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ORACIÓN JÓVENES

VIERNES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2013

DE LA CARTA A LOS COLOSENSES

Hermanos: Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura,


pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e
invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y
para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de
entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera
toda plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todas los seres: los del cielo y los de
la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Antes estabais también vosotros alejados de Dios y erais enemigos suyos por la
mentalidad que engendraban vuestras malas acciones, ahora, en cambio, gracias a la
muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne Dios os ha reconciliado para haceros
santos, sin mancha y sin reproche en su presencia. La condición es que permanezcáis
cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que
escuchasteis. Es el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, y yo,
Pablo, fui nombrado su ministro.

CARTA A LOS HEBREOS

«Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos
coronado de gloria y honor por su pasión y muerte padecido. Así, por la gracia de
Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar una multitud
de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza
de llamarlos hermanos, cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio
de la asamblea te alabaré.« Y en otro lugar: «En Él pondré yo mi confianza.« Y
también: «Aquí estoy yo con los hijos, los que Dios me ha dado. «Los hijos de una
familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó
también Él. Así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al
diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como
esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abraham, no a los ángeles. Por eso tenía
que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en
lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo.»
Salmo 89
Baje a nosotros la bondad del Señor
Aunque uno viva setenta años,
Señor, tú has sido nuestro refugio y el más robusto hasta ochenta,
de generación en generación. la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.
Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra, ¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
desde siempre y por siempre tú eres Dios. quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
Tú reduces el hombre a polvo, para que adquiramos un corazón sensato.
diciendo: "retornad, hijos de Adán".
Mil años en tu presencia Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
son un ayer, que pasó; Ten compasión de tus siervos;
una vela nocturna. por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva: Danos alegría, por los días en que nos
que florece y se renueva por la mañana, afligiste,
Pusiste nuestras culpas ante ti, por los años en que sufrimos desdichas.
nuestros secretos ante la luz de tu mirada: Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria.
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras
y nuestros años se acabaron como un manos.
suspiro.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

«Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos
de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su
estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los
sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el
Mesías. Ellos le contestaron:
En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: "Y tú. Belén, tierra de
Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; Pues de ti saldrá
un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en
que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles:
Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme,
para ir yo también a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que había
visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el
niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al
niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron: después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
marcharon a su tierra por otro camino.»

HACERLE UN SITIO

Una de las escenas más tiernas del Evangelio es la de María embarazada,


montada en un burrito, y a su lado José, en silencio, golpeando las puertas del
pueblito de Belén, buscando un sitio digno para que nazca el Niño. Tierna y
dramática. Dios, hecho carne, buscando sitio entre los hombres. Y no lo encuentra.
Pensar que un niño, ocupa tan poquito lugar, y para él no lo hubo, sino en una
cueva de animales, en suma pobreza.
Esto que imaginamos del relato histórico, también se repite, espiritualmente
hoy, en esta Navidad, en mi propio corazón. Adviento es este tiempo en que Dios
anda pasando, buscando sitio para nacer, para manifestarse, y esta vez, así como
entonces lo buscaba en la posada y en las casas de Belén, lo anda buscando en mi
propio corazón. Yo tengo que hacerle sitio en mi alma, en mi vida, en este momento
de mi historia , sea el mejor o el peor, con mis gracias y mis pecados. ¿Por qué nos
resistimos?, ¿por qué esta sordera cada vez que nos tocan la puerta?, ¿por qué este
hacernos los tontos para que pase de largo? Y es que "hacerle sitio" al Niño, significa
que tengo que disponer la "casa", y tirar todo los cachivaches que le están robando el
sitio al Niño. El orgullo que me nubla la mirada, mi soberbia, mi sensualidad, mi
pereza, mi falta de caridad, mi apego desmedido a las seguridades o a la angustia por
falta de ella, mis frivolidades, mis ansiedades y urgencias que han conseguido que haga
ya mucho tiempo que no recemos como debemos, o simplemente no recemos.
Pero tampoco podemos pretender de nuestro corazón el Pesebre ideal. Ni Dios
lo pretende. Lo que pretende es un "lugarcito", es la buena intención, es el anhelo
de que su presencia nos cure, es el deseo renovado de ser buenos. Nosotros
quitaremos algunas cosas, y el resto lo va a hacer Él. Si justamente para eso viene,
para eso se encarna, para eso anda buscando nuestro corazón, porque sabe que no
podemos con todo, porque sabe que somos débiles y perezosos.
No pide una casa donde todo esté perfectamente en orden y colocado. Pide un
rinconcito para nacer y así ayudarnos con nuestros desórdenes e desórdenes: viene a
devolvernos, con su mirada, ese brillo en los ojos que el tiempo oscureció, o que nos
hemos dejado robar. Viene con sus manitas, a poner calor en las zonas del alma que
se nos han entumecido de frío y que necesitan ser abrazadas. Viene a abrir espacios
empecinadamente cerrados por nosotros a tantos hermanos nuestros a los que les
seguimos diciendo: "seguid adelante, no hay sitio en esta posada", para quedarnos
encastillados y estancados en la ciudadela de nuestras mezquinas seguridades.
¡Viene! ¡Está viniendo! Eso significa "Adviento". "estoy a la puerta y llamo -
dice el Apocalipsis-. Si me abres, entraré en tu casa y cenaremos juntos".

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