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AL MORIR, EL MOLINERO REPARTIÓ SU HERENCIA ENTRE SUS TRES HIJOS:

AL HIJO MAYOR LE DEJÓ EL MOLINO; AL MEDIANO, EL ASNO; Y AL MÁS


PEQUEÑO, EL GATO.

POR SUPUESTO, ESTE ÚLTIMO SE LAMENTÓ DE SU SUERTE, PUESTO QUE,


AL CONTRARIO QUE SUS HERMANOS, NO IBA A PODER GANARSE EL PAN
CON SU HERENCIA Y ACABARÍA MUERTO DE HAMBRE.
Lo que no sabía es lo que el gato iba a conseguirle a cambio de un simple
par de botas.

Valiéndose de un saco, consiguió cazar conejos y perdices para


ofrecérselas al rey en nombre de su señor, haciéndole creer que se
trataba de un marqués, “el Marqués de Caravás”.
Un día se enteró de que el monarca iba a salir al río junto con su hija la
princesa y le dijo a su amo:

- Haced lo que os digo amo. Acudid al río y bañaos en el lugar que os


diga. Yo me encargaré del resto.

El amo le hizo caso y cuando pasó junto al río la carroza del Rey, el gato
comenzó a gritar diciendo que el marqués se ahogaba. Al verlo, el Rey
ordenó a sus guardias que lo salvaran y el gato aprovechó para contarle
al Rey que unos forajidos habían robado la ropa del marqués mientras se
bañaba.
Con gran ingenio, el gato hizo creer al rey que su amo tenía un lujoso
castillo y grandes extensiones de tierra, de forma que el rey cada vez se
sentía más a gusto en compañía del marqués, y no solamente él: su hija
comenzaba a sentirse atraída por el hijo del molinero y, por supuesto,
sus sentimientos le eran correspondidos.

Cuando se dirigian al castillo el gato con botas pidió a unos campesinos


que le dijeran al rey que esas tierras eran del Marqués de Caravás.
Continuaron su paseo y se encontraron con un majestuoso castillo. El
gato sabía que su dueño era un ogro así que fue a hablar con el.

- He oído que tenéis el don de convertiros en cualquier animal que


deseéis. ¿Es eso cierto?
- Pues claro. Veréis cómo me convierto en león

Y el ogro lo hizo. El pobre gato se asustó mucho, pero siguió adelante


con su hábil plan.

- Ya veo que están en lo cierto. Pero seguro que no sois capaces de


convertiros en un animal muy pequeño como un ratón.
- ¿Ah no? ¡Mirad esto!

El ogro cumplió su palabra y se convirtió en un ratón, pero entonces el


gato fue más rápido, lo cazó de un zarpazo y se lo comió.
Así, cuando el Rey y el Marqués llegaron hasta el castillo no había ni
rastro del ogro y el gato pudo decir que se encontraban en el estupendo
castillo del Marqués de Carabás.

Así que, tras una buena comilona, el rey le propuso al marqués que
aceptara casarse con su hija, a lo que el hijo del molinero aceptó
encantado.

Gracias a las artimañas del gato con botas, todos salieron beneficiados,
incluso el propio gato, que a partir de ese momento vivió con todas las
comodidades de un gran señor.

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