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CÓMO DISCUTIR CON NUESTROS SERES QUERIDOS

1.- REGLA NÚMERO UNO: si el problema es ENTRE TÚ Y


YO lo arreglamos EXCLUSIVAMENTE entre tu y yo, y
QUEDA PROHIBIDO HACER PARTÍCIPES A OTROS o
DISCUTIR EN PRESENCIA DE OTROS.
Cuando hay testigos de la disputa el ego crece, el
orgullo se hincha, lo que se persigue no es la solución de
un problema determinado sino demostrar ante los
espectadores quién es más fuerte y dominante.
Estando a solas es mucho más fácil pedirse perdón
mutuamente, sincerarnos, vernos a la cara y hablarnos
con el corazón. Dos personas que tuvieron la afinidad
para unirse, pueden allanar cualquier diferencia si están
en intimidad.
Un testigo físico o mental nos motivará, sin darnos
cuenta, a tratar de mantener cierta imagen y eso
bloqueará la sencillez y la humildad indispensables para
llegar a un acuerdo con quien realmente importa...
Algunos psicólogos aseguran que los TRES PRINCIPALES FACTORES QUE CAUSAN LA
DESINTEGRACIÓN CONYUGAL son el ALCOHOL, la INFIDELIDAD y la INTERVENCIÓN DE LOS
FAMILIARES POLÍTICOS.
2.- SEGUNDA REGLA:El cariño y la lealtad son conceptos no negociables, por lo tanto QUEDA
TERMINANTEMENTE PROHIBIDO PROFERIR AMENAZAS TERMINALES".
En toda relación humana que se pretenda duradera debe haber ALGO intocable, ALGO que no
puede por ningún motivo entrar a la mesa de discusión: EL CARIÑO/AFECTO/AMOR.
Podremos negociar con nuestra pareja cualquier cosa, discutir encarnizadamente por
resolver las diferencias, pero siempre protegiendo bajo una campana de acero blindado el
concepto de nuestro amor; éste no se perjudicará con los resultados.
Amenazas como "si no cambias me largo" o "te advierto que si no accedes nos
divorciaremos" o "lo que dijiste acaba de matar mi cariño por ti, ocasionan que la discusión
baladí se torne peligrosamente terminal.
3.- TERCERA REGLA: QUEDA PROHIBIDO TENER ACTITUDES EXTREMAS. Si llegamos a perder
el control, lo mejor es alejarnos, pero nunca realizar escenas que nos hagan poco confiables
para siempre.
Cuando a Einstein le preguntaron si existía algún arma para combatir la mortífera bomba
atómica, él contestó que sí, que había una muy poderosa e infalible: LA PAZ.
Todos los seres humanos poseemos un arsenal de alto calibre que por ningún motivo
debemos usar en contra de nuestros seres queridos. . . Esas armas son: GRITAR; GOLPEAR;
INSULTAR; ROMPER COSAS; MALDECIR; INJURIAR A LOS FAMILIARES DEL OTRO; AZOTAR
PUERTAS; EMPUJAR; ARROJAR OBJETOS; IRNOS DE LA CASA; EMBORRACHARNOS;
COMETER ADULTERIO; etcétera.
Estos recursos hieren y hacen perder la visión de lo que se discute. . . Las partes nos
concentramos en devolver nuestras lanzas con el único fin de lastimar al contrincante.
Las actitudes extremas son como un veneno que DAÑA LA RELACIÓN PARA SIEMPRE, pues
aunque después de la lid nos reconciliemos, el familiar o amigo a quien agredimos con ese
armamento pesado ya no podrá volver a tener la misma confianza con nosotros ni podrá
vernos, aunque quiera, con los mismos ojos de antes.
Siempre existirá en él el temor de un desacuerdo futuro y la sospecha de que volvamos a
reaccione de la misma forma.
4.- CUARTA REGLA: DISCUTIR UNA SOLA COSA A LA VEZ.
Al enfadarnos se pondremos sobre la mesa de combate solamente el asunto que haya
causado la emoción negativa.
Cuando no sabemos discutir es muy común que comencemos reclamando un tema "A" y
terminemos disputando uno "Z" totalmente diferente, después de haber pasado por
veintisiete incisos, todos ellos sin relación, unos hirientes, otros incoherentes, otros
extremadamente añejos, pero todos esgrimidos para lesionar al contrincante con mil
pamemas y hacerlo sentir culpable de cuanto malo pasa entre nosotros.
Una discusión así no tiene ni pies ni cabeza; el asunto inicial se complica y se deforma al
grado que llegamos a sentirnos furiosos –nosotros y con quienes discutimos- y el pleito no
tiene solución.
5.- QUINTA REGLA: PROHIBIDO QUEDARNOS CON CUENTAS PENDIENTES; si algo no es lo
suficientemente grave para que lo discutamos en el momento que sucede, deberemos
tolerarlo para siempre...
Al departir no debemos traer a colación asuntos que ya pasaron, que ya se discutieron y que
no tiene ningún caso revivir. Hacer eso es como meter el dedo en heridas viejas.
Hay mucha sabiduría en la actitud de algunos padres que no hacen pleitos terribles por que
su hijo se peine o se vista un poco raro; o en la de esposas no fumadoras que permiten fumar
a sus esposos; o en la del varón que deja trabajar a su consorte aunque prefiriese que se
dedicara de lleno al hogar; o en la de las esposas que permiten a sus maridos invitar
eventualmente amigos a cenar. . . Es sabiduría porque disciernen que obligar a cambiar a sus
seres queridos en esas actitudes, necesarias de alguna forma para ellos, ameritaría un
altísimo grado de coerción.
No se trata de ser mansos o subyugados. SI EL ASUNTO ES GRAVE SE DEBE HABLAR claro,
pero si no lo es, basta con decirle al compañero/a lo que nos molesta y dejar bien establecido
que por el amor que le tenemos estamos dispuestos a tolerarlo. . . Esa es la mejor estrategia
para que un familiar cambie, la que se basa en la premisa de que aunque no cambie lo
seguiremos amando. . . Al percibir eso él/ella, a su vez, tarde o temprano también deseará
darnos gusto.
Fuente: La Última Oportunidad Carlos Cuauhtémoc Sánchez,,, Imagen de Internet...
transcripción por Juan Enrique

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