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GUSTAVE FLAUBERT
Bibliomanía
U n e u en t o
Plazo de lo Ciudadela 4, Centro Histórico de lo Ciudad de México Tel. 512 09 27 FAX 510 4 1 85
Presidente
Víctor Flores Olea
BIBLIOTECA DE MEXICO
Director General
Jaim e García Terrés
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Aunque estoy a punto de renacer, , "'1"',
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no lo proclamaré a los cuatro vientos
ni me sentiré un elegido:
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sólo me tocó en suerte,
y lo acepto porque no está en mi mano
negarme, y sería por otra parte una descortesía
que un hombre distinguido jamás haría.
Se me ha anunciado que mañana,
a las siete y seis minutos de la tarde,
me convertiré en una isla,
isla como suelen ser las islas.
Mis piernas se irán haciendo tierra y mar,
y poco a poco, igual que un andante chopiniano,
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empezarán a salirme árboles en los brazos, •...
rosas en los ojos y arena en el pecho. .,'"
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En la boca las palabras morirán '"
para que el viento a su deseo pueda ulular.
Después, tendido como suelen hacer las islas,
miraré fijamente al horizonte,
veré salir el sol, la luna,
y lejos ya de la inquietud,
diré muy bajito:
¿así que era verdad?
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UMBERTO ECO
La sobreinterpretación
El año pasado, Umbe rto Eco fue in vitado a im- te respecto al proceso de fe rtili zación . Y dado qu e
partir las Tanner Lectures e n la Uni versidad de la relación m ágica debe ser de carácte r fun cional,
Cambridge . El artículo que prese nta mos es un a la analogía no se sostie n e. Si los bulbos posee n una
de esas conferencias. relación de semejanza con los testículos , y los testí-
culos posee n una relación causal con la producción
de seme n , no se concl uye de esto qu e los bulbos es-
Los seres humanos pe nsamos en términos de iden- té n ca usalm e nte con ectados con la actividad sexual.
tidad y similaridad. En la vida diaria, sin e mbargo, Pero la cree ncia e n el pode r m ágico de la orquí-
por lo general sabemos distinguir e ntre las sim ilitu- dea se fundaba e n otro principio he rm ético, e n el
des que son rel evantes, significativas, y las qu e son corto circuito de post hoc ergo ante hoc: una co nse-
fortuitas, ilusorias. Podemos mirar de lejos a alguien, cue n cia es considerada e inte rpre tada como la cau-
cuyos rasgos nos recuerden a una pe rsona A, a qui en sa de su propia causa. Que la orquídea debía te n er
conocemos, sólo para confirmar después qu e se tra-
ta de B, un extraño: ya no dare mos crédito a esa se-
m ejan za, la considerare mos fortuita . Hace mos esto
porque aceptamos que, desde cierto punto de vista,
todo mantie ne r elaciones de analogía, contigüidad
y semejanza con todo lo demás. Uno puede ll evar
esto al límite y afirmar qu e existe una relación e n-
tre el impe rativo dilo y el sustantivo cocodrilo por-
que, además de rimar, aparecen ambos e n la oración
que acabo de pronunciar. Pero la dife re n cia e ntre
la interpretación cuerda y la interpretación paranoica
consiste en reconocer que esta relación es mínima.
El paranoico no es quie n observa que dilo y cocodrilo
aparecen curiosamente dentro del mismo contex to:
es quien comi e n za a pregunta rse por el miste rioso
motivo qu e m e indujo a reunir esas dos palabras. El
paranoico percibe un secreto bajo mi ejemplo, al que
estoy aludiendo. La semiosis herm é ti ca va demasiado
lejos precisamente en estas prácti cas de inte rpreta-
ción sospechosa, siguie ndo principios de procedi-
miento que a parecen e n todos los tex tos de esa tra-
dición.
Antes que nada, un afán de hall ar prodigios con- relación con los testículos se probaba por el hecho
duce a sobreestimar la importancia de coincide ncias de qu e ll evaba el nombre de éstos (orchls = testíc u-
que son explicables de otro modo. El herm etismo re- lo). Desde luego, la e timología e ra res ultado de un
nacentista iba e n busca de "signaturas", es decir de falso indi cio. No obstante, el pe nsami e nto he rm é ti-
indicios ostensibles qu e revelaran relaciones ocul- co hall ó e n ella la evidencia que demostraba la oculta
tas . La tradición había descubi erto, por eje mplo, qu e simpa tía .
la planta llamada orquídea tenía dos bulbos esfe roi-
des, y había hallado en eso una notable analogía mor- Demostraré más adela nte que pode m os hall ar pro-
fológica con los testículos. Con fund am e nto en este cedimi entos se mejantes en las contemporáneas prác-
parecido, los he rmetistas del Re n acimie nto proce- ticas de interpretación textual. Nuestro problema, sin
dieron a la "homologación de las relaciones difere n- e mbargo, es el sigui e nte: sab em os qu e la an alogía
tes": de la analogía morfológi ca pasaron a·la analo- e ntre el satynon y los testículos e ra erró nea porqu e
gía funcional. La orquídea debía te ner propiedades las pru ebas e mpíri cas ha n de mostrado que la planta
mágicas relacionadas con el aparato re productor (ra- no tien e influ e ncia sobre nu estro cue rpo. Pero ¿po-
zón por la que también se le conoció como satyrion). see mos algún criteri o para señalar qu e una inte rpre-
De hecho, tal como Bacon lo expli caría m ás ta rd e, tación tex tual dada sea un ej e mpl o de sobreinterpre-
la orquídea ti e n e dos bulbos porque cada año form a tación ? Puede objetarse qu e la única man e ra de
un nuevo bulbo al lado del viejo; y mi e ntras el pri- de finir una m ala interpretación es establ eciendo los
m ero crece, el más recie nte decrece. De ese m odo, criterios que definan un a buena inte rpre tación . Pe-
los bulbos puede n prestarse a una analogía form al ro creo, por el co ntrario , qu e pode mos aceptar una
co n los "testículos, pero ti ene n una fun ción difere n- especie de principio popperia no según el cual, si no
Biblloteca de M éX ICO
3
hay reglas que ay ud en a ce rtificar qu é inte rpre tacio- rosacruz se ría como sigue : una rosa con una cruz in-
nes son las "m e jores", hay por 10 m e nos un a regla se rta, bajo la cual aparecería un pelícano qu e, en con-
para exp licar c uá les so n "mal as". co rdancia con la leye nda tradicional, alimenta a su
Pcrmíta nme exa minar un fl agrant e caso de so- cría de la carn e qu e ésta le arranca de la pe chuga .
hreinterpretación a propósito de 10 qu e podríamos Enton ces, la tarea de Rossetti es probar qu e ese sím-
llamar wxtos secul a res sagrados. Tan pronto un texto bolo aparece tamb ié n e n Dante . (Es cie rto qu e de
se hace sagrado para una cultura dad a, se convierte es te modo corre el riesgo de demostrar únicam e nte
en ohjeto de l proceso de lectura sospechosa y, por que el simbolismo masónico se inspiró en Dante , pe-
lo mi smo, de un exceso de interpre tación. Sucedió ro en ese punto podría postularse otra hi pótesis : la
as í co n la alego ría clásica e n los textos hom é ricos, de un tercer texto arquetípico.) Si n dificultad, hall a
y por fuerza oc urri ó tambi é n, e n los pe ri odos patrís- re fer e ncias a la cruz, a la rosa y al pelícano . No pue-
tico y escolást ico, con las Escrituras, y de igual m o- de sorpre ndernos que tarde o temprano aparezcan
c10 e n la cultura judía con la inte rpretación de la To- los símbolos de la Pasión en un poema qu e habla so-
ra h. Sucedió e n el m edioevo con Virgilio ; e n Francia , bre los misterios de la religión cristiana . El pelíca-
le tocó a Rab elais; le tocó a Shakespeare (por ejem- no, que supuestamente alimenta a su cría con su pro-
plo, ba jo los auspic ios de la legión de cazadores de pia sangre , se convirtió desde muy pronto e n el
sec retos qu e ha n saqu eado los textos del Bardo para símbolo de Cristo e n la tradición cristi a n a - los bes-
loca lizar anagramas, ac rósticos u otros m e nsaj es tiarios y la poesía religiosa medievales están ll e nos ,
ocultos, por medio de los qu e Francis Bacon habría de refe rencias a él. Por 10 qu e respecta a la rosa, da-
comuni cado que él e ra el ve rdad e ro autor); y hoy da su compleja simetría, su suavidad, la variedad de
le toca a Joyce . s u coloración, y por el h echo de qu e florece e n pri-
Así las cosas , Dante difíci lm e nte hubi e ra podido mav e ra, aparece en casi todas las tradiciones místi-
escapar. Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta cas como símbolo de variadas propiedades deseables .
la fec ha - desde los prim e ros trabajos de l escritor Así, cuando Dante tiene qu e represe ntar la gloria so-
a nglo-itali a no Gabriele Rossetti (padre del pintor), brenatural de la Igl esia triunfante en té rminos de es-
del fran cés Eugén e Aro ux, O del gran poe ta italiano plendor, amor y b ell eza, utili za la imagen de la ro sa
Giova nni Pascoli, hasta Re né Guénon- muchos crí- sin man cha (" Paraíso", xxxi).
ticos han leído y releído obsesivame nte el inm e nso Rosa aparece en la Divina Comedia ocho veces en
opus dantesco e n busca de un mensaj e oculto. singular y tres e n plural. Croce aparece di ecisiete ve-
Ahora bien, Dante fue el primero e n asegurar qu e ces. Pero nun ca aparecen juntas. Rossetti, no obs-
s u poesía conllevaba un sentido n o lite ral qu e debía tante, n ecesita tambi é n un pelícano . Y lo e n cuen-
se r dete ctado "sotto 1/ ve /am e delll versl stranl", m ás tra, tal cual, e n el "Paraíso", xxxv i (ú nica aparición
all á y por debajo del sentido lite ral. Pero no sólo 10 e n el poema), e n evidente conexión con la cru z, pues
afirmó ex plícitam e nte: tambi é n dio las claves pa ra el pelícano es el símbolo del sacrificio . Desgraciada-
hall a r esos se ntidos no lite ral es. Aún así, aquellos mente , la rosa no los acompaña . Entonces, Rossetti
intérpre tes a qui e nes llamaremos los Adeptos del Ve- va e n busca de otros pe lícanos. Halla uno e n Cecco
lo (Acleptl del \le/ame) locali zan e n Dante un le ngua- d'Ascoli (o tro a utor sobre el que los Adeptos del Ve-
je sec reto o j e rga , a partir de l cual toda re fe rencia lo se han devanado el seso, pues el texto de L 'A cer-
a asunto s e róticos o a gente real deb e se r in te rpre- ba es tan oscuro). Aun así, un pelícano en Ceceo no
tada como un a in vectiva codifi cada e n contra de la es un pelíca no e n Dante, aunque Rossetti trat e de
Igles ia. oscure cer ese nimio de tall e co nfundi e ndo las not as
Uno pod ría preguntarse con razón por qu é te ndría de pi e de página. Es verdad qu e Rosse tti c ree haber
Dante que haberse tomado tantas mol estias para hall ado otro pelíca no e n el preámbulo del "Pa raíso"
ocultar sus pasiones gibelinas, cuando explícitame nte xxi ii, donde se lee de un pájaro que, es pe rand o im -
la n zó s u invectiva contra la silla papal. Pe ro exami- pacie ntemente el aman ece r, está alerta e ntre las bi e-
nem os un e je mplo co n cre to, e n el que Rosse tti m a- namadas frondas, sobre una ram a tupida presinti e n-
neja una de las obsesiones supre m as de los Ad e ptos do el sol para sali r a buscar la co mida de sus crías.
c1e l Ve lo. De ac ue rdo con éstos, el texto de Dante co n- Pe ro este pájaro debe buscar com ida precisame nt e
tie ne una ca ntidad de símbolos y prácticas litúrgi- porqu e no es un pe líca no , de otro modo ali m e nta-
cas típicas de la tradición masónica y ro sac ru z. Esta ría a sus crías con la earne arrancada de su se no . Ade -
es Ulld c uestió n inte resante qu e dese mboca e n pro- más, aparece como símil de Beatriz, y seguramente
hlclllJ Mientras qu P. hay docum e ntos qu e atestigu a n hubi e ra sido un error poético de Dante re prese ntdr
e l Jd\'cni mi c nto de las id eas rosacru ces haci a el co- a s u a mada con los desgarbados trazos de un pi cud o
lll ic l1 Z0 elel siglo XV II, y la aparición de las prim e- pelíca no. Para colmo, e n su deses perada y m ás bi e n
ras log ias de la francmasonería simbóli ca hac ia co- patética avicultura, Rosse tti locali za e n el d ivino poe-
mi('IEOS de l XV III , no hay ninguno qu e los estudiosos ma sie te aves de co rral y sie te pájaros, qu e ad scribe
serios acepte n co mo prueba de la ex iste ncia previa a la familia de los pelíca nos : pe ro ninguno aparece
dc ('SdS ideas y u orga ni zaciones. Por el co ntrari o, ce rca de la rosa
(':.:istell docume ntos co nfiabl es qu e atestiguan có mo
('n los siglos XV III y XIX, las logias y sociedades ro-
sauuu's y temp la rias de dive rsas te nd e ncias eligie-
ron ritos \' sí mbo los que se rvirían para establece r un PermÍtanme con side ra r a hora un caso e n e l qu e la
IlIldj(' iJl\'('ntado. De m a ne ra simil ar, el Pa rt ido Fas- justeza de la inte rpre tac ión es in c1ecidibl e: cie rta men-
cis(" 1(,1kl1lo adoptó el fasces de I lictor rom a no co- te, es difícil asegurar qu e sea in co rrec ta He aquí có-
IllO signo de que prete ndía co nside ra rse he rede ro de mo uno de los líd e res de la esc uela de sconstruccio-
b ,lJl(ig uo1 Roma. nista , ante riorm e nte relacionada co n Yale , 0 coffrey
Ross('tti parte de la con vicció n de qu e Dante e ra Hartman , exa min a algunos versos de los "Poe mas
trallcmdsoll, templario y miembro de la Frate rnid ad a Lu cy" de \'\/o rd sworth, ve rsos e n los qu e el poe ta
Ros"cr u /. Da por sentado que un sím bolo mas ón - habla explícita m e nte de la mu e rte de una nilla
B,bllO(CUI {le Mc,y,eo
4
Un Dante masón y rosacruz.
•
el a utor cono ce algo qu e e l le cto r ja m ás sab rá, y qu e C Y .\f P R I V !L E GIO 1:EC I S.
BIblIOteca de M éx ICO
XAVIER GUZMÁN URBIOLA
de León
cán. Era una tarde calurosa. No obs-
tante, Mercade r vestía un a volu-
minosa gabardina. Adentro , León
Trotsky alimentaba a s us conejos.
Natalia Sedo va había mirado a s u
marido poco an tes desde el porche.
Ramón Mercader ava n zó h asta e n-
contra rlo. Deseaba mostrarl e un ar-
ky escribe "yo te . .. " dej an do una go dine ro su fi cie nte para eso; a algún
En el concurso para elegir a "Miss Ita-
larga línea de suspen so. El hecho de luga r de Ve racruz".
lia", que se celebró el año pasado en una
conten e r una re fe re n cia tan clara y D. Jl egó con un pe ri co e n la cabe-
pequeña ciudad cercana a Nápoles, al
dado que es el úni co m ensaj e qu e za. Hablam os de pie, po rqu e D. ya
llegar la siempre regocijante sección de
no tie n e destinatari o n os h ace de- qu e ría irse. F. le dijo algo a D., q uie n
las "preguntas de cultura general", el ju-
ducir que n o podía h abe rl o dirigido m e lo traduj o con u na son ri sa: "Dice
rado preguntó a u~a de las participan-
qu e si n o fue ra tan ta rde lo aco m pa-
T ro tsky a Diego y Frida, sino sólo tes quién era Leonardo da Vinci . "Eh ...
ña ría hasta Pach uca y se regresa ría
a esta úl tima . ¿un aeropuerto?", respondió la aspiran-
e n cami ón" . EJl a no me ncionó nada
Sabem os que Frida visitó a T rots- te. ¿Y quién fue Stalin?, se le preguntó a
se mej a n te d ura n te los tres minu tos
ky el día 11 de j ulio e n San Miguel otra, que respondió intrigada "¿ Un es-
qu e pasa m os espe rando a D. ¿Por
Regla. Cie rtos estudi osos coincide n talinista?" Es posible que la chica no ha-
qu é se lo hab rá di cho? Él m e trad uj o
ya andado tan descaminada, si es ver-
en que fu e e n ese m om e nto cuan- todas las pa labras de eJl a de un m o-
dad que se puede ser más papista que
do decidieron pon e r fin a sus rela- do m uy amable. Pe rdón ame por co n-
el Papa ,
cion es. Se tra tab a - e n opini ón de ta rte todos estos de taJl es, pero qui zá
Van Heijenoort - de un am orío que te in te rese n , a unq ue sea un poco.
era un tob ogán imposibl e de seguir
si no adquiría compromisos m ás se- No obstan te , al día sigu ie n te, T rots- Pero también por acá se cuecen habas.
rios. Ni T rotsky ni Frida podían ha- ky, de van eando en tre su m oralismo En el concurso "Señorita D.F ." , una na-
cerlo; ambos estaban dem asiado y su sinceridad con Natali a, le es- da fea amiga, respondió a la pregunta
unidos a sus parejas. Ella Wolfe pe n- cribe a Frida la carta del diecin ueve de qué personaje 'de la historia le pare-
sab a que fu e Fri da quien rompió. e n qu e el a mbiguo j uego de Fri da cía más interesante:
y Di ego, de propone rle a T rotsky -Platón, porque en su libro Los diá-
Basaba sus testimoni os en una car-
qu e ell a le acompañ e a Pach uca , se logos de Platón . ..
ta -qu e Frida opin aba "e ra muy "A little learning is a dangerous
linda" - de nue ve cuartill as e n via- tran sfo rma e n u n a cortesía de su
thing", dice Alexander Pope. Fenómeno
da por T rotsky desde San Migu el parte rayana e n la inge nuidad, e vi- que ya no es sólo aplicable a los seres
Regla. Frida e n tregó esta carta a su de n ciadora de su a n onadami e n to . humanos . Hace poco, en el "noticiero"
amiga pa ra que la leye ra suplicán- T rotsky desli za la pregu nta ace rca de David Miller (Saturday night live) , un
dole la rompi ese después, cosa qu e de su compañ ía para el proyectado "experto militar" dijo que las " bombas
cumplió la m uj er de Bertram Wol- viaje de Frida a Ve racru z. Ingen ui- inteligentes" eran más inteligentes que la
fe . Dicha carta n unca h a a parecido. dad y a trevimi e n to . mayoría de la población norteamericana:
Traigo esto a colación porqu e la se- Hay sólo u na cuestión m ás que -Por lo menos, las bombas saben
agregar. Todos los estudiosos h an dónde queda Bagdad. Pero -agregó-
gunda suge re n cia a sus intimidades
coin cidi do e n q ue el artista no esta- no conviene hacerlas más inteligentes
aparece e n fec ha poste ri or al 11 de porque entonces las bombas organiza-
julio: el día diecinueve, Trotsky le b a al tanto de las relacion es soste-
rían marchas pacifistas.
pregu n ta a Frida si irá sola o con n idas e n tre T rotsky y su esposa . En
Diego a Veracruz. ¿Qué qui e re de- 1986 publiqué un doc u m ento , e n-
cir esto m ás all á de la eviden te re- ton ce s in édito, e n el cu al Ri ve ra di-
fe ren cia? El 15 de j uli o Trotsky ll e- ce conoce r la existe n cia de "una se- A fines del año pasado, recibimos la no-
gó a la ciudad de México para pasar rie de cartas de am or" e n viadas a su ticia de la muerte del profesor Fung Yu-
tres días con Natalia. Antes de re- mujer por Trotsky, si bien lo dice en Lan, a los 94 años de edad . Fung fue uno
gr esar a San Migu el Regla, buscó a un contexto que nos h ace creer qu e de los filósofos más notables de la China
tal vez exage raba o m en tía. De h a- contemporánea; su labor en pro del en-
Diego y a Frida e n la casa-tall e r de
b e r te ni do sospechas és te se ría el tendimiento entre Oriente y Occidente es
San Án gel. El diecioch o, T ro tsky le una de las grandes empresas del siglo .
escribe a Natalia con gran sin ce ri- sexto m otivo de su al eja m ie nto con
Su Breve historia de la filosofía china, cu-
dad - ¿o la sondea?- ya desde el es- Trotsky -por más libe ral que ima- ya primera edición en español fue publi-
tado de Hidalgo n arrán dole lo suce- gine m os a Di ego. Segui rem os espe- cada por el Fondo de Cultura Económi-
dido en el estudio de Diego: ran do a que estas cartas aparezcan , ca en 1987, queda como bastión de la
puesto qu e las prese ntadas ahora no larga marcha en sentido inverso que la
Ahora déjam e platica rte de la visita parece n ser Las Ca rtas de Amor por secular tradición intelectual china sostie-
( ... ) Mi e ntras esperábamos a D., F. a n ton omasia, a unque sí n os indu- ne contra quienes la rechazan en favo r
m e d ijo qu e pe nsaba irse de la ciu- cen a pe nsar que dichas cartas exis- de un puño, así, de ideas .
da.d . "¿A Nueva York?" "No , n o ter¡· te n o existie ron .
Biblioteca de M éX ICO
LEÓN TROTSKY
Suyo
León Trotsky
Camarada Diego
l . Carta mecanografiada original escrita en fra ncés y dirigida a Diego Rivera so-
bre una hoja de papel blanco tamaño ca rta . Sólo la firma al calce es autógrafa. Esta
ca rta la loca licé e n 1986, e n casa de Te resa Proe nza, y se publi có por primera vez
e n el supl em e nto cultural La Tomada Semanal, núm ero 102, 31 de agosto de 1986.
12 de e nero de 1939 1
Qu e rida Frida:2
querida Frida
dam e ntos obje tivos de su arranque contra mí son absolutamente fa l-
sos, un puro producto de la imaginación de Diego Oe pedi ré a Va n
qu e te en víe una co pia de su refutación a las "recriminaciones" de
Di ego). Ahora Di ego dice qu e eso no ti e n e im portancia e n sí m ismo, Muy bien . Que no se publiquen las cuen-
pero es un síntoma infalib le de su verdadero án imo . Le dijo a Van tas de la lavandería. Pero ¿qué sucede
cuando se publican artículos de lavande-
que si b ie n los h echos m e n ores no eran correctos, el h echo may or ría? Así leyó el crítico Philip Guedalla
10 sigue siendo, es decir qu e yo deseo deshacerme de Diego. Como "prue- (1889-1944) al crítico Ezra Pound : "una
ba", Diego di ce qu e m e re hu sé a escu cha r una lectura de su a rtículo más bien descoyuntada serie de notas en
sobre arte. Qu e rida Freda, es absolutam e nte increfb1e que uno deba staccato que le dejan a uno la confusa im-
defe nd erse co ntra una acusación así. presión de que los puños de camisa del
señor Pound fueron enviados a la impren-
De impro viso, Diego l1 egó con su a rt ícul o sobre a rt e a una re uni ón ta en luga r de a la lavandería" .
de amigos e n mi casa y propuso lee rlo de in mediato para qu e opiná-
ramos. Le hi ce notar qu e e nti e nd o el español sólo cuando tengo un
manuscrito e nfre nte, y qu e si sólo 10 oigo me pierdo por 10 m e nos
de la mitad. Esto es co mpletam e nt e cie rto. Para poder dar una opi- "Y, bueno -dice el ratón, luciendo su me-
jor acento argentino, pues en la Boca tu-
nión sobre un te m a tan importa nte, debería haber estudiado el artícu- vo sus dores y tomares en el tango por-
lo, lá piz e n mano. Entonces sí podría propon e r una crítica, cambios teño y las obras completas de Borges-,
o co rreccion es sin provocar una discusión general sobre el Cielo y si la historia sigue registrando cuentas de
el Infi e rno. Esto fue el tipo de colaboración qu e tuvimos cuando Die- lavandería es que Jo historia vuelve a re-
go escribió para Las Novedades 5 Incluso se decidió, a sugerencia petirse, o que todo viene a ser historia
universal de la infamia ." Y mandándo-
mía, que se di stribuye ran copias de cada artículo e ntre todos los ami - le, como si nada, un saludo a Ménem
gos interesados, pe ro Di ego olvida las decision es de grupo inmedia- ("por su nombre de palíndromo") da por
tam e nte, y luego busca las expli caciones más fantasiosas para las co- concluida la charla . Y esta columna .
sas más sencil1 as.
BlbllOfCC(l ele i\1exlco
13
La idea de que deseo deshacerme de Diego es tan increíble , tan
absurda, permíteme decirlo, tan fabricada , que sólo puedo encoger
los hombros con aire de impotencia. Durante estos meses pasé mu-
chas horas co n Natalia discutiendo qué podríamos hacer para aclarar
la atmósfera y restablecer la vieja, amistosa relación. En una ocasión
visité a Diego con Natalia, y pasamos una muy agradable hora con
él. Luego 10 visité solo Ca pesar de su resistencia) y provoqué una dis-
cusión. Después de cada visita me quedé con la impresión de que el
asun to estaba definitivamente arreglado, pero al día siguiente reco-
menzaba y parecía ponerse peor que nunca.
Hace apenas unos días, Diego renunció a la Cuarta Internacional.
Espero que su renuncia no sea aceptada. Por mi parte, haré todo 10
posible por zanjar, al m enos, el aspecto político. Sin e mbargo, creo
que tu ayuda en esta crisis es esencial. La ruptura de Diego con noso-
tros significaría no sólo un duro golpe para la Cuarta Internacional ,
sino también -temo decirlo- la muerte moral del propio Diego. Apar-
te de la Cuarta Internacional y de sus simpatizantes, dudo que pudie-
ra hallar un medio de comprensión y estimación, no sólo como artis-
ta, sino como revolucionario y como persona.
Así pues, querida Freda, conoces nuestra situación. Me resisto a
creer que no haya esperanza. En todo caso, seré el último en abando-
nar los esfuerzos para restablecer la amistad política y personal, y sin-
ceramente espero que habrás de colaborar conmigo en este sentido.
Natalia y yo te deseamos la mejor salud y el m ejor éxito artístico,
y te abrazamos como nuestra querida y verdadera amiga .
l . Carta m ecanogra fiada original, redactada en inglés y firmada por León Trotsky.
El original se e ncuentra e n tres cuartillas de papel copia tamaño carta.
2. La le tra "i" aparece como corrección mecanográfica. En el original dice "Fre-
da ", como aparece m ás adelante e n el texto de la carta.
3. No sab e m os de qui é n pueda tratarse.
4. J ean van He ij e n oort. Secre tario, guardaespaldas y pe rsona muy allegada a
Trotsky. De nacionalidad holandesa, e ra matemático y especialista en armas. Autor
de l libro Co n Trotsky en el exilio. De Prinkipo a Coyoacán. Murió asesinado trágica-
m e nte e n e l año de 1986.
5. Se trata del pe ri ódi co Novedades.
8/ V II I
X. Yo te _ __ __ 3
l . Fecha ded ucida . Se trata de un tex to m a nuscrito por Trotsky en francés al re-
ve rso de una tarjeta postal de l Co rreo Mexica no , sin ilus tración . Está dir igida a Fri da
y Diego Ri ve ra . No ti e n e sell o n i fecha de l co rre o y e ll o es un a rgum e n to más pa ra
pe n sa r qu e iba e n el mismo sobre que la n ota fechada e l día ocho.
2. Don Diego o Diego Ri ve ra .
3. ¿Se tra ta de l comentari:J qu e Tro tsky no quería q ue "se inte rpre tase co m o un a
qu eja" a que se re fi e re e n la nota fechada e l día oc ho?
4. Sixto Navarro . Chofe r, hombre de confian za , guarda espaldas y, pos ibl e me nte,
espía e inform a nte al se rvicio de Diego Rivera .
SIXTO NAVARRO
l . T e legram a m eca n ogra fi ado e n ingl és d irigido a "Diego Frida Ri ve ra". Sólo la
firm a "L" es a utóg rafa de Trotsky y se e ncuentra bajo e l nombre de Sixto Nava rro .
Este te legra m a se ha lla e n una hoja de Co rreos y T e légrafos de los Estados Unidos
Me xica nos con un sell o de T e légrafos Nac ionales, Oficina de Vi lla Alva ro Obregó n .
2. "LEON" , e n e l origi nal e n español.
n / VIII 1937 1
Su LT
su
L.T
BiblIOteca de M exlco.
lS
* todo deb e ser enviado a través de dos o tres intermediarios ... na-
da es [enmendadura] seguro (perdone mi inglés, por favor)
(pe rdone las dos tintas)6
l . Fecha deducida , pues la misiva hace re fe ren cia a un telegrama, que puede ser
el ante rior. Ver nota de presentación. Este texto fu e manuscrito por Trotsky e n fran-
cés sobre m edia hoja de papel tamaño carta. Está dirigido sólo a Frida .
2. "Sra", en el original se e n cu entra e ntre comillas y en es pañol.
3. En seguida del nombre "Frida", la carta se encuentra mutilada .
4. Hidalgo. Pe rsona allegada al general Francisco J . Múgica y e nlace entre éste
y Trotsky.
5. En el original "la dirección" se halla entre paré ntesis y en es pañol.
6. Esta nota fue escrita combinando tintas azul y n egra de pluma fu ente.
13 / VII 1937 1
Queridos amigos
Suyo
L.T.
l . T exto manuscrito por Trotsky en francés al reverso de una tarjeta postal del
Correo Mexicano , sin ilustración y con sello de la Oficina de Correos de Huasca del
15 de julio de 1937. Está dirigida a Frida y Diego Riv era.
19 / VII 1937 1
Muy qu erida F.W. (s ic)
R eCibí ayer una gran visita: toda la familia Landero,2 por 10 menos
12 personas. La pasamos muy bien, incluso nos fotografiamos [enmen-
,
\ dadura] juntos. Aye r me expresó usted el de seo de acompañarme a
Pachuca (e ra sin embargo muy tarde). Ahora recuerdo que ni siquie-
ra le agradecí su intención , que reiteraba su acogida infatigable hacia
mi persona. Es usted verdaderamente admirable, y mi corazón está
lleno de gratitud .
La pesca esta mañana [enmendadura] fue magnífica. El día se anun-
cia bello. - ¿Cuándo partirá hacia Veracruz? ¿Sola? ¿Con D.D.?
Permítam e insistir una vez más: trate de escribir, eso le hará mu-
cho bie n . Si pudiera serIe útil en su trabajo, me daría mucho gusto.
Le escribo en francés porque es m ej or que mi inglés, y para darle
la peque ña oportunidad de ocuparse de esta lengua.
Mis saludos m ás afectuosos a D.D.
Devotam ente
L.D.
l . Texto m anu scrito por Trotsky e n fr an cé s sobre una hoja de pape l tamaño car-
ta . Está d iri gido a Frida .
2. Se trata de la familia Góme z Lande ro.
Bl bllUteca de M CX 1CO
16
JOSÉ LUIS RIVAS
Al desportar
El mástil es tan alto parva bestia, temible
que enlaza nuestros ojos como la antigua rémora;
en un profundo ruego un molusco que labra
antes de que zarpemos. los riscos sumergidos
Bibliomanía
En una calle de Barcelona, estrecha y sin sol, no
hace mucho vivía uno de esos hombres de frente pá-
¡Oh , qué feliz e ra ese hombre, feliz e n m edio de
'
toda esa ciencia de la que muy apenas comprendía
lida y ojos hundidos, sin brillo, uno de esos satáni- el alcance moral y el valor literario; e ra feliz senta-
cos y extraños seres que Hoffmann desenterraba de do e ntre todos esos libros, paseando la vista sobre
sus sueños. las letras doradas, las páginas gastadas, sobre el pe r-
Era Giacomo el librero. gamino deslustrado; amaba la cie n cia como un cie-
T e nía treinta años pero pasaba ya por viejo y aca- go ama la lu z.
bado; aunque de es tatura alta, era e ncorvado como ¡Nol No era la ciencia 10 qu e amaba, era su forma
un anciano; sus cabellos eran largos, pero estaban y su expresión; amaba el libro porque e ra libro , ama-
blancos; sus manos eran fuertes y ne rviosas, pero ba su olor, su forma, su título. Lo que amaba de un
estaban resecas y llenas de arrugas; su traje e ra mi- manuscrito e ra su ilegible fecha antigua, la letra gó-
serable y andrajoso. T e nía un aire siniestro y turba- tica, peculiar y misteriosa, los pesados dorados que
do, pálida era su fisonomía, triste, desagradable y, ll e nan su dibujo; e ran las páginas cubiertas de pol-
además, insignifica nte . Raramente se le veía por la vo, polvo cuyo pe rfum e suave y ti erno aspiraba con
calle, de no ser los días que había subasta de libros deleite; e ra la feliz palabra finis, rodeada por dos cu-
raros y curiosos. Entonces no era m ás aquel indivi- pidos, impresa sobre una cinta , apoyada sobre una
duo indole nte y ridículo; sus ojos se animaban, co- fuente, grabada sobre una tumba o reposando e n una
rría, marchaba, daba saltos, difícilmente moderaba canasta e ntre rosas, manzanas doradas y azules ra-
su alegría, sus inquietudes, angustias y dolores; vol- mill etes.
vía a su casa jadeante, sofocado, sin aliento, tomaba Esta pasión lo había absorbido completamente. Co-
el libro anhelado, se 10 comía con los ojos, y se le mía muy poco , ya no dormía, pero soñaba noches
quedaba viendo como un avaro a su tesoro, un pa- y días e nte ros con su idea fija: los libros.
dre a su hija, un rey a su corona. Soñaba con todo lo qu e debía te ner de divino, de
Este hombre jamás había hablado con nadi e, ex- sublime y he rmoso una biblioteca real, y soñaba con
cepto con los libre ros de viejo y los cambal acheros; hacerse una tan grande como la de un rey. ¡Cómo
era taciturno y soñador, sombrío y triste; no te nía respiraba a sus anchas, qu é altivo y pode roso era,
más qu e una idea, un amor, una pasión: los libros; una ve z qu e sumergía su vis ta e n las inmensas gale-
y ese amor, esa pasión le quemaba el interior, le ago- rías donde sus ojos.se perdían e n tre 1ibros l ¿Al zaba
taba los días, le devoraba la existencia. la cabeza? ¡Libros ¿La bajaba? ¡Libros ¡A la derecha,
' '
Frecuentemente, por la noche, los vecinos veían, a la izquierda, nuevamente l
a través de los cristales del librero, una lu z que va- Pasaba, e n Barcelona , por homb re extraño e in-
cilaba, avanzaba, se alejaba, subía y, a veces, más tar- fernal, sabio o brujo.
de, se extinguía; e ntonces oían llamar a la pue rta, Apenas sabía lee r.
era Giacomo que venía a e n cender su vela que una Nadie osaba dirigirle la palabra, así de severa y pá-
ráfaga había apagado . lida e ra su frente. Tenía un aire de maldad y trai-
Se pasaba esas noches febriles y quemantes me- ción , y sin e mbargo jamás tocó a un niño para hace r-
tido entre sus libros. Circulaba por sus almacenes, le daño; cierto es que tampoco dio jamás una limosna.
recorría las galerías de su biblioteca con éxtasis y Guardaba todo su dinero, toda su fortuna para li-
arrebato; después se detenía, co n la cabellera en de- bros: había sido monj e y por ellos había abandona-
sorden, los ojos fijos y brillantes, las manos temblo-
rosas tocando la madera de los estantes; estaban hú-
t2'ri.\'BII:a tU7.
medas y calientes . "'. 83. nUI\~CII f..
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las letras de la palabra finis; después lo cambiaba de ...... ..- ..... ,-.. .....--. '. _"'o
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22
unos diez libros tendidos e n el piso. Giacomo, sin
dirigir la palabra al hombre que dormía a un lado,
tumbado como sus libros, y que roncaba al sol, se
arrodilló, se puso a recorre r con mirada inquieta y
a escudriñar el dorso de los libros, después se levantó,
pálido y abatido, y despertó al vendedor preguntán-
dol e a gritos:
-¡Eh , amigo , ¿ten éis aquí El misterio de Saint
'
Michel?
-¿Qué?, respondió el m ercader abriendo los ojos,
¿habl áis de uno de mis libros? ¡Miradlos
'
-¡Estúpido! , dijo Giacomo pisoteando, ¿no te néis
m ás que éstos ?
-Ah , sí. Mirad, aquí están .
y le mostró un paquetito de volúme n es amarra-
dos con cuerda. Giacomo la cortó y leyó el títul o en
un segundo.
- ¡Diablos ' , dijo, no es éste. ¿No lo habrás vendi-
do por casualidad? ¡Ay !, si 10 ti e n es, dámelo, dám e-
lo; cie n doblones, doscientos doblones, 10 qu e tú
qui eras.
El vendedor 10 miraba azorado:
-¡Ah l Quizás os referís a un librito que ve ndí ayer,
por ocho marave dís , al párroco de la catedral de
Oviedo.
- ¿T e acuerdas del título del libro?
-No .
- ¿No era El misterio de Saint Mi chel?
-Claro, ése e ra.
Giacomo se apartó uno s pasos de ahí y cayó a ti e-
rra como hombre fatigado por una aparición que lo
obsediera.
Cuando volvió en sí, caía la noch e, el sol qu e en-
roj ecía e n el horizonte se iba poniendo. Se puso de
pie y regresó a casa, e n ferm o y desespe rado.
Ocho días m ás tarde, Giacomo n o había olvidado
su triste decepción, y la h erida estaba aú n abierta
y sangrando; no había dormido desde tres noch es
atrás, pues ese día habría de venderse el prim er li-
bro impreso en España, único ej e mpl ar e n todo el
reino . Hacía mucho ti e mpo que deseaba posee rl o;
por eso fue feliz el día que se le com unicó qu e el
propietario había muerto.
Pero una inquietud le aprisionaba el alma : Bap-
tisto podría comprarlo; Baptisto qui e n, de un ti e m-
po acá, le arrebataba, no los clientes -¡poco le im- Gustave Flaubert a los diez años.
portaba - sino todo 10 raro y viejo que aparecía;
'
Baptisto, cuya celebridad odiaba con odio de artista. Un autor puede no ser del todo conscien-
Ese individuo se le había convertido en una ca rga, te de la significación plena de su obra, y
siempre era él quien se llevaba los manuscritos, e n hubiera podido ocurrir que Flaubert, am-
las subastas públi cas era él qui e n encarecía los pre- bicionando escribir novelas que fueran
cios y compraba . ¡Ah' ¡Cuántas veces el pobre mon- sólo palabras, libros sin historia, hubie-
je, en sus sueños de ambición y orgullo, cuántas ra contribuido a la novela moderna con
veces vio venir hacia él la mano de Baptisto, qu e cru- invenciones que tienen que ver tanto, o
zaba a través de la multitud como e n los días de ve n- quizá más, con la técnica narrativa -el
ta, para arrebatarl e un tesoro con el qu e tanto ti e m- montaie de la historia- que con el uso de
po había soñado, que había codiciado con tanto amor la palabra. Me alegra poder probar que
y egoísm o Cuántas veces, asimismo, estu vo tenta- no es así; además de ser, en la práctica,
'
do a concluir con un crimen lo qu e ni el din ero ni un gran contador de historias, Flaubert
la paciencia pudieron hace r; pe ro ahogaba e n su co- fue perfectamente lúcido sobre la función
razón esa idea, procuraba at urdirse con el odio qu e de la anécdota en la narrativa y conside-
le tenía a ese hombre, y se dormía sobre sus libros. ró incluso que la eficacia de la prosa (lo
Desde el amanecer estaba ya fre nte a la puerta que para él quería decir su belleza) de-
donde tendría lugar la subasta; llegó antes qu e el co- pendía "exclusivamente" de ella.
misario , antes que el público, y antes qu e el sol.
Tan pronto como las puertas se abrieron, se pre- Mario Vargas Llosa, "Flaubert,
cipitó escaleras arriba hasta la sala y pregu ntó por Sartre y la Nueva Novela", revista
el libro. Se lo mostraron; eso e ra ya feli cidad. Postdata, Lima, octubre de 1974.
¡Ah!, jamás había visto algo tan he rmo so y que lo
Biblioteca de M exico
23
David Hockney, Nolul'G/elO muerto cOf.lllbro (Bouvord y Pécuchel de Gustan Flaubert), 1973.
complaciera tanto. Era una Biblia latina, con come n- la calle con ve rsando y cantando. El pobre monj e es-
tarios griegos; la examinó y la admiró m ás qu e los cuch ó sus pláti cas y cantos; recogió por el camino
demás, la oprimió entre los dedos rie ndo amarga- fragm e ntos de frases, palabras, gritos, pe ro le pare-
mente , como un hombre que mu e re de hambre a cía qu e eran siempre el mism o sonido, la misma voz,
la vista del oro . e ra un a vaga algarabía, con fusa, una música extra-
Nunca había deseado tanto. ¡Ah! , cómo deseaba ña y r ui dosa que zumbaba e n su ce rebro y lo ago-
ahora, incluso al precio de todo lo qu e poseía , sus biaba .
libros, sus manuscritos, sus seiscie ntos doblon es, al - ¡Hombre l, le decía uno a su vecino , ¿has oído
precio de su sangre, ¡ah!, ¡cómo deseaba a hora ese habl ar de la histori a de ese pobre párroco de Ovie-
libro! Ve nderlo todo, todo, para te n erlo; no posee r do qu e fu e hallado e n su lecho, estrangul ado ?
más que a sí mismo, pero tene rlo consigo; pode r m os- Aqu í, e ra un grupo de muj e res qu e tomaba el fres-
trárselo a toda España, con una risa de insulto y lás- co de la tarde en el zagúa n ; esto oyó Giacomo al cru-
tima por el rey, por los príncipes, por los sabios, por zar fre nte a ellas:
Baptisto, y decir: ¡Mío, mío es este libro! - y te n e rl o -Dime e ntonces, Martha, ¿sabes que había e n Sa-
en sus manos para toda la vida, palparlo como aho- lam anca unj ove n rico, don Be rnardo, sabes? Ése que,
ra lo toca, olerlo como ah ora lo hu ele, ¡posee rlo co- cuan do vino por aquí hace unos días, te nía una fin a
'mo ahora lo ve I mula negra tan bonita y bien enj aezada, y qu e la ha-
Finalmente llegó la hora. Baptisto estaba e n m e- cía piafar sob re el empedrado; pues fíj ate qu e m e
dio de la gente, el rostro se re no , el aire calm o y a pa- han dicho esta m a ñan a, e n la iglesia, qu e se muri ó.
cible . Tocó el turno al libro . Giacomo ofreció de en - -¡Se muri ó!, dij o una muchacha.
trada veinte doblones, Baptisto pe rman eció callado - Sí, niña, respondi ó la muj e r; muri ó aquí e n el
y no miró la Biblia. Ya el monj e alargaba la m a no m esó n de San Pedro ; prim e ro se sintió m al de la ca-
para tomar el libro que le había costado tan poca pe- beza, des pués le dio la fi ebre, y a los cuatro días lo
na y angustia, cuando Baptisto se adela ntó a decir: e nte rra ron.
cuare nta. Giacomo vio con horror a su antagonista Giaco mo oyó a ún m ás cosas; todos esos recue r-
que se e ntusiasmaba conforme el precio asce ndía. dos 10 hi cie ron te mbl a r, y una so nrisa de fe rocidad
- Cincuenta, gritó con todas sus fu er zas. e rró por su boca.
-Sese nta, respondió Ba ptisto . El m onj e regresó a su casa ago tado y e nfe rmo ; se
-Cien . acostó en el suelo debaj o de su m ostrador , y se dur-
-Cuatrocie ntos . mi ó. Su pecho estaba oprimido, un sonido ron co y
-Quinie ntos, añadió el monj e co n pesar. ca vern oso salía de su garganta; se despertó con fi e-
Y mie ntras él pataleaba de impacie n cia y de cóle- bre; una horrorosa pesadilla había agotado sus fuerzas.
ra, Baptisto fingía una calma irónica y m alvada. Ya Era ya de noche, y las once acababa n de dar e n
la voz aguda y cascada del age nte ve ndedor había la iglesia vecina. Giacom o oyó grita r: "¡Fuego l ¡Fue-
repetido tres veces: quini entos ; ya Giacom o recupe- gol " Abrió sus ve ntanas, salió a la calle y vio en efecto
raba la felicidad , cuando un soplo escapado de los lla m as qu e se alzaban por e n cima de los techos; vol-
labios de un hombre lo hi zo desvan ece rse, porque vió a casa y fue por su lá mpara pa ra internarse e n
el librero de la Plaza Real, estrechá ndose e ntre la sus almace nes, cua nd o oyó a un os hombres qu e al
multitud ofreció: seiscie ntos . La voz del age nte re- pasa r corri e ndo fre nte a su ti e nda decían : "Es e n la
pitió seiscie ntos cuatro veces, y ninguna voz re pli- Plaza Real, el in ce ndio es e n casa de Ba ptisto."
có; sólo se veía, a un costado de la m esa, a un hom- El m onje se estre m eció, una ri sa estall ó del fon-
bre con la fre nte pálida, las man os tembl orosas, un do de su corazó n , y se e nca minó con la multitud ha-
hombre que reía a margam e nte con esa ri sa de los cia la casa del libre ro.
condenados del Dante, agachaba la cabeza, con la m a-
no en el.pecho, y cuando la retiró estaba cali e nte y
mojada porque te nía carn e y san gre e n la punta de Execra la banalidad, la tontería, lo bur-
las uñas. gués. Pero dedica la mayor parte de su
El libro pasó de mano e n mano hasta llegar a Bap- tiempo a coleccionar estupideces, citas
tisto ; antes pasó fre nte a Giacomo, qui e n pudo ole r- imbéciles que agrupa en un diccionario
lo, y lo vio cruzar un instante fre nte a sus oj os, para que fue, quizás, su obra predilecta. Es
después detene rse e n m a nos de un hombre qu e lo que, tal como el sentido novelesco, el"lu-
abrió rie ndo. Entonces agachó el m onj e la cabeza pa- gar común" le ofrecía una garantía con-
ra ocultar su cara, pues lloraba. tra la fluctuación individual. El Dictionnai-
De regreso por las calles, su paso e ra le nto y las- re des idées refues, según escribió, habrá
timoso , su figura se ve ía extraña y estúpida, su por- de servir " para vincular de nueva cuen-
te grotesco y ridículo; tenía el aire de un hombre e m- ta al público con la tradición, con el orden,
briagado, pues se tambaleaba; sus ojos estaban m edi o con la convención general. La estupidez
ce rrados, tenía los párpados rojos y a rdi e ntes; el su- consiste en querer concluir." Pero tam-
dor corría sobre su frente, y balbucía e ntre di e ntes, bién, ¡qué descanso hay en cerrar con
como qui e n ha bebido dem asiado y comido m ás de conclusiones, si bien estúpidas, el flota-
la cue nta en el banque te . miento del pensamiento eternamente in-
Su pe nsamie nto no le pe rtenecía ya, e rraba com o quieto! El lugar común es una idea apri-
su cuerpo, sin objeto y sin inte nción ; su pensami en to sionada, la tontería es un pensamiento
se tambal eaba, irresuelto, pesado y escaso; su cabe- petrificado. Pero qué felicidad, hacerse
za le pesaba como plomo, su fre nte 10 qu e m aba co- granítico . ..
mo un brasero .
Sí, estaba ebr,io de 10 qu e había vivido, estaba fa ti- Jean-Pierre Richard, Stendha/-
gado de sus días, estaba harto de su existe ncia. Flaubert, p. 232.
Ese día -era un domingo- , la ge nte paseaba por
Biblioteca de México
2S
David Hockney, MI modl'fl ton un loro, 1974. ilustraciones para Un toraz6n simple; aprovechadas después para El loro de Floubert, de Jullan Barnes.
La casa ard ía, las llamas se elevaban, altas y terri- No sabía hacia dónde, pe ro corría.
b les, y av iva da s por el vie nto, se alargaban hacia el Finalm ente ll egó fre nte a una pared intacta, la
he rmo so cielo azu l de España, qu e dominaba sobre rompió de una patada y se halló fre nte a un cuarto
un a Barcelona agitada y tumultosa, como velo sobre oscuro y estrecho, tanteó, sintió bajo sus dedos al-
lágrimas gunos libros, tocó uno, lo tomó y lo sacó de ahí. ¡Era
Ve íase a un hombre medio desnudo qu e desespe- ése, ése l ¡El misterio de Sail1t Michel l
raba, se arrancaba los cabellos, se revolcaba e n el sue- Volvió sobre sus pasos, como hombre extraviado
lo blasfe m a nd o de Dios y lan zando gritos de rabia y delirante, saltó por encima de los agujeros, cruzó
y deses pe ra ción; e ra Baptisto. las ll amas, pe ro no halló la escale ra que había apo-
El monj e contempló su deses pe ración y sus gri- yado contra el muro; ll egó a una ventana y salió col-
tos con calm a y fe li cidad, co n esa risa fero z del niño gándose con manos y piernas de las protube rancias,
qu e ríe de la tortura de la mariposa a la que le arrancó sus ropas com e n zaron a arder y, cuando ll egó a la
las alas . call e, se revolcó en el arroyo para extinguir las ll a-
Se ve ía , e n una habitación superior, las llamas qu e m as qu e lo qu e maban
qu e maba n legajos de papel. Pasaron algunos m eses, y no se oyó hablar más
Gi acomo tomó una escale ra , la apoyó contra el de Giacomo el librero si no como uno de esos hom-
muro re negrido y vacilante; la escale ra te mbló bajo bres singula res y extraños de los qu e se burla la mul-
sus pasos; subió r:o rri e ndo y ll egó a esa ve ntana. ¡Mal- titud porque no alca n za a comprender sus pasiones
di ción l, no e ran más qu e viejos libros de libre ría, sin y manías.
m é rito ni va lor. ¿.Qué hace r ? Ya estaba ad e ntro , ha- EspaJ''la se ocupaba de as untos más graves y se-
bía que internarse en esa at m ósfe ra e n ce ndid a o ba- rios . Un genio maligno parecía ce rnirse sobre e ll a;
jar por la escalera cuya m ade ra co m e n zaba a calen- cada día, nu evos asesinatos y nuevos crím e n es, y to-
tarsc. ¡De n in gún modal Avanzó. do parecía ve nir de una mano in visibl e y oculta; era
Atravesó varias salas, el piso temblaba bajo su pa- un puñal suspendido sobre cada techo , sobre cada
so, las puertas caía n cua ndo se acercaba, las vigas fami li a; gente qu e desapa recía de r e pe nt e sin qu e
pend ía n sobre su cabeza; co rría e n m edio del ince n- hubi era nin guna hue ll a de la sangre de rramada por
dio, jadeante y cmpec inado su h e rida ; un hombre partía de viaj e , no volvía; no
¡Neccsitaba ese libro ' , ¡tenerlo o morir l sc sabía a qui é n at ribuir esa horribl e plaga -pues
Blblloreca de MéXICO
26
hay que atribuir la desgracia a alguie n aj e n o, mi e n- Giacom o tom ó el libro y 10 mi ró .
tras qu e el bie nestar es propio. - ¡Ay l ¡Yo que creía que e ra único e n España l ¡Oh
Efecti vam e nte , hay días ta n nefastos en la vida, '
Decidm e , decidm e qu e m e habéis e nga ñado . ¡OS
é pocas tan fun estas para los homb res que , al no sa- m aldigo
'
be r a qui é n abrumar con m aldiciones, éstas se diri- y cayó desm ayado.
ge n al cielo; es e n é pocas así, de desgracia pa ra el Los j ueces reingresaro n y pronun ciaron su se n-
puebl o, cuando se cree e n la fa talidad. te n cia de mu e rte .
Una policía dilige nte y afanosa había inte ntado, Giacom o la esc uchó sin te mbl a r e incl uso pare-
es cie rto, hallar al autor de todas esas fechorías; el cía m ás calmado y más tra nquil o. Se le hi zo. sabe r
espía a sueldo había e n trado e n todas las casas, ha- q ue si pidiera gracia al Pa pa qui zás pod ría ob te ne r-
bía escuchado todas las palabras, oído todos los gri- la; pe ro no qui so, y sólo pidió qu e su biblioteca se
tos, m irado todas las miradas, y nada había con se- e nt regara al hombre que tu vie ra m ás lib ros e n Es-
guido. paña.
El fi scal había abierto todas las ca rtas, roto todo Despu és, una vez qu e la ge nte hub o aba ndo nado
los sell os , registrado cada rin cón , y nada había e n- el lu gar, pidió a su abogado qu e le prestara por fa-
co ntrado. vor su libro. Así 10 hi zo aqu él.
Pero una m aña na , Barcelona se quitó los traj es de Giacom o 10 tom ó am orosam e nte , virtió un as lá-
lu to para abarrota r las cortes de J usti cia don de se grim as sob re sus hojas, lo ro mpi ó ll e no de cóle ra ,
había de conde n ar a mu e rte a qui e n se su pon ía e ra y arroj ó los pedazos cont ra su de fe nsor dicié nd ole:
el autor de esos horribles crím enes. El pueblo escon- - ¡Habéis m e ntido, se ñor abogado ¡Bie n os d ije
'
día sus lágrim as bajo una risa con vulsa, porque cuan- q ue e ra ún ico e n Es pañ a l
do se sufre y se llora es una con solación, que será
egoísta, es ve rdad , pe ro e n fi n , ve r otros su frimi e n-
Tradu cción de Ja ime Moreno Villa rrea 1
tos y otras lágrimas.
El pob re Giacom o, tan calmo y apacible había sido
acusado de haber prendido fuego a la casa de Bap-
tisto, de haber robado su Biblia, y de otros mil cargos.
Así p ues, estaba a hí, se n tado e n el ba nquill o de
los asesinos y los salteadores, él, el hon esto bibli ófi-
lo; el pobre Giacom o, que sólo pe nsaba en sus libros,
estaba com prom e tido e n los m iste rios del crime n y
el cadalso.
La sala rebosaba de ge nte . Fi n alme nte el fi scal se
puso de pie y leyó su in fo rm e. Era largo y e mb rolla-
do , ape nas si se podía distingui r e n él la acción prin-
cipal de los paré n tesis y las re fl exion es. El fiscal de-
cía que había e n con trado e n la casa de Giacom o la
Biblia que pe rte necía a Baptisto, puesto que e ra única
,-
e n España; por ta nto, e ra posibl e que fue ra Giaco- (
mo qui e n pre nd ie ra fu ego a la casa de Ba ptisto para
apode ra rse de ese lib ro ra ro y precioso . Se call ó y
volvió a se ntarse , sin ali e n to .
En cua n to al m onj e , estaba tran quil o y sosegado,
y no respo ndió ni con un a mi rada a la mul titud que ,
-'
lo insultaba .
Su abogado se p uso de pie, habló po r largo tie m-
po, y bie n ; fin alme nte , cua n do pe nsó que había es-
tre m ecido a su a uditorio, levantó su vesti me nta y ex-
trajo un libro; lo abrió y 10 mostró al público. Era otro Lo que Vargas Llosa aprecia del siglo XIX
ej e mpl ar de esa Biblia. es que esa edad de oro de la novela "es
Giacom o lan zó un grito y se dejó cae r e n s u ba n- extraordinaria por su extrema libertad:
ca arran cánd ose los cabello s. El mo m e nto e ra crít i- no hay nada que los novelistas no osen
co, se es pe raba un a palab ra del acusado, pe ro ni n- hacer decir o hacer a su personaie" (Ma-
guna salió de su boca; fi nalm e nte , se se n tó de nu e vo, gazine littéraire , iulio-agosto de 1983).
miró a sus j ueces ya su abogado como hombre qu e El escritor sudamericano encuentra ahí un
despe rta ra . territorio de inocencia, ingenuidad y exu-
Se le preguntó si e ra cul pable de habe r p re nd ido berancia. Dirige de ese modo, sobre nues-
fuego a la casa de Bapti sto . tro siglo XIX, de Balzac a Hugo, pasando
-No , ¡ay l, res pondió. por Flaubert, la mirada maravillada élel
- ¿No ? descubridor, y con esa mirada nueva nos
- ¿Pe ro vais a conde na rm e? ¡Ay l ¡Conde nad m e , lo vuelve a dar a leer, mientras a nuestros
os lo ru ego l La vida m e pesa , m i abogado os ha m e n- oios cuántas capas de historia y de co-
ti do, no le creái s. ¡Ay l, conde nadm e , maté a don Be r- rrientes literarias lo han ensuciado, em-
na rdo , m a té al párroco, robé el lib ro , el lib ro úni co, polvado, incluso deslustrado.
pu es no hay dos e n Españ a. Se ñores, dadm e mu e r-
te, soy un m iserable . Albert Bensoussa n, Magazine
Su abogado avan zó hacia él, y m os trá nd ole la Bi- littéraire, febrero de 1988.
blia le dijo:
- Püedo salva ros, ¡m irad
'
Biblioteca de M éxICO
27
Flaubert LUis Buñuel dijo algún día que él,
tan cercano a la narrativa al hacer
cine -como buena parte de la ac-
literatura ha sido Bajo el volcán. El
libro pasó por las manos de tantos
cineastas como algunos títulos de
E n 1a
.. re qUécc. ~ra
cc
¿quién en eñará al h
desq6és Ide él deb ; o del so17 ,
Eclesias és, VI-12 . { ~
~ ~ \,---
3 \ \
Húndete, pues, entre las sombras.
A un lado está-tu padre ___
-quizás donde la verj a¡ se resign á -
y el padre de tu padre, y luego r
el que viene detrás, desconocidos ..
una infinita procesión de extraños.
La mano lívida en tu fr€~ nte, a
¿bruñó la cáliga de Dr~ so ? p(
y cuando el ceño sin motivos fr-uhces,
¿es en la frente del que frío apunta
despacio a la pupila de quel f1m/
culpable sólo de ge~ir en qUefh f a?
Donde tus pies están, hí estát}" todos.
- ~
Biblioteca de México
30
•
o r t 11a
y: al otro lado, trémulos relumbres
del día que se oculta entre el follaje,
~ t s hijos y sus hijos. Pero, ¿quién
dará a saber al hombre
lo que después sucederá,
r
después de él, sucederá debajo
(- del sol, quieres decirme? Apenas
\ Jr- segundo de estar más que en sosiego
y el mágico artificio no recoge
la risueña blasfemia de los vidrios
en el cuarto contiguo, ni los ojos,
al cielo raso fijos, siguen,
. por la fantástica humedad que es África,
el rastro inquieto de la hormiga
que llega a Ofir. No importa.
,.. "
El tedio acaba en el reloj.
Entre mangos y hierbas, ya de noche;
y en infinita procesión, los mudos,
tus. queridos extraños transparentes.
/
15
Entra por fin, entonces, al silencio
del patio abierto a la intemperie
donde firmemente entre la fronda atisban
{ l(!)s mil y un ojos de las fábulas
parpadeando en el abismo .
Arrora sí estás contigo al fin qué solo.
El ~obertizo, _ el cobertizo lúgubre,
tqu
0.
trist~ ~,:erta para ti no entorna?
ero atenclOn, escucha:
. ¿no es ése el roce de un pedrusco
juri o a la tapia, en la tiniebla?
,, :~lagartq. quizás, una criatura
:,l~uiebra lá helada vastedad que cruje.
~, Susurra la quietud; aquí se vive .
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BiblIOteca de MÓICO
34
JESÚS SEMPRUM
Diá ogo e la
El viejo y el mozo habla n sobre lecturas.
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graran excl usivam e nte a la lectura, podrían darnos y hondo n in gún lib ro. Lo de plorabl e es qu e la e n e r-
alguna lu z a ti e mpo . gía de la se nsibilidad y de la im aginación se despil-
-Me recue rda usted un cue nto de Anatole Fran- farra en lect uras necias. ¿No se ha fijado usted e n
ce. los libros favoritos de los ch icos de hoy? Creo qu e
-Sospecho cuál es: el del sabio q ue se propuso lee n av e nturas estú pidas de de tectives, y ni siqui e-
compendiar e n las m e nos palabras posibl es la hi s- ra los lib ros originales de Conan Doyle, qu e no ca-
toria de los hombres. Después de escribir volúme- rece n de cierto arte, sin o foll etines baratos y sin aso-
nes fue desech á ndolos y mutilándolos hasta qu e só- mos de inge nio ... Cuando usted e ra mu chach o leía
lo consignó, e n exiguo trozo de papel, estas tres pa- a Julio Verne; noso tros leíamos a Dumas. Ignoro por
labras: na cie ron, sufrieron, muri ero n ... Cosa igual qu é los chi cos de hoy , e n ve z de lee r a Well s o Ste-
podría hace rse con los libros; pero pe rderíamos mu- venson, dos m a ravillosos noveli stas, se empe ñan e n
chos mom entos de e moci ón nobl e y de pe nsa r sere- atosigarse el á nim o con las ave nturas estrafalarias
no. Para qui e n no posea fecundas fuentes espiritua- de los de tectiv es de nombres ridícu los qu e se amu-
les propias, y ésos somos la mayo ría e norm e de los chi guan e n las lib re rías. ¿Se rá necesario qu e al-
hombres, cuyo pe nsami e nto no es tan alto ni puro gún humorista mod erno componga otro Quijote con-
que en su propio ej ercicio e ncu e ntre ocupación mag- tra estos nu evos libros de caball ería?
nífica y permane nte, para los hombres vul gares que -C ompuesto co n gracia no dejaría de ha ce r
formamos la humanidad corriente y molie nte, la lec- fortun a.
tura es n ecesaria porque nos ennobl ece, y nos puri- -¿Y el desdén por la Historia ? Nuestros let rados
fica y nos mejora producié ndose la ilusión de qu e se ocupan e n cosas de historia co n te nac idad y has-
somos buenos. Cuando usted lee e n un libro un pen- ta co ntumacia aguda. Pe ro en ge ne ral los lectores de
samiento feliz, se dice muchas veces para sí: esto mi s- Hi sto ri a so n raros. Sin e mbargo, la lectura más re-
mo hubi era sid o yo capaz de decirlo; y se fragua así com e nd abl e a la juve ntud es la de la Hi storia.
la ilu sión de ser usted capaz de nobl es ideas y por -¿C ree usted e n la Hi stori a?
ese solo acto se eleva usted e n dignidad hasta co n- -¿Yo? En mi s días. Pe ro el estudio de la Hi storia
vertirse en par del autor favorito. Cuando usted lee es a m e no, como de cosa nov elesca al fin, y prepara
el Hamlet co n profunda simpatía y sincera emoción , para la vida de un mod o prácti co.
es usted un continuador de Shakespeare; y vale us- - ¿ Porq ue e nseña la verdad?
ted tanto como Cervantes cuando se queda pasma- - Porque e nseña que no hay verdades escritas po-
do ante las peregrinas aventuras de Don Quijote o ríe sibles: que sólo la Vida puede darnos en ciertos mo-
con los donaires de Sancho. Autor y lector conclu- m e ntos refl ejos de la ve¡dad. El m edio más seguro
ye n por formar una entidad úni ca. A m edida qu e la de cae r e n el esce pticismo trascendental es co mpul-
obra ajena va apareciendo e n la m e nte de ust ed le sar historias.
pertenece tanto como al a utor.
-Son sutilezas.
-Pues no ha leído usted nun ca co n amor efusivo (Ac tuCllidades, Ca racas, 1918)
BiblIOteca de M cx!co
37
El bibliófilo historia de la gorrita abrazaba estando dormido, el despertar
una gran parte de su existen- y , no acordándose con exacti-
cia que sería ve rdaderame nte tud de algún dato relativo a sus
engorroso referir y bastará sa- libros, ya no podía conciliar el
ber que ese adorno o niñe ría sueño viéndose forzado a le-
A la calva de Éforo
J usto Sierra, Secretario d e de la responsabilidad q u e h a
Instrucción Pública y Bellas adquirido: "acostumbrar a la
Calva q u e espía el zopilote errante
Artes, inicia su carta dirigida al gente a vivir del trabajo, acos-
c o m o el cimborrio e n q u e su vuelo posa;
periodista Telésforo García, el t u m b r a r al niño a ir a la es-
hemisferio e n c u e r a d o e n q u e la diosa
13 de mayo de 1907, poniendo cuela". El maestro no elude su
V e n u s dejó su estrella rutilante;
de manifiesta su desagrado por misión y la a s u m e tanto públi-
el género epistolar. En desa- c a m e n t e como e n la charla ín-
A su vez, "Éforo" respondió a aquel soneto con m u c h a gra- tima con el amigo de siempre,
cuerdo con las preferencias del cia, haciendo el siguiente retrato de Don Justo:"*
maestro, es e n virtud de este con su h e r m a n o , Telésfor
género que se abre la posibili- García.
dad de adentramos en sus ideas •La tempestad, efectivamen-
El todo de Justo te, llegó. Sierra presenció el fi-
y sentimientos íntimos.
nal del régimen de Porfirio
Es también gracias a esta Aquella i n m e n s a mole q u e allí veo Díaz y en el m i s m o a ñ o muric
carta,
cart proporcionada por el Ar- ¿es u n ídolo asteca barnizado su a m a d a hija Luz; en 1912, i
quitecto Alfonso Alcocer, q u e
quii de blanco y de carmín engalanado Presidente Francisco I. Made-
844 años
£ después podemos "en- con levita y sorbete a lo europeo? ro lo n o m b r ó Ministro de Mé-
traiar de rondón e n [el] despa¬
xico en España.
cho lo" y recrear la relación de ¿Es u n m o d e r n o y singular Proteo
os entrañables amigos q u e En abril de ese m i s m o año,
en t e r n e r a sajona transformado? cuatro m e s e s a n t e s d e morir,
"después de m e s e s e n t e r o s d e ¿Es tal vez Carlos cuarto q u e h a dejado
no [verse] y, contentos a m b o s Sierra dirigió otra d e s u s mu-
su caballo d e b r o n c e e n el Paseo? chas cartas a Telésforo, e n la
de estar juntos, [cogían] el hi-
lo de [su] p e r e n n e conversa- que si bien presagia u n a des-
¿Es aerolito m o n s t r u o descendiendo pedida definitiva, ofrece una
ción interrumpida". acaso de la luna hasta la tierra? muestra contundente de los la-
Nacido e n 1844, Telésforo ¿O b o m b a q u e del sol ha despedido zos indisolubles q u e s i e m p r e
arcía era español, originario
existieron e n t r e ellos:^
de Puentenansa, Santander, e n o r m e obús gigantesca guerra?
pero residió gran parte de su Muévese al fin, se acerca, y confundido A ti, de ti y para ti nada
vida e n México, donde murió y estático m e deja. ¡Es Justo Sierra! digo: a sentir tu noble cora-
en 1918, Partidario d e las doc-
zón j u n t o del m í o e n m i s
trinas de Comte, García fue so-
La carta reproducida a con- La carta que Don Justo Sie- horas tristes y difíciles es-
ciólogo y u n reconocido filán-
tinuación es u n a v e n t a n a al rra dirige a su amigo, abre con toy habituado; c u a n d o es
tropo, colaboró e n la Revista
proverbial sentido del h u m o r algunas consideraciones sobre me faltara querría decir que
Positiva, desarrolló u n a gran
de Sierra, de quien h e m o s he- la última obra de Telésforo^ e te habías muerto. Es así que
actividad periodística y publicó
redado una errónea imagen es- incluye huellas rutinarias de la yo m e tengo que morir pri-
varios opiisculos, e n t r e ellos:
tereotipada de educador so- cotidianeidad, entre ellas la mero . . .
¿Garantiza mejor el sistema me-
l e m n e . Las líneas dirigidas a carga d e su inconcluible obra
tafisico que el sistema experi-
Telésforo a propósito de u n sobre Juárez. Muy tuyo: Justo.
mental? (1881), Política aenti'fi-
ca y política positiva (1887) y crédito contraído en España, le El tono cercano sirve d e
Don Cabina Barreda ij la inte- dan pie a una sutil ironía acer- pretexto para transitar libre-
gradan de la nacionalidad me¬ ca del porvenir editorial de su m e n t e a varias cuestiones, en-
xicana (\90\)^ Μ propia obra poética. tre ellas algunas advertencias
El sentido del h u m o r no era sobre el n o tan grato Dr. Que-
• La relación entre Justo S i "
el único vínculo entre los ami- vedo y Zubieta, quien a p e n a s
rra y Telésforo García fue lar-
gos. Sierra y García foguearon había sido nombrado cónsul en
ga y m u y estrecha, tal como se
su cercanía en la tribuna de El Santander.
confirma en el cálido tono fra-
ternal de la carta. Su amistad Precursor, desde 1874, y a par- La carta se convierte e n u n
tir de 1883 e n La Libertad, del testimonio de las ideas de Sie- Correspondencia Particular del Se-
se fue forjando e n el ejercicio
cual Telésforo era el director, rra sobre la situación política cretario de Instrucción Pública y Be-
de la pluma, la cual corrió en-
tre ambos como vinculo en to- d o n d e compartieron convic- en España, el sentido del baga- llas Artes
ciones políticas y filosóilcas j e histórico de los pueblos y la
do m o m e n t o de su vida, des-
con Ignacio Ramírez, Guiller- necesidad democrática del es- México, M o y o 13 de 1907.
de la afectuosa b r o m a hasta el
m o Prieto, Francisco Sosa e Ig- tado laico.
más apasionado debate perio-
nacio Manuel Altamirano.^ La OTnfianza entre los viejos Sr. D. Telésforo García.
dístico.
A lo largo de los años de mi- militantes da pie a que Sierra Madrid.
Un ejemplo del duelo de in-
genios y de sentido del h u m o r litancia periodística prevaleció reflexione sobre la situación
siempre la m á s cercana con\-i- política e n México; la inamo- Mi querido Telésforo:
que ambos esgrimían e n las
vencía. Es d e este m o d o q u e vilidad del sistema le resulta
r e u n i o n e s celebradas e n casa
en 1875, Sierra p e r m a n e c i ó una "linea negra" e n el hori- Bien enojado debes andar
del maestro, donde todos los
convaleciente e n casa de la fa- zonte y si bien presiente un conmigo por mi tardanza en con-
asistentes debían charlar e n
milia de Telésforo en Queréta- cambio, no sabe distinguir en- testarte; ni me sirve de disculpa el
verso,^ es el soneto burlesco A
ro, al haberse luxado la rodilla, tre la "tempestad" o "una tie- espantoso vicio de no responder
la calva de Éforo, p s e u d ó n i m o
rra nueva". cartas por odio al género epistolar
de Telésforo, que fue publica- y que e n 1912, García le ofre-
ció hospedarlo en su casa en No obstante el "escollo", que me impacienta y enerva. La
do por Sierra e n El Federalista
Madrid.*^ Sierra se muestra consciente verdad es que recibí tu misiva de
en 1872:^
Diciembre, que la leí y releí, la pu- interesante y siniestra, ó por egoís-
se ó un lado para escribirte largo mo que lleva una especie de odio
y tendida, cuando hubiera conoci- ó la Patria misma que con razón so-
do tu opúsculo que empecé ó ha- brada tu quisieras ahogar en la gar-
¡ear, que acabé par leer forro ó fo- ganta de los sacrnegos, con la
rro, (me gustó mucha por cierta) y vi da.
que se pasaron las semanas, lue- Urgía decirles que dentro de las
go los meses sin vagar, en media instituciones que representan la His-
de mi traba¡o, de negocios chicos toria de España, España no acer-
y proyectas grandes, entre la s pó- tará á arrancarse en medio siglo,
ginas inacabables de mi incancluí- sin creer que se arranca el alma;
ble Juórez, para conversar contigo, porque ningún pueblo se resigna á
pluma en mano, ó pesar del desea, creer que nació ayer ó que hoy es-
de la necesidad que tenía de ha- tá naciendo, que dentro de esas
cerlo. ¿Qu ieres, tú que ton bueno instituciones puede llegarse á la li-
fuiste conmigo siempre, que de¡e bertad, á la democracia, que dé á
disculpas a un lado y que sin mas- los grupos traba¡adores, intelectual
cullar mós excusas entre en mate- ó materialmente considerados, la
ria co mo solía entrar de rondón en dirección del Estado, pero de un es-
tu despacho después de meses en- tado totalmente laico, emancipado
teros de no vernos y, contentos am- para siempre de la Iglesia, que tam-
bos de estar ¡untos, cogíamos el hi- bién necesita la libertad para reno-
lo de nuestra perenne conversación varse y viv ir, pero á quien su unión
interrumpida? con el estado la obliga á tomar esa
Mucho me gusta la actitud re- fisonomía de espectra yeso voz de
suelta, las palabras nuevas, los sepulcro. Y me encanta, cómo no
conceptos desapasionados, pro- decírtelo, que hayas definido con
fu nda mente racionales y ¡ustos con tanta sobriedad y cordura á nues-
que te has presentado ante tus co- tro Don Segismund0 9 que tendrá
terróneos . urgía darles fe en sí mis- que ser el Presidente de la renova-
mos, que alió se empeñan en com- ción definitiva, si nuestros amigos
batir los pesi mistas, por horror ó lo los liberales saben disciplinarse al
que engendraró fatalmente el tiem- calce de un programa amplísimo de
po nuevo, ó por darse una actitud libertad, de educación, de apego
tenaz é inteligente á las reformas puedes hacerlo, que diga á los ga-
económicos. O¡alá que pronto pue- chupines que tienen el crédi to de
das decir en las Cortes lo que en los cinco mil pesos contra mí, que
la prensa predicas; inmediatamente no sean exigentes, que me esperen
marcarás y causarás honda impre- todo el tiempo que yo necesite pa-
sión, irán á tí los que amen, no á ra reunir ese pico gordísimo para
o¡os cerrados, sino á o¡os abiertos, mí, y que lo mismo puede ser un
el porvenir de España, y la sombra año que de tres. Que no me frie-
allí flotante de nuestro Castelar 10 guen, y que si temen que yo me
estará contenta. Que él te inspire muera, pues de¡aré un tomo de
y te aliente. poesías para que lo ve ndan á pe-
Par acá seguimos con buen so el e¡emplar; que hagan diez mil
viento, y mientras nos viva el Cau- libros (y ve nderán diez). En fin, há-
dillo 11 no cambiará de rumbo. blales firme; tu sabrás cómo.
¿Pero que preparais< me dirás des- Par allá te irá á ver, lo habró he-
de allá como acá me decías. En el cho ya, el Dr. Quevedo y Zubie-
orden pol ítico, nada, y esta es la to, nuevo Cónsul en San tander; por
línea negra de nuestro horizonte. mucho malo que pienses de éste
¿Es un escollo, es una tempestad ó y acaso con ¡usticia, no es Didap 13
es una tierra nueva? Lo dirá ei por- (parece que ese Didap existe, yo
venir; entretanto, acostumbrar á la creí siempre que era la razón so-
gente á vivir del traba¡o, acos tum- cial de los granu¡as del Barandis-
brar al niño ó ir ó la escuela, acos- mol. Trátalo bien, aunque sin con -
tumbrar á todos ó la paz que sólo fianza. Lo que él desea es que tus
debe posponerse á la Patria, es . paisanos crean que te es persona
nuestro programa; lo conoces bien. ingrata; pon en e¡ercicio toda tu di-
Tus proyectos para el Centena- plomacia.
rio son soberbios. Aquí tenemos No me será posible este año
otros de que te hablaré en otra car- hacer nada que valga la pena por
ta. En estos días en que se habla el pariente de nuestro amigo Alta -
del via¡e de Don Carlos de Portu- mira 14 -al propésito, qué sucede
gal, al Brasil, mucho he pensado en con el tercer tomo de la admirable
todo ello; sondea, pues, y si por " Historia de España " -, mas con -
allá la idea resultase grata, por acá ¡eturo que el próximo año escolar
te aseguro, hQrá furor. me dará oportunidad para hacer-
Un paréntesis financiero: escrí- lo; si antes puedo, te lo diré .
Retrato de Justo Sierra, por Antonio Albanés Gorda. bele á Pepe 12 encargóndole, si Háblame en tu próxi ma de tus
ch icos, sobre todo de lo s niños, de completcls del m a es tro Justo Sie- é l e n e l Congreso Hispa noa- cía prestó un re tra to de Caste-
Luz y de Paz á qu ienes di rás mu -· rra , T om o 1, Poesías y es tud io m e ri ca no celebrado e n Madri d lar, de l pin tor ca ta lá n Ca talá,
chísimos cosos cari ñosos de mi po r- ge ne ra l sobre Do n J usto Sie- e n 1900. En esa ocasión More t y Sie rra pro n un ció un m e m o-
te, y reci be un fuerte abrazo de tu rra. Su vida, s us ideas y s u in vitó a Don Justo a dar un a rable d isc urso e n e l qu e hi zo
hermano ob ra . (Méx ico: UNAM ., 1948), con fe re ncia e n e l Ate neo e n hincapié e n qu e la ad mi ración
pág. 320. no vie mbre de ese m ism o a ño , por Caste la r e ra una trad ición
J. Sierro (rúbrica) 4. lbid . in titu lada "Una lección de his- e n tre los juri stas mexicanos .
5. Du mas, Cla ude. Jllsto Sie- toria m ej icana" . More t q ue dó En este d isc urso Sie rra re m e-
rra y el México de su tiempo tan im presio nad o con las pala- m ora qu e 30 años a ntes (1869)
1848- 1912, ( México: UNAM ., bras de Si e rra , qu e hizo re fe- é l mism o hab ía esc rito en El
1986), voL 1, págs. 129, 212, re ncia a ell as e n un d iscu rso Renacimiento un artícul o sobre
280. que se en cuen tra publicado e n es te coloso de las le tras y de la
6. Yáñez. op . ci t , págs. 38- Unión lbero-A m en·cana, 30 de política española .
40 , 392. Ca rtas de Sie rra q ue nov ie mbre de 1900, No . 178, 11. Ge ne ral Porfi rio Díaz.
m e ncionan las mu estras de pp . 37-40 . A su vez, Sie rra in- 12. Probable me nte se re fie-
hospitali dad . vitó a More t a as istir com o in- re a José Yves Liman tou r , Mi-
7. Probable m e nte sea Don vitado a las celebrac io nes de l ni stro de Finan zas.
Cabin o Barreda y la in tegrac ión Ce n te na ri o de la Ind e pe nd e n- 13. Dum as. op. ci t, voL 11 ,
de la nacio na lidad m exicw ?a cia e n1 910. pág. 545, nota 527. Se tra ta de
(1901 ). 10 . !bid., voL 1, págs. 437-38. J uan Pedro Dida p p qui e n es-
8. Yáñ ez. op . cit, pág. 5 18. Sie rra y García profesaba n una cribi era el polé mico e nsayo Ex-
1. Diccionario Porma H isto- 9. Dum as. op . ci t , voL 1, gran adm iración por Don Emi- p lotadores políticos de México:
ria, biografía y geogra fía de Mé- pág. 527, nota 44 9 y voL 1I , lio Caste la r. Pru eba de e ll o es Bu lnes y el partido cien tífi co a nte
xico, (México: Editori al Porrú a, págs. 37-4 5,48. Se tra ta de Se- s u pa rti cipación e n la ve lada el derech o aje no, Mé xico, 1904.
1986, 5a . e d .), pág. 1154. gism undo Mo re t ( 1838-19 13), fún ebre e n honor de Caste la r 14. Se re fi e re a Do n Rafae l
2. Testim onio de la Sra. Lu z político y orador. Fue Presi- ( mu e rto e l 25 de mayo de Alta m ira y Crevea, catedrá tico
Cale ro Sie rra, ni e ta de Don de nte de l Co nsejo de Ministros 1899) , organi zada e n la Cáma- de Ovie do, cuya historia de Es-
Justo. e n 1905 y 1909 . ra de Diputados de la Ciudad paña se publicó e n Barcelon a
3. Yáñe z, Agus tín . Ob ra s Sie rra había parti cipado co n de México e l 17 de j un io. Gar- e n 1900 .
Justo Sierra al tomar posesión de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 10 de julio de 1905.
sea, con el paso de los añ os la m entos qu e refun dió en su afa-
BIblIoteca de Mexlco
44
el de la críti ca, lo cual explica e l edito r de 1811, quien n o da
que las ave nturas de su prota- el cré dito de la trad ucción al P.
gonista ocurran fuera de Fran- Isla aunqu e la rep rodu ce fi el-
cia, pues ante sus burlas e n mente, haya te nido e n m e nte
Turcaret, sufri ó las consecue n- lo sucedido a Ce rva ntes con El
cias de sabotajes y recon ve n- Quijote: para co rregi r la segu n-
ciones. Julio Jimé nez Rueda da ro nd a de ave nturas del fa-
explica: "La obra es pre texto, moso pe rsonaje, la qu e esc ri-
adem ás, para ha ce r una críti- be Ave llaneda, Ce rvantes se ve
ca de las cos tumbres del ti e m- pre cisado a esc ribir la segun-
po, y su traslado a otro país y da pa rte de s u nove la, la c ual
a otra é poca se expli ca co n el co ncluye con la mu e rte de don
deseo del autor de evitarse di- Qu ijote.
ficu ltades con qui e n es gobe r- No obstante la previsión de
naban enton ces el re in o de este a nónim o escritor, en la sa-
Francia ." ga de l píca ro Gil BIas se en-
La importa ncia de l Gil Bias c ue ntra la historia escrita por
está ampliame nte reconocida Be rn ard o Ga rcía de Calzada ,
dentro de la literatu ra france- Genealogia de Gil Bias de Santi-
sa, se le llama la primera no- llana, co ntinuación de la vida de
ve la realista y prec ursora de este famoso sujeto por su hijo don
Honoré de Balzac y de la figu - AlfonSO Bias de Lira ( Madrid,
ra del Fígaro, y e n la es paño- 1792), reeditada fragm e ntada-
la, un poco sec un dari amente, mente por Julio Jiménez Rueda
se le co nsidera un a de las m e- co n e l título Gil Bias de Santi-
jores síntesis de l espí ritu pica- llana, en México (UNAM, 1945).
resco. La coi ncide ncia e ntre los
Sin emba rgo, la e dición de añad idos al Gil Bias editado e n
1811 publi cada e n Madrid e n 1811 y la hi sto ria de García de Pero todo esto es nada e n fu e ntes indirectas. En co ntras-
la Im pre nta de la Viuda de l Calzada es doble . Primero en co mparación de los inm e n- te, lo qu e in d ica Be rn a rdo Ma-
Barco ti e ne una ca racte rística cuanto indica n qu e las ave ntu- sos ca udales que saca de las ría de Calzada en s u Genea lo-
que la distin gue sign ifi cativa- ras de l pícaro ti e ne n una pe r- Indias. ¿Sabe V. S. có m o? gia de Gil Bias de Sa ntil/ana es
mente de las restantes ed ic io- mane ncia qu e rebasa la muer- a hora se lo explicaré. Quan- de mayo r importancia, debido
nes del Gil Bias, tanto e n su te de l pro tagon ista , pues e llas do los nav íos de l re i pa rte n a que s us conocimi e ntos de
versión o rigi nal co m o e n s u se re produce n e n los desce n- de Sev ill a o de Lisboa para México son m ás profundos y
traducción española . En la por- die n tes del fa m oso protagonis- Nueva España hace e mba r- producto de un a ex pe ri e n cia
tada de ésta hay una aclaración ta. Después e n c ua nto a qu e ca r e n e llos vi no, ace ite y directa e n nu es tro país. En la
desconocida en otras edicio- a m bos a utores co ncibe n qu e todo e l tri go qu e produce e l Genealogia, pues, e l re trato qu e
nes: "N ueva Edición / Aume n- las ave n turas se desarrollen co ndado de Va ldeo ires, sin se hace de México es más níti-
tada co n la con tinu ación de la de ntro de un nu evo y distinto qu e le c ueste un m aravedí do y deta ll ado que e l que se in-
historia de Gil BIas hasta s u a m bie nte, para lo c ua l México la conducción . En Indias se tenta ha ce r e n esos cin co ca-
muerte." Con e lla se al ud e a les parece el s itio idóneo y na- ve nde n estos gé ne ros á pre- pítul os fin ales de las Aventuras
los últimos cinco capítul os, del tural. cio qua tro veces mayor de l del Gi l Bia s atrib uidos a Lesa-
XV al XX, de l libro XII del to- En los ca pítulos añad idos qu e se despachan e n Espa- ge e n la edi c ió n madri le ña de
mo 4. por e l desconocido a utor se ña. Co n e l din e ro qu e gan a 18 11 de la Impre nta de la Viu-
Estos capítul os mu es tran presentan las últimas ave ntu- e n esta ven ta co mpra espe- da de l Barco. Finalme nte, la sa-
principal y su pe rfi c ialme nte ras de un Gil BIas ad ulto, pl e- cias, co lores y ot ras drogas ga de la pi ca resca española y
cos rarezas. La prim e ra es qu e no de ex perie nc ia , pe ro co n la qu e e n Amé ri ca se dan ca- fran cesa trasladada a México
no existe n e n otras ve rsiones pe na de la mu e rte de su espo- si de va lde, ye n España se ll ega a e nco ntra r e n estas tie-
de Las aventuras de Gil Bias y, sa a cuestas; es un Gil BIas q ue co mpran a precio muy s u- rras a su mejor y últim o ex po-
la seg unda, es que los aconte- ll ega a México co n e l deseo de bido . Este es un tráfi co qu e n e nte: J osé J oaq uín Fe rnán-
cimientos qu e e n e llos SP. purgar s u pena e ncerrándose le va le mu chos millon es sin dez de Li za rdi , cuyo Penqwl/o
cuentan ocurre n en México. El e n su propia soledad de ntro de de fraud a r al re i ni un solo ( 18 16) es un a di gna co ntinu a-
capítulo XV, intitulado "Con- un a geografía y una sociedad m a ravedí. Pe ro lo qu e ad- ción y re m a te.
tinuación de la hi storia de Gil q ue desco n oce y qu e lo desco- mira rá mucho á V. S. (p ues
BIas" , co mienza co n estas pa- noce. Aqu í Gil BIas co noce la ha de saber el lecto r qu e UAM-A zca potzalco
labras: "Para com pl e tar todo lo hi sto ria de l sup ues to n ieto e r- co n el e mpleo de secreta rio
pe rtenecie nte á la hi stori a de mitaño de "Motez um a" y, a m e daba se ñoría) es qu e las
• El pro feso r Ma rio Federico Real
nuestro h éroe, añad iré m os lo tra vés de e lla, mu es tra a los personas e mpleadas e n ma-
de Azúa donó a la Biblioteca Da-
qu e su fi el criado Scipion re fi- lectores algunos atisbos de lo nejar este come rc io vue l- ni e l Cosío Vi ll egas de El Colegio de
rió ace rca de lo acaec ido has- qu e e ra este país; esta hi stori a ven tod as á España ca rga- Méx ico los 2 últim os de los 4 vo-
ta la mu e rte de su amo ." se la cue n ta a Scipi on, qu ie n a das de riquezas, porque el lúm enes de que co nsta las Aven -
Tal añadido dificilme nte se su vez, la cue n ta al escritor. conde no solo pe rmi te, sino turas de C'¡ Bias de 5anl1[[an(l de
le puede a tribuir a Lesage, pe- Los de tall es qu e prese nta de l qu e ll eva mui á bi e n qu e AJa in Re ne Lesage, e n la edición de
se a que el estil o e n la ve rsión n uevo mun do provie ne n, evi- ate ndi endo al negocio de S. 1811 ed itada e n la Imprenta de la
española no mu estra dife re n- de nte me nte , de conocimie ntos E. hagan ta m bién e llas el Viuda del Barco . Esta edición no
cias sign ificati vas. T ampoco se suyo. sólo es va li osa por lo que aquí se
indirectos, pues tal parece q ue
indi ca sino, tambié n , po rque según
le podría a tribuir al P. Isla, es te esc ritor jam ás cr uzó el consta en los catá logos y acervos
pues, enton ces, estos capítulos Atlántico, co mo tampoco lo hi- En los capítulos añad idos es de la s bibliotecas de l Cong reso de
existirían desde las prime ras zo Lesage, a u nque eso no obs- claro que la im portancia de los Estados Unidos, de l Musco Britá-
hasta las últimas edi ciones es- tó para hace r come nta ri os co- deta ll es mostrados de México ni co e n Londres y de la Nacio nal
pañolas atribuidas al traducto r mo el que a continuación se ci- es re lat iva debido a qu e son en Paris no ex iste un eje mp la r
leonés ..Lo m ás probable es que ta y cuyo valo r se ve rá : pocos, vagos y provienen de igual.
Biblioteca de México
45
El Rincón del
bibliómano
RELACION
VNIVERSAL LECIrlMA,
y VERDADERA DELSITIO EN g,ytESTA
VNDADA
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Año de
BiblIOteca de M éX ICO
46
que mejor, y con ma s facil i-
dad se conosco su importan-
cia. El gasto de ser de cuen-
to del desague, poro cuyo
efecto mondaré despachar
orden o Hernando de Peña-
loso que dé quolquier dine-
ro que vuie re en su poder,
aunque seo de otro genero
lo suplo, y dé lo necessario
poro esto, y hagonse qui-
nientos cuerpos que vosto-
ron ooro. En Palacio o 14,
de Hen ero de 1637. Rubri-
cado de su Exc. I
Bib/¡oteca de MéxICO
47
querrion los Indios entender que fue lo mós serio de cuan- retrato de los costumbres de lo Lo co nfirmaci ón de lo au to-
en obro ton grande, y sin tos emprendió el gobierno virrei- vida colonial y de sus principa- ría de los trabai os de Fronc isca
ellos no se puede hozer vno nol-, acompañados de todos les protagoni stas. Represento Lagarto fu e llevado o cabo por
coso, quonto mas mudar los ierarquíos, civiles y eclesiós- ta mbién un testimonio de lo que Don Manuel Romero de Terre -
vno ton grande Ciudad, os - ticos, seguidos de pedigüeños fue lo administración colonial, o ros, q uien en el Archivo Gene-
si que se ha de esperar o y adulado res; encontra mos tro vés de diversos documentos ral de lo Noción rescató un do-
lo q Dios Nro. Señor fuere también lo noticio de uno orden (a utos, decretos, nombramien- cumento que pone de manifies-
seruido, [ ... ]2 poro encarcelar o Enrico Mor- tos, iuicios, co rto s, cédulas, no- to lo roreza de los eiemplares
tínez por no haber cumpl ido con tificac iones, proyectos; etc.) co n el mapa y escudos de ar-
Cabe destocar también los los estipulaciones conve nidos que nos perm iten conocer el al- mas que se hal lan en el eiem -
peticiones presentados por los -no se revistieron los galerías to g rad o de burocrotización piar rese ñad o. Rep roducimos o
insignes conocedores venidos del Toio y se produieron derru m- que llegó o tener, 01 tra slucir el conti nuación lo porte condu-
de Europa, el cos mógrafo Enri- bes-; sin embargo, cuando el sentid o legoloide y fo rmal ista cente :
co Mortínez y el ingeniero pel ig ro ero mayor se le puso en to n arraig ad o en los fu nciona-
Adrion Boot, cuyos solicitudes En lo Ci udad de México, o
libertad. rios coloni al es.
si ete días del mes de no-
paro real izar los proyectos del Yo el ingeniero Don Francis- Deiemos hasta este punto
vie mbre de mil y seiscientos
desagüe, se ontoion faraónicos. co de Goroy, 01 reseñar esto los aspec tos o destoca r en el
y tre inta y siete ante mí el
obro, dice que lo historio no re- conten ido del libro y señalemos
Se ped ion mil Indios Labo- suscri pto pareci ó Francisco
cordaba un hecho ton porten- algunos de los caro cterístico s fí-
ríos, usando de los bueyes, Lagarto maestro de pintor
toso co mo lo operturo de eso sicos que hocen de lo obro un
vec ino desta ciudad que
mulos, V pertrechos siguien- galería en ton carto ti empo, y eiemplar de colección especial.
tes: cuatrocientos orados. doy fé que co nozco y otor-
en lo época en que se llevó o Lo obro está encuadernado
go haber recibido de Fron-
Dos mil ochocientos bueyes cabo, ningún otro pueblo po- en un volumen, 40. mayor, reen-
paro ellos. Y doscientos ca - cisco Sol bogo impresor ve-
dría haberse vanagloriado de cuade rnado en piel (siglo XVIII ),
rretas, todo operado. Seis cino desta ci udad ci ncuen-
hecho seme ionte (en lo co ns- ca ntos en raia; en lo guardo
mil mulos, eniolmodos las ta pesos de o ro co mún po r
trucc ión del Toio troboiaron posteri or o lo cu bierto presen-
tres mil. Tres mil Indios. lo luminacián (sic) y vitelo de
aproximada mente 60 000 in- to el ex-l ibris de Luis G ardo Pi-
Ocho mil huacales grandes dios). Con esto portentoso obro mentel, algunos hermosos capi-
diez mapas paro los li-
y ch icos. Dos mil azadones. de ingeniería, que había que- tu lares, a pos til las y recla mos. bros del desague que pagó
Mil polos. M il barretos. el susodicho o rozón de cin -
dado abandonado y fue conti - Destocan sobre ma nero en
Acero poro calzar. Mode- nuado en el año de 1635 por co pesos codo uno, con más
lo portad o tres escu dos de ar-
ras de encino poro arados treinta pesos por lo ilumina-
el Marqués de Code reito, ter- mas, ilu minados o mono por el
y carretas. Morrillos poro io- mi no lo recopilación de docu- ción de tres arma s más, los
destocad o artista Francisco La-
coles, y ronchos, con el ali- mentos real izado por Cepeda unos de Su Magestad y los
garto, h¡¡o del célebre miniatu-
mento necesario poro el ga- y Carrillo. o tro s de Su Excel encia y de
ris ta poblano Luis Lagarto . Los
nado. Paro semeionte obro Al finalizar el volumen en- lo ci udad o ro zó n de tres
escudos pertenecen, el del cen -
pesos codo uno [ ... ]
el Virrey ocuoio o! conseio contramos -con nuevo porta- tro, 01 rey Fel ipe IV; el del ex-
del Arzob ispo, de los Reli- do- un coniunto de adiciones tremo inferior izquierdo, 01 virrey l. Co rto del vi rrey D. Lope Diez
giones, de lo Audiencia, del recopilados por Don Antonio Don Lope Diez de Armendariz , de Armendóriz, Marqués de Ca de-
Cobildo[ .. ]3 Urrutio de Vergoro, quien soli- Marqués de Codereito; y el del reita.
citó 01 virrey se incluyeron en el extremo inferi or derecho, o lo 2. Zepeda, Fernando de. Rela-
Interesantes resultan tam- libro los documentos de abril o ciudad de México. ción universal legítimo y verdadero
bién los documen tos que descri- iulio de 1637, en los que se pro- Del mismo artista se in serto , del sitio en que estó fundado lo muy
ben los vis itas oficiales de los veía lo resolución de un desa- 01 fi nal de lo obro, un mapa del noble, insigne y muy leal ciudad de
sóbodos o los obras públicos güe generala Toio abierto. Valle de México y sus al rede- México. Dispuesto y ordenado por
del desagüe que se realizaron Fernando Alfonso Carrillo, corregi-
Es de importancia señalar dores, de realizac ión ingenuo
do, ajusta do y concertado (por)
en diferentes períodos, los vio- que, más allá de su valor como sobre vitelo, dibuiado y pinta- Juan de Álvarez Serrano. México:
ies de los virreyes o Huehueto- obro informativo sobre el temo, do o mo no, en el que sobreso- Francisco Solvogo, 1637, p. 5 fols.
ca -lo obro conocido hoy co- esto Relación, sin proponérse- len los lagunas y ríos, templos 1-31.
mo El Toio de Nochistongo. y lo, refleio entre líneas un fresco y poblados. 3. Op. cit., p. vario.