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Hay una fuente dentro de mi que me susurra cuando miro el horizonte.

Hay un pasadizo bajo


mis párpados que me acerca a la noche de tu mirada. I viajo contigo me encuentro con un
animal lleno de especial vestimenta, sigue el légamo de la mirada y verás que nada es lo que
es. Una noche viajando en silencio por las laderas del sueño vi una nube que no tenía llanto. La
nube suspiraba por un mundo mejor que dejaba de estar en ningún lugar. Cuando viajes desde
el fondo de la mente hasta el lugar que te encuentras podrás apreciar la enormidad de la
intensidad de lo que te planteo. Bárbara es un nombre que uso en los momentos más
delicados de mi existencia y es un nombre que uso cuando no se que hacer. Deja que la noche
me invada y cuéntame el cuento de tu vida una vez más. Sopla le dijo la vela al aire, que me
quemo. Y el aire solidario sopló y la vela se apagó. El aire se entristeció al ver que había muerto
pero no se dio cuenta que el pabilo aún humeaba con fruición. Sopló una vez más fuerte y el
pabilo se estremeció y brilló. El aire siguió soplando animado y al poco rato el pabilo se iluminó
con una nueva llama que vibraba de placer. La vela dijo gracias me has matado y dado la vida.
Soy tuya. Y el aire cohibido se alejó danzando con las emociones. Aquella noche la vela no
durmió, esperaba con ansiedad su fin, su vida llegaba al límite de su esencia. No tenía más
combustible que el almacenado tantas veces con cuidado.

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