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UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

DIVISIÓN DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA


FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
LICENCIATURA EN FILOSOFÍA Y LENGUA CASTELLANA
¿CÓMO SE REALIZA EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO
SEGÚN TOMÁS DE AQUINO?

DIEGO FERNANDO RIVERA GÓMEZ


04 de Diciembre de 2014

Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber


Libro primero de la Metafísica de Aristóteles

Uno de los mayores misterios que ha estado presente en todo tiempo de la


historia de la humanidad es la vida. No solamente la de cualquier animal o
especie que se conozca sino la propia vida de los hombres. De forma particular
el comprender como se da el proceso del conocimiento, ha sido y será un
misterio inagotable para todo tiempo y cultura, pues muchos pensadores, han
reflexionando e investigado al respecto, entre ellos Tomás de Aquino.

Comprenderse con mayor claridad esta dimensión de la vida humana, es lo


que ha motivado este estudio. Con el siguiente escrito se busca presentar un
estado del arte que describa el proceso del conocimiento en las personas
planteado por el Aquinate, donde cada quién conoce, conoce que conoce y se
conoce.

El texto está construido, analógicamente, como una escalera constituida por


secciones que se recorren de forma progresiva desde lo más bajo hasta llegar
a lo más alto, iniciando la explicación desde lo externo hasta llegar a lo más

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elevado del conocimiento, el entendimiento. El siguiente esquema, tomado de
la página 48 del libro La imagen es el mensaje, del año 1987, muestra la
estructura dentro de la que se desarrolla el presente escrito:

El conocimiento es una actividad vital porque el ser humano conoce si


reacciona a un objeto, cuya reacción siendo un movimiento puede ser física o
mental, más no es suficiente la sola presencia del objeto sino que la persona
o sujeto reaccione.

El sujeto se hace presente ante el objeto y este, a su vez, le da un contenido


para que conozca, pero es necesario algo en común entre los dos, pues no se
puede conocer algo de lo que no se tiene ningún parentesco o referencia. Esto
se desarrolla gracias a una imagen que el objeto imprime en el sujeto. Sin
embargo el proceso es relativo al sujeto en la medida que este percibe y

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relativo al objeto en la medida que este se presenta de diferentes formas, como
es el color, la textura, el olor, etc (cfr. Verneaux, 1967, pág. 53).

El proceso del conocimiento va de lo sensible a lo inteligible. El hombre por


tener corporalidad está capacitado para poder relacionarse y conocer la
realidad. Tomás es realista ya que admite la existencia de un mundo real
independiente de la persona, quien a la vez es su intérprete.

SENTIDOS EXTERNOS

En la teoría del conocimiento propuesta por Tomás de Aquino, partimos de


una realidad externa a las personas, que conocemos por medio de nuestros
sentidos externos. Todo lo sensible es real por lo que se puede conocer por
medo de los sentidos externos que son: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el
tacto. Estos sentidos tienen un órgano que les da la facultad para poder recibir
un estímulo (información) que hace que reaccione (cfr. Verneaux, 1967, pág.
57), el cual es trasmitido a los sentidos internos.

Para Tomás de Aquino los sentidos externos son órganos receptores que
adaptan el estímulo recibido para transmitirlo a los sentidos internos,
específicamente al sentido común, sin almacenar en ellos información alguna
(cfr. Verneaux, 1967, pág. 57).

Los sentidos no nos engañan en el ejercicio de sentir pero si se da la


posibilidad en el hecho de percibir la realidad, ya que es posible encontrarse
afectado el órgano del sentido, presentando distorsión en la facultad de
percepción de la información que recibe y, a su vez, que transmite; un ejemplo
de esto se puede visualizar en las personas que son daltónicas, ya que
presenta la incapacidad de discernir los colores.

Tomás de Aquino clasifica la realidad sensible o los objetos sensibles en dos


grupos: per se y per accidens. Los per se son aquellos que captan los sentidos

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externos, ya sea por un solo sentido, que es el per se propio, o por varios de
los sentidos, que es el per se común (cfr. Verneaux, 1967, pág. 55); y los per
accidens que son los mismos per se pero que los relacionamos o le damos un
valor distinto al realmente captado por los sentidos (cfr. Verneaux, 1967, pág.
54). Ejemplo de esto podemos decir que al escuchar el sonido vibratorio de
una aparato de odontología, más comúnmente llamado fresa (per se) lo
relacionamos con dolor en los dientes (per accidens) y nos parece sentir ese
dolor.

Siguiendo el recorrido del conocimiento de la realidad, se prosigue con los


sentidos internos.

SENTIDOS INTERNOS

Son los transformadores de la información recibida de los sentidos externos.


A diferencia de los externos, los sentidos internos participan en la elaboración
del material para lograr que el entendimiento pueda asimilar la información que
viene del exterior y a su vez para elaborar el mensaje que la persona desea
manifestar. Estos se clasifican en cuatro: sentido común, imaginación,
memoria y estimativa-cogitativa.

1. EL SENTIDO COMÚN: Es el centro de recepción de la información


trasmitida por todos y cada uno de los sentidos externos, cuya función
primordial es el ordenamiento esta, de tal forma que sirva de lugar de
convergencia que percibe de modo más universal las sensaciones (cfr.
Verneaux, 1967, pág. 65), ya que los sentidos externos perciben de
forma particular, realizando una síntesis de las sensaciones.

Para el Aquinate es necesario este sentido para poder integrar, unificar


y totalizar la información; para poder juzgar con sensatez, comparar y
distinguir en una situación compleja; y para hallar el sentido a algo

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dentro de las relaciones que mantiene con su contexto propio (cfr.
Verneaux, 1967, pág. 65).

Este también siente el acto propio de los sentidos, como el sentir que
se está viviendo, función que no puede hacerla ningún sentido propio
(cfr. Verneaux, 1967, pág. 66). Al igual que los sentidos externos no
almacena información, sino que los datos son procesados a su modo y
transmitidos a los otros sentidos internos.

2. LA IMAGINACIÓN: Imaginar es imitar imágenes. Por lo que la


imaginación, al recibir del sentido común los estímulos o información de
la imagen, se pone en acto en dos operaciones: una es la mutación,
que capta la imagen que produce el objeto sensible, y la otra es la
formativa, que forma la imagen de un objeto ausente o nunca visto (cfr.
Verneaux, 1967, pág. 68).

La imaginación presenta de forma particular una función evocadora


pues puede traer los datos recibidos anteriormente, reproducirlos como
imágenes y transformarlos, esto lo hace por petición del entendimiento
para realizar juicios propios (cfr. Verneaux, 1967, pág. 69). También
presenta una función creadora que se llama fantasía que es la misma
imaginación ayudada con la inteligencia.

En la imaginación se opera un información de las formas sensibles


produce su fantasma o imagen para retrasmitirla al entendimiento,
quién constantemente pide proceso de abstracción de forma
imperfecto. Cuando ella recibe la información a la imaginación cuando
desea expresar un pensamiento.

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A manera de enfermedad la imaginación puede sufrir dos situaciones,
una es la ilusión que consiste en la evocación de una imagen, que no
coincide con la realidad, ante una sensación presente; la otra es la
alucinación que es una imagen viva y precisa sin un objeto existente
(cfr. Verneaux, 1967, pág. 70).

3. LA MEMORIA: No actúa de forma independiente o aislada. Su


participación es activa porque no solo recibe y almacena, sino que
aporta esa información en el proceso de construcción de una idea. Este
sentido trabaja con lo pasado y su función principal es conservar las
imágenes recibidas, teniendo de cierto modo un grado de reflexión
sobre estas (cfr. Verneaux, 1967, pág. 73).

La memoria al realizar su proceso de abstracción no solo recibe


información del sentido común sino también, de forma específica, de la
imaginación. Siendo junto con la imaginación las dos fuentes interiores
de información que posee el entendimiento para la elaboración de los
propios mensajes.

4. ESTIMATIVA-COGITATIVA: Es llamada de otro modo razón particular.


Se considera la parte más elevada de la sensibilidad sin que por esto
se llegue a hablar de inteligencia. Se trata de un conocimiento infra
racional que elabora una especie de imagen o fantasma que es enviada
al entendimiento. Para el Aquinate es el punto de unión entre lo que es
totalmente sensible con lo que comienza a ser inteligible (cfr. Verneaux,
1967, pág. 72).

Esta razón es una especie de percepción rápida que detecta los per
accidens, es decir, esos contenidos que no han sido objeto de otros
sentidos, discerniendo más allá de lo que aparentemente dicen las

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imágenes. Propio de este sentido es distinguir las intenciones que en
lenguaje coloquial se denominan como la malicia indígena que poseen
las personas, siendo una especie de instinto natural. En los animales
se llama estimativa, y un ejemplo claro de este sentido lo podemos ver
cuando un animal corre ante otro animal porque siente que se
encuentra en situación de peligro. En las personas este sentido se llama
cogitativa y es básicamente la misma estimativa sumada con la
inteligencia racional (cfr. Verneaux, 1967, pág. 71).

Una vez que se ha pasado por el proceso sensitivo se llega al proceso del
intelecto o entendimiento.

ENTENDIMIENTO
Es el destinatario de la información que el objeto que ha trasmitido a los
sentidos. No es simplemente un receptor de información, sino que se
encuentra disposición de recibir cualquier información (cfr. Castillo, El
audiovisual, 1988, pág. 83). Su función como tal es conocer la verdad del
objeto, lo que es en sí. En este se realiza la adecuación con el objeto (cfr.
Castillo O.P., 1987, pág. 82).
El entendimiento presentan dos funciones o divisiones: el entendimiento
agente y el posible.

1. ENTENDIMIENTO AGENTE: Comunica a la imagen o fantasma, que


ha recibido de la cogitativa, la inmaterialidad, es decir, adecua la imagen
para que el entendimiento la aprehenda y la asimile, haciéndola
cognoscible (cfr. Castillo, 1988, pág. 83). En este proceso se da la
iluminación del fantasma o de los objetos inteligibles que están en
potencia, para poder ser conocidos de forma clara por el entendimiento.
2. ENTENDIMIENTO POSIBLE: Es pasivo y se actualiza por la acción del
entendimiento agente. Su función propia es aprehender y asimilar la

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esencia de la naturaleza de las cosas, creando sus propios conceptos
para poder conocer la verdad (cfr. Castillo, El audiovisual, 1988, pág.
84).

LA VERDAD

“La definición tradicional de verdad es: la adecuación de la cosa con el


entendimiento” (Segura, 1991, pág. 271), apareciendo así la verdad como algo
trascendental al sujeto que conoce. Consiste en una cierta correspondencia o
adecuación.

Se puede hablar de adecuación, por analogía, en cuanto que también existe


alguna correspondencia de ciertos aspectos parciales de lo real con el resto
de las facultades cognoscitivas: hay una cierta adecuación en el nivel de los
sentidos externos e internos y, en general, en todas las potencias sensitivas
que intervienen en el proceso cognoscitivo.

Para Tomás de Aquino “mientras que la verdad es tenida por los sentidos,
únicamente es conocida por el entendimiento, solamente él puede conocer su
correspondencia con las cosas” (Segura, 1991, pág. 273). En este proceso se
puede destacar tres momentos en el cual el hombre conoce la realidad, conoce
que conoce y se conoce.

1. EL HOMBRE CONOCE
Se puede afirmar que la verdad está en el entendimiento y en los sentidos,
aunque no de la misma manera. Pues en el entendimiento está como
consecuencia del acto del entendimiento y como conocida por él. Pero,
también, la verdad está en los sentidos como una consecuencia del acto de
ellos, o sea, en tanto que el juicio de los sentidos se refiere a la cosa tal como
ella es; pero no está en los sentidos como conocida por ellos, pues aunque los

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sentidos juzgan de las cosas con verdad, no conocen la verdad que juzgan; y
aunque los sentidos conocen que ellos sienten, no conocen su naturaleza, y
por consiguiente tampoco conocen la naturaleza de su acto, ni la adecuación
a la cosa, ni la verdad de ellos (cfr. Segura, 1991, pág. 273).

2. EL HOMBRE CONOCE QUE CONOCE

Aunque en la definición de verdad se hace énfasis en un movimiento


adecuativo, también se presenta de forma implícita una dimensión reflexiva.
“La verdad consiste en una relación de adecuación entre la cosa y el
entendimiento, pero únicamente conoce la verdad el entendimiento que sobre
sí mismo reflexiona” (cfr. Segura, 1991, pág. 273).

Por consiguiente surgen las preguntas ¿Por qué necesita la inteligencia


conocer que conoce o conocer el acto mismo de adecuar? ¿Es necesaria esta
reflexión sobre su propio acto? ¿Si no existiera esa reflexión habría algún tipo
conocimiento?

Al reflexionar sobre su acto de adecuación, la inteligencia se extiende en dos


direcciones. Llega hasta la aprehensión sensible de la que el entendimiento
abstrajo el concepto, como también llega a conocer su propia naturaleza; por
ello precisamente sabe que le compete el adecuarse con las cosas (cfr.
Segura, 1991, pág. 275).

De nada serviría que la inteligencia llegase al singular y pudiera formular


juicios particulares, si en todos y cada uno de esos casos no se conociese
como actualmente adecuada con la realidad. Por eso, la segunda dirección en
que la inteligencia se extiende cuando juzga, es la del conocimiento de la
naturaleza del acto propio del conocer. Esta dirección se denomina reflexión

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veritativa esencial del conocimiento intelectual: “únicamente conoce la verdad
el entendimiento que sobre sí mismo reflexiona” (cfr. Segura, 1991, pág. 279).

Cuando el entendimiento conoce la verdad, conoce que la ha conocido sin


necesidad de recurrir a ninguna instancia exterior a sí mismo. De este modo
la reflexión veritativa se constituye como una dimensión esencial del
conocimiento intelectual: “únicamente conoce la verdad el entendimiento que
sobre sí mismo reflexiona” (cfr. Segura, 1991, pág. 291).

3. EL HOMBRE SE CONOCE
Es la última instancia del conocimiento, ya que en Tomás se parte desde el
objeto o realidad externa para poder llegar al sujeto, quien es la misma persona
que está conociendo (cfr. Segura, 1991, pág. 294). Al comprender que conoce,
el ser humano descubre una de sus múltiples capacidades, identificándose y
profundizando en el conocimiento de la realidad que él mismo es.

Para concluir se ve la necesidad de hacer una investigación más profunda que


compare y confronte el proceso del conocimiento formulado por Tomás de
Aquino con lo planteado por las ciencias actuales para verificar hasta qué
punto tiene validez esta teoría en nuestro tiempo.

También se plantea que esta teoría puede servir de faro que ilumine nuevos
esquemas y formas de pedagogías más adecuadas a nuestro proceso de
conocimiento.

BIBLIOGRAFÍA

Castillo O.P., J. G. (1987). Investigación Audiovisual (11 ed.). Caracas: Galac


S.A.

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Castillo, J. G. (1988). El audiovisual. Caracas: Dominicos Venezuela.
Segura, C. (1991). La dimensión reflexiva de la verdad. Una interpretación de
Tomás de Aquino. Pamploa: Eunsa.
Verneaux, R. (1967). Filosofía del hombre. (L. Medrano, Trad.) Barcelona:
Herder.

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