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ORACIÓN PARA REUNIÓN PUES NADIE TE AMA COMO YO,

PUES NADIE TE AMA, COMO YO,


DE FAMILIAS MIRA LA CRUZ, ESA ES MI MÁS GRANDE PRUEBA,
NADIE TE AMA COMO YO
PUES NADIE TE AMA COMO YO,
Canto: “Nadie te ama como yo” PUES NADIE TE AMA COMO YO,
MIRA LA CRUZ, FUE POR TI FUE PORQUE TE AMO,
Cuanto he esperado este momento, NADIE TE AMA COMO YO.
cuanto he esperado que estuvieses así́,
cuanto he esperado que me hablaras, Yo se bien lo que me dices,
cuanto he esperado que vinieras a mí. aunque a veces no me hablas,
Yo se bien lo que has vivido, yo sé bien lo que tú sientes,
se también porque has llorado, aunque nunca lo compartas.
yo se bien lo que has sufrido, Yo a tu lado he caminado,
pues de tu lado no me he ido. junto a ti yo siempre he ido,
y aún a veces te he cargado,
yo he sido tu mejor amigo.
FAMILIA QUE ACOGE:

Podemos recordar que Betania es el lugar donde Cristo es recibido como un amigo por la familia de Marta,
Mariá y Lázaro. Allí Jesús se encuentra como en casa. La liturgia benedictina celebra a los tres hermanos
juntos, y les otorga el hermoso tit́ ulo de «hospederos del Señor». Si cada uno de ellos tiene su propia y
específica relación con Jesús, es la familia como tal la que se hace sujeto de la hospitalidad, y es enriquecida
por la presencia del Salvador. Nuestras familias deben ser pequeñas Betanias para todo aquél que se acerque
a nosotros. Debemos aprender a ser “familia de acogida”. Esto es posible gracias a esta presencia de Jesús que
provoca el encuentro con É l y esto es una invitación a transformar todas las relaciones entre los miembros de
las familias. Si en nuestra familia acogemos a Jesús, podremos ver como poco a poco nos va cambiando el
corazón y podemos vivir nuestro diá a diá , y nuestra convivencia familiar con una paz y tranquilidad que es
muy difícil de conseguir de otra forma.

El Papa Francisco, en una de sus catequesis sobre la familia nos ayuda en esta tarea.

“Cada familia cristiana —como hicieron Marí a y José—, ante todo, puede
acoger a Jesú s, escucharlo, hablar con É l, custodiarlo, protegerlo, crecer
con É l; y asímejorar el mundo. Hagamos espacio al Señ or en nuestro corazón
y en nuestras jornadas. Asíhicieron tambié n Marí
a y José
, y no fue fácil:
¡cuá ntas dificultades tuvieron que superar! No era una familia artificial,
no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a
redescubrir la vocació n y la misió n de la familia, de cada familia. Y,
como sucedió en esos treinta añ os en Nazaret, así puede suceder tambié n
para nosotros: convertir en algo normal el amor y no el odio, convertir
en algo comú n la ayuda mutua, no la indiferencia o la enemistad. No es una
casualidad, entonces, que «Nazaret» signifique «Aquella que custodia»,
como Marí a, que —dice el Evangelio— «conservaba todas estas cosas en su
corazó n» ( Lc 2, 19.51). Desde entonces, cada vez que hay una familia que
custodia este misterio, incluso en la periferia del mundo, se realiza el
misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesú s que viene a salvarnos, que
viene para salvar al mundo. Y esta es la gran misió n de la familia: dejar
sitio a Jesú s que viene, acoger a Jesú s en la familia, en la persona de
los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos... Jesú s está allí
.
Acogerlo allí , para que crezca espiritualmente en esa familia.” (Catequesis
del Papa Francisco sobre la familia. 17 diciembre de 2014).

FAMILIA QUE SANA:

En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a


prueba: “Maestro, ¿quétengo que hacer para heredar la vida eterna?”. É
l
le dijo: “¿Quéestáescrito en la ley?, ¿Quélees en ella?”. El respondió :
“Amará
s al Señor, tu Dios, con todo tu corazó n y con toda tu alma y con
toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu pró jimo como a ti mismo”. Él
le dijo: “Has respondido correctamente. Haz esto y tendrá s la vida”. Pero
el maestro de la ley queriendo justificarse, dijo a Jesú s: “¿Y quié
n es
mi prójimo?”. Respondió Jesú
s diciendo: “Un hombre bajaba de Jerusalé n a
Jericó
, cayó en mano de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a
palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote
bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo
mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó
de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el y,
al verlo, se compadeció, y acercá ndose, le vendó las heridas, echá
ndoles
aceite y vino, y, montá ndolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una
posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al
posadero y le dijo: cuida de é l, y lo que gastes de má s yo te lo pagaré
cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido pró jimo del que
cayóen mano de los bandidos?”. É l dijo: “el que practicó la misericordia
con é
l”. Jesús le dijo: “Anda y haz tu lo mismo” Lc 10,25-37

Salmo 102: HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS


Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre. Como un padre siente ternura por sus hijos,
Bendice, alma mía, al Señor, siente el Señor ternura por sus fieles;
y no olvides sus beneficios. porque él sabe de qué estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades; Los días del hombre duran lo que la hierba,
él rescata tu vida de la fosa florecen como flor del campo,
y te colma de gracia y de ternura; que el viento la roza, y ya no existe,
él sacia de bienes tus anhelos, su terreno no volverá a verla.
y como un águila se renueva tu juventud.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
El Señor hace justicia su justicia pasa de hijos a nietos:
y defiende a todos los oprimidos; para los que guardan la alianza
enseñó sus caminos a Moisés y recitan y cumplen sus mandatos.
y sus hazañas a los hijos de Israel.
El Señor puso en el cielo su trono,
El Señor es compasivo y misericordioso, su soberanía gobierna el universo.
lento a la ira y rico en clemencia; Bendecid al Señor, ángeles suyos,
no está siempre acusando poderosos ejecutores de sus órdenes,
ni guarda rencor perpetuo; prontos a la voz de su palabra.
no nos trata como merecen nuestros pecados
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
ni nos paga según nuestras culpas.
servidores que cumplís sus deseos.
Como se levanta el cielo sobre la tierra, Bendecid al Señor, todas sus obras,
se levanta su bondad sobre sus fieles; en todo lugar de su imperio.
como dista el oriente del ocaso,
Bendice, alma mía, al Señor.
así aleja de nosotros nuestros delitos.

DEMOS GRACIAS A DIOS por el don tan grande que nos ha hecho en el Sacramento del Matrimonio y en
nuestra realidad familiar. Pidamos a la Sagrada Familia que ayude a todas las familias del mundo a ser lugar
de encuentro, de acompañamiento, de sanación y que seamos capaces como familia a hacer presente el
misterio del amor de Cristo en nuestra vida cotidiana y oremos juntos con la oración de los esposos:

Haz, Señ
or, que en nuestra casa, cuando se hable, siempre nos miremos a
los ojos y busquemos crecer juntos; que nadie está solo, ni en la
indiferencia o el aburrimiento; que los problemas de los otros no sean
desconocidos o ignorados, que pueda entrar quien tiene necesidad y sea
bienvenido.
Señ
or, que en nuestra casa sea importante el trabajo, pero no má s
importante que la alegrí a; que la comida sea el momento de alegría y de
conversación; y que el descanso sea paz del corazón y del cuerpo; que la
riqueza mayor sea estar juntos.
Señ
or, que en nuestra casa el má s dé
bil sea el centro de la atención de
todos; que el má s pequeñ
o y el más viejo sean los más queridos; que el
mañ
ana no nos dé miedo, porque Dios siempre está cerca; que cada gesto
esté lleno de significado; que te demos gracias por todo lo que la vida
nos ofrece y tu amor nos da.
Señ
or, que nuestra casa sea el lugar de acogida como la casa de Marta,
María y Lá
zaro en Betania.
Amé
n.

Canto: “Nada nos separará”: Nada nos separará(3 veces), del amor de Dios

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