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-CRITICA DE TEATRO

Creación colectiva de Ictus basada encios. Uno, el público, es el de senlace que si bien no aporta
la obra de lsidora Aguirre, Diálogos los hechos objetivos: la revolu- mucho a la historia, es quizás el
de fin de siglo. Dirección: Delfina ción del ’91 y el suicidio de Bal- más teatral. Todo sucede desde
Guzmán. Con: José Secall, Nissim maceda. Otro, el privado, es el el momento en que Balmaceda
Sharim, Francisco Reyes, Maité Fer- de una familia escindida, con se suicida en la legación argenti-
nández, Mariel Bravo, Edgardo Bru- vencedores y vencidos, donde la na luego de una cruenta guerra
na, Amparo Noguera, Delfina Guz-
mán, Osvaldo Osorio. Escenografía: mujer pareciera llevar la carga civil, y con el latente conflicto
Carlos Garrido. Vestuario: Pablo NÚ- ética central. Hay un cuestiona- entre parlamentarismo y presi-
ñez. Música: Juan Cristóbal Meza. miento al poder como perver- dencialismo. Los desaguisados
sión, a la violencia, y una invita- cometidos en ese tramo de nues-
61 uando un creador acude a ción a repensar el nebuloso es-
la historia como cita o refe- pacio de finales de siglo, como
rente para construir una obra o el que vivimos ahora. En este
tra historia -y cierta coinciden-
cia con el presente- permiten
comprender el sentido “me-
espectáculo, inevitablemente sentido hay también una invita- morial” de esta puesta. Dentro
parte con un tour de force. La ción abierta a mirar el pasado de la familia, con los conflictos
historia es pasado, es informa- contenido en el presente, y el afectivos y naturales vacilacio-
ción,- acumulación de hechos y riesgo de una interpretación vo- nes; con las tentaciones del po-
situaciones en tiempos y espa- luntarista o reductora, pero der ante los nuevos tiempos que
cios concretos. Es pertenencia donde toda coincidencia con la se avecinan, deberá generarse la
de la memoria colectiva y olvido realidad no es para echarle al carga dramática que dé sentido
también. Por eso, su interven- olvido o dejarla pasar. a esta obra.
ción en el espectáculo u obra en El montaje de Ictus optó por No obstante, esta carga dra-
cuestión, debiera ser tangencia1 esteticismo formal, y un drama- mática no aparece nunca -o
o ilustradora de lo medular: el tismo replegado y sutil. No fue apenas se insinúa, teatralmente
espectáculo mismo. mala idea dejar el escenario des- hablando- en este montaje.
Diálogo de fin de siglo es un nudo, convertir la música y la Hay momentos de belleza visual
trabajo teatral que intenta res- iluminación en personajes, e in- -los trajes de Pablo Núñez
petar la propia convención del tentar la síntesis acudiendo a lo aportan su propia cuota- y un
arte escénico, pero resulta devo- esencial. Hay un trabajo desta- tratamiento sinfónico que ar-
- rado por la palabra inactiva y el cable pero malogrado, porque moniza, pero no oculta los desa-
exceso de información. Su tra- sobre ese escenario similar a un ciertos teatrales. Hay actores
bajo escénico es fino y atrayen- tablero de ajedrez, las piezas se que se salen de su personaje, o
te, pero la opción dramática su- mueven como mecanismos de simplemente carecen de credibi-
cumbe ante el mecanismo dialo- relojería, con una rigidez y mo- lidad, a excepción de Maité Fer-
gante de la historia, la acumula- notonía casi pendular. nández. Y un elenco con talen-
ción de datos y la falta de La obra se articula en un acto tos propios que se esmera mu-
carnalidad creíble donde el tea- y medio, reservando el primero cho, uero no logra su cometido
tro supere a la historia. para la exposición de los he- final.
La obra se sitúa en dos espa- chos, y el restante para un de- LUISA ULIBARRI

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