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Desirée Bela-Lobedde
Hoy quiero hablar del racismo dentro del feminismo, tema peliagudo donde los haya, y de la
tan nombrada interseccionalidad. Hoy estos son los temas que voy a intentar desenredar.
Además, ahora que tenemos el 8 de marzo a las puertas, también me parece un buen
momento para reflexionar acerca de estas cuestiones.
Últimamente he sido testigo de casos en los que el racismo ha sido instrumentalizado dentro
del movimiento feminista blanco hegemónico. Lo peor del caso es que no solo los cuerpos
negros se instrumentalizan y se usa la violencia que sufrimos para justificar la lucha, sino
que, cuando señalamos esa instrumentalización, la respuesta es tremenda, por lo violenta.
En el artículo de hoy quiero hablar de lo que dice el título: lo feminista no quita lo racista.
Hablemos de intereseccionalidad
FUENTE: https://blogs.publico.es/desenredando/2019/03/05/lo-feminista-no-te-quita-lo-
racista/?fbclid=IwAR1dP-yYRAdElpER28frEyBwthbEC5VM8osMSy0Ubj9OzSuwZC1Wkktji00 (08.03.19).
De Barcelona y de la cosecha de 1978. Comunicadora, afrofeminista.
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pensar un segundo: ¿se habla de las mujeres que pierden la vida en el mar, cruzando el
estrecho? ¿Se habla de las mujeres encerradas en los CIE?
A día de hoy siento que el término interseccionalidad, en boca del feminismo hegemónico
blanco, se ha corrompido. Se usa el lema “el feminismo será interseccional o no será” hasta
la saciedad, igual que se usa el eslogan “el feminismo será antirracista o no será”, pero esa
interseccionalidad se va difuminando en algún punto entre el momento en que sale de las
camisetas, las tote bags y las publicaciones en redes sociales, y se lleva a la práctica
reconociendo las prerrogativas de las mujeres negras.
Instrumentalización interesada
Lo de las intenciones
Después de eso llegan unas disculpas tibias que en realidad no llegan a ser unas disculpas, en
forma de “si alguien se ha sentido ofendida, no fue mi/nuestra intención”. En este punto me
gustaría recordar que la falta de intención no exime a nadie de tener conductas
discriminatorias. Así que estaría bien dejar, de una vez por todas, de escudarse en la excusa
de las buenas intenciones que, si el infierno está lleno de ellas, por algo será.
Lo cierto es que a mí, como mujer negra, en ocasiones me resulta difícil sentirme
identificada y, sobre todo, sostenida, por un movimiento feminista que pretende que me
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implique en su lucha, pero no reconoce ni recoge mi realidad y mis prerrogativas a base de
negarlas y minimizarlas una y otra vez. Esa minimización y esa negación se dan
continuamente cuando, ante el señalamiento del racismo existente en el feminismo
hegemónico, la defensa suele llegar de la mano de, una vez más, eslóganes del tipo de “el
enemigo común es el mismo” o “esta lucha es de todas”, cuando queda demostrado una y
otra vez que no, que la lucha es más de unas que de todas, y más para unas que para otras.
¿Confrontación o autocrítica?
Me resulta también bastante violenta la creencia de que, cuando quiero que se tengan en
cuenta mis reivindicaciones como mujer negra, lo hago desde la confrontación y se
sentencie que cometo un error al plantearlo así. Pero yo me pregunto, ¿no será que esto se
dice desde la vivencia de estos reclamos como una amenaza y como una pérdida de
privilegios, en vez de lo que es realmente, es decir, una reclamación de justicia, reparación
histórica e igualdad?
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Determinar que, porque el afrofeminismo reclama unos derechos está estableciendo un
enfrentamiento, culpabiliza a un colectivo minorizado y obvia cualquier responsabilidad y
cualquier voluntad de ejercer autocrítica, que sería lo deseable, pues solo desde el
reconocimiento honesto de que se ha obviado una problemática se puede tomar conciencia
de ella y se puede propulsar el cambio; pero esa problemática debe ser reconocida y
nombrada. Como dijo Kimberlé W. Crenshaw en su charla TED sobre la intereseccionalidad:
“cuando no existe un nombre para un problema, no puedes ver ese problema. Y si no
puedes verlo, difícilmente puedes resolverlo” (.
No quisiera terminar este artículo aquí, pues algo que me temo que pueda pasar es que,
desde las opiniones de personas que no detectan el problema del que hablo, se me acuse de
victimista y se me interpele, como habitualmente con un “¿y tú qué vas a hacer?”, como si
terminar con el racismo (en la sociedad en general y dentro del movimiento feminista en
particular) fuese únicamente una responsabilidad de las mujeres negras que lo vivimos, lo
denunciamos y lo detectamos; así que ahí van algunas propuestas
Propuestas de cambio
Sé que leer este artículo puede que, de entrada, te haya escocido; así que te propongo que
hagas lo que hago yo cuando leo me siento interpelada por algo que me remueve.
Revisa este artículo que escribí sobre cómo ser una buena aliada antirracista:
https://blogs.publico.es/desenredando/2019/01/08/decalogo-aliada-antirracista/.
Pasa a la acción. Repito que lo feminista no te quita lo racista, así que vale solo con
no considerarse racista: hay que ser antirracista. Y eso conlleva mucho trabajo. Así
que, si en tus círculos feministas detectas conductas racistas, exponlas y genera
debate acerca de ellas.
Acabar con el racismo dentro de los movimientos feministas es cosa de todas las personas
que conformamos esos movimientos, por lo tanto es hora de dejar de creer que, si
señalamos el racismo dentro del feminismo estamos intentando crear una guerra. No,
estamos intentando ampliar los horizontes para no tener que sentir que nos da de lado un
movimiento que también nos pertenece.