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ROMPIENDO FRONTERAS CON EL FEMINISMO

Noemí Villaverde Maza

El feminismo occidental hegemónico tiende a victimizar a las mujeres de otras culturas y a creerlas
sumisas y sin ningún tipo de poder. Además, se invisibiliza el análisis de circunstancias históricas,
políticas y socioculturales concretas de su cultura y de su historia de vida, descontextualizando su
mundo y creando estereotipos y prejuicios. El truco está en, como dice Britt-Marie Thuren: “evitar
un relativismo paralizador (antropología sin motivación política) y evitar nuevas formas de
etnocentrismo (feminismo occidental sin conciencia antropológica)”1

“La ‘diferencia del tercer mundo’ incluye una actitud paternalista hacia las mujeres
del tercer mundo, las mujeres del tercer mundo como grupo o categoría se definen
automática y necesariamente como religiosas (léase: no progresistas), orientadas
hacia la familia (léase ‘tradicionales’), menores de edad (léase: ‘aún no están
conscientes de sus derechos’), analfabetas (léase: ‘ignorantes’), domésticas (léase:
‘primitivas’) y, a veces, revolucionarias (léase: ‘¡su país está en guerra, tienen que
luchar!’) Es así como se produce la ‘diferencia del tercer mundo’ ” escribe la teórica
feminista poscolonial y transnacional Chandra Talpade Mohanty.2

El feminismo occidental “hegemónico” ya lleva tiempo recibiendo críticas y regañinas por


parte de las mujeres de otros lugares del planeta, que las acusan de etnocéntricas. Los
esquemas de los que parten para hablar de las mujeres de otras sociedades son sus
propios esquemas culturales, y no ahondan o no desean ahondar más en sus contextos
históricos, políticos, socioeconómicos y mucho menos personales. Es más, tratan de
constreñir a todas las mujeres en un grupo homogéneo y ahistórico, categorizándolas en
un colectivo no sólo diferente y misterioso a ojos de occidente, sino pasivo y sumiso y,
sobre todo, víctima.

Para algunas feministas esto tampoco es nuevo en nuestras sociedades. Elizabeth


Badinter, Judith Butler y otras feministas, por ejemplo, advierten de la deriva que está
tomando un feminismo que victimiza a todas las mujeres y, por ende, culpabiliza a todos
los hombres, en “un intento de instaurar la separación de sexos”3 y, por ende,
reinstaurando normas de género rígidas. Estas normas definen lo que es digno y decente
para una mujer, y en nombre de la dignidad decente, se castiga la prostitución, la


Mito. Revista Cultural, nro. 20, 08.04.15 (http://revistamito.com/rompiendo-fronteras-con-el-
feminismo/?fbclid=IwAR3bdyY1rVknX1LEgL2K8-7Wj7_BFsaRTm17AAn3akKYkURUTB3LRM02f0M).

Licenciada en Educación Social (UPV/EHU) y Antropología Social y Cultural (Universidad de Deusto).
Antropóloga.
1
THUREN, Britt-Marie. Del sexo al género: Un desarrollo teórico: 1970-1990.
2
MOHANTY, Chandra T. Bajo los ojos de occidente.
3
«El hombre no es un enemigo a batir». Entrevista con Elisabeth Badinter. DE SOUSA SANTOS,
BOAVENTURA. Descolonizar el saber, reinventar el poder.

1
pornografía e incluso relaciones sexuales alternativas que escapen de la idea
judeocristiana del sexo por amor.

“Yo dignifico cualquier trabajo que haga. Ningún trabajo me dignifica a mi” recuerda
Margarita Carreras, trabajadora sexual.4 Como Margarita, muchas mujeres de este
colectivo denuncian que se les trate de “pobres prostitutas”, personas débiles y dignas
unicamente de compasión, pero sin la capacidad de luchar por sus propios derechos.

Lo mismo ocurre con las mujeres gitanas, a las que se les asigna marginación, y se les
estereotipa como sumisamente inmersas en tradiciones machistas. Lógicamente, como
mujeres con plena capacidad de decisión, dejan atrás aquellas costumbres negativas que
coartan libertades y mantienen aquellas positivas.

“Hay muchos estereotipos que romper, mucha mitología y una tendencia de las
payas europeas a considerar que son el modelo, las únicas liberadas. Nuestras
dinámicas son diferentes, queremos emanciparnos a nuestra manera. ¿Por qué no
puede existir la diversidad?” denuncia Rosa Jiménez, directora de la asociación Sim
Romí.5

Otros colectivos se pueden añadir en este fenómeno victimizante dentro de nuestra


sociedad: mujeres con diversidad funcional, queer (aquellas personas que no desean
considerarse heteronormadas o dentro de ningún género binario) mujeres de la Tercera
Edad… Pero también se extrapola fuera de las fronteras, a las mujeres de otras culturas,
víctimas no solo de su género, sino también del “Tercer Mundo” al que dicen que
pertenecen.

Por eso, cuando hablamos de Sororidad, que hace referencia a la igualdad entre mujeres,
se las consideran hermanas no por compartir el mismo deseo y la misma capacidad de
lucha política contra las jerarquías de clase, raza, género e imperialismo, sino únicamente
por ser del mismo género, considerándolas únicamente hermanas víctimas. Estas mujeres
no comparten las características de la mujer occidental modelo, a la que se le considera
mujer moderna, independientes y con completo control y libertad sobre su cuerpo y su
sexualidad. En este mal uso del término sororidad (“sisterhood”, acuñado por el
feminismo de las mujeres negras) se invisibiliza el análisis de circunstancias históricas,
políticas y socioculturales concretas.

Un ejemplo claro es la práctica del velo en los países musulmanes, símbolo por
antonomasia de la opresión de la mujer bajo los ojos de Occidente. Esta idea es
peligrosamente reduccionista. Las mujeres iraníes de clase media utilizaron el velo
durante la revolución de 1979 contra el Shah y la colonización occidental, para mostrar su

4
Entrevista a Margarita Carreras: “La dignidad es que yo dignifico cualquier trabajo que haga, ningún trabajo
me dignifica”.
5
http://www.pikaramagazine.com/2013/10/una-revolucion-lenta-pero-irreversible/.

2
solidaridad con sus hermanas de la clase obrera que se velaban. Actualmente, en Irán es
obligatorio usar el velo. En este ejemplo se ve claramente los diferentes contextos
históricos: uno revolucionario y el otro de opresión. En los países occidentales,
actualmente “es más fácil salir a la calle con menos ropa que con hiyab.6 Por eso, el llevar
hiyab es un acto de valentía, no de sumisión. Y hay que aplaudir a las mujeres que hacen
frente a este desafío diario”, explica Hajar Samadi, periodista miembro de la asociación de
musulmanas Bidaya.7

Otro ejemplo esclarecedor y si se quiere paradójico, fue el que ocurrió con las mujeres de
RAWA (movimiento de liberación de mujeres de Afganistán). Cuando en la plaza de Kabul
ejecutaron públicamente a una mujer, una valiente activista pudo grabarlo a través de su
burka con el fin de divulgarlo a las diferentes agencias internacionales, las cuales se
negaron a emitirlas, alegando ser demasiado duras para la sensibilidad de su público. Por
supuesto, esto cambió a partir de aquel 11 de Septiembre, cuando los medios no tuvieron
reparos en divulgarlas bajo la bandera de la liberación de la mujer.8 De nuevo, la
victimización de las mujeres de Afganistán. O lo que Brigitte Vasallo llama Purplewashing:
el Islam como el enemigo por esencia de los derechos humanos y como el opresor
fundamental de las mujeres; lo que justifica invasiones y ocupaciones que, en realidad, no
han traído ni más desarrollo, ni paz, ni más respeto a los Derechos Humanos, ni mucho
menos ha mejorado la situación de las mujeres musulmanas.

Existen otros muchos estereotipos alrededor del velo, cuyo uso, excepto el antes
mencionado Irán y en algunas zonas de Arabia Saudí, no es obligatorio. De hecho, la
politóloga Nazanin Armanian afirma que el 95% de las musulmanas no llevan velo, y
recuerda que este vestido no es religioso sino étnico.9 A lo largo de todos los 54 países y
sociedades musulmanas, hay una pluralidad de vestimentas, tanto para las mujeres como
para los hombres. Los bereber y beduinos llevan también su pañuelo. Son los hombres
touaregs los que esconden su rostro bajo una túnica, y no las mujeres. Además, el burka,
que es preislámico y de una única etnia afgana, también lo llevan las judías ortodoxas
sikrikim.

6
Luz Gómez García en su libro ‘Diccionario de Islam e Islamismo y Fatima Mernissi en su obra “El harén
político” explican que el término hiyab procede de la raíz ḥaŷaba, que significa “esconder, “ocultar a la vista”
o incluso “separar”, y da lugar también a palabras como “cortina”. En la época de los califas rachidíes, se
impuso el uso de unos cortinajes para proteger la intimidad del profeta de terceras personas o del pueblo.
Éste es el hiyab del que habla el Corán.
7
Brigitte Vasallo eta Hajar Samadi. Kazetaria eta Bidaya emakume musulmanen elkarteko kidea. «Errazagoa
da kalera biluzik ateratzea beloarekin baino».
8
Afganistán: la invasión y la resistencia contada desde dentro.
9
Nazanín Armanian: «El 95% de las musulmanas no lleva velo».

3
En cuanto a la lapidación y la sharia, en realidad sharia significa «vía»10 y no hay nada en
todo el Corán que se refiera a la lapidación. La lapidación es preislámica y su origen está
en la tradición judía. En la Biblia, las referencias a las lapidaciones son numerosas. Pero los
gobiernos de Arabía Saudí, Irán y otras teocracias, manipulan o fuerzan los textos
sagrados para sus propios intereses, tratando de otorgarse una legitimidad religiosa que
oculte su condición despótica y atentando contra la sociedad que debiera proteger.11
Además, intentan aplicar las leyes literalmente tal y como se hacía en la antigüedad . Es
por esto que obvian hechos “como el de que las lapidaciones era la manera de aplicar la
justicia de pueblos nómadas que no encarcelaban a nadie por su constante movimiento y
que usaban piedras ya que no tenían árboles en los que colgar a los infractores.” explica
Armanian. Tampoco tenían sillas eléctricas o drogas mortíferas como las de EEUU. Por
cierto, nadie define a Arabia Saudí como un país fundamentalista, y cada viernes
decapitan a alguien. Quizás sea porque determina el precio del petróleo.

La ablación del clítoris también es una costumbre preislámica, y también la realizan los
cristianos coptos y los judíos falashas.12 En Europa se realizaba hasta el S.XIX. Se llamaba
clitoridectomía y, se creía, curaba “enfermedades” como la histeria, la melancolía, la
epilepsia o el exceso de masturbación y el lesbianismo. Hoy, la cirugía es la que hace este
uso, y se llama vaginoplastía.

Aún rompiendo con todos estos estereotipos, todavía hay quien afirma que lo que ocurre
en realidad es que las musulmanas niegan su esclavitud. Y no son las únicas mujeres
juzgadas bajo los ojos de Occidente. Múltiples son también los estereotipos sobre las
mujeres chinas, lo que Li Xiaojiang, académica china, llama el mito de la “doble opresión”:

“…una causa de la opresión es impulsada por la familia tradicional china; y la otra


fuente son las políticas del estado, dado que la política de China es antidemocrática y
su economía es subdesarrollada. Consecuentemente se ha representado a las
mujeres chinas como viviendo en un infierno en medio de indescifrable
sufrimiento.”.13

El caso es que el activismo feminista chino ha ido por un camino histórico muy diferente a
Occidente. Mao pensaba que cuando se llegara a una sociedad sin clases, las divisiones de

10
Vía o camino correcto para hacer “hassanat” (bellas acciones) Por lo tanto, no es un código juridico, no
legisla, sino que ofrece unos principios ético-morales para crear en cada época o lugar. “A cada uno de
vosotros os hemos asignado una sharî‘a” dice un versículo. También evoca las “sharias” de Noé, Abraham,
Moisés y Jesús “pues una y otra contienen guía y luz”. Más información, aquí.
11
Esto ocurre con las teocracias tanto islámicas como judeocristianas. Recordemos que Bush alegó una
obligación religiosa para realizar sus sanguinarios planes en Oriente Medio. Francisco Franco era caudillo por
la “gracia de dios”. Y no olvidemos que el Vaticano también es una teocracia.
12
Los coptos son los descendientes de los antiguos egipcios, que se convirtieron al cristianismo en el siglo I.
El origen de los falashas o judíos negros de Etiopía es un misterio que todavía hoy fas-cina a muchos.
13
SHI, Shu-mei.Hacia una Ética de los Encuentros Transnacionales, o ¿”Cuándo” una Mujer “China” es
Considerada una “Feminista”?

4
género desaparecerían. Dos fueron las leyes que cambiarían el curso de la vida de las
mujeres chinas en los años 50: la ley del matrimonio (que acababa de un plumazo con la
familia tradicional) y la ley del trabajo (que promovía la incorporación de las mujeres al
mercado laboral). De esta manera, las chinas no solo sufrieron la sobrecarga del doble
trabajo, en el mercado laboral y el doméstico, sino que tuvieron que suprimir sus
características femeninas, y vestir y actuar como hombres durante la revolución cultural,
bajo la bandera de la “igualdad”. Así, la política se entrometió en la vida de estas mujeres
durante medio siglo, lo que no es de extrañar que hoy muy pocas mujeres chinas se
llamen a sí mismas feministas o hablen del feminismo, y sí adopten términos como
“estudios o investigación de las mujeres”, o “análisis de los problemas de las mujeres”.
Son términos menos politizados, más centrados en lo académico. Lo que no significa que
las mujeres chinas no luchen por sus derechos.

No sólo entender el contexto es imprescindible para crear estrategias de oposición


correctas. Al mismo tiempo, al definir a las mujeres como objetos pasivos, se reniega el
poder que ejercen en su sociedad para hacer valer sus actividades y relaciones. Por
ejemplo, no es suficiente con describir el rol central de la mujer en una sociedad, como el
rol de ser madre o el rol del trabajo en el hogar, sino el valor y el estatus que se atribuye a
la maternidad y al trabajo doméstico en esa sociedad. Un buen ejemplo es el valor que se
le da a la familia en la sociedad negra. Mientras nosotras luchamos contra la dependencia
de la mujer en la familia y contra el permanente rol de ama de casa, la familia negra es
una familia extensa, y es una fuente de resistencia a todo tipo de opresiones, tanto en los
periodos coloniales como bajo Estados autoritarios. Por ello, hay una reivindicación de la
figura de la familia y de la madre como una socialización colectiva de los hijos (de aquí, la
palabra “sororidad”).

“Las feministas blancas” afirmaba bell hooks14 “no entienden, ni siquiera pueden
imaginar, que las mujeres negras, así como otros grupos de mujeres que viven cada
día en condiciones opresivas, a menudo adquieren conciencia de la política patriarcal
a partir de su experiencia vivida, a medida que desarrollan estrategias de
resistencia”.15

“Nosotras queremos afirmar nuestro “ser mujeres” desde la comunidad.” explica


Julieta Paredes, mujer feminista, en este caso, aymara. “Los distintos feminismo han
ido nombrando al patriarcado como el sistema de las opresiones de los hombres
sobre las mujeres. Nosotras decimos aún más: el patriarcado es el sistema de todas
las opresiones, violencias, discriminaciones, que viven no solo las personas, sino toda
la humanidad y la naturaleza. Todo ello construido sobre el cuerpo de las mujeres.
No solo se trata de la relación entre los hombres y las mujeres, sino todo tipo de
opresiones. El colonialismo es patriarcal.”.16

14
bell hooks es un seudónimo escrito en minúsculas, según sus palabras: “para establecer una separación
entre ella misma y su ego, y su trabajo”.
15
JABARDO, Mercedes. Feminismos negros.
16
Feminismo Comunitario, La Paz, Bolivia.

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