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FACULTAD DE ARTES
BOGOTÁ D.C.
SEPTIEMBRE 2018
El presente texto nace gracias al curso académico Discursos Pedagógicos, ofertado para el
tercer semestre de la Licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad Pedagógica
Nacional, en el cual se han abordado los diversos paradigmas pedagógicos y sus
características, además, hubo dos preguntas orientadoras fundamentales para esta
producción textual: “¿Qué ha hecho el arte en mí? Y ¿Qué es lo pedagógico del teatro?”
dos cuestionamientos interesantes, pero uno más personal que el otro. Entonces, en este
texto trataré de entender qué ha hecho el arte en mí, y relacionar esa experiencia con el
componente pedagógico del teatro, es importante aclarar que, dada la índole personal de
una de las preguntas orientadoras ya mencionadas, usaré la primera persona del singular a
lo largo del documento, a pesar de que pueda otorgar un tono poco objetivo o académico,
también aclaro que en adelante, cuando diga “arte” me referiré al teatro solamente, pues es
el más pertinente, debido al pregrado que estoy cursando.
¿Qué ha hecho el arte en mí? Para responder, es necesario que realice un recorrido desde
mi primer encuentro con el arte, el cual fue a los catorce años, cuando asistí a unos talleres
de teatro llamados “Cuerpos que hablan de territorio” ofrecidos por estudiantes de la
Universidad Pedagógica Nacional, y de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas,
ese espacio de aprendizaje tuvo una duración de aproximadamente dos meses, en los que
mi conocimiento frente a diversos campos (el cuerpo, la voz, el trabajo grupal, la escucha.
etcétera) fue incrementándose, al observarlos desde un prisma más sensible, pues tuve la
oportunidad de enfrentarme a construir y crear en colectivo, entonces entendí varias de las
responsabilidades que eso conllevaba.
El taller tuvo su cierre en octubre del año 2014 al terminar, sin embargo, muchos de los
integrantes teníamos el interés de continuar con nuestra formación artística, fue entonces
que se consolidó un grupo teatral que posteriormente se llamaría Cuartablas Teatro, que
estaría muy unido a la sala cultural Kábala Teatro, un lugar presto a formar, iniciar y
vincular artistas local y nacionalmente.
En una primera instancia, la manera en la que yo percibía el cuerpo de las demás personas
cambió, pues el teatro generó en mí una intención de cuidar el cuerpo ajeno, pero además
de brindarme una nueva sensibilidad hacia el cuerpo del otro, también me permitió
reconocer mi cuerpo, entenderlo, amarlo y buscar siempre la manera de cuidarlo y
agradecer sus capacidades. Dentro de lo que se entiende como cuerpo en el argot teatral,
subyacen varios aspectos, como la postura, la relajación, el peso del cuerpo, el cuidado, la
proxemia, la presencia corporal, las calidades del movimiento, etcétera, debo decir que
todos esos fundamentos estuvieron presentes en mi formación artística inicial, aunque
conocí los términos específicamente con el paso del tiempo, y gracias a la universidad.
Ahora bien, ya he abarcado dos campos fundamentales en los que el teatro me ha formado,
pero el tercer campo, la comunicación, es más complejo porque abarca diversos contenidos
que mencionaré a continuación.
El primero de los contenidos comunicativos que el teatro fomentó en mí, fue el análisis, la
comprensión y la producción de un texto, pues entendí la importancia de comprender un
texto teatral, para poder apropiarse de él y llegar a una interpretación lógica y
fundamentada, además de fomentar la lectura crítica, el leer teatro hizo que yo obtuviera
unas capacidades para la escritura que no había intentado profundizar anteriormente. Todo
lo mencionado, hizo que mi horizonte lingüístico se ampliara, que pudiera expresarme más
claramente y con mayor propiedad, pero además de lo verbal, logré profundizar los niveles
de comunicación corporal, siendo más consciente de detalles que expresan como la quinesis
y la mirada.
En aspectos generales, esos tres campos fueron los que el arte estimuló en mí, pero debo
reconocer que los talleristas fueron siempre muy claros al decir que el teatro, y lo que éste
enseña, debe ir siempre más allá, debe trascender a la vida, no quedarse sólo en un
escenario, o quizá, hacer que toda la vida sea un gran espacio de escena. Esa manera de
pensar, esa intención de llevar los conocimientos a la vida, ha sido una constante a lo largo
de mi aprendizaje, y fue aplicar esa filosofía lo que me llevó a comprender que el teatro,
primigeniamente, puede ayudar a la formación de artistas, directores, actores, escenógrafos,
luminotécnicos, etcétera, pero más allá, en un sentido más profundo, el teatro ayuda a la
formación humana del sujeto, pues brinda unas herramientas que pueden orientarse a la
vida práctica, y que inducen a una convivencia sana, crítica y sensible. Y esa comprensión
global del teatro y su campo de aplicación, es directamente la respuesta a la segunda
pregunta orientadora, en mi experiencia, puedo afirmar convencidamente que el teatro tiene
un componente pedagógico, pues se preocupa por estimular las capacidades humanas
necesarias para la comunicación, la comprensión, la sensibilidad y la vida, parafraseando al
maestro Estanislao Zuleta, puedo decir que el teatro con filosofía es pedagógico, es un
asunto altamente humano y humanístico.