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EXPEDIENTE N° : 01195-2010-29-0401-JR-PE-01
-Sede de Arequipa
A. HECHOS DE FONDO
Que el acusado Luis Vargaya Luna y la victima Ruth Noemi Ruiz Yapo,
eran convivientes desde hace cuatro años, siendo la relación que
mantenían siempre muy conflictiva, por la continuas peleas verbales y
físicas entre ambos. Los concubinos compartían su domicilio ubicado en
la Av. Mariscal Castilla 1605, Mariano Melgar con el coimputado Alfonso
Diego Flores Castro, quien era primo de cariño de los otros dos jóvenes.
1.1.3.1 Concordancia
1.1.3.2. Contradicciones
“FALLA:
- ABSOLVIENDO a GIAN FRANCO JOEL CONDORI LUNA y
ALFONSO DIEGO FLORES CASTRO, de la acusación fiscal en
su contra como cómplices secundarios de la comisión del delito
de Homicidio Simple (arctiulo 106° del Código Penal), en agravio
de Ruth Noemi Ruiz Yapo, al no tenerse en su contra imputación
de relevancia jurídico penal; disponiendo el levantamiento de
ordenes de captura que contra el sentenciado Alfonso Diego
Flores Castro se hubieren girado por este proceso”
- DECLARANDO a Luis Vargaya Luna, cuyo satos de identificación
han sido señalados en la parte introductoria de la presente
resolución, como AUTOR del delito de Parricidio (tipificado en el
artículo 107° del Código Penal),en agravio de Ruth Noemi Ruiz
Yapo . Como tal se le impone a Luis Vargaya Luna QUINCE
AÑOS DE PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD EFECTIVA, la
misma que computada desde el dia en que fue privado de su
libertad, el día veintiséis de mayo de dos mil once, vencerá el día
veinticinco de mayo del dos mil veintiséis. Conducta que deberá
efectivizarse de forma provisional conforme al artículo 402.1 del
Código Procesal Penal, hasta su firmeza”
- Se fija el monto de setenta y cinco mil nuevos soles el monto de
reparación civil que el sentenciado deberá abonar a favor de los
herederos legales de la agraviada occisa Ruth Noemi Ruz Yapo,
mediante depósito judicial ante el Banco de la Nación.”
II. PROBLEMAS
a) ¿Hubo conducta?
Artículo 23.- Autoría, autoría mediata y coautoría. El que realiza por sí o por medio de
otro el hecho punible y los que lo cometan conjuntamente serán reprimidos con la pena
establecida para esta infracción.
3.1.3 Leyes
3.2 Doctrina
a) Parte General
i) Conducta
Acción es la conducta voluntaria que consiste en un movimiento del organismo
destinado a producir cierto cambio, o la posibilidad, en el exterior del mundo, de
vulnerar una norma prohibitiva que está dirigida a un fin u objetivo.
Elementos de la acción:
ii) Tipicidad
El tipo es una figura que crea el legislador para hacer una valoración de
determinada conducta delictiva. En sencillas palabras, podemos decir que es
una descripción abstracta de la conducta prohibida. Es un instrumento legal,
lógicamente necesario y de naturaleza predominantemente descriptiva, que
tiene por función la individualización de las conductas humanas penalmente
relevantes.
1
Oscar Peña Gonzáles / Frank Almanza Altamirano, TEORÍA DEL DELITO MANUAL PRÁCTICO PARA SU
APLICACIÓN EN LA TEORÍA DEL CASO, Asociacion Peruana de Ciencias Juridicas y Conciliacion, Lima
2010, pag 131
2
Oscar Peña Gonzáles / Frank Almanza Altamirano, ob. Cit. pág. 132-133
Imputación Objetiva
En los casos concretos (sea para la formulación de la ley penal o para aplicarla),
para la determinación del hecho delictivo y el sujeto responsable, es necesario
constatar la presencia de diversos presupuestos o elementos que aseguren la
imposición de la pena de modo legítimo. Estos presupuestos o elementos, al
estar vinculados al obrar humano son, de un lado, de carácter objetivo y de otro,
subjetivo. Ello determina que el análisis del delito y la atribución de
responsabilidad tengan un aspecto objetivo y otro subjetivo; lo que en la teoría
del delito, conocemos como elementos objetivos y subjetivos o como criterios de
imputación objetiva y subjetiva. Pero claro, estos presupuestos o elementos
debemos determinarlos tanto a nivel del hecho delictivo así como de la
responsabilidad penal; esto es, a nivel de lo que se conoce como injusto penal y
como imputación personal a su autor. Mediante la teoría del injusto se responde
a la cuestión de cuáles hechos son objeto de las prohibiciones penales, mientras
que a través de la categoría de la responsabilidad se resuelve el problema de
bajo qué presupuestos el autor puede ser declarado penalmente responsable3.
La imputación objetiva es el conjunto de criterios normativos (establecidos a
través de normas jurídicas o sociales, dejando de lado los criterios naturalistas)
que permiten determinar el tipo objetivo del delito.
Los criterios que integran la imputación objetiva, aplicables para determinar si,
en el caso concreto, estamos o no frente a la realización del tipo objetivo del
delito, son los siguientes:
3
Tomás Aladino Gálvez Villegas, Ricardo César Rojas León, “Derecho Penal Parte Especial (Introducción
A La Parte General) Tomo I”, Jurista Editores, Lima 2011, págs. 32-33.
b) Realización del riesgo en el resultado. En los casos de delitos de resultado
o de lesión, el riesgo creado debe concretarse o materializarse propiamente en
el resultado exigido por el tipo penal; de lo contrario, estaremos únicamente en
un supuesto de tentativa. c) El resultado lesivo debe estar comprendido en el
ámbito de protección de la norma infringida. De lo contrario no se podrá imputar
el tipo objetivo. Así por ejemplo, si Juan atropella y mata a José, y al enterarse
del hecho la madre este último muere de un infarto, no se le puede imputar a
Juan la muerte de la madre de José. Puesto que las normas infringidas con la
materialización del hecho, en este caso el Código y Reglamento de Tránsito, no
contienen dentro de su objeto y finalidad, proteger y prevenir que las personas
mueran de infarto. d) Principio de confianza. Determina cuándo existe, con
ocasión del desarrollo de una actividad generadora de un cierto riesgo
(permitido), la obligación de tener en cuenta los fallos de otros sujetos que
también interviene en dicha actividad (de modo que si no se procediera así, el
riesgo dejaría de ser permitido), y cuándo se puede confiar lícitamente en la
responsabilidad de esos otros sujetos, en cuyo caso, no se podrá imputar la
realización del tipo objetivo a quien actuó bajo dicho principio de confianza. Por
ejemplo, en una operación quirúrgica en la que participa un equipo de personas,
médicos cirujanos, enfermeras, anestesistas, asistentes, etc.; cada uno de éstos
tiene un rol específico que cumplir, y todos esperan legítimamente que cada uno
cumpla dicho rol, y si alguno de ellos incumpliera no tiene porqué perjudicar esta
situación a los demás que sí han cumplido su deber o rol. vg. si la enfermera
encargada de esterilizar el instrumental médico no cumplió con tal obligación, y
como consecuencia de ello se le ha contagiado VIH al paciente, sólo se le podrá
imputar el tipo objetivo a ésta y no a los demás que sí cumplieron con su deber
o rol.
4
CARO JOHN, José Antonio: Conductas neutrales no punibles en virtud de la prohibición de regreso. En
Caro John: “Normativismo e Imputación Jurídico-Penal. Estudios de Derecho Penal Funcionalista. Ara
Editores, Lima, 2010, pp. 89 y ss
pasajero va a robar, puesto que actuó sin infringir el rol que le competía como
taxista.
Como puede verse, los tres primeros criterios sirven para afianzar o determinar
la imputación del tipo objetivo, mientras que los tres últimos, sirven para negar
relevancia penal a la actuación de los agentes intervinientes en la realización del
hecho.5
iii) Antijurididad
iv) Culpablidad
5
Tomás Aladino Gálvez Villegas, Ricardo César Rojas León Profesor, ob.cit, págs. 33-34.
6
Hurtado Pozo, José, Manual de derecho penal. Parte general, 3ª ed., Grijley, Lima, 2006, pp. 406-407
es, según creo, la facultad humana fundamental que unida a otras (inteligencia,
afectividad, etc.) permite la atribución de una acción a un sujeto y, en
consecuencia, la exigencia de responsabilidad por la acción por él cometida7.
Existe una sutil diferencia entre autor y sujeto activo. La noción de autor contiene
responsabilidad criminal por el hecho cometido, en tanto que el sujeto activo es
exclusivamente la persona que realiza la conducta típica. Generalmente, el
sujeto activo es el autor del hecho9.
vii) Reparación Civil: Desde nuestro punto de vista la reparación civil es una
pretensión accesoria en el proceso penal, por lo que discrepamos con autores
tales como PEÑA CABRERA11, quien sostiene que es rebatible la primera
postura porque los criterios de imputación son distintos, así como sus efectos y
sus pretensores. El autor citado equivoca la naturaleza de una pretensión con
los criterios del magistrado para su señalamiento. No cabe duda que la
reparación civil sólo puede ordenarse en un proceso penal, siendo accesoria de
7
Muñoz Conde, Francisco, Teoría general del delito, 4ª ed., Tirant lo blanch, Valencia, 2007, pp. 404-
405.
8
Stratenwerth, Günter, Derecho penal. Parte general I. El hecho punible, 4ª ed. totalmente reelaborada,
traducción de Manuel Cancio Meliá y Marcelo A. Sancinetti, Hammurabi, Buenos Aires, 2005, p. 277.
9
Ana Calderon Sumarriva, El ABC del Derecho Penal, Editorial San Marcos, Lima 2007, pág. 49.
10
Ana Calderon Sumarriva, ob. Cit. pág. 51.
11
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. “Derecho Penal. Parte General”, 2da Edición, Editorial Rhodas,
Lima, 2007
una sentencia condenatoria y que es una manifestación de un criterio de
prevención especial positiva.
Del mandato normativo antes citado se puede concluir que la reparación civil es
más que una indemnización puesto que comprende, además, a la denominada
“reparación in natura”, es decir, la restitución del bien (naturalmente afectado) y
no de “un sustituto” como lo es el contenido indemnizatorio (mediante la entrega
de una suma de dinero). La indemnización es una pretensión que puede ser una
prestación sustituta o una complementaria. Es sustituta cuando ocupa el lugar
de la prestación originalmente pactada y que es incumplida por el deudor; o
cuando, por mandato de la ley, surge por la violación del deber de no causar
daño a otro. Es complementaria cuando implica un agregado a la prestación
original por existir mora del deudor (o del acreedor, según sea el caso)12.
b) Parte Especial
PARRICIDIO
I. ANTECEDENTES:
El artículo 107° del Código Penal actual registra como antecedente directo el artículo
151° del Código Penal de 1924, basado a su vez en el artículo 124° del Proyecto de
1916. El parricidio como figura delictiva independientemente, también se encontraba
regulado en el artículo 231° del Código Penal de 1863. En el Precepto de 1924 se
sanciona el dar muerte al cónyuge, al padre o a la madre, y en el precepto de 1863 al
parricidio impropio, quien se caracteriza en causar la muerte al descendiente en línea
recta, al hermano al cónyuge y al hijo adoptivo.
Así mientras el Código Penal de 1924, restringía el delito al acto de producir la muerte
del ascendiente o descendente o cónyuge, el código vigente imprime a la figura del
parricidio la punición adicional de la muerte del concubino, además de aclarar la duda
interpretativa existente en la regulación anterior, respecto a la incorporación de la
adopción como circunstancia del parricidio13. La legislación actual resuelve el problema
de modo afirmativo, refiriéndose expresamente al ascendiente o descendente adoptivo,
como posible sujeto pasivo de la figura del parricidio.
12
Jorge Alberto Beltrán Pacheco, Un problema frecuente en el Perú: La reparación civil en el proceso
penal y la indemnización en el proceso civil. Editorial Rhodas. Lima 2008, 41-43
13Vide ROY FREYRE, Derecho penal peruano. Parte especial, cit., T.I, p. 118, quien lo descartaba de iure conditio. En
contra del parecer glosado, PAREDES VARGAS, César, <el parentesco adoptivo en el código penal peruano>, N° 3,
Lima, 1987, p. 339.
legislador penal del 91, desbordando el correcto margen que inspiro a la Constitución
de 1979, reguladora de las uniones de hecho, equipara de manera infundada el
concubinato con el matrimonio civil como si fueran instituciones de idéntico valor.
En realidad no dejan de ser, tanto desde el prisma jurídico social y dogmático – jurídico,
institutos que generan deberes diferentes. Resulta sumamente contradictorio, en todo
caso, que la ley penal brinde una sanción más severa a los concubinicidios y deje de
lado, privándole de un lógico reconocimiento en el parricidio al matrimonio religioso. Bajo
este concepto, nuestro codificador puede ser tildado de legislador parcializado, dado
que únicamente es sensible de lo que quiere ver.
Nuestro legislador penal, creyendo quizás que en las innovaciones reside el principal
mérito de un código, dejo de analizar la frondosa y casi unánime jurisprudencia sobre el
parricidio, particularmente en la modalidad de conyugicidio, en la que se establece como
único medio probatorio admitido a las respectivas partidas de matrimonio14. Ello hace
notar la rigidez e inflexibilidad, además de la casi sacramental formalidad de nuestra
jurisprudencia en lo que a actividad probatoria se refiere, y que una vez trasladada dicha
práctica al concubinicidio no muestra sino un rasero difícil de pasar por las uniones de
hecho. Si nuestra judicatura es tan formalista en la prueba de los uxoricidios, en la que
se exige un acta matrimonial, no comprendemos como se atenuara dicha formalidad en,
los concubinicidios en los que justamente prima la informalidad y no existe, por lo
general, ningún documento escrito.
No censuramos al parricidio como tipo autónomo, sino que discrepamos tan solo de su
desmesurada extensión que no hace más que reflejar un casuismo gratuito, tan
reprobable en la técnica legislativa moderna. La peor crítica que pueda verterse al texto
legal de parricidio recae en la incorporación del concubinato como modalidad de la
figura; hecho que bien podría merecer mayor penalidad con la sola remisión a una
agravante genérica presente en la parte general del código.
Parricidio
14 Vide HURTADO POZO, manual de derecho penal. Parte especial. Homicidio, cit., p. 93.
sostenido una relación análoga será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de quince años”.
(*) Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley Nº 30068, publicada el 18 julio 2013,
cuyo texto es el siguiente:
El conocimiento del vínculo de parentesco consanguíneo o jurídico por parte del sujeto
activo respecto del sujeto pasivo, constituye un elemento fundamental de este delito.
Tal circunstancia hace a la conducta delictiva independiente, autónoma y diferenciable
del delito de homicidio simple. No obstante, cierta parte importante de la doctrina
considera que se trata de un delito derivado del homicidio simple, e incluso en el Código
Penal español de 1995, el legislador ha suprimido la figura delictiva del parricidio y en
adelante las relaciones de parentesco entre agente y Víctima constituyen agravante del
homicidio simple. No obstante, consideramos que en nuestro sistema jurídico penal se
justifica plenamente la existencia independiente de la figura del parricidio por las
especiales circunstancias que conforman el tipo objetivo y subjetivo; en consecuencia,
esperamos que nuestro legislador, muy propenso y solícito a copiar lo que hacen los
españoles, no se le ocurra suprimido de nuestro código sustantivo.
Por otro lado, el hecho punible de parricidio, por las peculiaridades especiales que se
evidencia para su perfeccionamiento, exige mayor penalidad para el agente, ello debido
a que el parricida tiene mayor culpabilidad al no respetar ni siquiera la vida de sus
parientes naturales o legales, con quienes hace vida en común, evidenciándose de ese
modo, que el agente está más propenso y solícito a atacar en cualquier momento a
personas que le son extrañas, demostrando peligrosidad para el conglomerado social.
El español Miguel Bajo Fernández, sostiene que la gravedad de la figura del parricidio
se fundamenta en la mayor culpabilidad del autor presumida objetivamente a partir de
la complicación profunda de las relaciones interpersonales con acumulación de
tensiones durante la convivencia de los parientes. En tanto que el desaparecido Raúl
Peña Cabrera, fundamenta la gravedad del parricidio en el hecho que el sujeto activo
revela mayor peligrosidad, porque no solo viola y destruye el bien jurídico de la vida
tutelada por la ley, sino que vulnera principios y sentimientos elementales como el
respeto y acatamiento a los parientes más próximos, provocando una singular alarma
social.
Por su parte José Castillo Alva, afirmando que no alcanza a ver cómo el mayor afecto o
sentimiento puede incidir en la culpabilidad, concluye que simplemente la gravedad del
parricidio reside solo en el vínculo del parentesco, sea legal o natural, y no en el presunto
afecto que existe entre parientes.
No debe soslayarse que para que exista concubinato es necesario se cumplan los
requisitos que recoge el artículo 326 del Código Civil, de modo que si uno de los
convivientes da muerte al otro antes de cumplirse los dos años de convivencia,
jurídicamente no es posible subsumir tal hecho en el delito de parricidio o El parricidio
también puede perfeccionarse por una conducta de omisión impropia (artículo 13 del
C.P.), debido que la relación interpersonal entre agente y víctima fundamenta la posición
de garante del primero respecto del segundo. No debemos soslayar que entre una
conducta de omisión y otra de comisión lo común es que el autor ostenta el dominio de
la causa del resultado final dañoso. Ocurre, por ejemplo cuando Juan Manuel,
salvavidas en la playa de Ancón, observa que su cónyuge pide auxilio desesperada
porque se está ahogando y pudiendo salvarla no lo hace con el fin de que muera.
También la Ejecutoria Suprema del 28 de octubre de 1997, expone un caso real de
parricidio por omisión impropia: "Habiéndose determinado que la muerte de la recién
nacida Shadira Huamán Trinidad se produjo a consecuencia de una enfermedad
producida en las vías respiratorias bronconeumonía debido al abandono que sufriera
por parte de su padre en las inmediaciones del río Rímac; que, siendo esto así, el ilícito
penal perpetrado por el citado acusado es el delito consumado de parricidio, y no el de
tentativa del mismo, como equivocadamente lo ha valorado así la Sala Penal Superior".
La vida humana independiente comprendida desde el instante del parto hasta la muerte
natural de la persona humana. Ello es importante tenerlo en cuenta puesto que muy
bien puede verificarse el delito de parricidio cuando un padre da muerte a su hijo en
circunstancias que se encuentra siendo expulsado por la madre de su vientre, es decir,
en la etapa del nacimiento.
Igual como ocurre en cuanto al sujeto activo, la situación de víctima en el injusto penal
de parricidio también se encuentra limitado para determinadas personas que ostentan
cualidades especiales que le une con el agente. Sujeto pasivo no puede ser cualquier
persona, sino aquellas que tienen relación parental con su verdugo. En ese sentido, del
tipo penal se desprende que víctima del delito de parricidio únicamente pueden ser los
ascendientes y descendientes en línea recta del parricida. También su cónyuge y el hijo
adoptivo de acuerdo con el artículo 377 del Código Civil y, finalmente, el concubino unido
al sujeto activo de acuerdo al artículo 5 de la vigente Constitución Política.
También es de poner de relieve que del propio texto del tipo penal, queda claramente
establecido que no se configura el injusto penal de parricidio cuando el agente es
hermano, tío, primo, suegro, yerno, nuera, etc. de su víctima.
Frente al formalismo civil, la flexibilidad del Derecho Penal, en materia de los delitos de
parricidio, se puede apreciar también, no sin cierto debate, en un caso propuesto, como
es el hecho de jun progenitor biológico que mata a su hijo que nació dentro de un
matrimonio entre su madre y el esposo de esta, o después de dos meses de disuelto el
matrimonio civil entre los mismos15. Ciertamente que el texto civil sustantivo se orienta
por cánones diferentes que el CP, al girar sus dominios en la esfera patrimonial
intersubjetiva, por lo que a la presunción consignada en el Art. 361° del CC, que
establece un parentesco formal o legal se le opone el parentesco natural o de sangre
que es el que confirma no por la vía de la operación lógica presuntiva, sino por medio
de la prueba científica16, salvo los supuestos asumidos por el Código punitivo respecto
al vínculo legal de la adopción, por ejemplo, que configura hasta cierto punto un
parentesco legal; más aún en esta última subfigura delictiva ha de exigirse el
conocimiento de tal vínculo de adopción, siendo diferente la interpretación al respecto,
en el sentido que solamente se admite la adopción que llega buen término para poder
hablar, recién, ante el supuesto de la muerte provocada, de parricidio17. En este acápite,
se puede decir que el derecho penal se torna ceremonioso y respetuoso de las formas
legales para poder imputar un delito de parricidio, aunque tal “formalismo” se deba por
excelencia a la particularidad de la adopción como instituto jurídico incluido dentro de
los elementos que constituyen la conducta típica descrita en el artículo 107° del CP
peruano.
15 El artículo 361° del CC. Establece una presunción de paternidad cuando estipula que el hijo nacido durante el
matrimonio o dentro de los 300 días siguientes a la disolución tiene por padre al marido.
16 En ese sentido, a la presunción de paternidad, se le opone la prueba de ADN, que para efectos penales, respecto al
delito de parricidio debe estar acompañada por el conocimiento por parte del sujeto gente del parentesco
consanguíneo o vinculo legal contemplado en el artículo 107° del código punitivo nacional.
17 El en caso de adopción, el razonamiento es al contrario, dado que aquí se le exige la formalidad del trámite de
adopción que culmina, propiamente, en la adopción, de forma tal que el crimen de una persona mayor de edad que
se encuentra tramitando la adopción de un menor de edad, contra este último, no puede ser calificado como
parricidio, pues todavía no hay un hijo adoptado, y si no hay hijo adoptado, no hay parricidio alguno.
1.4. TIPICIDAD SUBJETIVA
El hecho punible de parricidio se realiza con dolo directo (primero y segundo grado), así
como por dolo eventual. Este se presenta cuando el sujeto activo, conociendo la relación
parental con el sujeto pasivo, se representa el resultado letal como posible y lo acepta.
Sin embargo, está posición, aparentemente clara, resulta complicada y de diversa
opinión entre los tratadistas nacionales. Así, Roy Freyre, al igual que Hurtado Pozo,
Peña Cabrera y Castillo Alva, asevera que mediante la expresión "a sabiendas", el
legislador peruano excluye la posibilidad que sea suficiente el dolo eventual. No
obstante, para nosotros se evidencia en forma clara que la frase "a sabiendas" de ningún
modo excluye el dolo eventual, sino por el contrario, solo sirve y se dirige a asegurar
que el agente haya conocido el parentesco consanguíneo o jurídico con su víctima. Esto
es, consideramos que la expresión "a sabiendas" utilizada por el legislador en el
momento histórico de legislar el tipo penal del artículo, está dirigida a exigir que el agente
actúe conociendo perfectamente la relación parental con su víctima. Si se verifica que
no conoció tal circunstancia, el parricidio desaparece por más dolo directo o indirecto
con el que haya actuado. Basta que el sujeto activo (parricida) conociendo la relación
paren tal que le une con el sujeto pasivo se represente seriamente el resultado letal y lo
acepte o se conforme con ello para estar frente al dolo eventual.
En consecuencia, resulta requisito sine qua non la concurrencia del dolo, no cabe la
comisión por culpa. Si ello sucediera, el hecho se subsumirá al homicidio por
negligencia. Aparece el dolo cuando el sujeto activo con conocimiento y voluntad da
muerte a su víctima sabiendo que tiene en la realidad un parentesco natural o jurídico
debidamente especificado en el tipo penal. En efecto, si se verifica que el agente no
conocía o no pudo conocer por determinadas circunstancias que su víctima era su
pariente, el delito de parricidio no se configura circunscribiéndose tal hecho al homicidio
simple.
El error sobre el parentesco ya sea natural o jurídico del sujeto activo respecto del
pasivo, excluye el dolo del delito de parricidio, limitándose la conducta homicida a un
homicidio simple. En ese sentido, quien mata a su cónyuge al haberlo confundido con
un extraño contra quien iba dirigida la acción, cometerá el hecho punible regulado en el
tipo penal del artículo 106 del Código Penal. respecto del occiso y tentativa de homicidio
respecto del extraño. Igual ocurre cuando por un error en el golpe o disparo se produce
la muerte del hijo, cuando la acción homicida está dirigida a otra persona (aberratio
ictus), presentándose homicidio doloso respecto del pariente y tentativa inidónea
respecto del extraneus. En ambos supuestos no puede hablarse de parricidio puesto
que no aparecen todos los elementos constitutivos del tipo.
Por lo demás, tiene razón Villa Stein, cuando refutando los planteamientos de
Villavicencio respecto del tema en sede, señala que no cabe calificar de culposo un
homicidio que se quiso, aunque la víctima, por error, fuera distinta a la que realmente
se quiso eliminar. Por lo siguiente: primero, en el homicidio culposo el agente no quiere
muerte alguna, aunque ocurra por causa de su obrar negligente o imprudente. No hay
en el homicidio culposo animus necandi; segundo, si optásemos por aceptar la fórmula
de un concurso con homicidio culposo tendríamos que determinar la naturaleza de la
infracción del deber de cuidado por parte del autor, lo que sería un absurdo.
1.5. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del parricidio previsto en el
artículo 107 del Código Penal, el operador jurídico pasará inmediatamente a analizar el
segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es decir, determinará si la
conducta es contraria al ordenamiento jurídico o en su caso, concurre alguna causa de
justificación de las previstas y sancionadas en el artículo 20 del Código Penal. De ese
modo, el operador jurídico analizará si en el homicidio concreto concurre la legítima
defensa o el estado de necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza física
irresistible o compelida por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.
1.6. CULPABILIDAD
En este punto cabe precisar que: el conocimiento que se mata a un pariente natural o
jurídico constituye un elemento de la tipicidad del parricidio, por lo que cualquier error
respecto a este conocimiento, de modo alguno constituye error de prohibición sino que
estaremos frente a un error de tipo.
Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente por
su acto homicida y se determine que conocía que su acto era contrario al ordenamiento
jurídico, el operador pasará a determinar si el agente en el caso concreto podía o le era
posible comportarse conforme a derecho y evitar causar la muerte de su pariente. Si se
concluye que el agente no tuvo otra alternativa que causar la muerte de la víctima, no
será culpable de la conducta típica y antijurídica. Aquí nos estamos refiriendo al estado
de necesidad exculpante que, muy bien, puede configurarse si en el ejemplo conocido
como el caso Mignonette, sucedido en Inglaterra (1884), el tercero, al cual dieron muerte
los dos náufragos para salvar su vida consumiendo su carne, resultó ser el padre de los
náufragos. De darse el caso, se aplicará el supuesto previsto en el inciso 5 del artículo
20 del Código Penal que se presenta como una causal de inculpabilidad.
1.7. CONSUMACIÓN
El delito se perfecciona cuando el agente agota los elementos constitutivos del tipo
penal, es decir, da efectiva muerte a su Víctima de quien conocía tener parentesco
consanguíneo o jurídico. Resulta trascendente indicar que el provecho que pueda sacar
el agente (la mayor de las veces herencia) con la muerte de su padre, por ejemplo, es
irrelevante para la consumación del parricidio. Este se agota con la sola verificación de
la muerte del sujeto pasivo a consecuencia del accionar doloso del parricida.
1.8. PARTICIPACIÓN
Por otro lado, la complicidad primaria o secundaria es otra forma de participación. Hay
uniformidad en la doctrina en definir al cómplice como aquel que dolosamente colabora,
coopera o apoya a un tercero a realizar un hecho punible doloso. O mejor, en términos
del español Gonzalo Quintero Olivares, la complicidad puede definirse como aquella
contribución o auxilio al hecho, anterior o simultáneo, que ha sido útil para la ejecución
del plan del autor. En consecuencia, debe haber vinculación entre el hecho principal y
la acción del cómplice.
En este sentido, los profesores Muñoz Conde y García Aran, enseñan que en los delitos
especiales impropios, no hay ninguna razón para no aplicar las reglas generales de la
participación. Si el autor es el intraneus, el delito cometido será el especial y, en virtud
del principio de unidad del título de imputación, todos los demás responderán por ese
delito, aunque no tengan las cualidades exigidas en el mismo.
No obstante, la mayoría de penalistas nacionales, por razones más de tradición que por
argumentos jurídicos coherentes, sostienen que "si los partícipes no tienen las
cualidades descritas en el tipo penal de parricidio, se les imputará el delito de homicidio
simple".
Incluso, optar por esta posición doctrinaria resulta para el conglomerado social al cual
están dirigidas las normas penales por sí solas o traducidas en la jurisprudencia,
contradictorio e injusto apartar a los instigadores o cómplices del delito de parricidio en
el cual prestaron auxilio o asistencia para su perpetración e imputarle un delito diferente
como es el de homicidio. Mucho más, si la mayor de las veces el cómplice o instigador
conoce perfectamente que el agente o autor se dispone a matar o está matando a su
pariente. El partícipe sabe que la víctima es pariente de la persona a la cual le presta
asistencia, auxilio o instiga para consumar su acción homicida.
No obstante, queda claro que lo referido sirve para los partícipes (cómplices e
instigadores), de modo que si el coautor del parricida no tiene las cualidades que exige
el tipo penal para configurarse el hecho punible de parricidio, indudablemente se le
adecuará su conducta al homicidio simple.
1.10. TENTATIVA
1.11. PENALIDAD:
18ALONSO DE ESCAMILLA, A.; Del Homicidio y sus formas. En: Manual de Derecho Penal. Parte Especial. Edición
Coordinada por Carmen LAMARCA PÉREZ, cit., p. 47.
forma unánime lo reconoce la doctrina actual19 y pasada, para ello se han
utilizado varios criterios de imputación que apuntan hacia un mismo norte: hacer
responsable al autor por el injusto penal atribuido.
19 Así, GONZALES RUS, J.J.; Del Homicidio y sus formas (I), cit, p. 34.
20 RUOOLPHI, J.H.; El fin del Derecho penal del Estado y las formas de imputación juridico-penal, cit., p. 86.
21 RUDOLPHI, J.H.; El fin del Derecho penal del Estado..., cit., p. 86.
C.R22. Precisamente, eso es lo que pretende la actual ciencia jurídico-penal
cuando construye nuevos elementos de imputación delictiva que puedan
preservar los fines axiológicos de cualquier parcela del orden jurídico:
"legitimidad" y "racionalidad". Aparejando dicho sostén legitimador a la
naturaleza violenta que significa la descarga punitiva, la pena como la especie
pública más grave que detenta el sistema jurídico sancionador, y en el marco de
un Estado Social y Democrático de Derecho, la sanción penal debe graduarse a
un mínimo de proporcionalidad.
22 Según los criterios de imputación que se desprende de la misma, se determina una responsabilidad penal sin
limites, bastando para ello, la acreditación del nexo de cau-salidad, de forma tal que el causante de una herida
mínima (leve), sería imputable objetivamente cualquier resultado más grave sobreviviente, a pesar de la concurren-
cia de otros factores y/o cursos causales concomitantes, que hayan podido incidir en dicho resultado.
23 GONZÁLES RUS, J. J.; Del Homicidio y sus formas, cit., p. 38.
24 CARBONELL MATEU, J.C./ GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.; Homicidio y sus formas (I), cit., p. 52; Así, GONZALES Rus, J. J.;
25 PEÑA CABRERA FREYRE, A.R.; Derecho Penal. Parte General, cit., p. 257.
26 PEÑA CABRERA FREYRE, A.R.; Derecho Penal. Parte General, cit., p. 262.
27 PEÑA CABRERA FREYRE, A.R.; Derecho Penal. Parte General, cit., p. 264.
El análisis global del injusto no se agota de ninguna forma, con la tipicidad penal,
de acuerdo a las vertientes objetiva y subjetiva, pues resulta necesario
escudriñar los diversos componentes que se comprenden en la esfera de la
antijuridicidad, concretamente, si la lesión del bien jurídico y/o su puesta en
peligro obedeció a la concurrencia de un precepto permisivo, de una autorización
jurídica, que hace que la utilidad social que ello propone sea preponderante a la
afectación que ha sufrido el bien jurídico. Su presencia incide en el plano de
valoración, en tanto el comportamiento a pesar de ser típico, es lícito, al estar
amparado por un precepto autoritativo que prevé el orden jurídico. El Injusto
penal, entonces, implica la realización del tipo penal y la ausencia de causas de
justificación. Entre las causas de justificación de mayor relevancia, surge ¡a
legítima defensa, que en el ámbito del homicidio tiene una aplicación inobjetable,
por lo que dice que dicha justificación nace precisamente en el caso de este
delito.
La defensa de los derechos fundamentales y la auto-tutela del orden jurídico, son
dos presupuestos que conjugados, permiten a un ciudadano (ejercer una acción
defensiva), en orden a repeler una agresión ilegítima a fin de no verse
menoscabado en la integridad de sus intereses jurídicos más importantes o en
defensa de un tercero. No es que el Derecho conceda a los individuos la potestad
de ejercer venganza de propia mano, nada de eso, en un orden democrático,
son las agencias estatales predispuestas, las encargadas de combatir la
criminalidad; en este caso, por motivos circunstanciales, se faculta a los
ciudadanos a ejercer una violencia -necesaria y proporcional-, cuando los
custodios del orden se encuentran imposibilitados de realizar la acción
defensiva, sólo como último remedio los ciudadanos se encuentran revestidos
con tremenda facultad, que en algunos casos puede significar la muerte de un
congénere. En este caso, se valor más la vida del agredido que la del agresor,
no porque aisladamente contempladas pueda ser así, que no puede serlo, sino
porque a aquél le asiste la autoafirmación del Derecho28.
28 CARBONELL MATEU, J.C./ GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.; Homicidio y sus formas (I), cit., ps 61-62.
legitimidad: agresión ilegítima, necesidad racional del medio empleado y falta de
provocación suficiente; a lo que debemos añadir la presencia del elemento
subjetivo de la causa de justificación. Cuestión importante a destacar, es que su
admisibilidad está condicionada a la protección de aquellos bienes que se
constituyen en el soporte material de la persona humana: la vida, el cuerpo, la
salud y la libertad individual en toda su extensión (la libertad sexual entre ellas),
como bienes predicables de primer relieve en un orden democrático de derecho,
y otros intereses jurídicos que se puede abonar también su defensa. En lo que
atañe al homicidio, como manifestación de la legítima defensa, sólo cabe su
admisión, cuando la vida, el cuerpo y la salud están en juego, de acuerdo al
principio de proporcionalidad, su posibilidad en defensa del patrimonio, es en
realidad discutible.
Aparece luego, el estado de necesidad justificante (artículo 20.4 del C.R), cuando
la necesidad por proteger un interés jurídico preponderante, deviene en
imprescindible el sacrificio de menor interés valorativo; es que la Ley
Fundamental, glosa una serie de bienes jurídicos, desde la vida, el cuerpo, la
salud, el honor, la familia, la propiedad, etc.; cada uno de ellos guarda una
determinada correspondencia de orden jerarquizado, por lo que entre ello puede
producirse un conflicto, que para Ley penal, debe ser resuelto bajo la causa de
justificación in examine. El estado de necesidad justificante, se sostiene
entonces, producto de un conflicto de bienes jurídicos de distinto' valor
jerárquico; cuantificación valorativa que surge de la prelación que dichos bienes
detentan -tanto desde un punto de vista social como jurídico-, a diferencia, del
estado de Necesidad Disculparte que opera ante el conflicto de intereses
jurídicos de igual valor.
Dicho ello, como podríamos, por tanto, apelar a esta justificante, en el caso del
Homicidio, ¿es qué acaso existe un bien jurídico que esté por encima de la vida
humana, dejando de lado por motivos de espacio lo que sucede en el caso del
aborto terapéutico? De ahí, que quepa señalar, que adoptamos una posición
diferenciada, en lo que el estado de necesidad justificante y el estado de
necesidad disculpante, refiere, pues sólo en este último la vida puede ser
afectada, a efectos de salvaguardar otra vida. Ciertamente, como expone
Bustos, afirmar la teoría de la unificación es la culpabilidad, sería afirmar que el
derecho es indiferente frente a los propios bienes jurídicos que protege, sería
una contradicción con toda la teoría del injusto; concluimos, por ende, que el
estado de necesidad justificante en este ámbito de la criminalidad no tiene
operatividad alguna.
La vida humana siempre debe ser la última opción, si sólo si, otras vidas
humanas se encuentran en grave riesgo de ser lesionadas. Habrá que tener en
cuenta no sólo la necesidad racional de la misma, sino, además, y sobre todo,
que su empleo no va a producir consecuencias más perjudiciales que
beneficiosas a partir de la escala de valores propiciada por él Ordena-miento
Jurídico; tomando en consideración los intereses jurídicos que se ponen en
juego, así como la ausencia de otros medios menos lesivos, para poder controlar
la situación de riesgo, hablamos en todo caso de "situaciones de extrema
necesidad". En otros términos sólo se podrá usar precisamente el grado de
violencia necesario para conseguir la salvaguarda del interés superior; grado de
violencia y necesidad que habrán de ser medidos de conformidad con las
circunstancias peculiares de cada caso29.
Acontecen, entonces, situaciones extremas que importan a su vez una reacción
estatal extrema, esto es, la eliminación de un individuo, cuando se encuentre en
un riesgo concreto de lesión, bienes jurídicos fundamentales. Piénsese en
29 CARBONELL MATEU, J.C./ GONZÁLEZ CUSSAC, J.L.; Homicidio y sus formas (I), cit., p. 66.
desgraciados sucesos, comunes o de terrorismo, con toma de rehenes, apunta
Queralt Jiménez, en los que la vida y la libertad de terceros inocentes son
puestos en un peligro inminente. Ya ante tal hecho el Estado ha de poder dar
una respuesta adecuada. En algunos supuestos, señala el autor,
lamentablemente, el disparo doloso mortal sobre los delincuentes es la única
forma de ponerlos fuera de combate.
Fue ROXIN, que a fin de resolver los casos del Nacionalsocialismo, estructuró
esta variable de autoría mediata, (...) tercera forma de ejecución del tipo que no
es de propia mano, y que designaremos -dice el autor- como "dominio de
voluntad mediante un aparato de poder organizado". Se trata del caso en que
alguien sirve a la ejecución de un plan de ejecución de para una organización
jerárquicamente organizada. El dador de la orden puede renunciar coaccionar o
a engañar al autor ejecutante inmediato, pues el aparato, en caso de un
incumplimiento, tiene suficientemente a otros sujetos a disposición que pueden
asumir la función de tal ejecutante -explica ROXIN-. Por ello también es
característica de esa forma de autoría mediata que el hombre de atrás
mayormente ni siquiera conozca personalmente al ejecutante inmediato. En éste
aparece el "autor de escritorio", quien si bien no participa por sí mismo en la
ejecución del hecho, es el verdadero señor del acontecer, en la medida en que
las estructuras de organización que él utiliza le aseguran que sus disposiciones
serán llevadas a cabo por "instrumentos" sustituibles a discreción.
Por lo expuesto, quien tiene del dominio del acontecer típico, no son los autores
ejecutores (materiales) de la realización típica, sino aquellos que se sitúan en los
niveles de mayor jerarquía de la organización, esto quiere decir, quienes
ostentan el verdadero poder de la red criminal, que a partir de sus propias
estructuras internas, tendrán como seguro, que sus órdenes serán cumplidas,
conforme a la cadena de mando que se desprende de aquella; por ello, los
autores de "adelante", que si bien actúan con dolo (instrumento doloso), no
tendrán nunca el dominio del hecho, pues en su esfera de organización individual
no está nunca dicha potestad, sino en la "voluntad suprema", que guía su
quehacer delictivo, en otras palabras, sólo en los líderes y/o jefes superiores de
dichas organizaciones. El dominio sobre el ejecutor, que permite considerar al
sujeto de detrás autor mediato, no es un dominio directo -y no puede serlo desde
el momento en que el hombre de detrás ni conoce a quien domina-; sino uno
indirecto, pero suficiente, tan igual al que se tiene sobre los restantes elementos
de la maquinaria, que se logra a través del dominio directo sobre el aparato.
Por lo expuesto, quien tiene del dominio del acontecer típico, no son los autores
ejecutores (materiales) de la realización típica, sino aquellos que se sitúan en los
niveles de mayor jerarquía de la organización, esto quiere decir, quienes
ostentan el verdadero poder de la red criminal, que a partir de sus propias
estructuras internas, tendrán como seguro, que sus órdenes serán cumplidas,
conforme a la cadena de mando que se desprende de aquella; por ello, los
autores de "adelante", que si bien actúan con dolo (instrumento doloso), no
tendrán nunca el dominio del hecho, pues en su esfera de organización individual
no está nunca dicha potestad, sino en la "voluntad suprema", que guía su
quehacer delictivo, en otras palabras, sólo en los líderes y/o jefes superiores de
dichas organizaciones. El dominio sobre el ejecutor, que permite considerar al
sujeto de detrás autor mediato, no es un dominio directo -y no puede serlo desde
el momento en que el hombre de detrás ni conoce a quien domina-; sino uno
indirecto, pero suficiente, tan igual al que se tiene sobre los restantes elementos
de la maquinaria, que se logra a través del dominio directo sobre el aparato30.
30MEINI, I.; La autoría mediata en virtud del dominio sobre la organización. En: Revista Peruana de Doctrina y
Jurisprudencia Penales N° 4, AÑO 2003, Editorial Grijley, cit., p. 286.
Como ha puesto de relieve CASTILLO ALVA, en la doctrina nacional, los delitos
ya no son obra de autores individuales o de personas que actúan en concierto y
ejecución de un plan común más o menos delineado. Esta visión tradicional ha
variado por la aparición de nuevas organizaciones, grupos o estructuras que de
manera colectiva y buscando una finalidad común perpetran diversas
infracciones con la pretensión de alcanzar mayores cuotas de poder en base al
delito, facilitando a su vez, la impunidad de quienes ocupan los puestos de
dirección y mando. Por su dimensión, capacidad, disposición de medios,
estrategias y recursos, nivel de adaptación y cobertura estas organizaciones se
encuentran en condiciones de cometer delitos graves y de consecuencias
devastadoras, como de lograr el cumplimiento de sus objetivos de modo más
eficiente y rápido.
Partícipes, entonces, son los cómplices y el instigador, según el C.P, los primeros
podrán ser primarios o secundarios, dependiendo del grado de relevancia del
aporte, a la luz de la realización típica. Se dice que el cómplice nunca podrá tener
el dominio del hecho, pues sino tendrá que ser considerado autor; su
contribución puede advertirse en las etapas preparatoria y/o ejecutiva del iter-
criminis. En el caso del homicidio simple, autor es quien tiene el dominio del
hecho, quien tiene la potestad de frustrar la perpetración del hecho punible; v.gr.,
quien proporciona el arma, el veneno, la llave de la casa donde se cometerá el
delito, tendrán que ser considerado "partícipes", a menos que en algunos casos
se trate de una banda, por lo que podrán ser penados a título de coautores. Pero
ello no basta, el cómplice debe saber (dolo), basta con el dolo eventual, que su
aporte está dirigido a la causación de un evento lesivo, sino sería una conducta
inocua, carente de relevancia jurídico-penal, no olvidemos que según el artículo
25° del C.P., dicha caracterización subjetiva es imprescindible.
31 Así, PEÑA CABRERA, R.; Estudios de Derecho Penal. Delitos contra la vida..., cit., p. 74; Así, con respecto al
homicidio simple ALONSO DE ESCAMILLA, A.; Del Homicidio y sus formas, cit., p. 48; CARBONELL MATEU y
GONZÁLEZ CUSSAC, objetan el dolo eventual en el caso del asesinato, puesto que o requieren un elemento subjetivo
incompatible con el dolo eventual, o consisten en ciertas disposiciones anímicas como las que han de concurrir en
el precio, igualmente difíciles de compaginar con el mismo; Homicidio y sus formas (II), cit., p. 84; Av ^MORALES
PRATS, F.; Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, T. I, cit, pSi s U-62.
necesidad fisiológica, cuya naturaleza vencible o invencible, dependerá de los
medios que contaba el agente para salir del error; v.gr., quien dispara a mansalva
en un lugar abierto, sabiendo la concurrencia de individuos, de ninguna manera
podría apelar a un error de tipo, como argumentación de defensa. El elemento
cognitivo, en caso del homicidio agravado, debe cubrir también, los elementos
que hacen del artículo 106°, uno desvaloración de cuya intensidad desplaza la
valoración al artículo 108°, si el autor no es consciente que su acción homicida
se ha configurado de forma alevosa, debe penarse su conducta a título de
homicidio simple, de acuerdo a lo previsto en el primer párrafo del artículo 14°
del C.P.
Como se dijo el error in personan), es indiferente, en el caso del homicidio simple,
lo importante es que la acción homicida del autor, se concretice en una persona;
igual en el caso del aberratio ictus, sin embargo, la resolución puede dar lugar a
un concurso ideal de delitos, dependiendo del caso.
32
Mamani Peralta, Maria Joaquina, Tesis: "FALTA DE LA MÍNIMA ACTUACIÓN Y CONOCIMIENTO DE LA
CRIMINALÍSTICA POR PARTE DEL FISCAL Y LA SEINCRI EN LA PERSECUCIÓN DE UN DELITO GENERAN COMO
CONSECUENCIA EL ARCHIVO O SOBRESEIMIENTO DEL CASO EN EL DISTRITO JUDICIAL DE PUNO 2013 - 2014", pag.
50-52, Puno 2014.
desordenada en cualquier campo, lleva a malos resultados, a veces opuestas al
fin requerido.
Cuando se investiga un caso debe estar atento y concentrado en el. Debe estar
interesado en el hecho que investiga, estar atento a todo lo que sucede y ver lo
extraordinario en lo ordinario. En la mayoría de los hechos que deberá investigar
son casos en que el autor no ha premeditado una coartada y sus descargos son
improvisaciones, siendo difícil que los mismos sean buenos. Hay que recordar
que las cárceles están llenas de personas que pensaron eludir la acción de los
investigadores.
Iniciar una investigación es como ir de caza; con la diferencia que la presa esta
equiparada en fuerza e inteligencia con el cazador.
B. HECHOS DE FORMA
I. IDENTIFICACION DE HECHOS RELEVANTES
1.1. Investigación Preliminar
- Protocolo de Mecropsia N° 787-09 y CML N° 2168-PF-AMP, realizados a la
víctima por la perito Patricia Paz Canedo, en el cual se concluye como causa
de muerte asfixia mecánica por estrangulamiento.
- Exámenes medico legales contenido en los CML N° 026428-L y 026429-L,
practicados a los imputados ALFONSO DIEGO FLORES CASTRO y LUNA
VARGAYA LUIS, los cuales establecen que ninguno de los imputados
presentaba lesiones físicas que pudieran tener relación con la data de la
muerte de la agraviada.
- Informe anatomo patológico N° 787-09, practicado por la Perito Patóloga
Roxana Quequezana Guevara, el cual concluye erosión dérmica en el cuello
de la víctima.
- El Dictamen Pericial N° 01-2010, de la Inspección de Ingeniera Forense
llevada a cabo por el Perito de la PNP Víctor Mamani Huayta.
- Certificado de Dosaje Etílico practicado al imputado Luis Vargaya Luna, el
cual dio como resultado 0, 58 gramos de alcohol por litro de sangre.
-
1.2. Etapa de la Investigación Preparatoria
II. PROBLEMAS
3.2 Doctrina
i) EL PROCESO PENAL
El Proceso Penal, es un instrumento esencial de la jurisdicción, de la función o
potestad jurisdiccional. Decir el Derecho no puede ser instantáneo, sino que a el
se llega a través de una serie o sucesión de diferentes actos, llevados a cabo a
lo largo del tiempo. Para imponer una pena resulta imprescindible la garantía
procesal, como lo exige el Art. 139º 10 de la Constitución, que es la concreción
del principio nullum poena sine previa lege penale et sine previo processo
penale.
33
Luis Alfredo Alarcon Flores, Análisis del Derecho Procesal Penal Peruano, Centro de Altos Estudios
Jurídicos y Sociales, Lima 2010, pág. 7
b) La etapa intermedia El juez de la investigación preparatoria revisará la
decisión del fiscal y determinará si se continúa o no con el juicio oral.
La segunda etapa del proceso penal, de acuerdo con el NCPP, es la
llamada etapa intermedia. Su principal característica consiste en que
el juez de la investigación preparatoria revisa, en audiencia de control
preliminar, la decisión final del fiscal, es decir, ya sea el requerimiento
de sobreseimiento de la causa —si es que el fiscal ha considerado que
no existen elementos probatorios suficientes para demostrar que, en
efecto, el presunto delito fue cometido, o en todo caso, para demostrar
que el presunto imputable es responsable de los hechos— o la
acusación fiscal —cuando el fiscal considera que, efectivamente, el
delito se cometió y existen los elementos para creer de manera
fehaciente que el presunto imputado es el responsable de este—.
c) El juicio oral Se lleva a cabo el juzgamiento del imputado y se pugna
por llegar a una sentencia definitiva, que responda a las pruebas y los
argumentos esbozados en la audiencia. Esta etapa, también conocida
como de juzgamiento, es la más importante del proceso penal. Su
objetivo principal es que se dicte sentencia sobre la acusación fiscal y
sobre los fundamentos y pruebas expresados por las partes
procesales34.
34
Ernesto de la Jara Vasco Mujica, Gabriela Ramírez; ¿CÓMO ES EL PROCESO PENAL SEGÚN EL NUEVO
CÓDIGO PROCESAL PENAL?, Editorial Instituto de Defensa Legal, Lima 2009, 41-46
debidamente. Señalando, además, que no se utilizaran los plazos previstos para
la investigación preparatoria.
35
TABOADA PILCO, Giampol, “La acusación directa o “por salto en el Código Procesal Penal 2004”, en:
Gaceta Penal & Procesal Penal, Tomo 11, p. 278.
36
NEYRA FLORES, Jose, Manual del nuevo proceso penal & de litigación oral, p. 438. En la misma óptica
VASQUEZ GANOSA, Carlos Zoe, “Acusación directa vs proceso inmediato”, en : Dialogo con la
Jurispruedencia, Tomo 116, p. 268.
37
Aníbal Abel Paredes Matheu, CONFIRMATORIA JUDICIAL DE INCAUTACIÓN, Cusco 2011
relativos a que el bien incautado no era producto del delito o no pertenecía al
sujeto activo del delito.
La novedad que nos trae el Código Procesal Penal del 2004 es que el
representante del Ministerio Público está en la obligación de solicitar la
confirmatoria judicial de la incautación llevada adelante sin autorización del
Operador Judicial en casos de flagrancia delictiva o peligro inminente de su
producción y así puede advertirse de la lectura del inc. 3° del artículo 203° y del
inc. 2° del artículo 316°, disposiciones que inclusive usan la terminología
“inmediatamente” para dar a entender que aquel requerimiento del representante
del Ministerio Público se debe verificar en el acto o en el término de la distancia.
De la lectura del Código Procesal Penal del 2004 se advierte que no existe norma
que determine cual es el espacio temporal del que podría hacer uso el Fiscal
para requerir la confirmatoria judicial de incautación inmediatamente y es por ello
que el término inmediatamente era interpretado indistintamente pensando que
ello podía entenderse como tan pronto como concluya el acto o en todo caso
dentro de las veinticuatro horas de su realización e inclusive los más osados
manifestaban que aquel requerimiento podía realizarse tan pronto como las
atareadas labores del representante del Ministerio Público lo permitan. A ello se
debe que durante los primeros meses de vigencia del Código Procesal Penal en
el Cusco, se haya optado por no confirmar judicialmente la incautación cuando
el requerimiento postulado por el representante del Ministerio Público era
presentado después de varios días de practicado la diligencia misma de
incautación. Posteriormente surgió prácticamente una postura uniforme en el
sentido de que si bien el Código Procesal Penal no hace mención al espacio
temporal que tiene el Fiscal Provincial para requerir la confirmatoria judicial
inmediatamente, ello podía interpretarse que la oportunidad de solicitar la
confirmatoria era “…el mismo día o a mas tardar al día siguiente…” de verificada
la medida que precisamente es el plazo que otorga el Código Adjetivo en el
artículo 203.3° para que el Juez de Investigación Preparatoria se pronuncie al
efecto y así también se dice en el art. 316.2° del Código Procesal Penal cuando
refiere: “…Acto seguido, el Fiscal Provincial requerirá inmediatamente al Juez de
la Investigación Preparatoria la expedición de una resolución confirmatoria, la
cual se emitirá en el plazo de dos días…”.
Para explicar los alcances del acuerdo se debe precisar que el Código Procesal
Penal del 2004 reconoce la existencia de dos formas de incautación:
b)El Operador Judicial está facultado a que tan pronto ingrese el requerimiento
fiscal pueda correr traslado a las partes o sujetos procesales y en especial al
afectado, siempre que no exista riesgo fundado de pérdida de la finalidad de la
medida y luego de aquel trámite resolver el pedido fiscal; y
Del mismo modo el art. 144.2° del Código Procesal Penal al hablar de la
caducidad de los plazos precisa: “…Los plazos que sólo tienen como fin regular
la actividad de Fiscales y Jueces, serán observados rigurosamente por ellos. Su
inobservancia sólo acarrea responsabilidad disciplinaria…”. Por ello del Acuerdo
Plenario materia de análisis se colige que si bien se dice que el Fiscal Provincial
está en la obligación de solicitar la confirmatoria judicial de incautación
inmediatamente; esto es, rápidamente y en el día; también lo es, que la
morosidad del representante del Ministerio Público en presentar el pedido
inmediatamente, no puede traer como consecuencia que el requerimiento no sea
confirmado por el Operador Judicial, sino que ello generará sólo responsabilidad
administrativa en el Fiscal y el Operador Judicial deberá pronunciarse sobre el
fondo del asunto, mas no sobre la forma. En consecuencia, la confirmatoria
judicial no viene a ser sino un requisito mas de la incautación como actividad
compleja y busca otorgarle estabilidad instrumental respecto de la cadena de
actos que puedan sucederse en el tiempo y que de uno u otro modo dependan
o partan de el. Si ello es así, el representante del Ministerio Público mientras no
solicite la confirmatoria judicial de la incautación verificada, no podrá realizar
ningún acto de investigación respecto al bien o evidencia incautada.
Del mismo modo en el Acuerdo Plenario analizado se trata del tema del
Reexamen de la Incautación, precisando que ello puede ser solicitado por el
investigado o un tercero ajeno al proceso, pero sobre la base de nuevos actos
de investigación que lógicamente son posteriores a su realización y deja también
expedida la vía de la apelación respecto del mandato judicial que la confirma,
cuando carece desde un inicio de los presupuestos que la determinan.
La Contumacia y Ausencia
38
Arata Córdova, Luis, Chavez Vasquez, Elizabeth, Chavez Susaya, Elizabeth; Principio del Juicio Oral,
según el nuevo Codigo Procesal Penal Peruano, Lima 2011, pag 18-17
iv) Regulación de la prisión preventiva39 : La prisión preventiva o provisional
constituye una medida cautelar de carácter personal, cuya finalidad, acorde con
su naturaleza, es la de garantizar el proceso en sus fines característicos y el
cumplimiento de la futura y eventual pena que pudiera imponerse. No puede
asignarse a esta medida una naturaleza tal que la haga devenir en una medida
de seguridad o, incluso, en una pena anticipada. Ni el proceso penal es un
instrumento de política criminal, ni puede serlo tampoco cualquier tipo de
resolución que en su seno se adopte. El proceso no es otra cosa que un método
de determinación de hechos y responsabilidades y para la consecución de este
fin ha de permanecer en la más absoluta neutralidad; toda perversión de esta
finalidad conduce o puede conducir a determinaciones y a declaraciones no
ajustadas a la realidad. Y si el proceso es así, no puede dotarse de una finalidad
distinta a una medida decretada en su seno cuya pretensión es asegurar su
desarrollo adecuado.
39
Jose Maria Asencio Mellado, LA REGULACIÓN DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN EL CÓDIGO PROCESAL
PENAL DEL PERÚ, Instituto de Ciencia Procesal Penal, Trujillo 2007, pag 15-19
de libertad. La prisión provisional, como medida cautelar, nunca debe
equipararse a la pena, ni siquiera, a ser posible, a la que se puede
imponer, ya que esta referencia no relega del todo una suerte de
equiparación con las medidas anticipatorias de la condena. Solo puede
tomarse en consideración la dificultad del proceso y únicamente este dato
ha de servir como elemento de análisis. Es obvio que si la prisión
preventiva sólo es procedente ante delitos graves, como sucede en Perú
(cuatro años de privación de libertad), una determinación temporal que
prescinda del elemento cuantitativo no causara perjuicio alguno al
imputado, ya que la posibilidad de confusión entre pena y prisión
provisional será imposible.
- Regla general Conforme establece el art. 272,1 la prisión preventiva no
podrá exceder de nueve meses, cualquiera que sea la pena
supuestamente aplicable al presunto delito cometido, así como el riesgo
que se quiere prevenir con su acuerdo.
i) Aplicación de la prisión preventiva: presupuestos materiales y de
cautela Entrando ya a la aplicación de la prisión preventiva,
encontramos que un primer punto que vale resaltar del marco legal
peruano es que no contempla una relación de delitos inexcarcelables,
y por tanto deja siempre abierta la posibilidad de que el juez imponga
medidas cautelares alternativas a la prisión preventiva que sean
igualmente efectivas para contrarrestar el grado de riesgo procesal de
cada caso concreto. El artículo 268 del NCPP 2004 señala
expresamente los requisitos, denominados presupuestos materiales,
que sustentan la aplicación de la prisión preventiva como medida
cautelar sin distinción de delitos. Así, el juez de investigación
preparatoria deberá analizar los hechos según lo expuesto por el fiscal
y la defensa para determinar la existencia de tres presupuestos de
forma concurrente y obligatoria: 1. Que existen fundados y graves
elementos de convicción para estimar razonablemente la comisión de
un delito que vincule al imputado como autor o partícipe de este.
2. Que la sanción por imponerse por el caso concreto sea superior
a cuatro años de pena privativa de libertad.
3. Que los antecedentes y otras circunstancias del caso particular
permitan colegir razonablemente que el imputado tratará de eludir
la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizará la
averiguación de la verdad (peligro de obstaculización). Asimismo,
el artículo 268(2) señala que también será presupuesto material
para dictar mandato de prisión preventiva, sin perjuicio de la
concurrencia de los presupuestos establecidos en los literales a) y
b) del numeral anterior (1 y 2 en el presente texto), la existencia de
razonables elementos de convicción acerca de la pertenencia del
imputado a una organización delictiva o su reintegración a esta, y
sea del caso advertir que podrá utilizar los medios que ella le brinde
para facilitar su fuga o la de otros imputados, o para obstaculizar la
averiguación de la verdad40.
40
Ernesto de la Jara · Gabriel Chávez-Tafur · Andrea Ravelo · Agustín Grández · Óscar del Valle · Liliana
Sánchez-, La prisión preventiva en el Perú: ¿medida cautelar o pena anticipada?, Instituto de Defensa
Legal, Lima 2013, pag 33-34
penal, su esencia es civil (compensar a la víctima). Una tercera afirma una
naturaleza civil.
41
Jorge Alberto Beltrán Pacheco, Un problema frecuente en el Perú: La reparación civil en el proceso
penal y la indemnización en el proceso civil, RAE JURISPRUDENCIA, Lima 2008, pags. 41-42