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SPECULUM AL JODER

Tratado de recetas y consejos


sobre el coito
(Cod. Bibl. Nac. de Madrid, n.° 3.356, fols. 35-54)

Prólogo ytraducción
de
Teresa Vicens

MEDIEVALIA
Primera edición: 1978.
Segunda edición: 1994.
Tercera edición: 2000.

© 2000, para la presente edición:

José J. de Olañeta, Editor


Apartado 296 - 07080 Palma de Mallorca

ISBN: 84-7651-895-1
Depósito L.: B-36.906-2000

Impreso en Liberduplex, S.L. - Barcelona


Printed in Spain

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Facsímil del manuscrito original. Edición de


R. Miquel i Planas.
rar la efgma bo en muntipUcar
a] Blbafumet ^ aquella, e en efpaíTair la e en
có fie cofa que los \U apzimar la, e en tant que es lo
bies 9 parlenenmolt fofo íó pzotit e la foifa q oona al fofo,
molí?atrobats, ma??ouju6115 lo capítol parla i les vi§//
negúncompUment c a^fal fef, des e medicines * fimples que [?? c]
ans los trobeoefuiats eefe5// multipliquen lefgma e moué e
país, é manera que ere majo: minuen lo fofo,
lo oan que bauianque lo pío// l o .viij. capítol parla en les
fit. £ ?o quir parlar per a*o é medicines comportes que p:o^
aquefta raijo e c5pltr e be De// Ufan e engendre lefperma, e en
clarar, per fo que entenen fot les medicines e criftilts q mo>/
bomquil vullc guardar, e qs uen lo fofo.
pufquenapiofitarDelltábelos l o .l¡t. capítol i los vnguents
fificbs elos círurgíásemoltes a fan arreíTar e foifé lo méb:e.
oaltres genes; evull guardar q l o «¡t. capitol parla l les viS^
noage Idgues rabons, mas qs des qui ajuden al fofo.
pufqu¿ apiofitar oela cura eú l o .?). capitol parla é les k>1&/
la obia mallo:, toefiupercapíi des qui aluden al fet Del fofo,
tols, per fo qfía leuger ó txm e en les maneres qui fon oe qi
bar fo qfcrcará, eaqíta rabo: rer e oe auozrir lo ott fofo,
l o .jrij. capitol parla $ les mv/
b] * l o primer capítol parla los dteines q Donen fabo: e creicen
dampnatges ques fegueyen per e efcalfen e Donen bona odoz*
molt fofo.
l o fegon capítol parla en los
remedís oels oans que uenen crfo co molts feo//
per lo molt fofo, mens los ue uolen*tat D]
l o tercer capítol parla en lo ab gran foifa, e feguenfe e an
temps e en les maneres quant fen lo fofo, es gran rao q per
los bomés Deuen fofa, e guaw aiTo uenguen alguns Deis grás
denfe lo Dan que per ell pot tin oampnatges, a?tant mes en a//
deuenir. quells ques regefen e fefguar^
l o quart capítol parla é la ra// den mal abans Del fofo e apies
bo e é los fen^als per q oeuen Del, pofat q fen piolita renal//
los bomens minuar bo Icjear lo cun temps; ara toma a parlar
fofo Del fot. en los perills que per aquella
l o ,v. capítol parla é les cw fe poiian fagutr es feguejeen, l
res q fon mefter per a a^o. ’comens oaqueft lib:e, per fo q
lo capítol parla en engen// no vfen g íeu oeu guardar, per
i.).

Facsímil de la primera transcripción. Edición de


R. Miquel i Planas.
PRÓLOGO

T ~ » RECU ENTEM ENTE, el mundo me-


dieval nos viene presentado de dos
JL formas opuestas: unos, intentan mos­
trar una sociedad que vive totalmente inmersa
en el hecho religioso (construye iglesias, orga­
niza procesiones, asiste a las ceremonias litúrgi­
casy etc.); otros lo contemplan como una época
en que tanto las clases populares como las más
elevadas sabían disfrutar y divertirse sin los
prejuicios que hoy agobian a nuestra sociedad.
Teniendo en cuenta estas diferentes visio­
nes, que no son más que dos aspectos, extrema­
dos, de los que nos pueden definir aquella le­
jana sociedad, ¿qué papel debía jugar en ella
un libro de temática médico-erótica?
En este punto parece que es el factor reli­
gioso el que domina. La moral cristiana consi­
deraba pecaminosos los placeres de este mundo ,
contraponiéndolos a la felicidad en la otra vida.
De este modo, el mundo occidental, a pesar de
ser heredero de unas culturas claramente hedo-
nistas, como eran la griega y la romana, ve con
recelo todo lo que hace referencia a la satisfacción
del cuerpo humano, de manera que los tratados
de este género no tenían razón de ser. Por el con­
trario, el mundo oriental, poseedor de una cul­
tura más sensual y con un nivel científico mucho
más avanzado, fue prolífico en libros de consejos
sobre las relaciones sexuales, proverbios y recetas
de afrodisíacos y anafrodisíacos. Eran especial­
mente abundantes en el siglo X III.
En el Occidente, los historiadores de las
Ciencias citan un solo libro de este género: el
De coitu, del célebre médico valenciano Arnau
de Vilanova (1238-1311). Este tratado está
basado en las teorías de los sabios griegos Hipó­
crates y Galeno, pero es fácil adivinar la
influencia que en él ejerció la ciencia árabe, por
lo menos en lo tocante a la decisión del autor a
escribir sobre esta temática. Hay que tener en
cuenta que los países de la Corona de Aragón
fueron unos de los principales receptores del
mundo islámico y el mismo Arnau de Vilanova
tradujo numerosas obras de sus grandes sabios
(Avicena, Abulcasis, etc.).

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Sin embargo, si ningún otro autor cristiano se
atrevió a escribir un libro de consejos sobre
sexualidad, por lo menos alguien osó traducir
uno al catalán: el Speculum al foder. Se trata de
un manuscrito de finales del siglo X IV o pri­
meros del X V que actualmente se conserva en la
Biblioteca Nacional de Madrid (ms. n.° 3.356).
El Dr. A. Cardonery Planas, en el libro Historia
de la Medicina a la Corona d’Aragó1, lo consi­
dera una traducción del árabe o del hebreo, basán­
dose en la afirmación de los estudiosos de que el
De coitu es el único tratado occidental de este gé­
nero y en el hecho de que empiece con la eocpresión
«Com dix Albafumet». Ciertamente su sintaxis y
algunos elementos del léxico lo corroboran.
Por su contenido, este tratado, dirigido al
sexo masculino, puede dividirse en dos partes: la
primera mitad contiene una serie de consejos de
tipo terapéutico, profiláctico e higiénico. La segun­
da se puede subdividir en otras dos partes: una,
en la que se explica el comportamiento de la mujer
ante el amor y se dan unos cánones de belleza
femenina, y la última, donde se describen unas
veinte posiciones para realizar el acto sexual.

1 CARDONER I PLANAS, A .: Historia de la Medicina a


la Corona d’Aragó. Ed. Scientia, Barcelona, 1973, pág. 56.

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Lo que resulta curioso es que al empezar la
narración el autor da el índice de capítulos que
contiene la obra, pero se detiene en el doceavo,
que es el último de la primera mitad, de
manera que toda la parte de tipo más estricta­
mente erótico queda silenciada. No se nos
ocurre pensar otra cosa que considerarlo como
una treta del traductor (?) para hacer pasar
como un simple libro de medicina , donde se cita
a Hipócrates y Galeno, un tratado de consejos
a los hombres para disfrutar en las relaciones
sexuales con las mujeres, sin olvidar de que
también éstas queden satisfechas.
El general desconocimiento que se tiene de
este tratado creemos que se debe a dos razones:
por una parte, el manuscrito está inserto a con­
tinuación de otro titulado Tro tula, del Mestre
Joan, sin que empiece de nuevo la foliación, lo
cual hace que pase fácilmente desapercibido, y,
por otra, su temática, suficientemente explícita
en el mismo título, no debe haber invitado
demasiado a los diversos catalogadores 2 a hacer

2 DOMÍNGUEZ BORDONA, J.: Catálogo de los manus­


critos catalanes de la Biblioteca Nacional. Blass, S.A/ tipográfica,
______ S

Madrid, 1931 pág. 43. PAZ MELIA, A.: Códices más notables de
la Biblioteca Nacional. II. Trótula, por Maestre Joan, en «Revista
de Archivos, Bibliotecas y Museos», I, 1897, pág. 506-512.

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comentarios. A pesar de esto, en el año 1917,
fue objeto de una publicación hecha por el eru­
dito Ramón Miquel i Planas, pero fue una
tirada muy restringida y dirigida a bibliófilos.
Con la presente no se pretende más que dar a
conocer a cualquier persona interesada por la
cultura y la manera de hacer de nuestros ante­
pasados, un aspecto de aquella sociedad, que si
vio frenada la libertad de expresión a nivel
intelectual por la moral religiosa, no por esto
dejó de disfrutar a niveles más vitales, como lo
demuestran algunos capítulos de la Disputa de
l5Ase, de Anselm Turmeda, o el mismo Tirant
lo Blanc, de Joanot Martorell, por citar ejem­
plos de aquí, sin menoscabo del Decamerón de
Boccaccio.
Sin embargo, el hecho de ser un manuscrito
de tan rara temática y traducido de un idioma
semítico, lo hace muy interesante para ser estu­
diado desde un punto de vista filológico, ya que
estamos seguros que a partir de aquí puede
aportar nuevos datos no solamente a la misma
Filología, sino también a la Farmacia y la M e­
dicina.

Teresa Vicens
Barcelona, 1978

11
SPECULUM AL JO DER
SPECULUM

A U N Q U E dijo Albafum et que los


libros que hablan de joder son muy
abundantes, pero yo nunca hallo
ninguno que me satisfaga, sino que los
encuentro desviados y dispersos, de manera
que hacían más daño que provecho. Por esto
quiero hablar sobre este tema bien y cumpli­
damente, para que pueda entenderlo todo
aquel que le interese, y que, además, también
puedan aprovecharse los físicos, cirujanos y
muchas otras gentes. Procuraré que no con­
tenga largas disertaciones, sino que puedan
aprovecharse por sus remedios y en beneficio
de una obra mejor. Lo he dividido en capítu­
los, a fin de que sea fácil de encontrar aquello
que se busque.
El primer capítulo trata de los daños que se
ocasionan por joder mucho.
El segundo capítulo trata de los remedios
para los daños causados por joder mucho.
El tercer capítulo trata del cuándo y cómo
los hombres deben joder y protegerse del daño
que por ello pueda resultar.
El capítulo cuarto trata de las razones y los
síntomas que se presentan a los hombres, por los
cuales deben dejar total o parcialmente de joder.
El capítulo quinto trata de las curas que
son necesarias para estos males.
El capítulo sexto trata de cómo producir
esperma, de aumentarla, de espesarla y de diluir­
la, según el provecho y la fuerza que da al joder.
El capítulo séptimo trata de las viandas y
medicinas simples que aumentan el semen, e
intensifican o aminoran el joder.
El capítulo octavo trata de las medicinas
compuestas que benefician y engendran la es­
perma, y de las medicinas y lavativas que incitan
al joder.
El capítulo noveno trata de los ungüentos
que enderezan y dan fuerza al miembro.
El capítulo décimo trata de las viandas que
ayudan a joder.
El capítulo undécimo trata de las viandas
que ayudan a joder y de los sistemas para
desearlo o aborrecerlo.
El capítulo duodécimo trata de las medi­
cinas que dan placer, excitan, aumentan el deseo
y perfuman.
Como sea que algunos hombres sienten el
deseo con gran fuerza, incitándoles a joder,
por esta razón les sobrevienen algunas de las
grandes enfermedades y más en aquellos que se
guían y se cuidan mal antes y después de joder,
suponiendo que en algún momento se guarden.
Hablaré ahora, en el comienzo de este libro, de
los peligros que por esta causa pueden ocurrir
y ocurren, para que no practique aquél que
debe guardarse, a fin de que no le sobrevenga
daño, y no deje de usar aquél que pueda ha­
cerlo. En primer lugar, quiero empezar por
hablar del régimen que debe seguirse antes y
después, y del tiempo y las formas en que debe
practicarse el joder.
Digo que usar mucho del joder mata el
calor natural, enciende el calor accidental y
enflaquece todos los miembros y obras natura­
les. Se suceden los accidentes no naturales, falla
por ello la fuerza, se entristece la persona, se
hacen pesados sus movimientos, se enflaquece
el estómago y el hígado, no se digiere bien, se
corrompe la sangre, se suda, se dilatan los
miembros principales y el cuerpo envejece antes

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de tiempo. Adelgaza y empequeñece la cara,
disminuye la sangre y la vista de los ojos, el
calor y la belleza; hace caer el cabello hasta que
uno se queda calvo, seca el tuétano, lisia los
nervios y los miembros, engendra temblores,
enflaquece todos los movimientos voluntarios,
lisia el pecho y los pulmones, seca los riñones,
y a aquél que tenga ventosidad se la aumentará.
Ha de preocuparse el que tiene ventosidad y
los humores crudos; y a aquél que padece
dolor en las junturas se lo aumentará, especial­
mente si se encuentra lleno de vientre. Los que
corren más peligro son los que tienen la com­
plexión seca y los cuerpos delgados, pues éstos
pueden llegar a tísicos, especialmente los que
tienen las venas estrechas —ya que algunos son
de poca carne y tienen las venas anchas y con
mucha sangre, de manera que a éstos no les
perjudica tanto el joder y lo pueden resistir
mejor— . Y cuanto más gruesos y húmedos son
los cuerpos, menos peligro hay de la tisis y su
sequedad, sino que están más expuestos al
dolor de nervios porque sus humores son fríos.
En cuanto a los que tienen las carnes calientes
y las venas anchas y lentas, soportan mejor el
joder a menudo y se perjudican menos. A
muchos de éstos les perjudica tardar demasiado
tiempo al joder, puesto que por ello les vienen
malos accidentes, opilaciones, pesadez de cabeza,
pierden el hambre, a veces tienen cascamiento
y se les apostema la verga o los cojones. En
cuanto a los viejos, de cuerpos delgados, guár­
dense de joder igual que de su enemigo mortal,
pues los hace caer y los mata. Y así mismo,
aquellos que están mal de los nervios, deben
guardarse de ello tanto como puedan.
Antes de que aumente el daño es necesario
que no le disminuya la sangre, no trabaje, ni
joda, y se preocupe de calentarse el cuerpo, de
humedecerlo con ropas y buenos manjares, ya
que el joder exprime la sangre del hombre, le
deseca y le debilita. Por eso es necesario que
coma, beba y duerma más, que haga poco movi­
miento y use los ungüentos, según vea que le
aumentan los accidentes, de acuerdo con la
manera de cada complexión, tal como se dirá
más adelante en este libro.
Aquellos que tienen las complexiones frías
y secas, cuando jodan muy a menudo, es nece­
sario que coman viandas calientes y húmedas,
e igual el vino. Cuanto más fría es la comple­
xión del cuerpo, más calientes deben tomarse
las comidas. E igualmente deseca los cuerpos
fríos y secos, cuando joden, de manera que

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deben procurarse comidas a base de pan de
trigo, carne de cordero y vino rojo dulce; sus
especias serán jengibre, canela y pimienta larga;
no debe comer cosas agrias, ni saladas, ni áspe­
ras; tome el baño templado y trabaje poco y
ligero, solamente para que haga la digestión en
el estómago. Modere el dormir en su cama y
en su ropa, y úntese de zanahorias, acitrón y
lentisco. Use las medicinas que multiplican la
esperma, especialmente las que están hechas de
granos de simientes; coma manjares mezclados
con miel o azúcar, o sándalo, mejorana y sus
semblantes. Si deseara algunas comidas más
ligeras, como carne de pájaros o de cabrito,
debe adobarlas con condimentos húmedos. Y
si acaso deseara cosas demasiado frías, como
pescado u hortalizas, condiméntelas con espe­
cias y con las cosas que se acostumbra a comer.
Cuando le falle la fuerza, de tal manera que no
pueda joder, socórrele con comidas fáciles de
digerir, como carne de pájaros adobada con
vino oliente, o con vino de pasas, con miel vieja
y otras buenas olores; úntale con ungüentos
aromáticos y agua fría y use cosas que refuer­
cen la naturaleza. Haga pues esto cuando sienta
desfallecimiento. Suele ocurrir a aquellos que
recientemente han salido de una enfermedad,

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a los tísicos y a aquéllos que encuentran
mucho placer al joder, así como a los enamo­
rados y a aquellos que se privan de él. A éstos,
es muy bueno lavarlos con agua fría, si el
tiempo y la complexión lo soportan. Además,
a aquellos que desfallecen después de joder,
hay que cuidarles y dejarles dormir poco; que
coman manjares en poca cantidad pero de
mucho alimento, como yemas de huevo
pasados por agua, pan fresco de trigo, el jugo
que desprende la carne asada y poco vino.
Después deben dormir mucho, pues así les
vuelve la fuerza y se encuentran en buen
estado. También ocurre esto a los viejos y a los
que joden después de haberse cansado o de
haber trabajado mucho. En cuanto a los que
sientan el calor natural, debéis saber que éste se
apaga fácilmente y se enfría con cosas frías,
salvo si acuden al cuerpo humores repletos de
ardor; así lo conoceréis: el ardor que viene por
los humores va acompañado de temblores y el
otro no. Cuando veáis que después de joder
viene tristeza, castañeo de dientes, punzadas,
así como temblors en el cuerpo, purgadles el
calor y volverán a buen estado. Los de cuerpos
fuertes y húmedos deben comer manjares
calientes y adobados con especias, tomar elec-

21
tuarios calientes en los que haya jengibre,
canela y otras cosas parecidas, y vino fuerte sin
agua, ya que éstos necesitan las cosas calientes,
que soportarán mejor cuanto más fría sea su
complexión; guardadlos de los manjares fríos.
A aquellos que tienen la complexión fría y
seca, humedecedlos y procurad que no les
encienda la calentura. Esto lo conseguiréis con
manjares húmedos, como hortalizas, frutas,
pescado fresco, huevos, tuétano, leche fresca, y
lávese con agua muy fría. Deben usar los
ungüentos que untan, dejar del todo de traba­
jar, de moverse y de velar; beban vino blanco
viejo y bien aguado. Tomen electuarios calientes
y húmedos, tal como los nombraré-más ade­
lante, como pescado, huevos pasados por agua,
carne de cabrito, pan de trigo y almendras con
azúcar; y coman muchas uvas, cuando sea el
tiempo, pues humedecen mucho el cuerpo y lo
llenan de ventosidad, lo cual ayuda mucho a
enderezar el miembro y a joder. Tal como
hemos dicho, estas complexiones son tres y
cuando veas que una no se encuentra en su
estado normal, la igualarás con las medicinas y
los electuarios que se han dicho.
Sepas que a aquellos de la complexión cálida
y húmeda poco daño les hace el joder, sino que

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les perjudica el dejar de hacerlo, pues si no lo
practican les viene tristeza, no digieren las
comidas, pierden el hambre, les duele el vien­
tre, se les ahueca la cabeza y se les produce
absceso en los lugares de la esperma. Cuando
a los de esta complexión les sucede alguna de
estas cosas, deben seguir usando igualmente el
joder, pues en éstos que encuentran mucho
gusto en el joder, cuando no lo practican les
ocurren las siguientes cosas: les sobreviene una
gran flaqueza, pierden la fuerza y el sueño, les
tiembla el corazón y viénenles otros malos
accidentes. Y si lo dejan también les hace daño:
de noche, soñando, eyaculan mucho. Estos son
los que tienen dañada la complexión de sus
miembros: del corazón, del hígado y del cere­
bro; y necesitan curarse con las cosas que
secan la esperma y la disminuyen, tal como
diremos más adelante. Aquéllos que hallan
mucho gusto en el joder que deben tomar
mucha comida, vino, reposo, baños y buenos
olores, como almizcle y sus semblantes, que es
muy bueno para el corazón y el hígado. Si a
éstos les sobreviene algún daño por joder, es
por la complexión de sus miembros, que aunque
sea débil, es caliente. Les socorres pues, con las
viandas y medicinas más templadas, como tri-

23
fera mayor y la medicina que se hace con la
lengua del buey y compuesta con cilantro seco,
achicoria dulce, incienso, «absticon» y cáscaras
de alfóncigo; y usen emplastros de sándalos, de
rosas, de membrillos, de manzanas y de mirto,
con vino y con sus parecidos.
Los de igual complexión cúidense con cosas
parecidas por lo que respecta a la comida,
bebida y electuarios; de modo que si veis que
se desvía la complexión, así la equilibraréis.
Procurad que las cosas no sean muy calientes,
para que no aumente la temperatura de la com­
plexión, pues estas cosas están dispuestas para
dar calor. A continuación quiero nombrar los
auxilios para algunos males que a veces suceden.
A algunos hombres les viene un gran ardor
después de joder: conviene darles media dracma
de gálbano, con media onza de jugo de mejo­
rana, durante algunos días, según cómo le
vengan los males. Si con esto no cura, dales
coloquíntida y centaura menor, simiente de
ortigas y todas aquellas cosas que calman los
nervios antes de joder. Además, a algunos se
les enflaquece el cerebro: úntaselo con almiz­
cle, ámbar y con todas las cosas perfumadas,
como aceite de balsamita, aceite de nardos, o
sus semblantes. Por otra parte, a otros, después

24
de joder, les duele la cabeza y pierden la vista;
esto ocurre a los que beben vinos fuertes:
prohibidles que beban fuerte y apretadles la
cabeza con vinagre, agua de rosas, todo bien
mezclado y batido; dadles cosas agrias, como
agraz, limones, vinagre con las comidas, y con
mucho cilantro, pues priva de que suban los
humos a la cabeza; y hacedles oler cánfora y
untadles con aceite de rosas. Hay algunos a
quienes se les debilita la vista por joder dema­
siado: dadles viandas húmedas, untadles con
aciete de rosas y de violetas; deben lavarse con
agua tibia y clara, permanecer en el interior
con los ojos abiertos, dormir bien, beber vino
aguado y no bañarse. Hay ot;ros que después
de joder se encuentran cansados: hacedles
dormir en una buena cama, bien dispuesta;
deben dormir poco; después comer en poca
cantidad, pero viandas de mucho alimento,
como un poco de pollo y vino blanco; y luego
duerma mucho. Si después ya no siente can­
sancio, que entre en el baño, y luego coma y
beba vino. Después de joder el baño perjudica
a los que se enfrían con él, pero hará bien a los
que se calientan en agua tibia.
Conviene que se joda cuando el cuerpo está
equilibrado y reposado y que se haya hecho la

25
digestión. Se hará después de dormir, es decir,
cuando se habrá dormido un poco, excepto
para los que tienen la naturaleza fuerte, que no
necesitan el dormir; para el que jode mucho, le
es bueno dormir después de tanto hacerlo.
Vaya con cuidado el de complexión caliente,
especialmente en verano y otoño; absténgase
completamente en el tiempo en que el aire está
cargado y cuando hay enfermedades pestilen­
tes. N o lo hagan después de haber andado, ni
de tener el vientre revuelto, ni después de
perder sangre del cuerpo, ni después de ningún
trabajo, como sudor o sus parecidos. Tampoco
lo hagan con el vientre lleno, ni de comida ni
de vino, pues entonces se mueven lqs humores,
por los que vienen los dolores en las junturas
y otras cosas semejantes; no lo hagan después
de haber salido del baño, porque se llena la
cabeza de malos vapores, ni tampoco teniendo
hambre o mucha sed, ni después de haberse
enojado, ni después de velar mucho, ni después
de haber pensado mucho sobre alguna cosa,
puesto que si lo hace después de alguno de
estos casos le fallan las fuerzas; ni tampoco
después de una gran alegría, pues al disolverse
el calor natural le sobreviene amortiguamiento.
En suma, debe hacerse cuando el cuerpo no

26
tiene ningún mal; y si por casualidad le con­
viene hacerlo cuando el cuerpo está caliente,
que es mejor que cuando está frío, procure que
el calor no sea demasiado fuerte, y mejor en
pleno día que de noche; guárdese de joder en
el baño, ni después beba vino puro, excepto si
tiene mucha sed; ni beba después de joder agua
muy fría, puesto que debilita el hígado y pro­
duce hidropesía. Según las complexiones estos
males varían mucho, pues joder después del
trabajo o de sentir hambre o sed, es muy
dañoso para los de la complexión seca, más
que para los que la tienen húmeda. Si quiere
practicarlo, para conservar la salud, debe
hacerlo cuando tenga gran deseo y sienta pesa­
dez en el cuerpo y en los cojones. Y cuando se
hace así, los hombres encuentran placer y salud.
Aquél que quiera hacerlo por placer, que lo
haga cuando después no sienta flaqueza ni tris­
teza; a saber, cuando la esperma está de la
siguiente manera: cuando hay en cantidad, la
naturaleza la quiere esparcir con superfluidad y
como que la esperma sale abundante, aligera el
cuerpo y produce un gran placer y no debilita.
En cambio, cuando sale con dificultad, forzada
y poco a poco, cansa mucho al cuerpo y no
puede soportar el joder.

27
Algunos dijeron que en ningún tiempo era
bueno joder. Los que tal dijeron, dijeron gran
mentira, si no, que vean lo que dijeron los
sabios Hipócrates y Galeno: Galeno dijo en la
sexta práctica de su libro de los miembros
compuestos, que los hombres jóvenes que
tienen mucha esperma, si tardan mucho en
joder les pesa la cabeza, se calientan y pierden
el hambre, y, por consiguiente, mueren. Yo
mismo he visto hombres que, teniendo mucha
esperma, por santidad se privaban de joder, y
se les enfrió el cuerpo, perdieron los movi­
mientos y, tristemente, también la razón, vol­
viéronse locos y perdieron el hambre. También
vi a un hombre que dejó de joder: antes,
cuando lo hacía, comía bien y estaba sano;
pero después que lo dejó no podía comer y si
comía era muy poco, no podía digerir, sentía
náuseas, y tenía indicios de locura; luego
volvió a joder y se curó, le desaparecieron
todos los males. Dijo Galeno que el que está
habituado a joder y lo deja, que se le forma
apostema en el miembro, con gran dolor que le
puede provocar espasmo. En otro libro dijo
que joder cuando se está fuerte es beneficioso
para los humores, pues expulsa la humedad
demasiado caliente, que se engendra en el

28
cuerpo por fiebre y otros males. Por otra parte
vemos que cuando la esperma es muy abun­
dante en el cuerpo y no se expulsa, se espesa
y se calienta y por ello se produce ardor de
corazón, estrechez de pecho, malos pensa­
mientos, tristeza y vacío mental. También ocu­
rre que tapan los conductos de la mujer con
mucha esperma, cuando les tarda mucho el
orgasmo, las cuales caen muertas, sin entendi­
miento. Para esta enfermedad no hay otro
remedio que joder. Además dijo Galeno en el
libro del Arte Práctica, que joder beneficia
mucho a los hombres jóvenes, pues aligera la
pesadez, seca el cuerpo, esclarece el entendi­
miento, quita pensamientos y calma las iras.
Por ello es muy bueno para los melancólicos y
los locos, y es buena medicina para las enfer­
medades de la flema; a muchos hombres flemá­
ticos les favorece: comen mucho y digieren
bien. Además, dijo Galeno en otra parte, que
esclarece el pensamiento, calma el consejo, y
suaviza el amor del enamorado, aunque no lo
haga con su enamorada. El cuerpo no queda
satisfecho si no expele el semen tal como nece­
sita, ya que la naturaleza no hizo nada en
balde, pues puso cada cosa en su lugar y en su
cuerpo, para provecho de aquéllos que quieren

29
conservar la salud: practicar el joder tempera­
damente, cuando no tenga dem asiado afán,
pues el que lo hiciera en este caso, puede enfer­
mar. Cuando está muy sano debe practicarlo
como si lo hiciera para disminuir la esperma,
para conmover el pensamiento y para enfriar
los humos calientes. Ciertamente aprovecha a
los hombres que tienen mucha sangre y mucha
esperma y que tienen la naturaleza fuerte, más
que a los demás.
Ya que hasta aquí hemos hablado de aquello
que tenéis necesidad, en adelante trataremos de
las cosas que excitan el joder; lo veréis por sus
síntomas y sabréis cómo se curan. Se deja de
joder por: no poder enderezar el miémbro, por
su flaqueza, porque hay poca cantidad de es­
perma, o es fría y congelada, y por flaqueza de
la voluntad. La debilidad del placer en el joder
puede ser espiritual o natural: la debilidad por
motivo espiritual es, por ejemplo, cuando el
hombre tiene vergüenza o temor y no puede
hacerlo; y es natural cuando hay poca esperma
o es fría. Algunos aumentan la esperma po­
niendo mucha voluntad, igual que cuando
crece es con la voluntad que se puede dejar de
levantar el miembro. Son muchos los que caen
en este error, porque, como ven que el hombre
puede joder muchas veces y con la persona que
más ama y desea, desperdician mucha esperma.
Pero no es así como se cuidan, ya que no se
trata de que el cuerpo se calienta con la mirada
de la enamorada; lo que consiguen es clarificar
la esperma, de modo que sale más ligera y más
veces, pero en los vasos y lugares del semen no
queda nada, pues si aumentara con el placer del
joder, cuanto más lo hicieran más esperma ten­
drían y ya vemos que es al revés. Y ahora vol­
vamos donde estábamos.
Cuando veas que disminuye el joder vigila
tu voluntad y averigua si es por razón espiri­
tual. Esto puedes saberlo por dos cosas: una,
comparando con otro los síntomas físicos; si
advertís que no son de los que disminuyen la
esperma naturalmente, y además, el régimen
no es tal para que cause esta disminución, ni
hiele la esperma, sabed que en estos casos es
por razón espiritual. Tened en cuenta que
cuando os libréis del motivo espiritual por el
cual disminuye el joder, el cuerpo volverá a su
estado. Por otra parte, si el motivo de la dismi­
nución es natural, ved si es por falta de volun­
tad, por disminución de la esperma o por fla­
queza del miembro. Queda manifiesta, pues, la
disminución de la voluntad y la flaccidez del

31
miembro. Pero referente a la escasez de la
esperma y a su enfriamiento ten en cuenta si es
por causa de poca voluntad, o de poca gota:
sepas que la esperma será escasa. Si la disminu­
ción es porque hay poca esperma, mira si es de
forma natural o de razón; quita esta razón y
volverá a su estado. Y si es de forma natural
cúralo con las medicinas, viandas y regímenes
que hacen crecer y engendrar esperma, según
diremos más adelante. Si por casualidad, la dis­
minución es por congelación y frío de la es­
perma, cúralo con aquellas cosas que calientan
y clarifican la esperma. Y si la disminución es
por flaccidez, por no conseguir alzar el pene,
mira si el miembro ha perdido el sentido. Si
empequeñece, sepas que está enfermo de fla­
queza de los miembros y son muy pocos los
que sanan de esto. Si la flaccidez es por fallos
del corazón, éstos mueren y nunca más pueden
levantar el pene; a éstos la gente les llama afe­
minados, pues tienen poca voz y de timbre
femenino, y carecen de barba. Si véis que el
miembro y el cuerpo están naturalmente sanos,
pero la erección del miembro no se ha perdido
del todo, ya que a veces se levanta, aunque sea
débilmente, sabed que el humo que sale con la
erección son pérdidas, pues según como sean

32
los humos o vapores, así será ésta. Y si la dis­
minución de esperma es por haberla gastado
jodiendo mucho, tiene este tipo de erección
que engendra humos, el que está muy harto de
viandas y de vino. Al que esté enflaquecido
por la escasez de humos, porque el calor
natural entra en el cuerpo, a éste, humedécelo
cuando tenga el estómago vacío y libre de
comida y cuando tome las medicinas calientes.
El que tiene disminución del joder por escasez
de humedad, recupera la fuerza cuando está
harto de viandas y de vino. La temperatura
natural ha de ser fuerte, ya que la temperatura
y la humedad han de ser en esto del joder más
o menos iguales, pues no se puede realizar si
no están estas tres cosas niveladas: la tempera­
tura, la humedad y la ventosidad. Si en el
momento de joder sale mucha esperma sin que
se esfuerce el miembro, es debido a la flaqueza
de los vasos de la esperma. Curadlo con lo que
diremos más adelante. Si la disminución es
natural, ved si se han enflaquecido las virtudes
del cuerpo con la debilidad de esta virtud,
como por ejemplo, la virtud de comer y beber;
entonces sepas que el estómago y el hígado
están enfermos. Si el calor natural disminuye
en todo el cuerpo, sepas que es debido a la fla­

33
queza del corazón. Si los sentimientos están
turbados y los movimientos anteriores enfla­
quecidos, sepas que el cerebro está enfermo.
Entonces hay división entre la enfermedad del
hígado, la del cerebro y la del estómago; os
diré: vigilad si notáis tristeza con el movi­
miento de comer y beber, estrechez de corazón
con voluntad a las cosas malas, como salado,
cosas agrias, tierra, carbón y sus parecidos, y
tendrá asco de comer buena vianda y no la di­
gerirá en el estómago y sentirá gran ardor;
sepas que esto es debido a una gran flaqueza
del estómago; hazle la cura necesaria. Y si no
tiene ninguna de las cosas dichas y tiene apos­
tema en la verga y en los cojones, la esperma
es amarillenta, siente pesadez debajo de las
costillas después de haber comido y tiene mala
sangre en el cuerpo, sepas que el hígado está
enfermo. Entonces, cuando te hayas fijado en
todas estas cosas y hayas descubierto a causa
de cuál se produce la disminución y la flac­
cidez del miembro, soluciónalo y cúralo con
medicinas, purgas, lavativas y emplastros,
según lo que compete a cada miembro. Si la
flaccidez y la flaqueza del miembro es por dis­
minución de la ventosidad, soluciónala y cúra­
la. Si la disminución es por falta de humedad,

34
cúrala con cosas húmedas. Si es por falta de
temperatura, cúrala con cosas calientes. Si es
por falta de ventosidad, usad lo contrario de
los dos casos. Si la flaqueza del miembro es
por disminución de la esperma, usad las cosas
que la curan, tal como hemos dicho. Si la dis­
minución del joder es por flaqueza del hígado,
reforzadlo con las que le son buenas. Si el
motivo de la flaqueza del hígado es el frío,
dadle almizcle y emplastros calientes y bien
perfumados, como por ejemplo de espínelo, de
raíz de juncia, almizcleña, almizcle, áloe, ajenjo
y sus parecidos. Si la flaqueza del hígado es
por calentura, usad cosas frías, como escarola,
endivia, joyo, canela y parecidos, y sus emplas­
tros de sándalo, rosa, mirto, manzana, mem­
brillo y semblantes. Igual harás con los demás
miembros del cuerpo: cúralos con las medi­
cinas que se anotan en los libros de física,
porque si aquí lo dijéramos todo nos sal­
dríamos de la intención de nuestro libro, de
manera que todo esto sólo lo hemos dado a
modo de ejemplo. Y si la disminución es por
enfermedad del cerebro y del corazón, curadla
con viandas, medicinas, purgas, ungüentos,
perfumes y emplastros de todo lo que es ade­
cuado para cada enfermedad.

35
Además digo, que el aumento del semen y
su temperatura tiene su origen en la fuerza del
joder, pues cuando aumenta la esperma se
llenan los vasos y se calienta y entonces mueve
la voluntad, esfuerza el miembro y el deseo de
joder, porque cuando los vasos están llenos de
esperma desean expulsarla, igual que hacen los
otros humores cuando aumentan, pues con su
aumento y su calor se mueve la voluntad y se
esfuerza el miembro, excepto si hay alguna
enfermedad. Ahora hablaré de las cosas refe­
rentes a esto.
Las viandas que fabrican y aumentan la
esperma son la base del régimen, puesto que si
en sus componentes hay los elementos necesa­
rios junto con las medicinas adecuadas para
aumentar la esperma, es razón suficiente para
tomarlas. Para engendrar esperma son necesa­
rias las cosas calientes y húmedas en la misma
cantidad, pues esta humedad se engendra de la
ventosidad, la cual cumple su función. El que
quiera aumentar la esperma, que coma viandas
que tengan estas tres cosas: humedad, calen­
tura y ventosidad. La vianda que reúne estas
tres cualidades es muy buena, de manera que
debes tomarla; si no tiene las tres que tenga
dos y come además otra que tenga lo que falta.

36
Se encuentran las tres reunidas, por ejemplo en
los garbanzos, nabos y zanahorias. D os se
hallan en las habas, que tienen mucha humedad
y la ventosidad necesaria, y alimentan mucho,
sólo que les falta la calentura que mueva la
ventosidad y la humedad; será mejor si mez­
clas con ellas cosas calientes y adecuadas para
expulsar la ventosidad, como jengibre, pimienta
larga, satirión, simiente de zanahorias y sus
parecidos, y orégano. Si con estas cosas ade­
rezas las carnes grasas y tiernas, y el pan de
trigo no es fermentado, tendrás las tres cuali­
dades. Has de saber que, a veces, todas estas
cosas se hallan reunidas en el que tiene una
buena complexión y una naturaleza fuerte, que
tenga grandes humores; pero los que tienen el
cuerpo caliente y húmedo necesitan ingerir
cosas grasas para engordar la materia, a fin de
tener ventosidad, pues esto es necesario para
aumentar la esperma. Son las cosas calientes las
que aligeran los humores y las complexiones
frías, y si tienen gases mejor, como por ejem­
plo, zanahorias, simiente de ortigas, cebollas
cocidas, oruga y todas las unturas calientes.
Estas cosas no las pueden tomar los que tienen
el hígado caliente, pues se les mueve la esperma
por ser demasiado ligera. Si tomaran las cosas

37
calientes para mover la esperma, calientan el
hígado y entonces éste se les pone enfermo.
Así a éstos les bastan sólo los ungüentos que
untan las salidas de los nervios, de donde surge
la esperma.
Estas medicinas y viandas son muy prove­
chosas, pero también debéis conocer sus opues­
tas : las que disminuyen y congelan la esperma,
para que nadie las use. Las medicinas son: la
simiente de ortigas, el anís, el jengibre, los sati­
riones, el azafrán, la balsamita, el mastuergo, la
zamarrilla, la almizcleña, la pimienta larga, la
grasa de león, los cojones de asno salvaje, la
verga de novillo, la leche de vaca —pero no
debe usarse el hierro caliente— , la pimienta, la
simiente del algodón, el castor, la simiente de
alholba y la alcaravea. Las viandas son éstas:
cebolla, oruga, garbanzos cocidos, puerros,
hortalizas, avellanas, nueces, alfóncigos, piño­
nes, leche fresca mezclada con ferrogreco, pan
de trigo, carne de cordero, palominos, ánades,
calabazas, huevos de gorrión y de mirlo solita­
rio, perdices, cidras, cojones de pollo, hígados
de gallina gorda, uvas, pepinos, badeas e higos.
Lo que disminuye la esperma y la congela
es cualquier cosa caliente, seca, sutil, como
ruda, «bigana» y sus semblantes; y lo que con­
gela son cosas muy frías, como la flor del
sauce, rosas, beleño y cánfora; y todo lo que
seca mucho, como los algarrobos, las lentejas,
el orégano, el palmito y todas las cosas agrias,
la agrura de la cidra, las verdolagas, acelgas y
todas las cosas parecidas.
Medicina muy probada que aumenta el
semen, da fuerza y endereza la verga mucho y
fuertemente: toma dos litros de leche fresca de
vaca, añádele una onza y media de canela bien
molida, y déjalo reposar. Bébelo en ayunas y
durante el día en vez de agua, hasta que se acabe.
Sea tu comida cordero tierno, y bebe un buen
vino para acompañarla. Harás esto durante
siete días y durante este tiempo no debes ir con
mujeres, pues es motivo para engendrar mucha
esperma e incitar a desear el joder. Esta medi­
cina es muy provechosa para los de comple­
xión fría y seca. Si acaso sintieras agudeza y
calor no lo tomes los sietes días, ya que es
medicina muy buena para esta cosa.
Medicina que aumenta mucho el joder: toma
simiente de espárragos, de satiriones y de jengi­
bre, cinco onzas de cada cosa; y tres onzas de
simiente de albahaca; simientes de nabos, de
rábanos, de oruga, de ortigas, dos onzas de cada;
tres onzas de castor y dos onzas de dragante.

39
Mézclalo todo, pástalo y tómate cinco onzas en
ayunas. Y también medicina muy probada para
esto: dos pesas de jugo de cebolla y un peso de
peonía; ponlo a hervir y luego tómate una onza.
Otra medicina muy buena: toma garbanzos
blancos, grandes, y ponlos en remojo; coge
oruga y deja secar los garbanzos. Muélelo todo
con otro tanto de alfeñique y draganto y antes
de comer y por la noche tómate como una
nuez en cantidad, y luego, bebe un buen vino.
Otra medicina muy buena: coge satiriones,
canela, jengibre, castor y simiente de oruga,
una onza de cada cosa; muélelo y pástalo con
miel y guárdalo. Es una medicina muy buena
para los que tienen la complexión fría.
Aún podemos hablar de otra medicina muy
buena y maravillosamente probada: toma abro­
jos secos y machácalos; coge luego jugo de
abrojos verdes y con él empasta los otros con
collejas pulverizadas. Guarda un vaso de esto
con una cuarta parte de saxífraga, otro tanto de
jengibre y un peso y medio de azúcar blanco.
De todo esto debes tomar cuatro onzas con
agua tibia: mueve fuertemente la voluntad para
dicho acto. Y también es muy bueno para eso
el electuario de abrojos y la leche de vaca con
un poco de jengibre.

40
Lavativa para aumentar el semen, calentar
los riñones y mover la voluntad: toma una ca­
beza de cordero gordo, los cojones, un riñón,
una almorzada de garbanzos y otro tanto de
trigo, un puñado de oruga y otro tanto de si­
miente de nabos y de espárragos. Ponlo todo
en una olla bien tapada y llena de agua, luego
mételo en el horno y que hierva toda la noche.
Luego coge una onza de esto y una onza y
media de aceite de nueces y aplícate una lava­
tiva; luego, ponte a dormir. Tu comida debe
ser carne de cordero, pan de trigo y buen vino.
Ponte esta lavativa durante nueve noches, y
tres días al mes.
Otra lavativa muy buena para estas necesi­
dades: coge una libra de aceite de nueces, añá­
dele una libra de abrojos, tres libras de leche
fresca, una onza de jengibre y otra de alfeñi­
que; déjalo que cueza hasta que hierva. Luego,
cuélalo y coge dos onzas, junto con media
onza de aceite común, otra de aceite de bayas
de laurel. Aplícate esta lavativa durante diez
noches y durante este tiempo no jodas: verás
maravillas.
De la misma manera, toma hiel de buey y
miel espumada; mézclalo y úntate con ello la
verga, frotando bien. Es muy bueno.

41
Hay también otro ungüento muy bueno
para este hecho: toma sebo de buey, ahúmalo,
mézclalo con saxífraga y albarraz molido y
úntate bien la verga con ello. Si la untas con
grasa de león también es muy provechoso y
esfuerza mucho el miembro.
Si tomas copos de algodón, los impregnas
de aceite de canela y te untas por debajo de los
riñones, las plantas de los pies, los cojones y la
verga, verás que acucia la voluntad y esfuerza
el miembro.
Sobre lo m ism o: toma «anacron»,
machácalo y m ézclalo con miel espum ada;
con esto úntate la verga: la esfuerza en gran
manera.
También es provechoso: aceite de nardos,
euforbi amarillo, aceite de lirio y aceite de bál­
samo. Hace su efecto cuando el miembro está
muy débil a causa del frío.
Otra medicina para untar, muy buena para
esta causa: coge una onza y media de euforbi
fresco, otra media de saxífraga y un cuarto de
onza de almizcle; ponlo todo junto en una
onza de aceite muy fino y guárdalo. Cuando lo
necesites úntate la verga, el pubis y toda esta
parte del cuerpo. Esto aprovecha mucho:
mueve la voluntad y esfuerza la verga. Si untas

42
el miembro con grasa de león y simiente de
ortigas también hace gran efecto.
Otra medicina: coge la cola del ciervo, qué­
mala, pasta las cenizas con vino añejo y úntate
la verga. Va muy bien.
Aún más: toma mostaza, mójala con aceite
y úntate la verga: hace gran efecto.
También toma «anacron» y castor macha­
cado, empástalo con miel y úntate la raíz de la
verga y las plantas de los pies. Cuando la verga
está fláccida por enfermedad — como si fuera
parálisis— úntatela y frótala con ungüento de
balsamita. Toma castor y saxífraga, muélelo
con aceite de comino y úntate: si la flaccidez
es por humedad de los nervios es aconsejable
continuar haciéndolo.
Aquél que quiera joder mucho esforzando
el miembro, que lo haga poco a poco. Si lo hace
así, el cuerpo lo soportará y se esforzará más.
También, cuando comas pescado asado, ca­
liente y con cebolla aumentará el joder, pero
procura no comerlo frío. Del mismo modo,
coge espárragos cocidos, asados con mante­
quilla y mézclale yemas de huevo: es muy
bueno.
Comida muy maravillosa: coge dos trozos
de carne de cordero tierno, un trozo de cebolla

43
y añádele gordolobo y especias principalmente
canela. Com e mucho de esto, pues es cosa
maravillosa.
También los «granyons» aumentan el joder:
coge el trigo, ponlo en remojo, machácalo y
ponlo a cocer con leche de vaca; añádele grasa
de pato, mézclalo y cómetelo.
Otro manjar maravilloso: toma yemas de
huevos, cómetelas pasadas por agua con sal de
tártaro, que son borrajas. Igualmente coge
huevos de pescado, mézclalos con yemas de
huevos y cómetelos.
Otra medicina que aumenta el joder: coge
pollos engordados con habas, garbanzos remo­
jados y machácalo; luego deben cocer con los
garbanzos, cebollas y especias. Come de este
caldo con «prayma» y bebe vino. Entre las
especias ha de haber jengibre y canela.
Otro manjar: coge una gallina gorda y cué­
cela con leche. Es muy provechoso el cordero
cocido con nabos y zanahorias.
Medicina para untar la verga y aumentar el
placer del joder: toma jengibre y muélelo con
miel; esto da mucho placer a la mujer, de ma­
nera que úntate la verga cuando vayas a joder.
Para la misma cosa: toma pimienta común,
pimienta larga, espliego, jengibre y almizcle,

44
machácalo junto y mézclalo con miel y cuando
vayas a joder úntate con ello la verga.
Aún más: toma canela y saxífraga, mastí­
calo con saliva y úntate la verga.
Para hacer crecer la verga: busca lombrices,
de las que hay en los huertos, debajo tierra;
cógelas, sécalas, machácalas y mézclalas con
aceite de azufaifo. Untate con esto la verga,
frótalo bien y déjalo así durante la noche; al
día siguiente lávate con agua tibia.
Otra medicina que hace crecer mucho la
verga: coge sanguijuelas y ponías en un pote al
fuego, hasta que se sequen; muélelas y méz­
clalas con aceite de azufaifo. Frótate la verga y
verás cómo crecerá mucho.
Igualmente frótate la verga con leche caliente
de ovejas; hazlo muchas veces al día. También
crecerá la verga si la frotas con agua caliente y
aceite.
Aconsejo al que experimentó el castigo y
suplico al que guarde los consejos de este libro,
que su voluntad sea firme. Esta voluntad es la
de joder. Conocer este deseo es una cosa espi­
ritual que cumplen todos los animales y que
alcanzan todos los sentimientos. Su grado es
alto y firme, amado y duradero para las muje­
res, y aún más a las que son malas, pues
ningún hombre no puede conseguir su amor si
no cumple sus deseos, sus maneras con pron­
titud (?) y cuidado teniendo con ellas grandes
atenciones, pues las mujeres tienen por natura­
leza tales maneras que en el amor siempre se
desvían de toda buena costumbre y siguen lo
contrario. Por eso quiero hablar ahora de las
mujeres y de sus hechos.
El que quiera conseguir el amor de las
mujeres de manera que no le ocurra ningún
daño, debe conocer sus maneras y sus cos­
tumbres; que las frecuente y las siga, para
que las entienda y sepa qué es lo que más les
vence al deseo. Debe ser sufrido para que
sepa entrar certeramente en su voluntad.
Sabed que tanto los hombres como las
mujeres sienten el deseo como el placer. Si el
hombre fuera el más noble, el más gallardo,
el más rico y el mejor en las gracias del
mundo, pero no sabía esto, que la mujer
siente deseo y placer, y no lo hiciera de obra,
no conseguiría su amor. Y si fuera el más feo,
el más desgraciado, el de peores gracias, pero
quisiera seguir el deseo de la mujer, a uno así
ella amaría, aunque fuera cautivo de los cau­
tivos. Por eso quiero ahora deciros cuáles son
sus costum bres, cuáles aquéllas que ellas

46
quieren encontrar en los hombres, y cuáles las
que aborrecen.
El hombre que quiera ser amado por las
mujeres conviene que sea de la siguiente ma­
nera: osado y fuerte, de buen hablar y sincero
en sus palabras, cuidadoso y educado en el
comer y limpio en el beber; que sea alegre y
que no tenga ningún defecto físico, que sea
donoso y bien parecido, amante de las compa­
ñías y que haga todo lo que a ella le plazca;
que sea rico y que sus vestidos, su boca y su
sudor huelan bien.
Los hombres a los que por sus costumbres
las mujeres aborrecen son éstos: el que es celoso,
avaro y egoísta de sus bienes; que tiene poca
piedad y siente envidia; que es sucio en el ves­
tir, en el comer y en el beber y que es pobre.
Son muy pocas las mujeres nobles, que
son: la que es bella y sabia, suave, ganadora,
razonable, y es limpia en todo lo que es nece­
sario y pertenece a las mujeres; que no sea
codiciosa ni envidiosa de ninguna de las cosas
que las otras mujeres tengan; que sea sincera
en la voluntad y que no contradiga en nada lo
que el hombre diga, quiera y mande, sino que
se alegre por todo lo que él quiera hacer. Pero
aunque estas virtudes se encuentren con poca

47
frecuencia en las mujeres, los hombres no las
pueden ignorar ni podrían vivir sin ellas. Por
eso es necesario que ellos conozcan la manera
para conseguir su amor.
Las edades de las mujeres son cinco: la
niñez, hasta que tiene ocho años; la segunda,
hasta que tiene los veinte; la tercera, hasta que
ha cumplido los treinta; la cuarta, hasta que ha
cumplido los cuarenta; la quinta hasta que le
falla el período. La característica de la primera
edad es que contesta la verdad a cualquier cosa
que se le pregunte y no esconde todo lo que
conoce; además no tiene vergüenza ni del
hombre ni de la mujer. En la segunda edad es
más vergonzosa y guarda mejor lo que sabe.
En la tercera edad ya está formada de todo lo
que necesita; ésta es ya una mujer hecha. En la
cuarta edad le gustan más los hombres y sua­
viza sus andares, su habla y sus obras y le
gusta observar. Con la quinta edad disminuye
su vista y su calor, se le relajan las carnes y
sirve mucho al hombre. La que pasa de esta
edad ya es vieja y nadie debe desearla.
Las mujeres son muy variables, pues cada
mes les viene el período. Si no se queda pre­
ñada los quince días después de haber jodido
con el hombre, no se preñará hasta que haya

48
pasado de nuevo el período. Si en los cuatro pri­
meros días se entristece, se añora mucho, es
porque quiere o desea al hombre, ya que éste no
se le acerca en estos cuatro primeros días del
período; durante los doce días es muy alegre y
todo lo hace por él; en los catorce días restantes
no se preocupará tanto del hombre, aunque si le
das alguna cosa la tomará. Digo esto para que
sepáis en qué tiempo ellas sienten más placer, y
mejor satisfacen su voluntad y su deseo.
Quiero ahora deciros cuál es la razón por
la que las mujeres se enamoran de los hom­
bres; es de dos maneras: en primer lugar, por
la vista, y en segundo por lo que oyen decir.
Su amor puede ser oculto o manifiesto. Son
señales de amor oculto: el que adelgace, que
pierda el hambre y la sed, que suspire 'más a
menudo de lo que solía hacer y que no se
preocupe de muchas cosas de las que antes se
ocupaba. Si por casualidad ve a su enamorado,
pierde la vergüenza, de forma que se descubre
ante los presentes. Si el hombre le pregunta o
le pide algo, le responde otra cosa. Si quiere
tomará algo. En resumidas cuentas, siempre
parece que está ausente.
Las señales del amor manifiesto son: que
cuando la mujer ve a su enamorado le muestra

49
todas sus buenas maneras y todos los gestos
que le parece que le enamoran. Le confiesa su
amor, se extraña cuando lo ve, bosteza a me­
nudo y se remira para que nada le falte. Si tiene
o se le acerca algún niño, lo coge, le besa, lo
abraza, juega con él y se alegra, y busca reírse,
razonar y hacerse la encontradiza con su ena­
morado, aunque no venga al caso. Si ella lo ve
pero él no la advierte, habla y gesticula para
que se dé cuenta de su presencia, y habla con
alguna de las personas que tiene a su alrededor
de manera que él se dé por aludido. Si está en
la cama se sentará y simulará jugar con el pelo,
o rascarse, o teclear en el suelo, o morderse el
labio inferior, y se lo mirará de reojo. Si oye
o ve algún enemigo de su enamorado, dice mal
de él para que le oiga. Cuando se aleja de ella
se queda triste y cuando lo ve de nuevo, le
cuenta los días que no lo ha visto, para que él
entienda que no lo olvida; le pregunta cosas
muy sutilmente para no enojarlo y lo invita de
lo que tiene aunque él no sienta necesidad.
Dice que lo sueña y cuando lo ve se muestra
muy alegre. Cuando el hombre nota estas cosas
en la mujer, sabe que le ama de todo corazón.
Más os diré: cuando al hombre le interesa
una mujer y la ama sin que ella le conozca,

50
pero una vez lo ha conocido no le corres­
ponde, debe mandarle un mensajero. Este debe
ser una mujer y ha de cumplir los siguientes
requisitos: primero, que sea mujer reservada;
segundo, que sea ingeniosa y sepa mentir; ter­
cero, que sepa ganarse la confianza de las
demás; cuarto, que no esté casada; quinto, que
sea agradable de trato; sexto, que sea de las que
saben introducirse en las casas aunque no
necesiten; séptimo, que no sea una mendiga;
octavo, que se dedique a una de las seis siguien­
tes cosas: casamentera, comadrona, vendedora
de joyas femeninas o de telas, matrona o be-
guina. Cuando le hagas el encargo dale comida
y bebida, págale y prométele que le darás más.
Mándala cuando sepas que no hay hombres en
casa de aquella a quien amas. Procura que lleve
buenos perfumes, para que la mujer que
recibe le pregunte qué perfume es aquél, y ella
conteste que viene de la casa de Pedro, de
Juan, etc.; y a la vez se eche a reír, para que la
mujer le pregunte el motivo de su risa. Enton­
ces que le diga que aquél se muere por ella y
por su amor y que si no le corresponde se
morirá; siga diciéndole que esto es una gran
locura y que por tanto ella no hará nada para
este hombre. Si le contesta positivamente, en

51
horabuena, si no, que le diga que quiere casar­
se con otra. Durante unos días no se preocupe
más de ello; luego, vuelva a verla y acabe el
asunto. En todo momento el hombre debe
seguir lo dicho.
A través de una mujer, conocí qué cuali­
dades desean ellas en el hombre: que tenga un
buen miembro, una verga grande y rígida,
mucho semen; que sea de talla mediana, ni muy
gordo ni muy delgado. Cuando un hombre es
así, la mujer siente placer con él, pero cuando
es todo lo contrario no sienten placer, ni le
quieren bien.
En cuanto a la nobleza y a la belleza de las
mujeres, se trata que tengan cuatro cosas muy
negras: el pelo, las cejas, las pestañas y los ojos;
cuatro cosas muy coloradas: las mejillas, la len­
gua, las encías y los labios; cuatro muy blancas:
el rostro, los dientes, el blanco de los ojos y las
piernas; cuatro muy estrechas: los orificios de la
nariz y de los oídos, la boca, los pechos y los
pies; cuatro muy delgadas: las cejas, la nariz, los
labios y las costillas; cuatro muy grandes: la
frente, los ojos, los pechos y las nalgas; cuatro
muy redondas: la cabeza, el cuello, los brazos y
las piernas; y cuatro muy perfumadas: la boca,
la nariz, las axilas y el coño.

52
En cuanto a su fealdad: que sea hechicera,
que desee joder mucho, que sea delgada, fea y
borracha, que huela mal su ropa y su sudor y
que esté muy gorda.
Hasta aquí se ha hablado y explicado sobre
las complexiones de los hombres, a quién es
bueno joder y a quién no, y cómo y cuándo
debe hacerlo cada uno, según su complexión.
También se han comentado las viandas y medi­
cinas que son útiles en este caso, y las que pro­
vocan males si se jode en demasía y muchas
otras cosas que sería muy largo de enumerar.
Ahora os quiero mostrar en qué distintas for­
mas se jode y qué ventaja o qué mal puede
derivarse de cada una.
En primer lugar os diré que la mujer her­
mosa se calienta y siente mucho placer cuando
jode, y también durante el sexto mes de emba­
razo, cuando ha andado mucho y cuando ha
venido cabalgando de lejos. Las mujeres son de
tres clases: muchacha de poca edad, joven y
mujer hecha. Cada uno de estos tipos puede
ser de tres maneras: alta, baja o mediana; o
gorda o delgada o mediana; o blanca o morena.
Según cada una de estas maneras siente de dife­
rente modo el deseo; así a unas les gusta mucho
joder y otras no quieren hacerlo; a unas les

53
viene rápidamente el deseo cuando las joden y
a otras les tarda mucho; a otras les viene nor­
malmente. Sepas que la que es alta y delgada en
seguida siente el deseo y el talento; la que es
gorda y baja tarda más; a la mediana le viene
de modo normal. Has de saber también que
algunas mujeres sienten el talento tan fuerte
que no pueden ajustarse con los hombres; por
eso algunas de éstas usan un «gedoma», hecho
de cuero suave con algodón en el interior y en
forma de pene: se lo meten en el coño hasta
que quedan satisfechas.
Cuando la mujer monta al hombre, a éste
pueden salirle manchas en la vejiga y en la
verga, y puede reventársele o retenérsele la
esperma en el momento de joder. Y aún puede
ser causa de otras enfermedades parecidas.
Debéis saber que joder de pie provoca daño
en las nalgas y en las rodillas; si es de lado,
hace daño al que tiene débil el miembro de
aquella parte y duele cuando expulsan el semen;
y si se hace sentado, el semen no sale con lige­
reza y provoca dolor en los riñones y en las
nalgas y, a veces, llaga la verga y la ingle. Lo
mejor es que la mujer se eche en una cama blan­
da, llana y suave y que el hombre se coloque
encima, teniendo ella las piernas alzadas y la

54
cabeza tan alta como pueda. El hombre debe
tenerle la mano izquierda por debajo de los
hombros, mientras que con la derecha la abra­
zará y se la acercará tanto como pueda.
Con las mujeres a las que tarda en venirles
el deseo debe hacerse lo siguiente: cógela,
extiéndela y ponle las rodillas a la altura de la
ingle; con una mano tómale las suyas, mientras
que con la otra apriétale el coño, retuércela y
pellízcala hasta que grite, se rebele o se queje.
Así le encederás el deseo de joder, pues de este
modo se calienta y le viene el deseo de yacer
con el hombre.
Hay otro sistema: ponle la mano derecha
debajo, levántale la pierna derecha y pónsela en
el comienzo de tu pierna izquierda; retuércele
y pellízcale el coño; así le vendrá el deseo.
Luego ponle la verga en el borde del coño hasta
que esté caliente.
A la mujer que el deseo y el orgasmo le
tardan en llegar, que el hombre le haga cinco
cosas: besarla, sobarla, pellizcarla, estrecharla y
herirla con las manos. Todo esto también debéis
hacerlo a las demás mujeres. Debe besarla en la
boca, las mejillas, los pechos, las piernas y el
vientre. La sobará en la punta de la nariz, las
mejillas, los pechos, las piernas y el vientre.
La pellizcará en las mejillas, las orejas, los labios
y debajo del cuello. La frotará en las palmas de
las manos, entre las piernas y en los pechos. La
herirá con las manos en las piernas, los pechos,
el ombligo, debajo de éste y en los brazos.
Las mujeres que sienten rápidamente el
deseo no necesitan tomar ninguna medicina de
las que excitan el joder.
Hay hombres a los que les viene el deseo
en seguida, a otros les viene con tardanza y a
otros les viene normalmente. Los que acaban
pronto son los que tienen la verga pequeña y
flaca, y los que acaban tarde la tienen grande
y rígida. Los que la tienen mediana acaban
normalmente. Cuando el hombre acaba tarde y
la mujer pronto y a él le gustaría que acabaran
a la vez, debe procurar poner toda su voluntad
en el joder, en la belleza de la mujer, en su
nobleza y en el momento de placer en que se
encuentra; pues realmente no es agradable si
los dos placeres no vienen a la vez.
Cuando el hombre acaba pronto y la mujer
tarde, ésta se queda muy defraudada. Por ello
cuando el hombre empieza a joder debe dis­
traerse en otras cosas, y no pensar en lo que
hace ni en el gusto que siente para que no acabe
antes que lo haga la mujer. Si ésta es de las que

56
acaban tarde, el hombre deberá jugar con ella,
ponerle la mano en el coño y frotárselo hasta
que se caliente y sienta el deseo. Es bueno que
esté apoyada en el suelo de pies y manos, con
algún soporte en éstas, y que le introduzca la
verga en el coño por la parte posterior.
La mujer debe poner sus manos en la verga
cuando ésta se introduce en el coño y procurar
alzarse de nalgas para recibir bien el contacto, de
modo que lo sientan los dos a la vez. Luego que
se ponga completamente debajo de él, que se lo
acerque y le ponga las manos debajo de sus
lomos; que estreche las nalgas cada vez que él
quiera sacar la verga. Estas cosas gustan mucho
a los hombres y los dos sienten un gran placer.
Las maneras de joder consisten en: levantar
algunos miembros y bajar otros. Y esto de dos
formas: una, moviéndose, y otra, estando quie­
tos. Moverse es abrazar, besar, sobar, cantar,
pellizcar, tirar del coño y del ombligo y otras
cosas parecidas. Y otra cosa es hacer gestos o
señales con los ojos, la boca, decir alguna pala­
bra, mostrarse alegre e incitarla con todo lo
que pueda, pues, riéndose de los gestos del
hombre, la mujer se calienta, especialmente
cuando le pone una cara y una sonrisa bonitas,
y su rostro demuestra gran alegría.

57
Las posiciones para joder son cinco: la pri­
mera, cuando yacen el hombre y la mujer;
otra, cuando se ponen de lado; otra, estando
de pie; y otra, cuando la mujer está encogida,
levanta las piernas y las pone encima de las
nalgas del hombre, entrelazándolas fuertemente.
Esta es la forma que más suele usarse.
Otro sistema: que la mujer se eche, con las
piernas bien tendidas y el hombre se las entre­
lace con las suyas, pasándole un brazo por
debajo del cogote y abrazándola con fuerza
con el otro. Así, puede confiar en este sistema.
Otra posición: que se tienda el hombre y que
la mujer lo monte, apoyando las piernas sobre sus
músculos. El hombre debe abrazarla y estrecharla
contra sí, tanto como pueda. En esta postura la
mujer encuentra mucho placer, especialmente si
ve el rostro del hombre y éste le sonríe.
Otra manera de joder: el hombre debe sen­
tarse en la cama y la mujer se le encaramará,
sentándose encima de la verga y levantando las
piernas hasta colocarlas en el cogote. El la
abrazará fuerte acercándosela tanto como pueda.
Otro sistema: que se tienda la mujer, con
una pierna arqueada y otra completamente ex­
tendida y el hombre que se tumbe encima, abra­
zándola. Estas maneras de joder conocemos.

58
Aún hay otras maneras de joder: puede
hacerse de lado: la mujer debe tumbarse vuelta
hacia la derecha, doblando las piernas, de
manera que las rodillas estén a la altura de los
pechos; el hombre también debe tumbarse del
mismo lado, colocando la pierna izquierda
encima de ella, que se le aguantará con la mano.
Con esta postura jódela de lado, pues así verás
que se debe hacer.
Otra manera: la mujer debe estar también
de lado, con las piernas dobladas, de manera
que las rodillas le lleguen a la altura de los
pechos; el hombre se le sentará detrás y así la
joderá.
Hay tres maneras de joder de pie: una con­
siste en que, estando los dos separados, vayan
acercándose el uno al otro; la mujer levantará
la pierna izquierda tanto como pueda, mientras
que el hombre se la aguantará con la mano
derecha, y de este modo la joderá.
Otra manera: estando los dos de pie, la
mujer rodeará con sus brazos el pescuezo, y,
alzando las piernas, se encaramará en su cintu­
ra; éste le sostendrá las nalgas con sus manos,
estrechándola contra sí.
Otra manera: que estén los dos de pie y él
la coja por las mejillas; ella lo abrazará fuerte,

59
rodeándole la espalda con sus manos; estando
boca a boca que hagan su trabajo.
Otra manera de joder es sentado de cucli­
llas: puesta la mujer de esta forma, el hombre
la sujetará de las nalgas y la joderá. Para que se
pueda hacer bien es necesario que ella se apoye
en alguna cosa.
Otra manera de joder es estando sentados:
que la mujer se siente y el hombre se coloque
de rodillas entre sus piernas, cogiéndola por las
nalgas; ella debe abrazarle muy fuerte, pues de
otra forma no podría ser.
Otra posición: estando tumbado el hom­
bre, que la mujer se coloque de espaldas y en
cuclillas encima de su verga; él lá sujetará de
los lados, mientras que ella vuelva la cabeza y
se encuentre con su mirada y su rostro son­
riente.
Otra manera: que el hombre esté de pie y
la mujer ponga los brazos alrededor de su cue­
llo; el hombre, sujetándole las piernas con los
brazos, que la levante y le introduzca la verga,
mientras vayan rozándose. La mujer debe estar
todo el rato con las manos colgadas en su cue­
llo, pues de otra manera no se podría hacer.
Otra manera de joder: que se tumbe la
mujer de bruces en la cama, como si estuviera

60
de rodillas, y el hombre que la abrace por
detrás, cogiéndola por los flancos.
Otra manera de joder: que la mujer se
tienda de bruces en la cama y el hombre se
siente encima de las nalgas, apoyándose con las
manos en sus piernas.
Otra manera: que la mujer se tumbe con
los brazos y las piernas completamente abiertos
y el hombre la joda como mejor pueda, a no
ser que su poder y su naturaleza tengan sufi­
ciente.
Otra manera de joder: que la mujer se
siente sobre las piernas del hombre, que las
tendrá completamente extendidas; con las
manos se sujetará en su pescuezo y así el
hombre le entrará por entre las piernas. Ella le
rodeará las nalgas con las piernas y lo acercará
contra sí tanto como pueda.
Otra manera: que la mujer se siente y el
hombre la coja las piernas y se las coloque
alrededor del cuello, de forma que las corvas se
apoyen en sus hombros; que así la joda, abra­
zándose fuerte.
Otra manera: que la mujer se acerque a la
pared, levante la pierna izquierda y la apoye en
un banco u otra cosa parecida; el hombre la
joderá por detrás, agarrándole con la mano la

61
pierna que tiene levantada, pues así podrá acer­
cársele más y realizará mejor el trabajo.
Otra manera: la mujer, arrodillada, debe
curvarse hacia adelante y trabar los pies en las
piernas del hombre, que estará de pie, detrás
suyo, y la joderá apoyándose con una mano en
las nalgas, pues así se acercará más a ella y hará
mejor su trabajo.
Otra manera: que se tumbe (?) el hombre
y que la mujer se siente sobre su verga, teniendo
los pies junto a sus nalgas y las manos en sus
hombros, mientras que le mete la lengua en la
boca y él se la estrecha con los dientes; así
estarán más cerca.
Otra manera: que la mujer sé tienda de
espaldas sobre la cama y el hombre se eche
sobre ella; la mujer debe levantar las piernas y
el hombre estirar las suyas hasta las axilas (?);
sosteniéndola sobre sus pies, haga su trabajo
como mejor pueda, a no ser que la naturaleza
esté satisfecha.
Otra manera: que se tumbe la mujer en los
pies de la cama y tenga las manos fuera; el
hombre, de pie, le cogerá las piernas y se las
colocará en sus brazos... (?).
Otra manera: que se tumbe la mujer en los
pies de la cama, tal como ya se ha dicho, y el

62
hombre le levante las piernas, sujetándoselas
por las corvas. Este hará su trabajo estando de
pie fuera de la cama.
Si quieres que el hombre tenga la verga
eréctil, toma una libra de jugo de zanahorias,
tres onzas de aceite de mostaza; aceite de hor­
migas [...]; mézclalo todo y haz un ungüento.
Ponlo al sol ocho días y luego úntate el pene
tres horas antes de yacer con la mujer. Después
de haber estado con ella, lávate el pene con
agua caliente, pues si no la verga se quedaría
eréctil.
Igualmente, coge una parte de sangre de
macho cabrío, sécala y redúcela a polvo; luego
coge dos partes de harina de cebada refinada y
mézclalo todo con un buen vino; caliéntalo y
cuécelo sin que se haya enfriado. Bebe de ello
durante tres noches y verás que proporciona
un buen coito. También es muy bueno el
grano de mejorana.
Fin del speculum para joder.

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