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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA Y METODOLOGÍA DE LA PSICOLOGÍA

COMUNITARIA

Autora: Lic. Liset Alvarez Ledesma


Facultad de Psicología. Universidad de La Habana.

Introducción.

El material que a continuación ponemos en sus manos, se propone introducir


los contenidos relacionados con la Psicología Comunitaria como una de las
disciplinas dentro de la Psicología Social.

Abordamos primeramente el origen de esta disciplina en 1965 y cómo se ha


caracterizado su desarrollo en América Latina, Estados Unidos y en nuestro
país. Profundizaremos en el Movimiento de Salud Mental Comunitaria y en la
Acción para el Cambio Social, así como en las cinco etapas del desarrollo de la
Psicología Comunitaria en Cuba y los desafíos actuales del psicólogo
comunitario en el contexto cubano.

Seguidamente, nos referiremos a las principales ideas que conforman el


sistema teórico de la Psicología Comunitaria, aclarando que constituye un
sistema en construcción que continúa fortaleciéndose. Dentro de este acápite
definiremos el objeto de estudio de la disciplina, sus principios teórico-
metodológicos, el concepto psicosocial de comunidad, los diferentes enfoques
para el estudio e investigación de una comunidad, los entornos que estructuran
la comunidad, sus funciones, los elementos que le permiten su mediación entre
el individuo, los grupos y la sociedad y finalmente la presentación de la célula
estructural y funcional de la comunidad.

Para concluir, trataremos los presupuestos metodológicos de nuestra disciplina,


para lo cual partimos de establecer comparaciones entre la metodología
tradicional positivista y los nuevos marcos cualitativos. Caracterizamos la
metodología de investigación-acción como el paradigma metodológico de la
Psicología Comunitaria y presentamos la investigación-acción participativa
como la alternativa metodológica más apropiada y consecuente con sus
principios teórico-metodológicos. Se profundizará en el proceso de intervención
social comunitaria y en el proceso de evaluación de necesidades comunitarias
por su interés en la labor del psicólogo comunitario.

Esperamos que los conocimientos que aquí se exponen, les sirvan como bases
orientadoras e introductorias para la comprensión de la Psicología Comunitaria
y su aplicación en nuestro contexto.

I. Surgimiento y desarrollo de la Psicología Comunitaria.

Cuando nos proponemos conocer a profundidad una ciencia o disciplina, se


hace siempre indispensable hablar de su historia. Comenzaremos planteando
que la Psicología Comunitaria surge en Estados Unidos en la década de los
sesenta y una década después surge en América Latina. El término Psicología
Comunitaria aparece por primera vez en 1965 en la Conferencia de Boston.

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Aquella reunión perseguía diseñar los programas de formación del personal
que trabajaba en los Centros de Salud Mental Comunitaria que en 1963 habían
sido creados por orientaciones del propio presidente Kennedy.

En la Conferencia de Boston se establece el término Psicología Comunitaria y


se hace un llamado a la interdisciplinariedad y a la necesidad de un profesional
comprometido y participante. En 1966 aparece publicado por primera vez el
término en la relatoría de la Conferencia y a partir de ese momento numerosos
autores norteamericanos se plantearon la necesidad de definirlo y
fundamentarlo.

Cuando nos referimos a la Psicología Comunitaria, pensamos en una disciplina


en pleno desarrollo y su origen acentuó más el saber hacer que la propia
elaboración teórica que caracteriza a las ciencias. Es considerada una de las
ramas más recientes de la Psicología.

La aparición de la Psicología Comunitaria coincide con una década de fuertes


luchas sociales; puede decirse que los años sesenta se caracterizaron por los
movimientos sociales de protesta. Esto se materializó no sólo en las luchas de
las mujeres, de los negros y de los pobres en general, sino también tuvo una
manifestación en la música, la poesía, las artes y la cultura integralmente. La
historia de la Psicología Comunitaria responde a la historia de los principales
hechos de esta época y a las ideologías subyacentes.

Si realizamos un análisis histórico de la década de los sesenta, podremos


identificar seis líneas originadoras de la Psicología Comunitaria:
1. La desintegración social: Referida a la creciente pérdida del sentido de
las funciones de los grupos intermedios y primarios como la familia, la
vecindad, la comunidad; el individualismo extremo, el desarraigo y el
desamparo, la alienación y la ausencia de sentimientos de pertenencia
social.
2. Aplicación de la Psicología y las ciencias sociales: Relacionado con el
desarrollo vertiginoso de la psicología aplicada a las escuelas, las
clínicas, las industrias. Una comprensión del papel de los factores
sociales en el origen, explicación y solución de los problemas sociales.
3. Responsabilidad de los científicos sociales: Vinculado a la
responsabilidad de los científicos sociales con los problemas de su
contexto histórico, con un cuestionamiento además de la neutralidad y la
objetividad absoluta de las ciencias sociales.
4. Interés por el cambio social y efectos psicológicos de las estructuras
sociales: Creciente interés por el cambio social y la intervención y por la
relación recíproca entre el individuo y las estructuras sociales.
5. Trastorno mental y prevención: Necesidad de prevenir el trastorno
mental desde la propia comunidad y no sólo su tratamiento reactivo.
6. Sentido psicológico de comunidad: Aparición en la Psicología del
concepto sentido psicológico de comunidad (Sarason) en respuesta a la
creciente desintegración social. Este concepto se refiere a la satisfacción
de necesidades humanas como la intimidad, la diversidad, la
pertenencia. Constituye el punto de encuentro entre el individuo y la
sociedad. Las sociedades globales justamente promueven la pérdida del

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sentido psicológico de comunidad por el creciente individualismo, la
enajenación, la marginación, la limitada participación social. El sentido
psicológico de comunidad se desarrolla a partir de la historia común,
compartir experiencias, relaciones emocionales, identidad y destino
comunes. Este constituye un concepto de especial valor para la
construcción teórica de la Psicología Comunitaria.

I.1. Psicología Social Comunitaria Norteamericana.

Ya planteamos que la Psicología Comunitaria surge en Estados Unidos en


1965. Su origen se enmarcó fundamentalmente en la Psicología Clínica,
aunque su desarrollo ha sido en dos corrientes: la Salud Mental Comunitaria
(SMC) y la Acción para el Cambio Social (Psicología Comunitaria propiamente).
Hagamos una breve referencia a estas dos corrientes.

El movimiento de Salud Mental Comunitaria constituyó el primero en aparecer


ante la necesidad de buscar modelos interventivos más allá de los centrados
en el individuo en el proceso salud-enfermedad. Como elemento positivo
podemos plantear que ha aportado al análisis variables contextuales,
culturales, ideológicas, sociales tanto en el diagnóstico como en la intervención
de los problemas de salud mental. Sin embargo, señalamos como su principal
limitación el hecho de presuponer que los problemas sociales están causados
por fallas en la socialización que han de llevar a cabo las instituciones sociales
de la estructura social y no por problemas de la propia estructura social de las
sociedades capitalistas.

La Salud Mental Comunitaria se desarrolla a partir de seis factores


fundamentales:
1. Rechazo del hospital psiquiátrico.
2. Desencanto con la psicoterapia.
3. Rechazo de los conceptos y roles relacionados con el modelo médico de
salud mental.
4. Desproporción entre las necesidades de salud mental y mano de obra
existente.
5. Responsabilidad social del psicólogo con los problemas sociales.
6. Ambiente y movimiento de cambio de los años sesenta.

El movimiento de Acción para el Cambio Social constituye otra corriente dentro


de la Psicología Comunitaria. Respecto a ésta podemos plantear es más
radical y revolucionaria, toda vez que se caracteriza por la implantación de
formas alternativas de comunidad, de políticas e incluso de estructura social.
Entre los elementos positivos que identificamos en ella están el hecho de que
aboga por la dotación de derechos y poder a la comunidad y con ello la
posibilidad objetiva de que la comunidad actúe. Un ejemplo valioso a la luz de
esta corriente, es la obra de Julian Rappaport (1981) y su teoría de la
potenciación (empowerment).

A diferencia de la Salud Mental Comunitaria, la Acción para el Cambio Social se


plantea que los problemas sociales se deben a la falta de acceso de algunos
grupos sociales a los recursos de la sociedad, como consecuencia de

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instituciones que de manera selectiva controlan la oportunidad de adquirir
poder o mayor ingreso económico. Este control del acceso al poder de los
sectores desposeídos, genera en ellos apatía, desmotivación, alienación, foco
de control externo, desesperanza aprendida. A la luz de esta corriente, la
solución a la desintegración social se divisa en la ampliación de los recursos
potenciales de la comunidad, lo que se traduce en su empoderamiento.

Podemos señalar que si bien el surgimiento de la Psicología Comunitaria en


Estados Unidos, aportó modelos interventivos centrados en su instrumentación,
su metodología, la evaluación de sus efectos; también contribuyó a la
emergencia dentro de la Psicología Social de conceptos necesarios como el
propio de comunidad y el de sentido psicológico de comunidad, así como una
búsqueda de nuevos modelos explicativos de la complejidad de los fenómenos
sociales.

I.2. Psicología Social Comunitaria en Latinoamérica.

¿Qué ocurrió en América Latina? En América Latina, aunque no existía


denominación, ya a fines de los cincuenta se realizaban silenciosamente
acciones interdisciplinarias de desarrollo comunitario, con un claro adelanto
metodológico basado en la investigación orientada al cambio social y la
concientización de la comunidad.

En nuestra región el movimiento comunitario surge no de la Psicología sino de


la Sociología. Podemos mencionar la obra del colombiano Orlando Fals Borda
en torno a la participación popular y Paolo Freire en torno a la educación
popular; la venezolana Maritza Montero y la puertorriqueña Irma Serrano.

En la década de los 50-60 más que de Psicología Comunitaria en América


Latina, debe hablarse de desarrollo comunitario, autogestión, de participación.
Es en la década del 60-70 que surgen los intentos de sistematización teórica de
los logros alcanzados en periodos anteriores.

A partir de lo planteado, podemos inferir que dadas las condiciones históricas


de subdesarrollo, dependencia económica y marginación de la región
latinoamericana, el movimiento de Acción para el Cambio Social fue el que
cobró la fuerza mayor. De ahí que en América Latina, como tendencia, se
acentuó la urgencia de identificar y solucionar las necesidades sociales con la
participación comunitaria y la potenciación de la comunidad.

Como parte del desarrollo de la Psicología Comunitaria en Latinoamérica,


comenzaron a darse explicaciones sobre la particular inserción social de los
individuos en situaciones históricas de subdesarrollo; se dio espacio a la
subjetividad y a los procesos sociales; se ve al hombre activo al igual que la
comunidad y el propio investigador. En el quehacer latinoamericano emergieron
nuevas categorías de especial valor filosófico y psicosocial, como alienación,
comunicación, valores, poder, ideología.

De forma concluyente apuntamos que tanto para la Psicología Comunitaria en


Estados Unidos como en América Latina, el desarrollo del movimiento

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comunitario reclamó la investigación para la acción transformadora,
abandonándose el método clásico de las ciencias sociales que separaba al
investigador de su objeto de estudio. Esto implicó una crisis para la Psicología
Social como disciplina, cuya metodología a fines de los sesenta aún no
atrapaba la subjetividad y continuaba en busca de la objetividad y la neutralidad
sobre la base de conceptos teóricos y metodológicos tradicionales.

I.3. Psicología Social Comunitaria en Cuba.

En Cuba el origen y desarrollo de la Psicología Comunitaria está muy marcado


por la Revolución Cubana que impulsó un complejo proceso de
transformaciones sociales que exigió a la Psicología Comunitaria involucrarse
definitivamente.

En nuestro caso la praxis se adelantó mucho a la teorización. La acción social


se concretó en la transformación física y cultural de los barrios marginales,
llevada a cabo por el entonces Ministerio de Bienestar Social.

Los estudiantes y profesores de la recién fundada Escuela de Psicología de la


Universidad de La Habana se implicaron en los cambios, estableciéndose así
una pauta en la Psicología Social en Cuba en el estudio de la comunidad, muy
permeado por la influencia norteamericana. Entre 1964 y 1968 se realizan
disímiles investigaciones en el área de la Psicología Comunitaria en todo el
país, cuyo objetivo era el diagnóstico de problemas sociales y las
recomendaciones a instituciones. Aunque se intentó la profundización
psicosocial, se plantea que el carácter de estas investigaciones fue realmente
sociológico.

Estas investigaciones incursionaron en procedimientos metodológicos


novedosos, relacionales, que dejaron un gran impacto cultural en la población,
lo cual constituyó un verdadero logro. Además, focalizaron la comunidad como
objeto de investigación.

Podemos decir que se distinguen cinco etapas en el desarrollo de la Psicología


Comunitaria en Cuba:
1. Década de los sesenta: Solución de acuciantes problemas sociales con
una tendencia acentuada a la praxis, a la acción.
2. Década de los setenta: Consolidación teórica a partir del fortalecimiento
de la propia Psicología Social en Cuba con la asimilación del marxismo
como filosofía y la obra de psicólogos marxistas como Vigotsky,
Leontiev, Hiebsch, Vorwerg, Andreieva, Pariguin. Se profundiza en la
comprensión dialéctica de la relación individuo-sociedad en un contexto
histórico concreto.
3. Década de los ochenta: Comprensión de la comunidad como espacio
transformador para la vida social y despegue de la Psicología Social
Comunitaria en Cuba.
4. Década de los noventa: Se consolida la comprensión de la relación entre
el individuo, la comunidad y la sociedad, conjugándose lo socialmente
determinante y la individualidad, en el espacio comunitario. Se incorpora

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el tema en importantes eventos. Comienza a impartirse la Psicología
Comunitaria en el pregrado y posgrado.
5.
9. Actualidad: Llamada a sistematizar las cualidades psicosociales del
espacio comunitario cubano y potenciar las redes sociales en función de
las necesidades comunitarias; ganar participación y mayor control
comunitario.

Resumiendo las ideas referidas, podemos decir que la Psicología Comunitaria


en Cuba se vio enérgicamente impulsada por el triunfo de la Revolución
Cubana en 1959. La Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana
incorporó profesores y estudiantes a participar en la implementación de las
transformaciones sociales revolucionarias, lo cual impactó decisivamente la
práctica y luego la teorización dentro de la Psicología Social y la Psicología
Social Comunitaria.

II. Aproximación a la teoría de la Psicología Comunitaria.

En su devenir, muchas han sido las aproximaciones conceptuales a la


definición de Psicología Comunitaria. Podríamos mencionar entre las más
valiosas:
1. La obra de Julian Rappaport (1977): Búsqueda de alternativas a normas
sociales establecidas.
2. La obra de Luis A. Escovar (1977): Es una Psicología para el desarrollo
entendido como el proceso mediante el cual el hombre adquiere mayor
control sobre su medio ambiente. Se entiende el desarrollo como
relación dialéctica de transformaciones mutuas entre el individuo y el
grupo, el grupo y la sociedad.
3. La obra de Leo Mann (1978) quien define tres áreas en el objeto de
estudio de la Psicología Comunitaria: análisis de procesos sociales;
estudio de las interacciones en un sistema social específico; diseño de
intervenciones sociales.

Retomamos como aproximación más integradora la concepción de Maritza


Montero (1984), quien define a la Psicología Comunitaria como la rama de la
Psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten
desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden
ejercer sobre su ambiente individual y social, para solucionar problemas que
los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social.

Partir de esta definición implica que el rol del psicólogo es ser agente de
cambio comunitario en la detección de potencialidades, desarrollo de estas
potencialidades, cambio en los modos de enfrentar la realidad, interpretarla y
reaccionar ante ella. Implica además asumir que el centro de control y poder
está en la comunidad y no en el interventor, como ocurre en las investigaciones
tradicionales.

De forma general, diversas fuentes teóricas han enriquecido a la Psicología


Comunitaria, entre ellas las relativas a la Salud Mental Comunitaria y el
concepto de estrés social; los modelos ecológicos vinculados con el

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interaccionismo simbólico y la Psicología Ecológica Transaccional y los
modelos participantes, donde se incluyen la obra de Escovar en Panamá y de
la Montero en Venezuela.

Como toda disciplina que se constituye desde una teoría y una metodología
práctica, la Psicología Comunitaria se construye en torno a tres principios
esenciales que son los siguientes:

1. Autogestión de los sujetos que constituyen su área de estudio: El objeto


es sujeto y toda la información repercute sobre todos los individuos
involucrados incluido el investigador.
2. El centro de poder cae en la comunidad: La acción del psicólogo es
lograr que la comunidad adquiera conciencia de su situación y
necesidades asumiendo su transformación y el control de su actividad
(no autoritarismo, ni paternalismo, ni intervensionismo).
3. Unión teoría y praxis: Forma de lograr una explicación integradora y
verdadera de la situación para que podamos transformarla y enriquecer
la teoría.

Como planteamos anteriormente, la Psicología Comunitaria se define como


una psicología aplicada al control y dominio del sujeto sobre su ambiente social
e individual y que está orientada al cambio de esos ambientes para satisfacer
sus necesidades. La comunidad, desde esa concepción, se convierte
justamente en ese sujeto de cambio, en el destinatario y protagonista de la
praxis de la Psicología Comunitaria.

Por tanto, a nuestra disciplina le interesa conocer la definición de comunidad,


su estructura, su sistema de relaciones internas, su sistema ecológico y
relaciones con otras comunidades y con su entorno social; así como su sistema
de reproducción y funcionamiento.

Muchas han sido las definiciones de comunidad, incluso antes del


establecimiento de la Psicología Comunitaria como ciencia aplicada en 1965.
Señalemos que ya en 1959 existían más de 94 conceptualizaciones.

A lo largo de cuatro décadas hasta la actualidad, podríamos hablar de las


definiciones que han priorizado el elemento territorial o la localidad por encima
de los factores relacionales y psicosociales (Sander, 1976) y viceversa (Klein,
1968); así como otras definiciones que han tratado de conjugar ambos
aspectos (Hillery, 1959; Warren, 1972; Bernard, 1973; Chavis Wondersman,
1990).

De cualquier manera, se ha encontrado que la mayoría de los autores


coinciden en señalar tres elementos componentes del concepto comunidad:
1. Localidad compartida.
2. Relaciones y lazos comunes.
3. Interacción social.

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Por su parte, Alipio Sánchez Vidal (1991), reconocido psicólogo social español,
plantea que son cinco los elementos que caracterizan a la comunidad y que
nosotros reconocemos:
1. Localización geográfica (vecindad): La localidad espacial viene a
constituir un requisito indispensable para que sobre la base de su
existencia se desarrolle la propia vida comunitaria desde el punto de
vista económico y psicosocial. Generalmente, esta vecindad adquiere un
nombre.
2. Conjunto de instalaciones, servicios y recursos materiales: Constituyen
la infraestructura de la comunidad donde se concretizan las redes de
comunicación y relación entre los miembros de la comunidad (escuelas,
hospitales, mercados, centros culturales y deportivos).
3. Estabilidad temporal: Este criterio se refiere a que se requiere un mínimo
de convivencia temporal entre los grupos y las personas para que se
establezcan los lazos comunes.
4. Estructuras y sistemas sociales: Relacionado con los subsistemas
comunitarios que garantizan el ordenamiento y la cohesión social
(estructuras políticas, culturales, educacionales)
5. Un componente psicológico resultante de carácter identificativo y
relacional: Referido al sentido de pertenencia con la comunidad, al
sentimiento de que se comparten intereses, objetivos, metas lo cual
emerge a partir de las propias interacciones y lazos comunes entre las
personas en la comunidad. Este es un componente determinante en la
constitución y desarrollo de la comunidad.

Como concepto de comunidad, asumiremos el de Alipio Sánchez, quien la


define como un sistema o grupo social de raíz local, diferenciable en el seno de
la sociedad de que es parte en base a características e intereses compartidos
por sus miembros y subsistemas que incluyen: localidad geográfica (vecindad),
interdependencia e interacción psicosocial estable y sentido de pertenencia a la
comunidad e identificación con sus símbolos e instituciones.

Cuando estudiamos la comunidad, tenemos que tener en cuenta que existen


diferentes tipos. Una tipología de comunidad las define a partir del elemento
básico que se comparte. Así hablamos de las comunidades llamadas:
1. De sangre: Tienen base biológica, familiar.
2. De lugar: Basada en la vecindad, barrios, aldeas.
3. De espíritu: Basada en sentimiento, en la amistad, en religiones.
4. Grupos urbanos: Referido a las bandas o pandillas que comparten la
marginación social.
5. Instituciones sociales: Referido a grupos que funcionan a veces como
comunidades.

Existen otras clasificaciones que están basadas en el tamaño de la comunidad,


el nivel de desarrollo y la localización.

Es importante conocer que la comunidad tiene una estructura. Muchos han sido
los autores que se han dedicado a este asunto. Generalmente, todos coinciden
en que existe un entorno natural geográfico (clima, naturaleza); un entorno
construido por el hombre (ruidos, edificaciones, olores, basura); características

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sociodemográficas, poblacionales y psicosociales (población, sexo, salario,
salud, sentido de comunidad) y sistemas relacionales entre los hombres dígase
los sistemas políticos, educacionales, culturales, de salud, condiciones
económicas, transporte, servicios sociales, entre otros.

El acercamiento investigativo a una comunidad se ha realizado desde


diferentes enfoques:
1. Ecológico: Prima el estudio del ajuste de la comunidad a su medio físico,
natural y social y la interacción entre las comunidades.
2. Demográfico: Prima el examen de las características poblacionales.
3. Cultural o etnográfico: Capta la comunidad como cultura o forma de vida
a través de la observación participante o la residencia prolongada en la
comunidad.
4. Social o sociológica: Capta la comunidad como sistema social con
estructuras o subsistemas que funcionan y se relacionan entre sí.
5. Psicosocial: Relaciona los aspectos sociales o culturales con los
psicológicos. Estudia el proceso de socialización y participación de los
individuos.
6. Histórico: Integra datos y hechos de la comunidad a través de la historia
global o a través de la biografía de un individuo relevante.

Como psicólogos no podemos comprender a la comunidad ajena a los


individuos que la integran y a la sociedad de la cual ella es parte. Es vital
comprender el nivel mediador de la comunidad en el proceso de inserción
social del hombre. Ya hicimos referencia a cómo en la década de los setenta la
Psicología Social asumió profundamente la relación dialéctica entre el individuo
y la sociedad y que esta relación dialéctica está mediatizada por los grupos a
los que el individuo pertenece. Fue en la década de los ochenta cuando la
Psicología Social comprendió o concibió a la comunidad como espacio
transformador y socializador de los individuos, jugando así un importante rol en
el proceso de inserción social del hombre a partir de la diversidad de grupos
sociales que la conforman y a los que el individuo pertenece.

Justamente, la comunidad designa un nivel intermedio en tanto que la sociedad


funciona como contexto global. La comunidad es parte de la sociedad, de un
todo mayor estructurado de la cual recibe influencia en cuanto a normas,
valores, tradiciones, cultura en general. El individuo, a través del espacio
comunitario, se convierte en reproductor activo del proceso de socialización,
toda vez que recibe la influencia cultural que le llega de la sociedad
mediatizada por su comunidad. Simultáneamente, la comunidad se convierte
en un espacio donde el sujeto proyecta su individualidad ejerciendo también
influencia sobre la comunidad misma y sobre la sociedad.

Si efectuamos un ejercicio de autobservación de nuestra experiencia personal,


concluiremos que por sus características, la comunidad es asumida por los
sujetos como algo espontáneo, natural, no formalizado; de manera que se
organiza de cara a conseguir fines comunes entre los miembros lo cual en
muchas ocasiones no se logra en otras entidades e instituciones sociales. Esto
quiere decir que para el hombre, a diferencia de la sociedad, la comunidad le
es más tangible, más papable, más inmediata y cercana por varias razones:

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1. Localidad: La localidad es más central y básica en la comunidad.
2. Concreción institucional: En la comunidad se concretan las instituciones
sociales, es la expresión visible de las instituciones sociales, donde se
desarrolla la vida cotidiana y se hace posible la subsistencia.
3. Mediación: La comunidad es el mecanismo mediador entre el individuo y
la sociedad, donde se satisfacen necesidades individuales y sociales.

Estas características le permiten a la comunidad tener un alto valor diagnóstico


e interventivo, ya que le proporcionan una dinámica psicosocial propia y una
estructura propia, con sus normas, tradiciones, objetivos, metas, proyectos y
recursos particulares. Todo ello adquiere especial trascendencia sobre la
actividad y la comunicación de los individuos que la integran y de la sociedad a
que pertenece.

La cualidad mediadora del espacio comunitario nos obliga a abordar la


comunidad simultáneamente en los niveles social (macromedio), grupal
(micromedio) e individual. Cada uno de estos niveles tiene su propio sistema de
categorías y conceptos que no nos permiten dar saltos reduccionistas en la
interpretación de los fenómenos sociales y nos posibilitan estudiar el
comportamiento de los grupos e individuos en las condiciones concretas en
que se produce.

¿Cómo se reproduce la comunidad? Para ello la comunidad genera su propio


sistema dinámico psicosocial, lo cual es posible porque en ella se desarrollan
funciones relevantes que dan cuenta de su eficiencia y vitalidad:
1. Socialización: Transmisión de valores, conocimientos y pautas de
conducta de la sociedad a los individuos que forman parte de ella.
2. Apoyo social: Este apoyo es proporcionado tanto por mecanismos
institucionales a través de organizaciones comunitarias formales creadas
por la sociedad y también a través de mecanismos no institucionales
como la familia, los amigos, los vecinos.
3. Control social: En la comunidad los grupos e instituciones ejercen una
influencia sobre los individuos para que se conduzcan de acuerdo o
conforme a las pautas, normas y valores que se establecen por la
sociedad y la propia comunidad.
4. Participación social: Los individuos forman parte de la toma de
decisiones y de los procesos de transformación social en la comunidad,
a través de los grupos institucionales y no institucionales.
5. Producción, distribución y consumo de bienes y servicios: La comunidad
lleva a cabo una actividad económica de producción de bienes y
servicios que forman parte de la vida diaria y que son deseados por la
comunidad porque garantizan la subsistencia y la satisfacción de
diversas necesidades.

La calidad con que la comunidad sea capaz de desempeñar las funciones


anteriores y en especial la participación comunitaria, tiene una significación
especial para el fortalecimiento del sentido psicológico de comunidad, lo que se
traduce en la maduración de: la percepción de similitud e interdependencia
entre los miembros; la voluntad consciente de mantener la interdependencia y
la pertenencia e identidad con la estructura social que trasciende a cada

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individuo. A su vez, una comunidad cohesionada, unida, con un sólido sentido
psicológico de comunidad, estará en mejores condiciones para participar,
funcionar, desarrollarse, subsistir.

Estos son los argumentos que nos permiten teóricamente definir la unidad
entre el sentido psicológico de comunidad y la participación comunitaria como
la célula estructural y funcional de la comunidad.

III. Acercamiento a la metodología de la Psicología Comunitaria.

III.1. Consideraciones necesarias sobre la intervención social.

La Psicología es una ciencia porque pueden identificarse con precisión su


objeto de estudio y sus métodos de estudio; pero es también una profesión
toda vez que ha logrado aplicar sus conocimientos y realiza un quehacer en
diversas áreas (la salud, la educación, la cultura, el deporte, la industria, los
ámbitos sociales) desde donde ha desarrollado un grupo de acciones
profesionales. Entre estas acciones profesionales que identifican el rol del
psicólogo en diferentes campos está justamente la intervención.

La intervención en la Psicología Aplicada tiene sus antecedentes en la


Psicología Clínica. Por excelencia, durante muchos años el enfoque más
utilizado o tradicional en la clínica fue el que hace énfasis en las debilidades y
déficit del sujeto. El propio desarrollo teórico, el compromiso social y la práctica,
hizo emerger un enfoque más actual dentro de la clínica que hace énfasis en
las potencialidades del individuo, quiere decir, hacer hincapié no en lo carente
sino en lo que puede alcanzar el sujeto en virtud de su propio desarrollo.

Retomando un poco de historia podemos comentar que es en los años veinte


del siglo XX que la Psicología Social como disciplina comienza a desarrollar un
método de experimentación y de intervención sobre el individuo en el contexto
de los grupos. Tenemos que decir que este método estaba aún muy
determinado por las posiciones ideológicas burguesas que imperaban en la
sociedad contemporánea, por lo que desde el punto de vista teórico las
corrientes también eran burguesas (Psicología de las Masas, Psicología de los
Pueblos, Psicología de los Instintos), con tendencia a sobrevalorar bien los
factores individuales o bien los factores sociales sin contemplarlos en su
interacción. No fue hasta los años 50 que se asume la filosofía marxista en la
Psicología Social y con ello sus principios en la determinación materialista
dialéctica de los procesos psicosociales.

De forma general, en la intervención pueden identificarse dos enfoques, el


centrado en las debilidades y el centrado en las potencialidades. Ahora bien,
cuando hablamos de intervención individual con enfoque de debilidades
podemos mencionar a la Psicología Clínica tradicional, el conductismo. Cuando
hablamos de intervención individual centrada en las potencialidades podemos
referirnos a la orientación vocacional.

Al referirnos a la intervención social centrada en las debilidades justamente


podemos ubicar al movimiento de salud mental comunitaria; ahora bien,

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cuando hablamos de intervención social centrada en las potencialidades nos
referimos a la Psicología Comunitaria, a la acción para el cambio social como
corriente de la Psicología para el desarrollo. Los individuos, los grupos, las
comunidades y las sociedades se desarrollan no desde sus carencias, sino
desde lo que pueden llegar a hacer y concretar.

Sobre la intervención en Psicología Social muchos han sido los autores que
intentaron definirla. La diversidad de definiciones se explica por la diversidad de
campos teóricos y aplicados de los que proceden. Muchas de las definiciones
más serias -surgidas después de los 70-, tienen ya un marcado contenido
comunitario, lo cual denota la cercanía de estos dos procesos en la práctica. En
este sentido podemos citar las definiciones de Kelly en 1977 y de Bloom en
1980.

De cualquier forma, la intervención social en la Psicología Social requiere tomar


en cuenta los factores de orden psicosocial, lo que significa:
1. Reconocer la relación dialéctica individuo-sociedad: Asumir las
relaciones de mutua influencia entre ellos.
2. Considerar íntegramente las categorías y conceptos particulares de
interpretación tanto del macromedio, del micromedio como
individuales: Comprender que aunque interactúan, individuo, grupo,
comunidad y sociedad no son idénticos, son diferenciables en cuanto
a cualidades estructurales y funcionamiento.
3. Comprender el fenómeno psicosocial en su contexto histórico
concreto: Comprender la particularidad y determinación histórica
concreta de los fenómenos subjetivos.
4. La intervención social implica autoridad e intencionalidad.

Todos estos factores están claramente planteados en la definición de Alipio


Sánchez (1991) sobre intervención:

¨Introducción, interposición o intermediación desde una


postura de autoridad, de un elemento externo con la
intención de modificar o interferir con el funcionamiento de
un proceso o sistema en una dirección dada (cambio
direccional, cesación, desarrollo). Es un proceso intencional
de influencia y persigue un cambio.¨ (Sánchez A., 1991).

La intervención social denota un proceso claramente distinguible de la acción


psicológica o intervención psicológica, por lo cual resulta interesante que
precisemos algunas de sus diferenciaciones:

1. Objeto, destinatario o unidad de intervención: En la intervención social


son los procesos y sistemas sociales (comunidades, organizaciones,
instituciones), complejos estructuralmente, en interacción con el medio y
en evolución dinámica. Se intervienen necesidades y problemas
detectados en el sistema social. En la acción psicológica se actúa sobre
el individuo y los sistemas sociales son considerados como contexto y
no como blanco de acción.

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2. Estado inicial: En la intervención social se parte de un estado inicial el
cual se evalúa, que no es necesariamente negativo o carencial
(estructura, historia, dinámica, cultura). En la acción psicológica se parte
generalmente de un estado carencial, negativo, patológico.
3. Tipo de cambio: En la intervención social se persigue un cambio social a
través de la transformación de las estructuras y procesos sociales los
cuales son más complejos y multidimensionados. En la acción
psicológica los cambios que se persiguen son a nivel individual, más
unidimensional y previsibles.
4. Objetivos o metas: En la acción psicológica el objetivo está
predeterminado, curar, revertir síntomas. En la intervención social los
objetivos deben ser definidos tras la evaluación.
5. Ámbito de aplicación: La acción psicológica está más centrada en la
salud mental y la intervención social abarca otros ámbitos o problemas
a partir de la propia complejidad de la vida social.
6. Técnicas y estrategias: En la acción psicológica las técnicas son de
carácter psicológico. En la intervención social las técnicas son más
variadas, no sólo de corte individual, sino psicosocial, de trabajo social,
ecológicas, etc.
7. Duración: La acción psicológica es relativamente corta, entre dos a seis
meses. La intervención social suele ser mucho más larga, sobre todo
cuando se persiguen cambios estructurales, movilizaciones,
reorganizaciones, solución de conflictos. También dado por la compleja
extensión poblacional y la dimensión de los efectos desde los
personales a los institucionales y sociales.

Para los psicólogos sociales constituye una necesidad conocer las


especificidades y limitaciones de la intervención social orientada al cambio
social. A continuación relacionamos algunas ideas para reflexionar:
1. La intervención social persigue la modificación de la estructura de un
sistema social dado, alterando los sistemas normativos, relacionales,
vinculares que afectan o influyen las relaciones de sus miembros.
Digamos que el cambio social como objetivo básico de la intervención
social requiere modificar las reglas, las normas, los valores, los roles, la
distribución de poder, la cultura, la comunicación de un sistema social en
su conjunto, lo que afectará los vínculos entre sus subsistemas y
lógicamente los individuos que lo integran.
2. Se propone producir un cambio cualitativo, profundo, desarrollista, a
partir de la problematización o el cuestionamiento del sistema social.
3. El cambio puede ser producido a partir de factores, necesidades o
problemas internos del sistema social o a partir de factores externos a él.
El cambio puede ser natural desde dentro del sistema o planificado
desde fuera. También puede ser un cambio intencional y voluntario para
comunidad o involuntario y provocado desde fuera; puede ser de arriba
a abajo o de abajo a arriba.
4. Las partes del sistema social son interdependientes, por lo que afectar
una parte del sistema implica afectar su relación con el resto del
sistema.

13
5. La intervención social puede tener efectos no previsibles, por lo que es
necesario conocer del sistema su estructura y la relación entre sus
partes o subsistemas para poder prever resultados secundarios.
6. Los sistemas y subsistemas tienen una inercia funcional dada por su
estabilidad interna, por lo que no pueden preverse cambios bruscos o
radicales que levanten fuertes resistencias y por tanto un efecto
perjudicial y regresivo.
7. En todo sistema social hay recursos y potencialidades por desarrollar,
por lo que la intervención puede ir a la creación y desarrollo de recursos
o a la redistribución de los recursos, en el sentido amplio.
8. Es necesario conocer el equilibrio de las fuerzas negativas y positivas
del sistema social en función de tomar esta dinámica como punto de
partida para modificar el sistema hacia la dirección deseada y posible.
9. El proceso de cambio y la relación establecida entre el interventor y el
sistema son tanto o más importantes que el contenido de la intervención
misma. El protagonismo no ha de ser para el interventor, sino para la
comunidad en relación de colaboración con el interventor, lo cual
fortalece la integración mutua.

Una limitación importante tiene que ver con la cuestionada intencionalidad de la


intervención social y del cambio producido. Quizás un cambio puede ser natural
y no provocado para el interventor, pero sí para las organizaciones sociales del
sistema encargadas de llevarlo a cabo. En cualquier caso los resultados deben
ser previsibles y explicables desde el punto de vista científico para el
interventor o psicólogo. De todas formas, cualquier intervención requiere
considerar la dinámica social del sistema, por lo que el resultado será siempre
producido por una integración de la intencionalidad externa del interventor y los
procesos internos del sistema social.

III.2. Sobre la intervención social comunitaria.

En el acápite anterior hicimos referencia al proceso de intervención en la


Psicología Social y lo diferenciamos de la acción psicológica o intervención
psicológica.

Según Alipio Sánchez (1991), la intervención social comunitaria se inserta en


una política social global que pauta, necesariamente, prioridades en la
sociedad y define a su vez acciones dirigidas a una comunidad dada con sus
características y estructura específicas. Es decir, es necesario ajustar las
prioridades de la sociedad a las peculiaridades comunitarias y viceversa.

Por su importancia para la comprensión de la intervención social comunitaria,


consideramos útil abordar los cuatro elementos que la caracterizan:

1. Contradicción: La propia terminología de intervención comunitaria encierra


en sí misma una contradicción, ya que intervención implica una
interposición desde arriba y comunitaria implica un cambio más natural y
espontáneo, desde abajo. Desde el punto de vista de la intervención existen
dos tendencias; una organizada y planificada desde una posición de
autoridad respecto a la comunidad y otro enfoque caracterizado por el

14
apoyo y la potenciación de lo que espontáneamente surge o acontece en la
comunidad desarrollando recursos comunitarios. En realidad esta
contradicción queda resuelta en la práctica porque ambos enfoques se
complementan. Por una parte, en muchos casos (ancianos, niños
pequeños, discapacitados) los individuos no cuentan con los recursos
suficientes para actuar organizadamente por lo que requieren una
organización y planificación global desde arriba; por su parte, el desarrollo
de los recursos humanos comunitarios es siempre necesario en tanto no
fomenta el intervencionismo y la dependencia exterior. Se trata de tener una
medida del cómo, dónde y cuándo. Estas dos perspectivas se
compatibilizan potenciando los recursos existentes en la comunidad y
estimulando la participación comunitaria.
2. Legitimidad: Esto quiere decir que la intervención debe estar motivada o
justificada en tanto aporte algo nuevo a la comunidad, algo útil y necesario
para alcanzar un efecto perseguido por la comunidad de forma tal que de no
darse la intervención esos efectos no se producirían. La intervención es
catalizadora, aditiva ya que estimula procesos existentes pero inoperantes.
Por otra parte, que la intervención sea legítima quiere decir que sea
compatible con las necesidades de la comunidad y su participación activa
en los cambios.
3. Intencionalidad y racionalidad: Quiere decir que es racional, planeada, que
sus resultados no son independientes del conocimiento o la acción del
interventor. La intencionalidad depende de factores tales como que casi
siempre ocurren efectos secundarios o inesperados aunque la mayoría de
los efectos deben ser previstos o explicables; hay resultados que ocurren
sin la intervención del profesional y para él son naturales pero para la propia
comunidad que impulsó dicho cambio sí son intencionales.
4. Autoridad: Toda acción interventiva debe estar respaldada por alguna
autoridad que avale el acto de intervenir. La autoridad puede ser político-
social y científico-técnica. La primera parte de un mandato conferido por
elecciones y la segunda se deriva de los conocimientos, la experiencia
teórica y práctica del profesional y de sus habilidades.

La intervención comunitaria es una forma de intervenir socialmente, sin


embargo, no constituyen procesos idénticos. Veamos cuáles son las
comunalidades y las diferencias entre la intervención social y la social
comunitaria:
 Comunalidades: En principio la intervención social y la
intervención social comunitaria son dos ramas del tronco
interventivo cuyo objeto general es común: los grupos humanos
con una estructura social, así como la identificación de causas
sociales.
 Diferencias:
 Papel del sujeto: En la social comunitaria el papel del sujeto es
activo, participante, protagonista.
 Interactividad: La social comunitaria implica una real interacción
entre interventor y comunidad (informativa, valorativa,
interventiva), de forma que cada uno puede cambiar su punto de
partida inicial. Implica un marco relacional personalizado, cara a

15
cara. En la social el marco es poco relacional, es masivo,
impersonal, transpersonal, desde una postura distante, externa.
 Nivel de intervención: En la social comunitaria la intervención es
mesosocial, más reducida. En la social es macrosocial, global.
 Autodirección del grupo social: En la social comunitaria la
comunidad se autodirige, es sujeto y origen de la intervención. En
la social la intervención se motiva por formulaciones sociales,
globales, económicas, externas.
 Cercanía de la intervención: La social comunitaria está más
cercana a lo humano, involucrando elementos interactivos,
relaciones primarias, identidad, significación personal.
 Énfasis positivo y desarrollo: La social está más centrada en
aspectos problemáticos, disfuncionales del sistema social y en el
cambio más que en el desarrollo. La social comunitaria persigue
el desarrollo humano integral, equilibrado, integrado.

Cuando nos encontramos realizando un proceso de intervención social


comunitaria, es necesario respetar las siguientes premisas que se
corresponden con los principios de la Psicología Comunitaria como disciplina:
1. La intervención social comunitaria combina la necesidad existente de
intervención y planificación con la propia dinámica individual y social desde
abajo existente en la comunidad.
2. La intervención social comunitaria se sitúa en un lugar intermedio entre lo
individual, lo grupal y lo social.
3. La intervención social comunitaria es legítima y requiere la participación de
la comunidad
4. Compatibilidad de valores, objetivos, cultura entre el interventor y la
comunidad. Debe lograrse un acuerdo mutuo por medio de debates
racionales.
5. Puede originarse la por encargo externo, demanda comunitaria o iniciación
autónoma del interventor. Las dos primeras son las más habituales y
marcan un rol y una forma de interacción diferenciados. La originada por la
demanda asegura la motivación y participación comunitaria y la generada
por encargo externo asegura la iniciativa política y los medios necesarios.
Siempre habrá que legitimar la acción.
6. La intervención social comunitaria tiene sus raíces en la comunidad, si no
está destinada al fracaso; cuenta con los medios financieros, establece un
sistema de comunicación apropiado que permite la retroalimentación
continua de los efectos.

¿Para qué debemos intervenir? ¿Qué queremos lograr? La intervención social


comunitaria se desarrolla en función de darle cumplimiento a tres objetivos
generales y centrales. Estos objetivos son influir sobre la calidad de vida en la
comunidad, influir sobre la salud comunitaria y prevenir. Veamos brevemente
estos objetivos.

 Calidad de vida: El concepto calidad de vida subraya los elementos más


cualitativos, vitales y cotidianos, así como los aspectos ecológico-
ambientales y su percepción psicológica. Afirma la primacía de la calidad de
la vida humana (cómo vivimos) frente a la cantidad de sus constituyentes

16
(con cuánto vivimos), todo ello basado en la significación personal que se le
atribuye a la vida misma. La idea de calidad de vida señala que todo el
desarrollo económico, urbanístico será insuficiente si se ha alcanzado a
costa de la depredación del entorno físico, natural y socio-cultural del que
se nutren los individuos para su bienestar consigo, con los otros y con el
entorno. La calidad de vida funciona como regulador de los procesos
individuales y sociales que refleja la esencial vocación humanística del
movimiento comunitario y justifica la Psicología Comunitaria. No se refiere la
calidad de vida a un fin o meta, sino a un estado que enfatiza las
dimensiones cotidianas de la vida de los individuos y sus relaciones cuyo
basamento está en la comunidad y cuya mejoría constituye un claro objetivo
de la intervención comunitaria. Cuando trabajamos con el concepto calidad
de vida es importante tener en cuenta los indicadores de desarrollo social,
los indicadores personales y subjetivos y la relación entre estos
(satisfactoria, congruente, discrepante). Según Campbell (1981) -uno de los
más reconocidos estudiosos del tema-, pueden tomarse como indicadores
la felicidad, la satisfacción vital, afectos y emociones positivos y negativos,
estrés vital en dimensiones como el matrimonio, la vida familiar, las
amistades, la educación, la salud el trabajo, la propia persona. La
intervención comunitaria que persigue influir sobre la calidad de vida de los
individuos, los grupos y la comunidad, puede orientarse a la reconstrucción
social comunitaria, al cambio social y comunitario y la modificación de los
sistemas sociales existentes.
 Salud: La salud constituye un objetivo por excelencia del movimiento de
salud mental comunitaria, pero es también una importante perspectiva
dentro de la Psicología Comunitaria. La intervención comunitaria orientada a
la salud, debe garantizar la prestación de servicios humanos y personales
comunitarios alternativos a los servicios clínicos tradicionales de formato
individual y pequeño grupal. En este sentido es importante la cercanía al
entorno, la autodirección personal y social y el trabajo desde la comunidad.
Una intervención comunitaria orientada a la salud, también priorizará el
desarrollo de recursos humanos en la comunidad para la solución de
problemas sociales, entre los que se encuentran el estrés social y sus
determinaciones situacionales, sociales y personales. Es importante
considerar la importancia de las relaciones personales duraderas y su
alteración como estresores; la relevancia de las pérdidas y las pérdidas
personales como los estresores más potentes (muertes, separaciones);
valorar que los cambios positivos son fuente de estrés por el aumento de
responsabilidad y posibilidades personales que comporta y que los cambios
de hábitos, entornos y condiciones cotidianas (sobre todo de trabajo) son
estresores moderados.
 Prevención: La prevención constituye la función clásica de la intervención
comunitaria. Puede ser primaria (prevención en sí), secundaria (tratamiento
y organización de servicios con orientación preventiva) y terciaria
(rehabilitadora, resocializadora). Como parte de la prevención es importante
la educación y promoción de salud en el sentido amplio del concepto (no
sólo salud mental), la prevención de problemas sociales y no sólo mentales
aunque este es un tema menos desarrollado que el de salud mental.

17
III.3. La prevención como objetivo de la intervención social comunitaria.

Como todo programa de intervención social comunitaria, un programa de


intervención social comunitaria preventivo debe tener objetivos claros y
precisos; debe identificar con precisión la población diana; debe diseñar una
estrategia y metodología preventiva que entronque con los intereses de la
comunidad combatiendo los factores que contribuyen al problema y
fortaleciendo aquellos que reducen la incidencia; así como definir acciones que
realmente se orienten a los objetivos del programa.

Los programas preventivos que seamos capaces de diseñar, sólo serán


exitosos si:
 Están dirigidos hacia un blanco claro específico en función de los riesgos y
los problemas a los que se enfrenta y considerando las potencialidades.
 Diseñados para alterar la trayectoria vital de las personas, los grupos y las
comunidades a largo plazo ofreciendo nuevas oportunidades, cambiando
circunstancias vitales o proporcionándoles mecanismos de apoyo.
 Proporciona nuevas destrezas y apoyo social.
 Fortalece el apoyo social natural de la familia y la escuela.
 Recoge evidencias rigurosas para demostrar su éxito y resultados.

La prevención puede ser:


1. Primaria:
 Nivel social: Garantizar los aportes físicos, psicosociales o
socioculturales que posibilitan el desarrollo humano de la
sociedad. El papel del psicólogo es de influencia sobre las
organizaciones encargadas de las leyes y de las normas sociales
en la educación, la salud, las oportunidades de trabajo y otros.
 Nivel comunitario: Educación a líderes comunitarios sobre las
necesidades de los más desfavorecidos, educación comunitaria,
planificación urbanística, modificación del sistema escolar y otros.
 Nivel familiar y pequeño grupal: Dada la importante influencia de
la familia y los grupos pequeños en la socialización del individuo,
deben ser blancos directos o indirectos de todo programa
preventivo primario a través de escuelas de padres, terapia
familiar, atención a grupos de adolescentes y otros.
 Nivel individual: Fortalecimiento del individuo de forma
anticipatoria o terapéutica.
2. Secundaria: Reducir la prevalencia de un problema a través de la
detección temprana y el tratamiento rápido y eficaz para
minimizar la duración y efectos disfuncionales. Es tratamiento y
asistencia a todo el que precise de ello para lo cual es importante
la información pública a los afectados, información a los
mediadores comunitarios que contactan con grandes cantidades
de población potencialmente en riesgo y utiliza una amplia gama
de recursos de asistencia y tratamiento.
3. Terciaria: Minimiza los efectos y secuelas del problema y las
posibles recaídas posteriores. Es la variante más desarrollada de
prevención y debe:

18
 Comenzar con la detección del problema.
 Combatir la alienación o la segregación social debido a prejuicios
con el problema y desconocimiento sobre él.
 Mantener el contacto con la comunidad y las personas tratadas
acercando los centros de tratamiento.
 Evitar el institucionalismo.
 Garantizar las actividades de asistencia y tratamiento.
 Rehabilitación o reinserción social.
 Cambio de actitudes y conducta de la comunidad.

III.4. Estructura del proceso de intervención social comunitaria.

En epígrafes anteriores nos adentramos en el estudio del proceso de


intervención comunitaria, sus diferencias y semejanzas con la intervención
social, sus premisas metodológicas y teóricas, sus características y sus
objetivos más generales.

Continuaremos en este tema con el estudio de las fases o etapas que son
necesarios durante el proceso de intervención comunitaria.

1. Definición y análisis del tema, comunidad o problema:


Esta fase requiere definir claramente el tema, grupo o población de
intervención así como un análisis de las carencias, recursos y relaciones
con el sistema social global. Es necesario dejar claro la relevancia del
problema de intervención y su justificación.

El punto de partida de la intervención comunitaria puede ser una


comunidad, un tema o una población, lo que incluye siempre un problema y
una operación o acción referida a qué se quiere hacer. Si se parte de una
comunidad tendremos una delimitación social y geográfica cuyos lazos e
interacciones comunes facilitan el acceso aunque es muy complejo. Si
partimos de un tema (droga, marginación, tiempo libre, participación)
tenemos un problema que centra el proceso aunque carecemos de los
factores relacionales a nivel psicosocial que faciliten el acceso. Si partimos
de una población la definimos por factores demográficos o sociales (edad,
sexo, situación escolar) lo que facilita el acceso al grupo de intervención
aunque puede realmente diferenciarse en otros factores. Generalmente, lo
que se hace es definir grupos poblacionales que comparten un problema
definido (mujeres maltratadas, escolares con problemas de aprendizaje,
alcohólicos, ancianos solos).
2. Evaluación inicial:
Será la evaluación de necesidades comunitarias sobre la base de una
valoración del sistema comunitario desde el punto de vista del problema y
su resolución. Más adelante profundizaremos en esta fase.
3. Diseño, planificación y organización de la intervención:
En esta fase el equipo de interventores juega un importante papel en el
ordenamiento del cambio que se persigue en la comunidad. Consiste en
la creación de acciones coherentes destinadas a alcanzar los objetivos y

19
resolver el problema. Se establece un plan de acción racional y se
organizan los medios para hacer realidad el plan en un sistema concreto.
Para ello es necesaria:
 La determinación de objetivos específicos y jerarquizados
operativamente. No beben hacerse listas interminables de
objetivos porque no es realista.
 Establecimiento del proyecto de acciones marcando su
destinatario conformando un verdadero programa integrado que
toma en cuenta los recursos y grupos activos de la comunidad.
 Analizar la conexión entre los objetivos y las acciones
programadas de manera que las acciones se orienten a los
objetivos, dejando claro por qué decimos que el programa va a
funcionar aportando datos teóricos o experienciales.
 Organizar el programa y obtener recursos necesarios
calendarizando el programa.
4. Ejecución o implementación:
En esta etapa corresponde hacer realidad lo diseñado, modificándolo en
el terreno a partir de la retroalimentación que proviene de la comunidad.
Para ello es necesario:
 Definir la estrategia interventiva que hará realidad el programa
sobre la base de la disposición motivacional, personal y otros
elementos necesarios.
 Entrada y contacto con la comunidad muy necesaria sobre todo
cuando no se parte de una demanda comunitaria o parte de un
sector minoritario. La entrada puede hacerse redefiniendo la
demanda; a través de la propia evaluación de necesidades; a
través del contacto y persuasión de líderes formales o informales;
a través de otros profesionales que residen o laboran en la
comunidad; a través de algún conocido; a través de un
acercamiento espacial y cultural al grupo de interés buscando
empatía social sin perder identidad y objetivos profesionales; a
través de un caso o muestra con el que demostramos la
efectividad del programa; provocación a través de discursos
públicos, etc.
 Corrección y ajuste del programa con la retroalimentación e
indicadores de evaluación.
 Mantenimiento del programa asegurando su continuidad cuado
cese nuestra intervención, buscando fuentes de financiación,
formación del personal local, desarrollo del liderazgo local;
promover contacto y participación con las organizaciones
comunitarias; dejar alguna forma de contacto entre interventor y
comunidad.
5. Finalización y evaluación del programa:
Una vez cubiertos los objetivos se da por terminada la intervención
externa. Las tareas del programa debemos integrarlas a las de alguna
institución u organización comunitaria en caso que la cuestión planteada
no haya sido resuelta totalmente con la intervención planificada. Debe
realizarse la evaluación del programa para verificar hasta qué punto

20
quedó resuelto el problema y hasta qué punto el esfuerzo interventivo
debe continuar.

6. Diseminación de la intervención:
Constituye también responsabilidad del equipo de interventores difundir el
programa ya ejecutado a otros entornos similares. Puede hacerse a
través del contacto personal y la demostración in situ del programa con
personas en posición de liderazgo. La aportación de datos empíricos
sobre la eficiencia del programa puede resultar provechoso para
difundirlo.

III.5. La investigación-acción como metodología de la Psicología Comunitaria.

A lo largo de este artículo hemos abordado cómo el objeto de estudio de la


Psicología Comunitaria rescata tres elementos teóricos imprescindibles a tomar
en cuenta para el abordaje metodológico de la comunidad:
- Rescata la subjetividad en sus diferentes formas de expresión como unidad
básica de estudio.
- Perspectiva histórica-concreta específica que hace comprender al objeto
como sistema abierto, dinámico, en desarrollo en la cotidianidad de la
comunidad.
- Concibe esa subjetividad en su diversidad y singularidad.

Antes de referirnos a la perspectiva metodológica que asumiremos en la


Psicología Comunitaria, sería interesante que analicemos brevemente el
modelo experimental en la investigación psicosocial; la cual caracterizó
fundamentalmente la Psicología Social norteamericana, agotando las
posibilidades de control y de predicción, sin mucho espacio para la significación
conferida por el sujeto y su intencionalidad. Las características de la
metodología tradicional pueden resumirse como sigue:

1. Sólo lo empíricamente procedente del experimento es científicamente


verdadero. Se recurre a toda técnica de manipulación y medición de datos, con
procedimientos cuantitativos dando prueba científica de la realidad empírica
observable.
2. Lo social debe responder a una operacionalización de variables, donde su
significación psicosocial queda fragmentada no conduciendo a una integración
del conocimiento concebido.
3. El objetivo explicativo se dirige a buscar relaciones causa-efecto,
operacionalizadas como relaciones entre variables independientes y
dependientes. La investigación psicosociaI debía buscar leyes generales
explicativas de la regularidad de estos nexos.

De esta forma, podemos decir que en la investigación experimental (tradicional


o positivista), la relación investigador-investigado es una relación sujeto-objeto.
El investigado se concibe en calidad de objeto despersonalizado, cuyo discurso
y forma de entender la realidad, su sentido común, es reemplazado por rígidos
parámetros predeterminados desde la lógica del investigador. El científico, por
su parte, debía distanciarse del objeto, no interactuar o controlar esta variable

21
al máximo para no influir sobre el objeto. Su principal objetivo es la búsqueda y
construcción de técnicas cuantitativas adecuadas, de procedimientos
experimentales adecuados.

Sin embargo, los presupuestos teóricos que asumimos en torno a nuestro


objeto de estudio, nos obligan a pensar en una metodología alternativa a la
tradicional que hemos descrito. Los nuevos marcos metodológicos enfatizan:
1. La relevancia y validez ecológica de los métodos empleados.
2. Su carácter eminentemente cualitativo.
3. Su interés por la naturaleza del propio proceso de obtención de
conocimientos.
4. La consideración de métodos en una perspectiva histórico-concreta que
permite profundizar en la singularidad.

Como parte de los nuevos modelos metodológicos cualitativos, el de


investigación-acción es uno de los que más ha contribuido al desarrollo
metodológico de la Psicología Comunitaria. Sus antecedentes están en el
método de action- research creado por Kurt Lewin en 1946 y desarrollado más
tarde por sus discípulos. Este método nació como instrumentos de la
Psicología de las Organizaciones y se entendió como una investigación sobre
la acción y una investigación para la acción a iniciativa del agente interventor y
con fases cíclicas.

Este modelo constituyó un tipo de investigación práctica cuya producción de


conocimientos se deriva de un problema práctico para darle solución. Aunque
el abordaje lewiniano considera a los grupos y organizaciones abstraídos de las
estructuras y procesos sociales, sus aportes permiten contar con un soporte
teórico al modelo y acercar la Psicología Social a la realidad, al otorgarle un
lugar esencial a la interpretación de las dinámicas de los grupos como
potenciales elementos de cambio.

La metodología nuestra de investigación-acción parte de bases diferentes al


modelo lewiniano, tomadas del materialismo dialéctico e histórico, asociándose
al momento investigativo uno transformador. Por ello, debemos entender su
finalidad como transformadora y dirigida a investigar para promover cambios en
diferentes niveles de la realidad dotada de significaciones para sus actores.

La metodología de investigación acción se caracteriza por poseer un enfoque


sistémico; ser cualitativa; analizar holísticamente las situaciones problemas;
concebir activamente a los sujetos y los grupos; introducir una nueva definición
de los roles profesionales; prevalencia de enfoques construccionistas; interés
en la investigación y producción de procesos de cambio y desarrollo.

De las características anteriores se refiere que la investigación-acción es una


perspectiva crítica, formativa, de construcción de conocimientos y de cambio
social. (Goyette y Lessard Hebert, 1987).

Definiremos la investigación-acción como el proceso de producción de


conocimientos para guiar la práctica y conlleva a la modificación de una
realidad dada como parte del mismo proceso investigativo. Dentro de la
investigación-acción el conocimiento se produce simultáneamente a la

22
modificación de la realidad, llevándose a cabo cada proceso en función del
otro, o debido al otro. (Oquist, 1978).

La investigación-acción se plantea necesidades y problemas de grupos en


niveles psicosociales específicos e histórico-concretos, por lo que la
justificación de ese conocimiento está dada en la intención clara de darle
solución a tales problemas. Por ello la función formativa de la investigación-
acción es muy importante, toda vez que el aprendizaje constituye un producto
significativo para los actores de la experiencia orientados a su propia
transformación.

Desde el punto de vista investigativo, asumir la investigación-acción nos


plantea (Gollete y Lessard- Hebert, 1987):
1. Una finalidad de descripción de la realidad en términos de una situación
problema concreta definida desde el punto de vista de sus participantes.
2. Un propósito explicativo de la realidad construyendo categorías dirigidas a la
comprensión de un sistema particular.
3. Una acción para obtener diferentes niveles de cambio.

III.6. La investigación participativa como alternativa de la investigación-acción.

La investigación participativa constituye una modalidad de investigación-acción


muy defendida y difundida en la Psicología Comunitaria. Está concebida como
un proceso de conocimiento y actuación donde la población está francamente
implicada profundizando en el conocimiento de su propia realidad particular, lo
cual la moviliza a involucrarse en un cambio en su beneficio. Es un proceso
colectivo de aprendizaje donde la comunidad tiene el control del mismo.

Como características de esta alternativa metodológica podemos mencionar las


siguientes:
 La relación de comunicación es horizontal entre los participantes,
encuadrándose en el trabajo de grupo métodos de educación no formal.
Esta idea quiere decir que no se establecen subordinaciones verticales.
 En fase de diagnóstico se retroalimenta a la comunidad y se le organiza
para la acción.
 Sujeto y objeto de la investigación se equiparan y se identifican. Todos los
actores sociales del proceso saben, investigadores y comunidad.
 Da un lugar a la comunicación en el proceso de obtención del conocimiento,
integrando a los sujetos participantes en función de sus necesidades y
recursos.
 Mientras aumenta el grado de participación de los involucrados, se
enriquece la investigación porque incorpora la representación de sujetos y
grupos en el análisis, derivándose de aquí su cientificidad. (Vio Grossi,
1981).
 No es neutral, pero objetiva. Eso quiere decir que nos permite asumir
posiciones valorativas respecto a los problemas comunitarios y por ello nos
acercamos más a la realidad psicosocial de los fenómenos sociales.
 Los criterios de validación de la objetividad del conocimiento divergen. Unos
consideran que la objetividad está en la intersubjetividad y aumenta por el
carácter dialógico en el análisis y la interpretación (De Shutter, 1986). Otros

23
consideran que la objetividad necesita articular y combinar el conocimiento
de los puntos de vista de los grupos de la comunidad con un análisis
objetivo de las situaciones vividas recogido en forma de indicadores
socioeconómicos (Le Buterf, 1981).
 La retroalimentación es sistemática, comunicando resultados de forma
audiovisual o gráfica.
 Asume la unidad entre teoría y práctica, aunque subsiste la debilidad en lo
referente al peso y momentos en que se introducen los elementos teóricos
al trabajo práctico. En el quehacer comunitario no debemos improvisar, se
debe aplicar un conocimiento a la práctica y enriquecer el conocimiento con
la práctica.

Se reconoce en la bibliografía que existen un grupo de condiciones requeridas


para lograr la participación comunitaria. Estas condiciones son institucionales,
técnicas y económicas, organizativas, políticas y sociopsicológicas.

En cuanto a las condiciones sociopsicológicas que son las que nos interesan,
podemos mencionar la percepción de control en los eventos sociales, creencias
y actitudes pro-participación, cooperación, comunicación eficiente, liderazgo
democrático y otros. La presencia de condiciones psicosociales negativas
puede entorpecer la participación, aún cuando el resto de las condiciones estén
presentes. El papel del psicólogo en la comunidad en este sentido es potenciar
las condiciones psicosociales de la participación comunitaria, de manera que la
comunidad participe y actúe a su vez sobre aquellos factores externos e
internos relacionados con la solución de sus problemas.

Hay factores específicos y propios del contexto comunitario, que van a actuar
sobre las condiciones psicosociales de la participación en esa comunidad.
Entre estas variables están:
 Relevancia del problema a atacar (significación para la comunidad).
 Características socioeconómicas y psicosociales de la comunidad (nivel de
ingresos, tamaño, composición familiar, tipo de liderazgo, experiencia
anterior de participación, nivel de información, valores...)
 Etapa del proceso de participación en la cual se encuentra la comunidad
(identificación y diagnóstico del problema, implementación de la solución...)

III.7. Proceso de evaluación de necesidades comunitarias. Objetivos y


métodos.

Cuando hablamos de evaluación comunitaria, nos referimos tanto a la


evaluación de necesidades como a la evaluación de programas. Ambos casos
constituyen procesos con un doble carácter: instrumental y multifacético. En
cuanto a la evaluación de necesidades, tiene un carácter instrumental, porque
no constituye un fin en sí misma, sino un medio al servicio de los objetivos
interventivos. Se trata de un proceso de conocimiento para actuar, como hemos
señalado en reiterados momentos. La evaluación de necesidades, en este
sentido, se orienta a valorar problemas y necesidades en la comunidad y la
evaluación de programas se centra en la valoración de los efectos de las
acciones interventivas. En segundo lugar, la evaluación de necesidades tiene

24
carácter multifacético, porque tiene implicaciones valorativas, relacionales y de
poder que la diferencian de una investigación sólo para obtener conocimiento.

Hablemos de la evaluación de necesidades comunitarias como la segunda fase


del proceso de intervención social comunitaria. La evaluación de necesidades
comunitarias consiste en una serie de operaciones de detección, análisis,
descripción y evaluación realizadas sobre las carencias o necesidades,
problemática o conflictos manifiestos o latentes en una comunidad. En otras
palabras, se trata de evaluar la cotidianidad comunitaria.

Efectuar un proceso de evaluación de necesidades involucra dos pasos


esenciales:
1. La aplicación de un instrumento o conjunto de ellos.
2. Aplicación de un juicio para valorar la información obtenida.

Cuando realizamos un proceso de evaluación de necesidades, es importante


darle cumplimiento a tres objetivos centrales:
1. Evaluar los factores estructurales y procesos sociales implicados en la
generación y mantenimiento de la necesidad o problema.
2. Evaluar las estructuras y procesos sociales de cambio y dinamización
del sistema (conflictos, tensiones, expectativas).
3. Evaluar los recursos personales actuales y potenciales.

Las necesidades deben ser clasificadas en necesidades percibidas (cuando


han sido detectadas en la población, son manifiestas por los individuos) y en
necesidades normativas (cuando se evalúan entre profesionales o instituciones
vinculadas a la comunidad y que suelen ser latentes, no explícitas).

Para efectuar el proceso de evaluación de necesidades comunitarias se hace


necesario emplear métodos. Podemos plantear que se reconocen cinco
métodos o enfoques entre los más empleados. De cualquier manera, es
importante aclarar que estos métodos deben ser aplicados dentro de un marco
conceptual y metodológico que lo avalen y le den sentido a la información que
ellos revelan. Lo primero es saber qué características tiene la información que
necesitamos, para qué la queremos y de quiénes la obtendremos. Estos
métodos son:
1. Informantes claves: Método de interacción personal en que personas
claves por su posición, actividad o profesión aportan información
relevante y pertinente en beneficio de la evaluación. Habitualmente son
profesionales de los servicios, líderes comunitarios. Para el encuentro se
confecciona un entrevista semiestructurada. Ventajas: accesibilidad, bajo
costo, importante caudal de información que se obtiene, nos da
información respecto a la motivación que tiene cada parte en solucionar
el problema en cuestión. Desventajas: sesgos que introduce el
informante sobre la base de sus intereses respecto al tema a valorar lo
cual puede corregirse o controlarse buscando informantes diversos por
sus intereses y por su posición en la comunidad.
2. Grupos estructurados y foros comunitarios: Método semiestructurado de
interacción grupal con grupos comunitarios donde se informan, opinan y
valoran en torno a sus necesidades y problemas. Suelen ser guiados por

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un cuestionario semiestructurado de preguntas. Ventajas: sondea el
nivel de motivación de los grupos comunitarios, inicia usualmente el
proceso de búsqueda de soluciones, constituye un método de
evaluación y de intervención, permite la entrada a la comunidad, más
dinámico que el método de los informantes claves, menos propensos a
sesgos individuales. Desventajas: tiende a crear expectativas irreales de
solución en los grupos comunitarios, propenso a sesgos grupales.
3. Tasa de personas tratadas o asistidas: Método directo de estimación
cuantitativa de las necesidades basado en la utilización de los servicios
asistenciales como los hospitales, centros de servicio social, cuyos
usuarios se consideran representativos de aquellos afectados por el
problema o necesidad en cuestión. Desventajas: puede ocurrir una
sobrestimación o subestimación del problema ya que hay procesos
sociales que median o distorsionan el uso de dichos servicios como que
en ocasiones los miembros de la comunidad desconocen la existencia
del servicio o por la propia reputación del servicio. Esta tasa de personas
tratadas no tiene que coincidir cuantitativa ni cualitativamente con las
afectadas por el problema.
4. Encuesta poblacional: Corrige o controla los sesgos del método anterior
al estudiar a la población total a través de una representación de ella.
Ventajas: Son muy objetivos y globales. Desventajas: son muy costosos
por el nivel de planificación y de análisis que requieren, no posibilita la
comunicación ni el acercamiento efectivos con la población.
5. Indicadores sociales: Son estadísticos y describen o representan los
aspectos y procesos sociales básicos de la comunidad permitiendo
conocer el funcionamiento y evolución de la misma (vivienda, nivel de
educación, salud) evaluando fortalezas y deficiencias. Varían según el
contexto y la región. Ventajas: pueden ser interpretados con claridad,
representan el nivel de calidad de vida de la comunidad. Desventajas: el
indicador social es cuantitativo y no nos brinda la dimensión subjetiva, su
carácter predictivo es dudoso respecto a las cuestiones sociales, dudosa
utilidad en la toma de decisiones respecto a programas de acción y
políticas de cambio.

Seguramente coincidirán en reconocer dos de estos métodos como los más


valiosos para la Psicología Comunitaria en la evaluación de necesidades. Estos
son la entrevista con informantes claves y los grupos estructurados o foros
comunitarios. Veamos por qué:
1. Se acercan a las necesidades como expresión de la subjetividad
buscando síntesis explicativas y no como momentos puntuales y
descriptivos.
2. Involucran la comunicación como recurso relacional y comunicativo entre
el investigador y el sujeto investigado.
3. Tienen carácter cualitativo y abierto permitiendo profundizar en las
realidades cotidianas de la comunidad a través de las experiencias,
vivencias y reflexiones de la población.
4. Facilitan que la comunidad perciba, se explique y cobre conciencia de su
realidad cotidiana y se motive a romper representaciones familiares que
ha asumido cotidianamente y que no le favorecen visualizar soluciones
comunitarias y adoptar conductas resolutivas.

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5. Propician que la comunidad se motive y se involucre en un proceso
verdaderamente reflexivo y participativo de investigación y acción de
cambio.
6. Permiten por sí mismos incorporar en el análisis el carácter histórico,
concreto y singular de la información que se obtiene de ellos.

Para concluir este material, presentaremos el modelo de evaluación de


necesidades comunitarias que les será de gran utilidad, el cual responde a los
fundamentos teóricos y metodológicos que hasta aquí hemos analizado. Las
fases son las siguientes:
1. Identificación de un problema o necesidad relevante que precisa
intervención y análisis en la comunidad.
2. Aplicación de instrumentos de recogida de información a partir de la
identificación en la fase anterior.
3. Resumen e integración estadística, lógica y teórica de la información
obtenida.
4. Valoración y asignación de significados a la información obtenida e
integrada a partir de criterios lógicos, teóricos, experienciales.
5. Comunicación por escrito de resultados y recomendaciones de acción a
la comunidad

A lo largo de estas páginas han quedado planteadas una serie de ideas


relevantes que complementan sus conocimientos sobre los procesos
psicológicos y sociales, los que constituyen un importante tema en la labor
profesional que ustedes desarrollan. Este material les ha propiciado identificar
el aporte de la Psicología Comunitaria en el rescate del ser humano, desde sus
complejas y múltiples pertenencia grupales.

Bibliografía.

1. Sánchez, Alipio. Psicología Comunitaria, bases conceptuales y


operativas. Métodos de intervención. Promociones y publicaciones
Universitarias S.A. Barcelona, 1991.
2. Tovar, María de los Angeles. Psicología Social Comunitaria: Una
alternativa teórica- matodológica. Plaza y Valdés S.A. México, 2001.
3. Tovar, María de los Angeles. Selección de Lecturas de Psicología de las
Comunidades. ENPES. La Habana, 1994.
4. Vasallo, Norma. Selección de Lecturas de Psicología Social y
Comunitaria. SERVIGRAF, 2000.

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