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110 años de expectativa de vida, cómo funciona y cómo afecta a los asegurados

El lunes 16 y el viernes 20 de octubre Página Siete ha publicado un artículo y un editorial


respectivamente, sobre los 110 años de expectativa de vida que se aplica en la fórmula de cálculo
de pensión en Bolivia. Sin duda, es importante que un medio como Página Siete preste atención a
esta irracional forma de calcular una pensión y difunda los perjuicios que ocasiona a todos los
jubilados; sin embargo, debo advertir que el artículo y el editorial se basan en información errada.

La información errada dice: “hay que entender que la expectativa es del grupo familiar y no de la
persona. Pensar que en Bolivia se vivirá 110 años no es posible”, frase transcrita —según informa
el periódico— de un comunicado de BBVA Previsión. Comunicado que permite afirmar a la
periodista que redactó el artículo “que la probable longevidad se calcula a base de la expectativa de
vida de la esposa o de los hijos que serán los derechohabientes del jubilado”, que en “casos
extremos la expectativa de vida del aportante puede llegar hasta 140 años, [pero] sólo se calcula
hasta los 110,9, por norma”, que “para los jubilados que no tienen el grupo familiar ni
derechohabientes, la expectativa de longevidad no supera los 99 años”.

A partir de esta sucesión de ideas, y seguramente también basado en el comunicado de la AFP, el o


la editorialista de Página Siete asume que: “Cuando el jubilado está casado con una persona más
saludable y joven o tiene hijos que son beneficiarios, la APS autoriza a calcular la vida de la persona
en 110 años”.

No. No es que la expectativa de vida del titular de la pensión y de sus derechohabientes se suma
hasta un límite de 110 años, ni tampoco sucede que para una persona sin derechohabientes se
calcula la pensión con una menor esperanza de vida. Si se revisa con atención el modelo financiero-
actuarial con que se calcula una pensión de vejez puede confirmarse que al titular de una pensión y
a su cónyuge se les aplica por separado una esperanza de vida de 110 años (ver formula).

Como el modelo matemático esta plateado en forma de galimatías, permítanme aquí explicarlo con
algunos ejemplos:

Si él o la titular de una pensión tiene 60 años y no tiene derechohabientes, la fórmula distribuye el


capital acumulado por ese titular por el lapso de 50 años; distribución que se hace de manera
decreciente, los montos mayores para los primeros años y los menores para los últimos años, esto
porque el dinero continua ganado interés, de tal manera que si la AFP tiene que pagar 1.000
Bolivianos de aquí a 10 años, no es necesario reservar esos 1.000, será suficiente con un monto
menor que será completado con el interés que gane dicho dinero.

El primer problema está en que según el modelo de cálculo las mujeres son las que tienen mayor
probabilidad de llegar a los 110 años o, al menos, las que van a llegar a edades mayores que los
hombres, razón por la cual están obligadas a reservar más dinero que éstos, y por ende a recibir un
monto de pensión entre un 10% y 12% menor al que reciben los varones.

El segundo problema está en que nadie vive hasta los 110 años, en Bolivia solo una persona de cada
100 rebasa los 80 años; de hecho, aplicar una expectativa de vida de 80 implicaría un aumento del
10% al 20% en el monto de pensión de todos los jubilados.
Siendo así ¿por qué exagerar la longevidad hasta los 110 años? Aquí viene el tercer problema. Si el
asegurado de nuestro ejemplo fallece a los 80 años, habría cobrado o —dicho en precisión— habría
recuperado el capital correspondiente solo a 20 de los 50 años que el sistema le obliga a reservar.
¿Qué sucede con los restantes 30 años que nadie recuperará en vista de no haber
derechohabientes? Ese capital, más los interés ganados es confiscado por el sistema y enviado al
fondo común; es decir, cuando el jubilado está vivo no le permiten recuperar su capital por medio
de mayores montos de pensión y cuando fallece el dinero que resta ni siquiera se vuelve herencia.

Pongamos otro ejemplo, supongamos que el titular de una pensión es un varón de 60 años y su
cónyuge una mujer de 50 años. Matemáticamente, se hace correr la fórmula para cada uno hasta
los 110 años, es decir, en el caso del varón por 50 años y en el caso de la mujer por 60 años; luego
se aplica la fórmula partiendo de la edad promedio de ambos, es decir 55 años, pero igual hasta los
110 años del titular; este último resultado se resta al del cónyuge y el saldo se suma al del titular.

Esta forma de realizar el cálculo implica que el titular tiene que reservar más dinero —para él y para
su cónyuge que probablemente le sobrevivirá— para cada mes y para cada año de todos los años
que le restan para llegar a los 110; esto indefectiblemente baja los montos de pensión. De acuerdo
al modelo matemático con que funciona el sistema, los montos de pensión bajan en un rango del
25% al 40% si la diferencia entre el titular y el cónyuge es de 5 a 15 años, respectivamente.

Por otro lado, incluir en el cálculo al cónyuge implica que él o la misma cobrarán una pensión una
vez fallezca el titular. En nuestro ejemplo, si el titular fallece a los 80 años, la esposa contará con 70
años y podrá cobrar la pensión hasta que fallezca, de todas maneras, igual sobraría dinero: dinero
que también será confiscado. De hecho, sería muy raro encontrar casos en los que el cónyuge
cobraría hasta equiparar lo reservado para los 110 años.

Existe más letra chica —y además oculta— en la fórmula de cálculo de una pensión que valdría la
pena analizar aquí, pero con lo dicho hasta aquí es suficiente para preguntar ¿Por qué BBVA
Previsión ha brindado información errada a Página Siete?

Teniendo en cuenta la sistemática prohibición gubernamental para que las AFP brinden
información, prefiero pensar que él o los funcionarios de BBVA Previsión que han elaborado el
comunicado están mintiendo con descaró; la otra posibilidad, teniendo en cuenta el retraso
recurrente para migrar a la Gestora Pública de Pensiones y la excesiva movilidad laboral que en los
últimos años ha habido en las AFP, es asumir que los actuales funcionaros no conocen con precisión
el modelo matemático con que funciona el sistema que administran, pero…, sólo pensar esta
posibilidad me da escalofrío.

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