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Febrero 2017
Queridísim@s tod@s:
Un gran saludo de parte nuestra para este nuevo mes que empieza.
Les tenemos muy presentes en la oración para todas las actividades y diferentes
encuentros que se están realizando en estos próximos meses.
En profundidad. (pág. 2)
Palabra de Vida mes de Febrero 2017 (pág. 3-4 )
Algunos puntos para profundizar y dinámica del encuentro (pág. 5)
Chiara Lubich: Familia, misterio de amor (pág. 6 )
Experiencia (pág. 7)
Martita y Regno
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25.05.2002
Miguel pregunta: “¿Es verdad que un gran dolor puede producir una gran
felicidad?”
Es así: antes les dije que Jesús vino a la tierra, El Verbo de Dios se hizo carne,
hombre, y vino a la tierra, por lo tanto asumió la naturaleza humana, tomó nuestra naturaleza.
Era un hombre que pasaba por acá, como todos los demás, pero no asumió solamente la
naturaleza humana, sino también todos los errores de la naturaleza humana: nuestros límites,
nuestros defectos, nuestras divisiones, nuestros pecados. Tomó todo sobre sí para liberarnos,
para liberarnos. Nosotros durante el día, cuando encontramos alguna de estas cosas, un dolor,
una separación, un remordimiento, … recordamos que eso Jesús lo tomó sobre sí; entonces,
detrás de ese dolor, lo vemos a él, vemos su rostro, está él porque él lo asumió. Entonces en
lugar de decir: “No quiero el dolor, no…” decimos: “Jesús, yo te quiero, quiero eso… te amo,
te amo así”. Y apenas decimos así ¡tac! Por una alquimia divina – alquimia quiere decir que las
cosas se cambian – el dolor desaparece y queda el amor.
Lógicamente, esto sucede si seguimos amando, sin quedarnos a esperar para ver si
desaparece o no, hay que seguir amando… y te das cuenta de que el dolor no está más.
Yo siempre doy un ejemplo: santa Teresita del Niño Jesús era joven, tenía 20 años,
cuando se fue al cielo era un poco más grande, y tenía esa enfermedad tan grave, la
tuberculosis, que hace vomitar sangre, tienen vómitos de sangre, y ella dijo: “Llegó el
Esposo”.(...) Detrás de ese vómito, de esa sangre, vio a Jesús que ella había elegido desde
chiquita.
Entonces uno se pregunta: ¿cuál es la verdad? ¿Es cierto que tuvo el vómito de
sangre, o es cierto que era Jesús? Son verdaderas las dos cosas. Desde el punto de vista
humano, es sangre. Desde el punto de vista de nuestra fe, es Jesús. Jesús que se asumió esa
sangre, porque asumió sobre sí todas las cosas.
Prueben, queridos chicos, prueben, prueben y podrán constatar que hasta los
dolores más grandes, abrazados, te dejan el amor en el corazón.
Chiara
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«Les daré un corazón nuevo; infundiré en ustedes
un espíritu nuevo» (Ez 36, 26).
FABIO CIARDI
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C. LUBICH, Meditaciones, Ciudad Nueva, Madrid 1964, 20069, p. 19.
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1) La Palabra de Vida de este mes nos dice que el corazón es el centro de la vida y de la
persona, el lugar de las decisiones, de la interioridad y de la vida espiritual.
2) Necesitamos un corazón nuevo y un espíritu nuevo… pero… ¿no nos sentimos movidos
muchas veces por deseos egoístas? ¿Es efectivamente el amor el que guía nuestras
decisiones; es el bien del otro?
3) El sueño de Dios es recomponer una gran familia de pueblos como la concibió desde
los orígenes, modelada por la ley del amor recíproco. ¿ Cómo puedo yo contribuir para
la realización de este sueño ?
(Tiene como finalidad facilitar la comunión, el diálogo entre todos. La duración no tendría que ser
mayor de 30 min.)
1) Para vivir esta Palabra de Vida, tenemos sentirnos también nosotros llamados a formar
parte de esta nueva humanidad. Es más, estamos llamados a formarla a nuestro
alrededor, a hacerla presente en nuestra vida y en nuestro trabajo.
2) Qué gran misión se nos encomienda y cuánta confianza pone Dios en nosotros. En
lugar de deprimirnos […] tenemos que dilatar el corazón «a la medida del Corazón de
Jesús como nos dice Chiara…
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3) Qué lindo que la Palabra nos dice… no confiemos en nuestras fuerzas y capacidades,
inapropiadas, sino en el don que Dios nos hace: «Les daré un corazón nuevo;
infundiré en ustedes un espíritu nuevo».
[…] Cuando Dios creó el género humano, modeló una familia; cuando el Verbo
de Dios vino a la Tierra, quiso nacer en una familia; cuando Jesús inició su vida
pública, estaba festejando una nueva familia.
Dios amó tanto a la familia, la consideró una realidad tan importante, que
imprimió en ella su propia huella: de hecho, ella refleja la misma vida de Dios, la
vida de la Santísima Trinidad […].
Fue así como Dios la pensó, la creó. Y su Hijo, redimiendo al mundo, sublimó
todo este amor natural, del que están impregnados todos los miembros de la
familia, con el amor divino que Él trajo a la Tierra, con el fuego que quiere que
arda por todas partes. Por eso, la familia ha llegado a ser, además de la célula
básica de la Humanidad creada por Dios, la célula básica de la Iglesia fundada
por su Hijo.
Cristina
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