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La autora a través de su libro pretende otorgarnos una visión diferente de las heridas
emocionales con las que las personas pueden cargar, pues ella desde una posición
transpersonal, nos habla entonces de heridas que de no ser aceptadas y transcendidas se
repetirán una y otra vez no solo en el presente, sino que aún y después de nacer nuevamente,
las habremos de repetir.
Desde la visión de Lise Borbeau, cuando un niño nace, este acto ha sido meramente su
decisión, pues él ha decidido nacer para ser el mismo a través de las experiencias que
devendrán con su llegada a la vida terrenal. Con todo lo anterior entonces entendemos que el
espíritu que alberga tal niño no es “nuevo” por así decirlo, pues aún no ha llegado a ser él
mismo y por ende está en esta búsqueda, en otras palabras, viene a vivir nuevamente aquello
que no ha trascendido, viene a vivir experiencias que ya ha vivido pero que no las ha aceptado,
pues de acuerdo con Lise Bourbeau está sería la única forma de trascenderlas, aceptándolas,
viviéndolas sin juicios, culpabilidad, temor, lamento u otra forma de no aceptación, sin embargo
este paso solo se daría dentro de la consciencia, si esto sucede fuera de ella, entonces no habría
cambios en la forma de vivir de la persona, pues esta estaría viviendo bajo el eslogan de “ya no
quiero vivir así” lo que significa que está rechazando algo que aún necesita aprender, trayendo
esto como consecuencia la repetición de aquello rechazado.
Es difícil aceptar tal cual la propuesta de la autora pues en el presente o mejor dicho
hasta el día de hoy este tipo de pensamiento no es común en occidente, y esto como
consecuencia de que al nacer no estamos conscientes de todo el pasado que nos cargamos ya
que nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra alma, la cual desea que
nos aceptemos junto con nuestras experiencias, nuestros defectos, nuestras fuerzas,
debilidades, deseos, personalidad, etcétera. Es hasta poco después de nacer que nos damos
cuenta de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos al mundo de los
adultos o el de los que están cerca de nosotros.
Lise Bourbeau reconoce cuatro etapas en el desarrollo del niño, siendo la primera una
llena de alegría por ser el mismo, para después pasar a la segunda en donde descubre el dolor
de no tener el derecho de ser él mismo y a raíz de esto se llega a la rebeldía, que vendría a ser
la tercera etapa. En la cuarta etapa, con el objeto de reducir el dolor, el niño se resigna y
termina por crearse una nueva personalidad para transformarse en lo que los demás quieren
que sea, es decir, empieza por utilizar mascaras que sirven para protegernos contra el
sufrimiento que vivimos en el transcurso de la segunda etapa. Estas mascaras vendrían a ser las
de: el huidizo, el dependiente, el masoquista, el controlador y el rígido. Correspondiendo cada
una de ellas a diferentes heridas emocionales, las cuales se presentan en el desarrollo de la vida
de una persona. Presentadas de manera cronológica las heridas serían el rechazo, el abandono,
la humillación, la traición y la injusticia. El recurrir a las mascaras es la consecuencia de desear
ocultar, a nosotros mismos o a los demás, lo que aún no hemos podido poner en orden.
Adoptar una mascara, o recurrir a ella como una manera de mitigar nuestro dolor,
implica también que vivamos con un cierto carácter que es acorde a la herida, es decir,
desarrollamos determinadas creencias que influyen en la actitud y en el comportamiento de
nosotros. Ya con anterioridad se mencionó que quien no nos permite continuar con nuestro
camino espiritual, permitiéndonos ser nosotros mismos, es el ego, y es que este utiliza por así
decirlo, la culpa. La utiliza apuntando a los demás, responsabilizando a otros de nuestro
sufrimiento, en lugar de que seamos mas compasivos con nosotros mismos a consecuencia de
nuestra decisión de estar viviendo esta vida, en otras palabras, no nos reconocemos como
responsables de lo que hemos hecho con nuestras vidas y así aprender a aceptarnos tal cual
como somos, sino que buscamos culpar a otros.
Las mascaras que creamos para protegernos son visibles en la morfología de una
persona y por consiguiente en su apariencia, de cierta forma, nuestro DIOS interior se comunica
a través de nuestro cuerpo para enviarnos un mensaje al cual hay que poner atención.
El rechazo
Adentrándonos ahora en las heridas y sus mascaras, podemos empezar con el rechazo,
la cual de acuerdo con la autora, es una herida profunda, pues quien la vive se siente rechazado
en su interior y sobre todo, siente rechazo con respecto a su derecho de existir, lo cual es
significativo pues el existir se da desde el nacimiento, de aquí que podemos inferir que tal
herida se vive desde tal momento, incluso hay quienes tienen presente tal experiencia desde
antes de nacer. Si consideramos que el nacer fue un acto deliberado en acuerdo con la autora,
entonces quienes viven el rechazo buscaron desde antes de nacer a un progenitor o ambos que
los rechazarán. Quien vive con tal sentimiento no es objetiva pues interpreta lo que sucede a su
alrededor a través de los filtros de su herida y se siente rechazada, aun cuando no lo sea.
La mascara con la que vive la persona rechazada ha sido denominada como la del
huidizo y tal mascara puede crearse aun antes del nacimiento, recordemos que la mascara es la
manera en que la persona aminora o busca encubrir su sufrimiento, de aquí que cada vez que
entre en contacto con el sentimiento del rechazo, se colocará su mascara. Esta mascara del
huidizo implica una morfología estrecha y restringida en términos corporales, pareciera que es
un cuerpo que no desea ocupar mucho lugar e intentará toda la vida no hacerlo.
El huidizo es aquel que duda de su derecho a existir, lo que explica que su cuerpo suela
tener una apariencia fragmentada o incompleta, sus hombros están hacia delante y los brazos
se encuentran con frecuencia pegados al cuerpo, su rostro y sus ojos son pequeños y con
frecuencia llenos de temor. El huidizo dado que quiere escapar, suele estar en la luna y de
hecho, el niño pequeño que está en vías de crearse una mascara con este carácter vivirá con
frecuencia en un mundo imaginario. Cuando se trata de un niño cuyo cuerpo es mas pequeño
que el promedio, con frecuencia parece un muñeco, algo sumamente frágil. Por ello la reacción
de la madre es en general la de protegerle en exceso. Para él, ser amado se transforma
entonces en “sentirse sofocado”, en otras palabras, se vive sobreprotegido y rechazado pues no
se siente aceptado por como es, dado que en la sobreprotección suelen hacer muchas cosas
por él, “cuidando” de que no resulte lastimado con alguna actividad.
El huidizo encuentra un gran interés por todo aquello relacionado con lo espiritual y lo
intelectual y no tanto así por lo material dado que lo considera superfluo. Su desapego por el
mundo material le conllevan dificultades en el plano sexual, porque puede llegar a creer que la
sexualidad interfiere con la espiritualidad y con tal creencia puede generar por ende vivirse
rechazado en este plano por igual con su pareja.
De acuerdo con la autora, está herida es generada por el progenitor del mismo sexo, y
se puede llegar a vivir con tal intensidad que este progenitor puede verse como un no modelo a
seguir, encontrando sentimientos de resentimiento hacía este mismo. Cabría con cierta lógica
mencionar que el progenitor que cause o reviva esta herida también la viva, de aquí que
propicia la huida, pues este recurso le es familiar aún cuando no tenga consciencia de ello.
Cabe mencionar que el huidizo no se siente aceptado ni acogido por el progenitor del
mismo sexo, sin embargo, esto no significa que sea así, sino que es él mismo el que se percibe
así y, como va con este sentimiento en especial con progenitor del sexo opuesto, no se siente
completo, encubriendo como ya se mencionó, resentimiento que tampoco se permite expresar
con temor a ser visto como alguien que rechaza. De acuerdo con Bourbeau, si te ves con la
herida de rechazo, es muy importante aceptar que, aun si tu progenitor realmente te rechaza,
es tu herida que no ha sanado la que en realidad atrae hacia ti a este tipo de progenitor y este
tipo de situaciones. Si continúas creyendo que todo lo que te sucede es culpa de los demás,
nunca podrás sanar la herida.
Para esta persona que lleva la mascara del huidizo, es muy difícil expresar su opinión
cuando no es solicitada, porque considera que los demás se sentirán confrontados con sus
juicios, y por tanto, lo rechazarán. Describiéndolo con otras palabras evita mucho contacto con
el temor de ser rechazado bajo la idea de incomodar, de aquí que el pánico sea el mas grande
temor del huidizo. El huidizo siente pánico y en ese momento se paraliza, pero esto le sucede
con mayor facilidad ante su progenitor o delante de personas de su mismo sexo (sobre todo de
aquellas que le recuerdan a este progenitor). Con el otro progenitor, o con las personas del
sexo opuesto no experimenta el mismo temor, y puede enfrentarlo con mayor facilidad.
Es interesante como Bourbeau relaciona también las heridas emocionales con algunos
de nuestros hábitos como los alimenticios, por ejemplo, en acuerdo con ella, el huidizo prefiere
porciones pequeñas y por lo general pierde el apetito cuando siente temor, o cuando vive
emociones intensas, llegando en algunos casos al extremo de padecer de anorexia, lo cual es
algo poco común pues el huidizo prefiere la huida a través del alcohol o de las drogas.
El abandono
Abandonar a alguien es apartarse de él, dejarlo, no desear más tener que ver algo con
él, en otras palabras, es distanciarse y no repeler al otro, alejarse en lugar de alejar al otro.
Esta herida según la autora se vive en el plano del tener y del hacer, y no así en el del
ser. Puede ser sentida por un niño ante la llegada de otro bebé, o ante la constante partida de
los padres hacía su trabajo en combinación con el poco tiempo que le pueden dedicar. También
en alguna visita al hospital en donde lo tengan que dejar internado, o bien cuando lo dejan con
la abuela o algún otro cuidador durante las vacaciones.
Dado la sensación de abandono presente, según la autora las personas que viven con
esta herida, mantuvieron una comunicación muy limitada con el progenitor del sexo opuesto,
además de que desde su perspectiva, quienes viven el abandono muy probablemente también
han vivido el rechazo.
Bourbeau menciona que cuando un progenitor se rechaza a si mismo y tiene un hijo de
su mismo sexo, es del todo normal y humano que también lo rechace, aún inconscientemente,
ya que el hijo constantemente lo remite a si mismo.
Quienes viven con la herida del abandono se sienten no queridos y sin sostén afectivo,
con todo esto que su mascara es la del dependiente, es decir, viven en constante demanda de
apoyo pues no creen ni sienten que puedan sostenerse por su propia cuenta. Si nos vamos a
observar sus cuerpos, según Bourbeau encontraremos cuerpos carentes de tono muscular,
largos, delgados y encorvados. El sistema muscular no esta lo suficientemente desarrollado y
parece no poder sostener el cuerpo erguido, como si necesitara de ayuda para hacerlo. Sus ojos
son tristes y grandes, sus piernas débiles, brindan la impresión de que los brazos son
demasiados largos y también pareciera que una parte de su cuerpo se situa por debajo del nivel
normal. Algunas partes de su cuerpo se encuentran caídas o flácidas, como los hombros, el
pecho, los glúteos, las rodillas, el vientre, el escroto en los hombres, etcétera. De cierta forma
Bourbeau nos dice que a través del cuerpo podemos ver la herida emocional, es decir, que esta
se refleja en la morfología, como si el físico fuera un reflejo de lo psicológico-emocional-
espiritual.
Existe en la vida del dependiente una trama algo peculiar desde el punto de vista de
Boureau la cual tiene cierto sentido incluso desde otras perspectivas. El dependiente suele
también querer vestirse de héroe ante otros, aunque tal actitud cuenta con un fondo lleno de
temor a la soledad y suele acarrear consecuencias de “peso” para el dependiente, pues de
cierta forma esta asumiendo la responsabilidad de otras personas en su intento de sacarlas de
su “sufrimiento”. El dependiente en su mismo juego busca que otros tomen decisiones por él,
pues duda de las decisiones que necesita tomar por si mismo. Otra de las actitudes tomadas
por el dependiente es el de aparentar flojera, sin embargo, no esta tal cual, siendo en realidad
la necesidad de que alguien mas lo acompañe en sus actividades, si este no percibe la presencia
o el apoyo de otros, tenderá detenerse. El dependiente piensa y tiene la creencia de que, si se
las arregla demasiado bien pr si mismo, nadie se ocupará de él ene l futuro y que se producirá
el aislamiento del cual desea huir. La soledad es, efectivamente, el temor más grande del
dependiente, por lo que se volverá demandante de atención, pero esta demanda también se
dará con temor e inseguridad pues cree que si exige demasiada atención puede molestar a los
otros, quienes entonces podrían abandonarle. Es este mismo sentimiento del miedo a ser
abandonado que niega sus conflictos de pareja, y también cree que una vez que haya sido
abandonado, no es los suficientemente importante para atraer la atención de otro.
En el nivel afectivo, la tristeza pareciera ser en el dependiente la emoción mas intensa,
tanto que en acuerdo con Boureau, para evitar sentirla busca la presencia de otros aunque
también puede alejarse o apartarse e la persona o la circunstancia que le causa esa tristeza o
ese sentimiento de soledad. Otra característica del dependiente es su temor a la autoridad pues
sele verlos como indiferentes y frios, con lo que justifica su actuar de manera calidad con los
demás incluso al punto de forzar esta actitud.
El dependiente como busca atenerse a otro, o apegarse a otro para evitar el abandono,
puede entonoces desarrollar la fobia conocida como agorafobia, viviendo con ellos los dos mas
grandes temores de tal fobia, los cuales son el morir y el enloquecer. Es probable que estos
temores encuentren su raíz en la infancia en donde pudieron haber estado en contacto con el
morir o con la idea dentro del seno familiar del miedo a la muerte o al volverse locos.
Como sabemos, el dependiente vive con tal mascara de manera inconsciente, pero
entonces, si es capaz de identificar su modo de vivir, los deseos de ser independiente o mejor
dicho, de autonomía.
La humillación
Pasando ahora a una tercera herida tenemos la humillación, palabra que por si sola
significa “acción de sentirse rebajado, rebajarase o de rebajar a alguien más, descaradamente”.
Esta herida según Bourbeau se abre por así decirlo entre el primer año y el tercero y esta ligada
al momento en que uno o ambos de sus padres se avergüenzan de él cuando puede estar sucio
o bien cuando el niño realizar conductas masturbatorias, recordemos que normalmente ante
estos actos los papás suelen generar la vergüenza dependiendo de la forma en que respondan a
estas conductas de los niños. El niño de hecho puede sentirse muy rebajado si se percibe a si
mismo demasiado controlado por uno de sus progenitores, o si cree que no tiene libertad. En
acuerdo con la autora, la herida de la humillación y tomando como acertadas las afirmaciones
anteriores, esta herida se vive principalmente con la madre, y es que habría también de tomar
en cuenta que a estas edades dado que el desarrollo del niño ya lo permite, su autonomía se
expande a través de sus conductas, situación sobre la cual mamá quizá sienta que tiene que
“supervisar” o mejor dicho “controlar” las acciones de su hijo. El niño que crece con la herida
de la humillación, desarrolla la mascara del masoquismo, lo que conlleva que el sujeto que la
porte se sienta avergonzado y culpable de sus propios actos.
Dentro de los males y enfermedades que pueden manifestar los masoquistas son: los
dolores de espalda y la sensación de pesadez sobre los hombros, problemas respiratorios,
varices, esguinces y fracturas, males de garganta, anginas y laringitis, problemas de la glándula
tiroides, irritaciones de la piel, mal funcionamiento del páncreas, problemas cardiacos, y
además a consecuencia de sus ideas sobre el sufrimiento no es raro ver que el masoquista deba
someterse a diversas intervenciones quirúrgicas.
La traición
Si nos vamos a la definición dada por Boureau, encontramos que traición es “violar la
fidelidad a alguien a una causa, abandonar o denunciar a alguien”, mientras que por el otro
lado, ser fiel es cumplir compromisos, ser leal y devoto. Se puede confiar en la persona fiel,
pero cuando se pierde la confianza, se sufre traición.
Esta es una herida que según la autora se vive con el progenitor del sexo opuesto,
iniciándose con la seducción de este progenitor pero manteniendo intereses meramente
propios, de aquí que puede desprenderse del hijo seducido con cierta facilidad provocando esto
el sentimiento de traición cada que el progenitor seductor no cumple una promesa o cuando
traiciona la confianza. Dado que normalmente la dinámica es como lo anteriormente descrito,
se vive un mayor apego con el progenitor del mismo sexo. Es bajo este sentimiento de traición
que nacerá su correspondiente mascara, la cual será la del controlador. Habrá que recordar que
las mascaras son “usadas” cada que se pretende evitar el sufrimiento por ello que el
controlador pretende aminorar su sufrimiento controlando, es decir, asegurándose de cumplir
así sus compromisos y que los demás también los cumplan.
El controlador desarrolla un cuerpo que exhibe fuerza, poder y que parece decir: “Yo soy
el responsable, puede confiar en mi”. Tiene hombros firmes y mas anchos que su cadera,
aunque en la mujer, esta es la parte que sobresale, es decir, es mas ancha que la parte superior.
La mirada del controlador es intensa y seductora. Cuando mira una persona, tiene el don de
hacerla sentirse especial e importante. Su mirada es utilizada como herramienta para
establecer control a según sea el estado de animo del controlador. En cuanto al
comportamiento y las actitudes interiores del controlador, destaca la fuerza como característica
común a todos aquellos que tienen la herida de traición. Estas personas pueden hacer todo lo
que esta en sus manos por ser personas responsables, fuertes, especiales e importantes, y es
bajo este matiz que también suelen ver a los demás, creando mayores expectativas sobre los
demás, para así entonces ejercer control. Las expectativas del controlador tienen la finalidad de
comprobar si hace bien lo que debe hacer, ya que eso le da confianza. Los controladores tienen
una personalidad fuerte, afirman lo que creen con fuerza y esperan que los demás se adhieran
a lo que él piensa. El controlador dado que necesita del control, no se expondrá a perderlo
involucrado en algo en donde no pueda ejercerlo. Es una persona con muchos talentos y actúa
rápidamente y también espera que los demás sean igual, de aquí que puede reaccionar con
poca paciencia con los demás. Con la intención de seguir ejerciendo control, podrá ceder,
aunque esto es algo que obviamente le cuesta. Para entender mejor a esta persona,
tendríamos que ver las cosas desde su visión, y desde aquí encontraríamos que si las cosas no
salen como espera, podría reaccionar con agresividad, de hecho, una palabra clave en la
oración anterior es la de “espera”, es decir, esta persona siempre esta bajo la expectativa en un
nivel alto, con esto podemos inferir que también espera del futuro, es decir, se la pasa
previendo el porvenir. El controlador según Bourbeau no delegaría tareas, pues esto implicaría
perder el control, riesgo que no tomaría o si acaso, lo haría con mayor facilidad con personas
del mismo sexo y con alto grado de supervisión a las del sexo opuesto. Los controladores son
muy exigentes consigo mismos con objeto de mostrar a los demás de lo que son capaces. Viven
todo acto de cobardía, es decir de falta de valor, como una traición, lo cual cobra sentido si
pensamos que esperan que los demás hagan las cosas como ellos mismos las hacen. Quienes
usan esta mascara gustan de decir la ultima palabra, porque les es fácil encontrar que añadir a
todo o a casi todo.
El ego del controlador se altera fácilmente cuando alguien lo reprende en lo que hace,
porque le disgusta ser vigilado, sobre todo por otro controlador. Rara vez admite sus temores, y
prefiere no hablar de sus debilidades.
Al controlador le aterra que le mientan, sin embargo esto es algo que haría para
salvaguardar su buena reputación, de hecho los padres controladores actúan mas por
mantener su propia reputación que en función de la felicidad de sus hijos. Estos padres también
son fans de decidir por sus hijos.
Ya vimos desde el inicio que el controlador es seductor y mientras mas grande sea la
herida, preferirá que los del sexo opuesto sean mas amigos que amantes. Se siente mas en
confianza con amigos y utiliza la seducción para manipular a otros, lo cual por lo general le da
buenos resultados.
Como el compromiso es algo a futuro y de esto no tienen control entones esto es algo
que también temen al igual que a la posible ruptura que pueda darse durante el compromiso.
Dicho en otras palabras, los controladores temen la disociación, saberse separados, por ello
que atraerán a personas que no quieran comprometerse. En observaciones que la autora
también ha hecho alrededor de quienes portan estas mascaras, quienes viven tal herida,
primero han vivido la del abandono.
Siendo congruente con su actuar el controlador puede batallar para tomar decisiones
donde pueda perder algo, pues perderlo significa ya no tener mas control sobre tal objeto. Este
control del que ya hemos hablado que también se ejercer sobre los demás se contrapone al
dirigir, pues el controlar se rige bajo el temor, mientras que el dirigir no busca intimidar, sino
guiar, y esto ultimo se hace explicito puesto que de aquí algunas personas pueden negar tal
forma de ejercer liderazgo por parte del controlador, situación que este vivirá como traición.
Como el controlador es seductor, su vida sexual por lo general no suele ser satisfactoria
mas que en respuesta a la seducción. Los problemas sexuales se derivan sobre todo de que el
controlador tiene una gran fusión con el progenitor del sexo opuesto, y su complejo de Edipo
no se ha resuelto aún. El progenitor del sexo opuesto está tan idealizado que ninguna pareja
puede llegar a responder a sus expectativas.
La injusticia
Las personas rígidas desde su misma rigidez no alcanzar a percatarse de que aquello que
temen, vivir la injusticia, es algo que también promueven al tratar a los demás con una justicia y
exactitud rígida que se convierte en injusticia al querer que todos encajen en cierto
comportamiento, es decir, tampoco respeta la individualidad. La morfología de su cuerpo
tiende a ser de postura erecta, rígida y lo mas perfecta posible, el rígido también puede
engordar, pero su cuerpo continuara estando bien proporcionado. Los hombres y las mujeres
tienen glúteos redondeados y bonitos. El talle de las mujeres es pequeño y sus movimientos
son rígidos, sin ser abiertos, como si tuvieran dificultades para despegar sus brazos del cuerpo.
La quijada es tensa y el cuello tieso, erguido orgullosamente, en el cual por lo general se
destacan los nervios.
El rígido como vive internamente bajo una cuadratura aprendida, también vivirá de tal
forma en el exterior, por lo que se puede decir que busca la perfección, pagando uno de sus
precios, el consumo excesivo en ocasiones del tiempo. Esta cuadratura o rigidez con la que vive
cabe mencionar que le origino no ser el mismo, no vivir conforme a sus propias expectativas,
sino bajo las de su progenitor del mismo sexo, lo que se ve en el presente reflejado como un
rechazo a la autoridad, pues en el fondo de este rechazo hay coraje. Vivir bajo esta rigidez fue
mas bien una imposición de la verdad del progenitor ya mencionado, por lo que de igual forma
ahora en el presente, buscará tener también la razón. Su rigidez también se expresará en su
vocabulario, empleando palabras tajantes como el “siempre”, “nunca” y “muy”. En este sentido
de la búsqueda de la perfección, la religión tiene mas probabilidad de influir o repercutir en la
persona rígida que en quienes sufren otras heridas. Su perfección también tiene otro costo, el
cual es el miedo a equivocarse, el cual es vivido con intensidad, provocando esto una búsqueda
de habilidades para ser perfecto. Si se descubre como imperfecto en algo, entonces también
habrá otro precio, el cual será el de controlarse de manera exagerada para no incurrir en el
“defecto”. Cuando el rígido se encuentre en un error, se delatará tornándose de color rojo, lo
que expresa su sentimiento de vergüenza de si mismo.
Como también ya lo hemos mencionado anteriormente, el rígido se ha desensibilizado o
bien bloquea se sensibilidad, por lo que cuando se encuentra emocionado evitará mostrarlo,
pero es posible reconocerlo por su tono de voz que se torna seca y tensa.
La rigidez bajo la que vive se denota también en la aplicación a si mismo de tareas que
pueden ser arduas, pues al final de cuentas las tornará así para sentirse aliviado, ya que, por el
contario, si este siente en reposo, se sentirá culpable, aunque se justificará diciendo que lo
tiene merecido, es decir, necesita de una justificación para descansar. Por otro lado, cuando no
hay reposo y continua con una exigencia alta consigo mismo, puede no llegar a reconocer sus
limites, de hecho, el rígido es propenso a sufrir de agotamiento profesional.
El rígido le desagrada que le digan que es afortunado, ya que para él ser afortunado no
es justo, pues desea merecer lo que le sucede. No es de sorprender de hecho que al rígido le
sea difícil recibir regalos, lo cual lo hace sentirse endeudado.
Otro punto interesante rescatado por la autora es el hecho de que quien se controla se
esta imponiendo alguna regla, sin embargo esta imposición va en contra de ella misma, por lo
que no necesariamente corresponde a una necesidad, de aquí que puede no preguntarse como
se siente con algo o haciendo algo, esto obviamente se conecta con el hecho de que se vuelve
insensible consigo mismo, sin embargo pareciera que esta insensibilidad también le priva de ver
la sensibilidad en los demás trata a los demás como se trata así mismo, de hecho puede
reprender a una persona si considera sinceramente que ésta habría podido realizar de mejor
forma una determinada tarea.
Haciendo un poco mas de énfasis en su parte afectiva, dado que se ha privado de la vida
sensible, le cuesta recibir amor y mostrar amor, sin embargo, esto se vuelve una distancia
psicológica con respecto al otro, por lo que le puede hacer sentir a la demás frialdad. Sin
embargo esta insensibilidad no lo es del todo, o mas bien, es con respeto a emociones de
matices como el amor y la alegría, pues de cierta forma la que predomina en el rígido es la ira.
De forma paradójica lo que mas teme el rígido es que sean frívolos con él, pues de cierta forma
lo que busca es el reconocimiento a través de su esfuerzo.
En su vida sexual no suele ser tierno, continúa siendo rígido, no alcanza niveles óptimos
de placer. Se crea con facilidad un ideal de relación sexual que no es realista. Cuando decide
entregarse, usualmente se siente decepcionada porque la situación real no corresponde a su
ideal. A la persona rígida le es difícil comprometerse a causa de su temor a equivocarse en la
elección en la elección de compañero.
La persona rígida tiene varios tabúes en el plano sexual, ya que el bien y el mal también
dirigen su vida en este aspecto. La mujer es particularmente hábil para fingir que goza.
Mientras mas intensa sea la herida, mas rígida será la persona y mas se le dificultará alcanzar el
orgasmo. Por su parte, el hombre puede sufrir eyaculación precoz o incluso impotencia sexual
según su capacidad de brindarse placer en la vida.
Las enfermedades que son comunes en el rígido son: tensiones musculares o rigidez en
partes flexibles, agotamiento por exceso de trabajo, enfermedades que terminan en itis,
torticolis, problemas de estreñimiento y hemorroides, calambres, problemas de circulación
sanguínea y varices, psoriasis, alteraciones del hígado, nerviosismo, insomnio y problemas de
vista.
Por ultimo, cabe resaltar que la autora hace énfasis constantemente que mientras en
uno se acentúen de mayor forma los rasgos físicos o corporales, las heridas emocionales
pueden ser mas profundas. Por otro lado, la autora también recalca que podemos cargar con
mas de una herida, de hecho, es lo habitual pero que una será la predomina mayormente.
Ahora bien, es necesario comprender que ella también maneja de cierta forma una
fenomenología pues, por ejemplo, una persona puede denominar a su herida como rechazo,
mientras que algún otro espectador de la misma persona reconoce a todos esos síntomas como
los de abandono, es por esto por lo que solo la persona misma puede definir su herida.
La autora también deja en claro que la intención que lleva su información no es que
reclamemos o nos quejemos ante el progenitor que promovió la herida, pues al final de cuentas
eso solo propiciaría que sigamos viviendo la herida pues nos ponemos en modo victima y
culpamos a los otros de nuestra herida además, se necesita recordar que desde su postura, uno
fue el que decidió nacer con esos padres, solo que no recordamos pues esa información queda
en un nivel inconsciente.