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Paulo Freire sustenta una pedagogía en la que los individuos aprendan a cultivarse
a través de situaciones de la vida cotidiana.
No se trata de una pedagogía para el oprimido, por el contrario, de él, el sujeto debe
construir su realidad a través de las circunstancias que generan el devenir
cotidiano. Los textos que el individuo construye le permiten reflexionar y analizar el
mundo en que vive, pero no para adaptarse a él.
El autor en este primer capitulo menciona algo muy importante –la superación
auténtica de los opresores-oprimidos no esta en el mero cambio de lugares, ni en el
paso de un polo a otro, ni tampoco radica en el hecho de que los oprimidos de hoy
en nombre de la liberación, pasen a ser los nuevos opresores.
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
[Reseña] La pedagogía de
la esperanza
La pedagogía de la esperanza es uno de los textos más celebres del
pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire, conocido por ser el teórico
impulsador de la educación popular. En el libro Freire vuelve a retomar sus
tesis, ideas y propuestas expuestas en el libro La pedagogía del
oprimido, publicado en el año 1970, generando reflexiones a la luz de una
experiencia mucho más rica y dinámica 22 años después. Para el autor esto
no implica que las premisas básicas de la pedagogía del oprimido dejaran
de tener validez en la década de los 90, por el contrario, estas deberían
actualizarse y profundizarse, siendo cada vez más obvia la necesidad de
una educación al servicio de la liberación del sujeto en el cual enfoca toda
su teoría pedagógica, que él llama oprimido.
El siguiente giro del texto aparece cuando Freire intenta explorar la relación
entre la división macro política y la pedagogía, y para ello usa el ejemplo del
gobierno de la Unidad Popular en Chile. Para él, el problema de la izquierda
tradicional chilena frente a la educación era su falta de voluntad real para
crear una pedagogía que pretendiera transformar desde las aulas y los
barrios y no solo desde las políticas de arriba. Se detiene en el caso
particular del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que a su juicio, se
preocupó por hacer de la educación popular una realidad a pesar de que
anota con bastante énfasis que el MIR estuvo siempre más a la izquierda
que los partidos de “tradición” (socialista y comunista), incluso, del mismo
gobierno de Allende posteriormente. Esta experiencia fue detenida por el
golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 encabezado por el militar
Pinochet y apoyado por la derecha chilena y la embajada norteamericana.
Para Freire, el tema le parece bastante ilustrativo y anota una diferenciación
entre el poder y el gobierno: si bien el gobierno era de la izquierda (es decir,
la gestión y administración, entre otras cosas), el poder -no solo militar, sino
también político y mediático- seguía siendo de la derecha, presentándose
un choque, una contradicción, que solo de manera violenta se podía
solucionar. El problema, para Freire, fue que la izquierda en general no
supo ser poder y se limitó a ser gobierno.
Teniendo presente ello, Freire ahora se sumerge en los roles que se dan en
la educación, explicando el papel de la educadora en el descubrimiento
colectivo del conocimiento, dejando claro -al igual que en su extensa
literatura- el objetivo de dinamización frente al autoritarismo, autoritarismo
expresado por ejemplo, en la explicación subjetiva del mundo. Empero, el
autor tampoco nos quiere llevar a un neutralismo ficticio que pretende
quitarle una posición al educador: este debe estar, para Paulo, a favor de
“democratización”, tanto en una perspectiva micro (la elección de los
programas de estudio, por ejemplo) como en niveles superiores (la sociedad
en general), sin que uno sea resultado mecánico de otro.
1Freire nos advierte que este tema ya ha sido tratado en otros libros. El desarrollo inicial se da en La
educación como practica de la libertad, y dice él mismo, se hace explicito en La pedagogía del oprimido.
2Esto se daba porque muchos de sus críticos aseguraban que las simpatizantes de la ideas de Freire
eran “freireanas”, generando un culto político alrededor de su figura. Paulo se defiende anotando un
paralelo (pero guardando distancias) con Karl Marx, conocido sociólogo, politólogo y filósofo del siglo
XIX, al que sus detractores acusaban de haber generado una “secta” en torno a si mismo, nombrada
como “marxismo”, cuando él mismo no se consideraba como tal y renegaba de ello.
Tags: Educación