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Aunque algunos autores establecen una identidad entre este término y el de maduración
sexual, nosotros nos inclinamos por verlo con mayor amplitud. En este sentido,
consideramos que cuando hacemos referencia a las denominadas transformaciones
puberales, destacamos todas las transformaciones biológicas, que de manera significativa
ocurren en la etapa de la adolescencia. Estas abarcan cambios antropométricos,
fisiológicos, endocrinos y por supuesto también, la maduración sexual.
Como indicamos al inicio, los cambios a los que haremos referencia se producen
fundamentalmente en la etapa de la adolescencia. En la juventud no ocurren cambios
significativos en este terreno, aunque podrían constatarse en el caso de sujetos que
experimentan una pubertad tardía.
Cambios antropométricos
Cambios endocrinos
Se presenta un incremento de la actividad del hipotálamo, que es la zona del cerebro que
estimula la actividad de la hipófisis. La hipófisis, pequeña glándula de secreción interna,
situada en la base del cráneo, produce hormonas que estimulan el funcionamiento de otras
glándulas: las suprarrenales y las gonadotrópicas (ovarios y testículos).
Así, se crean las condiciones para una producción acelerada de estrógenos y andrógenos.
En edades anteriores estas hormonas se producían en ambos sexos, pero a partir de este
momento las hembras segregan en mayor medida estrógenos y los varones andrógenos.
Esta situación influye notablemente en el proceso de maduración sexual.
La maduración sexual
Comienza en las hembras con la menarquía o primera menstruación y en los varones con la
primera eyaculación nocturna o espontánea. La ocurrencia de estos fenómenos no garantiza
de manera inmediata la posibilidad de procrear.
En estudios realizados en Cuba, se observó que este proceso de maduración sexual abarca,
entre 12,5 y los 17-19 años en las hembras, y en los varones, entre los 13, 5 y los 17-18
años.
R. Grinder considera que la aparición del vello púbico y en las axilas, se asocia al segundo
estirón, a lo que se agrega en el caso de los varones, el vello facial.
Para Donovan y Van Der Werff Ten Basch (citados por R. Grinder) la pubertad en la
antigüedad era considerada como aquel período en el que la región genital se cubre de un
vello espeso y áspero, mientras en la actualidad, este término también apunta al desarrollo
del sistema reproductor. La capacidad reproductiva se asocia a la producción de
espermatozoides en el varón, y en la hembra, a la posibilidad de ovular y quedar
embarazada.
Las características sexuales primarias son las referidas a los cambios que ocurren en la
estructura de los diferentes órganos del sistema reproductor; es decir, el crecimiento de los
testículos y el pene en el caso del varón y de los ovarios, el útero y la vagina, en la hembra.
Las características sexuales secundarias se asocian al crecimiento del vello púbico y axilar
en ambos sexos, así como del vello facial en los varones. En las hembras, crecen también
los senos, se ensanchan las caderas, y en los varones, los músculos de la laringe aumentan
su tamaño y fuerza, ocasionando primeramente ronquera e inseguridad al hablar, y
permitiendo, finalmente, que el tono de voz se haga más grave.
Las consecuencias que para la subjetividad de los adolescentes provocan los cambios
biológicos descritos con anterioridad, se vinculan estrechamente a la esfera autovalorativa,
incluida la imagen corporal y también a la valoración que recibe el sujeto en sus relaciones
de comunicación con adultos y coetáneos.
En este caso, será importante el empleo de una dieta adecuada y la práctica sistemática de
ejercicios.
También es necesario apuntar que la desnutrición puede tener efectos dañinos para la salud
del adolescente, retardando el estirón y la maduración sexual.
Los varones acelerados son aceptados y tratados como adultos en mayor medida que los
retardados, lo que refuerza, en el caso de los primeros, su independencia, mientras que en
los segundos, provoca una tendencia a ser más dependientes de la opinión social, y en
ocasiones, su deseo de llamar la atención a través de conductas indisciplinadas y agresivas
(Jones y Bayley, citados por R. Grinder).
Sin embargo, con el tiempo, los varones de maduración tardía pueden desarrollar cualidades
positivas como son la mayor tolerancia a la ambigüedad, ser más selectivos y reflexivos.
Aunque la maduración sexual influye con menor fuerza en las hembras, pues el estereotipo
social de fuerza física y disposición atlética se refiere esencialmente a los varones, las
hembras de maduración temprana se enfrentan, desde los comienzos de esta etapa y por un
período de tiempo más prolongado, al acoso por parte del sexo opuesto.
Esta regularidad, que responde a la lógica del desarrollo, puede tener consecuencias
indeseadas si esta práctica se produce de manera indiscriminada y sin que medien lazos
afectivos. La promiscuidad puede conducir a la aparición de las llamadas enfermedades de
trasmisión sexual (gonorrea, sífilis, etc), incluido el SIDA y también, la falta de preparación en
esta esfera, puede llevar al embarazo precoz, sin contar las consecuencias por todos
conocidas, que para la subjetividad del adolescente provocan estas situaciones.
Algunas condiciones que favorecen las prácticas homosexuales son las siguientes: los
adolescentes se sienten más cómodos cuando comparten con personas de su propio sexo,
ya que no tienden a ser controlados u observados por los adultos; algunos sienten miedo a la
represión de sus padres, si muestran abiertamente sus apetencias sexuales hacia el sexo
opuesto; y otros temen “quedar mal”, hacer el ridículo, si no saben como proceder en un
encuentro heterosexual, por desconocer las conductas que se pautan, desde lo social, para
su rol sexual.
Si bien es indudable, que existe una estrecha relación entre el desarrollo físico y psíquico, la
repercusión psicológica de las transformaciones puberales no constituye un proceso
automático ni lineal, sino que dependerá en gran medida del manejo que realicen las
personas que rodean al adolescente, de la opinión social que recibe como consecuencia de
las mismas y de los recursos psicológicos con que cuenta para enfrentarlas.