Sei sulla pagina 1di 15

Borges es argentino

Ricardo Madrid Builes

“¿Y fue por este río de sueñera y de barro


que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina”1.
J. L. B.

Introducción

En la década del veinte los críticos europeos, y especialmente franceses, decían


que Borges no era un escritor latinoamericano porque no era bastante
latinoamericano, “le faltaban el telurismo y la pasión, los descuidos gramaticales y
el arrebato cósmico. Le sobraban la lucidez y las citas con precisión del número de
página. No era bastante exótico”.2 Entonces, por ello, el lugar inevitable que debía
de ocupar en la literatura tras Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente, Cuaderno
de San Martín y Evaristo Carriego le fue aplazado para la posteridad, porque, en su
momento, no era un escritor comprometido.

En un librito de mil novecientos setenta y uno de Blas Matamoros, titulado Jorge


Luis Borges o el juego trascendente, se dijo que no era un buen escritor porque su
obra carecía de historicidad, y su literatura pecaba de inmanentismo, nominalismo
filosófico, de ocultamiento de lo real detrás de sus detalles, y otras cosas que hoy
le son alabadas pero que en ese tiempo no muy remoto parecían defectos de
creación. Como cuando a García Márquez le dijeron que no le recibían La hojarasca
para publicarla porque le advirtieron que su obra era pobre, aunque tenía elementos
poéticos “rescatables”.

Años después a estas verdades dictaminadas por Matamoros, Borges, como lo


expresa Sarlo, “se convirtió en el topos magno de la literatura argentina, un espacio

1
BORGES, Jorge Luis, Cuaderno de San Martín en Obras completas, Bogotá, Colombia, Editorial Emecé, 2009,
pág. 173.
2
SARLO, Beatriz, Borges después de Borges en Plan de Operaciones, Santiago, Chile, Editorial Universidad
Diego Portales, pág. 79.
prácticamente sin límites, como si su obra fuera una cultura, un sistema de mitos,
una tipología de personajes, una retórica. Pero también mucho más: atribuciones,
anécdotas, declaraciones probables e improbables, documentadas o simplemente
atribuidas al ‘lugar Borges’”.3

A tal punto sucedió esto que es imposible pensar la literatura argentina sin Borges4
porque en él se centró toda la narrativa porteña: algunos como Saer –sabiendo que
Borges existía- lograron ubicarse en las antípodas; otros, como Cortázar, dijeron
que querían escribir en la lengua que Borges usaba; Piglia, por otra parte, escribió
Respiración artificial imbuido por la música borgeana; y Puig, para sobrevivir, hizo
de Borges otro Layo trágico: todos entendieron que Borges existía y que se
encontraba –se encuentra- en el centro de la narrativa argentina.

Sobre la importancia de este autor –y desmintiendo a los críticos franceses- asegura


Beatriz Sarlo en Sin Borges que sin él la teoría literaria no hubiese encontrado autor
alguno que permitiera expresar una autoconciencia argentina:

“(…) pensar problemas teóricos con textos escritos acá, como si esos textos
anticiparan aquellos problemas, los adivinaran y los dejaran abiertos. Y, aunque la
lengua de Arlt y la de Saer llegan de geografías originales, sin Borges no se habría
escrito en ese castellano rioplatense límpido, tan criollo como cosmopolita, que (al
revés de los enigmas rebuscados pero banales) sólo muestra su dificultad magistral,
su desafío a la inteligencia, una vez que el lector se ha acercado a comprenderla”.5
Es allí donde creo que radica la riqueza y la particularidad de Borges, sobre todo el
de los primeros años de creación, luego de su regreso al país en mil novecientos
veintiuno. En esa mezcla consciente del criollismo porteño con el vanguardismo,
Borges funda su obra iniciática, con la cual busca recuperar la Buenos Aires de su
infancia que dejó tras su viaje a Europa y que no encontró a su regreso. A esta
fractura entre lo rural y lo urbano Beatriz Sarlo la denomina orilla, y es por este

3
SARLO, Beatriz, Borges después de Borges en Plan de Operaciones, Santiago, Chile, Editorial Universidad
Diego Portales, pág. 80.
4
SARLO, Beatriz, Sin Borges en Plan de Operaciones, Santiago, Chile, Editorial Universidad Diego Portales,
pág. 101.
5
SARLO, Beatriz, Sin Borges en Plan de Operaciones, Santiago, Chile, Editorial Universidad Diego Portales,
pág. 103.
motivo que manifiesta que Borges es un escritor en las orillas, lo que no representa
que ya no se encuentre en el centro: lo ha trasladado.

“El recorrido es nostálgico: hay algo en el presente que ya no está, hay algo
incompleto, un estado de pérdida. La modernidad se abre en su doble cara (la
duplicidad semiótica e ideológica de lo moderno). Borges escribe esto desde las
orillas que, en su literatura, suponen un ideologema espacial y un cronotopo: las
orillas no son sólo un umbral sino también un tipo de tiempo y una prolongación en
el espacio del tiempo criollo. La ciudad y sus orillas rurales tienen en la poesía de
Borges las cualidades morales que él atribuye a lo argentino (lo argentino hispano-
criollo, en oposición a lo argentino nuevo, de origen inmigratorio). Las orillas son, sin
duda, orillas de occidente, pero también son el finis terrae de un ethos hispano-criollo
que ha desaparecido. (…) Como espacio de la imaginación [las orillas] representan
un umbral entre lo urbano (moderno) y lo rural (arcaico, heroico) (…)”.6
Debido a esto, en nuestra hipótesis planteamos que la literatura de las orillas es una
manifestación del suburbio, de lo rural, de lo popular entendida esta como la
literatura de lo cotidiano que se ha perdido por la modernización, con temáticas
tradicionalistas que representan un marco de costumbres, con un espacio
geográfico definido que a su vez queda demarcado por otro espacio, el cual señala
esa frontera que permite visualizar orillas entre lo rural perdido y lo moderno que se
impone. Desde la delimitación de esta frontera ocurre una operación: se define una
referencia urbana, la cual es asociada a unos valores (estéticos, formales,
culturales), y luego es transformada en una referencia literaria. Sobre esta
operación, construcción del margen, se encuentra ubicada, de lado y lado, la
producción literaria de Jorge Luís Borges, y para demostrarlo se utilizarán los textos
de Beatriz Sarlo referentes al tema, y los artículos publicados en la revista Punto de
vista.

Esta hipótesis surgió luego de plantearse una pregunta inicial alrededor de la obra
de Borges y del análisis que realiza de ella la crítica e intelectual Beatriz Sarlo, la
cual fue, en un principio: ¿Cuál es la relación existente entre la obra fundacional
(1920-1930) de Jorge Luis Borges con la ciudad de Buenos Aires, tanto en su
creación como representación? Y posterior a esta, a partir de ciertas lecturas, la

6
SARLO, Beatriz, Orillero y ultraísta en Ensayos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Argentina, Editorial
Siglo XXI, 2007, pág. 153.
cuestión viró a una pregunta más detallada: ¿Por qué Beatriz Sarlo, en los textos
que le dedica a Jorge Luis Borges, considera a este como un escritor en las orillas?

Habiendo dicho esto, el objetivo general del trabajo será, entonces, Determinar la
relación que existe entre la obra fundacional de Jorge Luis Borges – verso y prosa-
con la ruralidad y urbanidad de la Buenos Aires de las décadas del veinte y del
treinta del siglo XX, y para lograrlo, en un principio, se hizo el siguiente un rastreo
bibliográfico que derivó en el siguiente estado del arte; y para ello, además, se
deben establecer las razones por las cuales Beatriz Sarlo y los intelectuales de
Punto de vista consideran a Borges un escritor en las orillas.

En las orillas…
Dice Beatriz Sarlo en uno de sus ensayos dedicados a Jorge Luis Borges que en
los primeros años creativos del escritor –a inicios de la década del veinte, cuando
regresa a Argentina- se confluían en él dos aspiraciones diferentes pero
complementarias: la primera, la nostalgia por ese Buenos Aires suyo, de sus padres
y de sus abuelos, que la industrialización y la modernidad borró; y la segunda, el
interés vanguardista por transformar la literatura de su país –amparado en las
vanguardias estéticas nacientes, principalmente el ultraísmo español-, y de darle
voz a una tierra occidental marginal como la Argentina7.

En los comienzos de su obra, la que recorre las décadas de los veinte y treinta,
Jorge Luis Borges, según lo identifican autores esenciales de la narrativa y de la
crítica porteña como Sarlo y Piglia, quiso imponer esa nostalgia en sus textos para
poder rescatar ese pasado cercano a través de un lenguaje del futuro.

“Y Borges, en un poema de Cuaderno San Martín [escribió]: ‘Alguna vez era amistad
este barrio’. La nostalgia por el tiempo de la infancia, el ubi sunt del sentimentalismo
autobiográfico, es el punto de partida, el territorio de memoria, desde donde Borges
alcanza una escritura y arma un pasado para la modernidad estética. En este borde,
entre una Buenos Aires que cree recordar y la ciudad que encuentra en 1921, dibuja

7
SARLO, Beatriz, Orillero y ultraísta en Ensayos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Argentina, Editorial
Siglo XXI, 2007, pág. 149.
un espacio literario que funda su primer gran invención: el criollismo urbano de
vanguardia”.8
Es en esta creación del criollismo urbano de vanguardia –diferente a lo creado y
narrado por Roberto Arlt, fundamentalmente por la forma, por el lenguaje- donde
Jorge Luis Borges comienza a ser un escritor de las orillas y para las orillas: una
orilla que puede ser denominada, tomando prestada las palabras de Sarlo, como el
borde entre la Buenos Aires rural que él dejó en mil novecientos catorce, y la Buenos
Aires que halló en mil novecientos veintiuno.

En el texto Borges, un escritor en las orillas se expresa que el escritor, en sus


comienzos, trabajó amparado bajo el término de las orillas, con todos los
significados que esta palabra conlleva: margen, filo, límite, costa, playa, ya que de
esta manera construyó una forma diferente de crear y de ver a su mundo, definido
y encontrado por él en la década de los veinte. “‘Las orillas’ son un espacio
imaginario que se contrapone como espejo infiel a la ciudad moderna despojada de
cualidades estéticas y metafísicas”.9

Como dice el maestro Stevenson –tan admirado por Borges como Collins, Poe y/o
Kipling- a la literatura solo le interesa la literatura, y a Borges, amante de ella, algo
se le ha perdido y solo tiene a la creación de su propio mundo, que es el de todos
los argentinos, como único medio para recobrarlo.

“Sólo se puede sentir nostalgia de algo que se ha perdido. En una Buenos Aires
transformada por los procesos de modernización urbana, donde la ciudad criolla se
refugiaba en unas pocas calles de barrio, y donde incluso ellas sufrían cambios que
afectaban su perfil físico y demográfico, Borges inventó un pasado. Lo fabricó con
elementos descubiertos o imaginados en la cultura argentina del siglo XIX, que tenía
para él una densidad basada no sólo en los libros sino también en una suerte de
tradición familiar. Pero aun esos fragmentos y las imágenes evanescentes de sus
ancestros criollos estaban amenazados por el tiempo, la modernidad y el olvido”.10
El primer texto que la revista Punto de vista, dirigida en ese entonces por Jorge
Sevilla, le dedica a Borges fue escrito por Ricardo Piglia en marzo de mil
novecientos setenta y nueve, en su edición número cinco. Allí el autor analiza la

8
SARLO, Beatriz, Orillero y ultraísta en Ensayos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Argentina, Editorial
Siglo XXI, 2007, pág. 149.
9
SARLO, Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Argentina, Editorial Ariel, 1995, pág. 20.
10
SARLO, Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Argentina, Editorial Ariel, 1995, pág. 32.
relación que tiene la obra de Borges con sus antepasados, y ese afán por recobrar
la imagen de esas horas, esos tiempos y esos nombres que se han perdido: Piglia
la denomina literatura genealógica.11

Sobre esta literatura genealógica Piglia expresa que en la ficción borgeana el


rastreo de los ancestros tiene un papel preponderante porque en ella, y sobre todo
en sus comienzos, se evidencia la sucesión de antepasados y de ascendientes, que
de cierta manera permite construir un árbol genealógico cargado de nostalgia. 12

Para Sarlo, es esta una de las características que permite concluir que el otrora
novel escritor escribía desde las orillas y para las orillas. Su obra fundacional no
busca recuperar únicamente la ciudad perdida, sino también, y sobre todo, la
memoria y figura de su abuelo el héroe, de su abuela cosmopolita, de sus calles y
de sus barrios, y es por eso que desde un principio siente la necesidad de escribir
desde la orilla de esa Buenos Aires que no está, que no es, pero que debe de ser
creada para no olvidarla.

“Cuando Borges regresa de España, en 1921, Buenos Aires entraba en una década
de cambios vertiginosos: la ciudad de la infancia coincidía sólo en parte con la que
se estaba construyendo. Borges llega a una ciudad que debe recuperar (como él lo
dijo entonces), después de siete años de ausencia: recuperar, en una Buenos Aires
transformada, a la ciudad de sus recuerdos y también recuperar esos recuerdos
frente a un modelo que estaba cambiando. Borges debía recordar lo olvidado de
Buenos Aires en un momento en que eso olvidado comenzaba a desaparecer
materialmente. Esta experiencia encuentra su tono poético: la nostalgia de Fervor
de Buenos Aires”.13

Desde la dedicatoria de sus obras completas Borges demuestra que no escribe para
su tiempo sino para el tiempo de sus ancestros, escribe desde las orillas de una
Argentina pregonar sus palabras:

“A Leonor Acevedo de Borges.


Quiero dejar escrita una confesión, que a un tiempo será íntima y general, ya que las
cosas que le ocurren a un hombre le ocurren a todos. Estoy hablando de algo ya
remoto y perdido, los días de mi santo, los más antiguos. Yo recibía los regalos y yo
pensaba que no era más que un chico y que no había hecho nada, absolutamente

11
PIGLIA, Ricardo, “Ideología y ficción en Borges”, en Punto de vista, N° 5, 1979, pág. 3.
12
PIGLIA, Ricardo, “Ideología y ficción en Borges”, en Punto de vista, N° 5, 1979, pág. 3.
13
SARLO, Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Argentina, Editorial Ariel, 1995, pág. 9.
nada, para merecerlos. Por supuesto, nunca lo dije; la niñez es tímida. Desde
entonces me has dado tantas cosas y son tantos los años y los recuerdos. Padre,
Norah, los abuelos, tu memoria y en ella la memoria de los mayores –los patios, los
esclavos, el aguatero, la carga de los húsares del Perú y el oprobio de Rosas-, tu
prisión valerosa, cuando tantos hombres callábamos, las mañanas del Paso del
Molino, de Ginebra y de Austin, las compartidas claridades y sombras, tu fresca
ancianidad, tu amor a Dickens y a Eca de Queiroz, Madre, vos misma.
Aquí estamos hablando los dos, et tout le reste est littérature, como escribió, con
excelente literatura, Verlaine”.14
Es cierto que aquí Borges está hablando de algo ya remoto y perdido. Pero no es
menos cierto que, como expresa Sarlo en uno de los ensayos de Plan de
operaciones, todo lo que toca Borges lo convierte en literatura15: en este caso su
pasado, el cual recrea a través de un “criollismo urbano de vanguardia”16 que se
encuentra muy ligado a la literatura de lateralidad o de orillas, porque bajo esta idea
trata de reinterpretar las dimensiones espaciotemporales rioplatenses, tratando de
renovar el español y la literatura del sur del continente pero amparado en autores
tradicionales porteños: de ahí su deseo de encumbrar a Evaristo Carriego por
encima de un Hernández o de un Güiraldes, autores con más fama y circulación.

La diatriba formal y estilística que enfrenta Borges tras su viaje por Europa la
sintetiza Beatriz Sarlo en su libro Ensayos sobre literatura argentina, en el cual hace
una lectura de Borges desde una perspectiva que transversalizará toda su obra
crítica de la ficción borgeana: el autor como un creador universal de una necesidad
nacional.

“El conflicto es evidente. El criollismo remite, casi siempre, a la literatura rural,


mientras que Borges va a diseñarle un mapa ciudadano; remite también a poéticas
más realistas, más representativas y costumbristas que las que Borges despliega en
sus primeros libros de poemas. Por otra parte, la temprana relectura que hace
Borges de la poesía gauchesca (sobre la que seguirá escribiendo toda su vida) le
permite establecer un vínculo con la tradición, a la manera vanguardista, para

14
BORGES, Jorge Luis, Fervor de Buenos Aires en Obras completas, Bogotá, Colombia, Editorial Emecé, 2009,
dedicatoria.
15
SARLO, Beatriz, Borges después de Borges en Plan de Operaciones, Santiago, Chile, Editorial Universidad
Diego Portales, pág. 79.
16
SARLO, Beatriz, Orillero y ultraísta en Ensayos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Argentina, Editorial
Siglo XXI, 2007, pág. 149.
impugnar a los escritores consagrados del novecientos, en especial a todos los que
tienen que ver con el modernismo”.17
Entonces vemos que, paralelo a sus escritos vanguardistas –como el Manifiesto del
ultra que publica en la revista Baleares el quince de febrero de mil novecientos
veintiuno-, publica también, cinco años después, su poema A la calle Serrano,
donde se observa ese afán nostálgico por lo perdido, aquella estética que no
encuentra en lo moderno:

“Calle Serrano, Vos ya no sos la misma de cuando el Centenario:


Antes eras más cielo y hoy sos puras fachadas.
El cielo estaba en todo:
En la luz de los charcos
I en las tapias rosadas.
Ahora te prestigian
El barullo caliente de una confitería
I un aviso punzó como una injuria.
En la espalda movida de tus italianitas
No hay ni una trenza donde ahorcar la ternura…
He soltao mi vagancia por tu noche guaranga.
Adentro de un fonógrafo persiste una guitarra
I el sabor de Palermo se me sube hasta el alma.
La tienda La Sirena
Se arrepintió de enseña.
Antes
Había un corazón en cada casa:
El corazón del patio.
Me acuerdo de una luna grande desde la acera.
(No sé si era Carriego el que le daba cuerda.)
Me acuerdo de esas tapias rosadas que alegraban
I eran como un espejo de la tarde ligera.

17
SARLO, Beatriz, Orillero y ultraísta en Ensayos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Argentina, Editorial
Siglo XXI, 2007, pág. 150.
Por ellas el poniente Siempre estaba en tu tierra”.18
Sobre este criollismo habla Sarlo en su artículo de la edición número once de Punto
de vista titulado Sobre la vanguardia, Borges y el criollismo, cuando expone que es
él el verdadero escritor de la argentinidad, repitiendo las palabras de Sergio Piñero
cuando enuncia que no es necesario hablar del lazo, el rodeo y los potros 19 para
hacer literatura gaucha, e incluso hace eco de lo dicho por Marechal en la revista
Martín Fierro número veintiséis:

“Ahora consideraré el otro aspecto de Borges, quizás el más interesante y promisor;


es un criollismo nuevo y personal, un modo de sentir que ya estaba en nosotros y
que nadie había tratado”.20

Es por todo lo anterior que Sarlo sentencia en su ensayo del Lector esquivo que
Borges es el criollo universal argentino21 porque sin él es imposible pensar la
literatura argentina; y en todo caso, es imposible pensar a la Argentina sin él por la
reconstrucción de su obra. Esta percepción es corroborada por la autora en otro de
sus artículos de Punto de vista en la edición número dieciséis de mil novecientos
ochenta y dos.

En Borges en Sur: un episodio del formalismo criollo se lee que el escritor inventó
dos tendencias importantes para la literatura argentina. La primera de ellas Sarlo la
denomina, como ya hemos dicho, el criollismo urbano, en el cual

“Borges rescata al suburbio tanto del pintoresquismo sentimental como del fervor
reivindicativo, y lo coloca en un espacio propiamente estético, produciendo, al mismo
tiempo, su transformación. El suburbio, las orillas imprecisas que separan a la ciudad
del campo se convierten en materia literaria nueva, no por la reivindicación
voluntarista de valores más fantaseados que reales, sino por el aura (para decirlo de
algún modo) que rodea a la zona y que es, sobre todo, producida por sus
invenciones”.22

18
BORGES, Jorge Luis, A la calle Serrano en Textos recobrados 1919-1929, Buenos Aires, Argentina, Editorial
Sudamericana, 2011, pág. 228.
19
SARLO, Beatriz, “Sobre la vanguardia, Borges y el criollismo”, en Punto de vista, N° 11, 1981, pág. 7.
20
SARLO, Beatriz, “Sobre la vanguardia, Borges y el criollismo”, en Punto de vista, N° 11, 1981, págs. 7-8.
21
SARLO, Beatriz, Lector esquivo en Plan de Operaciones, Santiago, Chile, Editorial Universidad Diego
Portales, pág. 97.
22
SARLO, Beatriz, “Borges en Sur: un episodio del formalismo criollo”, en Punto de vista, N° 16, 1982, pág. 3.
En este mismo artículo Sarlo asegura que para darle respuesta a la pregunta de
cómo debe ser construida la literatura argentina, Borges lo soluciona de una manera
determinada: colocando el centro de su narrativa en las orillas pretéritas, en la
frontera de lo urbano y lo rural, haciendo referencia al suburbio, pero de una manera
vanguardista –con un idioma de su futuro-, que es lo que le permite diferenciarse de
otros autores más “costumbristas”.

Este interés por las particularidades porteñas y por encontrar la voz de Argentina y
la voz sobre Argentina también puede identificarse en los primeros ensayos escritos
por Borges, sobre todo en el que él titula La presencia de Buenos Aires en la poesía,
escrito en La Prensa el once de julio de mil novecientos veintiséis, y en donde,
después de asegurar que “(…) ¡Qué maravilla definida y prolija es un plano de
Buenos Aires! Los barrios ya pesados de recuerdos, los que tienen cargado el
nombre: la Recoleta, el Once, Palermo, Villa Alvear, Villa Urquiza (…)”23- es decir,
los barrios de su infancia-, realiza un rastreo histórico por los poetas que han
trabajado a la capital y la han vuelto eterna.

Allí encumbra a Domingo Martinto, a Eduardo Wilde, a Marcelo del Mazo, a Enrique
Banchs y, por supuesto, a Evaristo Carriego, de quien dice que fue el poeta de
Palermo, de su Palermo, pero también de Maldonado y de Villa Crespo, con los
cuales Carriego, según Borges, plantó su eternidad.24Este interés fanático de
Borges por Carriego ejemplifica también esas orillas, convertidas en marginalidad,
de las cuales se han hablado. Al respecto Beatriz Sarlo expresa:

“La debilidad de Borges por Evaristo Carriego tiene que ver con esto. Borges no
podía sino interesarse en Carriego. Allí, de manera torpe si se quiere, estaba una
materia que los escritores de su época consideraron marginal. Cuando, en la primera
década de este siglo, Lugones y el modernismo ocupaban el centro literario, Carriego
era precisamente el margen: un escritor que había tratado de ser modernista, para
encontrar luego, en una decena de poemas sobre el suburbio, una forma atenuada
del sentimentalismo que profetiza los tangos de Homero Manzi. El modernismo era
una poesía rica; en oposición a ella, Borges busca un poeta pobre, cuya mayor virtud
fue "no ser enfático" y cuyo pudor lo diferenciaba de los ‘años enfáticos del
centenario’. En un país marginal, Carriego se había ubicado en el margen del

23
BORGES, Jorge Luis, La presencia de Buenos Aires en la poesía en Textos recobrados 1919-1929, Buenos
Aires, Argentina, Editorial Sudamericana, 2011, pág. 257.
24
BORGES, Jorge Luis, La presencia de Buenos Aires en la poesía en Textos recobrados 1919-1929, Buenos
Aires, Argentina, Editorial Sudamericana, 2011, pág. 259.
margen: al margen de Lugones y el modernismo, que Carriego quiso imitar pero
abandonó para escribir los poemas que Borges coloca en su propio origen poético”.
25

Además, añade que

“En Carriego, subraya la iconografía de ‘las orillas’ y las distintas categorías que
importan en una moral del suburbio: malevo, guapo, antiguo guapo, malevito (que
es una ‘desfiguración italiana’). Junto al blando sentimentalismo, está la discreta
presentación de algunos destinos melancólicos y el uso casi imperceptible,
inesperado, del humor. Las operaciones (bastante artificiosas) que Borges realiza
sobre los poemas de Carriego corren en paralelo a las que hace sobre la tradición
de la gauchesca y sus epígonos, desde Inquisiciones, su primer libro de ensayos.
En realidad, Borges lee casi lo mismo en el mejor Carriego de los poemas predilectos
y en la ‘lírica criolla’.26
Así pues, no sorprende que en mil novecientos treinta Borges le dedicara un libro
completo a Evaristo Carriego, un poeta que, como él en sus inicios, le cantó al
suburbio marginal –a las orillas- de Buenos Aires. En la Declaración del libro
pregona que Carriego será un poeta que pertenecerá a la ecclesia visibilis27 de las
letras argentinas, porque está seguro de que las antologías y las historias de
literatura nacional contarán con su nombre, por su radical importancia como voz
porteña. En el ilustrativo ensayo Una vida de Evaristo Carriego, Borges rescata del
poeta lo que él quiere cantar también en sus versos inaugurales:

“Puesto a versificar, [Carriego] vacila entre la acuarela y el crimen; su tema no es la


aceptación de destino del Martín Fierro, sino las calenturas de la caña o de la divisa,
bien endulzadas. Está colaborando en ese sentir una efusión que no
comprendemos, el árbol; una impiedad que no encarnamos, el indio. Su gravedad
parece derivar de un más sobresaltado rigor: Sombra, porteño, conoció los derechos
rumbos de la llanura, el arreo de las haciendas y un duelo ocasional a cuchillo;
oriental, habría conocido también la carga de caballería de las patriadas, el duro
arreo de hombres, el contrabando… Carriego sabía por tradición ese criollismo
romántico y lo misturó con el criollismo resentido de los suburbios”.28
¿Qué tiene que ver esto con que Borges sea un escritor en las orillas? Es la
nostalgia lo que lo acerca a los suburbios que no quiere ver desaparecer. Y contra

25
SARLO, Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Argentina, Editorial Ariel, 1995, pág. 22.
26
SARLO, Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Argentina, Editorial Ariel, 1995, pág. 22.
27
BORGES, Jorge Luis, Evaristo Carriego en Obras completas, Bogotá, Colombia, Editorial Emecé, 2009, pág.
213.
28
BORGES, Jorge Luis, Evaristo Carriego en Obras completas, Bogotá, Colombia, Editorial Emecé, 2009, pág.
223.
el olvido el hombre siempre tendrá literatura. Borges entiende en sus primeros años
como creador que debe recuperar la voz de sus abuelos y las calles de su Palermo
perdido, y para ello crea una orilla entre el mundo rural que ya no está y el mundo
urbano que se encontró en su vuelta a Argentina. Y desde esa orilla escribe. Y sobre
esa orilla escribe. Sarlo la explica de la siguiente manera:

“Las orillas tienen las cualidades de un territorio imaginario, superficie indecisa entre
la llanura y las primeras casas de la ciudad, una topología urbano-criolla cuya
definición ya clásica es la calle ‘sin vereda de enfrente’ La línea del límite se
ensancha en las orillas cuando se convierten en espacio literario. Y, al mismo tiempo,
se hace porosa. La escenografía de las orillas está horadada por baldíos y tapias
con hornacinas, por la transparencia de las verjas y de los cercos de plantas, por
patios desde donde la mirada escapa a la indeterminación del cielo. O, por lo menos,
ésta es la construcción borgeana de un suburbio que ya desaparecía cuando escribe
Fervor de Buenos Aires (…). Desde un recuerdo de Buenos Aires, que casi no es
suyo, opone a la ciudad moderna, esta ciudad estética sin centro, construida
totalmente sobre la matriz de un margen”.29
Con solo leer los primeros poemas de Fervor de Buenos Aires el lector se encontrará
con las orillas anteriormente mencionadas. Las calles, con el que inicia esta
antología, le canta a su ciudad perdida. He aquí su dolor:

“Las calles de Buenos Aires


ya son mi entraña.
No las ávidas calles,
incómodas de turba y ajetreo,
sino las calles desganadas del barrio,
casi invisibles de habituales,
enternecidas de penumbra y de ocaso
y aquellas más afuera
ajenas de árboles piadosos
donde austeras casitas apenas se aventuran,
abrumadas por inmortales distancias,
a perderse en la honda visión
de cielo y de llanura.
Son para el solitario una promesa

29
SARLO, Beatriz, “Borges y la literatura argentina”, en Punto de vista, N° 34, 1989, pág. 6.
porque millares de almas singulares la pueblan,
únicas ante Dios y en el tiempo
y sin duda preciosas.
Hacia el Oeste, el Norte y el Sur
se han desplegado –y son también la patria- las calles;
ojalá en los versos que trazo
estén esas banderas”.30

Como diría Sarlo, y como se muestra aquí, en el inicio de la literatura y en el inicio


de los hombres y en el inicio de las ciudades siempre, siempre, está la literatura: y
Borges sería el maestro argentino.31

Síntesis

Se puede ver en la escritura del autor esas constantes referencias que demarcan
unos espacios topográficos, rural y urbano, y al mismo tiempo se los encuentra
cargados culturalmente, donde se imponen no solo formas estéticas sino también
ideológicas; que terminan por exponer una perspectiva desde donde mirar estos
espacios, señalando un tiempo – un ahora con nostalgia del pasado o un presente
con transformaciones estructurales-, una filiación sentimental o una experiencia
estética, ahí es donde se define Borges como un escritor desde la orilla.

En síntesis, para Beatriz Sarlo y el grupo de intelectuales asociados a la revista


Punto de Vista, Borges es una figura clave para entender el proceso de construcción
cultural en Argentina, sus múltiples estilos literarios han edificado en él esa figura

mítica capaz de alivianar la brecha del gaucho sureño y el transeúnte bonaerense,


ha redondeado en sus imaginarios de la marginalidad literaria.

30
BORGES, Jorge Luis, Fervor de Buenos Aires en Obras completas, Bogotá, Colombia, Editorial Emecé, 2009,
pág. 19.
31
SARLO, Beatriz, Aprendizaje y traición en Ensayos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Argentina,
Editorial Siglo XXI, 2007, pág. 201.
Bibliografía

 BORGES, Jorge Luis, Cuaderno de San Martín en Obras completas, Bogotá,


Colombia, Editorial Emecé, 2009.
 BORGES, Jorge Luis, Fervor de Buenos Aires en Obras completas, Bogotá,
Colombia, Editorial Emecé, 2009.
 BORGES, Jorge Luis, A la calle Serrano en Textos recobrados 1919-1929,
Buenos Aires, Argentina, Editorial Sudamericana, 2011.
 BORGES, Jorge Luis, Evaristo Carriego en Obras completas, Bogotá,
Colombia, Editorial Emecé, 2009.
 BORGES, Jorge Luis, La presencia de Buenos Aires en la poesía en Textos
recobrados 1919-1929, Buenos Aires, Argentina, Editorial Sudamericana,
2011.
 SARLO, Beatriz, Borges después de Borges en Plan de Operaciones,
Santiago, Chile, Editorial Universidad Diego Portales.
 SARLO, Beatriz, Sin Borges en Plan de Operaciones, Santiago, Chile,
Editorial Universidad Diego Portales.
 SARLO, Beatriz, Orillero y ultraísta en Ensayos sobre literatura argentina,
Buenos Aires, Argentina, Editorial Siglo XXI, 2007.
 PIGLIA, Ricardo, “Ideología y ficción en Borges”, en Punto de vista, N° 5,
1979.
 SARLO, Beatriz, Borges, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Argentina,
Editorial Ariel, 1995.
 SARLO, Beatriz, “Sobre la vanguardia, Borges y el criollismo”, en Punto de
vista, N° 11, 1981.
 SARLO, Beatriz, Lector esquivo en Plan de Operaciones, Santiago, Chile,
Editorial Universidad Diego Portales, 2013.
 SARLO, Beatriz, “Borges en Sur: un episodio del formalismo criollo”, en
Punto de vista, N° 16, 1982.
 SARLO, Beatriz, Aprendizaje y traición en Ensayos sobre literatura
argentina, Buenos Aires, Argentina, Editorial Siglo XXI, 2007.
 SARLO, Beatriz, “Borges y la literatura argentina”, en Punto de vista, N° 34,
1989.

(Boceto del póster en la siguiente página).

Potrebbero piacerti anche