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Grupo: “10T"
17 de marzo, 2019
Introducción
El oficio de ser maestro, como lo dice Agnes Heller, no se centra únicamente en la
enseñanza, sino por la interrelación que ésta mantiene con las dimensiones social,
cultural, institucional y profesional. Las contradicciones y contexto en las que se
desenvuelve obligan a considerar más allá de la práctica docente al sistema
educativo del que forma parte.
En mi opinión, aunque es cierto que en las últimas décadas la figura del docente
ha perdido poder y autoridad dentro de las aulas, ello no debería suponer ningún
impedimento a que fuesen respetados tanto dentro como fuera del aula. La
principal razón es que un docente no debe dirigir el proceso de enseñanza y
aprendizaje de forma autocrática, sino que debe ser un modelo de conducta a
seguir y un guía hacia el conocimiento.
A este respecto, considero que para reforzar la figura del docente en la sociedad y
en las aulas deberíamos seguir el camino de aquellas culturas en las que se
valora el esfuerzo, la sabiduría y el comportamiento recto, como es el caso de
numerosas culturas asiáticas influenciadas por la confusión, en las que los
docentes son figuras respetadas solo por debajo de los emperadores.
Sin embargo, el camino hacia un cambio tan profundo en nuestra sociedad sería
arduo y requeriría de una visión política mucho más allá de los tiempos que marca
nuestra democracia moderna y el sentido de responsabilidad de nuestros políticos.
Por lo tanto, parece que el único camino posible para que este cambio se
convierta en una realidad puede ser la reflexión crítica que hagan las sociedades
occidentales al darse cuenta de que su mayor desventaja comparativa con otras
culturas radica en su excesivo, individualismo.
No considero que no existan docentes excelentes sin haber cursado los estudios
correspondientes, pero sí creo que los maestros deben de tener las bases de la
pedagogía, considero que entre más conocimientos se tengan al respecto, mejor
se puede hacer una clase o aplicar las estrategias necesarias para que este se dé.
Está bien que se exijan perfiles, pero también creo que tener una especialización
hace que esa clase sea realmente fructífera, por ejemplo un maestro de inglés,
que es un licenciado en lengua inglesa, y cuanta con un posgrado en docencia,
considero que tiene mayores herramientas para dar una mejor clase, que alguien
que solo estudió sólo una de ellas, y seguro estoy que el docente entre más
estudios cuente se puedan pagar sueldos más altos y si la escuela no es capaz de
poder pagarlos, siempre existen colegios privados que sí lo harán.
Conclusiones
La educación es una acción inminentemente humana, es por ello que los docentes
son grandes humanos. Terminaremos concluyendo que la actividad docente es
una profesión con vocación, una profesión de valores como afirma Esteve (2009:
26). Hay que señalar que la enseñanza y el aprendizaje cobran otra dimensión
profesional en las organizaciones y en la sociedad del conocimiento. Aunque con
frecuencia se hayan intercambiado los términos y prevalezca la profesionalidad,
en ésta se incluye el vocacionalismo o compromiso personal para actuar como
profesional, conociendo las exigencias de la tarea, sus conocimientos específicos,
actuando éticamente y con la capacitación adquirida a través de la práctica, que
va unida al porqué y al cómo. La asistencia a los demás y la preparación
profesional del docente no son excluyentes, sino equilibradamente necesarias
donde no es suficiente con el querer. Si antes la vocación necesitaba de la
profesionalidad, ahora la profesionalidad precisa vocación. La idea general es que
para la enseñanza se requiere una cierta vocación, pero reconvertida y
actualizada a los parámetros que corresponde a un ambiente de pluralismo ético y
moral.
Referencias bibliográficas