Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

Escuela de Sociología

Introducción a la sociología

Autora: Ligmar Altamar

UN PARADIGMA NO OFICIAL

Un grupo de científicos realizaron un experimento con cinco monos,

donde los encerraron, les colocaron una escalera y por encima de esta unos
plátanos. Luego, cada vez que un mono intentaba subir las escaleras para
alcanzar las bananas, los científicos echaban agua fría a los monos que se
mantenían en el piso. Con el paso del tiempo, cada vez que un mono
intentaba subir los otros lo bajaban a golpes.

Los científicos decidieron sustituir a un mono. Cuando el novato intentó

subir la escalera, los otros lo bajaron a golpes. Los científicos vuelven a
sustituir a otro veterano, y ocurre lo mismo. De esta forma, fueron
sustituyendo a todos los monos, hasta que no quedaba ni un veterano. Sin
embargo, la reacción seguía siendo la misma, cada vez que algún mono
intentaba tomar los plátanos, los otros lo bajaban a golpes, a pesar de que
estos novatos nunca fueron mojados con agua fría. Seguramente, si se les
pudiera preguntar por qué lo hacen responderían “no sé, siempre ha sido
así”.

El paradigma comienza con un sistema de categorías conceptuales que

luego pasan a ser un marco epistemológico, para así convertirse en
Paradigma. Para Briones (1998) un paradigma es lo que constituye la ciencia
para el conocimiento de la realidad a la cual se refiere, es decir, es la
concepción del objeto de estudio de una ciencia, de los problemas para
estudiar, de la naturaleza de sus métodos y de la forma de explicar,
interpretar o comprender los resultados de la investigación realizada.
Entonces, se puede decir que un paradigma es la forma de concebir la
realidad a través de un postulado científico aceptado por la sociedad en un
tiempo determinado.

Todas las personas son observadores en el mundo en el que se vive. A

pesar de que estos vivan lo mismo, interpretaran la realidad de diferentes
maneras. De igual forma, en esta interpretación influirá el estado de ánimo y
las emociones, es decir, el mundo emocional.

Las emociones son alteraciones que percibe el ser humano ante una
situación concreta, la cual se valora a través de un conjunto de cogniciones,
actitudes y creencias que tenga del mundo la persona. Esta valoración
subjetiva viene acompañada de cambios fisiológicos y endocrinos de origen
innato, los cuales dependerán de la experiencia que tenga el sujeto. Se
refiere a cambios fisiológicos y endocrinos a que cada emoción activa una
sustancia química u hormona y esta lleva a tener cualquier alteración en el
organismo. Por ejemplo ante una situación que genere miedo se activa la
adrenalina y de igual forma se puede presentar un aumento en el ritmo
cardiaco y la respiración. Es importante resaltar que las emociones solo
caracterizan al sujeto ante una situación particular y única, dada en un
tiempo determinado.

Por otro lado el estado de ánimo es una forma de estar por un tiempo
prolongado, donde las emociones se encuentran de forma generalizada y
persistente, por lo que influye en la percepción del mundo. Para Robert E.
Thayer un estado de ánimo es como un sentimiento de fondo que persiste en
el tiempo, el cual surge de la energía y la tensión, es decir, por factores
externos. Mientras que el psicoanálisis lo determina como una expresión de
síntomas causada por procesos inconscientes ligadas a la propia experiencia
del sujeto, este puede manifestarse en la conducta o en la somatización,
generando síntomas orgánicos y generales.

Una de las diferencias entre la emoción y el estado de ánimo, es que la

emoción se puede determinar por una causa concreta mientras que el estado
de ánimo no tiene una causa definida, es por esto que generalmente el
humano se encuentra en un estado de ánimo que no eligen ni controla. Sin
embargo, esto puede ser manejado a través de la inteligencia emocional.

Hasta este punto, se tiene que una emoción puede conllevar a un estado
de ánimo determinado. Por ejemplo, un padre está jugando con su hijo a la
lucha, el hijo golpea al padre en un momento que este se descuida, a lo que
el padre reacciona con una carcajada y felicita a su hijo porque éste ha
ganado la lucha. Otro día, el hijo golpea a su padre, en modo de juego,
cuando este se encuentra distraído, sin embargo la reacción del padre es de
molestia por lo que lo regaña y lo tilda de falta de respeto.

En el primer escenario el padre se encuentra en un estado de ánimo

positivo, manifestando la emoción de alegría. En el segundo escenario, el
padre se encuentra bajo un momento de ira por razones ajenas al hijo. Como
se puede observar la situación es la misma y a pesar de esto la reacción del
padre ha sido diferente.

La inteligencia emocional es la capacidad que se tiene de manejar las

emociones propias, y de esta forma expresar la emoción manifestada a la
persona correcta, en la manera adecuada y en un momento oportuno. Para
lograr este control se necesitan habilidades como el autocontrol, la empatía,
el entusiasmo, y la capacidad para motivarse a uno mismo.

El autocontrol se ha pronunciado desde los greco-romanos, antes

denominado como temperancia (templanza) pero igual referido al control del
exceso emocional, pues una emoción intensa o prolongada que vaya más
allá de lo prudente puede atentar con la estabilidad social. Por ejemplo, la
tristeza en si no se podría determinar como un estado negativo, sin embargo
cuando se vuelve crónica puede afectar la salud mental y física de un
individuo llevándolo a consecuencias nefastas como el suicidio.

El entusiasmo es una influencia que prevalece en la toma de decisiones,

la solvencia de problemas, la capacidad para planificar, pensar y
concentrarse. El entusiasmo es uno de los factores determinantes para lograr
el éxito. De igual forma, la empatía logra establecer una conexión con
quienes te rodean y de esa forma tener una buena convivencia. Sin
embargo, existen sujetos que carecen de la capacidad de identificar sus
emociones por lo que suelen confundir el sufrimiento emocional con el dolor
físico, y asimismo no logran establecer una empatía con quienes los rodean.

Los seres humanos tienen la potestad de decidir cómo quieren vivir, como
quieren ser y como quieren estar, es decir, constantemente están eligiendo
hacia donde direccionar su vida, lo que significa que el cómo actuar ante
determinada situación también lo deciden. Sin embargo, si dejan que sus
emociones los controlen y los hagan reaccionar de una forma ante una
situación determinada, seguramente, cuando ésta vuelva a ocurrir se
reaccionará de la misma forma, y así se irá habituando a dicha reacción
hasta decir “es que yo soy así” sin saber realmente en qué momento se
comenzó a “ser así”, de esta forma el estado de ánimo y las emociones
influirán directamente en la visión de cómo apreciar y reaccionar ante el
mundo, es por ello que se debe desarrollar la capacidad de control ante ellas
para poder elegir de una forma consciente como se quiere vivir.

También, a través del control de las emociones propias se puede crear

una convivencia sana en cualquier entorno. De igual forma permitirá ver
desde diferentes perspectivas una situación determinada lo que conllevará a
una toma de decisiones eficaz.

En referencia al ejemplo anterior, el padre pudo haber explicado a su hijo

que en ese momento él no quería jugar, por lo que le disgustó su acción. De
esta forma, el padre expresa su emoción sin agredir a su hijo. Asimismo, va
desarrollando su inteligencia emocional y a su vez promueve al desarrollo de
la de su hijo.
Para finalizar, se plantea la idea de un paradigma no oficial ya que a
pesar de que las emociones y el estado de ánimo solo influyen en un sujeto,
este coexiste en una sociedad, por lo que si todos los sujetos desarrollaran
su inteligencia emocional se facilitaría la convivencia, y los problemas y
tomas de decisiones se resolverían de una forma eficaz.
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