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Corrupción en Asia
Al menos 900 millones de personas de países de la región Asia Pacífico, incluidas las
economías más grandes de la región, han pagado sobornos para acceder a los servicios
públicos, según un informe de la organización anticorrupción Transparencia
Internacional.
Según el estudio "Personas y Corrupción: Asia Pacífico" publicado este martes por la
organización, India encabeza la lista de países con mayor recurrencia de este delito. Un
69% de los encuestados reconoce haberse visto involucrado en algún tipo de soborno.
El siguiente país en la lista es Vietnam, con un 65% de encuestados que confirman este
tipo de situaciones, seguido de Tailandia (41%), Pakistán (40%) y China (26%). En el otro
extremo se encuentran países como Japón y Australia, con un 0,2% y 4%,
respectivamente.
La información se ha elaborado con entrevistas a un total de 22.000 personas en 16
países. De ellos, un 38% afirmó haber sido víctima de corrupción, especialmente en
grupos de bajos ingresos, según el estudio de Transparencia Internacional. Las encuestas
se realizaron cara a cara o por teléfono entre julio de 2015 y enero de 2017.
La Policía ocupa el primer lugar en la lista de servicios públicos que exigen un soborno
con frecuencia, y un tercio de los encuestados que habían entrado en contacto con un
agente en los últimos doce meses reveló haber sido instado a pagarlo.
Los consultados coincidieron en que la acción más importante para detener la
corrupción es denunciarlo o resistirse a abonar el soborno, pero uno de cada cinco
afirmó sentirse impotente frente a la situación.
En China, casi tres cuartas partes de las personas encuestadas dijeron que la corrupción
aumentó en los últimos tres años, lo que sugiere que la gente no ve que la gran ofensiva
contra la corrupción esté funcionando.
Para hacer frente a este delito, Transparencia Internacional recomienda que los
gobiernos impulsen una legislación que proteja a los denunciantes basada en las normas
internacionales vigentes. Asimismo, sugiere a las autoridades sancionar el cobro y pago
de sobornos para poner punto final a este delito.
Corrupción en Corea del Sur:
En el último medio siglo, la República de Corea se ha esforzado por superar
las divisiones nacionales y lograr un mayor desarrollo económico. Desde la inauguración
del gobierno participativo, la función y participación de las organizaciones no
gubernamentales en la sociedad civil ha pasado a ser más esencial que nunca. La
realidad obliga a reconocer, sin embargo, que, a pesar de los nobles
esfuerzos por combatir la corrupción, el flagelo de la corrupción persiste en la República
de Corea. ¿Cómo se puede explicar esto? Las pruebas parecen indicar que la
concienciación sobre la corrupción y un denominado proceso de “autopurificación” en
los sectores políticos y empresariales no están funcionando satisfactoriamente.
Desde la división de las dos Coreas en 1948, el país se ha convertido en uno de los más
prósperos de Asia. Corea del Sur —con apenas 30 años de democracia— es un modelo
para muchos vecinos del continente. Con un PIB de US$38.000 per cápita, según datos
de la OCDE, su economía supera a países como España o México y se coloca muy cerca
del nivel de potencias europeas como el Reino Unido.
Si hablamos de democracia, el país asiático sí superó en 2017 a Estados Unidos el ránking
que cada año elabora la Unidad de Inteligencia del diario The Economist. La publicación
considera a Corea del Sur una democracia plena. Pero, el país tiene un problema grave
de corrupción al más alto nivel. Todos sus líderes, desde que hay democracia, se han
visto envueltos por escándalos de corrupción. Incluida la expresidenta del país, Park
Geun-hye ahora en la cárcel.
"Tengo la sensación de que se resalta mucho la democracia surcoreana pero que
realmente no se entiende que hay problemas importantes como un fuerte estado
policial con profundas restricciones a la democracia", cuenta Owen Miller, doctor de
Estudios del Este Asiático en la Universidad SOAS de Londres.
La expresidenta surcoreana Park Geun-hye, el pasado 13 de marzo del 2018 fue
sancionada por el Tribunal Constitucional, destituida y despojada de inmunidad, bajo la
acusación de haber cometido graves actos de corrupción.
Park ha sido la única mujer en llegar a tan alto cargo en esa nación asiática y también
pasa a la historia como la primera líder elegida democráticamente en ser destituida.
Desde hacía varios meses proliferaban las manifestaciones en su contra mientras el país
se balanceaba entre la parálisis y la confusión, a la que se unían graves tensiones con la
República Democrática de Corea y con la República Popular China debido a la línea de
confrontación seguida por su gobierno contra esos países.
Corea del Sur tendrá que celebrar nuevas elecciones presidenciales en un plazo de dos
meses, o sea, a principios de mayo.
Miles de manifestantes celebraron la decisión de la Corte Institucional sobre Park, al
unísono que otra concentración más pequeña, en Seúl a favor de la ex mandataria
culminaba con dos personas muertas y una decena de heridos.
Como ha sucedido durante largos meses de acusaciones e investigaciones por parte de
las autoridades, la presidenta Park volvió a negar su responsabilidad, pero tanto el
Tribunal Constitucional como el Parlamento y la Fiscalía consideran probado que fue
cómplice en la trama de corrupción y tráfico de influencias dirigida por su amiga Choi
Soon-sil.
Esta mujer, a la que apodan Rasputina porque su oscura influencia sobre el Gobierno
era similar a la que tuvo aquel siniestro monje ruso en la corte del Zar Nicolás II, dirigía
una Administración paralela en la sombra para vender favores políticos a cambio de
sobornos.
La presidenta Park tenía una amplia conexión con Choi, y ésta última le corregía los
discursos de la mandataria; tuvo acceso a documentos secretos sobre las relaciones con
Japón y Corea del Norte y se aprovechó de esa estrecha amistad para persuadir a las
mayores transnacionales del país, como Samsung y Hyundai, para que entregaran hasta
80 000 millones de won (casi 63 millones de euros) a dos fundaciones que ella misma
dirigía.
Chang Si-ho, sobrina de Choi Soon-sil, admitió en los tribunales que chantajeó a la
compañía Samsung en colaboración con su tía, a la que señaló como cerebro de la trama
de corrupción que sacude a Corea del Sur. Además de la presidenta y estas dos mujeres,
asesores presidenciales compañías transnacionales, altos funcionarios como el ex
viceministro de Cultura y Deporte, Kim Chong, se hayan implicados en el caso.
También está detenido el vicepresidente y heredero de la Samsung, Lee Jae-yong, a
quien se acusa de haberle entregado 43 000 millones de won (35 millones de euros) a
Park y a su Rasputina para que el Gobierno autorizara la fusión de dos de sus filiales.
Por otro lado, el expresidente surcoreano Lee Myung-bak fue acusado formalmente de
varios delitos de corrupción por los que será juzgado y se convertirá en el cuarto
exmandatario del país en enfrentarse a la Justicia.
La Fiscalía presentó un total de 16 cargos, entre ellos soborno y abuso de poder, contra
Lee, quien fue presidente entre 2009 y 2013 y que está detenido de manera preventiva
desde el pasado 22 de marzo del 2018.
La acusación contra Lee llega después de que el pasado viernes la también expresidenta
Park Geun-hye fuera condenada a 24 años de prisión por su implicación en la trama
corrupta de la "Rasputina", que previamente causó su destitución.
Además de Park, los presidentes Chun Doo-hwan y Roh Tae-woo, ambos militares,
también se enfrentaron a penas de prisión en los años 90.
La fiscalía acusa al político conservador, entre otros delitos, de haber recibido unos
11.000 millones de wones (10,2 millones de dólares, 8,3 millones de euros) en sobornos
procedentes de instituciones que van desde el Servicio Nacional de Inteligencia (NIS) a
la todopoderosa empresa tecnológica Samsung.
Tras la acusación formal, Lee podría ser juzgado a partir del mes próximo y de ser
condenado a una pena de entre 11 años y cadena perpetua, según la agencia Yonhap.
Lee ha negado todas las acusaciones, entre las que también se cuentan abuso de poder
y malversación, y ha denunciado que la investigación es en realidad una venganza
política encabezada por el actual Gobierno del liberal Moon Jae-in.