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C A P ÍT U L O 3
J
damente al año 5 antes de nuestra era. Sin embargo, Dionisio el Exiguo,
monje que vivió entre los siglos v y vi, calculó erróneamente que fue el
753 de la fundación de Roma; a partir de entonces, la datación histórica
de acuerdo al nacimiento de Jesús arrastra un desfase de unos cinco años.
1. La familia de Jesús
2. Educación
3. Profesión
4. Juan el Bautista
Tras un largo periodo del que sabemos muy pocas cosas de Jesús, to
das las fuentes coinciden en presentar un episodio de su vida como el
momento inaugural de su actividad misionera. Es un episodio en el
que aparece Jesús vinculado a Juan el Bautista pero tras el que se des
pega totalmente de él. Para comprender el alcance que pudo tener pa
ra Jesús su bautismo a manos de Juan, vamos a ver algunas caracterís
ticas de la vida y el mensaje de este último.
Los
arrepintieran y fueran bautizados para iniciar una nueva vida marcada
por acciones de justicia que permitieran una radical revisión del siste
ma sociorreligioso (c f M t 3,8-10). Las fuentes, tanto bíblicas como ex-
trabíblicas, subrayan un aspecto importante de la predicación dejuan:
la denuncia de la trasgresión de las tradiciones judías. Así, a Antipas le
echó en cara su negligencia para las normas de pureza al construir Ti-
beríades sobre un cementerio, o las leyes conyugales al casarse con
Herodías, mujer de su medio-hermano. Ahí estaba la raíz de los males
que conllevarían la destrucción de Israel. Su retirada al desierto, fuera
de la tierra de Israel, y el signo del bautismo en el Jordán sugieren que
Juan simbolizaba con ello una nueva entrada en la tierra (rememoran
do la entrada de Moisés y josu é; c f Dt 34,1-12; Jos 1,1-5), una reno
vación para tomar justa posesión de la herencia de Dios a su pueblo.
mensaje está pensado para que, tras el acto del bautismo con el que
simbolizaba el arrepentimiento, cada judío volviera a su vida cotidiana
e intentara con su nueva actitud de justicia y piedad un Israel digno de
Dios. Sin embargo, algunos de aquellos oyentes colaboraron con su
misión siguiéndole y llevando una vida similar; se hicieron discípulos
(c£ M t 11,2; Le 11,1; Jn 1,35; 3,25; 4 ,l). Su vida se caracterizaba por
unas prácticas ascéticas y de piedad (ayuno y oración; c f Me 2,18 y
par.) que tenían como finalidad, probablemente, simbolizar su espe
ranza en la llegada del «más fuerte» o en la intervención definitiva de
Dios. La existencia de este grupo se extendió bastante en el tiempo y
en el espacio (c f Hch 19,3), caracterizándose por una visión y prácti
ca profética que pudo encontrar muy buena acogida, en un primer
momento, por parte de Jesús.
Las fuentes ofrecen algún dato para afirmar la gran estima que Jesús te
nía por Juan y su misión (c f M t 11,7-15; Me 9,9-13; 11,27-33), así co
mo la posible relación de ambos: algunos textos sugieren la presencia de
discípulos de Juan en el grupo de discípulos de Jesús (c f Jn 1,35-39) y,
quizá, la práctica bautismal del mismo Jesús con algunos del grupo de
Juan (c f Jn 3,22-26). Estos datos han llevado a algunos estudiosos a pre
sentar los inicios de la vida de Jesús como discípulo de Juan; es una hi
pótesis posible, aunque no se puede demostrar fácilmente. El mensaje
de denuncia de la injusticia, de renovación existencial y ética, de nuevo
comienzo para Israel, de preparación para la posterior intervención de
Dios (directamente o a través de su Mesías) pudo ser enormemente
atractivo para Jesús, como para otros jóvenes judíos devotos y enraiza
dos profundamente en la tradición religiosa de su pueblo. Es difícil ex
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ORÍGENES DE JESÚ S
plicar el hecho histórico del bautismo de Jesús (dato que pocos estudio
sos niegan, en unión con la retirada de Jesús al desierto y su práctica bau
tismal) si no es como inicial asunción por parte de Jesús del proyecto de
Juan (o porque inicialmente coincidieran ambos).
Los
inicios de la misión de Jesús, reorientó el dato histórico del bautismo
para comunicar un contenido nuevo que habían ido descubriendo a lo
largo de la vida de Jesús: su experiencia de Dios. Este es el corazón del
relato del bautismo que han recogido las fúentes cristianas. En él se su
braya insistentemente una experiencia vocacional de Jesús: Dios le
amaba como se ama a un hijo único (c f M e 1,11 y par.) y esa expe
riencia le arrojó a vivir de acuerdo a lo que ahí descubrió de Dios. De
diferentes modos, los relatos del bautismo de Jesús sostienen unos da
tos importantes. En primer lugar, que esa experiencia de Dios original
de Jesús consistió en descubrir un rostro de Dios que es, por encima y
más allá de cualquier otro, amoroso e incondicional. En segundo lugar,
que Jesús interpretó esa experiencia como llamada, como vocación a
transmitir lo que acababa de descubrir, que expresó con la idea del
«reino de D ios». En tercer lugar, que concibió su vida y misión como
la presencia actuante de Dios en la historia y, aunque quizá más ade
lante, como el momento definitivo y decisivo de la historia de la salva
ción. En cuarto lugar, que se vio lleno del Espíritu de Dios para asumir
una tarea que conllevaría una absoluta identificación de Jesús con el
Padre hasta valorar esa misión como mayor y más importante que su
vida. Y en quinto lugar, que esta nueva experiencia transcendía sus
propias expectativas y que el proyecto de Juan, de haberlo asumido, re
sultaba ya insuficiente.
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