¿Cuál es la más
apropiada? ¿Puedo utilizar varias o solo una? ¿Debe ser parte del proceso
evaluativo el educando?

Teniendo en cuenta la visión de las instituciones educativas y de los docentes que


allí laboran se encuentra una particularidad en la concepción que se tiene en
cuando a la evaluación “calificación y medición”, proceso que se lleva a cabo al
finalizar cada periodo para saber si el estudiante alcanzo los logros “conocimiento”
presupuestados para ese lapso de tiempo; pero, es más preocupante el observar
que se desconoce toda una teoría sobre la evaluación que se debe desarrollar al
interior de las aulas.

Teniendo en cuenta lo anterior, se tendría que iniciar con el proceso de aprender,


desaprender y reaprender con respecto a la evaluación, para poder romper con los
paradigmas establecidos, procesos evaluativos imperativos, en este caso el
sumativo el cual recoge resultados al finalizar un tiempo determinado,
convirtiéndose en un proceso descontextualizado, totalmente sin sentido, sin
significado para los educandos, quienes lo entienden como un ejercicio diseñado
para impartir disciplina, coerción, represión.

Cambiar este discurso, esta práctica y hablar por el contrario, de una evaluación
formativa que se centre en un proceso de formación, de educación, de dialogo y
de aprendizaje para los educandos, para que ellos se beneficien y entiendan que
el error es una oportunidad de aprendizaje, esto también conllevaría a una mejora
en el constante quehacer docente, desde el punto de vista de Álvarez, 2001. “En
el ámbito educativo debe entenderse la evaluación como actividad crítica de
aprendizaje, porque se asume que la evaluación es aprendizaje en el sentido que
por ella adquirimos conocimiento” (Álvarez, 2001, p.12)1.

Se debe apreciar y concebir, la evaluación formativa como un proceso común,


comunitario en el que los actores funcionan de forma bilateral, tanto el docente
como el estudiante reciben un beneficio mutuo con el fin que el docente mejore día
a día su práctica pedagógica, al mismo tiempo que el educando aprende del
proceso evaluador, como lo argumenta López (2012) quien define la evaluación
formativa como: “Todo proceso de evaluación cuya finalidad principal es mejorar
los procesos de enseñanza-aprendizaje que tienen lugar; está orientada a que el
alumno aprenda más y a que el profesorado aprenda a mejorar su práctica
docente”(p.120)2.

Pero, al estar hablando de evaluación formativa, ¿estamos dejando de lado la


parte cuantitativa, sumatoria de la evaluación? Para muchos docentes tan solo
pensar en dejar a un lado la parte sumatoria de la evaluación es una blasfemia, en
contra de su conocimiento y su práctica pedagógica; lo interesante de la
evaluación formativa, es que implica calificar y evaluar aunque son procesos de
igual importancia sus propósitos son diferentes, como lo expone Luz Stella García
en su articulo del dicho al hecho hay mucho trecho “no es común reconocer que la
evaluación formativa implica dos procesos: calificar y evaluar, son dos procesos
de igual valor e importancia. Son dos procesos paralelos complementarios pero
con sentidos e intenciones diferentes. En efecto, la evaluación formativa también
se certifica y los profesores deben entregar un reporte de notas” (p.3)3.

Como se ha visto, la evaluación formativa rompe muchos paradigmas, otro de


ellos es cambiar la mentalidad en cuanto a tomar este proceso como identificador
de debilidades, para someter, excluir y sancionar. Por el contrario, En el proceso
de evaluación formativa debe primar el deseo de búsqueda permanente,
caracterizado por la creatividad, la innovación de las ideas, por el uso de métodos
y técnicas idóneas y el juicio crítico sobre la propia práctica enfocada en
documentar el crecimientos de los estudiantes como individuos y no
comparándolos entre sí, destacando las fortalezas, teniendo en cuenta sus estilos
de aprendizaje, sus capacidades, sus experiencias y sus niveles de estudio, “Sólo
cuando aseguramos el aprendizaje podremos asegurar la evaluación, la buena
evaluación que forma, convertida ella misma en medio de aprendizaje y en
expresión de saberes. Sólo entonces podremos hablar con propiedad de
evaluación formativa” (Álvarez, 2001, p.12)4.

Pero, hay que tener claro que la educación formativa es un proceso constante, el
cual conlleva a realizar cambios necesarios in situ, de acuerdo a las necesidades
del contexto, y su propósito principal es formar de manera integral, tener en cuenta
al estudiante, Santos Guerra (1995) afirma que “la evaluación formativa se lleva a
cabo durante el proceso, no atiende solo a los resultados y permite la
retroalimentación de la práctica”5.

Para concluir, no se pretende persuadir al lector de que la evaluación formativa es


la última palabra, pero si es un proceso formativo que debemos llevar a las aulas,
para romper con tradiciones evaluativas que lo único que están creando en los
estudiantes solo sentimientos de rechazo y resentimiento hacia la educación, “la
evaluación formativa es un modelo metodológico que proporciona sentido social a
nuestra intervención, ya que la enseñanza siempre es un acto práxico compartido,
de carácter y proyección social” (Navarro, Santos, Busca, Martínez-Mínguez y
Martínez-Muñoz, 2010, p.4)6.
REFERENTES BIBLIOGRAFICOS

Álvarez, J.M. (2001). Evaluar para conocer, examinar para excluir. Madrid: Morata

López, V.M (2012). Evaluación formativa y compartida en la universidad:


clarificación de conceptos y propuestas de intervención desde la Red
Interuniversitaria de Evaluación Formativa. Psychology, Society, & Education, 4
(1), 117-130

García, Carrillo, Luz Stella. La evaluación Formativa. “del dicho al hecho hay
mucho trecho.2016. pag.3.

Álvarez, J.M. (2001). Evaluar para conocer, examinar para excluir. Madrid: Morata

Santos Guerra, M. A. (1995). La evaluación: un proceso de diálogo, comprensión y


mejora. Málaga: Aljibe.

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