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Poliedros

Un poliedro es un sólido de caras planas (la palabra viene del griego, poli- significa
"muchas" y -edro significa "cara").

Cada cara plana (simplemente "cara") es un polígono.

Así que para ser un poliedro no tiene que haber ninguna superficie curva.

Definición[editar]
Se llama poliedro todo cuerpo acotado, limitado por un número finito de superficies planas.
Se demuestra que las superficies planas que limitan un poliedro son polígonos.1
Un poliedro convexo es un poliedro P, que a su vez es un conjunto convexo; es decir si
contiene dos puntos A y B, incluye al segmento que ellos determinan.2

Un poliedro es, en el sentido dado por la geometría clásica al término, un cuerpo geométrico
cuyas caras son planas y encierran un volumen finito. La palabra poliedro viene del griego
clásico πολύεδρον (polyedron), de la raíz πολύς (polys), «muchas» y de έδρα (edra), «base»,
«asiento», «cara».
Los poliedros se conciben como cuerpos tridimensionales, pero hay semejantes topológicos
del concepto en cualquier dimensión. Así, el punto o vértice es el semejante topológico del
poliedro en cero dimensiones, una arista o segmento lo es en 1 dimensión, el polígono para 2
dimensiones; y el polícoro el de cuatro dimensiones. Todas estas formas son conocidas
como politopos, por lo que podemos definir un poliedro como un polítopo tridimensional

Etimología
Este termino etimológicamente viene “πολυεδρος” (polyedros) que
tiene muchos asientos; formado de “πολυ” (poly) mucho y “εδρον”
(edron) forma de “εδρα” (hedra) que quiere decir cara o asiento.

En un poliedro podemos distinguir los siguientes elementos:

Caras: son los polígonos que forman el poliedro.


Aristas: son los segmentos donde hacen
intersección las caras.

Vértices: son los puntos donde hacen intersección


las aristas.

Además podemos citar los ángulos


diedros delimitados por dos caras que se cortan.

Ángulo diedro es la región del espacio delimitada


por los semiplanos que contienen dos caras que se
cortan.

Hay tantos como número de aristas.


También encontramos ángulos
poliedros determinados por las caras que inciden
en un mismo vértice.

Ángulo poliedro es la región del espacio delimitada


por los semiplanos que contienen las caras que
inciden en un vértice.

Hay tantos como número de vértices.

Caras

Las caras de un poliedro son cada uno de los polígonos que limitan
al poliedro.

Aristas

Las aristas de un poliedro son los lados de las caras del


poliedro. Dos caras tienen una arista en común.

Vértices

Los vértices de un poliedro son los vértices de cada una de


las caras del poliedro. Tres caras coinciden en un mismo vértice.

Ángulos diedros

Los ángulos diedros están formados por cada dos caras y tienen
una arista en común.

Ángulos poliédricos

Los ángulos poliédricos están formados por tres o más


caras del poliedro y tienen un vértice común.

Diagonales

Las diagonales de un poliedro son los segmentos que unen dos


vértices no pertenecientes a la misma cara.
Matemáticas

Poliedro
Un poliedro, en el área de la geometría euclidiana, es definido como un

objeto tridimensional que está compuesto por un número finito de superficies poligonales o,

en otras palabras, de caras. Técnicamente, un poliedro es el límite entre el interior y el

exterior de un sólido. En general, los poliedros se nombran según el número de caras que

tengan. Un tetraedro tiene cuatro caras, un pentaedro cinco, y así sucesivamente; un cubo es

un poliedro regular de seis lados (hexaedro) cuyas caras son cuadradas. Las caras se

encuentran en segmentos de línea llamados bordes, que se encuentran en los puntos

llamados vértices.

Temas relacionados

Cubo, prisma

¿Qué es un poliedro?

Un poliedro es un elemento dentro del área de la geometría que posee diferente cantidad

de carasplanas y que tienen la capacidad de guardar una gran cantidad de volumen que no

es infinito.

 Definición

 Elementos de un poliedro
 Tipos de poliedro

 Características

 Área de un poliedro

 Ejemplos
Definición

En matemáticas, definimos un poliedro como un sólido que tiene una serie de caras planas.

Cuando nos referimos al término sólido nos estamos refiriendo a una forma geométrica que

es tridimensional. Cuando una forma es tridimensional, significa que tiene espacio dentro de

ella. No es un objeto plano que simplemente se dibuja en una hoja de papel plana. En otras

palabras, los sólidos tridimensionales son cosas que puedes sostener.

Podemos decir que es un sólido que tiene sus caras planas. La palabra viene del

griego, poli que tienen como significado “muchas” y –edro que significa “cara“. Para que un

cuerpo sea un poliedro no tiene que haber ninguna superficie curva en el mismo.

Elementos de un poliedro

En un poliedro podemos encontrar los siguientes elementos:

 Caras: son los polígonos que se encuentran formando el poliedro.

 Aristas: son los segmentos en los cuales realizan la intersección las caras del

poliedro.

 Vértices: son los puntos donde hacen intersección las aristas del poliedro.

 Ángulo diedro: este es el ángulo que forman dos caras que se cortan. Hay tantos

ángulos diedros como número de aristas.

 Ángulo poliedro: son los ángulos determinados por las caras que inciden en un

mismo vértice. Hay tantos como número de vértices.


Tipos de poliedro

Los tipos de poliedro que existen son los siguientes:

Poliedro regular

Un poliedro regular es el cual en sus caras son todas polígonos regulares y además son

todas iguales. Las aristas también son todas iguales y existen únicamente cinco tipos de

poliedros regulares:

 Tetraedro regular: es un poliedro regular cuya superficie se encuentra formada por

cuatro triángulos equiláteros del mismo tamaño.

 Cubo (o hexaedro regular): está compuesto por seis cuadrados iguales.

 Octaedro regular: la superficie está constituida por ocho triángulos equiláteros iguales

 Dodecaedro regular: esta formado por doce pentágonos regulares iguales

 Icosaedro regular: es un poliedro regular en el cual las caras son veinte triángulos

equiláteros todos ellos iguales.

Poliedro irregular

Los irregulares son aquellos cuyas caras son polígonos pero que no son todos iguales. Entre

ellos podemos mencionar los sólidos arquimedianos que son poliedros convexos de caras

regulares, pero no uniformes. Se clasifican principalmente por el número de caras que tiene su

superficie:

 Tetraedro: poliedro irregular con cuatro caras

 Pentaedro: irregular con cinco caras

 Hexaedro: irregular con seis caras

 Heptaedro: irregular con siete caras

 Octaedro: poliedro irregular con ocho caras

 Eneaedro: irregular con nueve caras

 Decaedro: irregular con diez caras


Además, existen dos casos muy especiales de tetraedro irregular son:

 Tetraedro trirrectángulo: es el que tiene tres caras que son triángulos rectángulos,

en los que sus ángulos rectos concurren a un mismo vértice.

 Tetraedro isofacial: es un tetraedro irregular cuya base es un triángulo rectángulo y

sus tres caras laterales son tres triángulos isósceles iguales.

 Convexos: se forman cuando cualquier par de puntos del espacio que estén dentro

del cuerpo los une un segmento de recta también interno.

 Poliedro de caras regulares: cuando todas las caras del mismo son polígonos

regulares.

 Poliedro de caras uniformes: cuando todas las caras son iguales.

Características

Las principales características del poliedro son las siguientes:

 Sus caras son planas.

 Tiene un volumen finito de superficies planas.

 Son cuerpos tridimensionales.

 Se nombran dependiendo del número de caras que posean: tetraedro, pentaedro,

hexaedro, heptaedro, icosaedro.

Área de un poliedro

El cálculo de áreas de los poliedros no necesita ninguna fórmula nueva pues únicamente

basta calcular las áreas de todas las caras y sumar. Esto se hace usando las fórmulas de área

de los polígonos.

¿Cuál es el área del cubo con aristas de medida 5 cm? Se trata de un poliedro regular, con 6

caras. Cada cara es un cuadrado y por lo tanto el área es 52 = 25cm. Tenemos 6 caras por lo

tanto = 6 * 25 = 150 cm2


¿Cuál es el área del octaedro con aristas de medida 5 cm? Es regular, con 8 caras. Como se

ve en parte, el octaedro consiste de 8 triángulos. Basta con calcular el área de cada triángulo y

multiplicar por 8.

Ejemplos

Entre los ejemplos más comunes de poliedros irregulares podemos mencionar los sólidos

platónicos, el cubo romo, icosaedro truncado, prismas y anti-prismas.

Leonhard Euler
Leonhard Paul Euler (pron. AFI: [ˈɔʏlɐ] en alemán, AFI: [ˈoiler] en español) (Basilea, Suiza, 15
de abril de 1707 - San Petersburgo, Imperio ruso, 18 de septiembre de 1783), conocido
como Leonhard Euler, fue un matemático, físico y filósofo suizo. Se trata del principal
matemático del siglo XVIII y uno de los más grandes y prolíficos de todos los tiempos, muy
conocido por el número de Euler (e), número que aparece en muchas fórmulas de cálculo y
física.
Vivió en Rusia y Alemania la mayor parte de su vida y realizó importantes descubrimientos en
áreas tan diversas como el cálculo o la teoría de grafos. También introdujo gran parte de la
moderna terminología y notación matemática, particularmente para el área del análisis
matemático, como, por ejemplo, la noción de función matemática.2 Asimismo se le conoce por
sus trabajos en los campos de la mecánica, la óptica y la astronomía.
Euler ha sido uno de los matemáticos más prolíficos, y se calcula que sus obras completas
reunidas podrían ocupar entre 60 y 80 volúmenes.3 Una afirmación atribuida a Pierre Simon
Laplace expresa la influencia de Euler en los matemáticos posteriores: «Lean a Euler, lean a
Euler, él es el maestro de todos nosotros».

Leonhard Euler
(Basilea, Suiza, 1707 - San Petersburgo, 1783) Matemático suizo. Las facultades que desde
temprana edad demostró para las matemáticas pronto le ganaron la estima del patriarca de los
Bernoulli, Johann, uno de los más eminentes matemáticos de su tiempo y profesor de Euler en la
Universidad de Basilea.
Leonhard Euler

Tras graduarse en dicha institución en 1723, cuatro años más tarde fue invitado personalmente
por Catalina I para convertirse en asociado de la Academia de Ciencias de San Petersburgo,
donde coincidió con otro miembro de la familia Bernoulli, Daniel, a quien en 1733 relevó en la
cátedra de matemáticas. A causa de su extrema dedicación al trabajo, dos años más tarde perdió
la visión del ojo derecho, hecho que no afectó ni a la calidad ni al número de sus hallazgos.
Hasta 1741, año en que por invitación de Federico II el Grande se trasladó a la Academia de
Berlín, refinó los métodos y las formas del cálculo integral (no sólo gracias a resultados
novedosos, sino también a un cambio en los habituales métodos de demostración geométricos,
que sustituyó por métodos algebraicos), que convirtió en una herramienta de fácil aplicación a
problemas de física. Con ello configuró en buena parte las matemáticas aplicadas de la centuria
siguiente (a las que contribuiría luego con otros resultados destacados en el campo de la teoría
de las ecuaciones diferenciales lineales), además de desarrollar la teoría de las funciones
trigonométricas y logarítmicas (introduciendo de paso la notación e para definir la base de los
logaritmos naturales).
En 1748 publicó la obra Introductio in analysim infinitorum, en la que expuso el concepto de
función en el marco del análisis matemático, campo en el que así mismo contribuyó de forma
decisiva con resultados como el teorema sobre las funciones homogéneas y la teoría de la
convergencia. En el ámbito de la geometría desarrolló conceptos básicos como los del ortocentro,
el circuncentro y el baricentro de un triángulo, y revolucionó el tratamiento de las funciones
trigonométricas al adoptar ratios numéricos y relacionarlos con los números complejos mediante
la denominada identidad de Euler; a él se debe la moderna tendencia a representar cuestiones
matemáticas y físicas en términos aritméticos.
En el terreno del álgebra obtuvo así mismo resultados destacados, como el de la reducción de una
ecuación cúbica a una bicuadrada y el de la determinación de la constante que lleva su nombre.
A lo largo de sus innumerables obras, tratados y publicaciones introdujo gran número de nuevas
técnicas y contribuyó sustancialmente a la moderna notación matemática de conceptos como
función, suma de los divisores de un número y expresión del número imaginario raíz de menos
uno. También se ocupó de la teoría de números, campo en el cual su mayor aportación fue la ley
de la reciprocidad cuadrática, enunciada en 1783.

A raíz de ciertas tensiones con su patrón Federico el Grande, regresó nuevamente a Rusia en
1766, donde al poco de llegar perdió la visión del otro ojo. A pesar de ello, su memoria
privilegiada y su prodigiosa capacidad para el tratamiento computacional de los problemas le
permitieron continuar su actividad científica; así, entre 1768 y 1772 escribió sus Lettres à une
princesse d'Allemagne, en las que expuso concisa y claramente los principios básicos de la
mecánica, la óptica, la acústica y la astrofísica de su tiempo.

De sus trabajos sobre mecánica destacan, entre los dedicados a la mecánica de fluidos, la
formulación de las ecuaciones que rigen su movimiento y su estudio sobre la presión de una
corriente líquida, y, en relación a la mecánica celeste, el desarrollo de una solución parcial al
problema de los tres cuerpos -resultado de su interés por perfeccionar la teoría del movimiento
lunar-, así como la determinación precisa del centro de las órbitas elípticas planetarias, que
identificó con el centro de la masa solar. Tras su muerte, se inició un ambicioso proyecto para
publicar la totalidad de su obra científica, compuesta por más de ochocientos tratados, lo cual lo
convierte en el matemático más prolífico de la historia.

Arquímedes
Arquímedes de Siracusa (en griego antiguo Ἀρχιμήδης) (c. 287 a. C. – c. 212 a. C.) fue un
matemático griego, físico, ingeniero, inventor y astrónomo. Aunque se conocen pocos detalles
de su vida, es considerado uno de los científicos más importantes de la antigüedad clásica.
Entre sus avances en física se encuentran sus fundamentos en hidrostática, estática y la
explicación del principio de la palanca. Es reconocido por haber diseñado innovadoras
máquinas, incluyendo armas de asedio y el tornillo de Arquímedes, que lleva su
nombre. Experimentos modernos han probado las afirmaciones de que Arquímedes llegó a
diseñar máquinas capaces de sacar barcos enemigos del agua o prenderles fuego utilizando
una serie de espejos.
Arquímedes de Siracusa (en griego antiguo, Ἀρχιμήδης Arkhimḗdēs; Siracusa
(Sicilia), ca. 287 a. C.-ibidem, ca. 212 a. C.) fue
un físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático griego. Aunque se conocen pocos
detalles de su vida, es considerado uno de los científicos más importantes de la Antigüedad
clásica. Entre sus avances en física se encuentran sus fundamentos en hidrostática, estática y
la explicación del principio de la palanca. Es reconocido por haber diseñado innovadoras
máquinas, incluyendo armas de asedio y el tornillo de Arquímedes, que lleva su nombre.
Experimentos modernos han probado las afirmaciones de que Arquímedes llegó a diseñar
máquinas capaces de sacar barcos enemigos del agua o prenderles fuego utilizando una serie
de espejos.1
Se considera que Arquímedes fue uno de los matemáticos más grandes de la antigüedad y,
en general, de toda la historia.23 Usó el método exhaustivo para calcular el área bajo el arco
de una parábola con el sumatorio de una serie infinita, y dio una aproximación
extremadamente precisa del número pi.4 También definió la espiral que lleva su nombre,
fórmulas para los volúmenes de las superficies de revolución y un ingenioso sistema para
expresar números muy largos.
Arquímedes murió durante el sitio de Siracusa (214-212 a. C.), cuando fue asesinado por un
soldado romano, a pesar de que existían órdenes de que no se le hiciese ningún daño.
A diferencia de sus inventos, los escritos matemáticos de Arquímedes no fueron muy
conocidos en la antigüedad. Los matemáticos de Alejandría lo leyeron y lo citaron, pero la
primera compilación integral de su obra no fue realizada hasta c. 530 d. C. por Isidoro de
Mileto. Los comentarios de las obras de Arquímedes escritos por Eutocio en el siglo VI las
abrieron por primera vez a un público más amplio. Las relativamente pocas copias de trabajos
escritos de Arquímedes que sobrevivieron a través de la Edad Media fueron una importante
fuente de ideas durante el Renacimiento,5 mientras que el descubrimiento en 1906 de trabajos
desconocidos de Arquímedes en el Palimpsesto de Arquímedes ha ayudado a comprender
cómo obtuvo sus resultados matemáticos.6

Arquímedes
(Siracusa, actual Italia, h. 287 a.C. - id., 212 a.C.) Matemático griego. Los
grandes progresos de las matemáticas y la astronomía del helenismo son
deudores, en buena medida, de los avances científicos anteriores y del legado
del saber oriental, pero también de las nuevas oportunidades que brindaba
el mundo helenístico. En los inicios de la época helenística se sitúa Euclides,
quien legó a la posteridad una prolífica obra de síntesis de los conocimientos
de su tiempo que afortunadamente se conservó casi íntegra y se convirtió en
un referente casi indispensable hasta la Edad Contemporánea.
Arquímedes

Pero el más célebre y prestigioso matemático fue Arquímedes. Sus escritos,


de los que se han conservado una decena, son prueba elocuente del carácter
polifacético de su saber científico. Hijo del astrónomo Fidias, quien
probablemente le introdujo en las matemáticas, aprendió de su padre los
elementos de aquella disciplina en la que estaba destinado a superar a todos
los matemáticos antiguos, hasta el punto de aparecer como prodigioso,
"divino", incluso para los fundadores de la ciencia moderna. Sus estudios se
perfeccionaron en aquel gran centro de la cultura helenística que era la
Alejandría de los Tolomeos, en donde Arquímedes fue, hacia el año 243 a.C.,
discípulo del astrónomo y matemático Conón de Samos, por el que siempre
tuvo respeto y admiración.

Allí, después de aprender la no despreciable cultura matemática de la escuela


(hacía poco que había muerto el gran Euclides), estrechó relaciones de
amistad con otros grandes matemáticos, entre los cuales figuraba
Eratóstenes, con el que mantuvo siempre correspondencia, incluso después
de su regreso a Sicilia. A Eratóstenesdedicó Arquímedes su Método, en el que
expuso su genial aplicación de la mecánica a la geometría, en la que
«pesaba» imaginariamente áreas y volúmenes desconocidos para determinar
su valor. Regresó luego a Siracusa, donde se dedicó de lleno al trabajo
científico.

Al parecer, más tarde volvió a Egipto durante algún tiempo como "ingeniero"
de Tolomeo, y diseñó allí su primer gran invento, la "coclea", una especie de
máquina que servía para elevar las aguas y regar de este modo regiones a
las que no llegaba la inundación del Nilo. Pero su actividad madura de
científico se desenvolvió por completo en Siracusa, donde gozaba del favor
del tirano Hierón II. Allí alternó inventos mecánicos con estudios de mecánica
teórica y de altas matemáticas, imprimiendo siempre en ellos su espíritu
característico, maravillosa fusión de atrevimiento intuitivo y de rigor
metódico.

Sus inventos mecánicos son muchos, y más aún los que le atribuyó la leyenda
(entre estos últimos debemos rechazar el de los espejos ustorios, inmensos
espejos con los que habría incendiado la flota romana que sitiaba Siracusa);
pero son históricas, además de la "coclea", numerosas máquinas de guerra
destinadas a la defensa militar de la ciudad, así como una "esfera", grande e
ingenioso planetario mecánico que, tras la toma de Siracusa, fue llevado a
Roma como botín de guerra, y allí lo vieron todavía Cicerón y quizás Ovidio.

Arquímedes en su representación más


tradicional: abstraído y meditabundo

La biografía de Arquímedes está más poblada de anécdotas sabrosas que de


hechos como los anteriormente relatados. En torno a él tejieron la trama de
una figura legendaria primero sus conciudadanos y los romanos, después los
escritores antiguos y por último los árabes; ya Plutarco atribuyó una
«inteligencia sobrehumana» a este gran matemático e ingeniero.
La más divulgada de estas anécdotas la relata Vitruvio y se refiere al método
que utilizó para comprobar si existió fraude en la confección de una corona
de oro encargada por Hierón II, tirano de Siracusa y protector de
Arquímedes, y quizás incluso pariente suyo. Se cuenta que el tirano,
sospechando que el joyero le había engañado poniendo plata en el interior
de la corona, pidió a Arquímedes que determinase los metales de que estaba
compuesta sin romperla.

Arquímedes meditó largo tiempo en el difícil problema, hasta que un día,


hallándose en un establecimiento de baños, advirtió que el agua se
desbordaba de la bañera a medida que se iba introduciendo en ella. Esta
observación le inspiró la idea que le permitió resolver la cuestión que le
planteó el tirano: si sumergía la corona en un recipiente lleno hasta el borde
y medía el agua que se desbordaba, conocería su volumen; luego podría
comparar el volumen de la corona con el volumen de un objeto de oro del
mismo peso y comprobar si eran iguales. Se cuenta que, impulsado por la
alegría, Arquímedes corrió desnudo por las calles de Siracusa hacia su casa
gritando «Eureka! Eureka!», es decir, «¡Lo encontré! ¡Lo encontré!».

La idea de Arquímedes está reflejada en una de las proposiciones iniciales de


su obra Sobre los cuerpos flotantes, pionera de la hidrostática, que sería estudiada
cuidadosamente por los fundadores de la ciencia moderna, entre ellos Galileo.
Corresponde al famoso principio de Arquímedes (todo cuerpo sumergido en
un líquido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del volumen
de agua que desaloja), y, como allí se explica, haciendo uso de él es posible
calcular la ley de una aleación, lo cual le permitió descubrir que el orfebre
había cometido fraude.

Según otra anécdota famosa, recogida entre otros por Plutarco, Arquímedes
se hallaba tan entusiasmado por la potencia que conseguía obtener con sus
máquinas, capaces de levantar grandes pesos con esfuerzo relativamente
pequeño, que aseguró al tirano que, si le daban un punto de apoyo,
conseguiría mover la Tierra; se cree que, exhortado por el rey a que pusiera
en práctica su aseveración, logró sin esfuerzo aparente, mediante un
complicado sistema de poleas, poner en movimiento un navío de tres
mástiles con su carga.

Análoga concentración mental y abstracción en la meditación demuestra el


episodio de su muerte. Según se dice, los ingenios bélicos cuya paternidad
le atribuye la tradición permitieron a Siracusa resistir tres años el asedio
romano, antes de caer en manos de las tropas de Marcelo. Mientras
saqueaban Siracusa los soldados de Marcelo, que al fin habían conseguido
expugnar la ciudad, el viejo matemático estaba meditando, olvidado de todo,
en sus problemas de geometría.

Sorprendido por un soldado que le preguntó quién era, Arquímedes no le


respondió, o, según otra versión, le respondió irritado que no le molestara ni
le estropeara los dibujos que había trazado en la arena; y el soldado,
encolerizado, lo mató. Marcelo se entristeció mucho al saberlo y mandó que
le levantaran un monumento, sacando su figura del tratado Sobre la esfera y del
cilindro. Cicerón reconoció por esta figura, muchos años más tarde, su tumba
olvidada.
Esta pasión de Arquímedes por la erudición, que le causó la muerte, fue
también la que, en vida, se dice que hizo que se olvidara hasta de comer y
que soliera entretenerse trazando dibujos geométricos en las cenizas del
hogar o incluso, al ungirse, en los aceites que cubrían su piel. Esta imagen
contrasta con la del inventor de máquinas de guerra de que hablan los
historiadores Polibio y Tito Livio; pero, como señala Plutarco, su interés por
esa maquinaria estribó únicamente en el hecho de que planteó su diseño
como mero entretenimiento intelectual.
El esfuerzo de Arquímedes por convertir la estática en un cuerpo doctrinal
riguroso es comparable al realizado por Euclides con el mismo propósito
respecto a la geometría. Tal esfuerzo se refleja de modo especial en dos de
sus libros; en el primero de ellos, Equilibrios planos, fundamentó la ley de la
palanca, deduciéndola a partir de un número reducido de postulados, y
determinó el centro de gravedad de paralelogramos, triángulos, trapecios y
el de un segmento de parábola.
En la obra Sobre la esfera y el cilindro utilizó el método denominado de
exhaustión, precedente del cálculo integral, para determinar la superficie de
una esfera y para establecer la relación entre una esfera y el cilindro
circunscrito en ella. Este último resultado pasó por ser su teorema favorito,
que por expreso deseo suyo se grabó sobre su tumba, hecho gracias al cual
Cicerón pudo recuperar la figura de Arquímedes cuando ésta había sido ya
olvidada.

Platón
(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y
su discípulo Aristóteles, Platón es la figura central de los tres grandes
pensadores en que se asienta toda la tradición filosófica europea. Fue el
británico Alfred North Whitehead quien subrayó su importancia afirmando que el
pensamiento occidental no es más que una serie de comentarios a pie de
página de los diálogos de Platón.
Platón

La circunstancia de que Sócrates no dejase obra escrita, junto al hecho de


que Aristóteles construyese un sistema opuesto en muchos aspectos al de su
maestro, explican en parte la rotundidad de una afirmación que puede
parecer exagerada. En cualquier caso, es innegable que la obra de Platón,
radicalmente novedosa en su elaboración lógica y literaria, estableció una
serie de constantes y problemas que marcaron el pensamiento occidental
más allá de su influencia inmediata, que se dejaría sentir tanto entre los
paganos (el neoplatonismo de Plotino) como en la teología cristiana,
fundamentada en gran medida por San Agustín sobre la filosofía platónica.

Nacido en el seno de una familia aristocrática, Platón abandonó su inicial


vocación política y sus aficiones literarias por la filosofía, atraído por
Sócrates. Fue su discípulo durante veinte años y se enfrentó abiertamente a
los sofistas (Protágoras, Gorgias). Tras la condena a muerte de Sócrates (399 a.
C.), huyó de Atenas y se apartó completamente de la vida pública; no
obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su
pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado.
Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos
de Pitágoras; tras una negativa experiencia en Siracusa como asesor en la
corte del rey Dionisio I el Viejo, pasó algún tiempo prisionero de unos piratas,
hasta que fue rescatado y pudo regresar a Atenas. Allí fundó en el año 387
una escuela de filosofía, situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín
dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La
Academia de Platón, una especie de secta de sabios organizada con sus
reglamentos, contaba con una residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y
seminarios especializados, y fue el precedente y modelo de las modernas
instituciones universitarias.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que
la filosofía englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron
apareciendo (en la propia Academia) las disciplinas especializadas que darían
lugar a ramas diferenciadas del saber, como la lógica, la ética o la física.
Pervivió más de novecientos años (hasta que Justiniano la mandó cerrar en el
529 d. C.), y en ella se educaron personajes de importancia tan fundamental
como su discípulo Aristóteles.
Obras de Platón

A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se


han conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma
dialogada; de hecho, Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para
exponer un pensamiento filosófico, y tal forma constituía ya por sí misma un
elemento cultural nuevo: la contraposición de distintos puntos de vista y la
caracterización psicológica de los interlocutores fueron indicadores de una
nueva cultura en la que ya no tenía cabida la expresión poética u oracular,
sino el debate para establecer un conocimiento cuya legitimación residía en
el libre intercambio de puntos de vista y no en la simple enunciación.
Platón y Aristóteles en La escuela de Atenas (1511), de Rafael
Los veintiséis diálogos platónicos probadamente auténticos (de los cuarenta
y dos transmitidos por la Antigüedad) pueden clasificarse en tres grupos. Los
diálogos del llamado período socrático (396-388), entre los que se incluyen
la Apología, Critón, Eutifrón, Laques, Cármides, Ión, el Hipias menor y tal vez Lisis (que
quizá sea posterior), revelan claramente la influencia de los métodos de
Sócrates y se distinguen por el predominio del elemento mímico-dramático:
comienzan abruptamente, sin preámbulos preparatorios. Todas estas obras
son anteriores al primer viaje de Platón a Sicilia, y en ella dominan los
diálogos investigadores a la manera socrática.
Dentro de los diálogos del siguiente período, llamado constructivo o
sistemático, pertenecen a una fase de transición Protágoras, Menón (que
anunció la doctrina de las Ideas), Gorgias, Menéxenes, Crátilo y Eutidemo. Los
grandes diálogos de esta etapa son el Fedón, cuyo tema es la inmortalidad
del alma; El banquete, en el que seis oradores debaten sobre el amor; La
República, el texto platónico más sistemático, fruto de largos años de trabajo,
que presenta tres líneas principales de argumentación (ético-política,
estético-mística y metafísica) combinadas en un todo; y el Fedro, que
mediante la forma de diálogo dramático debate aspectos relativos a la belleza
y el amor, y contiene momentos de honda poesía. Estos diálogos, en los que
se muestra en su apogeo la fuerza expresiva de Platón, no son ensayos
filosóficos propiamente dichos, sino obras literarias que tratan temas
filosóficos, y por ello no se limitan a un solo tema o asunto.
Los diálogos del período tardío o revisionista, por último, fueron escritos a
partir del momento de la fundación de la Academia. Si bien carecen de los
méritos dramáticos y literarios que caracterizaron a los diálogos precedentes,
presentan en cambio una mayor sutileza y madurez de juicio, ya que en ellos
se expresa más el pensador decidido a presentar la definitiva exposición de
su pensamiento filosófico que el artista. En el Parménides, Platón revisa la
doctrina de las Ideas; en el Teetetocombate el escepticismo de Protágoras
acerca del conocimiento, al tiempo que exalta la vida contemplativa del
filósofo; en el Timeo expone el mito de la creación del mundo por obra del
Demiurgo; en el Filebo trata las relaciones entre el Bien y el placer, y en Las
leyes intenta adaptar más a la realidad su doctrina del Estado ideal, tomando
como referencia las constituciones y legislaciones de varias ciudades griegas.
Una característica del estilo platónico que revela una admirable conjunción
entre pensamiento y expresión es su empleo del mito para hacer más
evidente el pensamiento filosófico. Sin duda el más célebre de ellos es el mito
de la caverna utilizado en La República; pero también son conocidos el del
juicio de ultratumba, que aparece en Gorgias, y el de Epimeteo, en Protágoras.
La filosofía de Platón

El conjunto de la obra de Platón, cuya producción abarcó más de cincuenta


años, ha permitido formular un juicio bastante seguro sobre la evolución de
su pensamiento. De las obras de juventud consagradas a las investigaciones
morales (siguiendo el método socrático) o a la defensa de la memoria de
Sócrates, pasó Platón a desarrollar sus ideas filosóficas y políticas en los
diálogos constructivos o sistemáticos, y luego a revisar y completar sus
propias teorías en las difíciles obras de su etapa final.

El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con


evidente orientación práctica. Dos son los temas permanentes que
prevalecen sobre los demás. Por un lado, el conocimiento, esto es, el estudio
de la naturaleza del conocimiento y de las condiciones que lo posibilitan. Y
por otro, la moral, de fundamental importancia en la vida práctica y en la
realización de la aspiración humana a la felicidad en una doble vertiente
individual y colectiva, ética y política. Todo ello se resuelve en un verdadero
sistema filosófico de gran alcance ético basado en la teoría de las Ideas.
La teoría de las Ideas

La doctrina de las Ideas se fundamenta en la asunción de que más allá del


mundo de los objetos físicos existe lo que Platón llama el mundo
inteligible (cósmos noetós). Tal mundo es un reino espiritual constituido por
una pluralidad de ideas, como la idea de Belleza o la de Justicia. Las ideas
son perfectas, eternas e inmutables; son también inmateriales, simples e
indivisibles.

El mundo de las Ideas posee un orden jerárquico; la idea que se encuentra


en el nivel más alto es la del Bien, que ilumina a todas las demás,
comunicándoles su perfección y realidad. Le siguen en esta jerarquía (aunque
Platón vacila a veces en su descripción) las ideas de Justicia, de Belleza, de
Ser y de Uno. A continuación, las que expresan elementos polares, como
Idéntico-Diverso o Movimiento-Reposo; luego las ideas de los Números o
matemáticas, y finalmente las de los seres que integran el mundo material.

El mundo de las Ideas, aprehensible sólo por la mente, es eterno e inmutable.


Cada idea del mundo inteligible es el modelo de una categoría particular de
cosas del mundo sensible (cósmos aiszetós), es decir, del universo o mundo
material en que vivimos, constituido por una pluralidad de seres cuyas
propiedades son opuestas a las de las Ideas: son cambiantes, imperfectas,
perecederas. En el mundo inteligible residen las ideas de Piedra, Árbol, Color,
Belleza o Justicia; y las cosas del mundo sensible son sólo imitación (mímesis)
o participación (mézexis) de tales ideas, es decir, copias imperfectas de estas
ideas perfectas.

El mito de la caverna
En su obra La República, Platón ilustró esta concepción con el célebre mito de la
caverna. Imaginemos, dice Platón, una serie de hombres que desde su
nacimiento se hallan encadenados en una cueva, y que desde pequeños
nunca han visto nada más que las sombras, proyectadas por un fuego en
una pared, de las estatuas y de los distintos objetos que llevan unos
porteadores que pasan a sus espaldas. Para esos hombres encadenados, las
sombras (los seres del mundo sensible) son la única realidad; pero, si los
liberásemos, se darían cuenta de que lo que creían real eran meras sombras
de las cosas verdaderas (las Ideas del mundo inteligible).
Sólo el mundo inteligible es el verdadero ser, la verdadera realidad; el mundo
sensible es mera apariencia de ser. Dado que el mundo físico, que se percibe
mediante los sentidos, está sometido a continuo cambio y degeneración, el
conocimiento derivado de él es restringido e inconstante; es un mundo de
apariencias que solamente puede engendrar opinión (doxa) mejor o peor
fundamentada, pero siempre carente de valor. El verdadero conocimiento
(epistéme) es el conocimiento de las Ideas. En este punto es patente la
influencia de su admirado Parménides.
En el Timeo, Platón explicó el origen del mundo sensible a través de la figura
de un poderoso hacedor, el Demiurgo, una divinidad superior que, feliz en la
perenne contemplación de las Ideas, quiso, por su misma bondad, difundir
en lo posible el bien en la materia. El Demiurgo, disponiendo del espacio
vacío y partiendo de la materia caótica y eterna, modeló poliedros regulares
de los cuatros elementos (la tierra, el fuego, el aire y el agua, conforme a la
formulación de Empédocles), y, combinándolos, formó los distintos seres del
mundo sensible tomando las Ideas como modelos; tales seres, obviamente,
no podían ser perfectos por las mismas limitaciones de la naturaleza de la
materia. Hay que subrayar que el Demiurgo, partiendo de la materia, formó
cosas materiales; el alma humana, que es inmaterial, no es obra suya.

El alma

Existe pues un mundo inteligible, el de las Ideas, que posibilita el


conocimiento, y un mundo sensible, el nuestro. Esa misma dualidad se da en
el ser humano. El hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas
accidentalmente: el cuerpo mortal (relacionado con el mundo sensible) y el
alma inmortal (perteneciente al mundo de las Ideas, que contempló antes de
unirse al cuerpo). El cuerpo, formado con materia, es imperfecto y mutable;
es, en definitiva, igual de despreciable que todo lo material. De hecho, la
abismal diferencia entre el nulo valor del cuerpo y el altísimo del alma lleva
a Platón a afirmar (en el Alcibíades) que "el hombre es su alma".
Frente a la tosca materialidad del cuerpo, el alma es espiritual, simple e
indivisible. Por ello mismo es eterna e inmortal, ya que la destrucción o la
muerte de algo consiste en la separación de sus componentes. Las diversas
funciones del alma confluyen en sus tres aspectos: el alma racional (lógos) se
sitúa en el cerebro y dota al hombre de sus facultades intelectuales; del
alma pasional o irascible(zimós), ubicada en el pecho, dependen las pasiones y
sentimientos; y de la concupiscible (epizimía), en el vientre, proceden los bajos
instintos y los deseos puramente animales.

Platón (óleo de José de Ribera, 1637)

Platón explicó el origen del alma mediante el mito del carro alado, que se
encuentra en el Fedro. Las almas residen desde la eternidad en un lugar
celeste, donde son felices contemplando las Ideas; marchan en procesión,
cada una de ellas sobre un carro conducido por un auriga y tirado por dos
caballos alados, uno blanco y otro negro. En un momento dado el caballo
negro se desboca, el carro se sale del camino y el alma cae al mundo
sensible. Es decir, las almas se encarnaron en cuerpos del mundo sensible
por una falta de su aspecto concupiscible (el caballo negro; el blanco
representa el pasional o irascible), que la razón (el auriga) no pudo evitar.

El alma, pues, se halla encarnada en el cuerpo por una falta cometida; de


ahí que el cuerpo sea como la cárcel del alma. La unión de alma y cuerpo es
accidental (el lugar natural del alma es el mundo de las Ideas) e incómoda.
El alma se ve obligada a regir el cuerpo como el jinete al caballo, o como el
piloto a la nave. Sin embargo, su aspiración es liberarse del cuerpo, y para
ello deberá aplicar sus esfuerzos a purificarse. Las almas que logren tal
purificación regresarán al mundo de las Ideas tras la muerte del cuerpo; las
que no, irán a la región infernal del Hades, donde, tras un período de
tormentos (específicos para cada alma según las faltas cometidas), se les
permitirá elegir un nuevo cuerpo en el que reencarnarse.

Ética y política

El hombre sólo puede conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado


de la virtud para perfeccionar y purificar el alma. "Purificarse -escribió en
el Fedón- es separar al máximo el alma del cuerpo." Dominando las pasiones
que la atan al cuerpo y al mundo sensible, el alma va desligándose de lo
terrenal y acercándose al conocimiento racional, hasta que, inflamada en el
amor a las Ideas, logra su completa purificación. Este amor a las Ideas es el
sentido original del amor platónico, muy distinto del que le daría la tradición
literaria posterior y del que tiene la expresión en nuestros días.
Practicar la virtud significa, ante todo, practicar la virtud de
la justicia (dikaiosíne), compendio armónico de las tres virtudes particulares
que corresponden a los tres componentes del alma: la sabiduría (sofía) es la
virtud propia de la razón; la fortaleza (andreía) de la voluntad ha de modular
el alma pasional o irascible hacia los afectos nobles; y la templanza (sofrosíne)
ha de imponerse sobre los apetitos del alma concupiscible. El hombre sabio
será, para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del
conocimiento, acto intelectual (y no de los sentidos) por el cual el alma
recuerda el mundo de las Ideas del cual procede.

Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede darse
en la vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y
consistencia a las virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una
República formada por tres clases de ciudadanos (el pueblo, los guerreros y
los filósofos), cada una con su misión específica y sus virtudes características,
en correspondencia con los aspectos del alma humana: los filósofos serían
los llamados a gobernar la comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría;
los guerreros velarían por el orden y la defensa, apoyándose en la virtud de
la fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades productivas, cultivando la
templanza. De este forma la virtud suprema, la justicia, podría llegar a
caracterizar al conjunto de la sociedad.
Las dos clases superiores vivirían en un régimen comunitario donde todo
(bienes, hijos y mujeres) pertenecería al Estado, dejando para el pueblo llano
instituciones como la familia y la propiedad privada; al carecer de ellas las
clases dirigentes, se evitaría su corrupción, ya que no podrían ni necesitarían
obtener riquezas, ni tendrían familiares a los que favorecer; tal esquema (y
otros aspectos de sus concepciones) fue revisado en Las leyes, obra de vejez
en la que desaparecen estas restricciones. El Estado se encargaría de la
educación y de la selección de los individuos (en función de su capacidad y
sus virtudes) para destinarlos a cada clase. La justicia se lograría
colectivamente cuando cada individuo se integrase plenamente en su papel,
subordinando sus intereses a los del Estado.
Teorizó también sobre las distintas formas de gobierno, que según Platón se
suceden en un orden cíclico en el que cada sistema es peor que el anterior.
La monarquía o la aristocracia (gobierno de un solo hombre excepcionalmente
dotado o de una minoría sabia y virtuosa, que aspira solamente al bien
común) es para el filósofo la mejor forma de gobierno. De la monarquía se
pasa a la timocracia cuando el estamento militar, en lugar de proteger a la
sociedad, usa la fuerza para obtener el poder. En la oligarquía, una minoría de
ricos gobierna a un pueblo empobrecido. El descontento lleva a la democracia o
gobierno del pueblo, de la que tiene Platón un pésimo concepto: se elige
como gobernantes a los más ineptos y reina la anarquía. Finalmente,
la tiranía, encabezada por un demagogo que suprime toda libertad, restaura
el orden; es la peor de las formas de gobierno.

Platón intentó plasmar en la práctica sus ideas filosóficas, aceptando


acompañar a su discípulo Dión como preceptor y asesor del joven rey Dionisio
II de Siracusa, hijo de aquel Dionisio I el Viejo al que ya había aconsejado
en vano antes de fundar la Academia; con el hijo, el choque entre el
pensamiento idealista del filósofo y la cruda realidad de la política hizo
fracasar de nuevo el experimento por dos veces (367 y 361 a. C.).

Su influencia

Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo (por sí mismas o a


través de su discípulo Aristóteles) sobre toda la historia posterior del mundo
occidental: su concepción dualista del mundo y del ser humano (materia-
espíritu, cuerpo-alma), la superioridad del conocimiento racional sobre el
sensible o la división de la sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas
recurrentes del pensamiento europeo durante siglos.
Al final de la Antigüedad, el platonismo se enriqueció con la obra de Plotino y
la escuela neoplatónica (siglo III d. C.). El cristianismo, empezando por Agustín
de Hipona (siglo IV), encontró en Platón muchos puntos afines (el desprecio
del mundo terrenal, la primacía del alma) en que sustentar sus concepciones
religiosas, y la teología cristiana fue básicamente agustiniana hasta que una
profunda reelaboración de Santo Tomás de Aquino (siglo XIII) incorporó el
pensamiento aristotélico. En los siglos XV y XVI, la admiración hacia la
filosofía antigua que caracterizó al Renacimiento europeo llevó a un último
resurgir del platonismo.

Johannes Kepler
(Würtemburg, actual Alemania, 1571 - Ratisbona, id., 1630) Astrónomo, matemático y físico
alemán. Hijo de un mercenario (que sirvió por dinero en las huestes del duque de Alba y
desapareció en el exilio en 1589) y de una madre sospechosa de practicar la brujería, Johannes
Kepler superó las secuelas de una infancia desgraciada y sórdida merced a su tenacidad e
inteligencia.
Johannes Kepler

Tras estudiar en los seminarios de Adelberg y Maulbronn, Kepler ingresó en la Universidad de


Tubinga (1588), donde cursó los estudios de teología y fue también discípulo del astrónomo
Michael Mästlin, seguidor de Copérnico. En 1594, sin embargo, interrumpió su carrera teológica
al aceptar una plaza como profesor de matemáticas en el seminario protestante de Graz.
Cuatro años más tarde, unos meses después de contraer un matrimonio de conveniencia, el edicto
del archiduque Fernando contra los maestros protestantes le obligó a abandonar Austria, y en
1600 se trasladó a Praga invitado por Tycho Brahe. Cuando éste murió repentinamente al año
siguiente, Kepler lo sustituyó como matemático imperial de Rodolfo II, con el encargo de acabar
las tablas astronómicas iniciadas por Brahe y en calidad de consejero astrológico, función a la
que recurrió con frecuencia para ganarse la vida.
En 1611 fallecieron su esposa y uno de sus tres hijos; poco tiempo después, tras el óbito del
emperador y la subida al trono de su hermano Matías de Habsburgo, fue nombrado profesor de
matemáticas en Linz. Allí residió Kepler hasta que, en 1626, las dificultades económicas y el
clima de inestabilidad originado por la guerra de los Treinta Años lo llevaron a Ulm, donde
supervisó la impresión de las Tablas rudolfinas, iniciadas por Brahe y completadas en 1624 por
él mismo utilizando las leyes relativas a los movimientos planetarios que aquél estableció.
En 1628 pasó al servicio de Albrecht von Wallenstein, en Sagan (Silesia), quien le prometió, en
vano, resarcirle de la deuda contraída con él por la Corona a lo largo de los años. Un mes antes
de morir, víctima de la fiebre, Kepler había abandonado Silesia en busca de un nuevo empleo.
Las leyes de Kepler
La primera etapa en la obra de Kepler, desarrollada durante sus años en Graz, se centró en los
problemas relacionados con las órbitas planetarias, así como en las velocidades variables con que
los planetas las recorren, para lo que partió de la antigua concepción de la escuela de Pitágoras,
según la cual el mundo se rige en base a una armonía preestablecida. Tras intentar una solución
aritmética de la cuestión, creyó encontrar una respuesta geométrica relacionando los intervalos
entre las órbitas de los seis planetas entonces conocidos con los cinco sólidos regulares. Juzgó
haber resuelto así un «misterio cosmográfico» que expuso en su primera obra, Mysterium
cosmographicum (El misterio cosmográfico, 1596), de la que envió un ejemplar a Brahe y otro
a Galileo, con el cual mantuvo una esporádica relación epistolar y a quien se unió en la defensa
de la causa copernicana.

Durante el tiempo que permaneció en Praga, Kepler realizó una notable labor en el campo de la
óptica: enunció una primera aproximación satisfactoria de la ley de la refracción, distinguió por
vez primera claramente entre los problemas físicos de la visión y sus aspectos fisiológicos y
analizó el aspecto geométrico de diversos sistemas ópticos.

Pero el trabajo más importante de Kepler fue la revisión de los esquemas cosmológicos conocidos
a partir de la gran cantidad de observaciones acumuladas por Brahe (en especial, las relativas a
Marte), labor que desembocó en la publicación, en 1609, de la Astronomia nova (Nueva
astronomía), la obra que contenía las dos primeras leyes llamadas de Kepler, relativas a la
elipticidad de las órbitas y a la igualdad de las áreas barridas, en tiempos iguales, por los radios
vectores que unen los planetas con el Sol.
Culminó su obra durante su estancia en Linz, en donde enunció la tercera de sus leyes, que
relaciona numéricamente los períodos de revolución de los planetas con sus distancias medias al
Sol; la publicó en 1619 en Harmonices mundi (Sobre la armonía del mundo), como una más de
las armonías de la naturaleza, cuyo secreto creyó haber conseguido desvelar merced a una
peculiar síntesis entre la astronomía, la música y la geometría.

Clasificación según el número de caras[editar]

Nombre Número de caras

tetraedro 4
pentaedro 5

hexaedro 6

heptaedro 7

octaedro u octoedro 8

eneaedro o nonaedro 9

decaedro 10

endecaedro o undecaedro 11

dodecaedro 12

tridecaedro 13

tetradecaedro o tetracaidecaedro 14

pentadecaedro o pentedecaedro 15

hexadecaedro 16

heptadecaedro 17

octadecaedro u octodecaedro 18

eneadecaedro o nonadecaedro 19
icosaedro o isodecaedro 20

triacontaedro 30

tetracontaedro 40

pentacontaedro 50

hexacontaedro 60

heptacontaedro 70

octacontaedro u octocontaedro 80

eneacontaedro o nonacontaedro 90

hectaedro 100

chiliedro 1000

miriedro 10000

decemiriedro 100000

hectamiriedro o megaedro 1000000

apeiroedro ∞

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