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Joel Latner
Índice
Cap. I Introducción 2
Primeros Principios
Primeros Principios de la Terapia Guestáltica
R Referencias 53
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LA TERAPIA GESTALTICA
Capítulo I
INTRODUCCIÓN
Primeros Principios
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La epistemología se ocupa del conocimiento y de las diferentes clases de
normas que son hechas para decidir cuándo conocemos algo.
Aunque en realidad hay unos puntos en la página, vemos una P. Al contactar el mundo
lo ordenamos, dándole sentido a la realidad en el proceso de sentirlo. Como holistas,
estamos interesados en este proceso de hacer un todo (una P) a partir de los puntos
sobre la página.
La importancia de nuestra habilidad para ver los puntos como la letra P es que
el organizar los trozos que nos rodean en totalidades es intrínseco a nuestra conducta
El holismo, o concepción de la realidad como un todo unificado, aunque es tan antiguo como la humanidad
y tiene, como su descemndiente científico occidental a la Teoría de Sistemas, es una percepción y
comprendión de la naturaleza y el cosmos que ha permanecido confinada en el misticismo y, por dsupuesto,
asociada a la “metodología” de la intuición y l iluminación. Sin mbargo, durante la década de 1920, Jan
Smuts, general, estadista y filósofo sudafricano, publicó “ Holismo and DEvolution”. Este libro estableció, en
el subtipo de “filosofía social” los pincipios del holismo que recogió Fritz Perls para su concepción de la
Terapia Guestáltica.
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como seres humanos. La ocupación holística con los principios de organización que
subyacen al proceso de nuestro vivir es llamada estructuralismo.
Si pensamos holísticamente, sabemos que cualquier todo que examinemos está
atado al resto del multivariado universo. Como consecuencia, cuando estudiamos
procesos, debemos estudiar sus contextos, o dejaremos algo fuera.
Ya que parte del contexto de cualquier evento u objeto que conocemos es
aquel que está conociendo, entendemos al buscador de conocimiento de una manera
especial desde la perspectiva holística. No hay conocimiento “objetivo” o “subjetivo”,
porque no hay sujetos ni objetos; los términos implican que el sujeto conoce
objetivamente al objeto del que está separado. Holísticamente, el observador es parte
del contexto del sujeto ya que debemos hacer contacto con lo que queremos conocer
para conocerlo. Un enfoque holístico incluye nuestro darse cuenta de lo que
conocemos. Necesitamos nuestra experiencia para darle sentido a lo que
encontramos, y no podemos conocer la humanidad del otro si no podemos contactarla
con la propia.
Los resultados del hacer teoría e investigación holística tienen cualidades
distintivas. Una de ellas es el énfasis en conocer las cosas mediante la descripción de
lo que encontramos. El principio de explicación que usamos es la descripción detallada
del objeto o evento, incluido su contexto.
La T.G. es descriptiva, integrativa y estructural, enfatizando la fenomenología y
el presente. Es estas cosas porque su teoría del conocimiento también es estas cosas.
La terapia que se desprende de la teoría comparte esto. Es un enfoque consistente al
mundo fenomenal: conocimiento, teoría y práctica.
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Capítulo II
PRINCIPIOS BÁSICOS
Auto-Regulación Organísmica
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fuerza de gravedad y de su relación con nuestros movimientos al caminar, sin saber
que lo sabemos o ser capaces de articularlo. F. Perls creía, en este sentido, que el
darse cuenta era un aspecto de toda existencia, orgánica e inorgánica a lo largo del
tiempo y del espacio. “Estoy seguro que un día descubriremos que el darse cuenta es
una propiedad del universo: extensión, duración, darse cuenta” (1970).
El principio de la auto-regulación organísmica no implica o asegura la
satisfacción de las necesidades del organismo. Implica que los organismos harán lo
mejor a su alcance para regularse, dadas sus propias capacidades y los recursos del
ambiente. Este principio es similar al principio de ‘pregnanz’ de la psicología de la
Gestalt: “Cualquier campo psicológico está tan bien organizado como las condiciones
globales le permitan en ese momento particular”.
La auto-regulación organísmica no asegura la salud, solo asegura que el
organismo hará todo lo que puede con lo que está disponible.
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El Modo Medio
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La Formación de Gestalt: Figura y Fondo
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Prediferenciación o Indiferencia y Atención Dividida
Somos capaces de atender a más de una cosa a la vez. También nos podemos
forzar a atender a lo que no nos interesa. Excluyendo cosas a las que preferiríamos
atender.
Es útil distinguir entre una gestalt dividida y el estado de darse cuenta
prediferenciado. En este último, no nos damos cuenta de nada en particular, pero
estamos abiertos al campo en general. No hay un centro presente de atención. En
este estado estamos balanceados, existiendo en un punto cero de gratificación donde
no hay carencias ni excesos. Llamado también el estado de indiferencia creativa, es
parte del proceso de formación y destrucción de gestalt, el punto después de que una
figura ha sido destruida y antes que una comience a formarse.
En el estado de atención voluntaria, nuestra atención está dividida, lo mismo
que nuestras energías. Tenemos un conflicto en lo que es dominante; en vez de
resolver el conflicto, permanecemos divididos. En este estado, necesariamente
creamos gestalts débiles, difusas. Parte de esta división es inevitable, pero no es
menos abrumador e insatisfactorio por eso. Es semejante al conflicto neurótico, donde
constantemente luchamos una limitada guerra interior; aunque estas actividades
pueden ir una al lado de la otra y no inmovilizarnos, nuestra experiencia tiene la
misma ausencia de sabor que caracteriza tanto a la experiencia neurótica.
Desde el punto de vista de la formación de la gestalt, esta situación se produce
cuando aun no nos damos cuenta de todos los aspectos de la gestalt que llega. Decidir
en este nivel, “hacer” una decisión, interrumpe el proceso natural de encontrar
nuestras preferencias.
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hombres aquello que es intrínseco a ellos. Ser humano es vivir de acuerdo a estas
estructuras. El problema y desafío de nuestra vida es encontrar una forma de
completar nuestra humanidad.
En cierta forma, las preguntas acerca de la bondad y moralidad son superfluas.
El asunto es si actualizaremos nuestras posibilidades o las negaremos.
Destrucción y Agresión
Excitación
En alemán, el plural de gestalt es gestalten
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emociones. Las emociones son el correlato experiencial de la energía organísmica
organizada alrededor de la formación de gestalt que emerge. Es excitación específica,
enfocada.
La excitación es un aspecto de la relación entre la figura y el fondo. No es una
fuerza separada del evento que de alguna manera lo hace suceder; la excitación no es
divisible de las partes del campo organismo/ambiente. Es una función de la figura, de
la situación y de su desarrollo. Sus manifestaciones fenomenológicas (las emociones,
la experiencia de energía y de estar vivo) vienen de esa unificación del organismo y su
realidad.
La naturaleza del libre funcionamiento en el campo es que los aspectos del
campo se relacionan de una manera viva, en constante cambio. En este flujo, la
excitación infunde todas las partes del proceso. La excitación flotante y el contacto son
móviles y en flujo, y estas son características de un buen funcionamiento; por el
contrario, si detenemos el flujo de la excitación y el movimiento que son nuestros
procesos vivos, nos opacamos y desvitalizamos. El organismo que funciona libremente
está constantemente reajustándose y recontactando con el ambiente. Las perspectivas
cambian, las realidades cambian, nosotros cambiamos. La existencia es este flujo.
Fluyendo con el, permanecemos contemporáneos.
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La interacción entre polaridades funciona como un proceso dialéctico. Los
opuestos se hacen distintos y se oponen; luego, en su conflicto, se logra una
resolución que une a los polos en una figura que es más que la combinación de los
opuestos: es una nueva creación.
En el pensamiento dialéctico de la T.G., las dualidades no son contradicciones
irreconciliables, sino distinciones que serán integradas en el proceso de formación y
destrucción de gestalt. Mientras más marcadas las polarizaciones, más significativas
son las síntesis. Jung dice, “A mayor contraste, mayor potencial. La gran energía solo
viene de correspondientes grandes tensiones entre opuestos”.
El pensamiento dialéctico es una concepción holística de las diferencias.
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Capítulo III
LA SALUD
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actual, y los errores son esenciales para la salud y el crecimiento. La salud es poseer
la habilidad para tratar exitosamente con cualquier situación que encontremos ahora,
y el éxito es la resolución satisfactoria de situaciones de acuerdo a la dialéctica de
formación y destrucción de gestalt.
Trabajar gestalts en el libre funcionamiento no significa que no hay
esfuerzo comprometido. La salud no asegura que los obstáculos se derrumben
cuando los encontremos. Tampoco significa que es lo mismo que hacer cualquier cosa
que queramos. Es hacer lo que queremos cuando estamos centrados, completamente
en contacto con nosotros y con el ambiente.
De la acumulación de estos éxitos viene la confianza de que probaremos ser
adecuados a las circunstancias. Estos éxitos son nuestro apoyo, y este apoyo
constituye nuestra seguridad. De hecho, en el proceso de formación y destrucción de
gestalt podemos sentir que nos arriesgamos, pero con éxitos repetidos adquirimos la
confianza de que trataremos con las situaciones tal como vienen, con las habilidades
que tenemos; y su resolución será tan satisfactoria como la situación lo permita, y eso
será lo suficientemente bueno.
Otros aspectos de la salud requieren que sepamos lo que necesitamos.
Debemos estar en contacto con lo que es importante para nosotros. Para saber lo que
necesitamos debemos conocer y aceptar lo que somos en el momento presente,
porque nuestras necesidades están empotradas en nuestra existencia en el aquí-y-
ahora. Implícito en este requisito para la buena formación de gestalt está su contrario:
debemos saber lo que no somos. Al diferenciar lo que somos de lo que nos somos,
podemos distinguirnos del resto del campo. Directamente asociado a esto podemos
entender la oración de la Gestalt. Este es un axioma central del buen funcionamiento
en la T.G.
El funcionamiento sano requiere que nos entreguemos al proceso, al resultado
de las necesidades en el campo. No estamos buscando una victoria, no deseamos el
control. La situación, de la que somos parte, es la que controla y nos entregamos a
ella. No nos comportamos de acuerdo a una teoría, no tenemos metas. Es en este
sentido que podemos entender al afirmación de Perls, “La madurez es ir desde el
apoyo ambiental al si mismo al auto-apoyo”.
El aspecto final del funcionamiento sano es el darse cuenta: simplemente
aprehender con el alcance total de nuestros sentidos el mundo fenomenal dentro y
fuera de nosotros mientras ocurre.
“Feliz es la gente”, se dice, “que no tiene historia”. Llevamos al pasado como
una carga si aun tiene una exigencia sobre nosotros, y aquellos que dejaron al pasado
son escasos. Al parecer el pasado es nuestras vidas, interfiere con el darse cuenta
presente.
El darse cuenta es un acontecimiento en el momento presente. Todo aquello de
lo que podemos darnos cuenta está sucediendo ahora. Incluso nuestras reflexiones y
reminiscencias tienen lugar ahora, en el presente. Si nos damos cuenta totalmente del
ahora, estamos en contacto con todo lo que existe para nosotros. En el presente están
“Soy lo que soy,/ Eres lo que eres,/ No estoy en este mundo para satisfacer tus expectativas,/ ni tú estás en
este mundo para satisfacer las mías./ Si llegamos a encontrarnos, es hermoso,/ si no, no tiene remedio.” Esta
“oración” muy representativa de la gestalt “dura” ha sido motivo de un buen número de polémicas entre los
gestaltistas que esgrimen razones que van desde afirmar que es una representación versificada de la realidad
interpersonal y de los límites de la intención, a otros que acusan a esta versificación como una expresión de la
neurosis personal de Perls. Como con todo, ni tanto ni tan poco.
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nuestras necesidades y los medios para satisfacerlas tal como la situación actual lo
permita. Vivir totalmente en el presente es salud.
Un modelo de funcionamiento sano que a menudo se cita en T.G., es la
actividad creativa del artista. La psicología del arte es la psicología de todo lo demás;
es un paradigma de reunir los materiales del campo con imaginación espontánea,
directividad, capacidad de darse cuenta y habilidad al servicio de desafiar y aumentar
al si mismo. Aquí trabaja esa inteligencia organísmica cohesiva que es la intuición.
La Personalidad: El Sí Mismo
Self, en la traducción de la Editorial Cuatro Vientos, fue traducido como yo. Sin embargo, el uso, sobre
todo en la tradición psicodinámica de la expresión yo, alude a un segmento o parte de la totalidad del
psiquismo, prácticamente a la dimensión ego del sí mismo. Por eso se prefirió conservar el más extenso Sí
Mismo.
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El Sí Mismo en las Modalidades Ello y Ego
Si bien es cierto que la modalidad Ego corresponde, en buena medida, al agente adaptativo Yo del
psicoanálisis, la modalidad Ello, de ninguna man era, corresponde al Ello psicoanalítico sino, más bien, al
libre fluir, en el darse cuenta, en un campo facilitante para la expresión y el intercambio.
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Las vigorosas e intencionales cualidades de la modalidad ego probablemente
son más comunes en nuestra experiencia que las cualidades pasivas y de
acomodación de la modalidad ello. En parte esto se debe a que culturalmente estamos
condicionados a identificarnos más poderosamente con el estilo ego.
Las modalidades ego y ello rara vez existen en sus formas puras. Por lo
general, nuestra conducta está compuesta de elementos de ambos estilos; la relativa
importancia de cada uno es una función de la actividad en la que estamos
comprometidos y de nuestro estilo personal de estar en el mundo. En la modalidad
ego, coincidiendo con nuestra sensación de ser esforzados actores está el sentimiento
de estar, de alguna manera, aislados del campo. Gran parte de nuestro pensamiento
superior emerge de esta modalidad de conducta ya que el funcionamiento ego es
nuestro medio de imponer distinciones sobre el campo, es esta modalidad de
experiencia la que está reflejada en la estructura de nuestro lenguaje.
Contacto y Apoyo
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Nuestro apoyo viene de nuestra fisiología, coordinación, de la sensibilidad de
nuestras facultades de orientación y de nuestras habilidades motoras. Viene de
nuestra habilidad para usar el lenguaje para articular nuestras necesidades y
respuestas, y de nuestro auto-conocimiento: nuestra habilidad para estar en contacto
con nuestros sentimientos y pensamientos presentes.
Las cualidades particulares de nuestro apoyo vienen de la misma fuente que
nuestros contactos: de nuestra herencia y constitución, y de los resultados de gestalts
previas y de sus resoluciones. El apoyo viene también del resto del campo, del aire
que respiramos, del alimento que comemos y de las condiciones sociales de las que
somos parte. Florecemos cuando tenemos lo que necesitamos.
Esta es otra de las zonas polémicas en la T.G. Pareciera que la impredictibilidad total sería el más confiable
signo de salud de acuerdo a esas afirmaciones. No es tal. Solo a través del ejercicio solipsista, de la negación
de la importancia vital de los otros, del otro, es posible concebirlo así. Quizás la complejidad de lo que se
concibe como “otro” podría ayudar a comprender la afirmación referida. También, si “carácter” se entiende
desde la perspectiva reichiana, influencia potente en Perls, es decir, neurosis, como sinónimo de armadura
caracterológica, la frase se hace entendible.
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Mientras que no podemos evitar sino vivir en el presente, todos sabemos que
nos resulta posible dirigir la mayor parte de nuestra atención lejos de el. Sin embargo,
la conducta natural está centrada en el presente.
Es imposible sobre enfatizar la importancia del darse cuenta del presente en la
T.G. Estar en el presente asegura la existencia del proceso figura/fondo en todos sus
aspectos. Vivir en el presente es su propia recompensa. Trabajamos y jugamos por
amor al trabajo y al juego. Las gratificaciones no son diferidas, existen en el proceso y
en el resultado. Somos gratificados tanto en la experiencia de trabajar nuestras
necesidades como en la solución. En realidad, nuestra satisfacción emana de nuestro
envolvimiento en estos procesos y consiste en estar completamente comprometidos
en ellos.
La Salud en Sociedad
El Inconsciente y la T.G.
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nosotros, procesos internos y conducta. Desde la perspectiva gestáltica esto es una
reificación, constituir un estado de cosas en un hecho irreversible.
La T.G. niega la experiencia de esta división. De hecho, en la vida neurótica
“normal”, la experiencia de fragmentación es frecuente. Este no es el concepto de
normalidad en la T.G. Más bien, en la T.G. se habla de darse cuenta o falta de darse
cuenta. Lo que no es figura puede, momentáneamente, estar perdido para nuestra
consciencia, porque es irrelevante o porque lo mantenemos fuera activamente.
El concepto de funcionamiento sano en T.G. plantea que aspectos del si mismo
se movilizan fuera y dentro del darse cuenta en la medida que son necesarios para las
circunstancias.
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a) Confluencia:
Cuando nos encontramos en el punto cero, después de la destrucción de una
gestalt y antes de la formación de otra, nuestra experiencia es la de contacto
indiferenciado con el campo. Podemos sentir que somos parte de nuestro ambiente
como de nosotros mismos. En ese momento, decimos que estamos confluentes con lo
que contactamos. Nuestros límites se ha hecho permeables y apreciamos la similitud
entre lo que contactamos y nosotros mismos. La confluencia es la apreciación de la
igualdad. Es un componente central de la experiencia religiosa de unidad y en la
dinámica de ciertas experiencias de drogas. También es la cualidad de la resonancia
de ciertos momentos de intimidad.
b) Proyección:
Tiene similitudes con la confluencia. También implica un desmantelamiento de los
límites del si mismo, pero en vez de tomar la existencia del otro dentro de nosotros
mismos o mezclarnos con el, ponemos nuestra existencia en el otro. El otro sirve
como pantalla en la que ponemos un aspecto de nosotros mismos. Corresponde al
proceso de fantasía mediante el cual visualizamos el campo de una forma diferente de
la que realmente tiene. Un arquitecto mira una colina arbolada y proyecta una cabaña
en su ladera. Este proceso es básico en la creación y en la invención.
c) Introyección:
Es el proceso de tomar actitudes y conductas sin el proceso de formación de
gestalt. Introyectamos de la misma manera que nos ponemos una máscara. La
introyección sana es el role-playing que es conocido como tal: la actuación de un niño
o de un actor. Expendimos nuestras posibilidades, intentando nuevas formas de ser
para ver si nos calzan. En la introyección se siente el límite, y se requiere que el si
mismo funcione predominantemente en la modalidad ego, separando del campo las
partes que necesitamos.
d) Retroflección:
La retroflección sana corresponde a lo que denominamos auto-consciencia. Es el si
mismo en la modalidad ego, ordenando y regimentando nuestra conducta de acuerdo
a las exigencias de la situación. Un buen ejemplo es el aprender a escribir a máquina
o a tocar un instrumento musical. La retoflección sana es disciplina.
Funciones de Seguridad
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La regresión también es una función de seguridad, es reorganizar el campo
organismo/ambiente para poder enfrentarlo (ciertas formas de humor). Otra forma de
huída psíquica es la alucinación y la ilusión. Ponemos una fantasía en vez de una
situación intratable. Regularmente nuestros sueños cumplen con el mismo propósito,
catártico, de disipar la excitación acumulada.
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Capítulo IV
FUNCIONAMIENTO ANORMAL
Este capítulo está dirigido a lo que los profesionales de la salud mental llaman
neurosis, psicosis, conducta anormal y a las aparentemente ilimitadas variedades de
esquizofrenia; también cubre las versiones del lenguaje ordinario: volverse loco,
enfermarse, ser raro, andar cagado, etc.
Aunque de uso corriente en el lenguaje profesional, los términos clínicos
diagnósticos no sugieren un tratamiento específico. Las categorías de “enfermedad
mental” tienen muchos usos clínicos y sociales que, de hecho, pesan en contra de un
tratamiento exitoso.
En primer lugar, en la T.G. los desórdenes no son mentales, son organísmicos.
La misma división mente-cuerpo es un modo alterado de pensamiento. Es la totalidad
de nosotros la que puede encontrarse perturbada.
Lo que en la T.G. se llaman desórdenes mentales son las interferencias con el
proceso de formación y destrucción de gestalts que producen distorsiones y
desequilibrios en nuestra integración básica. Son desórdenes del funcionamiento y
crecimiento del si mismo.
En segundo lugar, en la T.G. entendemos que nuestras caracterizaciones de la
conducta sana y anormal son referencias a los procesos presentes. Se habla de
desórdenes de contacto y apoyo, de dificultades para que el punto cero persista o
aparezca, o de la incapacidad para permitir que las figuras se disuelvan después de
haber cesado de ser pertinentes.
La mayor parte de los desórdenes se originan en la infancia. Una respuesta
normal del organismo sano a una dificultad prolongada son nuestras funciones de
seguridad. Estas son situaciones de emergencia y, en éstas, recurrimos al repertorio
de conductas protectoras disponibles. Si la emergencia persiste, nuestra conducta de
emergencia persiste; haremos cualquier ajuste que podamos. Cerramos la figura de la
mejor forma posible, dado lo que el campo (el ambiente y nuestra sensación de
emergencia y amenaza) tolerará.
Al hacer esto, debemos interferir con nuestro libre funcionamiento, suprimiendo
la excitación que busca llevarnos a conductas prohibidas y a las respuestas que son
más apropiadas para nosotros, a favor de aquellas que son aceptables. Nos volvemos
en contra de nuestra conducta espontánea, entramos en conflicto con nosotros
mismos y parte de nuestra energía vital debe ser usada para restringirnos. La
supresión, conciente y controlada, pronto deja de ser percibida y se transforma en
represión crónica.
La energía que continúa usándose en el conflicto del que ya no nos
percatamos, está perdida para nosotros y no podemos utilizarla para enfrentar nuevas
situaciones. Parte de nuestras energías van a un estancamiento de inmovilidad.
También debemos cortar la excitación que puede ir a otras figuras, porque también
eso excitará nuestra totalidad y reactivará el conflicto interno.
Lo que llamamos desorden organísmico es la acumulación de eventos como
esos. Al interferir con nuestras funciones de contacto y con la persistencia del
funcionamiento de seguridad, perdemos nuestra unidad.
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Como resultado, no podemos crecer. Estamos estancados con las mismas
conductas que desarrollamos anteriormente.
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Simultáneamente, nuestros límites, que en el funcionamiento ego se vuelven
claros y bien definidos, mantienen esa distinción. Ahora, “hacemos” contacto y lo
mantenemos, o nos retiramos al aislamiento. El flujo es detenido, reemplazado por
cambios formales; los límites son firmes, el contacto está severamente disminuido, la
excitación es apartada. Nos hemos reificado, transformados en objetos.
Aunque continuamos existiendo en una situación única, nuestros planes son
generalidades y con cada fracaso, somos confirmados en la creencia de nuestro
peligro, porque aun no somos gratificados.
En la salud, nos orientamos a completarnos. Dañados, nos orientamos hacia la
victoria e impedir la derrota. Nuestra satisfacción y sentido del si mismo viene de la
conquista y del control. Luchamos por dominar o por eliminar lo que no podemos
controlar. Ya que gran parte de lo que necesitamos controlar es a nosotros mismos,
podemos entender estos desórdenes como auto-conquistas. Actuamos para suprimir el
peligro eliminando la excitación y el darse cuenta que podrían, nuevamente, ponernos
en peligro. Intentamos manipular los otros aspectos del campo: los objetos y personas
de nuestro entorno.
Al mismo tiempo que intentamos controlar, estamos siendo dependientes. El
propósito de nuestro control es perpetuar un estado infantil donde nuestro entorno
satisface la mayor parte de nuestras necesidades sin que tengamos que tomar parte
en la dialéctica u excitación del proceso gestáltico.
Una respuesta alternativa al peligro es el funcionamiento del si mismo
persistentemente en la modalidad ello. El funcionamiento ello le ofrece una retirada a
nuestro amenazado si mismo. Podemos concebir un continuado funcionamiento ello
como la disolución del si mismo en el fondo, con el propósito de evitar el peligro.
Una aparente paradoja del persistente funcionamiento ello es que su misma
persistencia es una función de la modalidad ego. La fijeza del funcionamiento ello
significa que hemos actuado para mantenerlo. El acto de mantención es un acto de la
modalidad ego.
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Organizamos nuestras relaciones de acuerdo a principios abstractos como
justicia, derechos o libertad, y ponemos nuestros principios en una posición
privilegiada por sobre las exigencias de cualquier situación particular. La forma
orgánica es reemplazada por la forma mecánica.
Podemos hablar sin estar comprometidos, sin responsabilidad. Decimos, “se
dice”, aunque el referente no es “se”, sino nuestro dolor. “No se puede remediar”,
respondemos al sufrimiento del otro, en vez de decir directamente “No puedo
ayudarte”, o más acertadamente “No te ayudaré”, o “No quiero ayudarte”. La cualidad
de nuestro discurso refleja el insano uso que hacemos de el. La poesía de color y
sorpresa que es la contrapartida verbal del funcionamiento vivo e hace interminable y
prosaico.
El hablar sirve a los mismos propósitos evasivos del funcionamiento alterado
que el que hace el pensamiento. En vez de coordinarse con el resto de nuestra
experiencia y realzar nuestro contacto, los reemplaza a ambos.
Nuestros intentos de interrumpir nuestro libre funcionamiento toma dos formas
generales: interferencia o substitución y represión. Usualmente ocurren juntos, en
secuencia o en proximidad temporal.
Los aspectos represivos de la obstrucción a nosotros mismos emergen, en
parte, de la persistencia de aspectos de nuestro funcionamiento normal. La represión
es el olvido de actividad suprimida. La supresión de nuestras respuestas motoras es
parte de nuestro repertorio de respuestas al peligro. Suprimir nuestras respuestas
espontáneas es retroflección.
Nuestro olvido también está enraizado en la conducta normal. Es nuestra
facilidad para ignorar, no dándonos cuenta de aquellas partes del campo que no
poseen interés para nosotros o con las que ya hemos terminado. En la represión,
nuestra deliberada inhibición es olvidada. El peligro de actuar aun está presente, pero
no hay nada más que hacer acerca del problema. Nuestro darse cuenta se disipa. A
medida que perdemos contacto con nuestros conflictos, el funcionamiento del si
mismo se hace limitado.
Sobre nuestra fisiología básica, unificada con el organismo total, imponemos
una fisiología secundaria de restricciones de emergencia, que se hace crónica y
habitual. Se transforma en lo que Reich llamaba una armadura, un escudo en contra
de las pulsaciones del organismo y de las invasiones del ambiente.
Represión es un término equívoco para este proceso. Al retenernos, no es que
simplemente detengamos nuestro funcionamiento. La excitación que hemos dado de
baja no desaparece. La energía debe ir a alguna parte. Se transforma en el proceso
mismo de bloquear y, quizás, en otras actividades substitutas.
Sin embargo, las figuras substitutas, por lo general, son inadecuadas para
satisfacer las necesidades que ocasionaron la figura original. Así, nos forzamos para
atender a algo que no nos importa realmente. Escuchamos cortésmente a una
aburrida conversación.
Mientras este proceso sirve para detener la expresión original de nuestras
necesidades, la armadura resultante tiene sus propias cualidades distintivas. Al
retenernos, expresamos la retención de nuestras necesidades y, de una manera
distorsionada y oblicua, también expresamos la necesidad.
Ya que nuestro control está próximo a ser imperfecto, a veces sucede que
comenzamos a relajar nuestras inhibiciones. Podemos encontrar que nuestro nivel de
excitación está a la par o excede la fuerza de nuestras inhibiciones, porque nuestras
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necesidades aún están tratando de moverse hacia su satisfacción; la figura quiere
emerger. La batalla resultante de excitación y restricción es lo que se llama ansiedad.
La ansiedad es el conflicto de nuestros intentos de bloquear nuestra excitación.
Ocurre cuando interrumpimos a la gestalt emergente. Fisiológicamente, la ansiedad es
la contracción de nuestro pecho en contra de la necesidad organísmica de suplir el
oxígeno necesario para apoyar la nueva excitación. “La ansiedad como una emoción,
es el temor al propio atrevimiento” (Perls, Hefferline y Goodman, 51).
Originalmente, la ansiedad es nuestra experiencia del conflicto entre nuestras
necesidades organísmicas y las restricciones de nuestras funciones de seguridad;
posteriormente, cuando ya hemos institucionalizado nuestras funciones de seguridad,
es el conflicto de nuestra armadura y nuestra excitación. En este último estadio, es
probable que no reconozcamos a ninguno por lo que son; nuestra experiencia es solo
una incomodidad.
La ansiedad es una represión incompleta. No hemos triunfado en
conquistarnos. En la ansiedad, estamos en contacto con el presente aumento de
excitación, y también estamos en contacto con nuestras expectativas del resultado de
expresar nuestra excitación. El conflicto es entre la presente figura que se forma y
nuestra anticipación de desastre que sobrevendrá si permitiéramos que la figura se
desarrollase.
Esta es la dinámica de la cual el pánico de escena es un ejemplo. Juntando
todo estas conductas constituyen lo que llamamos nuestras defensas. Ellas emergen
de nuestros intentos de protegernos y mantener nuestro funcionamiento, pero se
transforman y son mejor entendidas como agresiones en contra del si mismo.
Asuntos Incompletos
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El Individuo y la Sociedad
Del latín res, cosa; hace referencia lo no organísmico, a lo no procesal, a lo estático.
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la zona media. Por otro lado, los funcionamientos ego y ello dejan de ser aspectos
coordinados del si mismo. Nos volvemos rígidos y estancados, o difusos y nunca lo
suficientemente adecuados.
Nos situamos en posición de peligro ante las demandas del campo y nos
experienciamos como incapaces de enfrentar las difíciles circunstancias. Como
resultado, intentamos apartarnos del encuentro con las exigencias situacionales. Nos
falsificamos porque no aceptamos lo que somos. Esta insatisfacción es nuestra
invitación para usar el funcionamiento ego para rehacernos. Bloqueamos cualquier
cosa que no corresponda a la imagen ideal que hemos construido, nuestro auto-
concepto.
También el ambiente tiene que calzar con nuestra idealización si vamos a
triunfar. Estos son dos aspectos de la misma insatisfacción.
Cada una de las formas características con que el si mismo contacta el resto
del campo tiene su contrapartida en el funcionamiento anormal.
La confluencia se transforma en pseudo-confluencia; alteraciones fantaseadas
en el ambiente se transforman en proyección; el role-playing y la imitación en
introyección y el auto-control en retroflección.
Así como la Confluencia es la apreciación de igualdad, la pseudo-confluencia es
hacer la misma cosa del individuo y del ambiente. Infantilmente nos aferramos a la
confluencia original de pecho y niño. No asimilamos la experiencia, la tragamos. No
experienciamos límites, no podemos hacer contacto porque el contacto es la
apreciación de diferencias que nos hemos vuelto incapaces de conocer. No podemos
formar una figura y, como niños, somos incapaces de jugar nuestra parte en cambiar
nuestras circunstancias porque sentimos que carecemos de la habilidad para hacer
nada. El otro debe hacer el esfuerzo porque somos desamparados. Estamos como en
un trance, sin voluntad, sin funcionamiento en la modalidad ego en absoluto.
El ‘verdadero creyente’ de Eric Hoffer es un ejemplo de esto: es una persona
que busca un movimiento o una causa para poder comprometerse. Puede ser un
rabioso comunista y, posteriormente, un rabioso fascista. Lo que le resulta necesario
es estar tan intensamente comprometido con sus creencias que estas lleguen a llenar
el hueco de su vacío si mismo.
En la Proyección patológica, el límite de distinción entre lo que somos y lo que
no somos se pierde. Vemos al mundo como queremos que sea y así perdemos el
rastro de lo que hemos hecho al mundo exterior.
Hay dos partes en la proyección, ya sea sana o deteriorada. Primero, borramos
la realidad, ignorando lo real. En seguida, llenamos el vacío que hemos hecho con
nuestra fantasía. En el funcionamiento anormal, cesamos de darnos cuenta de lo que
hemos hecho. La proyección insana requiere que evitemos cualquier responsabilidad
por distorsionar la realidad. La necesidad de proyectar reside en nuestra sensación de
que no podemos sobrevivir y poseer nuestras ideas y sentimientos, porque estos nos
amenazan con comprometernos en situaciones que creemos nos hacen peligrar. En
otras palabras, las enajenamos. Al usar el mecanismo del contacto proyectivo,
ponemos nuestra rabia, nuestras exigencias y nuestras habilidades en otros. En vez de
conocer nuestro poder, nos sentimos desamparados para resistir la fuerte insistencia
de otros. Nos empobrecemos y permanecemos inmaduros y dependientes.
En la Introyección, como en la confluencia, tragamos lo que está fuera de
nuestros límites sin digerirlo. Pero la introyección es una función más discriminatoria.
Es un intento más maduro y preciso de tratar la inadecuación que sentimos. Es una
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estrategia de la modalidad ego. Al introyectar, primero tomamos trozos y porciones de
roles que esperamos nos permitan dar cuenta exitosamente de situaciones que
nuestras respuestas espontáneas parecen no resolver; luego, dejamos de darnos
cuenta que somos actores. Pensamos que somos nuestros roles. Aquí, como en la
pseudo-confluencia, el tomar e ingerir es un pseudo-metabolismo. El si mismo no
asimila. En vez de estar integrados y unificados, tenemos capas.
Originalmente, nuestros padres son la frecuente inspiración de nuestros
introyectos. Posteriormente, vienen de otros. Lo que es esencial para que
introyectemos es que ellos están, o parecen estar, en control de la situación y, por lo
tanto, de nosotros. Nos dominan.
Como todos los recursos de nuestro funcionamiento alterado, estas maniobras
no nos satisfacen. Hemos bordeado nuestras necesidades y el proceso de elaboración
de la satisfacción del si mismo. Nuestros introyectos no bastan porque no hemos
aprendido a enfrentar, solo a copiar.
La Retroflección, la manifestación patológica del auto-control, es nuestra
solución a nuestra falta de voluntad o inhabilidad para actuar enérgica y
decisivamente sobre el ambiente. Volvemos nuestras acciones en contra nuestra y
evitamos contactar sus obstáculos. En la retroflección, el ambiente sobre el que
actuamos somos nosotros.
Mientras que la introyección y la pseudo-confluencia son alteraciones de
aspectos tempranos del proceso de la gestalt, la proyección y la retroflección son
alteraciones que ocurren en estadios más avanzados, cuando ya hemos formado más
claramente la figura/fondo.
En la retroflección, frenamos nuestro impulso y el resultado es la inmovilidad.
La inmovilidad no es resolución, es la tensión de opuestos de igual fuerza.
Físicamente, es la armadura corporal, la musculatura constreñida. Emocionalmente,
puede ser visto como la acción en contra del resentimiento a través de la culpa.
Cognitivamente, puede ser la persistencia de la introspección oponiéndose e
inhibiendo nuestro darse cuenta; en vez de contactar el ambiente, contactamos
nuestra mentalidad. Nos hacemos a nosotros mismos lo que queremos hacer a otros.
Hemos visto que el desorden de la salud requiere que el si mismo funcione en
el estilo agresivo de ego. La interrupción básica del proceso figura/fondo, el antecesor
de todo deterioro, se llama egotismo. Es la deliberación usada para aniquilarnos a
nosotros mismos. Su satisfacción está en el control y en la victoria. La victoria no es
conducta integrada, la resolución sí lo es.
El egotismo también nos da un sentido engañoso y falso de nosotros mismos.
Nos volvemos arrogantes, impresionados con nuestros poderes. El resultado es que
nos ponemos en el centro de la vida. Su evidente ironía es que al tratar de que las
cosas funcionen, aseguramos su fracaso. Buscando producir nuestra satisfacción, nos
frustramos. Intentando ejercitar control sobre nosotros mismos y el ambiente, nos
volvemos incontrolables. Así, llegamos a experienciarnos como ajenos.
30
balanceada interacción normal. Se transforman en el si mismo en conflicto, en una
contradicción de funcionamientos alterados ello y ego.
Lo que nos mantiene sanos es aquello que mantiene integrado al si mismo:
vivir en el presente, en el ahora. Al vivir en el ahora, nuestras funciones de contacto
son adecuadas.
Entonces, la pre-condición para la anormalidad es la pérdida de contacto con el
campo, porque en la medida que el contacto unifica al si mismo, la pérdida de
contacto produce su desintegración. La anormalidad es la mala coordinación de
estructura y energía. Demasiada estructura para la excitación es represión,
cadaverización, conducta formalizada y a brincos; demasiada poca estructura es
conducta impulsiva, actino out, bizarría.
Al extremo del desequilibrio de las modalidades del si mismo, vemos lo que se
conoce como esquizofrenia y las psicosis.
Con el contacto disminuido, la permeabilidad de las fronteras del
funcionamiento ello es exagerada. Los estilos de conducta que dependen de
confundirnos con el exterior (confluencia, proyección e introyección) pueden florecer.
Es esto deberíamos reconocer una descripción general de aspectos de los desórdenes
extremos que se caracterizan por una conducta fuera de control.
Otros desórdenes extremos obtienen sus características primarias del si mismo
olvido de la realidad y de la casi total dominancia del si mismo por la modalidad del
ego: megalomanía, paranoia, obsesión y compulsión.
También deberíamos notar que el funcionamiento que se caracteriza por una
preponderancia de la modalidad ello generalmente es más extremo y más perturbado
que el funcionamiento donde persiste la modalidad ego. Parece ser que ya que una
modalidad ego viable nos permite manipular nuestro contacto con el campo, tenemos
más habilidad para moderar nuestra disfunción si este modo está bien desarrollado.
31
Ya que el impasse es una experiencia tan difícil y debilitante, desarrollamos una
fobia al respecto. Comenzamos a evitar las circunstancias, pensamientos y
actividades que excitarán a los elementos de nuestros conflictos.
El nivel de funcionamiento que creamos para evitar nuestro impasse debe ser
opaco y carente de significado y, al mismo tiempo, nos debe permitir manipular el
campo de tal forma que no confrontemos nuestros tópicos más presionantes. Nos
volvemos falsos, jugadores de juegos. Este es el nivel de jugar roles sin saber que
somos jugadores, y de controlar personas y cosas.
El objetivo de este nivel externo de funcionamiento deteriorado es impedir la
autenticidad, porque ésta puede conducirnos inequívocamente a la resurgencia de
nuestros conflictos.
32
Capítulo V
Lo General
33
nuestra conducta presente. Primero debemos descubrir lo que nos hemos hecho a
nosotros mismos y que ha llegado a constituir una segunda naturaleza de
funcionamiento deteriorado. Nos contactamos con los asuntos incompletos que
tenemos y cómo los mantenemos en suspensión.
El propósito inicial de la terapia es recuperar para nuestro darse cuenta las
actitudes y conductas que nos constituyen en el momento presente. Aquí, se intenta
cambiar solo nuestro darse cuenta y no nuestros actos. Aunque, debemos decir,
restaurar nuestra conducta presente a nuestro darse cuenta producirá una renovación
del proceso gestáltico de cambio. Con frecuencia encontramos que lo que estamos
haciendo no nos satisface y que nuestra auto-restricción en contra de actuar para
formar figuras que deseamos formar no se basa en ninguna necesidad presente.
Desde este darse cuenta inicial de cuan ineptos somos, comenzamos a intentar
cambiar nuestro actos para hacerlos más congruentes con nuestras necesidades.
Encontramos que nuestras necesidades son más simples y realistas que lo que
nuestras frustraciones nos han llevado a creer. En otras palabras, el contactar
nuestros asuntos incompletos no nos transforma necesariamente en glotones voraces,
esclavos de nuestros apetitos.
Otro aspecto relacionado de la terapia es intentar nuevos modos de
pensamiento y acción para reemplazar aquellos que comenzamos a encontrar
inadecuados. Esto se hace a través del ensayo y error. Buscamos en nuestro si mismo
por el ímpetu hacia nuevas direcciones y, en la terapia, damos los pasos que van en
esa dirección encontrando incrementos sucesivos en el manejo del campo orientados
hacia nuestra satisfacción. Este es el aspecto experimental de la psicoterapia
gestáltica.
El ensayo y error es un elemento intrínseco en la formulación de una figura y el
darse cuenta presente es el contacto adecuado necesario para la formación de la
figura.
No deberíamos concluir que estos dos aspectos de la actividad terapéutica,
contactar el si mismo presente y crear nuevas conductas, siempre ocurren en el
mismo orden en que se han presentado. El cambio terapéutico es una actividad
cooperativa donde el contacto y la creación interactúan para restaurar el
funcionamiento sano. Pueden ocurrir en el orden señalado, o a la inversa, o alternada
y combinadamente.
34
nuestro darse cuenta y excitación a nuestros asuntos incompletos. Nos forzamos a
detenernos, mirar y experienciar el terror del que hemos estado huyendo.
Durante el desarrollo de nuestro deterioro, la modalidad ego fue una de las
armas de nuestra auto-conquista. En la terapia es uno de los instrumentos de la
restauración del si mismo sano.
El Darse Cuenta
35
curiosidad histórica es reemplazada por un examen experiencial de la estructura y
función de la conducta.
El propósito de estas técnicas es traer nuestra presente existencia a nuestro
darse cuenta. Poniendo atención a nosotros mismos, llegamos a saber en que consiste
nuestra experiencia actual. Esto es una inversión del funcionamiento deteriorado.
No es necesario enfocarse en experiencias que están cargadas de significado y
afecto. También podemos atender a aspectos aparentemente elementales y mundanos
de nuestro funcionamiento, como la forma en que miramos, masticamos, caminamos.
Cada una de estas actividades, partes del continuum del darse cuenta y conducta, son
elementos del todo que es cada uno de nosotros. De este modo, cada actividad, de
alguna manera, reflejará el todo.
En este tipo de trabajo terapéutico, atendemos el continuum de nuestro darse
cuenta. Descubrimos como funcionamos en el mundo permaneciendo con los cambios
en nuestra experiencia presente.
Al contactar con el presente de esta forma, reducimos la importancia de la zona
media. El terreno del discurso subvocal, de conceptos inútiles, recuerdos y
anticipaciones es vaciado a medida que nuestro darse cuenta se expande. Por esto
mismo, el darse cuenta mismo es una fuerza impulsora de cambio.
Lo que está disponible para la terapia en el presente es aquello con lo que
podemos contactarnos: nuestros movimientos, gestos, lenguaje, sensaciones, postura,
expresiones, nuestra interacción con la realidad. Esta es una de las principales
características de la metodología gestáltica: está orientada a la superficie de la
conducta. Trabaja con la obviedad del funcionamiento presente.
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En la T.G., estamos directa y centralmente ocupados con la aparición y
expresión de emociones en la situación terapéutica. El desarrollo de expresión
emocional apropiada y el contactar emociones presentes constituye una parte
importante del trabajo terapéutico. En la T.G., estamos interesados en la experiencia
presente de nuestros sentimientos. Si hablamos de nuestros sentimientos, nuestra
experiencia presente es la de hablar, no la de sentir. De este modo, en la terapia no
estamos interesados en reportes acerca de lo que nos ha sucedido en el pasado, sino
en lo que está sucediendo ahora. La técnica gestáltica corriente de reformular eventos
pasados en el tiempo presente y pedir que la descripción sea hecho como si el cliente
estuviera experienciándola ahora por primera vez, trae el pasado problemático al
presente. Un problema presente es uno con el que se puede tratar.
Los sueños, las fantasías y los asuntos incompletos de nuestro pasado son
todos tratados de esta misma forma general.
Una técnica efectiva y, por lo mismo, corriente para traer eventos pasados al
presente es hacer que el cliente actúe las partes de la fantasía, sueño o recuerdo.
La T.G. alienta al experienciar y expresar emociones intensas, porque ellas
hacen comprensible y satisfactoria nuestra existencia. Debemos abandonarnos a ellas
si queremos abarcar todo lo que somos, si queremos llegar a soluciones trabajables.
Aquí no estamos hablando de catarsis, de vomitar emociones para ‘ventilarnos’. “La
naturaleza no es tan derrochadora como para crear emociones para arrojarlas lejos”
(F. Perls). Las emociones son una parte intrínseca de la experiencia, y es necesario
que la recobremos en terapia si queremos reorganizar nuestra excitación y
gratificarnos. Enfatizamos el aspecto emocional de la experiencia como parte del
contactar la totalidad de nuestras vidas.
En la T.G., el resultado de la terapia es estar abiertos a las emociones,
permitirles ser una parte valiosa e irremplazable de nuestra experiencia. Si las
minimizamos (o a cualquier otro componente de nuestra experiencia), disminuimos
nuestra vidas. Si, al intentar encontrar alguna resolución a nuestros conflictos, nos
apartamos de alguna de las dificultades ingredientes (vergüenza, temor, ansiedad o
rabia) disminuimos el conflicto, pero también disminuimos la utilidad y satisfacción de
la solución. La ansiedad, el temor y el dolor nos alimentan cuando les permitimos ser
parte de nuestra experiencia, porque nuestro contacto con las emociones es parte del
libre funcionamiento del si mismo. Comprometernos con nuestras vidas nos mantiene
basados y centrados en los hechos de nuestra existencia. Eso es seguridad.
Desarrollando Discriminación
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forma, el cliente puede experienciar sus expectativas y luego, en contraste, contactar
al otro.
Los experimentos en discriminación pueden ocuparse de nosotros y de nuestro
contacto con el ambiente o de nuestro contacto con nosotros mismos. Podemos
escuchar diferentes sonidos, ganando experiencia en discernir lo que hay de diferente
en ellos. ¿Qué hay en mi voz que la distingue de la tuya? ¿Cuál es su volumen, tono,
timbre, melodía, resonancia, articulación? O podemos aprender a refinar nuestro
sentido de nuestras propias reacciones emocionales, de modo que la depresión y la
tristeza llegan a ser experiencias distintas, y la irritación se hace diferente de la rabia.
Sin un refinamiento en los aspectos del proceso gestáltico, no nos satisfaremos
porque nuestras necesidades son más específicas. Para terminar nuestra depresión,
debemos comenzar por expresar nuestros resentimientos; para terminar nuestra
tristeza, debemos llorar. Una actividad no puede reemplazar a la otra.
Otra parte de la metodología de la T.G. que se relaciona a la discriminación
intenta traer conflictos internos al presente. Actuamos cada una de las voces internas,
transformando un argumento interminable en un encuentro intrapersonal. Tomando
ambas partes del argumento, permitimos que ambas partes se desarrollen
completamente. Cada polo obtiene su completo reconocimiento al tomar
responsabilidad por ellos en este role-playing.
Polaridades en Terapia
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confiable. Deberías ser confiable”. Nuestro perro de arriba es regañón, acusador,
exigente, virtuoso. El estereotípico padre severo. No puede estar satisfecho por mucho
rato; pronto nos aguijonea a que nos ajustemos a sus pautas.
Terapéuticamente, la polaridad perro de abajo/perro de arriba es tratado como
cualquier otra polaridad. Característicamente, a medida que el perro de arriba se
desarrolla más completamente, sus cualidades predominantes son aumentadas por la
suma de frustración y desamparo, porque usualmente el perro de arriba es el
perdedor en este conflicto intrapersonal. Al desarrollar el polo del perro de abajo, su
auto-denigración, desamparo y aceptación de las pautas del perro de arriba se
transforman en sabotaje y, luego, en abierto desafío. “No, no haré lo que quieres.
Estoy cansado de tus regaños, tus deberías y exigencias. Quiero librarme de ti”. Los
polos se van equiparando y su oposición es aumentada. En este punto, cuando la tesis
y la antítesis de la dialéctica se han desarrollado plenamente, que este sostenido
conflicto interno puede moverse adelante hacia la unidad e integración.
39
a terapia, a un punto desde el cual él puede llevar su vida por si mismo. La terapia
comienza donde el cliente está.
40
con nuestro dolor. Para tener éxito en la terapia, debemos estar dispuestos a correr
estos riesgos y hacer lo que es la parte desagradable de nuestra vida.
Otro de los riesgos del trabajo terapéutico que debe ser hábilmente modulado
es la frustración que sobreviene al cliente cuando se le hace claro que él va a ser
quien se hará cargo de sus asuntos incompletos.
Si una solución va a ser terapéutica, no sólo debe tratar adecuadamente con un
problema dado, sino que también debe ser una instancia en la que el cliente descubre
que posee lo que necesita para crear esa solución. La frustración experta en terapia,
fuerza al cliente a movilizar su energía de otra manera que la de intentar que otros
conduzcan su vida o en hacerse deprimido, infeliz o confuso. Porque la frustración, en
este caso, bloquea las avenidas normales de escape de su existencia de tal forma que
el ímpetu del cliente es redirigido a encontrar nuevas formas de hacer frente a su
vida.
41
nuestra actividad y experiencia, permaneciendo en contacto sin aplastar lo que está
ocurriendo al poner atención.
Esto es usado en terapia para dirigir nuestra excitación a los asuntos
incompletos.
En el contexto del proceso terapéutico completo, el funcionamiento libre
espontáneo es ganado mediante la coordinación y el permiso que nos damos para ser
tan libres como podemos. En una forma, esta combinación es paradójica (la salud
ganada a través de la intención y de la libertad), pero es una combinación muy
parecida a las de las modalidades del si mismo. Tal como el proceso del libre
funcionamiento es una compleja interacción de nuestra propositividad y nuestra
conformidad (tomar y dar) unidas en un solo propósito, el proceso terapéutico
requiere la misma intersección de intensión y abandono.
El lenguaje es una parte importante del contacto que hacemos con otros.
Usado precisa y directamente, nos permite comunicarnos. En la T.G. se presta gran
atención al lenguaje como un aspecto de la comprensión y expresión de nuestras
vidas.
La terminología de la T.G. ha sido escogida por ser, en su mayor parte, un
lenguaje estrechamente unido a los procesos de nuestra experiencia. Así, la forma
como hablamos acerca de lo que nos sucede y los eventos mismos, están
entrelazados.
El lenguaje popular tiene muchos ejemplos de sabiduría que ha sido ganada a
través de muchas generaciones y que, a veces inadvertidamente nos da visiones
claves de la experiencia de otra persona. Decimos que una persona que nos está
irritando “Me está dando un dolor de cabeza”. Y, con toda seguridad, muchos
desórdenes físicos (dolores de cuello, de cabeza, de ano) emanan de constreñir
nuestra expresión. Pero el punto es, que lo que decimos y cómo lo decimos acarrea
información importante acerca de nosotros.
Las formas que toman nuestras expresiones de lenguaje, con frecuencia son
sintomáticas de nuestras creencias y actitudes generales. Decimos, “Es doloroso
pensar acerca de mis hijos”, cuando queremos decir que sentimos dolor. “Es doloroso”
es una convención común de nuestro lenguaje, pero también expresa nuestro
extrañamiento de nuestros sentimientos, individual y colectivamente. Al hablar de
esta forma, transformamos nuestras emociones y sentimientos en un paquete, ligera y
significativamente removidos de nuestro ser.
Hay algunos enfoques generales para el uso del lenguaje en terapia. Primero,
hay un constante énfasis en desarrollar una facilidad de expresión y un vocabulario
suficiente como para reflejar la profundidad y variedad de nuestras experiencias. Esta
tarea va mano a mano con otras actividades terapéuticas de modo que la creación de
un estilo expresivo que refleja lo que sucede con nosotros, llega al mismo tiempo que
nos da cuenta de crecientes sutilezas de la experiencia.
El desarrollar precisión y refinamiento lingüístico puede tomar formas más
simples. El terapeuta puede pedir que un cliente experimente con encontrar
expresiones más directas de rabia que hacer preguntas sarcásticas. Un cliente que
dice “No entiendo como puedes ser tan insensible conmigo. ¿Por qué te olvidaste de
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mi cumpleaños?”, puede ser alentado a contactar con su rabia y expresarla. Decir
“Estoy herido y enojado con que no hayas pensado en mi cumpleaños”, es el punto de
su reacción. No lo es el preguntarle a su esposa por las razones de su descuido. Vela
sus sentimientos en un aparente interrogatorio intelectual. No queremos razones, sino
preocupación.
Un punto de esto es ayudar al cliente a encontrar un estilo de expresión
suficientemente cargado de afecto, matiz y metáfora que sea una herramienta útil
para explicar su experiencia. Esto se vuelve especialmente importante en nuestros
intentos de conocer a otro.
Otra meta de esta clase de trabajo es refinar nuestra expresión para contactar
o recontactar experiencias pasadas. Las palabras también pueden traernos a nosotros
mismos. Las técnicas gestálticas de relatar eventos pasados en tiempo presente
tienen este objetivo.
El lenguaje puede ser parte del proceso de incrementar el darse cuenta de
nosotros mismos. En ocasiones, los terapeutas gestálticos alentarán el hablar acerca
de los procedimientos usados en T.G. (técnicas como cambiar “es triste” por “estoy
triste” o relatar un evento pasado en presente). Discutir el razonamiento que yace tras
estos procedimientos reconoce la importancia de la intelección como parte del proceso
organísmico total y le da al cliente apoyo para tomar riesgos.
Este uso de las palabras como un proceso digestivo, también es un intento de
proporcionar alguna seguridad de que los procedimientos característicos de la T.G.
serán integrados al cliente, y que no se transformarán simplemente en un nuevo
material introyectado que el cliente se pone como traje nuevo. Ese tipo de cambio no
es crecimiento, es subsistir viejas dependencias por una dependencia del estilo de la
T.G. Las técnicas gestálticas son tan poderosas que esto es un verdadero peligro, y
una discusión seria y completa puede disminuir la posibilidad de que la terapia
degenere en un nuevo escape del si mismo por parte del cliente al imitar al terapeuta.
Las palabras solas, por lo general, no son suficientes para efectuar crecimiento
personal. Una excepción a esto la podemos encontrar en estados avanzados de la
terapia, cuando el darse cuenta y el contacto terapeuta-cliente son lo suficientemente
claros y profundos. En estas circunstancias, el lenguaje marcha al unísono con los
sentimientos y lo físico, y unas pocas frases o una discusión prolongada y lúcida
pueden, por si mismas, evocar cambio organísmico.
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impasse, éste se disuelve en una nueva conducta: la resurgencia del libre
funcionamiento dirigido al asunto que está a la mano.
F. Perls denominó explosión a la disolución del impasse o, también, nivel
explosivo. Más acertadamente, es la liberación de la tensión que hemos construido
para nuestra auto-conquista, y vertiéndose en la figura. Podemos explotar a la rabia,
pero también podemos explotar a la acción creativa, al orgasmo o a la pena.
Este último nivel nos libera. Es explosivo en contraste con la experiencia previa
de impasse. Pero esta explosión es diferente de una rabia largamente reprimida. Eso
es acting-out, la furia de una olla a presión sin válvula de seguridad que finalmente
revienta las soldaduras. La explosión que es resolución de un trabajo terapéutico
sólido es diferente. Reforma el campo, no lo destruye.
Las herramientas que el terapeuta gestáltico usa en este proceso son el darse
cuenta, el experimento y el encuentro. Algunas veces el encuentro entre el terapeuta
y el cliente es el foco primario del trabajo terapéutico, y el terapeuta enfoca sus
habilidades en el encuentro. Algunas veces el terapeuta funciona como un técnico que
indica al cliente nuevo darse cuenta y nuevos riesgos.
Para el terapeuta gestáltico, como para cualquier terapeuta, es necesario estar
en contacto consigo mismo, con el cliente y con las exigencias del momento. La buena
terapia requiere que el terapeuta practique lo que predica. Debe estar en buen
contacto con el campo: debe estar centrado en su propio proceso y también darse
cuenta de lo eventos en su límite de contacto, el encuentro con el cliente.
Más aún, el terapeuta debe contactar con el cliente en el momento presente y,
al mismo tiempo, incorporar el marco teórico que hemos delineado. Principalmente,
debe mantenerse en contacto con la dialéctica gestáltica: la interacción de
polaridades. Debe ser una parte integrada, asimilada de cómo contacta el mundo, un
aspecto de su si mismo.
Cualquier cosa funciona, si contribuye al sutil incremento de darse cuenta que
es el siguiente paso que el cliente, deseoso o trémulo, está dispuesto a dar. “La magia
en terapia es cuestión de modular la velocidad y elegir el momento” (Laura Perls).
Contacto físico, autenticidad, por supuesto; pero autenticidad selectiva, apropiada a
las exigencias del momento, y contacto físico que es genuino y adecuado.
El terapeuta debe ser tan único como cada momento. Si copia a otro terapeuta
o continuamente recurre a los trucos que han tenido éxito en el pasado, se vuelve
mecánico, inauténtico, irresponsable. Por supuesto, esto no quiere decir que el
terapeuta nunca hace la misma cosa dos veces. Si está sintonizado al presente, su rol
es fresco, incluso si es una repetición de una actividad anterior. Al contactar con el
momento presente, el pasado no se puede repetir.
Mientras estimula el darse cuenta del cliente, el terapeuta también encuentra al
cliente, una persona a la otra. En este caso, el terapeuta como técnico en darse
cuenta y el terapeuta como ser-humano-auténtico-en-el-encuentro, son uno.
Diagnosis
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se caracteriza a la conducta, se destacan los patrones. En la medida que estos son
regulares y repetidos, el terapeuta señala la repetición.
En la T.G. la diagnosis es destacar los patrones de la conducta del cliente y de
sus interacciones con el terapeuta.
Tradicionalmente decimos que las personas que están muy envueltas en su
deterioro, están caracterológicamente deterioradas. Esto es tomado en cuenta en el
proceso de diagnóstico. El terapeuta continuamente evalúa la extensión del paso de
incremento que el cliente es capaz de dar en el desarrollo de su darse cuenta y e qué
momento debe comenzar la experimentación. El énfasis está en lo que el cliente
puede hacer y en lo que no puede hacer y en cuan amplios son los pasos intermedios.
La terapia procede más lentamente cuando la personalidad del cliente está
predominantemente inclinada a su deterioro.
Ayudar
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Hemos señalado que el éxito en la T.G. requiere que un terapeuta hábil en
proporcionar el tipo de frustraciones que inducirán al cliente a encontrar sus propios
recursos y soluciones. También hemos señalado la importancia de organizar el trabajo
terapéutico de tal modo que los intentos del cliente de incrementar su darse cuenta
ocurran en incrementos modulados.
El cliente debe tener el tipo de ayuda que facilite que deje de lado la ayuda del
terapeuta en favor de su propio auto-proceso. Esa es la única clase permisible de
ayuda.
Como consecuencia, el enfoque gestáltico evita apoyarse en técnicas de
terapia, como la interpretación, que alimentan este tipo de dependencia. Desde el
punto de vista gestáltico, darle al cliente respuestas a sus problemas circunvala el
desarrollo de sus habilidades. Al darle respuestas al cliente, el terapeuta actúa como
un padre bondadoso, alimenta al cliente como un bebé. En este tipo de intercambio, el
terapeuta permanece como el sabio y benéfico padre y el cliente permanece como
cliente: la boca abierta, desamparado, necesitando ser alimentado.
El asunto de la terapia no es dar soluciones, es hacer que el presente cargado
de problemas sea más real mediante el aumento del darse cuenta del cliente. Las
soluciones emergen cuando estamos plenamente en el momento presente, porque en
ese momento se activa el libre funcionamiento. Al trabajar en el darse cuenta,
invitamos a las soluciones, pero eso es todo lo que podemos hacer. El resto, llega por
si mismo.
Mientras que es cierto que al restringirnos de darle al cliente interpretaciones,
soluciones o darse cuenta, evitamos el riesgo de orientar mal al cliente, de insertarle
necesidades y soluciones que no le ajustan, eso no es realmente central. Si la terapia
siempre le diera al cliente las respuestas correctas, todavía el terapeuta estaría
orientando mal al cliente al alimentar el infantilismo de éste.
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dramática, con una audencia interna que es parte de cualquier cosa que sucede en ese
setting. Es difícil evitar la presión de montar un buen show y agradar a la multitud, y
algunas veces esto no va de acuerdo con el siguiente paso en el crecimiento del
cliente.
En el taller, el grupo es mayormente pasivo y receptivo, como observadores de
TV; por otro lado, el terapeuta es bastante activo. El formato está estructurado para
minimizar el aprendizaje y crecimiento activo. También, los talleres son acuerdos de
tiempo limitado. Como dijo Perls, volarse con una poderosa experiencia no es
substituto para la disciplina y perseverancia que son necesarias para que hagamos
alteraciones profundas en nuestras vidas. El proceso de cambio toma tiempo.
La terapia de grupo más tradicional es aquella donde la mayor fuerza para el
crecimiento personal está dado por la interacción de los miembros en conjunción con
el terapeuta. Los terapeutas gestálticos menos influenciados por Perls tienden hacia
una terapia de grupo más interactiva, de largo término, a un mayor respeto por la
intelección y a una mayor variedad de estilos personales de hacer T.G.
La terapia más influenciada por Perls tiende a poner más atención a temas de
responsabilidad individual, centramiento y auto-darse cuenta. Refleja el énfasis de
Perls en la necesidad de diferenciar los elementos del campo como un prerrequisito
para la buena formación de gestalt. Con el objeto de que nos relacionemos
significativamente con las personas y objetos que constituyen nuestro ambiente,
debemos estar definidos y desarrollados. En contraste, la orientación menos
influenciada por Perls, tiende a poner mayor énfasis en la importancia del resto del
campo y al contacto individual con este, sin descuidar los otros aspectos importantes
de destrucción y formación de figura. En esto, refleja los intereses interaccionales,
sociales y comunitarios de Laura Perls, Elliot Shapiro, Paul Goodman y el resto de los
miembros originales del grupo de Nueva Cork, y al grupo de Cleveland.
Lo que es diferente acerca del trabajo de grupo es la escala de interacción y la
naturaleza de los lazos que unen a los miembros de los grupos. Las polaridades en las
interacciones de grupo tienden a ser divididas entre los miembros del grupo, más que
existir bajo una piel. Pero la dinámica de la interacción polar y la resolución son las
mismas.
La escala de interacción también cambia en el trabajo de grupo, especialmente
con grupos grandes, comunidades e instituciones. La responsabilidad es difusa, el
contacto es más difícil de hacer, la perspectiva ya no es más uno a uno, yo y tú.
Trabajar con el personal de un centro de salud mental comunitario o un centro para
drogadictos, no es lo mismo que hacer terapia individual. Hay grandes diferencias de
escala, motivación y expectativas. Pero el enfoque gestáltico es una mentalidad, una
forma considerada de entender como funcionamos en los varios contextos en que nos
encontramos. La metodología emerge del enfoque, y las técnicas emergen de la
metodología.
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Capítulo VI
LA ÚLTIMA GESTALT
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familia. Probablemente esto es inevitable y, desde nuestro punto de vista, también es
deseable. Ella está haciendo de sus sentimientos una parte del mundo en el que vive y
unificando sus sentimientos y su expresión.
Pero, dada nuestra comprensión del proceso gestáltico, deberíamos recordar
que ella está desarrollando el otro lado de la polaridad. Su antigua conducta (su
sumisión a los deseos de los otros, su excesiva feminidad, el desamparo que
dominaba su conducta) está siendo opuesta por una nueva y creciente sensación de
haberse dejado de lado, resintiendo eso y deseando expresar este nuevo aspecto de si
misma. Esto es, su nueva conducta es el paso siguiente y necesario en su camino a
una resolución de esta polaridad. No es salud, no es conducta integrada.
Si el terapeuta no reconoce que estos nuevos sentimientos representan el resto
del campo, complementando los sentimientos previos de la persona, se produce un
problema. Si estos sentimientos nuevos son tomados como los sentimientos “reales”
de la persona y que previamente los había reprimido, o si son tomados como la
resolución de la dialéctia, se le hace un mal servicio al proceso y a la persona. Los
aspectos de la T.G. que enfatizan la espontaneidad organísmica y la experimentación
son tomados fuera del contexto del proceso gestáltico de crear figuras del campo
organismo/ambiente y de hacer ajustes creativos dentro de ese campo. Los arranques
de resentimiento que se producen solo disipan energía. No colaboran para la próxima
nueva gestalt en su vida. La dejan fuera de contacto con el mundo en que vive y con
las particulares circunstancias que originaron su resentimiento. El cliente es alentado a
canjear un polo de su conflicto interno por otro, abortando la elaboración del proceso
de formación y destrucción de gestalts.
Esta particular dinámica de trabajo gestáltico incompleto es común. Pero
podemos ver que la dificultad no está en la metodología de la terapia, sino que en una
ejecución defectuosa. Cliente y terapeuta confundieron una parada en el camino por el
destino final. Dos factores sociales parecen contribuir a esta clase de error. Primero,
vivimos dentro, y quizás estamos emergiendo, de una situación cultural que se
caracteriza por la inhibición de la conducta. Especialmente en la clase media, el tipo
de dificultad que predomina está basado en la represión de muchos impulsos y su
reemplazo por la razón y la conducta deliberada. De ahí que la emergencia de
sentimientos fuertes y claros sea un evento atractivo y nítido. Ser capaz de producir y
experienciar intensas sensaciones de amor, odio, tristeza e insatisfacción es una brisa
fresca en el encerrado cuarto de la racionalización y confusión. No cabe duda que
muchas personas, clientes y terapeutas, son atraídos a la T.G. por el deseo de
reconocer la importancia de las sensaciones y emociones en nuestras vidas. En este
contexto, resulta fácil ver como nos atascamos aquí, al otro lado de la cerca.
Otro factor, muy relacionado con el primero, también es claramente ilustrado
por este ejemplo. El conflicto parece estar entre cómo siente el cliente sus propias
necesidades y deseos y cómo siente las necesidades y deseos de otros. Los polos
contactan con el si mismo y contactan con el ambiente; la zona interna versus la
externa. Ahora, nuestro contexto social usualmente deposita un gran peso en las
expectativas que los otros tienen de nosotros. Para la mayoría de nosotros esto
comienza en la infancia. Y nos resulta liberador descubrir que tenemos sentimientos
propios y que podemos valer nuestros deseos e intereses. Pero deberíamos recordar
que esto representa solo el balanceo de estos dos polos. Es actuar la zona interna de
la polaridad, no la resolución de ambos lados en un funcionamiento unificado.
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Otro lugar donde los terapeutas gestálticos aprecen extraviarse de la práctica
sólida está muy relacionado a aquellos que hemos estado examinando. Hemos
enfatizado la importancia de ser responsables de nuestras acciones y experiencia.
Somos, cada uno de nosotros, responsables de lo que hacemos. Nuestros actos,
pensamientos y sentimientos son parte de nosotros. Nuestra experiencia define
nuestra existencia. SOMOS esta personas que está sintiendo, pensando, siendo ahora.
Este énfasis en el vivir nuestra vidas es un saludable contrapeso a la alienación
personal y social que nos rodea. Pero, en ocasiones, los terapeutas gestálticos llevan
esto un poco demasiado lejos. En vez de funcionar en el modo medio, en el fluir de
nuestras vidas, vemos afirmaciones como “Nadie ni nada me influencia sin mi
consentimiento”.
Fritz Perls advirtió en contra de la actitud implícita en esta afirmación (y en
parte del trabajo problemático al que nos referimos antes). Revela una actitud que él
llamó “falso humanismo”, donde cada uno de nosotros es una aislado ser voluntarioso
que controla todo lo que existe en nuestro mundo. Es grandioso y desacertado, una
protección y reacción en contra de los caprichos de contacto con las cosas fuera de
nosotros. Nuevamente, es un actuar de un lado de la polaridad, en este caso, las
polaridades del libre albedrío y el determinismo, de nuestro control sobre nuestra vida
y el control de los otros sobre ella, o (como resulta a veces) niño y padre. Su síntesis
es la paradoja de que somos, al mismo tiempo, el centro de nuestro universo y
también participantes de su incesante pulsación. Tomando nuestras vidas en nuestras
propias manos, llegamos a ver cómo estamos íntimamente relacionados con todos los
otros aspectos del mundo en que vivimos. Independencia e interdependencia son
aspectos de nuestro lugar en el campo.
Perls habló en contra de otro abuso de la terapia gestáltica, en sus últimos
años:
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Más bien, requieren disciplina, persistencia y, frecuentemente, la habilidad de tolerar
el dolor. Pero en nuestro medio encontramos muchos intentos que son hechos bajo el
disfraz de terapia (gestáltica o de otro tipo) y que subscriben estos nuevos valores
culturales.
Una de las formas en que esto es evidenciado por algunos que se auto-
denominan terapeutas gestálticos, consiste en una rígida adherencia a unas pocas
técnicas dramáticas. Vadeando el entrenamiento y comprensión que son las bases de
un completo entendimiento de la terapia gestáltica, confunden las apariencias de la
terapia (técnicas accesibles y poderosas) con su substancia. Terapia gestáltica
instantánea. “Una de las objeciones que tengo en contra de cualquiera que se llame a
si mismo terapeuta gestáltico es que usa técnicas. Una técnica es un truco”, decía
Perls. Esta estrecha terapia “… a menudo se transforma en una peligrosa actividad
substitutiva, otra falsa terapia que impide el crecimiento” (Perls).
Es importante destacar estos ejemplos de trabajo defectuoso en terapia
gestáltica con el objeto de distinguir entre T.G. y la terapia que tiene una semejanza
superficial con ella. Hemos estado hablando no de las limitaciones o problemas en el
enfoque gestáltico, sino de los intentos erróneos y mal guiados para comprenderla y
usarla. Debemos finalizar mirando a un tipo diferente de problema en T.G. En
realidad, no es tanto un problema como una consecuencia de un atributo particular del
enfoque gestáltico. Anteriormente señalamos que la perspectiva de la T.G. está
dirigida primariamente a los procesos y estructuras de la conducta organísmica. Si
examinamos, por ejemplo, una conversación telefónica, pondremos especial atención
a la calidad de la comunicación: las cualidades particulares de las voces que
escuchamos, la ausencia de información visual, elementos de claridad, dirección y
sintaxis en el discurso de las dos partes. Estaremos menos interesados en el tema de
la conversación. Nuestro conversadores pueden estar hablando de carreras de
caballos, pero nuestra preocupación está principalmente en la forma que lo hacen,
más que en la carrera misma. De esta forma, la T.G. puede ser vista como un
paliativo a los enfoques que están preocupados predominantemente del tema de la
conducta: el énfasis psicoanalítico en la sexualidad, por ejemplo, o el foco de la
psicología analítica en los elementos míticos comunes de las actitudes y actividades
del hombre moderno. (De hecho, el trabajo de C. G. Jung contiene la misma línea
básica acerca de nuestros procesos que hemos descrito aquí. Pero para él y sus
seguidores, los procesos son el fondo y el contenido, la figura. En la T.G. es a la
inversa). Estamos especialmente interesados en la forma en que se crean y destruyen
las figuras, y menos interesados en las particularidades de las figuras.
Esta actitud puede hacer una contribución significativa a todas las disciplinas
que estudian al hombre. Destaca los procesos que animan las formas que han timado
aspectos de nuestra cultura, o por otras culturas. Pero, al mismo tiempo, si es usada
excluyendo la atención al contenido, nos hacemos un problema. Descuidamos la
pertinencia de la historia y la cultura. Los procesos nunca ocurren fuera de un
contexto. Las personas hablando por teléfono no solo están hablando; están hablando
acerca de carreras de caballos, de niños, de política o música.
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La Última Gestalt
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Bibliografía recomendada
i
Este es una traducción y resumen de The Book of Gestalt, de Joel latner, editado por primera vez en 1973.
La Editorial Cuatro Vientos lo publica bajo el nombre Fundamentos de la Gestalt. La realización y
responsabilidad de esta traducción y resumen es de Héctor Calás
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