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CONFERENCIA INTRODUCTORIA TEMA II

Papel de los cambios biológicos y su repercusión psicológica


en las etapas de la adolescencia y la juventud.

Dra. Laura Domínguez García

En la literatura especializada, se ha denominado con el término de “transformaciones


puberales” a los cambios biológicos que se producen, esencialmente, en el período de la
adolescencia. Estas nuevas potencialidades del desarrollo físico, que tienen una importante
repercusión psicológica, se consolidan en la etapa de la juventud.

Aunque algunos autores establecen una identidad entre este término y el de maduración
sexual, nosotros nos inclinamos por verlo con mayor amplitud. En este sentido,
consideramos que cuando hacemos referencia a las denominadas transformaciones
puberales, destacamos todas las transformaciones biológicas, que de manera significativa
ocurren en la etapa de la adolescencia. Estas abarcan cambios antropométricos,
fisiológicos, endocrinos y por supuesto también, la maduración sexual.

Como indicamos al inicio, los cambios a los que haremos referencia se producen
fundamentalmente en la etapa de la adolescencia. En la juventud no ocurren cambios
significativos en este terreno, aunque podrían constatarse en el caso de sujetos que
experimentan una pubertad tardía.

Las norteamericanas H. Bee y S. Mitchell consideran que en la juventud se alcanza el punto


más alto de la capacidad sexual, en especial en los varones, y analizan cuestiones
relacionadas con actitudes y vivencias de ambos sexos ante el embarazo, con el trabajo de
parto y el nacimiento del primer hijo, ya que generalmente en esta etapa se estabilizan las
relaciones de pareja y comienza el proceso de creación de la propia familia.

A continuación haremos referencia brevemente a los cambios más importantes, para


posteriormente analizar su repercusión psicológica.

Cambios antropométricos

Entre los 10 y 13 años, aproximadamente, se produce un crecimiento en todas las


dimensiones corporales que es conocido en la literatura como “segundo estirón”. Este
impulso, en general, comienza y termina antes en el caso de las hembras, pero nunca
alcanza la misma proporción que en el caso de los varones.

Se producen cambios en la estructura corporal y el peso, ya que ambas direcciones


aumentan. Las extremidades crecen y se hacen pronunciadas respecto al tronco; la
mandíbula se torna más gruesa y saliente, sobre todo en el caso de los varones; la frente
también aparece más abultada y prominente, al igual que la nariz; la masa corporal, relativa a
los huesos y músculos, también aumenta en mayor medida en los varones, lo que puede
justificar de alguna forma su mayor fortaleza física, mientras que en las hembras, aumenta
en mayor proporción la masa corporal total, relativa a la grasa subcutánea, produciéndose
una acumulación de esta en las piernas, antebrazos y el trasero.
Cambios fisiológicos

Se producen deficiencias en el sistema circulatorio, por el rápido crecimiento del corazón, en


comparación con el de los vasos sanguíneos, lo que trae como consecuencia la aparición de
alteraciones neurovegetativas; tales como mareos, palpitaciones, dolor de cabeza, etc.

También se observan desórdenes funcionales del sistema nervioso, que se traducen en la


tendencia al agotamiento físico e intelectual, la irritabilidad, la hipersensibilidad, los trastornos
del sueño y la susceptibilidad a contraer enfermedades.

Cambios endocrinos

Se presenta un incremento de la actividad del hipotálamo, que es la zona del cerebro que
estimula la actividad de la hipófisis. La hipófisis, pequeña glándula de secreción interna,
situada en la base del cráneo, produce hormonas que estimulan el funcionamiento de otras
glándulas: las suprarrenales y las gonadotrópicas (ovarios y testículos).

Así, se crean las condiciones para una producción acelerada de estrógenos y andrógenos.
En edades anteriores estas hormonas se producían en ambos sexos, pero a partir de este
momento las hembras segregan en mayor medida estrógenos y los varones andrógenos.
Esta situación influye notablemente en el proceso de maduración sexual.

La maduración sexual

Comienza en las hembras con la menarquía o primera menstruación y en los varones con la
primera eyaculación nocturna o espontánea. La ocurrencia de estos fenómenos no garantiza
de manera inmediata la posibilidad de procrear.

En estudios realizados en Cuba, se observó que este proceso de maduración sexual abarca,
entre 12,5 y los 17-19 años en las hembras, y en los varones, entre los 13, 5 y los 17-18
años.

R. Grinder considera que la aparición del vello púbico y en las axilas, se asocia al segundo
estirón, a lo que se agrega en el caso de los varones, el vello facial.

Para Donovan y Van Der Werff Ten Basch (citados por R. Grinder) la pubertad en la
antigüedad era considerada como aquel período en el que la región genital se cubre de un
vello espeso y áspero, mientras en la actualidad, este término también apunta al desarrollo
del sistema reproductor. La capacidad reproductiva se asocia a la producción de
espermatozoides en el varón, y en la hembra, a la posibilidad de ovular y quedar
embarazada.

En las transformaciones que se producen como consecuencia de la maduración sexual, se


distinguen las que condicionan las llamadas características sexuales primarias, de aquellas
denominadas características sexuales secundarias.

Las características sexuales primarias son las referidas a los cambios que ocurren en la
estructura de los diferentes órganos del sistema reproductor; es decir, el crecimiento de los
testículos y el pene en el caso del varón y de los ovarios, el útero y la vagina, en la hembra.
Las características sexuales secundarias se asocian al crecimiento del vello púbico y axilar
en ambos sexos, así como del vello facial en los varones. En las hembras, crecen también
los senos, se ensanchan las caderas, y en los varones, los músculos de la laringe aumentan
su tamaño y fuerza, ocasionando primeramente ronquera e inseguridad al hablar, y
permitiendo, finalmente, que el tono de voz se haga más grave.

La maduración sexual abre las puertas a la capacidad de procrear aunque no la determina de


inmediato.

Repercusión psicológica de las transformaciones puberales

Las consecuencias que para la subjetividad de los adolescentes provocan los cambios
biológicos descritos con anterioridad, se vinculan estrechamente a la esfera autovalorativa,
incluida la imagen corporal y también a la valoración que recibe el sujeto en sus relaciones
de comunicación con adultos y coetáneos.

La desarmonía corporal y el aumento de la fuerza muscular hacen que el adolescente realice


movimientos bruscos producto de la necesaria descarga de energía, pero a la vez esta
situación condiciona su tendencia a fatigarse con facilidad y a cometer torpezas. Por esta
razón, a veces las personas que le rodean le riñen o lo avergüenzan, lo cual causa su típica
irritabilidad y excitabilidad emocional.

La imagen corporal adquiere gran importancia. El adolescente con características físicas


atléticas es más aceptado, en especial por sus iguales, de acuerdo a los estereotipos
culturales, mientras que aquellos cuya figura provoca una imagen desfavorable, pueden ser
objeto de burla, discriminados en su grupo y rechazados por el sexo opuesto. Esta situación
provoca en algunos adolescentes retraimiento, timidez o conductas agresivas.

Muy vinculados a la imagen corporal y a la aceptación social tenemos los fenómenos de la


obesidad y el acné juvenil.

Por obesidad se entiende el aumento de peso, por exceso de ingestión de alimentos, en


relación a la necesidad calórica del organismo. La misma puede estar condicionada por la
herencia, el desequilibrio metabólico o por el hábito de comer en exceso, como patrón
familiar.

La obesidad puede generar aislamiento social, depresión e inseguridad y se asocia a


problemas, tales como: inadaptación escolar, disfunción familiar, confusión del rol sexual y
rechazo de los coetáneos.

En este caso, será importante el empleo de una dieta adecuada y la práctica sistemática de
ejercicios.

También es necesario apuntar que la desnutrición puede tener efectos dañinos para la salud
del adolescente, retardando el estirón y la maduración sexual.

En cuanto al acné juvenil, se considera un resultado de la excesiva segregación de


andrógenos. Este fenómeno tiene un condicionamiento hormonal y es por ello, que no basta
para su solución la dieta y determinadas medidas higiénicas, sino que es necesario el
tratamiento médico.

Este fenómeno influye desfavorablemente en la autoestima del adolescente, por la


extraordinaria significación que tiene en esta edad, la apariencia física.

Otro elemento de importante repercusión psicológica lo constituye el problema de la


maduración temprana o tardía.

Los varones acelerados son aceptados y tratados como adultos en mayor medida que los
retardados, lo que refuerza, en el caso de los primeros, su independencia, mientras que en
los segundos, provoca una tendencia a ser más dependientes de la opinión social, y en
ocasiones, su deseo de llamar la atención a través de conductas indisciplinadas y agresivas
(Jones y Bayley, citados por R. Grinder).

Sin embargo, con el tiempo, los varones de maduración tardía pueden desarrollar cualidades
positivas como son la mayor tolerancia a la ambigüedad, ser más selectivos y reflexivos.

Aunque la maduración sexual influye con menor fuerza en las hembras, pues el estereotipo
social de fuerza física y disposición atlética se refiere esencialmente a los varones, las
hembras de maduración temprana se enfrentan, desde los comienzos de esta etapa y por un
período de tiempo más prolongado, al acoso por parte del sexo opuesto.

La maduración sexual estimula la atracción sexual y sirve de base a la consumación de


relaciones sexuales entre los adolescentes. Estas relaciones tienden a ser inestables y a
veces promiscuas, por la elevada necesidad del adolescente de explorar su cuerpo y tener
experiencias con el otro en este terreno.

Esta regularidad, que responde a la lógica del desarrollo, puede tener consecuencias
indeseadas si esta práctica se produce de manera indiscriminada y sin que medien lazos
afectivos. La promiscuidad puede conducir a la aparición de las llamadas enfermedades de
trasmisión sexual (gonorrea, sífilis, etc), incluido el SIDA y también, la falta de preparación en
esta esfera, puede llevar al embarazo precoz, sin contar las consecuencias por todos
conocidas, que para la subjetividad del adolescente provocan estas situaciones.

Otro aspecto asociado a la maduración sexual es la masturbación o estimulación sexual con


autogratificación. La literatura refiere que esta es una práctica típica en alrededor del 85% de
los adolescentes. Esta práctica puede considerarse como normal en esta etapa e incluso en
etapas posteriores, si no se instaura como única vía de satisfacción sexual. No obstante, la
existencia de prejuicios al respecto, que la consideran como hecho pecaminoso o incluso una
enfermedad, genera en algunos adolescentes sentimientos de culpa o miedo.

La homosexualidad o práctica de aquellos sujetos que reciben gratificación sexual en


relaciones con individuos del mismo sexo, puede producirse a partir de la adolescencia como
práctica ocasional o permanecer como vía esencial de gratificación sexual.

Algunas condiciones que favorecen las prácticas homosexuales son las siguientes: los
adolescentes se sienten más cómodos cuando comparten con personas de su propio sexo,
ya que no tienden a ser controlados u observados por los adultos; algunos sienten miedo a la
represión de sus padres, si muestran abiertamente sus apetencias sexuales hacia el sexo
opuesto; y otros temen “quedar mal”, hacer el ridículo, si no saben como proceder en un
encuentro heterosexual, por desconocer las conductas que se pautan, desde lo social, para
su rol sexual.

Por el rechazo o falta de aceptación social de la homosexualidad, muchos adolescentes


sienten culpa que puede llegar al pánico o al suicidio, en el peor de los casos, después de
algún encuentro homosexual o simplemente si reciben una proposición de este tipo, aunque
la rechacen. También pueden sentir culpa por tener alguna fantasía homosexual.

Antes de pasar a expresar algunas consideraciones finales respecto a la repercusión


psicológica de las llamadas transformaciones puberales, quisiéramos hacer referencia, de
forma muy breve, a determinados acontecimientos que son evaluados en la literatura, como
amenazas para la salud de adolescentes y jóvenes.

Entre ellos tenemos:


-Las enfermedades, no sólo de trasmisión sexual sino también virales e infecciosas.
-Los accidentes producto de la inmadurez del adolescente y su arrojo ante el peligro.
-La ingestión de bebidas alcohólicas, que puede ser un reflejo de la necesidad del
adolescente por integrarse al mundo adulto, posibilidad que se acrecienta si los padres o
familiares con los que convive son consumidores sistemáticos de alcohol. También puede
constituir una vía de desafío a la autoridad, cuando existe un conflicto de identidad
subyacente o también un medio de búsqueda de aceptación en su grupo de iguales y de
evasión de la realidad.
-El consumo de tabaco, siendo la curiosidad uno de los motivos principales por los que se
inician en esta práctica, además de emular modelos adultos, reforzar el sentimiento de
adultez y agradar a los iguales.
-El consumo indebido de drogas, ya que los adolescentes tienen conciencia de los efectos
positivos de las mismas, pues a veces cuando está enfermo le son suministrados
determinados medicamentos, cuya ingestión produce alivio, y que para estos fines, bajo
prescripción médica, se consideran drogas lícitas.

El uso indebido de drogas también se asocia a la curiosidad, a la búsqueda de emociones y


de aprobación del grupo de iguales y puede llegar a convertirse en una forma de mostrar
rechazo a las prescripciones adultas, ser expresión de frustración, de protesta ante la moral,
la política o las reglas económicas imperantes en la sociedad.

En el mundo actual proliferan filosofías que justifican el uso de determinadas drogas


consideradas “blandas” como la marihuana o que esgrimen que su consumo es un problema
de opción individual, en el que la sociedad no debe inmiscuirse. Este criterio, a nuestro juicio,
resulta inadecuado, ya que este fenómeno es un flagelo social que conduce a otros males
como el delito, la violencia, etc. Estas situaciones que afectan la salud del sujeto y todo su
entorno son, en última instancia, el resultado de limitaciones en la formación de sus valores
morales y de su personalidad.

El consumo de tabaco, y muy en especial de alcohol y drogas, constituyen indicadores de


desajustes en el desarrollo personal y en distinta medida, aunque igualmente negativa,
provocan serias afectaciones a la salud física y mental del sujeto, acarreándole infinidad de
trastornos en su vida de relación.
Llegando entonces a algunas reflexiones finales en torno al tema quisiéramos destacar lo
siguiente:

Los cambios biológicos de carácter antropométrico, fisiológico, endocrino y los


correspondientes al proceso de maduración sexual, que se producen en la adolescencia y se
consolidan en la juventud, constituyen tendencias del desarrollo, pero las mismas, se
expresan de manera particular e irrepetible en cada sujeto, quien elabora activamente estos
eventos a nivel de su subjetividad individual.

Si bien es indudable, que existe una estrecha relación entre el desarrollo físico y psíquico, la
repercusión psicológica de las transformaciones puberales no constituye un proceso
automático ni lineal, sino que dependerá en gran medida del manejo que realicen las
personas que rodean al adolescente, de la opinión social que recibe como consecuencia de
las mismas y de los recursos psicológicos con que cuenta para enfrentarlas.

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