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DE LAS OBLIGACIONES DEL MANDANTE.

Las obligaciones del mandante la podemos encontrar en el código civil en los


artículos 1998 siguientes detallando en cada artículo las acciones que deben
realizar, que son:

El mandante está obligado a ejecutar los compromisos contraídos por el


mandatario, conforme al poder que le haya dado. No puede obligársele por lo que
se haya hecho fuera de los límites de aquél, mientras no lo haya ratificado expresa
o tácitamente.

El mandante debe reintegrar al mandatario los adelantos y gastos que éste hubiere
hecho para la ejecución del mandato, y pagarle los salarios que le haya prometido.
En el caso de no haber ninguna falta que pueda imputarse al mandatario, no puede
el mandante dejar de hacer estos reintegros y pagos, aun en el caso en que el
negocio no haya tenido buen éxito, ni hacer rebajar el total de gastos y adelantos
bajo pretexto de que hubieran podido ser menores.

El mandante debe también indemnizar al mandatario por las pérdidas que haya
sufrido por causa de su gestión, si es que éstas no se pueden imputar a imprudencia
alguna.

El interés de los adelantos hechos por el mandatario, se debe por el mandante


desde el día en que consten estos adelantos.

Cuando el mandatario ha sido nombrado por muchas personas para un negocio


común, está obligada cada una de ellas solidariamente con relación a él en todos
los efectos del mandato.
DE LAS DIFERENTES MANERAS DE CONCLUIR EL MANDATO.

Concluye el mandato: por la revocación del mandatario, por su renuncia, por la


muerte, la interdicción o la insolvencia, bien sea del mandante o del mandatario.

El mandante puede revocar el mandato cuando le parezca oportuno, y obligar al


mandatario si hubiere lugar a ello, a que le entregue el documento o escrito en que
conste la prueba del mandato.

La revocación que se ha notificado solamente al mandatario, no puede oponerse a


los terceros que hayan tratado ignorando esta revocación, salvo el recurso del
mandante contra el mandatario. El nombramiento de un nuevo mandatario para el
mismo asunto, equivale a la revocación del primero desde el día en que a éste se
le notificó.

Puede el mandatario renunciar al mandato, notificándoselo al mandante. Sin


embargo, si la renuncia perjudicase a éste, deberá ser indemnizado por el
mandatario, a no ser que éste se encuentre en la imposibilidad de continuar en el
ejercicio del mandato, sin experimentar un perjuicio considerable.

Si ignorase el mandatario la muerte del mandante o cualquiera otra de las causas


que hacen cesar el mandato, es válido lo que haya hecho en esta ignorancia. En los
casos anteriores, se ejecutan los compromisos respecto de los terceros de buena
fe. En caso de muerte del mandatario, deben avisar sus herederos al mandante, y
proveer entre tanto a lo que las circunstancias exijan en beneficio de éste.
EL MANDATO AD LITEM NECESARIO

El que consiste en todos los asuntos civiles, comerciales y penales, excepto en


materia criminal, habeas corpus y laboral, se exige que las partes se han
representar por abogado. Este mandato ad litem resulta de un convenio entre el
litigante y el abogado que tiene que ser conferido obligatoriamente por las partes.
Las partes no pueden ni postular ni defenderse por sí mismas, sino representadas
por un abogado. Esto ha sido siempre así para la postulación, o sea para los actos
procesales que anteceden a la audiencia, como las peticiones y ofertas de
comunicación de documentos, etc. Pero también lo es después de la antigua le
1015 de 1935 y de acuerdo a las regulaciones a partir de 1978, para la defensa en
audiencia que dejo de ser oral, y consiste en la lectura de un acto de conclusiones.
De esto resulta que la disposición del Art. 85 que permite a las partes, acompañadas
de sus abogados, defenderse por sí mismas, y que supone por eso mismo la
necesidad o por lo menos la posibilidad de un debate oral ha sido implícitamente
abrogada a partir de la Ley 1015. Actualmente pues, el mandato del abogado
abarca también necesariamente la lectura de las conclusiones. Como se ha
expresado en el Art. 77 del CPC, modificado por la ley 845 de 1978, suprimió el
procedimiento ordinario. Las partes se limitaran a exponer sus conclusiones
motivadas y el Juez concederá plazos para escritos de réplica y contrarréplica.

Forma. A diferencia del otorgado a un particular el mandato ad litem conferido al


abogado puede ser expreso o implícito, oral o escrito. Generalmente es implícito y
resulta de la entrega de los documentos.

Naturaleza. La representación judicial del cliente que el abogado asume es un


mandato asalariado, que no está sujeto, sin embargo, a todas las reglas del derecho
común a causa de que la profesión del abogado es asimilable a una verdadera
función pública, ya que es un auxiliar de la justicia, al mismo tiempo que cumple los
deberes, de carácter privado, que le incumben como mandatario.
Actos denegables. Son, de acuerdo con el Art. 352, las ofertas, las manifestaciones,
los consentimientos. Estos actos, implicativos del abandono de un derecho, pueden
tener graves consecuencias sobre los intereses de la parte. De ahí el régimen
especial a que se hallan sometidos: La parte puede con su silencio, reconocerles
pelan eficacia, dándolos por incluidos en el mandato de su abogado, pero puede
por el contrario hacerlos caer demostrando que no otorgo un poder especial para
consentirlos. Ej. El ofrecimiento de la prueba testimonial, que expone al que lo hace
a las consecuencias de los resultados de una contra información , la renuncia al
derecho de oponer una nulidad o una caducidad, el deferir al adversario el
juramento decisorio, el concluir al fondo, renunciando así a una excepción que el
cliente avía recomendado proponer, la aquiescencia expresa o implícita a un fallo
desfavorable en todo o en parte a las pretensiones del cliente, implicativa de
renunciación al ejercicio de los correspondientes recursos contra el fallo.
Inadmisibilidad. La denegación es inadmisible, aunque el abogado haya actuado sin
procuración especial: 1ro cuando el acto no ha causado ningún perjuicio al cliente,
púes en este caso no existe interés en denegarlo, 2do. Cuando el cliente ha
ratificado el acto consentido sin mandato.

Actos anulables. Para otorgar los actos de esta segunda categoría, de carácter más
grave que los de la categoría más anterior (actos denegables), no solamente no se
presume la existencia del mandato ad litem del abogado, sino que la ley exige
expresamente, bajo pena de nulidad, que el abogado se halle provisto de un poder
especial, a veces de un poder autentico. Ejemplos: la inscripción en falsedad (Art.
218, la recusación de un juez (art. 364), la recusación de un perito (art. 309), el
desistimiento de instancia, la demanda en responsabilidad civil contra un juez (Art.
511), la puja ulterior consecutiva a la enajenación voluntaria (Art. 2185 del C. Civil).

Cuando el abogado ha hecho uno de estos actos sin haber recibido poder especial,
el cliente puede darlos por no otorgados, sin necesidad de recurrir al
procedimiento de la denegación. En lo que le concierne, la parte contraria puede
argüirlos de nulidad.
Como termina. El mandato del abogado concluye por las siguientes causas:
1ro. Por la revocación de sus poderes o por la renuncia de su mandato. Sin
embargo, para que estas causas de extinción produzcan efectos frente a las partes
contrarias, el Art. 75 exige que se acompañe la primera y siga la segunda de la
constitución de otro abogado.

2do. por la terminación de la instancia y del proceso, pero el Art. 1038 prolonga el
mandado durante seis meses a partir de la sentencia definitiva, en lo que concierne
a la ejecución de ésta.

3ro. Por el fallecimiento del abogado.

4to. Por la pérdida temporal del ejercicio de la profesión pronuncia como pena
disciplinaria de acuerdo con el Art. 142 de la ley de Organización Judicial.

5to. Por la aceptación por el abogado de una función judicial, a causa de la


incompatibilidad establecida por el Art. 6 de la Ley de Organización Judicial.

En las tres últimas causas de extinción del mandado del abogado son al mismo
tiempo causas de la interrupción de la instancia Art. 342 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil.

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