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Los Fundamentos de la Guestalti

Joel Latner

Índice

Cap. I Introducción 2
Primeros Principios
Primeros Principios de la Terapia Guestáltica

Cap. II Principios Básicos 5


La Auto Regulación Orgasnísmica

Cap. III La Salud 13

Cap. IV Funcionamiento Anormal 23

Cap. V La terapia: Reinstalando el Crecimiento 33

Cap. VI La Última Guestalt 48

R Referencias 53

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LA TERAPIA GESTALTICA

Capítulo I

INTRODUCCIÓN

Actualmente se percibe un progresivo crecimiento de la conciencia de que


nuestras vidas, normales y bien ajustadas, pueden ser más ricas de lo que son, y un
incremento en el interés en actualizar ese potencial. La multitud de nuevas escuelas
de teoría y terapia psicológica, los grupos de encuentro y los juegos de crecimiento, el
renovado interés en alternativas a la psicoterapia centrada en el problema y patología,
la pronta aceptación de sistemas espirituales esotéricos son parte de esta tendencia.
Desarrollada en Europa, Sud Africa y en los Estados Unidos, en las décadas del
treinta y cuarenta, la Terapia Gestáltica (T.G.) ha sido un componente influyente en
esta nueva fuerza en psicología.
Sin duda, el aspecto más visible de la T.G. son sus técnicas. Los gestaltistas
son gente práctica, principalmente ocupadas en ayudar a las personas a madurar
emocionalmente. Enfatizan el trabajo duro y las recompensas del crecimiento
personal, y no la especulación acerca de ello y, por lo mismo, los terapeutas
gestálticos tienden a ser activistas, más interesados en hacer terapia que en hablar
acerca de lo que hacen.
Como resultado de esta orientación a la actividad y a lo práctico por parte de
los terapeutas gestálticos, la literatura de T.G. es reducida y notoriamente cargada
hacia las aplicaciones de los principios gestálticos a la psicoterapia y otras actividades
como la enseñanza y las artes. Se ha escrito relativamente poco de naturaleza
explicativa o teórica. El libro sobre el cual se basan estos apuntes intenta suplir esta
carencia.

Primeros Principios

Imaginemos un conjunto de cajas chinas. Cuando abrimos la que tenemos


delante nuestro, encontramos otra igual en forma y ajustadamente más pequeña.
Esta, a su vez, contiene otra; y luego otra y otra. Si trasladamos esta imagen a la
terapia gestáltica, podemos ubicar las afirmaciones acerca del darse cuenta de la
misma manera. Así, “técnicas particulares” van dentro de “tratamiento”, la que va
dentro de “enfermedad”, que va dentro de “salud”; esta última va dentro de una
llamada “la teoría gestáltica de la conducta humana”. Nos quedan dos cajas y la
llamada “teoría gestáltica” va dentro de la que resta, llamada “primeros principios”.
Los primeros principios son afirmaciones acerca de lo que es importante y de lo
que no es importante en cómo percibimos y organizamos las cosas. Son principios de
construcción y selección. Los primeros principios de una teoría son las líneas rectoras
que determinan lo que debe ser incluido y contabilizado en una teoría y lo que debe
ser ignorado y excluido. Más simplemente, son afirmaciones de los intereses del que
hace la teoría. Más formalmente, los primeros principios son reglas epistemológicas.

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La epistemología se ocupa del conocimiento y de las diferentes clases de
normas que son hechas para decidir cuándo conocemos algo.

Primeros Principios de la Terapia Gestáltica

El fundamento de los primeros principios de la T.G. es el holismo. La esencia


de la concepción holística de la realidad es que toda la naturaleza es un todo unificado
y coherente. Los elementos orgánicos e inorgánicos del universo existen juntos en un
proceso de actividad coordinada en continuo cambio y nosotros, aunque aparecemos
como un elemento discreto, somos parte de este universo palpitante.
Una comprensión holística del hombre pone el funcionamiento de su cuerpo
físico, sus emociones, sus pensamientos, su cultura y sus expresiones sociales en un
cuadro unificado. Todos son aspectos del mismo evento, el hombre. Holísticamente,
no podemos entendernos sumando la comprensión que tenemos del corazón, el
cerebro, el sistema nervioso, las extremidades, el sistema circulatorio. No somos una
simple acumulación de funciones: ‘El todo es más que la suma de las partes’. Por lo
tanto, el todo es un evento nuevo, tal como el agua es más que la suma de dos
partes de hidrógeno y una de oxígeno, y una mano es más que cuatro dedos y un
pulgar.
Las principales características de la epistemología y teoría gestáltica vienen del
holismo. Por ejemplo, estamos más interesados en la integración que en el análisis.
Porque estamos buscando las formas en las que van juntas las cosas, intentamos
entenderlas en formas que las unan, y no en formas que las separen. Por lo mismo,
estamos sintonizados más con los procesos y principios que recurren en la conducta
que con las formas temporales que toman estos procesos. Tomen el ejemplo de esta
serie de puntos:

Aunque en realidad hay unos puntos en la página, vemos una P. Al contactar el mundo
lo ordenamos, dándole sentido a la realidad en el proceso de sentirlo. Como holistas,
estamos interesados en este proceso de hacer un todo (una P) a partir de los puntos
sobre la página.
La importancia de nuestra habilidad para ver los puntos como la letra P es que
el organizar los trozos que nos rodean en totalidades es intrínseco a nuestra conducta


El holismo, o concepción de la realidad como un todo unificado, aunque es tan antiguo como la humanidad
y tiene, como su descemndiente científico occidental a la Teoría de Sistemas, es una percepción y
comprendión de la naturaleza y el cosmos que ha permanecido confinada en el misticismo y, por dsupuesto,
asociada a la “metodología” de la intuición y l iluminación. Sin mbargo, durante la década de 1920, Jan
Smuts, general, estadista y filósofo sudafricano, publicó “ Holismo and DEvolution”. Este libro estableció, en
el subtipo de “filosofía social” los pincipios del holismo que recogió Fritz Perls para su concepción de la
Terapia Guestáltica.

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como seres humanos. La ocupación holística con los principios de organización que
subyacen al proceso de nuestro vivir es llamada estructuralismo.
Si pensamos holísticamente, sabemos que cualquier todo que examinemos está
atado al resto del multivariado universo. Como consecuencia, cuando estudiamos
procesos, debemos estudiar sus contextos, o dejaremos algo fuera.
Ya que parte del contexto de cualquier evento u objeto que conocemos es
aquel que está conociendo, entendemos al buscador de conocimiento de una manera
especial desde la perspectiva holística. No hay conocimiento “objetivo” o “subjetivo”,
porque no hay sujetos ni objetos; los términos implican que el sujeto conoce
objetivamente al objeto del que está separado. Holísticamente, el observador es parte
del contexto del sujeto ya que debemos hacer contacto con lo que queremos conocer
para conocerlo. Un enfoque holístico incluye nuestro darse cuenta de lo que
conocemos. Necesitamos nuestra experiencia para darle sentido a lo que
encontramos, y no podemos conocer la humanidad del otro si no podemos contactarla
con la propia.
Los resultados del hacer teoría e investigación holística tienen cualidades
distintivas. Una de ellas es el énfasis en conocer las cosas mediante la descripción de
lo que encontramos. El principio de explicación que usamos es la descripción detallada
del objeto o evento, incluido su contexto.
La T.G. es descriptiva, integrativa y estructural, enfatizando la fenomenología y
el presente. Es estas cosas porque su teoría del conocimiento también es estas cosas.
La terapia que se desprende de la teoría comparte esto. Es un enfoque consistente al
mundo fenomenal: conocimiento, teoría y práctica.

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Capítulo II

PRINCIPIOS BÁSICOS

La T.G. está organizada alrededor de principios de funcionamiento y estructura


biológica que pueden ser observados en la conducta natural. “La Gestalt es tan
antigua y vieja como el mundo mismo”, porque está basada en los principios de
organización que animan la vida.

Auto-Regulación Organísmica

Los organismos, personas, animales, plantas, tienen necesidades específicas


que deben ser satisfechas para poder vivir. Tenemos sed y encontramos la forma de
restaurar el nivel de agua en nuestros sistemas a su nivel óptimo. Esto es cierto para
todos los elementos de la naturaleza que necesitamos para vivir y crecer: proteínas,
minerales y vitaminas, estimulación sensorial, movimiento, afecto, dormir. Y es
verdad para todas las cosas vivientes. Cuando existe una deficiencia, el sistema
orgánico lo remedia; cuando se trata de un exceso, se desembaraza de él.
En la T.G., este principio general es llamado auto-regulación organísmica.
“El organismo está luchando por la mantenimiento de un equilibrio que es
continuamente perturbado por sus necesidades y re-ganado a través de su
gratificación o eliminación.” (Perls, 47)
El principio de auto-regulación organísmica no es una teoría del instinto, pero
está relacionada a esa idea más simple y anterior. La diferencia es una sofisticación y
énfasis. Las teorías del instinto plantean que bebemos porque tenemos un instinto
para el agua. Es una explicación mecanicista. La auto-regulación organísmica es una
representación holística de un proceso biológico complejo, una descripción de la
orquestación de muchas necesidades del organismo en su conducta. Bebemos cuando
necesitamos agua. Crear un instinto para el agua es una respuesta a la necesidad de
explicar porqué bebemos. Pero la auto-regulación no es un mecanismo, es un proceso.
Otra forma de exponer este principio de auto-regulación organísmica es que el
organismo funciona con una prudencia que nace de sus necesidades y de su
satisfacción. A menos que su habilidad para regularse a si mismos sea perturbada (lo
que sucede regularmente con los humanos y los animales domesticados y rara vez en
otra parte) los organismos muestran sabiduría y economía en su conducta. Loa
animales comen solo lo que necesitan y no más. Matar gratuitamente, por ejemplo, es
inexistente en los animales “salvajes”. En el nivel humano, la auto-regulación
organísmica es la creencia de Rank de que el sí mismo posee en su naturaleza esencial
la capacidad de hacer frente, de estar en armonía consigo mismo.
Implícita en la auto-regulación organísmica está la idea de que los organismos
tienen la capacidad de darse cuenta. Para conocer su propio equilibrio y para
encontrar y obtener lo que necesitan para solucionar desequilibrios, los organismos
deben darse cuenta de si mismos. La satisfacción de necesidades tiene lugar cuando la
necesidad está presente; no es automática.
El darse cuenta es usado aquí en el sentido de enterarse, de conocer, de tener
información acerca de. No necesariamente implica conciencia. Nos damos cuanta de la

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fuerza de gravedad y de su relación con nuestros movimientos al caminar, sin saber
que lo sabemos o ser capaces de articularlo. F. Perls creía, en este sentido, que el
darse cuenta era un aspecto de toda existencia, orgánica e inorgánica a lo largo del
tiempo y del espacio. “Estoy seguro que un día descubriremos que el darse cuenta es
una propiedad del universo: extensión, duración, darse cuenta” (1970).
El principio de la auto-regulación organísmica no implica o asegura la
satisfacción de las necesidades del organismo. Implica que los organismos harán lo
mejor a su alcance para regularse, dadas sus propias capacidades y los recursos del
ambiente. Este principio es similar al principio de ‘pregnanz’ de la psicología de la
Gestalt: “Cualquier campo psicológico está tan bien organizado como las condiciones
globales le permitan en ese momento particular”.
La auto-regulación organísmica no asegura la salud, solo asegura que el
organismo hará todo lo que puede con lo que está disponible.

Relación de Organismo y Ambiente

“Todo organismo necesita un ambiente para intercambiar substancias


esenciales: aire, amor” (F. Perls, 1969).
Decir que el organismo necesita del ambiente no es suficientemente preciso ni
completo. El organismo está empotrado en el ambiente, tan parte de él como un rayo
lo está en una rueda. La relación es análoga a los lazos entre los miembros de una
familia. En cierta medida podemos escoger la clase de ambiente que deseamos, pero
no podemos escoger no relacionarnos en absoluto.
La vida del organismo depende de su relación con el ambiente. Necesitamos del
campo par satisfacer nuestras necesidades de amar, para crear y destruir cosas, para
tomar nuestra rabia y nuestro afecto y nuestra preocupación, para probar nuestras
habilidades y nuestro valor. “La mayor parte de las emociones requieren del mundo
como objeto, o no satisfacen” (F. Perls, 1947).
Los organismos tienen dos sistemas que los ayudan en sus interacciones con el
ambiente. El sistema sensorial o de orientación es la organización de facultades que
reciben información acerca del ambiente. Los ojos, oídos, piel y nariz son parte de
nuestros sistemas de orientación. También lo son los receptores en nuestros cuerpos.
El sistema motor es la organización de las facultades manipulativas. Le permiten al
organismo hacer cambios en su ambiente, o cambios en su relación con él.
Ambos sistemas, el de orientación y el de manipulación, pueden alcanzar el
ambiente, desde el organismo. Esto es así porque el organismo no es indiscriminado
en su relación sensorial con el ambiente. Más bien, sus percepciones están
estructuradas: ve ciertos aspectos del ambiente y no otros. Sale fuera para obtener
las cosas que necesita.
Mientras que nuestros sistemas sensores y motores pueden alcanzar el
ambiente, lo inverso también es cierto. El ambiente puede alcanzar, exigiendo
atención a lo que esta ocurriendo ahí; y pondremos atención en tanto seamos capaces
de ello. El organismo y el ambiente contactan el uno con el otro e interactúan en un
proceso de mutua acomodación que en la T.G. es llamado ajuste creativo. La auto-
regulación organísmica es el proceso de hacer ajustes creativos dentro del campo.

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El Modo Medio

En ciertos momentos de nuestras vidas, muchos de nosotros hemos tenido la


experiencia de habernos entregado a alguna experiencia. Quizás habiendo perdido el
sentido del tiempo en el medio de una actividad creadora, o permitiendo que la
inundación de excitación nos lleve, con cierta sorpresa, a una nueva experiencia de
orgasmo, incluso en un simple encuentro con un amigo, nuestras palabras brotan con
una facilidad que nos agrada y nos asombra.
Al describir esta clase de experiencia, el lenguaje que podemos emplear con
frecuencia es torpe e impreciso, especialmente cuando intentamos atribuir
responsabilidad. Aunque parece perfectamente correcto decir “Yo escribí este poema”,
muchas veces parece más adecuado decir “solo sucedió”. Estamos completamente
presentes en la experiencia, estamos comprometidos, actuando, pero nos damos
cuenta que la felicidad y excitación del evento debe esas cualidades a algo más que
nuestras intenciones, o voluntades, o las intenciones de otros participantes.
La dificultad en expresar la naturaleza de esta clase de experiencia humana se
debe a lo que Goodman llamaba “una enfermedad del lenguaje” (Perls, Hefferline y
Goodman, 1951). Estamos obligados a dividir aquello sobre lo que deseamos hablar
en sujetos y objetos. Los sujetos le hacen cosas a los objetos, o a la inversa.
La alternativa es la voz intransitiva: “Sucedió”, “llueve”, “cayó”. De modo que
al hablar de las cosas que abarcan el vivir en este universo, los eventos interiores y
exteriores y las relaciones entre ellos, debemos hablar de estas formas: activa, pasiva
o intransitivamente.
La dificultad proviene de un prejuicio del lenguaje. El fenómeno debe ser
descrito en un lenguaje que separa los eventos en sujetos y objetos, conectándolos
solo en los modos activo, pasivo e intransitivo. Lo que creamos y lo que existe debe
ser relacionado de tal manera que los sujetos y los objetos se hagan cosas
mutuamente, linealmente, una después de la otra; o bien, no deben relacionarse en
absoluto (las cosas suceden). El sesgo es que nuestras herramientas del lenguaje son
mejores para hablar de interacciones entre entidades separadas que entre las
relacionadas. Este prejuicio está profundamente empotrado en nuestro pensamiento y
en la visión de mundo de nuestra cultura. Esto lo vemos en muchos lugares: en la
clase de ciencias que hacemos, en la política y en los asuntos sociales.
En otros lenguajes, como el griegoantiguo, por ejemplo, existe una voz que es
llamada el modo medio. El modo medio nos permite hablar apropiadamente de la
actividad espontánea e integrada, de una forma que vincula la integración y totalidad
que es el aspecto central de esa conducta. “El modo medio… refiere el proceso a si
mismo como una totalidad; lo siente como propio y está comprometido en él” (Perls,
Hefferline y Goodman, 1951).
El modo medio nos habilita para añadir otro matiz al hablar y pensar acerca de
la conducta y las relaciones. Podemos hablar directa y precisamente de ellas,
implicando la mutua interpenetración holística de todos los aspectos de la experiencia.
También, el modo medio es la forma apropiada de hablar del funcionamiento
emocional. No podemos comandar a los sentimientos, ni podemos ser compelidos a
sentir algo. Al mismo tiempo, son nuestros, estamos envueltos en ellos, ellos son
nosotros en ese momento. Son eventos de modo medio.

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La Formación de Gestalt: Figura y Fondo

En la T.G. , el campo indiferenciado (la unidad de organismo y ambiente) es


llamada fondo. El foco emergente de atención y actividad es llamado figura, o gestalt,
y lo que no llega a ser parte de ese foco, permanece como fondo. El proceso de
formar un foco de atención y actividad es llamado formación de figura o formación de
gestalt; el proceso de gratificación y desaparición de necesidades y sus gestalts
concomitantes es llamado destrucción de gestalt o destrucción de figura.
En la T.G., tal como en la psicología de la Gestalt, la formación de figura es
considerada una característica primaria del funcionamiento organísmico. Formar
gestalt es primero en percepción y en comprensión; preceden a cualquier análisis de
las partes constituyentes de la gestalt. Al principio vemos totalidades, y luego
diferenciamos.
Se ha encontrado, por observación y experimento, que hay cualidades que
caracterizan a las gestalts. En la psicología clásica de la Gestalt, estas cualidades de la
forma incluyen la ya mencionada pregnanz, el cierre, la buena continuación o buena
forma, proximidad y similaridad.
En la T.G., comprometida con la conducta organísmica total y no solo la
percepción, las figuras son fuertes o débiles, gráciles o forzadas, claras o difusas,
vívidas u opacas.
La formación de una gestalt es la creación de una figura en un campo. El
campo siempre está presente. La relación figura/fondo es una diferenciación de parte
del campo a un lugar de centralidad e importancia, sin perder contacto con el resto del
campo. Esta es la diferenciación holística. Una gestalt es lo que nos compromete y nos
interesa; es lo que la auto-regulación organísmica requiere. Dicho de otra forma, lo
que nos resulta significativo se transforma en una gestalt. La formación de gestalt es
el organismo creando significado a partir del campo; y el significado es creado ad hoc,
a causa de un contexto y una necesidad.
La gama de experiencia emocional también está basada en la formación y
destrucción de figura/fondo. Al interactuar en el campo, intentando seguir nuestros
mejores intereses, nuestros diferentes aspectos responden en sus formas
características, como parte de la actividad organísmica total; nuestras facultades
cognitivas piensan, nuestros sentidos sienten, nuestro sistema motor actúa; nuestro
nivel afectivo de ser responde con cualidades que experienciamos como emociones.
Estas son manifestaciones diferentes de nuestra organización en el campo.
El juicio que hacemos, en cualquier circunstancia, acerca de lo que es más
importante y qué responderemos es la sabiduría del organismo acerca de sus
necesidades. También lo son las selecciones que hacemos del ambiente al intentar
conocerlas. El primer juicio que el organismo hace es un proceso llamado dominancia
espontánea. La ética y motivación del organismo emergen de la dominancia
espontánea. Solo lo que es espontáneamente dominante puede presidir la unicidad de
propósito que es un aspecto necesario de la buena formación de figura.
Este juicio no es el juicio de una corte, es el juicio del aire llenando un vacío, de
dormir cuando estamos cansados. Tiene la cualidad de inevitabilidad: un acto
organísmico total de preferencia, opuesto al meramente cognitivo de hacer decisiones.

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Prediferenciación o Indiferencia y Atención Dividida

Somos capaces de atender a más de una cosa a la vez. También nos podemos
forzar a atender a lo que no nos interesa. Excluyendo cosas a las que preferiríamos
atender.
Es útil distinguir entre una gestalt dividida y el estado de darse cuenta
prediferenciado. En este último, no nos damos cuenta de nada en particular, pero
estamos abiertos al campo en general. No hay un centro presente de atención. En
este estado estamos balanceados, existiendo en un punto cero de gratificación donde
no hay carencias ni excesos. Llamado también el estado de indiferencia creativa, es
parte del proceso de formación y destrucción de gestalt, el punto después de que una
figura ha sido destruida y antes que una comience a formarse.
En el estado de atención voluntaria, nuestra atención está dividida, lo mismo
que nuestras energías. Tenemos un conflicto en lo que es dominante; en vez de
resolver el conflicto, permanecemos divididos. En este estado, necesariamente
creamos gestalts débiles, difusas. Parte de esta división es inevitable, pero no es
menos abrumador e insatisfactorio por eso. Es semejante al conflicto neurótico, donde
constantemente luchamos una limitada guerra interior; aunque estas actividades
pueden ir una al lado de la otra y no inmovilizarnos, nuestra experiencia tiene la
misma ausencia de sabor que caracteriza tanto a la experiencia neurótica.
Desde el punto de vista de la formación de la gestalt, esta situación se produce
cuando aun no nos damos cuenta de todos los aspectos de la gestalt que llega. Decidir
en este nivel, “hacer” una decisión, interrumpe el proceso natural de encontrar
nuestras preferencias.

Conceptos de Naturaleza y lo Natural

En la T.G., la naturaleza humana es considerada como flexible. En parte, esto


es dado, y en parte es constantemente creado de acuerdo a las circunstancias.
Lo que es dado en la naturaleza humana son aquellos aspectos que nos definen
como seres humanos. Son las estructuras que organizan nuestro vivir: auto-regulación
organísmica, formación de gestalt, la relación figura/fondo, la dominancia espontánea;
los procesos de libre funcionamiento ya descritos.
Al mismo tiempo, son potencialidades abiertas a variados usos. La naturaleza
humana es creada una y otra vez por cada uno de nosotros en la medida que nos
actualizamos hoy día y en la medida que nos hemos actualizado en el pasado. Incluso
las estructuras naturales pueden ser modificadas, sumergidas y subvertidas en el
curso de nuestras vidas. Podemos crear segundas naturalezas que llegan a parecernos
naturales, aunque contravienen los dones estructurales que son nuestros mejores
intereses. Como nuestras estructuras siempre están presentes, debemos relacionarnos
con ellas, incluso al contravenirlas. Tenemos una veta. Podemos ir en contra de ella,
pero existe y hace duro el camino.
Este concepto de la naturaleza del hombre es aristotélico. El hombre no es
naturalmente bueno o malo, como Rousseau o Hobbes creían. El hombre tiene una
forma de ser que mejor se acomoda a su constitución; es su constitución. En la T.G.
esto es llamado libre funcionamiento. Es una premisa de la T.G. que es bueno para los

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hombres aquello que es intrínseco a ellos. Ser humano es vivir de acuerdo a estas
estructuras. El problema y desafío de nuestra vida es encontrar una forma de
completar nuestra humanidad.
En cierta forma, las preguntas acerca de la bondad y moralidad son superfluas.
El asunto es si actualizaremos nuestras posibilidades o las negaremos.

Destrucción y Agresión

Las gestalts, creadas de una necesidad organísmica en el contexto de un


campo, persisten en la medida que satisfacen o intentan satisfacer una necesidad
organísmica. Cuando cesan de tener alguna razón de ser, son destruidas y olvidadas.
Cuando se dice que una gestalt ha sido destruida, esto significa que ya no puede ser
encontrada en la forma que la definió como esa gestalt particular. Sus componentes
pueden existir (deben existir en alguna forma ya que la materia no puede ser
destruida), pero la figura particular que se formó en un momento particular como
parte de la auto-regulación organísmica desaparece.
Tanto la formación como la destrucción de gestalt son el trabajo de procesos
estructurales intrínsecos a la existencia. Estos procesos son agresivos y requieren de
nuestra activa participación. Si vamos a comer, debemos destruir el alimento que
tenemos, cambiando su forma de alimento a tejido corporal mediante un proceso de
cortar, desgarrar, moler y disolver. Destruir algo es trans-formarlo, cambiar al gestalt
en otra. Cuando morimos, eventualmente nos transformamos en alimento para
insectos y plantas y ellos en alimento para animales y plantas que sostendrán a
nuestros nietos. En la T.G., la agresividad que está impuesta en la diferenciación del
campo en figura y fondo y que finaliza en la destrucción de la gestalt, es reconocida y
valorada como un aspecto esencial de la auto-regulación organísmica.
En nuestra cultura, agresión y destrucción se han transformado en palabras
cargadas, augurando la disolución de nuestros controles, amenazando con el caos y
con la posibilidad de perdernos en la inundación de nuestra rabia. Este no es el libre
funcionamiento de la agresión y destrucción. Es una insanía colectiva que en parte
emerge de una alienación de estos procesos naturales en su forma no coartada.

Excitación

La excitación en T.G. es usada de una manera similar a los términos usados en


otras filosofías y psicologías. Es el élan vital de Bergson, la orgona o energía sexual
vegetativa de Reich. Es la libido de Freud (cuando es vista como una fuerza animante)
y movimiento de catexis. La excitación es el término usado para referirse a la
manifestación de energía en los niveles fisiológicos y experienciales. Se refiere a la
animación del organismo. En el nivel físico, la excitación es una función del
metabolismo del organismo.
Experiencialmente, la excitación general es sentida como un sentimiento
indiferenciado de estar vivo. Este es el fondo, la base de la excitación fenomenológica.
Cuando la excitación del organismo fluye a la próxima gestalt, es experienciada como


En alemán, el plural de gestalt es gestalten

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emociones. Las emociones son el correlato experiencial de la energía organísmica
organizada alrededor de la formación de gestalt que emerge. Es excitación específica,
enfocada.
La excitación es un aspecto de la relación entre la figura y el fondo. No es una
fuerza separada del evento que de alguna manera lo hace suceder; la excitación no es
divisible de las partes del campo organismo/ambiente. Es una función de la figura, de
la situación y de su desarrollo. Sus manifestaciones fenomenológicas (las emociones,
la experiencia de energía y de estar vivo) vienen de esa unificación del organismo y su
realidad.
La naturaleza del libre funcionamiento en el campo es que los aspectos del
campo se relacionan de una manera viva, en constante cambio. En este flujo, la
excitación infunde todas las partes del proceso. La excitación flotante y el contacto son
móviles y en flujo, y estas son características de un buen funcionamiento; por el
contrario, si detenemos el flujo de la excitación y el movimiento que son nuestros
procesos vivos, nos opacamos y desvitalizamos. El organismo que funciona libremente
está constantemente reajustándose y recontactando con el ambiente. Las perspectivas
cambian, las realidades cambian, nosotros cambiamos. La existencia es este flujo.
Fluyendo con el, permanecemos contemporáneos.

Diferenciación y la Dialéctica de las Polaridades

Hemos visto que la formación de gestalt termina con la creación de un todo


unificado de significado y actividad que resulta en la gratificación de las necesidades
del organismo. El comienzo de este proceso es un estado diferente de integración, el
punto de la indiferencia creativa. Este es el punto cero, el comienzo y el centro. En
este momento, después de la saciedad, estamos abiertos a las posibilidades creativas
del campo, pero aun no comprometidos con ellas. Entre estos dos estados de
funcionamiento hay un proceso de clarificar y distinguir el campo en sus diferentes
aspectos. Si vamos a elegir elementos del campo para combinarlos en todos
coherentes, debemos saber que es lo que está disponible para nosotros.
La diferenciación es un proceso de separar las posibilidades en opuestos, en
polos. No podemos darnos cuenta de las distinciones sin darnos cuenta de su
naturaleza polar. De esta manera, los opuestos se necesitan mutuamente y están
íntimamente relacionados. Conocemos la luz en relación a la obscuridad, el calor en
relación al frío. Son polos de distinción.
Estos dualismos penetran nuestra conducta y comprensión: cuerpo y mente,
subjetivo y objetivo. Nuestro desarrollo es diferenciado en biología y cultura, nuestra
expresión en poesía y prosa, trabajo y juego, nuestra conducta en infantil y madura.
Nuestras emociones son divididas en feliz y triste, decepcionado y satisfecho; nuestra
moralidad es bueno y malo, nuestra estética en hermoso y feo.
La formación de gestalt es, en si misma, la organización del campo en polos de
figura y fondo.
La relación de los polos opuestos consiste en que la existencia de uno
necesariamente requiere la existencia del otro. Esto puede ser visto en la relación
experiencial de la cantidad y calidad de las sensaciones y emociones. Cuando el placer
excede cierto punto, se transforma en displacentero.

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La interacción entre polaridades funciona como un proceso dialéctico. Los
opuestos se hacen distintos y se oponen; luego, en su conflicto, se logra una
resolución que une a los polos en una figura que es más que la combinación de los
opuestos: es una nueva creación.
En el pensamiento dialéctico de la T.G., las dualidades no son contradicciones
irreconciliables, sino distinciones que serán integradas en el proceso de formación y
destrucción de gestalt. Mientras más marcadas las polarizaciones, más significativas
son las síntesis. Jung dice, “A mayor contraste, mayor potencial. La gran energía solo
viene de correspondientes grandes tensiones entre opuestos”.
El pensamiento dialéctico es una concepción holística de las diferencias.

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Capítulo III

LA SALUD

En la T.G., la inspiración para una concepción de lo que es normal y saludable


no viene de la vida cotidiana que la mayoría de nosotros conduce. Vivimos en un
continuo nivel bajo de frustración, temor y anhelo. Nuestros sentidos son
bombardeados mucho más allá de lo que necesitamos para responder, y aun así
estamos vacíos y disminuidos. Estamos llenos de preguntas acerca del significado y
valor de nuestras vidas, y nuestra introspección no nos reporta alivio.
Lo que esto tiene de normal es que es epidémico. Lo normal en el contexto de
este capítulo es nuestra conducta sana e integrada.
Quizás cada uno de nosotros puede recordar momentos (momentos especiales)
cuando nos hemos revivificado y gozado de nuestra absorción, excitación y gozo.
Estos eventos y experiencias y lo que aprendemos de los procesos en la naturaleza
forman la base de la comprensión gestáltica de la conducta humana sana. Este es el
lado superior de lo normal, más allá de la salud mental, instancias de ajuste creativo
que ejemplifican lo mejor de lo que somos capaces.
Lo que llamamos conducta neurótica es neurótica porque tenemos evidencia
que otros modos de vivir son más adecuados y satisfactorios. Es menos que nuestro
mejor esfuerzo. Y entender nuestra conducta actual en el contexto de nuestras
posibilidades puede apoyarnos al intentar captar de qué somos capaces.

Los Aspectos de la Salud

Primero, la conducta sana en los seres humanos debe ser conducta


integrada. En la salud, somos uno con todas nuestras capacidades y el proceso que
nos hace. Nos identificamos con todas estas funciones vitales. De funcionamiento
holístico, todo nuestro si mismo es una parte de nuestra actividad en desarrollo. Por
ejemplo, no es suficiente estar en contacto con el placer sensual de comer.
“Meramente buscar gratificar el órgano del gusto sin percatarnos cuando ya hemos
ingerido lo suficiente es lo que se llama comer sensual” dice Huang Po. Nuestro
estómago también es parte de esta actividad, e ignorarlo no es conducta holística.
Este es el significado de la tan citada descripción de Perls de “la persona real que
abandona su mente y va a sus sentidos”.
Para crear gestalts que darán cuenta de nuestras necesidades, debemos ser
capaces de escoger de entre todas nuestras posibilidades. Sino podemos contar con
todas nuestras posibilidades, nuestras gestalts serán correspondientemente débiles.
La formación y destrucción satisfactoria de gestalt es, entonces, otro aspecto de
nuestra conducta sana. De hecho, en la T.G. es la definición funcional de salud. Ya
que la formación de gestalt es la función organísmica básica, la existencia de gestalts
claras y fuertes es el criterio central de salud. Este criterio es autónomo, aparte de y,
aun así, común a cualquier actualización particular de nosotros mismos. No es
necesario que entendamos o elaboremos todos los problemas o traumas que hemos
acumulado en el curso de nuestras vidas para ser saludables, como tampoco es
necesario evitar cometer errores. Lo primero no es siempre el punto de nuestra vida

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actual, y los errores son esenciales para la salud y el crecimiento. La salud es poseer
la habilidad para tratar exitosamente con cualquier situación que encontremos ahora,
y el éxito es la resolución satisfactoria de situaciones de acuerdo a la dialéctica de
formación y destrucción de gestalt.
Trabajar gestalts en el libre funcionamiento no significa que no hay
esfuerzo comprometido. La salud no asegura que los obstáculos se derrumben
cuando los encontremos. Tampoco significa que es lo mismo que hacer cualquier cosa
que queramos. Es hacer lo que queremos cuando estamos centrados, completamente
en contacto con nosotros y con el ambiente.
De la acumulación de estos éxitos viene la confianza de que probaremos ser
adecuados a las circunstancias. Estos éxitos son nuestro apoyo, y este apoyo
constituye nuestra seguridad. De hecho, en el proceso de formación y destrucción de
gestalt podemos sentir que nos arriesgamos, pero con éxitos repetidos adquirimos la
confianza de que trataremos con las situaciones tal como vienen, con las habilidades
que tenemos; y su resolución será tan satisfactoria como la situación lo permita, y eso
será lo suficientemente bueno.
Otros aspectos de la salud requieren que sepamos lo que necesitamos.
Debemos estar en contacto con lo que es importante para nosotros. Para saber lo que
necesitamos debemos conocer y aceptar lo que somos en el momento presente,
porque nuestras necesidades están empotradas en nuestra existencia en el aquí-y-
ahora. Implícito en este requisito para la buena formación de gestalt está su contrario:
debemos saber lo que no somos. Al diferenciar lo que somos de lo que nos somos,
podemos distinguirnos del resto del campo. Directamente asociado a esto podemos
entender la oración de la Gestalt. Este es un axioma central del buen funcionamiento
en la T.G.
El funcionamiento sano requiere que nos entreguemos al proceso, al resultado
de las necesidades en el campo. No estamos buscando una victoria, no deseamos el
control. La situación, de la que somos parte, es la que controla y nos entregamos a
ella. No nos comportamos de acuerdo a una teoría, no tenemos metas. Es en este
sentido que podemos entender al afirmación de Perls, “La madurez es ir desde el
apoyo ambiental al si mismo al auto-apoyo”.
El aspecto final del funcionamiento sano es el darse cuenta: simplemente
aprehender con el alcance total de nuestros sentidos el mundo fenomenal dentro y
fuera de nosotros mientras ocurre.
“Feliz es la gente”, se dice, “que no tiene historia”. Llevamos al pasado como
una carga si aun tiene una exigencia sobre nosotros, y aquellos que dejaron al pasado
son escasos. Al parecer el pasado es nuestras vidas, interfiere con el darse cuenta
presente.
El darse cuenta es un acontecimiento en el momento presente. Todo aquello de
lo que podemos darnos cuenta está sucediendo ahora. Incluso nuestras reflexiones y
reminiscencias tienen lugar ahora, en el presente. Si nos damos cuenta totalmente del
ahora, estamos en contacto con todo lo que existe para nosotros. En el presente están


“Soy lo que soy,/ Eres lo que eres,/ No estoy en este mundo para satisfacer tus expectativas,/ ni tú estás en
este mundo para satisfacer las mías./ Si llegamos a encontrarnos, es hermoso,/ si no, no tiene remedio.” Esta
“oración” muy representativa de la gestalt “dura” ha sido motivo de un buen número de polémicas entre los
gestaltistas que esgrimen razones que van desde afirmar que es una representación versificada de la realidad
interpersonal y de los límites de la intención, a otros que acusan a esta versificación como una expresión de la
neurosis personal de Perls. Como con todo, ni tanto ni tan poco.

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nuestras necesidades y los medios para satisfacerlas tal como la situación actual lo
permita. Vivir totalmente en el presente es salud.
Un modelo de funcionamiento sano que a menudo se cita en T.G., es la
actividad creativa del artista. La psicología del arte es la psicología de todo lo demás;
es un paradigma de reunir los materiales del campo con imaginación espontánea,
directividad, capacidad de darse cuenta y habilidad al servicio de desafiar y aumentar
al si mismo. Aquí trabaja esa inteligencia organísmica cohesiva que es la intuición.

La Personalidad: El Sí Mismo

Cuando en T.G. hablamos de la personalidad y de su organización, nos


referimos a la figura del individuo tal como lo conocemos a lo largo de un período de
tiempo. Conocemos y experienciamos nuestra personalidad como el disparejo y, aun
así, unificado sentido de nosotros mismos que continua a través de nuestras vidas.
Holísticamente, las facetas de la personalidad humana son distinciones de un proceso
que deben ser tomadas juntas.
El término usado en T.G. para la persona total es el sí mismo (self). La
característica fundamental del si mismo es la destrucción y formación de gestalt, lo
que Freud llamaba “la tendencia a la síntesis”. El sí mismo es el agente en contacto
con el presente, realizando el ajuste creativo, haciendo significado. Siempre somos
nuestro sí mismo, estemos o no en contacto con el presente. Debemos estar en
contacto con algo. Aunque para realmente actualizar el sí mismo, debemos contactar
la realidad.
Al variar las situaciones, la manifestación del sí mismo varía; siempre está
cambiando. Sin embargo, el sí mismo tiene una modalidad que es nuestra forma de
ser particular comprometida en el proceso. Es nuestra forma individual de expresar
nuestro si mismo en el contacto con el ambiente. Emerge de los resultados de nuestro
crecimiento y aprendizaje pasados y de su interacción con la individualidad que
traemos la mundo: herencia, constitución, karma.
El sí mismo, tal como es entendido en la T.G., es un concepto unitario. Abarca
nuestros aspectos físicos, emocionales y cognitivos. El cuerpo, lo sentimientos y el
cerebro no están separados, aunque pueden ser distinguidos. Sabemos, por ejemplo,
que aspectos de la cognición están funcionalmente centrados en el cerebro. Pero
nuestro pensamiento ocurre en el contexto del resto de nuestras capacidades como
una faceta del sí mismo.
En el punto donde el campo indiferenciado comienza a separarse en partes
discretas, emergen los límites. Estos límites de contacto son puntos de diferencia, el
punto en el que el si mismo y lo otro se encuentran. El límite de contacto se forma en
la medida que el sí mismo actúa en el proceso de formación de la gestalt. También
llamado el continuum del darse cuenta, es lo que sentimos y lo que pensamos
fundidos juntos.


Self, en la traducción de la Editorial Cuatro Vientos, fue traducido como yo. Sin embargo, el uso, sobre
todo en la tradición psicodinámica de la expresión yo, alude a un segmento o parte de la totalidad del
psiquismo, prácticamente a la dimensión ego del sí mismo. Por eso se prefirió conservar el más extenso Sí
Mismo.

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El Sí Mismo en las Modalidades Ello y Ego

En el curso de su funcionamiento sano, el si mismo tiene diferentes cualidades,


o estilos, de acuerdo con los requerimientos de la situación. Estas diferencias en el
proceso funcional al que nos referimos como si mismo, son entendidas como
variaciones y combinaciones de la discriminación polar del si mismo en las
modalidades ello y ego de funcionamiento.
En niveles bajos de excitación, el funcionamiento en modalidad ello es un darse
cuenta en libre flotación, asociaciones laxas, un darse cuenta inestructurado. El ello es
la modalidad de funcionamiento donde nos sentimos como que se actúa sobre
nosotros, somos responsivos al ambiente, casi automáticamente. El funcionamiento
ello es lúdico, carente de volición; ocurre cuando el flujo de los impulsos sensoriales y
motores avanza sin estorbo o dificultad. Quizás el soñar sea el ejemplo más familiar
de funcionamiento en la modalidad ello.
El ello es aquel aspecto del proceso del si mismo donde la energía, la excitación
y el movimiento son enfatizados. Algunas veces nos experienciamos como perdidos en
el campo o abandonados a nuestros sentimientos, como cuando lloramos sin
vergüenza y de todo corazón. Nuestros límites solo se sienten vagamente; a veces no
los sentimos en absoluto y nos sentimos al unísono con los procesos de la vida.
En la T.G., el juego, la espontaneidad y la expresión plena de las emociones
son consideradas aspectos necesarios de la conducta madura y adecuada. “La vida es
persistentemente más infantil que lo que otros, como Freud, permitían, y la ausencia
de funcionamiento ello en la conducta ‘madura’ no es un cambio desarrollal sino el
resultado de una supresión deliberada que contribuye a la neurosis de la normalidad”
(Perls, Hefferline y Goodman, 1951).
El funcionamiento ego del si mismo es el otro polo. La modalidad ego es
deliberada, voluntaria y activa. Se transforma en el estilo distintivo del si mismo
cuando el equilibrio organísmico no es establecido fácilmente y se requiere un mayor
manejo de las energías del campo para producir ajuste. La modalidad ego es la
modalidad de la discriminación, dividiendo activamente el campo en elementos con los
que la gestalt se identifica y en elementos de los que se enajena. Las cualidades de la
modalidad ego enfatizan la agresividad, la forma o estructura y la separación. Las
experiencias de voluntad, lucha y esfuerzo son experiencias del funcionamiento ego.
El funcionamiento ego destaca los límites. El proceso de hacer distinciones es el
de seleccionar lo que es ajeno a nosotros y aquello con lo que nos identificamos.
En el funcionamiento ego normal, saludable, nos identificamos con lo que nos
interesa, con lo que se ajusta a nuestras necesidades, y nos apartamos de lo que no
nos resulta interesante. En esta modalidad estamos auto-conscientes; esto es, nos
damos cuenta del acto de escoger como una función de nuestras habilidades.
Conscientes de nosotros mismos en este modo deliberado y agresivo, tenemos la
sensación de construir la situación. Experiencialmente, no nos entregamos al proceso,
lo hacemos.


Si bien es cierto que la modalidad Ego corresponde, en buena medida, al agente adaptativo Yo del
psicoanálisis, la modalidad Ello, de ninguna man era, corresponde al Ello psicoanalítico sino, más bien, al
libre fluir, en el darse cuenta, en un campo facilitante para la expresión y el intercambio.

16
Las vigorosas e intencionales cualidades de la modalidad ego probablemente
son más comunes en nuestra experiencia que las cualidades pasivas y de
acomodación de la modalidad ello. En parte esto se debe a que culturalmente estamos
condicionados a identificarnos más poderosamente con el estilo ego.
Las modalidades ego y ello rara vez existen en sus formas puras. Por lo
general, nuestra conducta está compuesta de elementos de ambos estilos; la relativa
importancia de cada uno es una función de la actividad en la que estamos
comprometidos y de nuestro estilo personal de estar en el mundo. En la modalidad
ego, coincidiendo con nuestra sensación de ser esforzados actores está el sentimiento
de estar, de alguna manera, aislados del campo. Gran parte de nuestro pensamiento
superior emerge de esta modalidad de conducta ya que el funcionamiento ego es
nuestro medio de imponer distinciones sobre el campo, es esta modalidad de
experiencia la que está reflejada en la estructura de nuestro lenguaje.

Contacto y Apoyo

El funcionamiento del si mismo cambia a lo largo de dos dimensiones. La


primera dimensión es el estilo: funcionamientos ego y ello. La segunda dimensión es
el contacto.
Literalmente el contacto se refiere a la naturaleza y cualidad de la forma en
que nos contactamos con nosotros mismos, con el ambiente y con los procesos que
los relacionan. El buen contacto es estar comprometidos plenamente en el acto de
contactar, de modo que la absorción con lo que estamos contactando es completa y
satisfactoria. Es ver el resto del otro con inmediatez, sin el velo gris de nuestras
expectativas u opiniones, sin la interferencia de nuestro cansancio o aburrimiento.
El contacto pobre coincide con nuestro desinterés en lo que encontramos, o
nuestro miedo a ello, o el filtro de nuestra mentalidad o ataduras. La persona
deprimida para la que el mundo es opaco y sin vida, está en un contacto pobre
condigo mismo y su mundo.
De hecho, es posible entender la formación de gestalt como el desarrollo de
contacto. El precontacto es la primera activación de la figura y la división del campo
en lo que está dentro y fuera de el. Esto sigue en el estado posterior de contactar,
donde la figura se aclara y nuestro contacto es más focalizado y preciso. El contacto
final es la resolución en un todo figural, y la solución del problema que llamó a la
gestalt; y el postcontacto es el proceso de destrucción de la gestalt y el regreso a un
punto de equilibrio.
El contacto saludable no es fijo, sino móvil. Alternamos contacto y retirada.
Este proceso que fluye es el ritmo básico del funcionamiento sano.
Parte del flujo de contacto viene de su naturaleza experimental. Con frecuencia
procede a empujones, con la figura formándose, disolviéndose y formándose
nuevamente al ir dándonos cuenta que las opciones que estamos haciendo no son las
mejores para la situación. El contacto y el compromiso decaen y fluyen en este
proceso de ensayo y error. Los errores son una parte inevitable del funcionamiento
sano.
El contacto depende de lo que llamamos las funciones de apoyo del campo
organismo/ambiente. Si el contacto es la figura del funcionamiento sano en el campo,
el apoyo es el fondo.

17
Nuestro apoyo viene de nuestra fisiología, coordinación, de la sensibilidad de
nuestras facultades de orientación y de nuestras habilidades motoras. Viene de
nuestra habilidad para usar el lenguaje para articular nuestras necesidades y
respuestas, y de nuestro auto-conocimiento: nuestra habilidad para estar en contacto
con nuestros sentimientos y pensamientos presentes.
Las cualidades particulares de nuestro apoyo vienen de la misma fuente que
nuestros contactos: de nuestra herencia y constitución, y de los resultados de gestalts
previas y de sus resoluciones. El apoyo viene también del resto del campo, del aire
que respiramos, del alimento que comemos y de las condiciones sociales de las que
somos parte. Florecemos cuando tenemos lo que necesitamos.

El Darse Cuenta, el Presente

Otra parte de la dimensión de contacto del si mismo es el darse cuenta. Estar


en contacto con la gestalt que emerge significa darse cuenta del campo. Si no nos
damos cuenta del contacto, nuestra conducta será azarosa o persistentemente
inapropiada.
Para darnos cuenta debemos tener nuestras cabezas vacías. Estar vacío es
estar abierto a todas las posibilidades. Esto asegura que cualquiera sea la gestalt que
se desarrolle, ésta será capaz de atraer sobre sí todos los aspectos pertinentes del
campo. Una vez que comenzamos a juzgar, ya no podemos permitir que la gestalt
emerja libremente. La conducta auténtica aparece sólo cuando la figura es dibujada
con lo que preferimos libremente. Este es el sentido de la frase de Perls “La persona
más creativa y rica es la que no tiene carácter” (1969). El carácter es inflexibilidad.
Darse cuenta es ser responsable. En la T.G., esta palabra es usada de dos
formas. Primero, somos responsables si nos damos cuenta de lo que nos está
sucediendo. Tomar responsabilidad significa, en parte, abrazar nuestra existencia
como va ocurriendo. El otro significado relacionado con responsabilidad es que
poseemos nuestros actos, impulsos y sentimientos. Nos identificamos con ellos,
aceptando todo lo que hacemos como nuestro.
Solo hay darse cuenta presente. El contacto y el apoyo requieren de nuestro
darse cuenta si van a tener algún peso en nuestro funcionamiento sano. A su vez, el
darse cuenta es la experiencia de lo que tenemos enfrente nuestro ahora. El contacto,
la experiencia y el cambio, todos ellos, solo son posibles en el presente. Podemos
darnos cuenta de cosas que sucedieron en el pasado o que sucederán (esperamos o
tenemos) en el futuro, pero el darse cuenta ocurre ahora. No tenemos opción,
debemos vivir en el presente. Estar orientado al pasado o al futuro es una ocurrencia
en el momento presente y derivan su significado del presente. Recordamos o
anticipamos en el contexto de nuestra presente existencia. El pasado y el futuro son
parte de la unidad de nuestra existencia presente.


Esta es otra de las zonas polémicas en la T.G. Pareciera que la impredictibilidad total sería el más confiable
signo de salud de acuerdo a esas afirmaciones. No es tal. Solo a través del ejercicio solipsista, de la negación
de la importancia vital de los otros, del otro, es posible concebirlo así. Quizás la complejidad de lo que se
concibe como “otro” podría ayudar a comprender la afirmación referida. También, si “carácter” se entiende
desde la perspectiva reichiana, influencia potente en Perls, es decir, neurosis, como sinónimo de armadura
caracterológica, la frase se hace entendible.

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Mientras que no podemos evitar sino vivir en el presente, todos sabemos que
nos resulta posible dirigir la mayor parte de nuestra atención lejos de el. Sin embargo,
la conducta natural está centrada en el presente.
Es imposible sobre enfatizar la importancia del darse cuenta del presente en la
T.G. Estar en el presente asegura la existencia del proceso figura/fondo en todos sus
aspectos. Vivir en el presente es su propia recompensa. Trabajamos y jugamos por
amor al trabajo y al juego. Las gratificaciones no son diferidas, existen en el proceso y
en el resultado. Somos gratificados tanto en la experiencia de trabajar nuestras
necesidades como en la solución. En realidad, nuestra satisfacción emana de nuestro
envolvimiento en estos procesos y consiste en estar completamente comprometidos
en ellos.

La Salud en Sociedad

Lo expuesto anteriormente nos lleva a plantear que el funcionamiento libre


corresponde a la Anarquía (con A mayúscula), es decir, donde no existen imposiciones
que obstaculicen nuestro libre funcionamiento. La Anarquía es una forma de vivir que
incluye todos los elementos de la naturaleza en su interjuego. El tomar y dar es un
intercambio entre los hombres, y entre los hombres y el marco ecológico en el que
están inmersos.
Todas las criaturas vivientes y los elementos inorgánicos del universo, juntos,
constituyen el campo, y nuestro libre funcionamiento requiere que mantengamos
contacto con todo el campo y éste es incluido en la serie de ajustes creativos que
hacen la calidad de nuestras vidas en el planeta.
Obviamente, las condiciones de vida no siempre nos permiten movernos
libremente para satisfacer nuestras necesidades. En los escritos gestálticos hay un
fuerte énfasis en la importancia de un entorno benigno. Esto es obvio. Sin embargo,
en la T.G. no se hace un correlato necesario entre salud social y salud personal.
Podemos funcionar bien en condiciones de adversidad y escasez tanto como en las de
abundancia. La salud no es equivalente a felicidad, abundancia o éxito. Es más un
asunto de ser totalmente uno en cualquier circunstancia en que nos encontremos. No
importa en que consista nuestra existencia presente; si somos uno con ella, somos
sanos.

El Inconsciente y la T.G.

El concepto de inconsciente no es usado en la T.G. y no forma parte de su


teorización. Desde el punto de vista de la T.G., el concepto de inconsciente es adverso
al buen trabajo terapéutico, al pensamiento psicológico sólido y al funcionamiento
sano.
En primer lugar, entender nuestro comportamiento en términos de actividad
consciente y actividad motivada por el inconsciente es una forma fragmentada de
entendernos a nosotros mismos. Se opone al énfasis gestáltico en la totalidad y
unidad. Implica una cantidad de otras divisiones: fantasía y realidad, dentro y fuera de

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nosotros, procesos internos y conducta. Desde la perspectiva gestáltica esto es una
reificación, constituir un estado de cosas en un hecho irreversible.
La T.G. niega la experiencia de esta división. De hecho, en la vida neurótica
“normal”, la experiencia de fragmentación es frecuente. Este no es el concepto de
normalidad en la T.G. Más bien, en la T.G. se habla de darse cuenta o falta de darse
cuenta. Lo que no es figura puede, momentáneamente, estar perdido para nuestra
consciencia, porque es irrelevante o porque lo mantenemos fuera activamente.
El concepto de funcionamiento sano en T.G. plantea que aspectos del si mismo
se movilizan fuera y dentro del darse cuenta en la medida que son necesarios para las
circunstancias.

Salud, Crecimiento, Aprendizaje, Madurez: Estar Centrado

Al comprometernos en la figura que emerge y en su resolución, ponemos


partes de nosotros en una interacción con otros elementos del campo: otras personas,
plantas, animales y objetos. En esta interacción, están dentro de nuestros límites. Nos
identificamos con ellos. Nuestra relación con ellos ya no es una de Yo y ellos, sino una
de Yo y Tú. De esta forma, asimilamos el campo, cambiándolo al cambiar nuestra
relación con el.
El crecimiento avanza de esta forma. Estamos continuamente
reorganizándonos y reorganizando nuestra relación con el ambiente.
Ser capaz de estar basados en este proceso y vivir con el, es madurez. En la
T.G, esto es llamado estar centrado. Estar centrado, simplemente, es tratar con las
circunstancias de nuestras vidas como se van presentando según los dictados del
funcionamiento sano ya delineados. Somos responsables de nuestra existencia. Somos
maduros. No somos sumisos a las exigencias de la sociedad ni la desafiamos, no es ni
auto-degradación ni auto-engrandecimiento; envueltos en las ocurrencias únicas de
nuestras vidas, nuestra madurez toma la forma de nuestro si mismo funcionando en
nuestra realidad. Para cada uno de nosotros, vivir en circunstancias únicas sociales,
culturales y personales, la madurez será diferente.
Ese es el macrocosmos del crecimiento. Su microcosmos es la conclusión de
una gestalt. El crecimiento no es un logro instantáneo. Avanza incrementalmente,
frecuentemente con dolor y sufrimiento, pero en cualquier caso, una gestalt a la vez.
En medio de la formación de una figura, no sabemos que sucederá. Sabemos lo
que está enfrente nuestro y sabemos lo que ha sido en el pasado, pero al crear la
gestalt debemos entregarnos al proceso. Debemos tomar un riesgo. Para crecer, para
inventar la nueva forma que la nueva situación requiere, debemos tomar un riesgo.

Características del Contacto

El si mismo tiene formas características de hacer contacto. Veremos estas


formas desde la perspectiva de la salud.

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a) Confluencia:
Cuando nos encontramos en el punto cero, después de la destrucción de una
gestalt y antes de la formación de otra, nuestra experiencia es la de contacto
indiferenciado con el campo. Podemos sentir que somos parte de nuestro ambiente
como de nosotros mismos. En ese momento, decimos que estamos confluentes con lo
que contactamos. Nuestros límites se ha hecho permeables y apreciamos la similitud
entre lo que contactamos y nosotros mismos. La confluencia es la apreciación de la
igualdad. Es un componente central de la experiencia religiosa de unidad y en la
dinámica de ciertas experiencias de drogas. También es la cualidad de la resonancia
de ciertos momentos de intimidad.

b) Proyección:
Tiene similitudes con la confluencia. También implica un desmantelamiento de los
límites del si mismo, pero en vez de tomar la existencia del otro dentro de nosotros
mismos o mezclarnos con el, ponemos nuestra existencia en el otro. El otro sirve
como pantalla en la que ponemos un aspecto de nosotros mismos. Corresponde al
proceso de fantasía mediante el cual visualizamos el campo de una forma diferente de
la que realmente tiene. Un arquitecto mira una colina arbolada y proyecta una cabaña
en su ladera. Este proceso es básico en la creación y en la invención.

c) Introyección:
Es el proceso de tomar actitudes y conductas sin el proceso de formación de
gestalt. Introyectamos de la misma manera que nos ponemos una máscara. La
introyección sana es el role-playing que es conocido como tal: la actuación de un niño
o de un actor. Expendimos nuestras posibilidades, intentando nuevas formas de ser
para ver si nos calzan. En la introyección se siente el límite, y se requiere que el si
mismo funcione predominantemente en la modalidad ego, separando del campo las
partes que necesitamos.

d) Retroflección:
La retroflección sana corresponde a lo que denominamos auto-consciencia. Es el si
mismo en la modalidad ego, ordenando y regimentando nuestra conducta de acuerdo
a las exigencias de la situación. Un buen ejemplo es el aprender a escribir a máquina
o a tocar un instrumento musical. La retoflección sana es disciplina.

Funciones de Seguridad

Otro aspecto del si mismo que es integral a la salud e importante para


entender funciones dañadas son las funciones de seguridad.
En ciertas situaciones de peligro, de privación o enfermedad, no podemos
encontrar un camino hacia el equilibrio. Las funciones de seguridad nos protegen y
nos permiten que descarguemos la energía que se ha ido en una figura abortada.
La función de seguridad más obvia es la huída. El abandono físico de la escena.
Otra función similar es la desensibilización o abandono psíquico de la escena.
Enfrentados a una situación donde el cierre es imposible, cerramos nuestras
facultades de orientación, obscureciendo el contacto mediante un proceso de
retroflección motriz.

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La regresión también es una función de seguridad, es reorganizar el campo
organismo/ambiente para poder enfrentarlo (ciertas formas de humor). Otra forma de
huída psíquica es la alucinación y la ilusión. Ponemos una fantasía en vez de una
situación intratable. Regularmente nuestros sueños cumplen con el mismo propósito,
catártico, de disipar la excitación acumulada.

22
Capítulo IV

FUNCIONAMIENTO ANORMAL

Este capítulo está dirigido a lo que los profesionales de la salud mental llaman
neurosis, psicosis, conducta anormal y a las aparentemente ilimitadas variedades de
esquizofrenia; también cubre las versiones del lenguaje ordinario: volverse loco,
enfermarse, ser raro, andar cagado, etc.
Aunque de uso corriente en el lenguaje profesional, los términos clínicos
diagnósticos no sugieren un tratamiento específico. Las categorías de “enfermedad
mental” tienen muchos usos clínicos y sociales que, de hecho, pesan en contra de un
tratamiento exitoso.
En primer lugar, en la T.G. los desórdenes no son mentales, son organísmicos.
La misma división mente-cuerpo es un modo alterado de pensamiento. Es la totalidad
de nosotros la que puede encontrarse perturbada.
Lo que en la T.G. se llaman desórdenes mentales son las interferencias con el
proceso de formación y destrucción de gestalts que producen distorsiones y
desequilibrios en nuestra integración básica. Son desórdenes del funcionamiento y
crecimiento del si mismo.
En segundo lugar, en la T.G. entendemos que nuestras caracterizaciones de la
conducta sana y anormal son referencias a los procesos presentes. Se habla de
desórdenes de contacto y apoyo, de dificultades para que el punto cero persista o
aparezca, o de la incapacidad para permitir que las figuras se disuelvan después de
haber cesado de ser pertinentes.
La mayor parte de los desórdenes se originan en la infancia. Una respuesta
normal del organismo sano a una dificultad prolongada son nuestras funciones de
seguridad. Estas son situaciones de emergencia y, en éstas, recurrimos al repertorio
de conductas protectoras disponibles. Si la emergencia persiste, nuestra conducta de
emergencia persiste; haremos cualquier ajuste que podamos. Cerramos la figura de la
mejor forma posible, dado lo que el campo (el ambiente y nuestra sensación de
emergencia y amenaza) tolerará.
Al hacer esto, debemos interferir con nuestro libre funcionamiento, suprimiendo
la excitación que busca llevarnos a conductas prohibidas y a las respuestas que son
más apropiadas para nosotros, a favor de aquellas que son aceptables. Nos volvemos
en contra de nuestra conducta espontánea, entramos en conflicto con nosotros
mismos y parte de nuestra energía vital debe ser usada para restringirnos. La
supresión, conciente y controlada, pronto deja de ser percibida y se transforma en
represión crónica.
La energía que continúa usándose en el conflicto del que ya no nos
percatamos, está perdida para nosotros y no podemos utilizarla para enfrentar nuevas
situaciones. Parte de nuestras energías van a un estancamiento de inmovilidad.
También debemos cortar la excitación que puede ir a otras figuras, porque también
eso excitará nuestra totalidad y reactivará el conflicto interno.
Lo que llamamos desorden organísmico es la acumulación de eventos como
esos. Al interferir con nuestras funciones de contacto y con la persistencia del
funcionamiento de seguridad, perdemos nuestra unidad.

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Como resultado, no podemos crecer. Estamos estancados con las mismas
conductas que desarrollamos anteriormente.

Aspectos del Funcionamiento Anormal: un ejemplo

En términos de formación de gestalts, la anormalidad es interrumpir la gestalt


en varios aspectos de su aparición.
Lo mismo que ocurre con la expresión física de nuestro metabolismo (comer,
digerir, eliminar), tenemos otros apetitos y procesos organísmicos: apetito de
experiencia, de contacto emocional. Tratamos con todos ellos esencialmente de la
misma manera: destruimos gestalts viejas para construir nuevas. Y a medida que
crecemos, nos vamos haciendo capaces de cerrar y destruir gestalts más complejas.
El primer límite de contacto son nuestros órganos del gusto y el olfato. Otro
censor es el disgusto (arcadas, vómitos). Podemos experimentar un déficit de
proteínas y dulzor: comemos leche y galletas. Digerimos y eliminamos lo que es
exceso; el hambre es destruida como figura.
Las interferencias con este proceso total pueden ocurrir en cualquier momento:
al inicio, podemos perder contacto con lo que necesitamos o con lo que está al alcance
para nuestro consumo. Así, tomamos cosas que no necesitamos o no buscamos lo que
necesitamos. O, posteriormente, podemos fallar en el uso de los incisivos y molares.
Todo esto tiene un símil en el área de la experiencia general. Problemas de
diferenciación inadecuada al comienzo de la formación de la figura (no saber si se
tiene hambre, confundir el hambre por ansiedad). Interrupciones en el masticar, moler
y tragar son símiles de disfunciones en el contacto y en la diferenciación y destrucción
de figuras. Los problemas derivados de un inadecuado proceso de destrucción del
alimento (tragar grandes pedazos de alimento) como la diarrea, constipación e
indigestión, tienen su contrapartida en el área de la expresión vocal, por ejemplo, con
la diarrea verbal, inadecuaciones en la articulación y discurso confuso,
respectivamente.

Interferencias en las Modalidades del Si Mismo

En el mal funcionamiento de las modalidades del si mismo, el interjuego entre


los modos ego y ello es interrumpido. Típicamente, es la modalidad ego la que asume
una dominancia insana. ¿Por qué? El mal funcionamiento emerge de situaciones
peligrosas. Cuando estamos en peligro, nos experienciamos como potencialmente
dañados por el proceso en el que estamos comprometidos.
Inicialmente, nuestra respuesta es el modo medio que hemos denominado
funciones de seguridad. Cuando el peligro que sentimos persiste y, al mismo tiempo,
debemos trata con situaciones nuevas, actuamos para borrar nuestras reacciones de
las funciones de seguridad (quedan fuera del darse cuenta mientras siguen
funcionando). Este acto es el primer desequilibrio. Es en la actividad de la modalidad
ego que nos experienciamos como haciendo que la situación se transforme en lo
queremos.
En esta situación, la persistencia del funcionamiento ego detiene el flujo del si
mismo. Las modalidades ego y ello dejan de ser los estilos cooperantes e integrados.
La modalidad ego es impuesta al funcionamiento del si mismo.

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Simultáneamente, nuestros límites, que en el funcionamiento ego se vuelven
claros y bien definidos, mantienen esa distinción. Ahora, “hacemos” contacto y lo
mantenemos, o nos retiramos al aislamiento. El flujo es detenido, reemplazado por
cambios formales; los límites son firmes, el contacto está severamente disminuido, la
excitación es apartada. Nos hemos reificado, transformados en objetos.
Aunque continuamos existiendo en una situación única, nuestros planes son
generalidades y con cada fracaso, somos confirmados en la creencia de nuestro
peligro, porque aun no somos gratificados.
En la salud, nos orientamos a completarnos. Dañados, nos orientamos hacia la
victoria e impedir la derrota. Nuestra satisfacción y sentido del si mismo viene de la
conquista y del control. Luchamos por dominar o por eliminar lo que no podemos
controlar. Ya que gran parte de lo que necesitamos controlar es a nosotros mismos,
podemos entender estos desórdenes como auto-conquistas. Actuamos para suprimir el
peligro eliminando la excitación y el darse cuenta que podrían, nuevamente, ponernos
en peligro. Intentamos manipular los otros aspectos del campo: los objetos y personas
de nuestro entorno.
Al mismo tiempo que intentamos controlar, estamos siendo dependientes. El
propósito de nuestro control es perpetuar un estado infantil donde nuestro entorno
satisface la mayor parte de nuestras necesidades sin que tengamos que tomar parte
en la dialéctica u excitación del proceso gestáltico.
Una respuesta alternativa al peligro es el funcionamiento del si mismo
persistentemente en la modalidad ello. El funcionamiento ello le ofrece una retirada a
nuestro amenazado si mismo. Podemos concebir un continuado funcionamiento ello
como la disolución del si mismo en el fondo, con el propósito de evitar el peligro.
Una aparente paradoja del persistente funcionamiento ello es que su misma
persistencia es una función de la modalidad ego. La fijeza del funcionamiento ello
significa que hemos actuado para mantenerlo. El acto de mantención es un acto de la
modalidad ego.

Interferencias con el Contacto

El darse cuenta es ser en el presente. El funcionamiento anormal socava el


ahora, desplazando nuestro compromiso a la zona media del proceso mental
consciente. La zona externa es el ambiente y la zona interna somos nosotros. La zona
media son nuestros pensamientos, fantasías y deseos. En la anormalidad, la zona
media se ocupa en reducir nuestro compromiso. Hacemos esto atendiendo inapropiada
y desordenadamente al pasado y al futuro, a juicios y opiniones. Nada es nuevo, todo
se vuelve una modificación de un evento previo o la sombra de nuestros preconceptos.
Como todas nuestras capacidades, el lenguaje y el pensamiento, siendo
herramientas notables y valiosas, pueden ser ocupadas en formas que reducen
nuestra habilidad para funcionar adecuadamente y satisfacernos. Pueden ser usadas
para dividirnos; pueden interponerse en nuestro contacto con el mundo, de modo que
nos vemos ni oímos realmente; pueden reemplazar nuestro encuentro activo con lo
que está fuera de nosotros a favor de murmullos autísticos.
No toda intelección es paja mental (mind-fucking), solo la intelección que es
evasión. A medida que la experiencia de nuestra mentalización reemplaza a nuestra
experiencia de un campo unificado, la inteligencia organísmica cohesiva que es al
intuición, es reemplazada por su componente cognitivo, el intelecto.

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Organizamos nuestras relaciones de acuerdo a principios abstractos como
justicia, derechos o libertad, y ponemos nuestros principios en una posición
privilegiada por sobre las exigencias de cualquier situación particular. La forma
orgánica es reemplazada por la forma mecánica.
Podemos hablar sin estar comprometidos, sin responsabilidad. Decimos, “se
dice”, aunque el referente no es “se”, sino nuestro dolor. “No se puede remediar”,
respondemos al sufrimiento del otro, en vez de decir directamente “No puedo
ayudarte”, o más acertadamente “No te ayudaré”, o “No quiero ayudarte”. La cualidad
de nuestro discurso refleja el insano uso que hacemos de el. La poesía de color y
sorpresa que es la contrapartida verbal del funcionamiento vivo e hace interminable y
prosaico.
El hablar sirve a los mismos propósitos evasivos del funcionamiento alterado
que el que hace el pensamiento. En vez de coordinarse con el resto de nuestra
experiencia y realzar nuestro contacto, los reemplaza a ambos.
Nuestros intentos de interrumpir nuestro libre funcionamiento toma dos formas
generales: interferencia o substitución y represión. Usualmente ocurren juntos, en
secuencia o en proximidad temporal.
Los aspectos represivos de la obstrucción a nosotros mismos emergen, en
parte, de la persistencia de aspectos de nuestro funcionamiento normal. La represión
es el olvido de actividad suprimida. La supresión de nuestras respuestas motoras es
parte de nuestro repertorio de respuestas al peligro. Suprimir nuestras respuestas
espontáneas es retroflección.
Nuestro olvido también está enraizado en la conducta normal. Es nuestra
facilidad para ignorar, no dándonos cuenta de aquellas partes del campo que no
poseen interés para nosotros o con las que ya hemos terminado. En la represión,
nuestra deliberada inhibición es olvidada. El peligro de actuar aun está presente, pero
no hay nada más que hacer acerca del problema. Nuestro darse cuenta se disipa. A
medida que perdemos contacto con nuestros conflictos, el funcionamiento del si
mismo se hace limitado.
Sobre nuestra fisiología básica, unificada con el organismo total, imponemos
una fisiología secundaria de restricciones de emergencia, que se hace crónica y
habitual. Se transforma en lo que Reich llamaba una armadura, un escudo en contra
de las pulsaciones del organismo y de las invasiones del ambiente.
Represión es un término equívoco para este proceso. Al retenernos, no es que
simplemente detengamos nuestro funcionamiento. La excitación que hemos dado de
baja no desaparece. La energía debe ir a alguna parte. Se transforma en el proceso
mismo de bloquear y, quizás, en otras actividades substitutas.
Sin embargo, las figuras substitutas, por lo general, son inadecuadas para
satisfacer las necesidades que ocasionaron la figura original. Así, nos forzamos para
atender a algo que no nos importa realmente. Escuchamos cortésmente a una
aburrida conversación.
Mientras este proceso sirve para detener la expresión original de nuestras
necesidades, la armadura resultante tiene sus propias cualidades distintivas. Al
retenernos, expresamos la retención de nuestras necesidades y, de una manera
distorsionada y oblicua, también expresamos la necesidad.
Ya que nuestro control está próximo a ser imperfecto, a veces sucede que
comenzamos a relajar nuestras inhibiciones. Podemos encontrar que nuestro nivel de
excitación está a la par o excede la fuerza de nuestras inhibiciones, porque nuestras

26
necesidades aún están tratando de moverse hacia su satisfacción; la figura quiere
emerger. La batalla resultante de excitación y restricción es lo que se llama ansiedad.
La ansiedad es el conflicto de nuestros intentos de bloquear nuestra excitación.
Ocurre cuando interrumpimos a la gestalt emergente. Fisiológicamente, la ansiedad es
la contracción de nuestro pecho en contra de la necesidad organísmica de suplir el
oxígeno necesario para apoyar la nueva excitación. “La ansiedad como una emoción,
es el temor al propio atrevimiento” (Perls, Hefferline y Goodman, 51).
Originalmente, la ansiedad es nuestra experiencia del conflicto entre nuestras
necesidades organísmicas y las restricciones de nuestras funciones de seguridad;
posteriormente, cuando ya hemos institucionalizado nuestras funciones de seguridad,
es el conflicto de nuestra armadura y nuestra excitación. En este último estadio, es
probable que no reconozcamos a ninguno por lo que son; nuestra experiencia es solo
una incomodidad.
La ansiedad es una represión incompleta. No hemos triunfado en
conquistarnos. En la ansiedad, estamos en contacto con el presente aumento de
excitación, y también estamos en contacto con nuestras expectativas del resultado de
expresar nuestra excitación. El conflicto es entre la presente figura que se forma y
nuestra anticipación de desastre que sobrevendrá si permitiéramos que la figura se
desarrollase.
Esta es la dinámica de la cual el pánico de escena es un ejemplo. Juntando
todo estas conductas constituyen lo que llamamos nuestras defensas. Ellas emergen
de nuestros intentos de protegernos y mantener nuestro funcionamiento, pero se
transforman y son mejor entendidas como agresiones en contra del si mismo.

Asuntos Incompletos

Si no estamos en contacto con muchas de nuestras posibilidades, no podemos


satisfacernos. Acumulamos asuntos incompletos que corresponden a una indigestión
organísmica. Con nuestro darse cuenta bloqueado y nuestras energías disminuidas,
no podemos poner suficiente de nosotros mismos en las situaciones nuevas. Las
nuevas gestalts son débiles e incompletas. Acumulamos emociones incompletas,
como resentimiento y preocupación. Con el tiempo, coleccionamos una serie de
situaciones incompletas, frases no dichas, sueños recurrentes, urgencias no
expresadas.
Nuestras urgencias no pueden ser olvidadas o reprimidas, solo puede serlo su
expresión. En el nivel físico, los asuntos incompletos son el punto muerto de los
impulsos motores y nuestra armadura muscular. Algunas veces los sentimos como
dolores crónicos o sorpresiva sensibilidad o insensibilidad en áreas de nuestro cuerpo.
Nuestros asuntos incompletos son los animadores de las compulsiones y obsesiones
tan frecuentes en el funcionamiento normal. Usualmente estas acciones son referidas
como síntomas. Los síntomas son, al mismo tiempo, expresiones de nuestra vitalidad
organísmica y ataques en contra de nuestra vitalidad hechos por nosotros mismos.
Somos, simultáneamente, prisionero y guardián. En la T.G., los síntomas se entienden
como intento de resolver problemas importantes para nosotros de la mejor manera
que podemos en el contexto de un limitado darse cuenta de la situación.

27
El Individuo y la Sociedad

De muchas formas podemos entender nuestros conflictos internos como


conflictos entre nuestras existencias organísmica y social. Con frecuencia, los
imperativos de la escena social no son tan diferentes de lo que eran cuando éramos
niños. La escena social está repleta de reglas, normas y leyes para gobernar nuestra
conducta.
Uno de los aspectos positivos de esta sociedad, es su diversidad, movilidad y
falta de cohesión. Siempre ha habido lugares donde podemos ir para encontrar un
ambiente que nos permita más opciones adecuadas. Pero, a causa de nuestro legado
de asuntos incompletos y un funcionamiento deteriorado, es corriente que no
podamos proporcionarnos estas oportunidades.
El asunto aquí es: ¿En qué medida nuestra salud depende de nuestro ambiente
y en qué medida este depende de nosotros?
Desde el punto de vista de la T.G., el único criterio para la salud es nuestra
continua habilidad para crear y destruir gestalts. Si podemos abarcar todo el campo y
permitir que sus elementos dancen en un ritmo único, somos sanos. Por otro lado, si
el campo está empobrecido, nuestras figuras ciertamente perderán riqueza y nuestra
misma habilidad para hacer figuras puede ser impedida. Una de las cualidades de las
figuras que hacemos en tales circunstancias serán su empobrecimiento e
inadecuación.
Es posible vivir en un campo de concentración y estar sanos. Pero un logro
como ese requiere de un esfuerzo heroico de tal magnitud que muchos de nosotros no
podríamos hacer. La experiencia de muchos de nosotros creciendo y viviendo en la
civilización plantea la misma pregunta.
Podemos ver el mérito de ambos puntos de vista: en efecto, nuestra salud
depende de nosotros y, en efecto, también depende de lo que permitirá el campo. En
primer lugar podemos en cierta medida manipular nuestro ambiente. No somos
víctimas de las circunstancias, tenemos cierta medida de control sobre los
componentes de nuestro crecimiento sano. En nuestro lugar, y decisivamente,
siempre tenemos la alternativa de mantener nuestra conciencia de nuestra vida
mientras la vivimos. Incluso en las mas terribles de las circunstancias, esto está
abierto a nosotros y, desde la perspectiva de la T.G, estamos sanos en la medida que
nos damos cuenta de esta posibilidad. Nuestra realización emerge no de ser feliz o
infeliz, sino de ser.

Estrategias de Funcionamiento Anormal

La anormalidad se presta más fácilmente a la reificación que lo que hace la


salud porque la anormalidad misma es una reificación. Consiste en imponernos sobre
el proceso de la gestalt, afirmándonos en ciertas intenciones y conductas. La unicidad
de la salud normal es reemplazada por las estrategias recurrentes del deterioro. En la
T.G. entendemos que todas las desviaciones de la salud son digresiones del
compromiso y estilo del si mismo. Por un lado, el contacto con el campo se reduce y
nos contactamos, en cambio con los engaños y fantasías que producimos, vivimos en


Del latín res, cosa; hace referencia lo no organísmico, a lo no procesal, a lo estático.

28
la zona media. Por otro lado, los funcionamientos ego y ello dejan de ser aspectos
coordinados del si mismo. Nos volvemos rígidos y estancados, o difusos y nunca lo
suficientemente adecuados.
Nos situamos en posición de peligro ante las demandas del campo y nos
experienciamos como incapaces de enfrentar las difíciles circunstancias. Como
resultado, intentamos apartarnos del encuentro con las exigencias situacionales. Nos
falsificamos porque no aceptamos lo que somos. Esta insatisfacción es nuestra
invitación para usar el funcionamiento ego para rehacernos. Bloqueamos cualquier
cosa que no corresponda a la imagen ideal que hemos construido, nuestro auto-
concepto.
También el ambiente tiene que calzar con nuestra idealización si vamos a
triunfar. Estos son dos aspectos de la misma insatisfacción.
Cada una de las formas características con que el si mismo contacta el resto
del campo tiene su contrapartida en el funcionamiento anormal.
La confluencia se transforma en pseudo-confluencia; alteraciones fantaseadas
en el ambiente se transforman en proyección; el role-playing y la imitación en
introyección y el auto-control en retroflección.
Así como la Confluencia es la apreciación de igualdad, la pseudo-confluencia es
hacer la misma cosa del individuo y del ambiente. Infantilmente nos aferramos a la
confluencia original de pecho y niño. No asimilamos la experiencia, la tragamos. No
experienciamos límites, no podemos hacer contacto porque el contacto es la
apreciación de diferencias que nos hemos vuelto incapaces de conocer. No podemos
formar una figura y, como niños, somos incapaces de jugar nuestra parte en cambiar
nuestras circunstancias porque sentimos que carecemos de la habilidad para hacer
nada. El otro debe hacer el esfuerzo porque somos desamparados. Estamos como en
un trance, sin voluntad, sin funcionamiento en la modalidad ego en absoluto.
El ‘verdadero creyente’ de Eric Hoffer es un ejemplo de esto: es una persona
que busca un movimiento o una causa para poder comprometerse. Puede ser un
rabioso comunista y, posteriormente, un rabioso fascista. Lo que le resulta necesario
es estar tan intensamente comprometido con sus creencias que estas lleguen a llenar
el hueco de su vacío si mismo.
En la Proyección patológica, el límite de distinción entre lo que somos y lo que
no somos se pierde. Vemos al mundo como queremos que sea y así perdemos el
rastro de lo que hemos hecho al mundo exterior.
Hay dos partes en la proyección, ya sea sana o deteriorada. Primero, borramos
la realidad, ignorando lo real. En seguida, llenamos el vacío que hemos hecho con
nuestra fantasía. En el funcionamiento anormal, cesamos de darnos cuenta de lo que
hemos hecho. La proyección insana requiere que evitemos cualquier responsabilidad
por distorsionar la realidad. La necesidad de proyectar reside en nuestra sensación de
que no podemos sobrevivir y poseer nuestras ideas y sentimientos, porque estos nos
amenazan con comprometernos en situaciones que creemos nos hacen peligrar. En
otras palabras, las enajenamos. Al usar el mecanismo del contacto proyectivo,
ponemos nuestra rabia, nuestras exigencias y nuestras habilidades en otros. En vez de
conocer nuestro poder, nos sentimos desamparados para resistir la fuerte insistencia
de otros. Nos empobrecemos y permanecemos inmaduros y dependientes.
En la Introyección, como en la confluencia, tragamos lo que está fuera de
nuestros límites sin digerirlo. Pero la introyección es una función más discriminatoria.
Es un intento más maduro y preciso de tratar la inadecuación que sentimos. Es una

29
estrategia de la modalidad ego. Al introyectar, primero tomamos trozos y porciones de
roles que esperamos nos permitan dar cuenta exitosamente de situaciones que
nuestras respuestas espontáneas parecen no resolver; luego, dejamos de darnos
cuenta que somos actores. Pensamos que somos nuestros roles. Aquí, como en la
pseudo-confluencia, el tomar e ingerir es un pseudo-metabolismo. El si mismo no
asimila. En vez de estar integrados y unificados, tenemos capas.
Originalmente, nuestros padres son la frecuente inspiración de nuestros
introyectos. Posteriormente, vienen de otros. Lo que es esencial para que
introyectemos es que ellos están, o parecen estar, en control de la situación y, por lo
tanto, de nosotros. Nos dominan.
Como todos los recursos de nuestro funcionamiento alterado, estas maniobras
no nos satisfacen. Hemos bordeado nuestras necesidades y el proceso de elaboración
de la satisfacción del si mismo. Nuestros introyectos no bastan porque no hemos
aprendido a enfrentar, solo a copiar.
La Retroflección, la manifestación patológica del auto-control, es nuestra
solución a nuestra falta de voluntad o inhabilidad para actuar enérgica y
decisivamente sobre el ambiente. Volvemos nuestras acciones en contra nuestra y
evitamos contactar sus obstáculos. En la retroflección, el ambiente sobre el que
actuamos somos nosotros.
Mientras que la introyección y la pseudo-confluencia son alteraciones de
aspectos tempranos del proceso de la gestalt, la proyección y la retroflección son
alteraciones que ocurren en estadios más avanzados, cuando ya hemos formado más
claramente la figura/fondo.
En la retroflección, frenamos nuestro impulso y el resultado es la inmovilidad.
La inmovilidad no es resolución, es la tensión de opuestos de igual fuerza.
Físicamente, es la armadura corporal, la musculatura constreñida. Emocionalmente,
puede ser visto como la acción en contra del resentimiento a través de la culpa.
Cognitivamente, puede ser la persistencia de la introspección oponiéndose e
inhibiendo nuestro darse cuenta; en vez de contactar el ambiente, contactamos
nuestra mentalidad. Nos hacemos a nosotros mismos lo que queremos hacer a otros.
Hemos visto que el desorden de la salud requiere que el si mismo funcione en
el estilo agresivo de ego. La interrupción básica del proceso figura/fondo, el antecesor
de todo deterioro, se llama egotismo. Es la deliberación usada para aniquilarnos a
nosotros mismos. Su satisfacción está en el control y en la victoria. La victoria no es
conducta integrada, la resolución sí lo es.
El egotismo también nos da un sentido engañoso y falso de nosotros mismos.
Nos volvemos arrogantes, impresionados con nuestros poderes. El resultado es que
nos ponemos en el centro de la vida. Su evidente ironía es que al tratar de que las
cosas funcionen, aseguramos su fracaso. Buscando producir nuestra satisfacción, nos
frustramos. Intentando ejercitar control sobre nosotros mismos y el ambiente, nos
volvemos incontrolables. Así, llegamos a experienciarnos como ajenos.

Desórdenes del Si Mismo

El si mismo se polariza en la excitación del modo ello y en la estructura y


deliberación del modo ego. El resultado de esto son caricaturas de estos dos aspectos
del si mismo, porque ambos modos son transformados al ser alejados de su íntima y

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balanceada interacción normal. Se transforman en el si mismo en conflicto, en una
contradicción de funcionamientos alterados ello y ego.
Lo que nos mantiene sanos es aquello que mantiene integrado al si mismo:
vivir en el presente, en el ahora. Al vivir en el ahora, nuestras funciones de contacto
son adecuadas.
Entonces, la pre-condición para la anormalidad es la pérdida de contacto con el
campo, porque en la medida que el contacto unifica al si mismo, la pérdida de
contacto produce su desintegración. La anormalidad es la mala coordinación de
estructura y energía. Demasiada estructura para la excitación es represión,
cadaverización, conducta formalizada y a brincos; demasiada poca estructura es
conducta impulsiva, actino out, bizarría.
Al extremo del desequilibrio de las modalidades del si mismo, vemos lo que se
conoce como esquizofrenia y las psicosis.
Con el contacto disminuido, la permeabilidad de las fronteras del
funcionamiento ello es exagerada. Los estilos de conducta que dependen de
confundirnos con el exterior (confluencia, proyección e introyección) pueden florecer.
Es esto deberíamos reconocer una descripción general de aspectos de los desórdenes
extremos que se caracterizan por una conducta fuera de control.
Otros desórdenes extremos obtienen sus características primarias del si mismo
olvido de la realidad y de la casi total dominancia del si mismo por la modalidad del
ego: megalomanía, paranoia, obsesión y compulsión.
También deberíamos notar que el funcionamiento que se caracteriza por una
preponderancia de la modalidad ello generalmente es más extremo y más perturbado
que el funcionamiento donde persiste la modalidad ego. Parece ser que ya que una
modalidad ego viable nos permite manipular nuestro contacto con el campo, tenemos
más habilidad para moderar nuestra disfunción si este modo está bien desarrollado.

El Desarrollo del Deterioro

El primer estadio de nuestro deterioro ocurre cuando nos movilizamos para


mantener nuestro funcionamiento en la modalidad ego y lo usamos para actuar en
contra de nuestros impulsos, oponiéndose en contra del movimiento hacia la figura.
Perls llamo a esto el nivel implosivo, “El nivel implosivo es aquel que las
energías que son necesitadas para vivir son congeladas y mantenidas sin uso”. Es el
punto de la auto-alienación donde la modalidad ego se impone sobre el organismo. En
este punto hemos opuesto la tesis de nuestra espontaneidad con la antitesis de
nuestro temor. Las fuerzas de nuestro movimiento y freno son contrapuestas
igualmente, como caballos atados por una cuerda y que tiran en direcciones opuestas.
Esta fase de inmovilidad es el impasse.
En el impasse hay poca actividad y mucha tensión. Nuestra excitación es
enfocada al conflicto que nos deja externamente inertes. Aunque no encontramos
salida de este impasse, aun tenemos nuestra vida por vivir, de modo que fabricamos
soluciones parches que nos permitan funcionar de una manera parcial. Nuestro
impasse es el resultado del conflicto no resuelto entre nuestro interés libre por
nuestras necesidades y nuestra apreciación por lo que podemos hacer y sobrevivir.

31
Ya que el impasse es una experiencia tan difícil y debilitante, desarrollamos una
fobia al respecto. Comenzamos a evitar las circunstancias, pensamientos y
actividades que excitarán a los elementos de nuestros conflictos.
El nivel de funcionamiento que creamos para evitar nuestro impasse debe ser
opaco y carente de significado y, al mismo tiempo, nos debe permitir manipular el
campo de tal forma que no confrontemos nuestros tópicos más presionantes. Nos
volvemos falsos, jugadores de juegos. Este es el nivel de jugar roles sin saber que
somos jugadores, y de controlar personas y cosas.
El objetivo de este nivel externo de funcionamiento deteriorado es impedir la
autenticidad, porque ésta puede conducirnos inequívocamente a la resurgencia de
nuestros conflictos.

32
Capítulo V

LA TERAPIA: REINSTALANDO EL CRECIMIENTO

Lo General

La terapia es recobrar el proceso de la gestalt y hacernos capaces de un


funcionamiento libre. Como lo hemos visto, la interferencia primaria con el proceso de
vivir es nuestro disminuido darse cuenta. El darse cuenta es nuestra experiencia de lo
que nos sucede, y todas las anormalidades que hemos examinado emergen del
deterioro inicial de esta capacidad.
La terapia consiste en llevarnos a un contacto más cercano con y aun mayor
darse cuenta del presente. Darse cuenta del presente significa que ya no hay más
espacio para el sistema de la zona media de engaños y distracciones que caracterizan
al deterioro; significa que estamos totalmente comprometidos en cada paso del
desplegado patrón de satisfacción de nuestras necesidades que llamamos la dialéctica
gestáltica.
La terapia consiste en el aprender a darnos cuneta de todos los aspectos del
proceso de la gestalt, desde el campo indiferenciado, a través de los inicios de la
destrucción, a través de la polarización de los elementos del campo, a través de su
unidad en la nueva figura y la resultante nueva situación, y la satisfacción total y
regreso a la indiferencia.
En la medida que nuestro darse cuenta es ampliado, el si mismo se acerca a su
completación y adecuación.
La terapia es una investigación de cómo funcionamos en el mundo y de cómo
podemos funcionar más de acuerdo con nuestra naturaleza. Primero es una
investigación de las formas en que resolvemos o fallamos en resolver los problemas
que enfrentamos, con el propósito de incrementar nuestro darse cuenta de ello y,
luego, un cuidadoso enfoque experimental orientado al cambio de nuestro
funcionamiento para hacerlo más satisfactorio para nosotros.
La meta de la terapia es lograr la suficiente integración como para que
llevemos el proceso de nuestro desarrollo por nosotros mismos. El propósito de la
terapia no es solucionar los problemas de nuestro vivir (eso es un asunto del vivir). El
objeto de la terapia es tratar con nuestra inhabilidad para enfrentar satisfactoriamente
las circunstancias de nuestra vida, y descubrir los recursos de nuestro si mismo para
que podamos desarrollar las nuevas soluciones que requerimos para satisfacer las
exigencias de nuestras necesidades y del ambiente.
Los conflictos que son resueltos en terapia son nuestros conflictos internos,
divisiones en la unidad del si mismo. Esto significa que el si mismo es el foco de
atención en la T.G. Las normas y eventos sociales no son tratados en terapia porque
no están al alcance del proceso de cambio terapéutico. En la terapia enfrentamos los
hechos de nuestras vidas que hemos ocultado dentro de nosotros. La tarea es
ayudarnos a aceptarnos; llegar a ser lo que somos es darse cuenta de nosotros
mismos, ahora.
Hay dos aspectos distintivos del proceso terapéutico: develar nuestro
funcionamiento presente y descubrir formas para reemplazarlo con medios más
adecuados para satisfacernos. El primer aspecto es atender a la fenomenología de

33
nuestra conducta presente. Primero debemos descubrir lo que nos hemos hecho a
nosotros mismos y que ha llegado a constituir una segunda naturaleza de
funcionamiento deteriorado. Nos contactamos con los asuntos incompletos que
tenemos y cómo los mantenemos en suspensión.
El propósito inicial de la terapia es recuperar para nuestro darse cuenta las
actitudes y conductas que nos constituyen en el momento presente. Aquí, se intenta
cambiar solo nuestro darse cuenta y no nuestros actos. Aunque, debemos decir,
restaurar nuestra conducta presente a nuestro darse cuenta producirá una renovación
del proceso gestáltico de cambio. Con frecuencia encontramos que lo que estamos
haciendo no nos satisface y que nuestra auto-restricción en contra de actuar para
formar figuras que deseamos formar no se basa en ninguna necesidad presente.
Desde este darse cuenta inicial de cuan ineptos somos, comenzamos a intentar
cambiar nuestro actos para hacerlos más congruentes con nuestras necesidades.
Encontramos que nuestras necesidades son más simples y realistas que lo que
nuestras frustraciones nos han llevado a creer. En otras palabras, el contactar
nuestros asuntos incompletos no nos transforma necesariamente en glotones voraces,
esclavos de nuestros apetitos.
Otro aspecto relacionado de la terapia es intentar nuevos modos de
pensamiento y acción para reemplazar aquellos que comenzamos a encontrar
inadecuados. Esto se hace a través del ensayo y error. Buscamos en nuestro si mismo
por el ímpetu hacia nuevas direcciones y, en la terapia, damos los pasos que van en
esa dirección encontrando incrementos sucesivos en el manejo del campo orientados
hacia nuestra satisfacción. Este es el aspecto experimental de la psicoterapia
gestáltica.
El ensayo y error es un elemento intrínseco en la formulación de una figura y el
darse cuenta presente es el contacto adecuado necesario para la formación de la
figura.
No deberíamos concluir que estos dos aspectos de la actividad terapéutica,
contactar el si mismo presente y crear nuevas conductas, siempre ocurren en el
mismo orden en que se han presentado. El cambio terapéutico es una actividad
cooperativa donde el contacto y la creación interactúan para restaurar el
funcionamiento sano. Pueden ocurrir en el orden señalado, o a la inversa, o alternada
y combinadamente.

El Uso del Funcionamiento de la Modalidad Ego en Terapia

La terapia no solo consiste en descubrir mejores formas de vivir. No podemos


simplemente sobreponer nuevos patrones de funcionamiento sobre los viejos. Gran
parte de nuestra excitación está amarrada allí, y la nueva solución no será adecuada a
menos que nuestros recursos sean suficientes.
Nuestro funcionamiento en modalidad ego se ha opuesto a nuestros impulsos
con otras conductas que juzgamos atenderán mejor a nuestras necesidades. Donde la
modalidad ego nos aleja de nuestro darse cuenta presente y de nuestras necesidades,
esta misma modalidad del si mismo, en terapia, es usada para dirigir nuestra atención
y energía a nuestros conflictos internos.
De este modo, uno de los aspectos centrales de la psicoterapia es reorganizar
los usos de nuestra voluntariosa modalidad ego con el objeto de que pueda canalizar

34
nuestro darse cuenta y excitación a nuestros asuntos incompletos. Nos forzamos a
detenernos, mirar y experienciar el terror del que hemos estado huyendo.
Durante el desarrollo de nuestro deterioro, la modalidad ego fue una de las
armas de nuestra auto-conquista. En la terapia es uno de los instrumentos de la
restauración del si mismo sano.

Estilo Terapéutico y Técnicas

La superficie de la T.G. es el conjunto de técnicas popularizadas por sus más


dramáticos exponentes, especialmente, Fritz Perls.
Deberíamos ver el uso de las técnicas terapéuticas en la T.G. con las siguientes
actitudes generales:
El enfoque gestáltico es una terapia. Es un compromiso pragmático con otros
seres humanos que pretende promover el crecimiento y el desarrollo.
La T.G. es realizada en tantas formas como terapeutas gestálticos existan. Lo
que resulta esencial es que el terapeuta gestáltico desarrolle su propio estilo
individual. Para hacer esto, debe mascarla, romperla, ingerirla y hacerla propia.
Porque para que la terapia sea completamente apropiada, debe responder tan
exactamente como sea posible a las condiciones especificadas de cada situación
terapéutica. Así, será diferente para cada terapeuta, cada cliente y diferente en cada
reunión.
En la T.G. hay un énfasis considerable en el desarrollo de estilo, no en el uso de
técnicas. Un estilo de terapia es una forma de expresión y comunicación personal que
está integrada con la orientación hacia el ser y el crecimiento que es el marco de
referencia de la terapia. En la T.G. los estilos de terapia vienen de la interacción entre
las habilidades y temperamento del terapeuta y su comprensión del enfoque
gestáltico.

El Darse Cuenta

La metodología de la T.G. son aquellos principios operantes que apoyan la


expresión particular de T.G. que es cada estilo de terapeuta. Dicho simplemente, se
trata de que una sana auto-regulación organísmica es restaurada a medida que el
darse cuenta del organismo se amplía, porque el darse cuenta se mueve en la
dirección de sus necesidades presentes. El prerrequisito del proceso gestáltico sano es
el darse cuenta de y contacto con el presente sistema de necesidades y posibilidades.
Por lo tanto, la terapia consiste en atender al funcionamiento presente y en ayudarnos
a descubrir formas de incrementar nuestro darse cuenta y contactar y manipular el
campo basados en las necesidades que develamos.
La viga maestra de la metodología gestáltica es el darse cuenta. La tarea de la
terapia es examinar la estructura de nuestra experiencia, descubriendo qué es aquello
que experienciamos y cómo lo hacemos. En contraste con enfoques que se ocupan en
comprender el porqué nos comportamos del modo en que lo hacemos, la T.G. se
interesa en descubrir qué hacemos y cómo lo hacemos. La introspección y la

35
curiosidad histórica es reemplazada por un examen experiencial de la estructura y
función de la conducta.
El propósito de estas técnicas es traer nuestra presente existencia a nuestro
darse cuenta. Poniendo atención a nosotros mismos, llegamos a saber en que consiste
nuestra experiencia actual. Esto es una inversión del funcionamiento deteriorado.
No es necesario enfocarse en experiencias que están cargadas de significado y
afecto. También podemos atender a aspectos aparentemente elementales y mundanos
de nuestro funcionamiento, como la forma en que miramos, masticamos, caminamos.
Cada una de estas actividades, partes del continuum del darse cuenta y conducta, son
elementos del todo que es cada uno de nosotros. De este modo, cada actividad, de
alguna manera, reflejará el todo.
En este tipo de trabajo terapéutico, atendemos el continuum de nuestro darse
cuenta. Descubrimos como funcionamos en el mundo permaneciendo con los cambios
en nuestra experiencia presente.
Al contactar con el presente de esta forma, reducimos la importancia de la zona
media. El terreno del discurso subvocal, de conceptos inútiles, recuerdos y
anticipaciones es vaciado a medida que nuestro darse cuenta se expande. Por esto
mismo, el darse cuenta mismo es una fuerza impulsora de cambio.
Lo que está disponible para la terapia en el presente es aquello con lo que
podemos contactarnos: nuestros movimientos, gestos, lenguaje, sensaciones, postura,
expresiones, nuestra interacción con la realidad. Esta es una de las principales
características de la metodología gestáltica: está orientada a la superficie de la
conducta. Trabaja con la obviedad del funcionamiento presente.

Reactivando Aspectos del Proceso Gestáltico

El desarrollo o redesarrollo del proceso gestáltico es equivalente a fortalecer y


realzar el si mismo. Una buena experiencia presente tiene poder curativo intrínseco.
Cualquier actividad que es funcionamiento sano es terapéutica, porque nos devuelve
al contacto con los elementos del libre funcionamiento, comenzando a renovar nuestra
confianza en ese proceso al contactar las posibilidades presentes en vez de nuestras
expectativas y ansiedades.
El proceso gestáltico no es mecánico. Sabemos que el contacto, el compromiso
y la discriminación son facetas de el, y la resolución es su posibilidad. Pero, realmente
no conocemos su funcionamiento y no podemos manosear el proceso básico de
formación de gestalt. En la terapia, no reformamos directamente el proceso de
figura/fondo; no podemos hacer eso. Es un proceso autónomo, indirectamente
responsivo a nuestro manejo. Lo que podemos hacer es practicar las partes iniciales
del proceso. Podemos desarrollar las habilidades de contacto, compromiso,
discriminación y manipulación, y de esa forma estimular el proceso al permitir una
completa exploración del campo. Pero, aun así, la solución llega espontánea.
El apoyo es esencial para cada nuevo contacto. Para alcanzar a otro y
mantener nuestro paso, nuestras piernas deben ser capaces de apoyarnos. Cada
incremento en nuestro contacto, cada resurgencia de funcionamiento sano, cada
episodio exitoso de contacto se transforma en apoyo para contactos futuros y
formación de gestalt.

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En la T.G., estamos directa y centralmente ocupados con la aparición y
expresión de emociones en la situación terapéutica. El desarrollo de expresión
emocional apropiada y el contactar emociones presentes constituye una parte
importante del trabajo terapéutico. En la T.G., estamos interesados en la experiencia
presente de nuestros sentimientos. Si hablamos de nuestros sentimientos, nuestra
experiencia presente es la de hablar, no la de sentir. De este modo, en la terapia no
estamos interesados en reportes acerca de lo que nos ha sucedido en el pasado, sino
en lo que está sucediendo ahora. La técnica gestáltica corriente de reformular eventos
pasados en el tiempo presente y pedir que la descripción sea hecho como si el cliente
estuviera experienciándola ahora por primera vez, trae el pasado problemático al
presente. Un problema presente es uno con el que se puede tratar.
Los sueños, las fantasías y los asuntos incompletos de nuestro pasado son
todos tratados de esta misma forma general.
Una técnica efectiva y, por lo mismo, corriente para traer eventos pasados al
presente es hacer que el cliente actúe las partes de la fantasía, sueño o recuerdo.
La T.G. alienta al experienciar y expresar emociones intensas, porque ellas
hacen comprensible y satisfactoria nuestra existencia. Debemos abandonarnos a ellas
si queremos abarcar todo lo que somos, si queremos llegar a soluciones trabajables.
Aquí no estamos hablando de catarsis, de vomitar emociones para ‘ventilarnos’. “La
naturaleza no es tan derrochadora como para crear emociones para arrojarlas lejos”
(F. Perls). Las emociones son una parte intrínseca de la experiencia, y es necesario
que la recobremos en terapia si queremos reorganizar nuestra excitación y
gratificarnos. Enfatizamos el aspecto emocional de la experiencia como parte del
contactar la totalidad de nuestras vidas.
En la T.G., el resultado de la terapia es estar abiertos a las emociones,
permitirles ser una parte valiosa e irremplazable de nuestra experiencia. Si las
minimizamos (o a cualquier otro componente de nuestra experiencia), disminuimos
nuestra vidas. Si, al intentar encontrar alguna resolución a nuestros conflictos, nos
apartamos de alguna de las dificultades ingredientes (vergüenza, temor, ansiedad o
rabia) disminuimos el conflicto, pero también disminuimos la utilidad y satisfacción de
la solución. La ansiedad, el temor y el dolor nos alimentan cuando les permitimos ser
parte de nuestra experiencia, porque nuestro contacto con las emociones es parte del
libre funcionamiento del si mismo. Comprometernos con nuestras vidas nos mantiene
basados y centrados en los hechos de nuestra existencia. Eso es seguridad.

Desarrollando Discriminación

Otro foco metodológico recae en la discriminación necesaria para el buen


funcionamiento. Debemos ser capaces de hacer distinciones, debemos saber que
somos y lo que no somos, lo que es pasado y lo que es presente, lo que es pertinente
a nuestras necesidades presentes y lo que no lo es.
Muchas técnicas de darse cuenta están diseñadas para refinar nuestros
procesos discriminatorios. Podemos pedirle a un cliente que verbalice su fantasía de lo
que otra persona está pensando de él. Si esa persona esté presente, como sucede en
terapia de grupo o familiar, podemos pedirle que diga lo que está pensando. Si
honesta presente, se puede pedirle al cliente que actúe el papel del otro. De esta

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forma, el cliente puede experienciar sus expectativas y luego, en contraste, contactar
al otro.
Los experimentos en discriminación pueden ocuparse de nosotros y de nuestro
contacto con el ambiente o de nuestro contacto con nosotros mismos. Podemos
escuchar diferentes sonidos, ganando experiencia en discernir lo que hay de diferente
en ellos. ¿Qué hay en mi voz que la distingue de la tuya? ¿Cuál es su volumen, tono,
timbre, melodía, resonancia, articulación? O podemos aprender a refinar nuestro
sentido de nuestras propias reacciones emocionales, de modo que la depresión y la
tristeza llegan a ser experiencias distintas, y la irritación se hace diferente de la rabia.
Sin un refinamiento en los aspectos del proceso gestáltico, no nos satisfaremos
porque nuestras necesidades son más específicas. Para terminar nuestra depresión,
debemos comenzar por expresar nuestros resentimientos; para terminar nuestra
tristeza, debemos llorar. Una actividad no puede reemplazar a la otra.
Otra parte de la metodología de la T.G. que se relaciona a la discriminación
intenta traer conflictos internos al presente. Actuamos cada una de las voces internas,
transformando un argumento interminable en un encuentro intrapersonal. Tomando
ambas partes del argumento, permitimos que ambas partes se desarrollen
completamente. Cada polo obtiene su completo reconocimiento al tomar
responsabilidad por ellos en este role-playing.

Polaridades en Terapia

El proceso de hacer distinciones dentro del campo, con frecuencia es uno de


separar en polos opuestos. En gran parte, la T.G. es una forma de entender nuestra
conducta e interacción que enfatiza el proceso. Si fuéramos a separar la conducta en
sus componentes de forma y contenido, la T.G. se concentra en la forma o estructura
de la conducta. Por ejemplo, estamos más interesados en la dialéctica de polaridades
(cómo las polaridades se forman y disuelven) que en las clases particulares de
polaridades que ocurren. Para tomar en ejemplo familiar: el complejo de Edipo es una
forma de referirse a un patrón recurrente de interacción familiar que con frecuencia
ocurre durante los años de formación del niño. En la T.G., el grupo de conductas que
conforman el complejo de Edipo son consideradas en relación a un conjunto diferente
de generalizaciones: aquellas acerca del contacto, formación de gestalt, los límites del
si mismo, y así sucesivamente. Lo que nos resulta importante no es tanto la
recurrencia de la lucha y confusión entre padre e hijo en las áreas de afecto, poder y
sexualidad. Esos son temas de contenido, como el argumento de una novela. Son
básicos para muchas teorías de la conducta humana pero, como lo hemos visto,
prácticamente no han jugado parte en nuestra explicación de la T.G.
Una gran excepción a esta postura la constituye una división interna familiar.
Una parte de nosotros intenta esforzadamente pero sin tener éxito realmente.
Tratamos de perder peso, ser puntuales, dejar de ser irritables, pero por más que
tratamos no lo logramos. En la T.G. esta parte es conocida como el perro de abajo
(underdog). El perro de abajo dice “Tienes la razón. Estoy equivocado, soy
inadecuado, incompetente. No te enojes conmigo, estoy tratando de verdad. Pero, sin
embargo…”.
El otro lado de la polaridad es el perro de arriba (top dog). Nuestro perro de
arriba dice “¡Baja de peso! ¡Se puntual! ¡Se responsable! Eres estúpido y poco

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confiable. Deberías ser confiable”. Nuestro perro de arriba es regañón, acusador,
exigente, virtuoso. El estereotípico padre severo. No puede estar satisfecho por mucho
rato; pronto nos aguijonea a que nos ajustemos a sus pautas.
Terapéuticamente, la polaridad perro de abajo/perro de arriba es tratado como
cualquier otra polaridad. Característicamente, a medida que el perro de arriba se
desarrolla más completamente, sus cualidades predominantes son aumentadas por la
suma de frustración y desamparo, porque usualmente el perro de arriba es el
perdedor en este conflicto intrapersonal. Al desarrollar el polo del perro de abajo, su
auto-denigración, desamparo y aceptación de las pautas del perro de arriba se
transforman en sabotaje y, luego, en abierto desafío. “No, no haré lo que quieres.
Estoy cansado de tus regaños, tus deberías y exigencias. Quiero librarme de ti”. Los
polos se van equiparando y su oposición es aumentada. En este punto, cuando la tesis
y la antítesis de la dialéctica se han desarrollado plenamente, que este sostenido
conflicto interno puede moverse adelante hacia la unidad e integración.

El Experimento: Incrementos de Cambio

Con frecuencia encontramos que no contactamos con aspectos de nuestro


funcionamiento. Tenemos escotomas, puntos ciegos en nuestro darse cuenta. Quizás
descubramos que no miramos a los ojos del otro, o que no escuchamos casi en lo
absoluto. Quizás descubramos que nuestra caja toráxico y pecho siempre están tensos
y que nuestra respiración nunca es más profunda que nuestro estómago.
En este punto la dirección de la terapia toma la forma de experimentos
graduados, diseñados para incrementar el darse cuenta. La terapia es una situación de
emergencia segura. Es segura porque está estructurada con los intereses del cliente
en mente, porque, después de todo, no es el peligro de la vida real. También es
segura porque el cliente puede abandonar la situación. Es una situación de emergencia
porque su orientación experimental requiere que lo que ocurre en terapia esté dentro
del rango de las posibilidades del cliente, y también que sea lo suficientemente real y
desafiante como para hacer emerger los conflictos que hacen insostenible su situación
de vida presente.
La importancia de los experimentos está en cómo ellos nos permiten examinar
lo que hacemos y descubrir lo que no haremos. Lo que no haremos es nuestra
resistencia, nuestra falta de disposición o alegada inhabilidad para realizar los
experimentos.
En la T.G. los experimentos tienen la centralidad metodológica que la
interpretación tiene en el psicoanálisis y que el análisis de sueños tiene en la
psicología analítica de Jung. En el experimento, el cliente permite que su auto-
regulación organísmica comience a intentar operar en la seguridad de la situación
terapéutica. En la terapia bien hecha, los experimentos son ordenados de modo que
cada ensayo traiga éxito y nueva resistencia. La acción conduce a sentir y el sentir a
comprender.
Esta orientación experimental no es lo mismo que simplemente aplicar
técnicas. Consiste en descubrir las clases particulares de experimentos que capacitará
a esta persona a dar el próximo paso en su desarrollo. Los experimentos son y deben
ser diseñados ad hoc para llevar al cliente paso a paso desde donde está cuando entra

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a terapia, a un punto desde el cual él puede llevar su vida por si mismo. La terapia
comienza donde el cliente está.

Resistencia, Riesgo y Frustración

Los orígenes de nuestro resistir están en la imposición de nuestra modalidad


ego sobre el libre funcionamiento que persiste porque perdemos la huella de lo que
estamos haciendo o porque sentimos que estamos en peligro. Originalmente las
resistencias son aspectos valiosos que desarrollamos para enfrentar necesidades.
Recontactamos las resistencias no para removerlas o para aplastarlas. Para
algunos de nosotros, una gran sentido de nuestras capacidades y necesidades ha
emergido de decir no. Por otro lado, las resistencias como conductas de las que no nos
damos cuenta, nos mantienen fuera del presente y así nos hacen difícil el dar cuenta
de nuestras necesidades. Lo que resulta necesario es que sean traídas a nuestro darse
cuenta. Contactamos con nuestra resistencia de modo que el acto de decir no es
sentido por nosotros como parte del proceso de vivir. En este momento podemos
escoger otra forma de conducir nuestras vidas, o podemos no hacerlo.
Del modo como usualmente se utiliza en psicología, “resistencia” tiene algunas
implicaciones que no son parte del enfoque gestáltico. En el contexto de la terapia,
“resistencia” a menudo se usa para sugerir que el cliente está resistiendo el intento
del terapeuta de hacer terapia, y que la resistencia del cliente es obstructiva,
equivocada o mala. Por el contrario, entendemos la afirmación de que el cliente está
resistiendo como significando que el cliente no hará lo que el terapeuta quiere que él
haga. Esto es, es una afirmación acerca de la relación terapéutica desde el punto de
vista del terapeuta.
En la T.G. las resistencias son el foco central del trabajo terapéutico, ya que
ellas son el lugar donde el cliente demuestra interferencia con el libre funcionamiento
y, al mismo tiempo, demuestra aspectos de si mismo que son básicos para él. La T.G.
puede ser entendida como un continuo examen y desarrollo de las resistencias,
aunque es igualmente acertado decir que en la T.G. no hay resistencias. ¿A qué o a
quién podría resistir el cliente? Simplemente a la experiencia como se va dando.
Las resistencias son tensiones musculares mediante las cuales nos
restringimos. Son retroflexiones a nivel corporal, nosotros mismos oprimiéndonos. Por
lo tanto, gran parte del trabajo terapéutico necesariamente se ocupa del cuerpo.
Debemos llegar a reposeer los músculos que hemos usado para restringirnos y, de
este modo, llegar a ser libres de usarlos como deseamos: para restringirnos si nos
parece bien, o para ayudarnos a encontrar formas de vivir nuevas y más
satisfactorias.
Otra parte importante del trabajo gestáltico se refiere a la importancia de
tolerar y permanecer en contacto con situaciones difíciles y exigentes. Aquí podemos
ver a la modalidad ego siendo usada al servicio de nuestro crecimiento, usando la
disciplina que es retroflección sana con el objeto de permanecer con lo que está
emergiendo de una material de sueño. Esta es parte del trabajo duro en la terapia:
exigiéndonos que hagamos y mantengamos contacto con emociones indeseadas y
desagradables. También es el aspecto riesgoso de la terapia, porque mientras estamos
experienciando emociones que hemos tratado de evitar en el pasado, solo la seguridad
del contexto terapéutico sirve para asegurarnos que sobreviviremos este encuentro

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con nuestro dolor. Para tener éxito en la terapia, debemos estar dispuestos a correr
estos riesgos y hacer lo que es la parte desagradable de nuestra vida.
Otro de los riesgos del trabajo terapéutico que debe ser hábilmente modulado
es la frustración que sobreviene al cliente cuando se le hace claro que él va a ser
quien se hará cargo de sus asuntos incompletos.
Si una solución va a ser terapéutica, no sólo debe tratar adecuadamente con un
problema dado, sino que también debe ser una instancia en la que el cliente descubre
que posee lo que necesita para crear esa solución. La frustración experta en terapia,
fuerza al cliente a movilizar su energía de otra manera que la de intentar que otros
conduzcan su vida o en hacerse deprimido, infeliz o confuso. Porque la frustración, en
este caso, bloquea las avenidas normales de escape de su existencia de tal forma que
el ímpetu del cliente es redirigido a encontrar nuevas formas de hacer frente a su
vida.

Espontaneidad, Pseudos-espontaneidad y Concentración

Es importante distinguir el funcionamiento sano espontáneo de la mera


espontaneidad física. Esta última, corrientemente conocida en psicología como “acting-
out”, es la expresión de uno de los polos de nuestros conflictos internos. En el
funcionamiento deteriorado, gran parte de nuestra conducta es acting-out. Incluso
cuando es moderada y socialmente aceptable, es una pseudo-espontaneidad, una
expresión de uno de los lugares donde nos hemos quedado estancados. La mayor
parte de los ejemplos de violencia en contra de nosotros mismos y en contra de otros
son un acting-out de nuestros conflictos. Pero también, muy a menudo, es la disciplina
de los maestros de escuela, la coacción de la fuera pública, la crianza de niños, la
administración de la cosa pública y el hacer la guerra.
Algunas veces el acting-out es estimulado en los experimentos de terapia con
el objeto de que nos demos cuenta de lo que hacemos o de lo que deseamos hacer.
El acting-out promueve el contacto con lo roles que jugamos y nos muestra el alcance
de la excitación que tenemos disponible. Al contactarnos con nuestra existencia
presente, podemos movernos a un nuevo lugar.
La espontaneidad auténtica no es fácil de ganar. “Solo podemos volvernos
espontáneos a través de la más estricta dsciplina” (Perls). En la T.G. ganamos nuestro
libre funcionamiento mediante los experimentos y expresiones del darse cuenta y de
la expresión.
La terapia es una empresa exigente y disciplinada tanto para el terapeuta como
para el cliente. En la T.G. llegamos a la espontaneidad del si mismo a través de la
disciplina de atender al continuum del darse cuenta. Ponemos atención a nuestra
experiencia. Esta actividad es llamada concentración (el nombre original de la T.G. era
terapia de concentración). Al concentración es uno de los atributos del funcionamiento
del si mismo en que la modalidad ego juega un amplio rol. Aunque juega un papel
menor, la modalidad ello también tiene su lugar. La concentración no es una mirada
fija, rígida, un poner atención a pesar nuestro como lo hicimos cuando nuestros
profesores o padres decían “¡Pon atención!”. Más bien, es un atender relajado, gentil,
no austero, con la fácil penetración de la niebla. No es menos exigente porque es
relajada. Quizás es más dura. Lo que se requiere es que seamos capaces de observar

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nuestra actividad y experiencia, permaneciendo en contacto sin aplastar lo que está
ocurriendo al poner atención.
Esto es usado en terapia para dirigir nuestra excitación a los asuntos
incompletos.
En el contexto del proceso terapéutico completo, el funcionamiento libre
espontáneo es ganado mediante la coordinación y el permiso que nos damos para ser
tan libres como podemos. En una forma, esta combinación es paradójica (la salud
ganada a través de la intención y de la libertad), pero es una combinación muy
parecida a las de las modalidades del si mismo. Tal como el proceso del libre
funcionamiento es una compleja interacción de nuestra propositividad y nuestra
conformidad (tomar y dar) unidas en un solo propósito, el proceso terapéutico
requiere la misma intersección de intensión y abandono.

El Uso del Lenguaje como un Aspecto de la Terapia

El lenguaje es una parte importante del contacto que hacemos con otros.
Usado precisa y directamente, nos permite comunicarnos. En la T.G. se presta gran
atención al lenguaje como un aspecto de la comprensión y expresión de nuestras
vidas.
La terminología de la T.G. ha sido escogida por ser, en su mayor parte, un
lenguaje estrechamente unido a los procesos de nuestra experiencia. Así, la forma
como hablamos acerca de lo que nos sucede y los eventos mismos, están
entrelazados.
El lenguaje popular tiene muchos ejemplos de sabiduría que ha sido ganada a
través de muchas generaciones y que, a veces inadvertidamente nos da visiones
claves de la experiencia de otra persona. Decimos que una persona que nos está
irritando “Me está dando un dolor de cabeza”. Y, con toda seguridad, muchos
desórdenes físicos (dolores de cuello, de cabeza, de ano) emanan de constreñir
nuestra expresión. Pero el punto es, que lo que decimos y cómo lo decimos acarrea
información importante acerca de nosotros.
Las formas que toman nuestras expresiones de lenguaje, con frecuencia son
sintomáticas de nuestras creencias y actitudes generales. Decimos, “Es doloroso
pensar acerca de mis hijos”, cuando queremos decir que sentimos dolor. “Es doloroso”
es una convención común de nuestro lenguaje, pero también expresa nuestro
extrañamiento de nuestros sentimientos, individual y colectivamente. Al hablar de
esta forma, transformamos nuestras emociones y sentimientos en un paquete, ligera y
significativamente removidos de nuestro ser.
Hay algunos enfoques generales para el uso del lenguaje en terapia. Primero,
hay un constante énfasis en desarrollar una facilidad de expresión y un vocabulario
suficiente como para reflejar la profundidad y variedad de nuestras experiencias. Esta
tarea va mano a mano con otras actividades terapéuticas de modo que la creación de
un estilo expresivo que refleja lo que sucede con nosotros, llega al mismo tiempo que
nos da cuenta de crecientes sutilezas de la experiencia.
El desarrollar precisión y refinamiento lingüístico puede tomar formas más
simples. El terapeuta puede pedir que un cliente experimente con encontrar
expresiones más directas de rabia que hacer preguntas sarcásticas. Un cliente que
dice “No entiendo como puedes ser tan insensible conmigo. ¿Por qué te olvidaste de

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mi cumpleaños?”, puede ser alentado a contactar con su rabia y expresarla. Decir
“Estoy herido y enojado con que no hayas pensado en mi cumpleaños”, es el punto de
su reacción. No lo es el preguntarle a su esposa por las razones de su descuido. Vela
sus sentimientos en un aparente interrogatorio intelectual. No queremos razones, sino
preocupación.
Un punto de esto es ayudar al cliente a encontrar un estilo de expresión
suficientemente cargado de afecto, matiz y metáfora que sea una herramienta útil
para explicar su experiencia. Esto se vuelve especialmente importante en nuestros
intentos de conocer a otro.
Otra meta de esta clase de trabajo es refinar nuestra expresión para contactar
o recontactar experiencias pasadas. Las palabras también pueden traernos a nosotros
mismos. Las técnicas gestálticas de relatar eventos pasados en tiempo presente
tienen este objetivo.
El lenguaje puede ser parte del proceso de incrementar el darse cuenta de
nosotros mismos. En ocasiones, los terapeutas gestálticos alentarán el hablar acerca
de los procedimientos usados en T.G. (técnicas como cambiar “es triste” por “estoy
triste” o relatar un evento pasado en presente). Discutir el razonamiento que yace tras
estos procedimientos reconoce la importancia de la intelección como parte del proceso
organísmico total y le da al cliente apoyo para tomar riesgos.
Este uso de las palabras como un proceso digestivo, también es un intento de
proporcionar alguna seguridad de que los procedimientos característicos de la T.G.
serán integrados al cliente, y que no se transformarán simplemente en un nuevo
material introyectado que el cliente se pone como traje nuevo. Ese tipo de cambio no
es crecimiento, es subsistir viejas dependencias por una dependencia del estilo de la
T.G. Las técnicas gestálticas son tan poderosas que esto es un verdadero peligro, y
una discusión seria y completa puede disminuir la posibilidad de que la terapia
degenere en un nuevo escape del si mismo por parte del cliente al imitar al terapeuta.
Las palabras solas, por lo general, no son suficientes para efectuar crecimiento
personal. Una excepción a esto la podemos encontrar en estados avanzados de la
terapia, cuando el darse cuenta y el contacto terapeuta-cliente son lo suficientemente
claros y profundos. En estas circunstancias, el lenguaje marcha al unísono con los
sentimientos y lo físico, y unas pocas frases o una discusión prolongada y lúcida
pueden, por si mismas, evocar cambio organísmico.

El Rol del Terapeuta

En el capítulo anterior vimos que el desarrollo del funcionamiento anormal


procede por etapas. Primero interferimos con nuestra conducta espontánea,
produciendo el impasse. Del impasse emerge la conducta fóbica, diseñada para evitar
los ingredientes que podrían nuevamente precipitar el conflicto aparentemente
insoluble, y también es un enchapado de conducta social cuyo propósito es
permitirnos hacer lo mejor que podamos dadas las limitaciones que nos hemos
impuesto.
En la terapia, este proceso es revertido. Comenzamos por contactar los niveles
superficiales de evitación y de lo inaeuténtico. Gradualmente hacemos contacto con
las polaridades de nuestros impasses. Cuando hemos descubierto los aspectos del

43
impasse, éste se disuelve en una nueva conducta: la resurgencia del libre
funcionamiento dirigido al asunto que está a la mano.
F. Perls denominó explosión a la disolución del impasse o, también, nivel
explosivo. Más acertadamente, es la liberación de la tensión que hemos construido
para nuestra auto-conquista, y vertiéndose en la figura. Podemos explotar a la rabia,
pero también podemos explotar a la acción creativa, al orgasmo o a la pena.
Este último nivel nos libera. Es explosivo en contraste con la experiencia previa
de impasse. Pero esta explosión es diferente de una rabia largamente reprimida. Eso
es acting-out, la furia de una olla a presión sin válvula de seguridad que finalmente
revienta las soldaduras. La explosión que es resolución de un trabajo terapéutico
sólido es diferente. Reforma el campo, no lo destruye.
Las herramientas que el terapeuta gestáltico usa en este proceso son el darse
cuenta, el experimento y el encuentro. Algunas veces el encuentro entre el terapeuta
y el cliente es el foco primario del trabajo terapéutico, y el terapeuta enfoca sus
habilidades en el encuentro. Algunas veces el terapeuta funciona como un técnico que
indica al cliente nuevo darse cuenta y nuevos riesgos.
Para el terapeuta gestáltico, como para cualquier terapeuta, es necesario estar
en contacto consigo mismo, con el cliente y con las exigencias del momento. La buena
terapia requiere que el terapeuta practique lo que predica. Debe estar en buen
contacto con el campo: debe estar centrado en su propio proceso y también darse
cuenta de lo eventos en su límite de contacto, el encuentro con el cliente.
Más aún, el terapeuta debe contactar con el cliente en el momento presente y,
al mismo tiempo, incorporar el marco teórico que hemos delineado. Principalmente,
debe mantenerse en contacto con la dialéctica gestáltica: la interacción de
polaridades. Debe ser una parte integrada, asimilada de cómo contacta el mundo, un
aspecto de su si mismo.
Cualquier cosa funciona, si contribuye al sutil incremento de darse cuenta que
es el siguiente paso que el cliente, deseoso o trémulo, está dispuesto a dar. “La magia
en terapia es cuestión de modular la velocidad y elegir el momento” (Laura Perls).
Contacto físico, autenticidad, por supuesto; pero autenticidad selectiva, apropiada a
las exigencias del momento, y contacto físico que es genuino y adecuado.
El terapeuta debe ser tan único como cada momento. Si copia a otro terapeuta
o continuamente recurre a los trucos que han tenido éxito en el pasado, se vuelve
mecánico, inauténtico, irresponsable. Por supuesto, esto no quiere decir que el
terapeuta nunca hace la misma cosa dos veces. Si está sintonizado al presente, su rol
es fresco, incluso si es una repetición de una actividad anterior. Al contactar con el
momento presente, el pasado no se puede repetir.
Mientras estimula el darse cuenta del cliente, el terapeuta también encuentra al
cliente, una persona a la otra. En este caso, el terapeuta como técnico en darse
cuenta y el terapeuta como ser-humano-auténtico-en-el-encuentro, son uno.

Diagnosis

La T.G. evita las etiquetas del diagnóstico psiquiátrico formal y la mentalidad


que le sirve de basamento. Pero podemos ver que una clase de tipología tiene lugar
en la metodología gestáltica. Es una tipología de proceso, no de persona. En la T.G.,

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se caracteriza a la conducta, se destacan los patrones. En la medida que estos son
regulares y repetidos, el terapeuta señala la repetición.
En la T.G. la diagnosis es destacar los patrones de la conducta del cliente y de
sus interacciones con el terapeuta.
Tradicionalmente decimos que las personas que están muy envueltas en su
deterioro, están caracterológicamente deterioradas. Esto es tomado en cuenta en el
proceso de diagnóstico. El terapeuta continuamente evalúa la extensión del paso de
incremento que el cliente es capaz de dar en el desarrollo de su darse cuenta y e qué
momento debe comenzar la experimentación. El énfasis está en lo que el cliente
puede hacer y en lo que no puede hacer y en cuan amplios son los pasos intermedios.
La terapia procede más lentamente cuando la personalidad del cliente está
predominantemente inclinada a su deterioro.

Transferencia y el Momento Presente

El terapeuta gestáltico intenta proporcionar una situación donde las técnicas de


ajuste típicas del cliente se vuelven objeto de examen.
La conducta de transferencia es aquella en que el cliente trata al terapeuta (o a
cualquier otra persona) como si fuera alguien más. Generalmente, es una conducta
desarrollada con un padre del cliente y usada en la actualidad con cualquiera que
resulte exitosa. En el psicoanálisis, y en otras terapias que toman esta clave de ahí,
dicho material es significativo por la luz que arroja sobre la relación del cliente con sus
padres, porque entender la naturaleza de esas relaciones es el punto de la terapia. En
la T.G., estos temas son considerados temas de contacto o de falta de contacto. Si el
cliente trata al terapeuta como si éste fuera su padre, no está en el presente, con el
terapeuta, y su conducta indica un bloqueo en su darse cuenta: no puede distinguir
entre su fantasía de su padre y la realidad del terapeuta.
El encuentro entre cliente y terapeuta es, frecuentemente, el foco del trabajo
terapéutico. La interacción entre ambos proporciona oportunidades para incrementar
el darse cuenta del cliente. En términos gestálticos, el contacto aquí-y-ahora entre
terapeuta y cliente es uno de los medios básicos para incrementar el darse cuenta del
cliente.

Ayudar

Una de las complejidades inherentes en cualquier situación terapéutica


concierne a la naturaleza de la ayuda que un terapeuta le da al cliente. Por un lado, el
cliente llega a pedir ayuda donde el terapeuta porque hay aspectos significativos de su
vida que no le entregan satisfacción o que le causan dolor. Por otro lado, hemos visto
que el deterioro se caracteriza por un infantilismo que se percibe en las
manipulaciones que el cliente hace con su ambiente para reducir su compromiso en el
proceso gestáltico. Su problema es que siempre está buscando ayuda.
El cliente está en terapia porque necesita ayuda del terapeuta, pero en el
trabajo terapéutico se le dice que debe hacerlo por si mismo; solo él puede curarse.

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Hemos señalado que el éxito en la T.G. requiere que un terapeuta hábil en
proporcionar el tipo de frustraciones que inducirán al cliente a encontrar sus propios
recursos y soluciones. También hemos señalado la importancia de organizar el trabajo
terapéutico de tal modo que los intentos del cliente de incrementar su darse cuenta
ocurran en incrementos modulados.
El cliente debe tener el tipo de ayuda que facilite que deje de lado la ayuda del
terapeuta en favor de su propio auto-proceso. Esa es la única clase permisible de
ayuda.
Como consecuencia, el enfoque gestáltico evita apoyarse en técnicas de
terapia, como la interpretación, que alimentan este tipo de dependencia. Desde el
punto de vista gestáltico, darle al cliente respuestas a sus problemas circunvala el
desarrollo de sus habilidades. Al darle respuestas al cliente, el terapeuta actúa como
un padre bondadoso, alimenta al cliente como un bebé. En este tipo de intercambio, el
terapeuta permanece como el sabio y benéfico padre y el cliente permanece como
cliente: la boca abierta, desamparado, necesitando ser alimentado.
El asunto de la terapia no es dar soluciones, es hacer que el presente cargado
de problemas sea más real mediante el aumento del darse cuenta del cliente. Las
soluciones emergen cuando estamos plenamente en el momento presente, porque en
ese momento se activa el libre funcionamiento. Al trabajar en el darse cuenta,
invitamos a las soluciones, pero eso es todo lo que podemos hacer. El resto, llega por
si mismo.
Mientras que es cierto que al restringirnos de darle al cliente interpretaciones,
soluciones o darse cuenta, evitamos el riesgo de orientar mal al cliente, de insertarle
necesidades y soluciones que no le ajustan, eso no es realmente central. Si la terapia
siempre le diera al cliente las respuestas correctas, todavía el terapeuta estaría
orientando mal al cliente al alimentar el infantilismo de éste.

Modalidades de Terapia Gestáltica

La T.G. ha sido adaptada a una variedad de situaciones: sala de clases,


estudios de arte y danza modernos, organizaciones e instituciones, comunidades
naturales e intencionales. Como psicoterapia, es usada en el formato individual, de
grupo, de pareja y familiar, en talleres y en intervención de crisis y en situaciones de
salud mental comunitaria.
La modalidad de T.G. que es de uso más común, es el formato de taller
desarrollado por Fritz Perls. Esta forma permite que el terapeuta trabaje con un cliente
a la vez, rodeado de observadores. Perls trabajaba de esta forma con grupos de diez a
varios cientos de personas. Perls pensaba que el formato de taller obviaba la
necesidad de terapia individual y de grupo combinando los mejores aspectos de
ambas. Los talleres son relativamente poco costosos para los participantes; permiten
que un gran número de personas participen en experimentos que, se espera, les
darán alguna medida de darse cuenta que no tenían con anterioridad.
Pero Perls exageró el caso de los talleres terapéuticos. De hecho, limitan la
interacción grupal, descuidando la importancia de la relación, de los sistemas sociales
y el contacto con el mundo exterior al individuo. Favorece el trabajo con los sueños,
fantasías y experiencia presente el individuo. Mas aun, el trabajo individual en un
grupo no es lo mismo que trabajo individual sin un grupo. La situación de grupo es

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dramática, con una audencia interna que es parte de cualquier cosa que sucede en ese
setting. Es difícil evitar la presión de montar un buen show y agradar a la multitud, y
algunas veces esto no va de acuerdo con el siguiente paso en el crecimiento del
cliente.
En el taller, el grupo es mayormente pasivo y receptivo, como observadores de
TV; por otro lado, el terapeuta es bastante activo. El formato está estructurado para
minimizar el aprendizaje y crecimiento activo. También, los talleres son acuerdos de
tiempo limitado. Como dijo Perls, volarse con una poderosa experiencia no es
substituto para la disciplina y perseverancia que son necesarias para que hagamos
alteraciones profundas en nuestras vidas. El proceso de cambio toma tiempo.
La terapia de grupo más tradicional es aquella donde la mayor fuerza para el
crecimiento personal está dado por la interacción de los miembros en conjunción con
el terapeuta. Los terapeutas gestálticos menos influenciados por Perls tienden hacia
una terapia de grupo más interactiva, de largo término, a un mayor respeto por la
intelección y a una mayor variedad de estilos personales de hacer T.G.
La terapia más influenciada por Perls tiende a poner más atención a temas de
responsabilidad individual, centramiento y auto-darse cuenta. Refleja el énfasis de
Perls en la necesidad de diferenciar los elementos del campo como un prerrequisito
para la buena formación de gestalt. Con el objeto de que nos relacionemos
significativamente con las personas y objetos que constituyen nuestro ambiente,
debemos estar definidos y desarrollados. En contraste, la orientación menos
influenciada por Perls, tiende a poner mayor énfasis en la importancia del resto del
campo y al contacto individual con este, sin descuidar los otros aspectos importantes
de destrucción y formación de figura. En esto, refleja los intereses interaccionales,
sociales y comunitarios de Laura Perls, Elliot Shapiro, Paul Goodman y el resto de los
miembros originales del grupo de Nueva Cork, y al grupo de Cleveland.
Lo que es diferente acerca del trabajo de grupo es la escala de interacción y la
naturaleza de los lazos que unen a los miembros de los grupos. Las polaridades en las
interacciones de grupo tienden a ser divididas entre los miembros del grupo, más que
existir bajo una piel. Pero la dinámica de la interacción polar y la resolución son las
mismas.
La escala de interacción también cambia en el trabajo de grupo, especialmente
con grupos grandes, comunidades e instituciones. La responsabilidad es difusa, el
contacto es más difícil de hacer, la perspectiva ya no es más uno a uno, yo y tú.
Trabajar con el personal de un centro de salud mental comunitario o un centro para
drogadictos, no es lo mismo que hacer terapia individual. Hay grandes diferencias de
escala, motivación y expectativas. Pero el enfoque gestáltico es una mentalidad, una
forma considerada de entender como funcionamos en los varios contextos en que nos
encontramos. La metodología emerge del enfoque, y las técnicas emergen de la
metodología.

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Capítulo VI

LA ÚLTIMA GESTALT

Las religiones y sistemas políticos y filosóficos, y las escuelas de teoría


psicológica, nacen de una visión que se entronca en una perspectiva personal e
intelectual. Existe una cierta pasión que alimenta el desarrolla de las ideas y
experiencias de un hombre o grupo de hombres, manteniéndolas focalizadas desde el
momento de su origen hasta el de su expresión final. Es nuestro contacto con la
calidad y profundidad de nuestras visiones lo que constituye nuestro constante punto
de referencia en el proceso de creación.
Sin embargo, con frecuencia vemos que estas nuevas gestalts (conceptos
políticos, valores espirituales, enfoques psicológicos) sufren en manos de sus
adherentes. Parece inevitable que la multiplicación del interés en cualquier escuela de
pensamiento atrae a aquellos que carecen de motivación o interés para comprender
sus aspectos esenciales. Conocemos ejemplos familiares de este fenómeno: los
defensores de la vida cristiana cuyas severas prohibiciones les impiden el ejercicio del
amor; los marxistas que miran con respeto a la clase trabajadora y con incomodidad
al trabajador; el médico que toma el juramento hipocrático y fracasa en ver la
humanidad de quién acude a él pidiendo ayuda.
Traspasar fielmente las bases de una forma de entendimiento y hacerlo de tal
manera como para estimular una visión similar en otra persona, con toda seguridad,
es una tarea difícil. Es difícil tanto para el maestro como para el discípulo. Parece que
nuestras imperfecciones y las dificultades de la tarea conspiran para disminuir el éxito
de los resultados.

Problemas en la Práctica de la Terapia Gestáltica

La T.G. no ha sido inmune a este proceso de pérdida de contacto con los


orígenes vivos de su actitud. Parte de lo que se denomina T.G. solo conserva una
semejanza superficial al trabajo de sus exponentes más hábiles, fieles e inspirados.
Un problema frecuente en el trabajo terapéutico gestáltico es uno que ya vimos
con anterioridad: confundir la simple expresión física de lo que ha estado reprimido
con la meta final de la terapia, el funcionamiento espontáneo. Miren al ejemplo de la
dueña de casa de clase media-alta que siente que ha estado muriendo lentamente en
su rutina de cuidar de su esposo y los niños. En el transcurso de la terapia, ella se da
cuenta del gran resentimiento hacia su familia, hacia sus padres (que le enseñaron
cómo ser una buena esposa y madre), hacia sus amigas, que parecen no preocuparse
de sus servidumbres y apoyando la de ella, y hacia los hombres. “Ya no soporto estar
haciendo cosas para los demás y nunca teniendo tiempo para mi misma. Soy
indispensable, es cierto, tal como lo es un baño”.
En nuestros términos, ella está descubriendo elementos del campo que no
conocía antes. Como sentimientos nuevos, estos resentimientos tienen una primacía a
causa de su inmediatez y poder. Hacen retroceder a sentimientos más antiguos que
también son una parte de ella como, por ejemplo, el amor a su familia. Es probable
que ella esté expresando parte de estos nuevos sentimientos no solo en terapia, sino
que también fuera de ella, evidenciando su rabia directamente a sus amistades y

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familia. Probablemente esto es inevitable y, desde nuestro punto de vista, también es
deseable. Ella está haciendo de sus sentimientos una parte del mundo en el que vive y
unificando sus sentimientos y su expresión.
Pero, dada nuestra comprensión del proceso gestáltico, deberíamos recordar
que ella está desarrollando el otro lado de la polaridad. Su antigua conducta (su
sumisión a los deseos de los otros, su excesiva feminidad, el desamparo que
dominaba su conducta) está siendo opuesta por una nueva y creciente sensación de
haberse dejado de lado, resintiendo eso y deseando expresar este nuevo aspecto de si
misma. Esto es, su nueva conducta es el paso siguiente y necesario en su camino a
una resolución de esta polaridad. No es salud, no es conducta integrada.
Si el terapeuta no reconoce que estos nuevos sentimientos representan el resto
del campo, complementando los sentimientos previos de la persona, se produce un
problema. Si estos sentimientos nuevos son tomados como los sentimientos “reales”
de la persona y que previamente los había reprimido, o si son tomados como la
resolución de la dialéctia, se le hace un mal servicio al proceso y a la persona. Los
aspectos de la T.G. que enfatizan la espontaneidad organísmica y la experimentación
son tomados fuera del contexto del proceso gestáltico de crear figuras del campo
organismo/ambiente y de hacer ajustes creativos dentro de ese campo. Los arranques
de resentimiento que se producen solo disipan energía. No colaboran para la próxima
nueva gestalt en su vida. La dejan fuera de contacto con el mundo en que vive y con
las particulares circunstancias que originaron su resentimiento. El cliente es alentado a
canjear un polo de su conflicto interno por otro, abortando la elaboración del proceso
de formación y destrucción de gestalts.
Esta particular dinámica de trabajo gestáltico incompleto es común. Pero
podemos ver que la dificultad no está en la metodología de la terapia, sino que en una
ejecución defectuosa. Cliente y terapeuta confundieron una parada en el camino por el
destino final. Dos factores sociales parecen contribuir a esta clase de error. Primero,
vivimos dentro, y quizás estamos emergiendo, de una situación cultural que se
caracteriza por la inhibición de la conducta. Especialmente en la clase media, el tipo
de dificultad que predomina está basado en la represión de muchos impulsos y su
reemplazo por la razón y la conducta deliberada. De ahí que la emergencia de
sentimientos fuertes y claros sea un evento atractivo y nítido. Ser capaz de producir y
experienciar intensas sensaciones de amor, odio, tristeza e insatisfacción es una brisa
fresca en el encerrado cuarto de la racionalización y confusión. No cabe duda que
muchas personas, clientes y terapeutas, son atraídos a la T.G. por el deseo de
reconocer la importancia de las sensaciones y emociones en nuestras vidas. En este
contexto, resulta fácil ver como nos atascamos aquí, al otro lado de la cerca.
Otro factor, muy relacionado con el primero, también es claramente ilustrado
por este ejemplo. El conflicto parece estar entre cómo siente el cliente sus propias
necesidades y deseos y cómo siente las necesidades y deseos de otros. Los polos
contactan con el si mismo y contactan con el ambiente; la zona interna versus la
externa. Ahora, nuestro contexto social usualmente deposita un gran peso en las
expectativas que los otros tienen de nosotros. Para la mayoría de nosotros esto
comienza en la infancia. Y nos resulta liberador descubrir que tenemos sentimientos
propios y que podemos valer nuestros deseos e intereses. Pero deberíamos recordar
que esto representa solo el balanceo de estos dos polos. Es actuar la zona interna de
la polaridad, no la resolución de ambos lados en un funcionamiento unificado.

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Otro lugar donde los terapeutas gestálticos aprecen extraviarse de la práctica
sólida está muy relacionado a aquellos que hemos estado examinando. Hemos
enfatizado la importancia de ser responsables de nuestras acciones y experiencia.
Somos, cada uno de nosotros, responsables de lo que hacemos. Nuestros actos,
pensamientos y sentimientos son parte de nosotros. Nuestra experiencia define
nuestra existencia. SOMOS esta personas que está sintiendo, pensando, siendo ahora.
Este énfasis en el vivir nuestra vidas es un saludable contrapeso a la alienación
personal y social que nos rodea. Pero, en ocasiones, los terapeutas gestálticos llevan
esto un poco demasiado lejos. En vez de funcionar en el modo medio, en el fluir de
nuestras vidas, vemos afirmaciones como “Nadie ni nada me influencia sin mi
consentimiento”.
Fritz Perls advirtió en contra de la actitud implícita en esta afirmación (y en
parte del trabajo problemático al que nos referimos antes). Revela una actitud que él
llamó “falso humanismo”, donde cada uno de nosotros es una aislado ser voluntarioso
que controla todo lo que existe en nuestro mundo. Es grandioso y desacertado, una
protección y reacción en contra de los caprichos de contacto con las cosas fuera de
nosotros. Nuevamente, es un actuar de un lado de la polaridad, en este caso, las
polaridades del libre albedrío y el determinismo, de nuestro control sobre nuestra vida
y el control de los otros sobre ella, o (como resulta a veces) niño y padre. Su síntesis
es la paradoja de que somos, al mismo tiempo, el centro de nuestro universo y
también participantes de su incesante pulsación. Tomando nuestras vidas en nuestras
propias manos, llegamos a ver cómo estamos íntimamente relacionados con todos los
otros aspectos del mundo en que vivimos. Independencia e interdependencia son
aspectos de nuestro lugar en el campo.
Perls habló en contra de otro abuso de la terapia gestáltica, en sus últimos
años:

“Estamos entrando en la fase de los incitadores: incitar a la cura instantánea,


gozo instantáneo, darse cuenta sensorial instantáneo. Estamos entrando en la
fase de los curanderos y de los embaucadores que piensan que si tienes algún
quiebre, estás curado; desatendiendo cualquier requerimiento de crecimiento,
desatendiendo cualquier potencia real, el genio innato en todos ustedes. Si esto
se está transformando en una moda, es tan peligroso para la psicología como el
año-década-siglo yaciendo en el diván. Al menos el daño que sufrimos bajo el
psicoanálisis le hace poco al paciente excepto que lo hace más y más muerto.
Esto no es tan tóxico como esta cosa rápida-rápida-rápida. El psicoanalista, al
menos, porta buena voluntad. Debo decir que estoy muy preocupado con lo
que está sucediendo ahora”.

En muchos sentidos, esto también es un fenómeno cultural, la consecuencia de


la ingenuidad de nuestra tecnología. Vivimos en una época de presione-el-botón.
Podemos volar en cuatro horas de Nueva York a San Francisco. En una experiencia
psicodélica obtenemos iluminación. Prendemos la televisión y estamos en contacto con
el otro extremo del mundo. Tomamos una píldora y nos relajamos, o nos
energizamos, o entramos en éxtasis. Algo común a estas experiencias y actitudes es
su velocidad y la pasividad de nuestro compromiso con ellas. Instantáneamente somos
transformados o transportados con poco o nada de esfuerzo de nuestra parte. Como lo
hemos visto, el crecimiento verdadero y la terapia seria no trabajan de esa manera.

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Más bien, requieren disciplina, persistencia y, frecuentemente, la habilidad de tolerar
el dolor. Pero en nuestro medio encontramos muchos intentos que son hechos bajo el
disfraz de terapia (gestáltica o de otro tipo) y que subscriben estos nuevos valores
culturales.
Una de las formas en que esto es evidenciado por algunos que se auto-
denominan terapeutas gestálticos, consiste en una rígida adherencia a unas pocas
técnicas dramáticas. Vadeando el entrenamiento y comprensión que son las bases de
un completo entendimiento de la terapia gestáltica, confunden las apariencias de la
terapia (técnicas accesibles y poderosas) con su substancia. Terapia gestáltica
instantánea. “Una de las objeciones que tengo en contra de cualquiera que se llame a
si mismo terapeuta gestáltico es que usa técnicas. Una técnica es un truco”, decía
Perls. Esta estrecha terapia “… a menudo se transforma en una peligrosa actividad
substitutiva, otra falsa terapia que impide el crecimiento” (Perls).
Es importante destacar estos ejemplos de trabajo defectuoso en terapia
gestáltica con el objeto de distinguir entre T.G. y la terapia que tiene una semejanza
superficial con ella. Hemos estado hablando no de las limitaciones o problemas en el
enfoque gestáltico, sino de los intentos erróneos y mal guiados para comprenderla y
usarla. Debemos finalizar mirando a un tipo diferente de problema en T.G. En
realidad, no es tanto un problema como una consecuencia de un atributo particular del
enfoque gestáltico. Anteriormente señalamos que la perspectiva de la T.G. está
dirigida primariamente a los procesos y estructuras de la conducta organísmica. Si
examinamos, por ejemplo, una conversación telefónica, pondremos especial atención
a la calidad de la comunicación: las cualidades particulares de las voces que
escuchamos, la ausencia de información visual, elementos de claridad, dirección y
sintaxis en el discurso de las dos partes. Estaremos menos interesados en el tema de
la conversación. Nuestro conversadores pueden estar hablando de carreras de
caballos, pero nuestra preocupación está principalmente en la forma que lo hacen,
más que en la carrera misma. De esta forma, la T.G. puede ser vista como un
paliativo a los enfoques que están preocupados predominantemente del tema de la
conducta: el énfasis psicoanalítico en la sexualidad, por ejemplo, o el foco de la
psicología analítica en los elementos míticos comunes de las actitudes y actividades
del hombre moderno. (De hecho, el trabajo de C. G. Jung contiene la misma línea
básica acerca de nuestros procesos que hemos descrito aquí. Pero para él y sus
seguidores, los procesos son el fondo y el contenido, la figura. En la T.G. es a la
inversa). Estamos especialmente interesados en la forma en que se crean y destruyen
las figuras, y menos interesados en las particularidades de las figuras.
Esta actitud puede hacer una contribución significativa a todas las disciplinas
que estudian al hombre. Destaca los procesos que animan las formas que han timado
aspectos de nuestra cultura, o por otras culturas. Pero, al mismo tiempo, si es usada
excluyendo la atención al contenido, nos hacemos un problema. Descuidamos la
pertinencia de la historia y la cultura. Los procesos nunca ocurren fuera de un
contexto. Las personas hablando por teléfono no solo están hablando; están hablando
acerca de carreras de caballos, de niños, de política o música.

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La Última Gestalt

El crecimiento consiste en la capacidad de formar gestalts de mayor


complejidad. Como niños, comenzamos con las figuras formadas de nuestras
necesidades primordiales. Los componentes del campo son escasos y nuestra facilidad
para manipularlos, mínima. A medida que crecemos, comenzamos a ser capaces de
integrar otros elementos en nuestro funcionamiento. Nuestros sentidos se vuelven
más refinados. Llegamos a ser capaces de correr, caminar y hablar. Ganamos en
fuerza y movilidad. La cualidad de nuestro contacto con el campo se torna más
variado, fuerte y sutil.
Podemos ver operando en la terapia la misma dinámica de crecimiento y
desarrollo. En la terapia podemos expandir nuestro darse cuenta para incluir nuevos
aspectos del campo. Al aumentar nuestras posibilidades, concomitantemente creamos
soluciones que son más abarcadoras y complejas. La terapia es un proceso de reunir
más y más de nuestro propio potencial y del potencial del resto del campo.
Hacer gestalts es hacer totalidades. Es el proceso de unificar elementos
dispersos. A medida que crecemos, somos capaces de organizar en totalidades más y
más del campo. Al funcionar libremente, no nos separamos de este proceso. Las
totalidades que hacemos nos incluyen, somos parte de la unidad del campo.
Los alcances más extremos de este proceso, tradicionalmente son materia de la
filosofía y religión. La esperanza de llegar a experienciarnos como íntimamente
relacionados con nuestros semejantes, con la naturaleza, la vida, el cosmos, incluso
con nuestras creaciones más catastróficas, y las formas mediante las cuales puede
lograrse esta unificación, han sido los intereses fundamentales de líderes religiosos, de
filósofos y teólogos. La psicología, desde su comienzo como disciplina moderna, ha
puesto un interés en nuestras aspiraciones y desarrollo espiritual. A pesar de un
compromiso general a una forma peculiarmente impersonal de investigación científica
de parte del campo, algunos psicólogos (Jung y seguidores, especialmente, a
principios de este siglo, y muchos otros después) han definido a la psicología y
psicoterapia de tal modo que reconoce la importancia de nuestro continuo crecimiento
más allá de las categorías de salud y enfermedad mental, normalidad y anormalidad,
neurosis y bienestar.
En nuestros términos, esta dirección apunta hacia la última gestalt. El ímpetu
de nuestro desarrollo es hacia las totalidades que abarcan más y más del potencial del
campo organismo/ambiente. En las fases más adelantadas de este proceso, nos
abarcamos a nosotros mismos y al cosmos. La gestalt es: yo y el universo somos uno.
Todo lo mío y toda la infinidad de actividades y energía que me rodean, personas y
cosas, todas ellas juntas son una figura. Nada está excluido.
Sentado aquí, este libro está relacionado conmigo, yo con mi silla, mi silla con
el piso, el piso con la casa, y así, sucesivamente, a todos los seres humanos y objetos
en el mundo, y al cielo, a las estrellas y al resto de todo. La última gestalt está
comenzando a conocer la inmensidad de la extensión de nuestra interacción con todo.
Mientras leemos, movemos nuestros ojos, y todo el universo interconectado se
mueve. La última gestalt está visceralmente comprendiendo esto, cuerpo, mente y
alma, hasta las profundidades de nuestro ser, sin dejar nada fuera.

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Bibliografía recomendada

Perls, Fritz: ‘Sueños y Existencia’, Ed. Cuatro Vientos, Santiago.


‘Dentro y Fuera del Tarro de la Basura’, Ed. Cuatro Vientos, Santiago.
‘En Enfoque Guestáltico y Testimonios de Terapia’, Ed. Cuatro Vientos,
Santiago.
Stevens, John: ‘El Darse Cuenta’, Ed. Cuatro Vientos, Santiago.
‘Esto es Guestalt’, Ed. Cuatro Vientos, Santiago.
Berman, Morris: ‘El Reencantamiento del Mundo’, Ed. Cuatro Vientos, Santiago.
Fagan, Joen y Sheperd, Irma Lee, edits.: ‘La Terapia Gestáltica’, Ed. Amorrortu, Bs.
Aires. o ‘Gestalt Therapy Now’, Penguin Books, 72.

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Este es una traducción y resumen de The Book of Gestalt, de Joel latner, editado por primera vez en 1973.
La Editorial Cuatro Vientos lo publica bajo el nombre Fundamentos de la Gestalt. La realización y
responsabilidad de esta traducción y resumen es de Héctor Calás

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