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Sin embargo, con la llegada de la tecnología esto ha cambiado y ahora los niños suelen pasar
sus tardes pegados a un celular, la computadora o una Tablet y ya no tienen esas tardes como las que
solían existir. Es así que para recordar algunos de los juegos, a continuación mencionaré diez de ellos:
Los senadores.
Una vez conformado los grupos, los senadores escogían la pared de uno de los vecinos como lugar de
protección, era una zona sagrada e impasable para los perros.
Por su parte los perros habían elegido la pared del frente y allí era su guarida, y de allí salían y estaban
al acecho de cualquier chico osado del grupo de los senadores que se atreviese a salir de su lugar de
protección (pared escogida).
Todo estaba listo para hacer discurrir la adrenalina y el sudor, poner a prueba las piernas y las piruetas
para atrapar o no dejarse atrapar.
Como de costumbre el más temerario del grupo de los senadores salía de su lugar de protección,
haciendo gala de sus habilidades físicas para evitar ser atrapado y sellado en la espalda por los perros
con la temible frase “Blanca paloma sellada pa toda tu vida”.
Solo los más hábiles regresaban a su guarida de protección y uno que otro era atrapado y sellado en la
espalda, y era conducido a la guarida de los perros.
Ahora la adrenalina y el sudor corría a borbotones, pues los que quedaban de los senadores tenían que
empezar su labor de rescate de los prisioneros en la guarida de los perros; tenían que desplegar energía
y habilidad para evitar ser atrapados y llegar a donde estaban sus compañeros (atrapados), darles la
mano y salir a toda prisa salvador y salvado para evitar ser nuevamente atrapados,
El juego terminaba cuando ya no quedaba ningún senador sin haber sido sellado.
Una vez concluido se invertían los papeles, los senadores serian perros y los perros senadores, y el
juego continuaba hasta que la mamá salga a llamar a sus pequeños a que regresen a casa, caso contario
de no hacer caso, no faltaba en casa una chancla o un palo de escoba para hacer volver a los marrajos.
Con solo escribir estas líneas es como meterme a una máquina del tiempo y revivir esos momentos
bellísimos de mi niñez. Como añoro aquellos tiempos de oro.
El autor.