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Perú, país sin drogas

El Perú tiene la particularidad de ser uno de los más importantes productores de drogas cocaínicas del mundo, que alimentan
los mercados externos y cada vez más también los internos. Los efectos en cada eslabón de la cadena de las drogas son cada
vez más serios, dañando a la población en términos sociales, económicos, políticos, ecológicos, sanitarios y otros.

Varios historiadores, antropólogos y sociólogos, coinciden en que durante el siglo XIX y principios del XX, algunas de las
sustancias psicótropas que existían desde tiempos ancestrales se fueron extendiendo debido, entre otras causas, a los
avances de la química que posibilitó aislar los alcaloides y facilitar su distribución y venta. Sustancias que en un principio
tenían un uso terapéutico y que más adelante fueron utilizándose en el contexto de consumo recreativo, (cannabis, opiáceos,
cocaína, anfetaminas, barbitúricos, entre otras), sustancias de venta libre hasta que comenzaron a generar problemas
sociales y sanitarios (Noriega, 1941; Brau, 1974; Escohotado, 1996, 2002). Ello hizo que se promulgaran medidas para
controlar su uso.

En el Perú, los incas e incluso sus antecesores empleaban las hojas de la coca como analgésico y energizante de uso cotidiano
en las tareas agrícolas. Además de asignarle fines mágico-religiosos en sus fiestas y celebraciones, costumbre que se mantiene
incluso hasta nuestros días. Sea por placer, con fines médicos o recreativos, para hacer frente a los problemas o para intentar
regular sus estados emocionales, el hombre ha hecho uso de plantas y productos químicos diversos, preparados en diversas
formas. Hoy estos productos son definidos como drogas, muchas de ellas tienen poder adictivo. Han sido muchas las
sustancias empleadas con este propósito; sin embargo, las más difundidas son el alcohol, posiblemente el más antiguo, la
cafeína, el tabaco, la marihuana, los derivados de la cocaína y los opiáceos, como la heroína

Pascual y Rubio (2002) afirman que existen ciertas evidencias que indican que la fermentación de algún fruto o de la miel
podría ser el origen remoto del primer vino como elemento psicoactivo. Desde entonces, el alcohol ha formado parte de la
vida humana y las bebidas fermentadas se convirtieron y siguen siendo hoy artículos importantes de comercio a nivel mundial
(Escohotado, 1996, 2002). En el siglo XX, se ha producido el fenómeno de la globalización de los patrones de consumo,
especialmente después de la Segunda Guerra mundial, donde el consumo de alcohol dejó de estar asociado con las comidas
y se creó una nueva pauta de consumo, caracterizado por la ingesta de grandes cantidades en breve espacio de tiempo,
asociada a actividades de ocio.

En este rubro de drogas, según el estudio de CEDRO (2013), en el Perú predomina ampliamente el consumo de alcohol,
tabaco y medicamentos tipo tranquilizantes. El alcohol y tabaco son, con una gran diferencia, las drogas con el mayor número
de adictos y adictas en el mundo. También son las drogas que generan el mayor costo sanitario y social. Comparten la
legalidad de su consumo y ello les permite estar permanentemente presentes en nuestra sociedad. Fumar tabaco y abusar
de alcohol como un comportamiento simultáneo, son factores que incrementan el riesgo de padecer enfermedades
pulmonares y algunos tipos de cáncer, como el de estómago, el de esófago, aun cuando el consumo es moderado.

Las drogas ilegales o ilícitas son aquellas sustancias, cuyo consumo está prohibido por ley. Las personas involucradas en su
comercialización ingresan en el ámbito delictivo y son perseguidas por las fuerzas del orden. Sin embargo, el uso de sustancias
ilegales, como es el caso de la marihuana, se ha extendido a tal punto en el país que existen hoy movimientos que promueven
su legalización. En ese sentido, se emplea el término droga ilegal o ilícita al hablar de aquellas que están bajo un control
internacional, que pueden o no tener un uso médico legítimo, pero que son producidas, traficadas y/o consumidas fuera del
marco legal.

La legalización de la marihuana parece ser una realidad muy alejada del Perú. Además de que la mayoría de expertos en
salud se halla en desacuerdo con la medida, una encuesta realizada el año pasado por Cedro –entre 10 mil 500 personas de
15 ciudades del país– reveló que el 94% de la población rechaza la posibilidad de legalizar la venta del producto, porque lo
considera muy peligroso para la salud.

Federico Infante, especialista del Área de Prevención de Devida, refirió que, de acuerdo al inciso 1 del artículo 299 del Código
Penal, el consumo de marihuana está despenalizado en el Perú. Es decir, si una persona tiene en su poder hasta ocho gramos
de la droga para su satisfacción personal, ello no es sancionado, pero puede ir a la cárcel, entre ocho y 15 años, si cultiva,
siembra, produce o comercializa la planta.

EJEMPLOEXTRANJERO
En los últimos meses, el tema de la legalización de la marihuana ha sonado fuerte por las medidas adoptadas en Uruguay y
Estados Unidos. Sin embargo, Holanda fue uno de los primeros países del mundo que legalizó de manera parcial la venta
de marihuana sin que ello haya causado el aumento del consumo de drogas más fuertes. No obstante, hace dos años este
país ha comenzado a reducir los ‘coffee shops’, donde se ofrecía libremente el cannabis, debido al aumento del mercado
negro con drogas de alta pureza, mayor calidad y menor precio.

En Washington y en Colorado (Estados Unidos) se aprobó recientemente el uso de la marihuana recreativa. Sin embargo,
mientras en el primer estado la medida todavía no se ha puesto en marcha por la falta de reglamentación, en Colorado ya
se puede hablar de una legalización absoluta, tanto así que se abrió la inversión privada en el rubro y se facturan fuertes
sumas de dinero. Empero, un primer estudio mundial del uso de la marihuana recreativa en esta zona reveló que los
habitantes están fumando cantidades elevadas de cannabis, y los visitantes también.

NO SE APLICA AL PERÚ
Federico Infante señaló que, aunque Colorado está aumentando su recaudación de impuestos, sus autoridades no han
contemplado los efectos de la medida en la salud pública. “Al legalizar la producción de marihuana, esta se hace cuatro
veces más cara por la cadena de distribución; ante ello, obviamente la gente de menores recursos seguirá comprando en el
mercado ilegal. El círculo no se rompe y no se está informando sobre los graves daños que producen las adicciones”

El especialista de Devida señaló que esos modelos de legalización de la marihuana no funcionarían en el Perú porque “aquí
la informalidad les saca la vuelta” a las autoridades. “Si se permitiera el autocultivo, ¿cómo haríamos para controlar que las
familias respeten la producción mínima o que los menores no arranquen hojas para preparar la planta de manera
clandestina? Además, se generaría el riesgo de que más menores quieran adquirirla por curiosidad”, comentó.

A su vez, Cedro insistió en que la marihuana no es tan inocua como se cree. “El producto que se consume hoy es más potente
que el que se consumía en los años 70 y tiene efectos más severos. Los estudios indican que puede reducir en ocho puntos
el coeficiente intelectual de un consumidor frecuente y generar dependencia en el 50% de las personas que la empleen”,
remarcó Alfonso Zavaleta, representante de Cedro.

El Perú no está preparado para atender un aumento de los casos de adicciones. “El sistema de salud para tratar a estos
pacientes es mínimo. El seguro social y los seguros privados no cubren estas atenciones. En las clínicas privadas el tratamiento
es caro, y si se legaliza la comercialización de marihuana, lo único que se generará a la larga son más adictos y mayores
problemas de salud”,

Desde mediados de los años 70 del siglo XX, la demanda internacional creciente del clorhidrato de cocaína trajo como
resultado la expansión de los cultivos de coca en el país con fines ilícitos. Esta dinámica significó para las regiones con
influencia cocalera una súbita evolución económica, aunada a un veloz proceso migratorio hacia dichas regiones,
favoreciendo el crecimiento desordenado y no planificado, evidenciando los impactos negativos del narcotráfico en lo social,
político y económico; postergando durante mucho tiempo el desarrollo de dichas poblaciones. En aquella época, el Estado
no jugó un rol preponderante para controlar y combatir la producción de coca con fines ilegales, lo que trajo como
consecuencia directa que muchas personas promovidas por el narcotráfico se involucraran en la cadena de las drogas,
cultivando coca, procesando y comercializando drogas cocaínicas, situación que fue generalizándose en la región,
principalmente en Colombia, Perú y Bolivia, llegando a convertirse en el principal abastecedor de cocaína al mundo.

El cultivo de coca ha propiciado la deforestación, pérdida de biodiversidad, erosión de suelos y alteración de los patrones
hidrológicos. DEVIDA (2009) estima que en las últimas tres décadas se habrían perdido aproximadamente 2.5 millones de
hectáreas de bosques para dedicarlos al cultivo de coca; lo que ha producido pérdidas de cerca de 4500 millones de dólares
por destrucción de recursos maderables, leña, carne de monte, emisión de oxígeno, captura de carbono y servicios turísticos.
Además de consecuencias de degradación de suelos y contaminación del agua por actividades del narcotráfico, pues el cultivo
de coca requiere el uso de fertilizantes y agroquímicos (pesticidas, herbicidas, etc.) que impactan negativamente en el medio.
Los desechos químicos tóxicos resultantes de la elaboración de drogas afectan la biodiversidad, los sistemas ecológicos y la
salud de las personas.

Los programas de desarrollo alternativo deben continuar el nuevo enfoque del sistema productivo y evitar el de cultivos
específicos, pues se espera que la agricultura sustituta sea sostenible en términos ambientales y marque la diferencia
respecto al cultivo de coca. Es en este contexto donde la agricultura ecológica es una excelente alternativa, no solo por su
relación amigable con el medio ambiente, sino por la importancia que tiene en los mercados internacionales. Tal es el caso
del cultivo del café con manejo agroforestal. Es recomendable asegurar mayor productividad de los cultivos seleccionados
funcionando al interior de cadenas de valor. El café y el cacao continúan demostrando su importancia de acuerdo al alto valor
y demanda en el mundo. Finalmente, es importante llevar adelante campañas de sensibilización y capacitación sobre la
importancia de los ecosistemas afectados por la producción de coca, en la perspectiva de promover un manejo sostenible de
los mismos.

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